1.
—¿Estás en tu juicio? ¡El banquero de más crédito de todos losbanqueros de España! ¡El hombre que abarca los negocios más vastos ycomplicados; que manda en el Ministerio de Hacienda como en su propiacasa!
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Leticia aguantó el golpe con la serenidad de una estatua depiedra, con gran asombro del banquero, que se gozaba en el castigo quehallaba su injustificada mordacidad con él, en la imprudente alusión desu propio marido
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»Con lo cual y una forzada sonrisa, el correspondiente ademán y ladisculpa de que me llamaban desde la sala, escapeme del gabinete sinestudiar con los ojos la impresión que mis respuestas habían causado enlas profundidades del banquero
4.
Le di cuenta de lo acordado con el banquero y con mi madre; y como miresolución era más poderosa que mis fuerzas, los desfallecimientos deéstas se reflejaban demasiado en el ritmo de mis palabras y hasta en elcolor de mi rostro
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Floripond, el poderoso banquero, la fea, la huesuda, ladescuidada, la envidiosa Iselda, había escondido, donde no pudiese serhallado, su caja de lápices de dibujar: por supuesto, la caja noaparecía: «¡Allí todas las niñas tenían dinero para comprar sus cajas!¡las únicas que no tenían dinero allí eran las tres del Valle!» y lasregistraban, a las pobrecitas, que se dejaban registrar con la carallena de lágrimas, y los brazos en cruz, cuando por fortuna la niña deotro banquero, menos rico que Mr
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Cristo convertido en banquero, el banquero
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Le suponían poseedor de millones, y era el banquero de todos losmercaderes menesterosos
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al montecillo del banquero las pesetas de mamá
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Don Eugenio escuchaba con frialdad el nombre del célebre banquero, quetodos los días
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laIglesia, figuraba como el banquero del clero, y en las sacristías sunombre alcanzaba gran
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palabras del banquero, prestándoles esto cierta energíapara sobrellevar el golpe
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Con el error del banquero, quedaba lo mismo que antes de entrar en laBolsa: dueño de la
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losconsejos del famoso banquero
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unos yamenazantes otros, entraban en las oficinas del banquero, no encontrandootra cosa que las
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en favor del banquero
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macilenta amarillez, y seleía la zozobra en el del banquero; y la señora de la casa, sentadajunto al
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decimoscasa de banca, donde se hacen cambios y el banquero que los hace, eloficio y el ejercicio de la
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banquero Rojas Salcedo, el cual sólo una vez ensu vida había
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duquesa de Tal, ahora está enredada con el hijo del banquero
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En cuantosalió de casa se fue derechamente a la de un banquero
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Antonio, de Antoñito, de sus hermanas yhasta en las del banquero, su cuñado,
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—No lo hará tal—respondió el banquero
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salieron, el anciano banquero tenía las mejillasinflamadas, los blancos cabellos en
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y a la manera de unventrudo banquero que obtiene las complacencias de una
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Emma resuelve la situación rindiéndose al amor del banquero
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las maldiciones, el sarcasmo, la eterna pelea con el banquero
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—Y bien ¿qué hay? preguntó el banquero
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emprendedor, del banquero y del conquistador que juegaimperios a las batallas
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Y también dice que Ruskin tuvo un tremendo impacto en muchos estudiantes en Oxford y Cambridge que después jugarían su parte en la manipulación del siglo XX, incluyendo al banquero controlado por Rothschild, Alfred Milner, y fue mentor de Cecil Rhodes, quien dijo que él quería crear un gobierno mundial centrado en Gran Bretaña y encabezó una
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sacó usted las tierras A y las dehesas B? Señor banquero
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definir el carácter y a historiar la vida y las empresas delopulento banquero
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El banquero tomó de encima de un pequeño escritorio taraceado algunoscigarritos y se los presentó
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El banquero se dejó caer en ella, mirando a la joven con sus grandesojos saltones, que expresaban temor
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Unaporción de bromitas que el banquero no parecía escuchar, atento a contarlos billetes
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Al banquero le acometió entonces oportunamente un recio golpe de tos
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La pasión brutal del banquero por la Amparo había crecido mucho en losúltimos tiempos
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Tal,el banquero Fulano, se habían interesado en su favor; pero nada
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cuando, yademás un banquero y varios jóvenes de la bolsa de Mesía,trasnochadores abonados
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Sus accionistas le acusaban de estafa, y el juez seproponía registrar al día siguienta su contabilidad, lo que hacíaesperar á muchos una prisión inmediata del banquero
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asuntos del banquero no fuesen puestos en claro por eljuez!… Fontenoy era más iluso que criminal; esto lo reconocían hastasus mayores enemigos
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acuarenta años de edad, casada con un banquero, rubia y
