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canasta
1. 45 Quien fase la canasta, fará el canastillo (1343)
2. que se encontraba allí, vestido de blanco, con su canasta demimbres en la
3. buque con la tierra, bajoel peso de la enorme canasta de carbón
4. conla tierra, bajo el peso de la enorme canasta de carbón que
5. apareció por la puerta el «ñato», con unapreciosa canasta en la
6. Así fue como se alarmaron al ver a Tomasa, sentada en su petate, desnutrida y cubierta de sabañones, sin fuerzas para levantarse a barrer su celda, mirando fijamente la canasta del pan
7. Ella se levantó de la canasta y se acercó al lavabo
8. Diane concentró la atención en la canasta que tenía ante sí y…
9. … y entró directo en la canasta
10. y yo le apreté la manga con fuerza creyendo que tal vez podríamos partir todavía y no podíamos, con qué dificultad se curvan las espaldas, con qué dificultad los brazos, con qué dificultad las piernas se mueven, en el sitio de la Estrada Militar no hay soldados marchando con un oficial y un tambor al frente, sino chabolas de negros y gitanos, de gitanos y de negros, sin una luz salvo la de los dientes y la de la baba de los perros tan enclenques como ellos, barracas con trozos de cartón, con tablas, con duelas de barricas, con maderas de andamios, mujeres descalzas calentando cazos en las piedras, niños con rostros como charcos, cieguitos, aun en septiembre un lodazal de lluvia, pobres de vosotras que habréis de entrar a la iglesia (y yo encerrada en el ataúd) y al empujar la antepuerta las llamas de los cirios se inclinarán trémulas hacia vuestro luto que dura lo que una misa y un entierro y habréis de mediros, indecisas, ¿A cuál de nosotras le tocará, Manuela?, ¿A cuál de nosotras le tocará, Luisa?, el cementerio lleno de maridos que no esperaron, que no esperan, ¿Oyes la tormenta?, no es que yo tenga miedo, tú sabes que no tengo miedo, de qué sirve tener miedo, pero habla conmigo, pero quédate ahí un rato, pero no cuelgues todavía, en Ericeira encendía la salamandra al atardecer, el viento en los pinos me aterraba, por la ventana de la sala la colina bajaba hacia las dunas y la arena brillaba, las olas me rompían los huesos en la muralla, mis sobrinos seguían en bicicleta hacia el agua que la bandera roja prohibía, había un café desierto, con grandes letras pálidas, en la cima del farallón, nadie frecuentaba aún la playa de Sao Lourenço, sólo habitada por raras gaviotas, ningún veraneante, ninguna sombrilla, ningún bañista, adolescentes lejos de sus padres saltando por las rocas, y ellas proyectando partidas de canasta, proyectando excursiones a Sicilia, a Yugoslavia, a Leningrado, a Egipto, ¿No te parece, Maria Antonia?, y yo que sí con la cabeza, imaginando un autobús de visitas que tejen por Europa, Sicilia claro, Yugoslavia claro, Leningrado claro, tiene un museo estupendo, Egipto, las pirámides, la Esfinge, y por qué no una excursión a Benfica, y por qué no una excursión a lo que fuimos, bodas, procesiones, bailes de carnaval, partidos de hockey, el lobo de Alsacia de mi padre, encerrado y soltando aullidos, en una jaula, y después de salir las visitas, con sus Sicilias y sus museos, mi sobrino, de espaldas a mí, observando el mercado nuevo, Si la tía no quiere ponerse en tratamiento de quimioterapia no se pondrá, no se preocupe, y yo a él ¿Cuánto tiempo, hijo mío?, y él, cambiando los cacharros de posición, No lo sé, y entonces lo vi sentado en la Quinta do Jacinto, bajo un nogal seco, él, que vivió en Londres, que trabajó en Londres, que tenía ocho canales de televisión y una criada española, ni de la existencia de la Quinta do Jacinto sabía, viviendas con dalias mustias en el otero de Alcántara, el borracho que irrumpía en la sala de costura asegurando Yo vuelo, la modista que lo amenazaba con la plancha y después, ya más calmada, La niña disculpe pero es por culpa de estas cosas y otras más que tengo el corazón hecho una pena, y mi sobrino, con la cartera en las rodillas, en espera de la noche para entrar en casa como yo espero el día para entrar en la muerte porque, no sabiendo gran cosa, sé que moriré de día, durante las primeras horas del día, con un vecino médico, llamado con tal urgencia que ni tiempo tuvo de peinarse, que me auscultó el corazón parado pensando que lo oía cuando lo que realmente oía era el cangilón del ascensor, y conmigo morirán los personajes de este libro al que llamarán novela, que en mi cabeza, poblada de un pavor del que no hablo, tengo escrito y que, según el orden natural de las cosas, alguien, un año cualquiera, repetirá por mí del mismo modo que Benfica se ha de repetir en estas calles y fincas sin destino, y yo, sin arrugas ni canas, cogeré la manguera y regaré, por la tarde, mi jardín, y la palmera de Correios crecerá de nuevo antes que la casa de mis padres y que el molino de zinc pidiendo viento, y mi hermana, viuda también y sin el pecho izquierdo, amputada del pecho por un cáncer, un cáncer como el mío, un cáncer, un cáncer, No es que yo tenga miedo a las tormentas, hay pararrayos por todas partes y además de qué sirve tener miedo, pero no cuelgues todavía,
