1.
a las elecciones que hagan los ciudadanos en esa materia; y además, que no adopta ninguna clase de
2.
En esto Cuba adopta una posición
3.
adopta el gobierno federal, para combatir la discriminación por orientación sexual y
4.
Si se adopta
5.
prueba de ello en la demasiadafacilidad con que adopta el parecer injusto de Robertson
6.
de quien, trasdesearlo mucho, adopta una resolución muy grave
7.
adopta unaexpresión resuelta, sombría, y sus labios acaban por
8.
El buen viejo del pastor está delante de nosotros; adopta la
9.
adopta para ello losmedios y los caminos que encuentra
10.
Pone los ojos velados y coquetones, adopta un
11.
adopta sin examen yadora sin murmurio; ello es la base de su
12.
formasgrotescas que adopta en el momento de morir
13.
oficio: adopta la formanecesaria para cada una de sus empresas
14.
) Morand opino que encontraba despreciable a la mujer que adopta las costumbres de los hombres, y cobarde al hombre que insulta a una mujer, aunque sea su peor enemiga
15.
El famoso comienzo del salmo 121, por ejemplo («Alzo los ojos a los montes: ¿de dónde vendrá mi auxilio?») se presenta en la traducción inglesa como una afirmación, pero en la versión original adopta la forma de una pregunta: ¿de dónde va a venir la ayuda? (No hay cuidado: la insustancial respuesta es que los creyentes serán inmunes a todo peligro y sufrimiento
16.
Al momento siguiente, la cuchara adopta una nueva posición en el otro ojo del padre-huésped
17.
Todos esos bebés que Denny adopta
18.
Tiene el pelo castaño y enmarañado, como Jane Fonda en Klute, y ya no está delgada sino esbelta; adopta una posición cómoda y atlética y muestra expresión de malicia cuando se desabrocha los botones de su insípido uniforme y desvela su cuerpo en ciernes, todavía joven, pálido y frágil, y sin embargo sumamente dispuesto; su boca y por fin su prieta oscuridad reciben a sus dedos con firme gozo
19.
Por eso los dos marcharon sobre Roma, y por eso Lucio Cornelio volverá a hacerlo si Roma adopta la decisión de elegirte cónsul
20.
La decepción adopta diferentes formas, señorita, en los diferentes hombres
21.
Todo ello es de la más estulta prosa histórica, y fuera de la postura digna que adopta el caído, no se ve ni en sus partidarios ni en sus enemigos más que amaneramiento, bajeza de ideas, finalidades egoístas
22.
Obsérvese que cada compuesto (pirrol) adopta la disposición de un anillo de pirrol (sin los enlaces dobles) a causa de esta extraña formación de la cadena secundaria
23.
Ella adopta una expresión enfurecida al oír el nombre de Lucy
24.
En cuanto Kay Scarpetta entra en el departamento de Medicina Forense con Marino a la zaga, esforzándose por caminar con normalidad, Bruce, el guarda de seguridad, se yergue y adopta una expresión de pavor
25.
La chaneliana no se mueve, adopta un semblante pensativo y responde:
26.
Adopta la cocina francesa, toma un buen jefe y provéete de cuanto la moda y la especulación traen de remotos países
27.
Cuando la varilla adopta sólo una posición ligeramente diferente, eso significa que incluso una mínima torsión del fino alambre produce suficiente contrafuerza para compensar la fuerza aplicada
28.
Si esta rociada adopta la dirección de la Tierra, la nube de partículas invade nuestra atmósfera superior en menos de un día
29.
La Enciclopedia Británica, edición de 1959, adopta el mismo tono
30.
Pensamiento Silencioso adopta a Jocomin y poco a poco le va iniciando en los misterios de su arte, preparando al muchacho durante largos y difíciles años para que adquiera los poderes mágicos de las Doce Transformaciones
31.
Cuando un hombre denuncia la mente, es porque su meta adopta una naturaleza que la mente no le permite confesar
32.
¡Sí!— exclamó en el tono de quien adopta una decisión desesperada—
33.
Juliet adopta la expresión que precede a todas las conversaciones sobre sexo, los labios salidos, un brillo malicioso en los ojos
34.
El rostro de Annie adopta una expresión soñadora cuando oye esa descripción
35.
Por este procedimiento se pudo caldear, por ejemplo, la totalidad de un recipiente, dejando en el interior una masa de gas frío que adopta una forma lenticular y que, a su vez, puede ser alterada, lográndose un cambio en su espesor y forma óptica
36.
Y en estas singulares construcciones, a uno o dos metros de profundidad, como un “milagro”, la naturaleza adopta un “microclima” que permite multiplicar la cantidad y la calidad de cuanto se cultive en ellos
37.
De los casos analizados en este libro, el contraste entre Haití y la República Dominicana que se presenta en este capítulo y el contraste entre los destinos de los escandinavos y los inuit de Groenlandia analizado en el capítulo 8, representan los ejemplos más claros de que el destino de una sociedad está en sus propias manos y depende sustancialmente de las decisiones que adopta
38.
Si un agricultor de lo alto de un terreno adopta malas prácticas de gestión de la tierra que den lugar a que la tierra se salinice, la sal puede fluir con lentitud a través del suelo hasta alcanzar las tierras de agricultores de zonas más bajas, aun cuando estas explotaciones estén bien gestionadas
39.
Quizá la circunstancia más habitual bajo la cual las sociedades no consiguen percibir un problema se produce cuando este adopta la forma de una tendencia muy lenta oculta entre amplias fluctuaciones al alza y a la baja
40.
Y un hombre tan anhelado y tan difícilmente accesible como lo es Klamm, adopta en la fantasía de la gente numerosas figuras
41.
Le gustan las palabras del poli y las adopta
42.
Y, con una comprensión que se enfrió en su interior como roca fundida que adopta una forma, se dio cuenta de que deseaba liderar
43.
Alguien, obligado por la pobreza a evitar el desgaste de energía y tiempo en el empleo de la ampliación de su horizonte, pues las necesita simplemente para subsistir, adopta las actitudes, ya confeccionadas, de su ambiente
44.
Adopta una posición sobre tus manos y sobre tus rodillas
45.
Pero la que se adopta es la de intervenir, sustituyendo de forma fulminante a los administradores del Banco
46.
Adopta una expresión grave y pregunta, en un tono que parece sincero:
47.
Ella adopta su expresión relajada y altiva
48.
Adopta una expresión grave antes de contestar:
49.
Su rostro adopta una expresión deferente y hace un ostensible gesto hacia una entrada que se ve en la dirección contraria
50.
Al suspira y adopta una expresión de inmensa paciencia
51.
Reina detesta cuando Germán adopta ese aire de frivolidad, sin dejarse rozar siquiera por la angustia de todo lo que ella le ha dicho ya
52.
En los mejores hombres este deseo adopta la forma de comunión con el Todopoderoso en lugares apartados y desiertos; en otros, incapaces de aceptar la humillación del alma que exige el Señor, se manifiesta de una manera que promete certezas más inmediatas, aunque éstas resulten ser, por fuerza, vanas ilusiones y engaños
53.
Las chicas me miran con nerviosismo y Chantal adopta el papel de portavoz
54.
Perder contacto con tu base de suministros, acabar aislado incluso por un día, adopta un significado totalmente nuevo en este entorno amenazante para la vida
55.
El 12 de julio de 1790 se adopta la Constitución Civil del clero
56.
El 24 de junio de 1793, la Asamblea adopta una nueva Constitución, suspendida el 10 de octubre siguiente: «El gobierno provisional de Francia será revolucionario hasta conseguir la paz»: es el triunfo del régimen de excepción
57.
Fundada en 1895, la CGT (Confederación General de Trabajadores) adopta la carta de Amiens en 1906: al favorecer el recurso a la huelga, este texto inscribe al mayor sindicato francés en una perspectiva de lucha de clases
58.
Como intuye que el estado de ánimo de Rosalind distará mucho del suyo -con la ropa negra de la oficina, entrando y saliendo a toda prisa de reuniones-, se incorpora y, para hablar con sensatez, adopta una posición sedente en la cama
59.
Besson aguarda su reacción y, ante su inmovilidad, adopta el aire sagaz de quien ha dado en el clavo
60.
No obstante, a medida que un nombre de clase alta se adopta en masa, los padres de clase alta comienzan a abandonarlo
61.
Simplemente, adopta una actitud racional y de sentido común
62.
Chattan adopta una expresión de decepción fingida
63.
Alan adopta una expresión de alegría
64.
En lugar de decir que sí, Cantrell adopta una expresión seria y dice:
65.
Avi adopta una expresión de paciencia forzada
66.
Doug adopta una expresión de indignación
67.
El letrado Alejandro adopta una expresión dolorida y se mofa
68.
Randy adopta un gesto interrogativo, levanta una mano y frota el pulgar y el índice en el gesto de «dinero»
69.
Al percibir el interés de Daniel, el apuntador de las cuentas se echa un lado y adopta postura de después-de-usted, ya sea por edad, rango o bondad general
70.
El rey adopta una expresión de sorpresa burlona:
71.
Esta cuestión es fundamental para Foucault porque considera que la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad
72.
Jaime adopta el tono de quien hace una confidencia, sin darme ninguna explicación satisfactoria
73.
El docto tiene también, como es obvio, las enfermedades y defectos de una especie no aristocrática: tiene mucha envidia pequeña y posee un ojo de lince para ver cuanto de bajo hay en las naturalezas a cuyas alturas él no puede ascender, Es confiado, mas sólo como uno que se deja ir paso a paso, pero no fluir como una corriente; y justo frente al hombre de la gran corriente adopta el docto una actitud tanto más fría y cerrada, – su ojo es entonces como un lago liso y disgustado en el cual ya no aparece la onda de ningún embeleso, de ninguna simpatía
74.
Se da vuelta sonriendo y adopta una pose para la cámara, llevando su mano a la nuca
75.
–¿Qué forma adopta la aparición?
76.
Después aparece el humo negro, y en pocos instantes, mientras el locutor adopta el papel del director de un espectáculo de escaso éxito que se disculpa con sus espectadores, todo vuelve a la normalidad
77.
Reacciona en consecuencia, adopta una expresión de disculpa, poco agresiva, no amenazadora, afable, pero no íntima
78.
La cara que adopta el vulgo miserable cuando le sirven gratis espectáculos de sangre
79.
—Cuando el agresor golpea con la espada, su cuerpo adopta una inclinación particular, y asesta el golpe con una fuerza y de un modo determinados
80.
Stürmer adopta una expresión compungida:
81.
Esos errores ––que pueden ser diferentes y aun inversos del que yo cometí con Andrea– estriban muchas veces, y en particular en el caso de esta muchacha, en e! hecho de que adopta uno el aspecto y los modales de lo que no se es y se quisiera ser, para hacer efecto a primera vista
82.
Adopta dos decisiones inteligentes: mermar el número de las fuerzas españolas y entrar en España tropas francesas en tal número y poderío, que los españoles comprendan que toda resistencia es inútil y no lleguen ni a iniciarla
83.
Sólo que para ello es preciso que el judío no pertenezca al «gran mundo», ya que en ese caso adopta fácilmente las trazas de un lord, y sus modales son hasta tal punto afrancesados que en él una nariz rebelde, que crece, como las capuchinas, en direcciones imprevistas, hace pensar en la nariz de Mascarille antes que en la de Salomón
84.
Bien advertía yo que la decepción del viaje, la decepción del amor, no eran decepciones disparejas, sino el aspecto variado que adopta, según el hecho a que se aplica, nuestra impotencia para realizarnos en el goce material, en la acción efectiva
85.
–¡Diablo! Marcel, ¡cuestión de suerte! Y ahora que lo pienso, puesto que estás en condiciones de adoptar, adopta al señor Dardentor
86.
Última y vana actitud de protesta que adopta o puede adoptar el que se siente defraudado en sus derechos
87.
Modo de expresarse que se adopta en función de las circunstancias
88.
Dicho de una persona: Que se siente del otro sexo, y adopta sus atuendos y comportamientos
89.
La persona que viaja con nosotros, el psicoanalista, adopta una multitud de identidades: padre, madre, marido, maestro…, incluso Dios
90.
En este punto de la narración el autor, que adopta la identidad del amigo íntimo de Zhang en el texto, interviene para respaldar con sus propias palabras la conducta de Zhang
91.
El constructor adopta, al mismo tiempo, tres posiciones: con el pensamiento se sitúa por encima de lo fenoménico; con su humanidad, en el devenir: por ultimo, con sus obras, se sitúa como «producto» final de la creación
92.
El emperador, que no era masón, adopta una actitud de prudencia frente al Supremo Consejo del Rito Escocés que rechaza la fusión con el Gran Oriente
93.
A veces adopta un aspecto terrible, pero en ella vive el fuego de la creación
94.
Como esta nueva calle tiene bastante más vida, con varios comercios y un camión de limpieza con dos operarios que barren la calle, Carlos decide no esconderse tanto, y camina como un vecino más, a paso normal, abandona el juego de las esquinas, que le hacía sospechoso a quien pudiera verle, y a cambio adopta el ademán confiado del que sabe a dónde va, del que conoce las calles y tiene un destino elegido, más o menos la misma actitud que muestra el niño, que continúa su paso decidido por calles que demuestra conocer bien, aunque no tan rápido ya, incluso se detiene en algún escaparate para observar algo de su interés
95.
¡Por lo visto, en Sikri lo conoce ya todo el mundo! Adopta la forma de una aparición de la llamada princesa oculta, Qara Kóz
96.
Pero se equivoca cuando, abusando de la situación, adopta pose de orador y lanza esta sorprendente denostación:
97.