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comprados que leenviaba un banquero amigo de Samper a quien
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probidad, y que por ello era el banquero o depositario de
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y se conforman con un banquero; á los veinticinco
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eljuzgado; el cesante, viene á Madrid; se hace banquero, el banquero sehace diputado, el diputado se
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huye; el banquero emigra
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todas las del vecino Portugal; banqueroen Madrid, banquero en Paris, banquero en Lisboa, banquero en
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Sin embargo, lo cierto es que monsieur Récamier, banquero de renombre y mayor fortuna –y que triplicaba la edad de su joven esposa, dicho sea de paso–, alentaba a su vez la leyenda
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Una vez se quedaron solos, el banquero dijo a su amigo:
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En una calurosa tarde el señor Lorry estaba sentado a su mesa y Carlos Darnay se apoyaba en ella, hablando en voz baja al banquero
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Hablad —dijo el banquero
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Y sentándose a la mesa se puso a escribir a su banquero una carta, encargándole que vendiera a cualquier precio
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El conde hizo un movimiento de satisfacción, descendió los escalones, subió a su carruaje, que arrastrado al trote del magnífico tiro, no se detuvo hasta la casa del banquero
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El conde estaba en pie, contemplando algunas copias de Albano y del Fattore, que habían hecho pasar al banquero por originales, y que hacían muy poco juego con los adornos dorados y diferentes colores del techo y de los ángulos del salón
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—Señor conde —dijo el banquero inclinándose—, he recibido una carta de aviso de la casa de Thomson y French
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Montecristo, al contrario, se sonreía con gracia, y observaba silenciosamente el despecho del banquero
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El banquero creyó que había llegado el momento de dar el golpe final
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Desde las doce, hasta las dos, Danglars había permanecido en su gabinete, abriendo su correspondencia, trabajando en las operaciones, y recibiendo entre otras visitas la del mayor Cavalcanti, que, siempre tan risueño y tan puntual, se presentó a la hora anunciada para terminar su negocio con el banquero
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Mientras el banquero esperaba, la puerta se abrió, y vio entrar a un hombre vestido de abate que, en lugar de esperar como él, más familiar en su casa, le saludó, entró en las habitaciones interiores y desapareció
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Y en verdad, el elogio era merecido, porque si el conde no lo hubiera sabido por la baronesa, o tal vez por uno de los medios que tenía de saberlo todo, la fisonomía del banquero no le habría revelado nada
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—¿Qué palabra, señor conde? —preguntó el banquero, como si buscase en su imaginación la explicación de lo que el general quería decir
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Aquella noche hubo una larga conferencia con muchos amigos, y el señor Cavalcanti, que había estado constantemente en el saloncito de las señoras, salió el último de casa del banquero
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Anunciaron el joven al banquero, que al nombre de Alberto, y sabiendo lo que había ocurrido el día antes, prohibió que le dejasen entrar; pero era ya tarde
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Alberto había seguido al lacayo, oyó la orden, forzó la puerta, y penetró, seguido de Beauchamp, en el despacho del banquero
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En aquel salón, hacia las diez de la mañana, se paseaba el banquero, pensativo y visiblemente inquieto, mirando a todas las puertas y deteniéndose al menor ruido; apurada ya la paciencia, llamó a un criado
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Y con una mano metió los billetes en su bolsillo y con la otra alargó su recibo al banquero
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—¡Pobre Eugenia! —dijo el banquero, dando un profundo suspiro—
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Esta vez el banquero comprendió de dos modos, por la palabra y por el gesto, porque el hombre que marchaba detrás le empujó tan rudamente hacia adelante que casi tropezó con su guía
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Y Pepino puso su escudilla en el suelo, de tal manera que el vapor subía directamente a las narices del banquero
70.
El banquero acordóse entonces del anciano que, durante sus horas de alucinamiento, veía a través de las ventanas de la pobre cabaña llorar en el lecho
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Pues bien, vivía entonces en Madrid un cierto Porfirio Gutiérrez, un banquero que, habiendo enviudado y hallándose más cerca de los sesenta que de los cincuenta, llevaba una vida verdaderamente agradable
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Luego de intentar hallar una fórmula que asegurase el transporte de los tesoros que iban ocultos en el interior de las carretas, para lo cual, en Córdoba, debía acudir a la Casa de la Banca, antigua ceca mora, y ponerse en contacto con el dayanim que amén de serlo ejercía de banquero, antiguo amigo de su padre al que por cierto, éste, debía algunos favores
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Si me hubiese hecho banquero, soplándome el viento de la fortuna habría llegado a ser millonario; pero tendría quizá que inclinarme alguna vez delante del hombre de armas o del gobernante
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Morgan deslizo la tarjeta de identidad del banquero en la ranura correspondiente a la memoria de su comunicador y verificó que apareciera el aviso de «confirmación de entrada» en la pantalla visual
75.