11. Si en lugar de 52 cartas, jugamos con 70 (y esto no es exorbitante; según tengo entendido la canasta requiere 108 cartas), entonces el número de órdenes distintos posibles que se obtiene al barajar el mazo supera en un veinte por ciento al googol
12. –Juguemos a la canasta
13. No sufrimos hambre ni sed gracias a la canasta con provisiones que don Isasmendiz y Rosa del Carmen les habían obsequiado antes de partir
14. Lanzó la camisa de etiqueta a la canasta de ropa sucia, colgó los pantalones y se dirigió a la puerta
15. Desde la ventana vio cómo Louison se alejaba en su bicicleta hacia las verjas de entrada de la finca, con la canasta de la compra atada en el portaequipajes trasero
16. En el otro mostrador, el hombre movía aún de un lado a otro las muestras y la canasta
17. El vendedor ya se había pasado bastante más de una hora mostrando la mercancía, y había vaciado toda la canasta
18. En la sala de conferencias, una clase de terceros entrecruzaba seriamente sus pensamientos, como si tejiese una canasta, mientras discutían los sucesos de actualidad
19. Sacaron de la canasta y acostaron en una colchoneta a Juan Cortez, todavía bajo los efectos del éter
20. En una canasta de la ropa sucia
21. Todos aplaudieron la idea entusiasmados y corrieron a meterse en la canasta
22. Y al oír su nombre, el recién llegado en la canasta dio un grito de alegría
23. A pesar del frío, un grupo de agentes del MSP jugaban a baloncesto en una canasta cerca del aparcamiento
24. Cogió una canasta de panecillos—
25. –Te lo dije, ¿no? – La atención de Sean se desplazó hacia la canasta
26. Herman hizo un gesto a sus sirvientes personales para que colocaran la mesa del campamento y abrieran la canasta de la comida
27. –¿Ya quieres comer? Traje algunas viandas en la canasta
28. Que buscan la canasta
29. Los niños siempre van bien vestidos y en el baloncesto siempre meten el balón en la canasta
30. Todos los vendedores exhibían pistachos gordos y grandes, pero Yussuf tenía muy pocos dientes para masticar frutos secos, por lo que Rob le compró una canasta de juncos llena de blandos dátiles del desierto
31. Se quedó velando por la canasta, que estaba en la cocina:
32. ¿Qué fue de tu partida de canasta?
33. Al gordo Iscariote se le salían los ojos de las órbitas y, en su mano, la canasta de humitas bailoteaba con furia
34. Puso la camiseta doblada en la canasta de la ropa, sonriendo
35. Canasta en que lleva el pescador su ropa y los utensilios del oficio
36. Lo que cabe en una canasta
37. En el baloncesto, pelota que rebota en el tablero o en el aro de la canasta, y por cuya posesión disputan los equipos
38. Pocos días después fuimos a un parque a revisar sus canciones lejos de oídos indiscretos, él llevó su guitarra y yo un cuaderno y una canasta de picnic
39. » Había por fin fresqueras que contenían especímenes vivos de mantis religiosas, langostas y otros insectos, mientras que el resto del suelo estaba cubierto por los escombros de pasadas locuras del mago: mazos de croquet, agujas de hacer calceta, lápices de colores, útiles para el grabado al linóleo, cometas, bumeranes, cola, cajas de cigarros, instrumentos de viento de fabricación casera, libros de cocina, una carraca, un telescopio, una lata de cera para injertos y una canasta en cuyo fondo se leía la marca Fortnum and Masón
40. Cuando practica la gimnasia -levantando pesas, o haciendo flexiones, o encestando en la canasta de básquet- lo hace con movimientos idénticos, seriales, empecinados, una vez y otra vez y otra vez hasta contar cincuenta, cien veces, y vuelta a empezar: ha asumido las rutinas maniáticas y reiterativas con que los bichos enjaulados matan la ansiedad y el tiempo
41. Y Wash seguía llevando a la casa pescados y animales que cazaba (o robaba tal vez) y legumbres; y aunque era lo único que Judit y Elena y Clite tenían para comer, Clite no le permitía entrar en la cocina con la canasta, sino que decía: «Deténgase allí, hombre blanco
42. De pronto sacó de debajo del asiento una canasta grande
43. Un día Jojo estaba defendiendo frente a un negro alto y agresivo, al que apodaban Licky, que amagó hacia un lado y otro, luego le metió un codazo en el pecho, se precipitó hacia la canasta y cogió
44. Su función consistía en pivotar sobre sí, elevarse como si fuera a lanzar un tiro en suspensión y en cambio pasar el balón a André, que iría corriendo por el lateral camino de la canasta, o a Treyshawn, quien debía superar a su hombre y lanzarse hacia el aro en paralelo a la línea de fondo
45. ¿No había funcionado la jugada? Pero aún había una oportunidad: Treyshawn se abría camino hacia la canasta por la fuerza, pese a que su marcador no lo dejaba a sol ni a sombra
46. La pelota golpeó contra la sujeción voladiza que unía la canasta al tablero y rebotó
47. Había dejado en casa, en una canasta, el vestido de tenis de color de melocotón
48. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último durazno que quedaba en la canasta
49. Sacó las llaves del Mercedes de la canasta junto a la puerta, luego recordó el bote de remos, aún atado al pequeño muelle tras el almacén
50. Fijó el gancho, recién fabricado con uno de los aros de la canasta de baloncesto que había pagado caro para conseguir que se lo bajaran