Gordon mira a Williams en la primera… Adopta posición de set… Lanza
1.
adoptaba el continentede un general al frente de sus tropas
2.
Ella también adoptaba, siguiendoel
3.
voz adoptaba el tuteo cariñoso cuando estaban solos
4.
prescindía de toda erudiciónque pudiera parecerles enfadosa; adoptaba un lenguaje mundano
5.
Cada mes adoptaba un nuevooficio; pero le expulsaban de los talleres,
6.
»—No —dijo Isabel con el mohín de niña mimada que adoptaba siempre que la reprendían—
7.
Le gritaban epítetos de una inventiva excepcional mientras él se afirmaba en su posición y adoptaba un gesto de triunfo inequívoco
8.
Tuppence pensó que Albert, una vez más, adoptaba un aire protector
9.
Eso ya era mucha afición para Ignacio, que se metía a beber en un bar abarrotado de gente que bebía, y no se daba cuenta de que aquella tradición, la de los que huían de las procesiones de copa en copa, era tan castiza como la que adoptaba ella al seguir los pasos de calle en calle
10.
La amenaza del comandante había sido tajante: «Usted me responde de la mujer con su vida», y si intentaba alguna estratagema durante la conducción, al no poder pegarle un tiro, que era la medida que se adoptaba siempre que un preso intentaba algo, cargaría con las consecuencias y no estaba dispuesto a tener que pagar el fiasco; para lo cual tomó sus precauciones no fuera ser que le aconteciera algún incidente y tuviera que tragarse el sapo
11.
La primera, que adoptaba de mala gana y sólo cuando tenía poco tiempo, consistía en quitarle las espinas, recoger en el plato sólo las partes comestibles y empezar a comérselas
12.
La vocación de Samantha, pelirroja y de estatura no superior al metro cincuenta y cinco, era de carácter acrobático, pues se movía tanto y adoptaba unas posturas tan complicadas que a menudo se salía del campo
13.
De repente, Van der Berg recordó que ésa era la posición clásica que adoptaba el paciente en la época del antiguo y aún no del todo desacreditado análisis freudiano
14.
Tuve la sensación de que era el tono profesional que adoptaba con sus chiflados clientes
15.
Jonathan conocía muy bien esa expresión condescendiente, la misma que adoptaba cuando le pedía ayuda con las matemáticas
16.
En el Mediterráneo, el héroe dios mistérico adoptaba las características del Osiris egipcio y del Dionisos griego, los dos nacidos, según unas fuentes el 25
17.
En ocasiones, la lucha contra la brujería era la forma que adoptaba el cristianismo para combatir una religión rival y más antigua
18.
El bienestar de su pueblo era su preocupación principal, y a menudo consultaba con la gente el asunto sometido a discusión; pero adoptaba por sí mismo la mayor parte de las decisiones con la misma naturalidad que demuestran los verdaderos jefes
19.
Rearden levantó la mirada; no podía comprender el sesgo que adoptaba la conversación, pero aun así, pudo apreciar cierto tono decidido en la voz de aquel hombre, que se había endurecido de improviso
20.
Abrió los ojos y pudo ver un cielo claro y pálido, un cielo del color del amanecer reflejado en la ventana de su dormitorio, un cielo que adoptaba el tono delicado de una aguamarina, con los primeros rayos de un sol invisible, prestando cierta suavidad de porcelana a los antiguos tejados de Filadelfia
21.
El resplandor adoptaba el tono del oro fundido y las palabras «Rearden Steel» aparecían escritas sobre el cielo, en el frío y blanco fuego de cristal
22.
Sin darse cuenta, a medida que hablaba, Burroni adoptaba cierta actitud del investigador
23.
Después, reflexionando, advirtió León que su amante adoptaba unas actitudes extrañas, y que quizás no estuvieran equivocados los que querían separarle de ella
24.
Me gustaba la forma en que se llevaba el tenedor a la boca, la manera en que sonreía, la posición que adoptaba en el sofá de la sala, cómo movía las manos y cómo tragaba el jugo sin hacer ruido
25.
— ¿Stephen Proctor podía viajar en el tiempo? —La voz de Matthew adquirió el tono de neutralidad deliberada que a menudo adoptaba cuando se mencionaba la magia
26.
De ordinario, las decisiones trascendentales las adoptaba el viejo Eloy mientras iniciaba la digestión arrodillado ante la mesa camilla
27.
La práctica adoptaba dos modalidades: o bien comerse los cuerpos de los enemigos muertos en la guerra o bien, además, comerse a los propios parientes que habían muerto por causas naturales
28.
–Señor… -comenzó, al tiempo que adoptaba su postura de costumbre en tales casos: una rodilla en el suelo, juntas las manos y los ojos levantados devotamente hacia el éter-
29.
Sea porque en otro tiempo se hubiese visto en mejor situación económica, sea por conservar la idea de que hubiera podido alcanzarla si hubiese llegado algo que no llegó nunca y que no parecía tener la menor probabilidad de llegar, afectaba los modales de las personas elegantes y adoptaba aires de protección
30.
–¿Usted juega? – pregunté, y la señora Cortés explicó, mientras su marido adoptaba una expresión de modestia, que éste había llegado a la final del campeonato nacional unos años antes
31.
Eso es cierto, pero de lo que se trata es de comprobar cómo, basándose en ese estado de cosas, la decisión no solo afectaba a un modelo de gestión, sino que se adoptaba teniendo muy presentes las verdaderas relaciones de poder en el seno de la sociedad española
32.
¿Sería Balaguer tan católico como se decía? Corrían incontables chistes sobre su soltería y la manera pía y reconcentrada que adoptaba en las misas, tedeum y procesiones; él lo había visto acercarse a comulgar con las manos juntas y los ojos bajos
33.
En vísperas de la celebración del Día de la Patria, se adoptaba la Constitución Civil del clero por la que se suprimía la autoridad del Papa sobre la iglesia católica francesa y se ordenaba a todos los sacerdotes un juramento de fidelidad y obediencia
34.
–Yo creo en la revolución -afirmó él con el tono seco de voz que adoptaba cada vez que quería causar impresión
35.
Alzaron la vista y vieron que el ejército de cavadores adoptaba una actitud expectante
36.
Adoptaba esta pose sólo para sí misma, adornada con su pañuelo de seda a modo de turbante y algunas joyas que había salvado de su divorcio brillando en el cuello y los brazos
37.
El FDCPA era la manifestación extrema de esta filosofía y adoptaba una postura intransigente y nada populista
38.
De forma que si adoptaba una postura ética más laxa, bien podía llegar a la conclusión de que tenía que jurar que no abriría la boca, para luego intentar por todos los medios solucionar el misterio al que se enfrentaban, utilizando como arma aquellos valiosísimos datos nuevos
39.
– Y contempló a los dos hombres con el aire que adoptaba cuando se creía muy sutil: una ligera sonrisa irónica en las comisuras de los labios-
40.
Y en los labios de Donald empezaba a dibujarse la sonrisa de suficiencia y de estupidez que adoptaba cuando estaba borracho
41.
Había resuelto conservar su pieza algunos días aun, en parte para evitarle al hotelero y a su mujer la decepción de perder tan bruscamente al locatario, en parte previendo el caso de que una prolongación de su estada en la Casa Roja se hiciese demasiado delicada; porque tomaba muy en serio sus funciones de detective (sin desconocer de ninguna manera el partido a sacar de su lado divertido), lo mismo que con cada una de las nuevas profesiones que adoptaba
42.
El camarada Krímov se diferenciaba de todos los hombres por su alma y su mente, su veteranía en el Partido, que se remontaba a antes de la Revolución, sus artículos publicados en la revista La Internacional Comunista; por sus actitudes, sus pequeñas manías, por su peculiar modo de comportarse, por el tono de voz que adoptaba en las conversaciones que mantenía con los miembros del Komsomol, las secretarias de los raikoms de Moscú, los obreros, los viejos miembros del Partido, sus amigos y postulantes
43.
Las llamas se alzaban, la tierra se volvía líquida, extraños animales crecían hasta alcanzar enormes proporciones y volvían a disminuir, la carne parecía fluida, y adoptaba formas cambiantes
44.
A veces adoptaba hasta cierto punto el papel de un entrenador que cuida de un atleta y le establece un régimen alimenticio con despiadada severidad
45.
Para el individuo de la nariz puntiaguda no era una voz grave, sino un torrente de palabras muy hirientes e injuriosas; pero la fuerza estaba del lado de Valentinov, y el insultado sólo suspiraba y adoptaba una actitud miserable, y frotaba una mancha de grasa de su estrecho abrigo negro
46.
Akhila toleraba esa invasión de espacio e intimidad que adoptaba muchas formas
47.
Guillermo de Conches y Eugenio miraban despectivamente a Athelstan mientras Enrique de Winchester adoptaba un aire de estudiada paciencia para disimular su irritación y fray Niall y fray Pedro manifestaban su desagrado por los retrasos que se habían producido en la marcha de las actividades del Capítulo
48.
De vez en cuando se levantaba y, con una espada tallada por él mismo, cinco dedos más larga que las demás, adoptaba las posiciones de defensa que había dibujado y después trazaba en el aire los movimientos una y otra vez
49.
Sin embargo, mientras huía del mundo, tuvo una visión de su cara durante el orgasmo, que se aplanaba, alargaba y adoptaba el aspecto de una calavera
50.
Me desconcertaba el tono que adoptaba la conversación, comprendiendo que había algo, no mencionado aún, que trastornaba incluso a Anás, tan imperturbable por lo general
51.
Jack le escuchó con atención, mientras su rostro adoptaba de forma gradual la mirada de un águila, una de esas águilas enormes que observan su presa a escasa distancia
52.
Cada uno a su manera: Joachim con los tacones juntos, saludando con una inclinación del cuerpo; Hans Castorp en una actitud abandonada, perdido en sus pensamientos, con las manos cruzadas, la cabeza, inclinada sobre el hombro y una expresión semejante a la que adoptaba cuando escuchaba música
53.
Bastante mayor que el resto de los instructores habituales, sus compañeros oficiales le trataban con un respeto indudable, y él adoptaba un aire independiente
54.
—Sí, claro, papá —repitió Tony en el tono conciliador que adoptaba casi siempre que alguien hablaba en serio con ella
55.
El Flautista vio cómo la cara de sobresalto de Clint adoptaba de repente una expresión de astuta comprensión
56.
Georgina Matthews adoptaba una sonrisa o un comentario amable para todos ellos
57.
A pesar de mi amistad con los Anning, Bessy adoptaba de buena gana las opiniones del resto de Lyme sobre esa familia, incluso habiendo visto lo bastante a Mary para formarse un juicio propio
58.
El psiquiatra exhibía su expresión más profesional, impasible y neutral, probablemente la expresión que adoptaba en el tribunal cuando testificaba en favor del mejor postor
59.
Adoptaba cada argot, cada acento, y decía palabrotas con elegante soltura -su sangre italiana- cuando estaba furiosa
60.
Su orgullo los preservaba de toda simpatía humana y de todo interés por parte de los desconocidos que se sentaban a su alrededor; y el señor de Stermaria adoptaba entre aquella gente el aspecto glacial, rudo, precipitado, puntilloso y de mala intención que se suele tener en las fondas de las estaciones cuando se está entre viajeros que nunca vimos y que nunca volveremos a ver, y en los que no se piensa sino para conquistar antes que ellos el pollo fiambre y el rincón de ventanilla
61.
Como Saint–Loup tenía gran prevención contra los aristócratas, no solía ir a las reuniones de la alta sociedad, y cuando iba adoptaba una actitud despectiva u hostil, con lo cual aun se agudizaba el disgusto que su familia tenía por sus relaciones con una mujer de “teatro”, relaciones fatales, según sus parientes, y a las que atribuían el desarrollo en Roberto de ese espíritu denigrativo, de esa mala tendencia que, por lo pronto, va lo había “
62.
El barón, que trataba ahora de disimular la impresión que había sentido, pero que, a pesar de su afectada indiferencia, parecía no alejarse sino de mala gana, iba y venía, miraba al vacío de la manera que a él le parecía resaltaba más la belleza de sus pupilas, adoptaba un aire fatuo, negligente, ridículo
63.
Ahora bien; Jupien, perdiendo enseguida la expresión humilde y bondadosa que yo le había conocido siempre, había -en simetría perfecta con el barón- erguido la cabeza, daba a su talle un porte favorable, apoyaba con grotesca impertinencia el puño en la cadera, hacía salir su trasero, adoptaba actitudes con la coquetería que hubiera podido tener la orquídea para con el abejorro providencialmente aparecido
64.
Mi misma pereza, ¿cómo reconocerla bajo las nuevas formas que adoptaba? A veces, en días que decían irremediablemente malos, nada más que vivir en la casa situada en medio de una lluvia monótona y continua tenía la resbaladiza dulzura, el silencio calmante, todo el interés de una navegación; otra vez, en un día claro, permanecer inmóvil en mi cama era dejar que giraran las sombras alrededor de mí como de un tronco de árbol
65.
Por otra parte, ya desde tiempo atrás mis angustias frecuentes, mi miedo de decir a Albertina que la amaba, todo esto correspondía a otra hipótesis que explicaba muchas más cosas y que tenía también a su favor que si se adoptaba la primera, la segunda resultaba más probable, pues dejándome llevar a efusiones de cariño con Albertina el resultado era una irritación por su parte (irritación a la que, por lo demás, ella atribuía otra causa)
66.
Pues, en su humildad, en su tierna admiración por personas que le eran infinitamente inferiores, adoptaba sus feos giros de lenguaje
67.