Eso sí; diga lo que quiera la ruin envidia y la mala fe de los que allí se quedaron limpios como patenas, el banquero Juan Candil era una persona honrada, y de recomendables antecedentes en aquel oficio, y hartas veces decía la Naranjera que en su casa no se consentían trampas, razón por la cual creemos que aquel era juego de ley, y que cuanto se decía acerca de las diestras manos de Candil y de las marcas de sus mugrientos naipes era, o cavilaciones de los parroquianos o efecto de esa viciada atmósfera que rodea a las grandes instituciones cuando se las plantea entre gente díscola y pendenciera
76.
Las mejores habitaciones de Genieys, calle de las Infantas, estaban ocupadas por el célebre banquero D
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Por lo que hace a la retirada vida de milord, hemos hablado de ello con el cónsul y un banquero que le facilitaba los fondos, quienes son los únicos que han tenido con él alguna comunicación
78.
Fue una vez a retirar dinero y se excusó por visitar al banquero en su domicilio particular, con el pretexto de su mala salud
79.
Durante estas excursiones por el campo de golf, Arnold solía intimidar a su contrincante con la profunda convicción de que jamás debería haber sido banquero
80.
Deirdre habría protestado, pero ella, tal como habían hecho muchos de los clientes del banquero a lo largo de los años, ya había visto antes aquella expresión en el rostro de su marido
81.
Cuando los demás ya subían al autobús atestado, Deirdre llegó a tiempo para oír declarar a Arnold: -¿Sabe una cosa, mayor? Jamás debería haber aceptado el consejo de mi padre y haber seguido la profesión de banquero
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No sería la primera vez que se fuerza la caja de un banquero
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Pero ¿qué otra puede haber? exclamó el banquero con un gesto de desesperación
84.
Con expresión atónita, el banquero extendió el cheque solicitado
85.
–Pues bien, frío y rígido banquero, quiero abrir el cuarto establecimiento
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Sobre todo cuando a su único hijo, banquero también de profesión, no se le ofrecía su puesto en el consejo de administración
87.
Por fin estábamos llegando a algo concreto, aunque todavía parecía existir un largo trecho de distancia entre un banquero fugitivo y el capitán Peter Carey, clavado a la pared con uno de sus propios arpones
88.
Al hojear sus páginas, veo las notas que tomé acerca de la repulsiva historia de la sanguijuela roja y la terrible muerte del banquero Crosby; encuentro también un informe sobre la tragedia de Addlenton y el extraño contenido del antiguo túmulo británico; también corresponden a este período el famoso caso de la herencia de los SmithMortimer y la persecución y captura de Huret, el asesino de los bulevares, una hazaña que le valió a Holmes una carta autógrafa de agradecimiento del presidente de Francia y la Orden de la Legión de Honor
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Donde hay progreso, como es nuestro caso, el rojo regresado del frío y el banquero que ganó la guerra (ellos siempre la ganan) hocican, lomo contra lomo, en el espacioso pesebre de la urna electoral
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Abandonó la casa del banquero y con ella el gusto por los objetos muertos —jarrones, fruteros, mesas—; a partir de entonces se especializaría en los retratos
91.
Tenía la sensación de que acababa de despertarse en su camita de niño en casa del banquero
92.
Seymour Hunt se había ahorcado en su habitación justo tres días antes, y en vez de tratar de encontrar pruebas de algún amargo idilio o de una secreta aventura amorosa, la policía centró sus esfuerzos en las tormentosas relaciones de Hector con el corrupto banquero de Cincinnati
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Spelling, notable filántropo y banquero de Sandusky
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«El banquero Martínez, en prisión
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Leon era un banquero de inversión de Merrion & Bernstein, la firma contratada por Aventus para gestionar la adquisición de Sorohan
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—La información privilegiada que manejaba siempre guardaba relación con operaciones de JX Warner, así que lo máximo que pudieron deducir fue que se trataba de un banquero de inversión de esa entidad
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Se rumoreaba que había otro banquero de inversión implicado, alguien de las altas esferas que solamente Leon conocía, pero no me llegó ningún nombre
98.
—Pues que es un banquero de inversión —le respondió, tratando de no gritar—
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Supongamos que soy un banquero de inversión y dispongo de alguna información relativa a los precios de unas acciones
100.
Lo último que necesitaba era una conversación con un banquero cuyo perfil encajaba con el de El Profeta