Por si acaso, pareció aludir a lo que no había sido, cosa que no le era difícil, pues tomaba un gesto de cariño por una tarta de fresas y, si tenía que marcharse antes de que acabara la música, adoptaba el aire desesperado de un abandono que no sería definitivo
68.
De pronto se produjo una extraña descomposición nuclear del aire y las campanas de las iglesias de la ciudad sonaron, mientras el cielo adoptaba, a pesar de su nocturnidad, luminosidades de arco iris
69.
Sus blancos brazos relucían a la luz de la hoguera y sus ojos desprendían un brillo tan intenso que hasta las brujas más alejadas observaron cada una de las expresiones que adoptaba su rostro
70.
Marie sintió que el miedo que notaba en el estómago adoptaba la forma de un nudo helado
71.
El sudor le volvía a correr por la frente y adoptaba por momentos una expresión de mayor ansiedad
72.
Uno de ellos, Pérdicas, encabezaba el grupo que adoptaba una postura legitimista: el poder debía quedar en la antigua familia real macedónica
73.
Luego se sorprendieron al comprobar que ningún otro adoptaba la misma actitud
74.
Era una vuelta a la ley que el gobierno Tokugawa había dictado en su día: «niños y niñas separados después de los siete años»; una medida que seguía sometiendo a la mujer al poder del hombre, y que la nueva política del gobierno Meiji adoptaba casi sin cambios
75.
¿Por qué le había mentido? ¿Acaso nunca había tenido intención de casarse con ella? Había intentado comentar el asunto con Michelle, pero su vecina, por lo general tan amable y afectuosa, adoptaba una actitud distante e impenetrable cuando Fiona esperaba que minimizara los defectos de Jeff
76.
La única persona que no encontró divertidos esos encantamientos fue Hermione, y cada vez que Harry utilizaba el muffliato ella adoptaba una rígida expresión de desaprobación y se negaba a hablar
77.
–Mucho trabajo y nada de diversión… -comentó mientras adoptaba una pose de lo más seductora, con los pulgares metidos en la cintura de sus vaqueros Earl
78.
Norry apretó los dedos por las puntas al tiempo que sujetaba contra el pecho el cartapacio con los pulpejos de las manos y adoptaba un gesto ceñudo y grave
79.
Min lo observaba con ojos entornados, con el mismo aire que adoptaba cuando percibía imágenes alrededor de alguien
80.
Cuanto más tiempo pasaba con Moraine y Nynaeve, más adoptaba sus formas de comportamiento, al menos cuando le interesaba
81.
Mientras el sol se levantaba sobre el Gebel Barkal, cuyo picacho adoptaba la forma de una corona, los amigos del rey, sus apoyos, los ritualistas y los ancianos, por voz de su decano, confirmaron a Pianjy en sus funciones de jefe del Estado
82.
Pero el destino adoptaba de pronto otro rostro y mostraba exigencias a las que no podía sustraerse el faraón negro
83.
Uno de los puntos de ataque de un filón especialmente rico se hallaba, incluso, cien metros por debajo de la superficie y adoptaba la forma de un estrecho túnel que sólo un minero de poca corpulencia podía recorrer
84.
Los daños fueron mínimos; y se recordó que la langosta era una de las formas simbólicas que adoptaba el alma del faraón para llegar hasta el cielo, en un gigantesco brinco
85.
Vi cómo se mordía la lengua y adoptaba una expresión de frialdad
86.
Harry conocía muy bien aquella expresión: era la que Snape adoptaba cada vez que lo veía a él
87.
Los operarios, por su parte, la bautizaron como «el mal del buzo», en referencia a la postura contraída que adoptaba involuntariamente quien la padecía
88.
Crecía un palmo, ganaba en volumen, en expresividad, mientras todo su cuerpo adoptaba una actitud mayestática
89.
El argumento de aquella producción de José Frade ironizaba sobre las posibilidades que tenía un ginecólogo de provincias para triunfar profesionalmente si adoptaba una imagen «afeminada» que le sirviera para burlar a los celosos maridos de sus pacientes
90.
La encontró desconcertada e incómoda, lo mismo que él cuando ella adoptaba la postura de las mujeres del Clan
91.
Cuando hablé, me pareció que adoptaba el tono de un adolescente malhumorado
92.
No era solo cuestión de envolverse en modales, actitudes e historia de la identidad que se adoptaba
93.
Anna torcía a veces los argumentos y adoptaba posturas irreductibles
1.
las muchas precauciones que se adoptaban paraevitar esta broma tradicional; y eran de ver las
2.
grandes personalidades, y en ella se adoptaban lasresoluciones trascendentales de sus
3.
Sin embargo, Herminia vió muy bien que se adoptaban todas las precauciones para que ella no
4.
Dichos clanes se consagraban ellos mismos al servicio público y adoptaban vestimentas que les distinguían de los demás
5.
En los huecos entre las estalagmitas y las estalactitas había grandes estatuas, cada una de las cuales representaba a un rey de los enanos coronado y sentado en un trono, cuyos ojos ciegos miraban solemnes hacia la lejanía y cuyos rostros, surcados de arrugas, adoptaban fieras expresiones
6.
Todos los miembros de la misma gens descendían de un antepasado común (con excepción de los esclavos manumisos, que adoptaban el nombre de sus amos)
7.
Granada y Almería se pronunciaban [30] sin comprometerse, no renegando del Regente mientras no viesen que era segura su perdición; otras provincias adoptaban el mismo sistema, de una cuquería y eficacia admirables; en Valencia la coalición y los moderados amotinaron al pueblo y ganaron parte de la tropa, dejando casi inerme al valiente General Zabala
8.
Anticipaban o descontaban algunos las bienandanzas del porvenir, procurándose corto número de comodidades a cuenta de las muchas que habían de traer los próximos años, y adoptaban el mediano vivir a cuenta del vivir en grande que los horóscopos para todos anunciaban
9.
El conde duque de Olivares concluyó su breve relación, y los ojos por lo común impasibles del monarca, que ahora adoptaban una expresión de curiosidad, se mantuvieron fijos en el capitán mientras aquel hacía un levísimo gesto de aprobación con la cabeza
10.
Le aliviaba que les hubiesen acogido con tanta calidez y en realidad tendría en consideración el ofrecimiento de Dalanar, sobre todo si los Zelandonii no adoptaban una actitud tan receptiva frente a Ayla
11.
Las mujeres se ponían prendas o adornos especiales para estar deseables cuando querían mostrar interés por un hombre, o adoptaban determinados comportamientos, sobre todo en un festival para honrar a la Madre
12.
Sin saberlo, todos adoptaban una actitud expectante
13.
Sus voces, incluso ahora la suya, adoptaban un tono que nunca había escuchado hasta entonces
14.
Las tajantes disposiciones que se adoptaban eran para él otros tantos golpes
15.
Esos tankers adoptaban aires de superioridad con la infantería, a cuyos integrantes llamaban los «doughs», y el espíritu de temeridad de Patton se reflejaba también en su gusto por el juego
16.
¿Por qué las cosas adoptaban un cariz tan molesto?
17.
me dijo que cuando fue a la capital por primera vez, tras las elecciones del año 2000, constató que los nuevos líderes del gobierno adoptaban lo que él denominó un “enfoque a noventa días”: hablaban solo de los problemas que podían desencadenar potencialmente una catástrofe en los noventa días siguientes
18.
No, K ya lo había podido ver, los funcionarios, y, entre ellos, algunos superiores, se presentaban por su propia voluntad, ofrecían espontáneamente alguna información, clara o fácilmente interpretable, hablaban sobre el posterior desarrollo del proceso, sí, incluso había casos en que se dejaban convencer y adoptaban encantados los puntos de vista ajenos
19.
Los que delinquían por primera vez siempre adoptaban esa actitud cuando la realidad se cernía sobre ellos
20.
La mayoría de los vadeanos, que adoptaban actitudes muy primitivas hacia las enfermedades mentales, se rieron, a pleno pulmón, durante mucho tiempo y con frecuencia
21.
Los que mostraban aptitudes para alguna actividad eran trasladados de inmediato de las canteras a las cúpulas, donde adoptaban la vida relativamente fácil de una clase media próspera y satisfecha
22.
Los encargados de las piezas de artillería, al verse junto a aquellos cañones tan fuera de lugar, sintieron un repentino pudor: algunos quisieron demostrar indiferencia, caminar sin mirar nunca del lado de las piezas, como si pasaran por allí por pura casualidad; otros se mantenían lo más cerca posible, como para esconderlas, ahorrando a las gentes aquella visión tan desagradable y descortés, o les echaban encima cubiertas, mantas, para que pasaran inadvertidas o que por lo menos no llamaran la atención; otros adoptaban una actitud de broma afectuosa hacia los cañones, daban manotazos en las cureñas, en las recámaras, los señalaban con una semisonrisa, todo para demostrar que no era su intención servirse de ellos con finalidades mortíferas, sino llevarlos a la vista como grotescas herramientas, grandes y raras
23.
La deformación se conseguía aplicando unas tablillas a las cabezas de los bebés, sujetándolas fuertemente con cuerdas hasta que los huesos adoptaban la apariencia deseada
24.
Otro susurro recorrió la mesa, y mientras algunos de los rostros impacientes adoptaban una expresión burlona, los rostros burlones se ponían serios
25.
Su actitud insinuaba: ¿era una niña tonta que había hecho perder el tiempo a todo el mundo? Y adoptaban un criterio severo respecto a lo visual
26.
Las letras del célebre libro formaban palabras en lenguas que ella entendía, o, como mínimo, reconocía; en cambio, estos símbolos adoptaban formas inimaginables
27.
En el pueblo de Sevak, situado en la costa oriental de la isla, adonde se dirigió el Erebus, los marineros se encontraron con una comunidad a la que le gustaba mucho bailar; por eso, cuando en la aldea se conoció el ron y el misterioso secreto de su manufactura, se oyeron las antiguas canciones esquimales, en tanto sus habitantes ejecutaban una rarísima danza: los hombres y las mujeres permanecían con los pies firmemente asentados en el suelo, como si hubieran quedado atrapados en lava petrificada, mientras rodillas, cintura, torso, brazos y cabeza se movían rítmicamente y adoptaban unas contorsiones inimaginables
28.
En su enfado, llegó a expresar por primera vez la actitud que adoptaban él y la mayoría de los blancos:
29.
Había algo afectuoso en aquel tuteo que adoptaban todos los maoríes
30.
El comandante remitió un telegrama a Washington y el gobierno delegó un comisario que, en el curso de prolongadas conferencias, aseguró a los arapahos que adoptaban la decisión más sensata y que en su nuevo hogar al norte, en Dakota, dispondrían de abundante comida y de un territorio garantizado «en tanto creciese la hierba y el águila volase»
31.
Muchas mujeres mantenían el apellido de soltera cuando se casaban, pero generalmente los hijos adoptaban el del padre
32.
Los pilotos, mientras tanto, adoptaban una expresión de fingido interés en sus caras, miraban al comisario e intercambiaban impresiones en voz baja
33.
0 se volvían escandalosos y había que indicarles la salida (mirando con cautela a Jean Nguyen y Jackie Woo) o adoptaban una expresión herida y ofendida
34.
Podía diferenciar ahora las voces individuales, los magistrados, los profesores y el Consejo de los Doce, el órgano más alto del Orden, donde se adoptaban todas las decisiones y se controlaba toda la información
35.
Mientras los caballos adoptaban un paso tranquilo
36.
Realmente, había más ruido que otras veces, pues, a pesar de su esfuerzo, Jack no había logrado mantener a los marineros alejados de la destilería, y si bien muchos de ellos estaban bastante aturdidos, otros estaban tan animados que hacían bromas, ponían zancadillas a sus compañeros o adoptaban posturas raras, fingiendo estar cojos o paralíticos, y no paraban de reír
37.
La tarde del martes un visitante entrometido le sugirió a ese viejo fastidioso de Gazzard que causarían más daño siguiendo sus intenciones originales que si adoptaban el curso que ha resultado tan desastroso
38.
Los chinos adoptaban deliberadamente la política del terror, confiando en intimidar así a los tibetanos
39.
Las mujeres la envidiaban fraternalmente y los hombres la adoptaban al primer vistazo, poniéndose de su parte
40.
Concluí de ello que sería algún amigo personal de Roberto; a todo esto, parecían aproximarse todavía más el uno al otro; de pronto, como aparece en el cielo un fenómeno astral, vi unos cuerpos ovoideos que adoptaban con vertiginosa rapidez todas las posiciones que les permitían componer, delante de Saint-Loup, una inestable constelación
41.
Los extravíos de aquellas solemnes damas que adoptaban al sentarse una rigurosa tiesura, cobraban en labios de los que hablaban de ellos un no sé qué imposible de imaginar para mí, algo proporcionado a la magnitud de las épocas antehistóricas, a la edad del mamut
42.
Naturalmente, yo comprendía muy bien que Brichot entendía por «salón» -como la palabra iglesia no significa solamente el edificio religioso, sino la comunidad de los fieles- no sólo el entresuelo, sino las personas que lo frecuentaban, las diversiones especiales que iban a buscar allí, diversiones que, en su memoria, adoptaban la forma de aquellos canapés en los que, cuando iban a ver a madame Verdurin por la tarde, esperaban los visitantes a que ella saliera, mientras fuera las flores rosa de los castaños de Indias, y en la chimenea los claveles en jarrones parecían espiar fijamente, en un pensamiento de graciosa simpatía para el visitante, expresado por la sonriente bienvenida de sus colores rosas, la entrada tardía de la dueña de la casa
43.
Sin embargo, le interesó saber qué precauciones se adoptaban para evitar la difusión del bacilo, el robo de cultivos de un laboratorio o de una carga en tránsito
44.
Fue una suerte, pues al apartar la cortina medio descorrida vio que Laf y Sonovia salían de su casa con la expresión solemne que siempre adoptaban cuando iban a la iglesia
45.
Por otra parte, no todos los deportistas a quienes hacía de monitor adoptaban aires de superioridad, algunos se mostraban agradecidos del mismo modo que podría o debería estarlo un niño necesitado, en cuyo caso se daba la típica relación entre maestro y pupilo, y la gratificación psicológica era para él
46.
–En la Edad Media, los actores de los misterios sagrados llevaban máscaras simbólicas, heredadas de las ceremonias rituales del antiguo Oriente donde los dioses procedían a la creación del mundo por intermediación de sacerdotes que adoptaban sus rostros
47.
adoptaban la misma actitud: ¡adelante!
48.
Pero en lugar de preocuparse por la deformación de las vidas de estos jóvenes, Il Machia solo pensaba que no le complacía la forma que adoptaban sus labios al articular esas sílabas orientales
49.
Le aliviaba que les hubiesen acogido con tanta calidez y en realidad tendría en consideración el ofrecimiento de Dalanar, sobre todo si los zelandonii no adoptaban una actitud tan receptiva frente a Ayla
50.
La postura de los cuerpos era rarísima, en absoluto parecida a las que adoptaban los que morían ahogados
51.
Hubiérase dicho que ambos adoptaban la misma actitud frente a la mujer de Avery, como los niños que pueden compartir un juguete y ha dejado de interesarles
1.
que han adoptado muchas de ellas sin que la comunidad
2.
que han adoptado este modelo de suscripción: la trampa del
3.
personas (mediando una diferencia de edad de 17 años entre adoptante y adoptado)
4.
Por ejemplo, hay hospitales que han adoptado diferentes terapias
5.
Como dicha civilización ha adoptado, en el transcurso de los siglos,diversas
6.
personádose en laSala, y oido el medio adoptado por el Exmo
7.
medio adoptado elmas propio á radicar la confianza de los
8.
Por desgracia, las damas del lugar han adoptado, en cuanto cabe, casitodas las
9.
esperanza por la forma política que laEspaña ha adoptado
10.
adoptado, a su vez, ladivisa de Judit), paseábase silencioso en medio del bullicio
11.
El prudente consejo de la lavandera fue adoptado en
12.
Este método es adoptado por ejemplo a mediados de los 1990 por laOficina de los Servicios Lingüísticos de la Organización Mundial dela Salud (OMS) en Ginebra (Suiza)
13.
La ley ha adoptado muchas yminuciosas precauciones
14.
lágrimas y se erguía con la firmeza del que ha adoptado unaresolución irrevocable
15.
tal vez resultado deuna enérgica determinación, había adoptado
16.
que había adoptado últimamente, el azul que le estaba tanbien y
17.
adoptado en ella el principio admitido en todas:un mozo para cada sala, y una sala
18.
adoptado el fósforo con unfundamento de razón, apoyándose en lo siguiente: «El
19.
Jamás el genio del bien había adoptado un aspectomás feroz y
20.
Don Álvaro, en el tono confidencial que había adoptado después de sudeclaración, había
21.
Al descender del tranvía había adoptado una resolución
22.
¿Se han adoptado por el Ministerio de Ultramar en Mindanao tales precauciones?
23.
algunos en sus efectossobre el sistema capilar y sobre el corazon, han adoptado la
24.
–¿Por qué había adoptado Schiller esa actitud, en su opinión?
25.
Esta circunstancia no era ya tan ordinaria; dado que el dignatario estaba en una de las cámaras, debería haberse adoptado la precaución, a título excepcional, de asignarle un guardián, o al menos confiarle tal tarea a uno de los clérigos
26.
Habéis adoptado reglas extrañamente parecidas a las que consagráis una obediencia absoluta, con la voluntad de ir siempre adelante, sin tener en cuenta los límites ni las medias tintas
27.
Estados Unidos es la única gran nación industrializada que no ha adoptado medidas significativas para contrarrestar el efecto invernadero; mientras otros países actúan, el gobierno estadounidense designa comisiones y apremia a las industrias afectadas a adoptar disposiciones voluntarias en contra de sus propios intereses a corto plazo
28.
El criterio adoptado fue, por el contrario, si el feto podía vivir fuera de la madre
29.
El ministro Lerena, viejo enemigo suyo, ha adoptado una disposición por la que consiguió acabar con la prosperidad de los dos establecimientos que él, vuestro padre, logró fundar
30.
Por favor — yo también, aunque sin saber del todo por qué, había adoptado el tono cordial y sereno con el que Sandoval había terminado su participación en la escena
31.
Por lo que al Rey se refiere, cabe preguntarse si se hubiese negado a sancionar un acuerdo adoptado por los representantes de la soberanía popular, o incluso si hubiese podido hacerlo
32.
Fue también en esta época, hacia el final de su mandato en Radio televisión, cuando el sexto sentido de Suárez registró un casi invisible desplazamiento del centro de poder que a poco tardar resultaría sin embargo determinante: aunque Carrero Blanco continuaba representando la seguridad de que a la muerte de Franco continuaría el franquismo, López Rodó empezaba a perder influencia y en cambio afloraba como nuevo referente político Torcuato Fernández Miranda, a la sazón ministro secretario general del Movimiento, un hombre frío, culto, zorruno y silencioso cuya altiva independencia de criterio provocaba las suspicacias de todas las familias del régimen y el agrado del Príncipe, que había adoptado a aquel catedrático de derecho constitucional como primer consejero político
33.
Petrós había adoptado una expresión de tristeza que se había concentrado en su frente y ensombrecía el resto de su rostro
34.
Al cabo de seis días, el fuego había concluido en la parte más baja del monte Esquilino, una vez que se había adoptado la medida de derribar las casas suficientes como para impedir su avance
35.
Para con el mundo y aun con sus criados, Danglars afectaba ser el buen hombre y el padre débil; era un papel que representaba en la comedia de su popularidad, una fisonomía que había adoptado por conveniencia
36.
Con una resistencia considerable, acabó siendo adoptado como el lenguaje del han y en estos momentos es el único que se habla fuera del planeta por la especia hani
37.
Craken con la destreza propia de un jugador de cricket, aún cuando hubiera adoptado opiniones consideradas generalmente como no formando parte del cricket
38.
Tácitamente, los cinco supervivientes habían adoptado un plan de campaña
39.
Este procedimiento conserva todavía a mis ojos su romanticismo y es por ello que hoy lo he adoptado
40.
Había adoptado una decisión
41.
Ésta había adoptado una grave expresión
42.
Todas las confrontaciones importantes acerca del derecho a la libertad de pensamiento, de expresión y de investigación han adoptado la misma forma: la de una tentativa religiosa de reafirmar la mentalidad literal y limitada sobre la irónica e indagadora
43.
-La princesa habrá adoptado todo género de precauciones para evitar ese peligro
44.
Roran se dio cuenta de que este había adoptado una expresión lívida durante los breves instantes en que Tharos había bajado del caballo
45.
Sus alumnos eran niñas de buena familia que no tenían nada que hacer y habían adoptado la moda de la artesanía, que era más elegante que tejer para los pobres, como hacían las abuelas
46.
Él escribía canciones revolucionarias para los trabajadores, los estudiantes y, sobre todo, la alta burguesía, que las había adoptado como moda, traducidas al inglés y al francés con gran éxito, a pesar de que las gallinas y los zorros son criaturas subdesarrolladas que no poseen el esplendor zoológico de las águilas y los lobos de ese helado país del Norte
47.
En cuanto a la decisión de ir armado, la había adoptado libremente luego de considerar la cuestión a fondo
48.
—¡Bah! —espetó el policía, enojado por el tono adoptado por Fatty—
49.
que una nave ha ganado el espacio y ha adoptado la órbita que la llevará sin el menor
50.
No obstante, consciente de ello, había adoptado la costumbre de echar personalmente un vistazo a las puertas del palacio del gobernador en Utica, y por suerte vio a aquel grupo de desaseados que inútilmente trataban de que les franqueasen la entrada
51.
Es el nombre que he adoptado para el mar que en tiempos de Cayo Mario se llamaba Mare Internum y que después adquiriría la denominación de Mare Nostrum
52.
En aquella ocasión había adoptado la identidad de un cubano, en realidad un español que había vivido en Cuba muchos años y había llegado de La Habana para unirse a la revolución anticapitalista en Barcelona
53.
Es el nombre que he adoptado para el mar que en tiempos de Mario y Sila se llamaba Mare Internum y que después adquiriría la denominación de Mare Nostrum
54.
Habiendo adoptado esta resolución, lo que me faltaba era buscar el mejor medio y el menos expuesto para subir a las misteriosas regiones superiores de la casa
55.
La noticia principal del New York Times se refería a la propuesta del presidente Bush de ofrecer una recompensa de cincuenta millones de dólares por la captura de Osama Bin Laden, algo que, en opinión de Leapman, era ni más ni menos que la habitual aproximación texana a la ley y el orden, actitud que el país había adoptado durante los últimos cien años
56.
Poco después, llegó el señor Blessington de su paseo, pero no le conté nada de lo sucedido, puesto que, para ser sincero, he adoptado la costumbre de mantener con él, dentro de lo posible un mínimo de comunicación
57.
Todos estaban decaídos cuando se reunieron en la habitación 217, pero estuvieron de acuerdo en que Stephen había adoptado la decisión más adecuada
58.
El rostro del joven Overton había adoptado la expresión incómoda de quien está más acostumbrado a usar los músculos que el ingenio; pero poco a poco, con numerosas repeticiones y pasajes oscuros que más vale omitir en este relato, fue exponiéndonos su extraña historia
59.
Para empezar, Andrews nunca habría aceptado la fianza en un caso de doble homicidio, por no hablar de la línea dura que habría adoptado contra el acusado durante la vista del juicio
60.
Elliot había adoptado la pose del director ejecutivo de la defensa
61.
Junto con este libro debes usar el de las “MEDITACIONES DIARIAS” (sobre Llamas) que hemos adoptado de la Organización titulada “El Puente a la Liberación”, que dirige el Ascendido Maestro El Morya, Director del Rayo Azul
62.
Iban por la tercera taza de café, y saltaba a la vista que, al menos en lo formal, Corso había sido adoptado
63.
En la transición de una clase espectral a la siguiente pueden detectarse diversas subclases, y se ha adoptado la costumbre de subdividir cada clase en diez subclases, numeradas del 0 al 9
64.
Cuando se mide el tiempo empleando años lunares se dice que se ha adoptado un "calendario lunar"
65.
–…que el compromiso adoptado es necesario en dos aspectos
66.
Las grandes órdenes monásticas de Cluny y del Císter, convertidas ya a comienzos del siglo XII en las principales de la cristiandad, habían adoptado la regla de san Benito, y eran por tanto sus normas las que regían en los monasterios más influyentes de la Europa cristiana
67.
Cada una tiene sus propias reglas para pronunciar el hebreo, y el moderno Estado de Israel ha adoptado la pronunciación sefardita, aunque los sefarditas sólo constituyan un pequeño porcentaje, tal vez la sexta parte, de la población total de judíos en el mundo
68.
Hasta entonces había cabido siempre la posibilidad de que un nuevo descubrimiento rompiera la secuencia y trastornara cualquier sistema de numeración adoptado
69.
Debido a un accidente de laboratorio que había hecho necesario el calentamiento del níquel durante largo tiempo, el metal había adoptado la forma de grandes cristales, una estructura ideal para los ensayos de difracción porque el espacio entre átomos en un cristal es comparable a las cortísimas longitudes de onda de los electrones
70.
Esto fue adoptado por otros muchos pueblos, incluyendo a los judíos y a los griegos
71.
Este sistema fue adoptado por los judíos y los griegos
72.
El tornado ahora ha adoptado una curiosa forma de W, como un pliegue en el embudo
73.
Había adoptado la dulzura y civilización de Grecia; una Grecia que no había estado nunca unida; que se había arruinado en la guerra y estaba languideciendo en un estado de decadente ruina
74.
Aunque también a él le intrigaba todo aquello, por el momento sentía más curiosidad por quienes habían criado a Ayla que por quienes la habían adoptado
75.
Las personas que habían adoptado a Ayla debían de poseer gran poder y prestigio -riqueza, de hecho-, y nadie mejor que Marthona para darse cuenta de ello
76.
Pero éste había adoptado por entonces una actitud distante, y ya no parecía amarla, mientras que Ranec no sólo la amaba sino que la necesitaba desesperadamente
77.
Y cuando desde allí volvieron a la ciudad, obtuvieron el perdón de la señora Ferrars con el sencillo expediente de pedírselo, camino adoptado a instancias de -Lucy
78.
—Si es ése el pomposo título que ha adoptado, sí, lord Durrock —dijo el dios de la Lucha, cuya voz se había endurecido
79.
Pero el capitán Lunt, al mando de esta compañía, había adoptado una estrategia diferente
80.
Estamos operando con pérdida y, sin embargo, han adoptado una actitud de intransigencia contra… un aumento en las tarifas
81.
—Tiene un escondrijo bien provisto en Tennessee —dijo Tinky Holloway, reflexivo—, como si también él hubiera adoptado una precaución similar y se estuviese preguntando si había llegado el momento de utilizarla
82.
Por su larga estancia en Italia, su madre había adoptado el gusto europeo, por lo que la decoración combinaba objetos de diseño actual y muebles antiguos españoles y franceses que se integraban a la perfección con las cortinas y los tonos tenues de las paredes
83.
Pareció ensombrecerse en un momento, y los amantes sintieron frío de repente en su precipitada desnudez Ella vio por encima del hombro de Eugene las formas que había adoptado el cielo: las criaturas vastas y monumentales que los estaban observando
84.
«Seguid andando si queréis seguir con vida», era el eslogan adoptado por el cuartel general de Bradley como instrucción para todo el mundo
85.
–¡Pues yo no le gusto! Deje de inventar cosas… Tendría que haberle preguntado si alguien lo espera en casa -añadió, convencida de que había adoptado un enfoque sutil
86.
En Nebadon se sospecha hoy que aquel Melquizedek era en realidad el Soberano de nuestro universo: Micael, que había adoptado la forma y la personalidad de uno de estos hijos de la creación
87.
Obviamente, dicha organización secreta -denominada Los Tres Círculos, y de la que le hablaré más adelante- ha adoptado toda suerte de precauciones
88.
El cuerpo de Matthew se agachó en la misma postura que había adoptado al acechar al ciervo en Sept—Tours, y el gruñido amenazador apareció otra vez
89.
Había adoptado el aire de superioridad intelectual y el gesto propio de los ungidos
90.
Muchas de las leyes y políticas de protección que se han adoptado sobre el papel no se han aplicado o no se hacen cumplir con eficacia
91.
Mientras escribía este capítulo descubrí que mis propios sentimientos oscilaban entre la desesperación ante la obnubiladota letanía de detalles deprimentes y la esperanza alimentada por las medidas de protección medioambiental drásticas e implantadas con rapidez que China ya ha adoptado
92.
Para enfrentarse al problema de las malas hierbas e impedir que las especies de plantas menos predilectas se adueñen del pastizal ha adoptado una práctica denominada “pastoreo de celdas”, según la cual no se permite a las ovejas comer solo las plantas predilectas y que después se desplacen a un prado contiguo, sino que, por el contrario, se las mantiene en un mismo prado hasta que se hayan visto obligadas a consumir tanto la vegetación predilecta como la no tan predilecta
93.
Algunas empresas madereras han adoptado prácticas sensatas y han tratado de convencer de ello a la opinión pública, pero han descubierto que sus afirmaciones sobre sí mismas carecían de credibilidad a los ojos del público
94.
K estaba satisfecho, el maestro había hablado mientras tanto con el alcalde o tal vez no había hablado, sino adoptado la previsible opinión del alcalde y ésta era favorable a K
95.
Y aun cuando Klamm le ha visto y Barnabás ha adoptado la posición de atención, no se ha decidido nada, pues Klamm puede volver a dirigir su mirada al libro y olvidarle, así ocurre frecuentemente
96.
Aún resonaba la voz por el corredor del señor que no había manera de tranquilizar y los colegas, que en otros aspectos no se comportaban precisamente con amabilidad entre ellos, parecían compartir la misma opinión en lo referente al ruido, era como si el señor hubiese adoptado la tarea de hacer ruido por todos aquellos que le animaban con gritos y gestos con la cabeza para que siguiera con el escándalo
97.
Sin embargo, pronto Jock se dedicó a vigilar los matorrales y cuando Bill se acercaba a él le lamía las orejas y la cara como si hubiera adoptado el papel de madre
98.
Si hacia los seis años de edad ya han adoptado la visión que la madre tiene del padre, hacia los veinte adoptan la visión crítica que la sociedad tiene de los padres, lo que equivale a un abandono
99.
Aquí se ha adoptado como terminus technicus castellano para traducir Untergehen el de «hundirse en su ocaso», que parece conservar los tres sentidos
1.
seguridad que adoptamos son draconianas, ningún soldado, por ejemplo, tiene autorización
2.
En otras esferas de nuestra vida, como en el caso de los incendios, adoptamos una actitud de sentido común con respecto a las falsas alarmas
3.
¿Y luego qué? ¿Durante cuánto tiempo lo mantenemos en ella? Legalmente no nos asiste ningún derecho a hacerlo, al menos de acuerdo con la constitución que adoptamos durante nuestra sesión de anoche; porque, según ese documento, un hombre es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad ante un tribunal
4.
Pero cuando Descartes dio comienzo a su proyecto, todos adoptamos el hábito de situar cosas en un espacio que podía describirse por medio de números
5.
Su expresión triunfante, ¿era la que adoptamos para disimular cierto embarazo al confesar una cosa que sabemos que no hubiéramos debido hacer, traducía una inconsciencia una estupidez que erigía en virtud un defecto que yo no le conocía, un acceso de mal humor pasajero contra mí, que 1o impulsaba a abandonarme, o el acuse de un acceso de mal humor pasajero respecto a Bloch, al que había querido decir algo desagradable, aun comprometiéndome? Por otra parte, su rostro estaba estigmatizado, mientras me decía estas palabras vulgares, por una horrible sinuosidad que no le he visto más que una o dos veces en la vida, y que, siguiendo primero aproximadamente el centro de la cara, una vez que había llegado a los labios los torcía, les daba una horrorosa expresión de bajeza, casi de bestialidad puramente pasajera y sin duda ancestral
6.
Sobre un punto de detalle, el origen de las tres o cuatro bellas estatuas grecorromanas o helenísticas encontradas en Itálica, patria de Adriano, adoptamos la opinión que señala que estas obras, de las cuales una al menos parece salida de un taller alejandrino, provienen de mármoles griegos que datan del fin del primer siglo o del comienzo del segundo, y que sería una ofrenda del emperador mismo a su ciudad natal
1.
Las resoluciones que se adoptan en lo referente a la
2.
- Los nuevos mensajes no se adoptan a través de la inteligencia racional, sino por la sensación de que los valores tradicionales se transformaron en la excepción
3.
nombres se pronuncian sin cesar, y cuyasopiniones y lenguaje se adoptan sin discernimiento?La
4.
esalanguidez elegante que adoptan en las peluquerías aquellos a
5.
(Los romanos adoptan posturas altivas
6.
Adoptan las mismas actitudes y cometen los mismos errores vivan en el tiempo que vivan y hablen el idioma que hablen
7.
Alza un cuenco de kheer y sus pensamientos, que revolotean como gorriones polvorientos en un callejón oscuro, adoptan de pronto un tono azul de martín pescador
8.
Sus ojos adoptan la expresión de «no te metas conmigo, estoy en un trance profundo»
9.
Los latidos de sus corazones se ralentizan, su respiración se detiene y adoptan el color del barro
10.
¿Por qué no adoptan este modelo en Scotland Yard? -prosiguió mientras sacaba de un cajón unas esposas de acero-
11.
La mayoría de los policías tienen ese punto de vista y puedo convivir con ello, pero me molesta cuando compañeros letrados adoptan esa posición
12.
Cuando se distiende un cabello, sus moléculas de queratina, al igual que las de fibroína, adoptan esta configuración
13.
Todos parecían expresar, con relación a Attaroa, la actitud de deferencia que las mujeres del Clan adoptan cuando se sentaban en silencio frente a un hombre, esperando el golpecito en el hombro que les concedía el derecho de expresar sus pensamientos
14.
—No te preocupes; los derechos de propiedad han sido debidamente protegidos; tan sólo adoptan una forma distinta
15.
Si no se llega al concordato, los acreedores nombran síndicos definitivos, adoptan medidas exorbitantes, se asocian para explotar los bienes y el comercio de su deudor, agarrando todo lo que pueden: la herencia de su padre, de su madre, de su tía, etcétera
16.
– Puso boca de piñón y exclamó-: ¡Algunas mujeres adoptan una expresión extraña cuando hablan de usted!
17.
Contra este trasfondo se toman decisiones y se adoptan planes
18.
Cuando Lavinia entró la miraron con la expresión de indiferencia que adoptan ciertas mujeres ante especímenes del mismo género que consideran subordinados
19.
Cuando los inmigrantes extranjeros colonizan una nueva tierra, la forma de vida que adoptan lleva incorporada normalmente rasgos de la forma de vida que habían desplegado en su tierra de origen; se trata de un “capital cultural” de conocimiento, creencias, métodos de subsistencia y organización social acumulado en su tierra natal
20.
(Eso recuerda el comentario de Henry Thoreau en su libro Walden acerca de las personas que sumisamente adoptan la última moda de los diseñadores de una tierra remota: “El jefe de los monos de París se pone una gorra de paseo y todos los monos de América lo imitan”
21.
La mayor parte de sus leyes adoptan la forma de oraciones, sean Credos, mandamientos o promesas, y algunas de ellas han hecho voto de virginidad, bien sea hasta lograr un peso determinado o perpetuo
22.
Si hacia los seis años de edad ya han adoptado la visión que la madre tiene del padre, hacia los veinte adoptan la visión crítica que la sociedad tiene de los padres, lo que equivale a un abandono
23.
{557} Véase antes, La canción de la melancolía, 1, donde los ani males de Zaratustra adoptan la misma actitud que aquí
24.
– Sacudió la cabeza con esa expresión que adoptan los viejos cuando se ponen a pensar en la inconsciencia de los jóvenes
25.
Entró exhibiendo esa expresión distante que los médicos adoptan como si fuera parte de su indumentaria
26.
Los cadáveres cambian de forma en el agua, se hinchan y adoptan un aspecto distinto
27.
O podría ser debilidad: después de una edad determinada, cuando los años que quedan adoptan por primera vez su aspecto finito y empiezas a sentir el primer escalofrío, miras a un moribundo con un interés más atento, más fraternal
28.
Para expresar plenamente sus sentimientos, las mujeres adoptan la licencia poética y usan varios
29.
En el transcurso de los acontecimientos en estas islas, las dos clases se separan más; los jefes diariamente adoptan estilos de vida más lujosos y extravagantes y la gente común está cada vez más desprovista de sus necesidades y las cosas decentes de, la vida
30.
Adoptan formas reales o imaginarias, me cautiva su intacta juventud o indistintamente me abruma su intrincada sabiduría
31.
La historia de las batallas muestra que los jefes militares no han introducido variantes significativas en las operaciones relacionadas con la ruptura de la defensa, el acoso, el cerco, la liquidación del enemigo: adoptan y ponen en práctica los principios que ya conocían los hombres de Neardenthal, aplicados, al fin y al cabo, por los lobos que cercan a las tropas y por las tropas que intentan defenderse de los lobos
32.
Tenían un modo de andar muy particular, el que adoptan los seres humanos y los animales que han perdido la libertad
33.
Sacerdote descubrió que los padres que adoptan niños son típicamente más inteligentes, han recibido una mejor educación y ganan mejores sueldos que los padres biológicos del bebé
34.
Los tribunales sólo adoptan una extravagante actividad cuando hay de por medio una cuestión monetaria: dos tutores codiciosos, una huérfana robada, una tercera camarilla, aún más codiciosa
35.
Al ver al Dentista, Eb y John adoptan las expresiones faciales de actores de serie B cuyos personajes acabasen de recibir sendas balas en medio de la frente
36.
Él y Enoch Root adoptan el hábito de conversar durante y después de sus comidas
37.
Arguyen que la magia es malvada, y sin embargo la adoptan
38.
Albergaban una expresión similar a la que adoptan los niños cuando se comete la falta de tacto de contarles un cuento en cuya narración se incluyen consideraciones generales sobre la moraleja de la historia, una expresión en la que se mezclaban el apuro y la impaciencia, la devota atención y el tedio
39.
Tanto si adoptan la función de «generador empresarial» como si no, los «Laboratorios Bell» seguirán cambiando a medida que las fronteras del conocimiento científico y técnico se ensanchen en direcciones hoy inverosímiles
40.
Sus ojos adoptan de pronto la dimensión de sus gafas
41.
Cosas que adoptan la forma y el cuerpo de un hombre, pero su alma desaparece
42.
Un buen día empezó a descubrir que Roberto era tonto y ridículo, sencillamente porque así se lo habían dicho algunos amigos de los que ella tenía entre los autores y actores de teatro; y repetía lo que le dijeron con la pasión y la falta de reserva que se muestran siempre que se escuchan y se adoptan opiniones y costumbres que provienen de otras personas, y que uno ignoraba por completo
43.
Esto choca en aquellos que son pobres y que han venido de provincias, faltos de relaciones, sin nada más que la ambición de ser algún día médicos o abogados célebres, dotados de un espíritu vacío aún de opiniones, de un cuerpo desasistido de modales y que cuentan adornar rápidamente, como pudieran comprar unos muebles para su cuartito del barrio Latino, con arreglo a lo que observasen y calcasen de aquellos que han “llegado” “ya en la profesión útil y seria, en que desean encajar y llegar a ser ilustres; en éstos, su gusto especial, heredado a pesar suyo como la disposición para el dibujo, para la música, para la ceguera, es quitar la única originalidad viva, despótica, y que algunas noches les obliga a dejar de ir a tal o cual reunión provechosa para su carrera, con gentes cuyas maneras de hablar, de pensar, de vestirse, de peinarse, adoptan, por lo demás
44.
Así sucede con las vidas que adoptan la “hora de Europa Central” o los calendarios orientales
45.
Le encontraban «avant-guerre», pasado de moda, pues los más incapaces de juzgar los méritos son los mismos que más adoptan, para clasificarlos, las órdenes de la moda; no han agotado, ni siquiera rozado, a los hombres de mérito que había en una generación, y ahora tienen que condenarlos en bloque, pues se impone la etiqueta de una generación nueva, a la que tampoco entenderán
46.
Dirección que adoptan las formaciones o los accidentes geológicos
47.
¿Los vampiros adoptan?
48.
Aire más rápido que el paso y más cómodo que el trote, que adoptan, con frecuencia, los asnos, y, raras veces, las demás caballerías
49.
Los atributos psicológicos parecerían sólo ser aplicables a aquellos organismos que adoptan una estrategia abierta y aprenden qué conductas realizar
50.
Asumamos que la población consiste en individuos que adoptan una de las dos estrategias
51.
¿Por qué los genes se agrupan en células? ¿Por qué las células se agrupan en los cuerpos pluricelulares? ¿Y por qué los cuerpos adoptan lo que llamaré un ciclo vital de «embotellado»?
52.
Al contrario que las hembras que los contemplan, en cierto sentido los machos «conocen» su propia calidad; y adoptan una «estrategia» para anunciarse, una regla para anunciarse condicionalmente a la vista de su calidad
53.
Machos diferentes adoptan reglas diferentes
54.
La consecuencia es que la educación del Estado, en los países que adoptan este principio, produce, en la medida en que consigue su objetivo, una manada de fanáticos ignorantes, atentos a la voz de mando para emprender la guerra o la persecución que pueda ser solicitada de ellos
55.
En Alemania, cada nueva generación se rebela durante la adolescencia contra los autoritarios padres, y se consideran vencidos cuando al llegar a la edad adulta adoptan finalmente una vida gris y aburrida, que identifican con la de sus padres
56.
Todos parecían expresar, con relación a Attaroa, la actitud de deferencia que las mujeres del clan adoptan cuando se sentaban en silencio frente a un hombre, esperando el golpecito en el hombro que les concedía el derecho de expresar sus pensamientos
57.
–¿Me quieren? ¿Me adoptan? –preguntó Ayla
58.
Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga
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Entonces adoptan la apariencia de hermosas criaturas, los inspiran y luego escarban entre sus creaciones para encontrar aquellas líneas que pueden producir efectos y que se denominan «versos de poder»
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Y cuantos más cuidados se adoptan en ese sentido, más brujas se descubren por estos medios
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Cosas que adoptan la forma y el cuerpo de un hombre, pero su alma desaparece…, se la devoran…
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Era bajo y se movía con el agresivo contoneo que adoptan muchos hombres de su talla
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Moraleja: en un juego de información incompleta los mejores resultados se consiguen cuando todos los jugadores adoptan una estrategia cooperativa
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Algunas personas adoptan un tono solemne para anunciar las noticias importantes, pero Keira lo que hace es inclinar la cabeza hacia un lado
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en la carretera nacional y, finalmente, una tercera en la vía férrea, adoptando las debidas
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muy cuidadosos con del medio ambiente, y han ido progresivamente adoptando
3.
Un día, enla misa, el gobernadorcillo de los naturales que se sentaba en el bancoderecho y era estremadamente flaco, tuvo la ocurrencia de poner unapierna sobre otra, adoptando una posicion nonchalant paraaparentar más muslos y lucir sus hermosas botinas; el del gremiode mestizos que se sentaba en el banco opuesto, como teníajuanetes y no podía cruzar las piernas por ser muy grueso ypanzudo, adoptó la postura de separar mucho las piernas parasacar su abdómen encerrado en un chaleco sin pliegues, adornadocon una hermosa cadena de oro y brillantes
4.
legislación, adoptando individualmente antes de legalizar su unión, o bien
5.
adoptando la elevada idea de Felipe II, que la nación españolaes el conjunto de todos
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nunca á amalgamarse, adoptando lasmismas leyes, sometiéndose al mismo gobierno,
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el valor de lo queposee, adoptando una medida común, que es el dinero
8.
Adoptando, por lo pronto, la comparación, empecemos por el Paraísoperdido
9.
Y muy despacio y adoptando toda suerte de precauciones
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Gil que cuidara de aumentar la artillería, adoptando los adelantos que yo quiero introducir
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llegada de su mujer, pero que losmaldicientes, adoptando el
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adoptando una navegación másintuitiva en la página de entrada, proponiendo combinaciones de
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ª Rafaela lo advirtió bien, y adoptando un
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de la vida, nos anuncia el imperio del amor en el mundo,siguiendo y adoptando
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alamanecer, el sueño los fué rindiendo a todos y se quedaron transpuestosen su asiento adoptando
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El habló adoptando el aire de un hombre experto en negocios
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adoptando el mismogesto de viejo alegre con que hablaba a
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susceptibles,mandando se les dé toda la amplitud y estension que deben teneren beneficio de la riqueza del pais y aumento de las utilidades para eltesoro público, adoptando para todo las
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aquella emoción y seesforzó en calmarla adoptando cada vez un
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En los años 80, la informática permite a los bibliotecarios sustituirlos catálogos de fichas de cartulina por catálogos consultables enpantalla, adoptando clasificaciones alfabéticas o sistemáticasautomatizadas
21.
–Pero ¿cómo vas a entrar en la prisión? – preguntó Tres Ojos Penetrantes adoptando una actitud comprensiva-
22.
Tuppence tomó un sorbo del fuerte té con lo que la cena estaba siendo «respaldada», adoptando la decisión de aclarar lo referente a la señora Charrington antes de irse a descansar
23.
—Un cuento de policías y ladrones —dijo la señora Lancaster adoptando un aire indulgente —
24.
-En eso no debe haber exageración -dijo Pluma, adoptando como siempre el justo medio
25.
–Cógelo -le dijo Pyanfar a Hilfy, adoptando la manera altiva que los stsho entendían tan bien
26.
—Sí, señora —repuso Albert, adoptando el aire de un eficiente mayordomo
27.
El andamanés se mantenía con un arpón en la diestra, adoptando una actitud defensiva
28.
En su magistral análisis del fenómeno totalitario, Hannah Arendt no estaba adoptando una actitud meramente tribal cuando concedió un lugar especial al antisemitismo
29.
Pertenecen a las trepadoras, y sus hojas se redondean por si mismas, adoptando la forma de un vaso, que tiene una especie de tapadera, la cual se baja por la noche y se abre por el día
30.
«¿Cómo sabe lo de Murtagh?» Adoptando el mayor desdén posible en la voz, se mofó:
31.
El portugués enarcó las cejas, adoptando una expresión interrogante
32.
Esta tarde iré a estudiar el terreno de cerca —dijo Mimì, adoptando una decisión
33.
Fatty, adoptando una expresión apesadumbrada, llevó su bicicleta hasta el garaje Holland y la hizo entrar por la gran puerta
34.
El señor Goon sabía que no había medio de detener a la señora Murray cuando empezaba a hablar, y temía lo que pudiera decir en presencia de Ern, de manera que, adoptando una expresión digna, exclamó:
35.
No tenían dinero para calefacción y Linderstadt había acabado adoptando una actitud estoica hacia los elementos
36.
–Basta, querida, de lo contrario se vendrá -observó Bella, adoptando un aire de persona experimentada, al que creía tener derecho, según ella, en virtud de sus anteriores relaciones con el monstruo
37.
El reverendo, cuya infinita bondad estaba a prueba de todos los disgustos que la dispepsia del señor Phippen pudiera infligirle, satisfizo todas y cada una de estas peticiones y prosiguió con su historia, adoptando inconscientemente el tono y la actitud propios del padre que, de buen humor, hace lo que puede para ablandar el temperamento de un hijo impertinente
38.
–Hola, Jason -dijo adoptando de nuevo el tono de indiferencia en su voz-
39.
Charles examinó al superintendente que se había cruzado de brazos, adoptando una postura rígida, a la defensiva, en contraste con la cordialidad inicial
40.
El mago expulsó el aire de sus pulmones, adoptando una mueca cómica
41.
O, adoptando un enfoque positivo, con frecuencia se puede hacer que una excepción encaje en un sistema general, siempre que se proceda a ensanchar el sistema general
42.
En la Tierra, la vida se ha desarrollado en muchas direcciones, adecuándose a una tremenda variedad de ambientes, y adoptando formas que apenas hubiera podido inventar la más desatada de las imaginaciones
43.
—En el campamento Terror están los botes pequeños —dijo Sinclair, acercándose más y adoptando un aire agresivo—
44.
Siempre fueron los atributos animales, no los humanos, los que la humanidad adoró; el ídolo del instinto y el ídolo de la fuerza; los místicos y los reyes; los místicos que anhelaban una conciencia irresponsable y gobernaron proclamando que sus obscuras emociones eran superiores a la razón, que el conocimiento brota en ciegos impulsos, sin causa, que han de ser seguidos también ciegamente, sin dudar de ellos; y los reyes, que gobernaron por medio de sus garras y sus músculos, adoptando la conquista como método y el saqueo como propósito, con una estaca, un arco o un fusil como única sanción de su poder
45.
Las ciencias del espacio y del tiempo (adoptando aquí un concepto de Álgebra que yo me he aventurado a proponer en otro lugar) se entretejen íntimamente y se relacionan indisolublemente entre sí
46.
Adoptando la visión más amplia posible del superespacio, da la sensación de que toda situación a que se pueda llegar siguiendo cualquier trayectoria por retorcida que sea, ocurrirá a la postre en alguno de esos otros mundos
47.
Las luces del comedor brillaban al máximo y los tres se hallaban en el umbral, recortándose casi como en un escenario, inmóviles y adoptando una postura
48.
La gente está reduciendo las grandes comidas formales y adoptando el "pastoreo", lo que significa que come, en la práctica, sin dejar de trabajar
49.
Se insertó un Kleenex en el orificio y se lo dejó colgando, adoptando una expresión de paciencia hastiada
50.
–¡Firmes! – y todos se envararon, adoptando la posición militar
51.
Pero ahora sucumbía a la influencia de la ciudad, adoptando un tono opaco y polvoriento
52.
Adoptando toda clase de precauciones me adentré también en el Templo
53.
Los matatoa justificaron su golpe militar adoptando un culto religioso basado en el dios creador Makemake, que anteriormente había sido tan solo uno más del panteón de dioses de Pascua
54.
Los gobiernos también tienen por costumbre actuar adoptando un enfoque a corto plazo: se sienten abrumados por los desastres inminentes y únicamente prestan atención a los problemas que están a punto de estallar
55.
Adoptando como referencia la ola de cuarenta metros que los constructores de plataformas esperaban una vez cada cien años, se construía la plataforma con las condiciones necesarias para que pudiera soportar esa ola
56.
Se subió las mangas de la camisa, cogió unos lápices K observó cómo bajo la punta temblorosa del lápiz iba surgiendo alrededor de la cabeza del juez una sombra rojiza que, adoptando una forma estrellada, llegaba hasta los bordes del cuadro
57.
La jueza Kassel les dio la bienvenida, adoptando un tono más amistoso para que el jurado se sintiera a gusto
58.
Al principio, esta descripción podría hacer pensar que adoptando pautas vibratorias cada vez más moderadas —pautas con amplitudes cada vez menores y menos picos y senos— una cuerda puede tener cada vez menos energía
59.
Hay que aprovecharse del momento, se dijo Dan para sí, adoptando un aire de ofendido
60.
Fueron adoptando forma definida, adaptándose adecuadamente a los diversos incidentes de su vida anterior con los que estuvieron íntimamente relacionados
61.
–Imposible; aquí sólo pueden entrar los iniciados o los muertos -contestaba el africano adoptando un aire petulante
62.
Ensayaban movimientos inverosímiles, adoptando posturas inauditas y haciendo gala de una flexibilidad que sólo ellas parecían poder tener
63.
—Supongo que habrás leído algo acerca de la postura que están adoptando algunas organizaciones no gubernamentales, en relación con la reunión de Asia
64.
Instintivamente se encogió, adoptando una posición fetal
65.
En cambio, se calmó notablemente, conteniendo la respiración y adoptando una expresión neutra en la cara
66.
Y sin esperar la respuesta, se encaramó ágilmente a un tritón de piedra, adoptando la misma pose que Marlene Dietrich en la película El ángel azul, que se había estrenado aquel invierno en Barcelona, con ambos brazos ciñendo su pierna derecha flexionada
67.
Zane rotó hasta quedar derecho, adoptando una pose de caballero
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Poco a poco el rostro de Balthus fue adoptando una expresión de horror cuando entendió la verdad
69.
Lentamente don Calogero comprendía que una comida en común no debe necesariamente ser un huracán de ruidos de masticaciones y de manchas de grasa; que una conversación puede muy bien no parecerse a una pelea de perros; que dar la precedencia a una mujer es señal de fuerza y no, como había creído, de debilidad; que de un interlocutor puede lograrse más si se le dice: «no me he explicado bien», en lugar de «no ha entendido usted un cuerno», y que adoptando semejantes astucias, alimentos y argumentos, mujeres e interlocutores redundan en beneficio de quien los ha tratado bien
70.
Los monstruos habían ido adoptando rostros distintos a lo largo de los años, y se habían escondido en rincones de habitaciones muy lejanas a la suya, pero aquel ruido que procedía del dormitorio de sus padres era la prueba de que el mundo seguía adelante
71.
—Le acercó la taza y se sentó encima de sus piernas, adoptando una mirada sugerente
72.
Consciente de que está adoptando una posición, de que se está pertrechando para la lucha, él dice:
73.
Hazen se inclinó hacia la mesa y bajó la voz, adoptando un tono confidencial
74.
–Sí, lo recuerdo, patrullero -dijo Sorrel, adoptando el mismo tono, y acodándose también en las tablas
75.
El enfermero enderezó la espalda adoptando el gesto inconsciente de alguien que debe transmitir una mala noticia
76.
Tras él, Eva Wilt, adoptando su nuevo papel de difunta con todo el entusiasmo que había derrochado anteriormente en los trampolines, el judo y la cerámica, exigía saber dónde estaba el aguijón de la muerte y dónde, tumba, tu victoria
77.
Se quedaba solo en la cabaña que tenía en los límites de Pelek, lejos del mar, al que rehuía, y se sentaba entre sus guijarros Y sus encantamientos, sus trozos de hueso y sus preciosos marfiles, sus ramitas de álamo que por casualidad habían crecido adoptando formas premonitorias; allí tramaba sus hechizos
78.
La Wbisper poseía rapidez y maniobrabilidad, y estas cualidades encontraban su mejor aplicación en la táctica de atacar y huir; estaba perfeccionando en el mar la misma estrategia que los generales americanos iban adoptando en tierra: el ataque súbito, la rápida retirada, la espera, el cauteloso avance
79.
Belov se cuadró, adoptando una posición impecable, y dijo:
80.
Los socialistas y los republicanos de izquierda debían restablecer su alianza en las nuevas elecciones, adoptando un programa conjunto dentro de los límites del constitucionalismo, y preparar un número considerable de candidaturas de republicanos de izquierda, de tal manera que éstos contaran con una fuerte base parlamentaria para un nuevo gobierno que, dada la posición caballerista, estaría compuesto, de modo exclusivo, por republicanos de izquierda [18]
81.
El ministro de Industria anunció que tenía una responsabilidad «educativa» para modificar los términos de las relaciones entre empleados y empleadores, así que no resultó sorprendente que el 14 de mayo el Bloque Patronal exigiera saber si el gobierno estaba adoptando la posición de abolir el empleo capitalista [12]
82.
Los cuatro guardias yacían en el suelo de la mazmorra, adoptando varias posturas raras
83.
La expresión de Alex era terrible cuando Johnny «el Oso» se situó en mitad de la habitación, adoptando la actitud de quien escucha junto a una ventana
84.
En aquellos parajes, el viento sopla con fuerza y todos los árboles se doblan adoptando formas irreales
85.
Cayeron abiertos sobre el empedrado y escupieron sus grabados ilustrativos: retratos de grandes hombres, representaciones del asedio a Viena, diagramas de dispositivos mineros, un mapa de una ciudad italiana, una disección del intestino grueso, vastas tablas de números, ejercicios de mosquete, demostraciones geométricas, esqueletos humanos adoptando poses indiferentes, las constelaciones del Zodiaco, aparejos de barquentinas foráneas, diseños para hornos alquímicos, hotentotes furiosos con huesos en la nariz, treinta estilos de ventanas barrocas
86.
El tema de las entrevistas pudo ser deducido por Vuestro Seguro Servidor al reconocer la palabra ocasional en inglés y adoptando una aproximación básicamente intuitiva al reconocimiento de estructuras que no se presta aquí a la explicación racional
87.
altos, caras y cuerpos con colores brillantes como los de un papagayo, adoptando la postura de una
88.
La muchacha estaba sentada, con las manos dormidas y los ojos despiertos, mientras un destapador de cañerías, llamado Curación, ocupaba el alma y la médula del hombre, adoptando la postura de su cuerpo, descansando y creciendo y creciendo un poco, y descansando otra vez y creciendo
89.
Para alguien que se suponía que era un buen amigo, Charlie estaba adoptando una actitud muy hostil
90.
Habló de nuevo, adoptando un tono calmado
91.
No saben protegerse contra su mala conciencia más que adoptando el aire de ser ejecutores de órdenes más antiguas o más elevadas (de los antepasados, de la Constitución, del derecho, de las leyes o hasta de Dios), o incluso tomando en préstamo máximas gregarias al modo de pensar gregario, presentándose, por ejemplo, como los «primeros servidores de su pueblo» o como «instrumentos del bien común»
92.
—El liquen crece en las rocas adoptando toda clase de formas
93.
Aún teniendo experiencia con los fenómenos causados por la Puerta le hacía falta un esfuerzo intelectual muy fuerte y sutil para pensar en términos distintos a los de la simple duración, adoptando un punto de vista eterno
94.
Luego volvió a levantarse mientras los soldados heridos trepaban unos encima de otros para escapar porque ahora el suelo estaba adoptando forma humana y subía en medio de toda la agitación
95.
Tal vez estaba realmente enfermo, porque las caras empezaban a tomar formas grotescas a su alrededor, adoptando las expresiones desaforadas y grandilocuentes de la cerámica
96.
Se cruzó de brazos y desvió la mirada adoptando una expresión de profunda indiferencia
97.
Se incorporó al instante sobre un codo, adoptando un tono de seria preocupación
98.
Aunque, físicamente (el urbanismo, los precios inmobiliarios y la policía velan por ello), Maximilien se vea confinado en los márgenes de las grandes ciudades, su imagen en cambio se difunde hasta el más acomodado hogar de la ciudad, y el bufón ve con horror a sus propios hijos vistiéndose como Maximilien, adoptando la jerga de Maximilien e incluso, en el colmo del espanto, ¡adecuar su voz a los sonidos emitidos por la voz de Maximilien! De ahí a proclamar a gritos la muerte de la lengua francesa y predecir el fin próximo de la civilización hay solo un paso, que se da muy pronto, con un miedo tanto más delicioso cuanto, en el fondo, sabernos que se está sacrificando a Maximilien
1.
Hice bien en adoptar esa actitud conciliadora pues así nos tocó en
2.
cuerpo que se ha de comer la tierra y decidiera adoptar la vía rápida como única solución
3.
a la hora de definir las leyes que se van a adoptar en este
4.
libre de obstáculos (algún gobierno podría no adoptar las
5.
Las consecuencias de adoptar este modelo mercadotécnico del electorado, se revierten sobre el proceso de gobierno
6.
D) EL NEGARSE A ADOPTAR UNA POSICIÓN FRENTE A DETERMINADO
7.
De León de Gracia, Alberto (2010 13 julio) ¿Pueden adoptar los homosexuales? Extraído el 15
8.
Pero si hubiera acuerdo en que dadas las diferencias de cada régimen, adoptar adaptando es importante, se podría también promover intencionalmente esas capacidades
9.
Yo entiendo, pues, que la mejor reforma que pudieran adoptar losjesuítas sería la de
10.
adoptar para con un cliente suyo; pero él, lejosde caer en la red
11.
moral nadie modeló, un diablejo enhuelga, dispuesto a adoptar
12.
adoptar las institucionesrepublicanas de los americanos, con las cuales es posible que
13.
Ésta era la solución que se solía adoptar alconstituirse las primeras bibliotecas digitales, o bien cuando losdocumentos originales carecían de claridad, por ejemplo en el caso delos libros antiguos
14.
cuestión del marco más apropiado que sehabrá de adoptar para garantizar la protección de los derechos depropiedad intelectual en el marco de las bibliotecas digitales
15.
llegar, comoquien acaba de adoptar una resolución, entró en una
16.
pensará el extranjeroque ha de decidirse por uno de los extremos,ó adoptar un justo medio á
17.
imaginaciones lellevaron a adoptar una resolución; la de
18.
Juan, después de adoptar una violenta resolución,subió a
19.
que más admiraba y á adoptar en la forma estrecha ydeficiente que podía los usos de
20.
proverbio una de las cosas que másme retraerían de adoptar la existencia de muchos
21.
tiranizados, una vez que sacuden elyugo, es adoptar el Gobierno más libre, como un chico
22.
sobre las cosas: ningun sensualista debe tenerinconveniente en adoptar por entero la Crítica de la
23.
gentlemanpareció de repente adoptar una resolución, y
24.
—Usted quería adoptar un hijo, tía Liette; adopte dos
25.
adoptar el de la Europa mediterránea, realizando laconcepción
26.
Salían del atriopara adoptar fieras
27.
¿Qué arbitrio adoptar ya? Julián presentía los inmensos inconvenientesde su intervención
28.
En Manfredo, lord Byron parece adoptar al principio bajo nombres persas, la creencia de los maniqueos
29.
Después de vivo altercado se convino en adoptar un
30.
las horas delalimento, de las precauciones que adoptar importaba
31.
Mucho aplaudiria yo á los gobiernos que despues de adoptar las medidas necesarias que la
32.
adoptar las opiniones del redactor del
33.
– ¿Han cogido a los autores del robo? – preguntó Kit con una actitud tan despreocupada como le fue posible adoptar, a pesar de que el corazón le latía desbocado
34.
¿Qué explicación permite comprender que se optara por la destrucción de los judíos de Europa como meta válida, aun a riesgo de perder la guerra y precipitar el fin del Estado alemán? ¿Qué fuerza del mal era tan potente como para empujar a un pueblo a adoptar el proyecto de destruir a otro pueblo a riesgo de provocar la derrota y devastación de su propio país?
35.
De todas maneras, cuidó de adoptar un aire cordial, menos socarrón y ofensivo
36.
Tienen menos capacidad para adaptarse a nuevos climas, adoptar nuevos cultivos, construir diques y tolerar sequías e inundaciones
37.
Estados Unidos es la única gran nación industrializada que no ha adoptado medidas significativas para contrarrestar el efecto invernadero; mientras otros países actúan, el gobierno estadounidense designa comisiones y apremia a las industrias afectadas a adoptar disposiciones voluntarias en contra de sus propios intereses a corto plazo
38.
—Puedo adoptar varias resoluciones —dijo silabeando despacio—
39.
Decido adoptar la apariencia de Yves Montand y cantar con mucha expresividad
40.
Cuando saliera de la droga, no tendría más que tomar el papel pautado y en algunas horas nacería de mi pluma, sin dolor ni vacilaciones, un Concierto que entonces proyectaba, con molesta incertidumbre acerca del tipo de escritura por adoptar
41.
En realidad, Hattie sólo tenía que adoptar de nuevo su propia personalidad de italiana
42.
Su vocación era sin embargo mucho más fuerte que su insolvencia y, pese a la promesa que le había hecho al Rey, ese período sin política fue breve y su alejamiento del poder relativo; después de todo aún mantenía cierto control de UCD a través de algunos de sus hombres, lo que no impidió que el partido continuara desquiciándose ni que él asistiera al desquiciamiento con un disgusto mezclado de rabia vindicativa: contra lo que tantos correligionarios venían predicando desde tiempo atrás, aquello probaba que su liderazgo no había sido la causa de todos los males de UCD; con su sucesor, en cambio, el disgusto carecía de mezcla: tan pronto como llegó a la presidencia del gobierno Calvo Sotelo empezó a adoptar medidas que corregían de raíz la política de Suárez y que éste interpretó como un giro intolerable a la derecha
43.
El triunfador tuvo que levantarse, buscar el instrumento del suplicio y, envuelto en el fresco olor de agua de colonia que rodeaba al señor Bernard, adoptar la posición ignominiosa del supliciado
44.
Un golpe a la puerta lo interrumpió y su cara volvió a adoptar una expresión amable
45.
Pero antes de señalar los últimos acontecimientos querría justificar su intervención y hacer comprender por qué ha tenido empeño en adoptar el tono de un testigo objetivo
46.
Le dijo que debía ser fuerte, y que como joven estudiante que era y «recién unida a la revolución», necesitaba «atravesar los cinco desfiladeros», lo que significaba adoptar una actitud completamente distinta frente a la familia, la profesión, el amor, el estilo de vida y las labores manuales a través de la aceptación de las dificultades y los traumas
47.
Gacel permaneció muy quieto en el centro del zoco, desconcertado y sin saber qué actitud adoptar, hasta que uno de los pasajeros que se alejaba en dirección opuesta con una maleta al hombro, otra en la mano y un rollo de alfombras bajo el brazo, le dio una idea
48.
—¿Cómo? —dijo el mayor, procurando adoptar un aire majestuoso
49.
Nunca hice el menor esfuerzo por adoptar el papel de Jack mientras Kathy hacía de Jackie
50.
—¿Sabía usted que el señor Jefferson tenia la intención de adoptar legalmente a Rubi Keene?
51.
—¿Qué dijeron ustedes cuando Conway les anunció que tenía la intención de adoptar a la muchacha?
52.
Masters fue enviado lejos; se despachó un telegrama para Jack, siendo elegida la ruta de Buenos Aires para dar verosimilitud a la historia que Renauld había decidido adoptar
53.
, en resumen, adoptar una actitud de protesta
54.
¿Vas a adoptar tú, Tommy, el mismo proceder?
55.
–Si el capitán tiene intención de sorprender a los thugs en su cubil, deberá adoptar las mayores precauciones para que no le descubran y se dé la alarma
56.
¿Quién puede contabilizar el número de vidas que se han hecho miserables de esta manera, especialmente desde que los médicos cristianos comenzaron a adoptar el antiguo folklore judío en sus hospitales? ¿Y quién puede soportar leer los libros de texto y las historias médicas que, sin inmutarse, registran el número de bebés varones que morían por infección, tras su octavo día, o que sufrían severas e insoportables disfunciones y desfiguramientos? El registro de sífilis y otras infecciones, provenientes de los podridos dientes rabínicos o de otras indiscreciones rabínicas
57.
Esos debates solían adoptar formas desagradables: no abandonaba el escritorio normalmente para departir con algún viejo jesuíta habilidoso en Georgetown, sino que más bien me apresuraba a mostrar solidaridad ante la embajada de Dinamarca, un pequeño país democrático del norte de Europa cuyas otras embajadas estaban ardiendo por la aparición de unas cuantas caricaturas en un periódico de Copenhague
58.
En mi cabeza, este contraste de acontecimientos empezó a adoptar las características de una carrera: un diminuto paso adelante del conocimiento y la razón; un inmenso bandazo de las fuerzas de la barbarie; la gente que sabe que tiene razón y que desea instaurar, como expresó en una ocasión Robert Lowell en otro contexto, «un reino de piedad y hierro»
59.
Se trataba de adoptar una resolución acerca de lo que debía hacerse, pues faltaban los víveres y el país estaba desierto
60.
Pero, ¿podré adoptar las maneras femeninas? ¿No se verá el engaño?
61.
El león avanzaba, abriéndose paso a través de los matorrales; consciente de su fuerza y coraje se aproximaba sin adoptar mayores precauciones
62.
Tuvo que recurrir a toda su capacidad de autodominio para adoptar un aire de indiferencia
63.
El muchacho trató de adoptar una expresión de letargo
64.
Tras ellos, las puertas del túnel se cerraron con un golpe seco, las líneas de glifos que las rodeaban desaparecieron y la mole de piedra volvió a adoptar la imagen de un sólido peñasco
65.
No había, como en los antiguos hospitales de la ciudad, la tí-pica arena de operaciones con el aspecto de una plaza de toros -un ruedo central cubierto de aserrín o arena y rodeado de galerías para espectadores- sino pequeñas salas de cirugía con paredes, techo y piso forradas de baldosas y planchas metálicas que se cepillaban con lejía y jabón una vez al día, porque el difunto doctor Hobbs había sido de los primeros en aceptar la teoría de la propagación de infecciones de Koch y adoptar los métodos de asepsia de Lister, que la mayor parte del cuerpo médico todavía rechazaba por soberbia o pereza
66.
Porque desde un principio, desde los primeros momentos del mutuo apego físico, decidieron adoptar la idea rilkeana de que el matrimonio consiste en dos soledades que mutuamente se respetan y reverencian
67.
Todos los Bancos internacionales tendían a adoptar idénticos procedimientos para mantener ventajas comparativas con respecto a la competencia, de modo de que el campo de juego fuese totalmente llano y lo más atractivo posible para los depositantes
68.
Quienesquiera que fueran los programadores que habían creado dicho país virtual ofrecían un montón de ventajas informáticas a quienes quisieran «emigrar» a su creación, si uno estaba dispuesto a renunciar a la ciudadanía electrónica de su propio país para adoptar la suya, lo cual parecía improbable
69.
En silat hay básicamente cuatro posiciones que puedes adoptar, respecto a los pies del atacante
70.
Había que evitar que tirasen del hilo y, por tanto, era necesario adoptar precauciones con mucha antelación
71.
Aunque mientras miraba parpadear los pequeños números verdes del reloj, el general sabía que, fuera lo que fuese, sólo disponía de unos segundos para adoptar una decisión que afectaría a seres humanos y naciones, y todo ello basado en lo que su instinto le dictara acerca de la cara de un hombre que había aparecido en una pantalla de ordenador
72.
Strange los había ayudado actuando de mediador entre monsieur Minervois y su casero, al que había inducido a adoptar una actitud más comprensiva hacia el carácter y la situación del grabador, y enviando a Jeremy Johns a todas las tabernas de los alrededores a beber ginebra y charlar con los naturales del lugar para comunicarles que esos franceses eran protegidos de uno de los dos magos de Inglaterra
73.
Aunque ninguno de los asientos resultaba cómodo en condiciones de un sexto de gravedad, Floyd había inclinado el suyo hasta adoptar una posición totalmente reclinada, y había entrelazado las manos detrás de la cabeza
74.
Al diablo, en la forma que había decidido adoptar
75.
Aquí, sobre la superficie, los jovianos (supongo que no puedo evitar el adoptar el nombre popular aplicado a los de la Cultura X) habían reproducido, tan precisamente como pudieron, las condiciones del mundo que habían abandonado quién sabe cuántas eras atrás
76.
Se necesita una cantidad de energía impresionante para obtener un iceberg sólido, incluso uno pequeño, por lo que tuvieron que adoptar ciertas medidas
77.
Kiri trató de adoptar una posición más cómoda
78.
Pero ahora Yaemón es un chiquillo, incluso legalmente, incapaz de adoptar resoluciones
79.
Conviene, pues, adoptar una actitud intermedia, poner cara en cuyas facciones se asocien artística y noblemente el entusiasmo y la dignidad, la templanza del gobierno y la energía revolucionaria
80.
Bienvenida sea esa madrastra Fatalidad, que tan bondadosamente se presta a adoptar todo hijo abandonado, por lo general feo y enclenque, a quien rechaza la misma Lógica que en las tinieblas lo engendró
81.
Las infinitas cesantías que he padecido me han obligado a adoptar esa fórmula de resignación
82.
, que autorizaba a los que ostentasen magistraturas en las poblaciones con derechos latinos a adoptar plena ciudadanía romana a perpetuidad para ellos y sus descendientes
83.
Por último, los señores primates, maestros en pastelería sublime, que era su única ciencia, discurrieron amansar la fiera con una Real orden en que la Gobernadora manifestaba al general San Román su voluntad de adoptar nueva Constitución con el concurso de las Cortes
84.
George asió el collar de Harry y forzó al perro a adoptar la posición echada
85.
Tanto la isla como África cayeron finalmente en sus manos y a Escipión se le invitó a adoptar el cognomen de Áfricano
86.
Publio Craso, por el contrario, había salido de su provincia sin adoptar parecidas precauciones; se había adueñado de las minas de estaño y quería coordinar la explotación en el marco de las empresas en las que poseía acciones encubiertas
87.
Pero aún quedaban muchas decisiones por adoptar
88.
El hecho de que el año estuviese a punto de concluir hacia sin duda que las mentes senatoriales no pensasen más que en asuntos de Roma; nadie quería adoptar decisiones con los dos cónsules casi al término de su gestión, y los dos entrantes estaban pulsando todavía las alianzas entre los miembros de la Cámara
89.
—Pues en el Foro bien que sabes adoptar posturas —replicó Pompeyo
90.
Si se ausentaban los dos cónsules al mismo tiempo, era él el magistrado supremo con potestad para convocar el Senado, adoptar decisiones a propósito de la ejecución de la política gubernamental y organizar la defensa de la ciudad en caso de ataque
91.
Después de haber esperado un día más de lo que habían establecido, ¿cuál era el proceder más correcto que debían adoptar el señor y la señora Frankland ante la ausencia de cualquier información tanto de Londres como de Truro que pudiera indicarles cómo actuar en el futuro?
92.
Procuré adoptar un aire tan despreocupado como me fue posible, pero no había olvidado las advertencias de la mujer, a pesar de no haber hecho caso de ellas, y no les quitaba el ojo de encima a mis dos acompañantes
93.
¿Cómo no vio que la marcha de Ceuta al valle de Tetuán por la costa representaba un enorme desgaste de fuerza y de tiempo? ¿No previó que a la mitad de este arduo camino tenía que adoptar una de estas resoluciones igualmente desastrosas: [149] o dejar a la espalda la mitad de su Ejército para sostener la comunicación con Ceuta, o aprovisionarse por mar, corriendo el riesgo de que las tormentas le interceptaran el pan y las municiones? ¡Y el enemigo siempre en posiciones altas, desde las cuales, con fuerza inferior a la de los españoles, podía precipitarles al mar!
94.
En Massachusetts rige una severa legislación local de control de armas, de modo que él puede alegar que su actitud implica que los estados tienen derecho a adoptar cualquier medida que juzguen necesaria para proteger a sus ciudadanos
95.
El Infante es un caballero, es un liberal de toda la vida; pero su nombre y posición excepcional le prohíben adoptar actitudes demasiado activas
96.
Tratábase de adoptar con tiempo las medidas necesarias para cerrar el paso a una partida carlista que, según confidencias recientes, se formaba en las Amézcoas para recorrer y alborotar los pueblos ribereños del Ega
97.
–Si va a adoptar esa clase de lógica -continuó ella-, puede encontrar cualquier razón por la que la mataron, puede argumentar que su nacimiento puso en movimiento las circunstancias que condujeron a su muerte
98.
Bosch decidió adoptar un enfoque distinto con él
1.
—Cuando hablamos en los salones de café —siguió diciendo Roger—, me estremezco cuando adoptas esa expresión y separas los labios
2.
De todos modos, SÍ adoptas la sinceridad como divisa de lo que escribes, tus días como integrante de tan selecta colectividad están contados
1.
Adopto la apariencia de Alfonso V el Magnánimo (1396-1458) y me echo a la calle
2.
Es una simple precaución que adopto últimamente
3.
La MP-40 nació como una simplificación de la MP-38, al reducir el número de piezas fabricadas a maquina, por piezas estampadas, lo cual aceleraba su producción en masa y reducía los costos, el nombre se adopto como una contracción de Maschinenpistole del año 1940, fecha de su introducción
4.
Adopto una actitud que quiere ser desenvuelta, mientras bajo mi piel los engranajes se carbonizan
5.
Contemplaba la propuesta como un intento de los moderados por obtener una ventaja política y adopto la posición de que, en una organización revolucionaria, todas las decisiones importantes debían tomarse por unanimidad
6.
Adopto una expresión neutra, una de mis preferidas, que permite toda latitud en la interpretación
7.
Yo siempre adopto las precauciones necesarias
8.
Soy un viajero por la tierra, observo los usos de la gente y adopto los que me sirven
9.
Adopto una expresión de modestia
1.
Nos contaban una mentira, y nos clasificaban según la posición que adoptábamos dentro de ella
2.
Nuestra disección mutua no requería ningún esfuerzo; era el estado natural que adoptábamos al vernos
1.
Adoptáis un punto de vista en exceso convencional
1.
introdución que he leído, adopté el pensamiento del pajarito y le puse de intermediario entre los
2.
El lema que adopté cuando abandoné la esclavitud fue éste: «¡No confíes en nadie!»
3.
Entonces me pareció notar cómo la mirada del general se detenía más de lo que la cortesía requiere en el bonito escote de mi vestido y al instante adopté una posición que le permitiera observarlo mejor mientras le decía:
4.
Encantada de tener el camino libre, adopté la postura del muerto, con el objeto de que todo mi cuerpo viviera el milagroso momento del encuentro con el helado elemento: resultaba exquisito ser lapidada al sorbete, y más aún teniendo en cuenta que mi lado cruz marinaba en agua humeante
5.
Respiré hondo un par de veces y adopté de nuevo la fachada maternal a la que todas se aferraban con fuerza
6.
En la primera serie adopté la forma autobiográfica, que tiene por sí mucho atractivo y favorece la unidad; pero impone cierta rigidez de procedimiento y pone mil trabas a las narraciones largas
7.
Desde nuestra primera conversación telefónica, yo adopté con Ilich Ramírez el rol del joven admirador bobo y devoto, dispuesto a obedecer sin rechistar todas sus órdenes, siempre que no implicasen delitos, igual que había hecho con otros terroristas
8.
Me marché del barrio en el que era sobradamente conocido, adopté el nombre y el apellido de un compañero de escuela ya fallecido
9.
¿Por qué creen que uno quiere enterarse, por qué creen que no estás enterado aún, por qué no cornprenden la implacable curiosidad del amor? ¿Y por qué nunca quieren contarte esos amigos circunstanciales nada que tenga que ver con el aspecto más importante de la cuestión: el hecho de que ya no te aman? Adopté la costumbre de darle la vuelta a la conversación, de afirmar que Ellen era mucho más gregaria que yo, de insinuar que los médicos solemos ser víctimas de los calumniadores, de decir, ¿Has leído lo de esas tremendas inundaciones de Venezuela? En esas ocasiones siempre tenía la sensación, quizá equivocada, de no estar siendo leal para con Ellen
10.
Adopté la expresión modesta de quien está al día
11.
Como no tenía tiempo de retroceder por el pasadizo, adopté una expresión indiferente y entré en la bóveda
12.
Yo adopté esa cara inexpresiva que emplean los auditores cuando se les encargaba la tarea de eliminar los excesos de personal
13.
Adopté una expresión de sorpresa
14.
–Los adopté a ambos, pero pronto decidí que solo trabajaría con el varón
15.
De una manera discreta pero decidida, para que mis padres no descubriesen la influencia de Alexander, adopté sus pautas para mi propio mejoramiento, y éstas se convirtieron en la base de mi vida infantil
16.
Adopté una actitud que juzgué pizpireta y le respondí que quería ser estrella del séptimo arte, que me habían recomendado aquella agencia y que me condujera a presencia del director
17.
Adopté la expresión de alguien a quien le provocan el vómito con el mango de una cuchara
18.
Me pregunté cómo era el procedimiento, pero adopté una actitud de espera y mira, y lo encontré suficientemente pronto
19.
Adopté una personalidad que tan sólo me pertenece en parte
20.
–Vi a uno de los sabuesos de Beecher husmeando por aquí y adopté algunas precauciones elementales, jefe -repuso Kelly
21.
La línea de razonamiento de Searle está interesada solamente en la distinción a/b, según la terminología que adopté en el capítulo 3 (cf
22.
Desde que lo adopté, Neb está celoso y se niega a sentarse en su silla
23.
Yo adopté la actitud de indiferencia del hombre que se resignó a todo
24.
Sabía que Labieno no había aprobado las medidas de conciliación que adopté en las Galias en el último año
25.
Las medidas financieras que adopté para superar esta situación tuvieron mucho éxito
26.
Por eso adopté el color verde de la plantación de té
27.
Y adopté los nombres de coronación de mi glorioso antepasado Tutmosis III[y1] el pacificador de los dos países, el unificador de las Dos Tierras, poderosa es la armonía de la luz divina
28.
Adopté expresión de estar muy impresionado
29.
– Adopté un aire distraído mientras comía el pulpo y añadí-: Me pregunto qué pasará con esa excelente reputación si don Esteban o doña Lenguaraz, por ejemplo, se enterasen de las cosas que pasaban, hace unos quince meses, en un bodegón de Galapas…