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    Используйте «democrático» в предложении

    democrático примеры предложений

    democrático


    1. más democrático en nuestra relación con el mundo


    2. Para que haya medios de uso participativo y democrático, todas las instituciones de la sociedad tienen que democratizarse


    3. A través del triunfo del principio democrático no solo se quitó poder a la autoridad colocándola sobre una base diferente


    4. La búsqueda de este modelo comunicacional democrático debe ser complementado con modelos democráticos en los medios de comunicación social, en la plena dimensión del término, lo cual implica la búsqueda de sistemas abiertos, pluralistas en su integración, que garanticen el acceso igual a los medios, de todos los estratos y expresiones culturales, económicas y políticas de la Sociedad Civil, que intenten armonizar la libertad de expresión con la objetividad, para que esté al servicio del desarrollo integral del país


    5. Para desarrollar este argumento, el punto de partida es una presunción central de la teoría democrática: un sistema político democrático debe obligar a quienes buscan u ocupan un puesto de elección popular, a responder a las necesidades y deseos de la ciudadanía


    6. Arnaiz el gordo también se pirra por hablar de linajes y porbuscar parentescos, averiguando orígenes humildes de fortunasorgullosas, y haciendo hincapié en la desigualdad de ciertosmatrimonios, a los cuales, en rigor de verdad, se debe la formación delterreno democrático sobre que se asienta la sociedad española


    7. democrático y la igualdad jurídica de los ciudadanos y ciudadanas ante la ley


    8. sea fundamental en un estado democrático


    9. como un estado democrático y moderno, que se está convirtiendo en uno de los más


    10. Este criterio puede ser la necesidad, propia del régimen de bienestar liberal (por ejemplo, el caso de Estados Unidos o Australia); la participación en regímenes contributivos asociada a ocupaciones y puestos de trabajo (como el magisterio o las fuerzas armadas), propio del régimen corporativo (por ejemplo el caso de Francia o Alemania); y la pertenencia a una comunidad, la condición de ciudadanía, propia del régimen social democrático (por ejemplo el caso de los países escandinavos)

    11. 5% entre 1991 y 1993, ya bajo el nuevo gobierno democrático


    12. gobiernosmonárquico, aristocrático i democrático, probando que en los


    13. realizan el idealdel ejército democrático


    14. democrático yde la paz mantenía al país en una ignorancia


    15. Por supuesto, nadie aceptó esa interpretación, aunque es muy posible que el suyo fuera de verdad un gesto simbólico: un simbólico reconocimiento de que, tras una vida consagrada a denostar el socialismo democrático (o la socialdemocracia), era el socialismo democrático (o la socialdemocracia) el resultado inevitable del desmontaje o socavamiento o demolición ideológica del comunismo que había iniciado años antes


    16. Desde el punto de vista político Cortina era hacia principios de los años ochenta un militar de fidelidad monárquica que, aunque cuatro años atrás había aceptado sin reticencias el sistema democrático, ahora pensaba como buena parte de la clase política (y a diferencia de Calderón, atado a la lealtad de Gutiérrez Mellado) que Adolfo Suárez había hecho malla democracia o la había estropeado, que el sistema había entrado en una crisis profunda que amenazaba la Corona, y que la mejor forma de sacarla de esa crisis era la formación de un gobierno de coalición o concentración o unidad en torno a un militar de las características del general Armada, a quien Cortina conocía bien y a quien además se hallaba unido a través de su hermano Antonio, que mantenía una buena amistad con el general y que había continuado su carrera política en las filas de la Alianza Popular de Manuel Fraga; desde el punto de vista técnico, desde el punto de vista de su quehacer en el espionaje, nada define mejor a Cortina que la propia naturaleza de la AOME


    17. Hay una regla que raramente se incumple: cuando se dispone a dar un golpe de estado, el ejército se cierra en sí mismo, porque a la hora de la verdad los militares sólo se fían de los militares; en este caso la regla no se incumplió, y el enigma de la llamada trama civil tampoco es un enigma: si se exceptúa la intervención de algún civil concreto como Juan García Carrés -jefe del Sindicato de Actividades Diversas franquista y amigo personal de Tejero, quien fue el único civil procesado en el juicio por su papel de enlace entre el teniente coronel y el general Milans en los meses previos al golpe-, tras los militares rebeldes no hubo trama civil alguna: ni ex ministros y líderes u hombres de referencia de grupos franquistas como José Antonio Girón de Velasco o Gonzalo Fernández de la Mora, ni banqueros como la familia Oriol y Urquijo, ni periodistas como Antonio Izquierdo -director de El Alcázar-, ni ninguno de los demás miembros de la ultraderecha que se han mencionado con frecuencia manejaron ni inspiraron directamente el golpe, porque Armada, Milans y Tejero no tenían necesidad de que ningún civil inspirara una operación militar y porque no permitieron que ningún civil se inmiscuyera en sus planes más que de forma anecdótica (ni siquiera permitieron que García Carrés participara en la principal reunión preparatoria del golpe: acudió a ella, pero Milans le obligó a marcharse para evitar interferencias civiles); en cuanto a la financiación, el golpe del 23 de febrero fue pagado con dinero del estado democrático, que era quien financiaba al ejército


    18. Hasta aquí lo verificable; luego está lo inverificable: ¿qué hubiera ocurrido si Armada hubiera podido negociar con los parlamentarios la creación de un gobierno de unidad? ¿Lo hubieran aceptado? ¿Lo hubiera aceptado el Rey? El plan de Armada puede parecer inverosímil, y tal vez lo era, pero la historia abunda en inverosimilitudes y, como recordaba aquella noche Santiago Carrillo mientras permanecía encerrado en la sala de los relojes del Congreso, no hubiese sido la primera vez que un Parlamento democrático cede al chantaje de su propio ejército y presenta esa derrota como una victoria o como una prudente salida negociada -temporal, tal vez insatisfactoria pero imperiosa- a una situación límite: Armada tuvo siempre presente que veinte años atrás, poco antes de que él se instalara en París como estudiante de la Escuela de Guerra, el general De Gaulle había llegado de una forma parecida a la presidencia de la república francesa, y sin duda pensó que el 23 de febrero podría adaptar a España el modelo De Gaulle para dar un golpe encubierto


    19. La Corona, símbolo de la permanencia y la unidad de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum»


    20. Por lo demás, en una época en que la muerte de Franco tras cuarenta años de gobierno absoluto aparecía a la vez como un hecho portentoso e inmediato y en que cada crisis de salud del dictador octogenario dejaba al país temblando de incertidumbre, Suárez cultivó de forma magistral la ambigüedad necesaria para preparar su futuro fuera cual fuera el futuro de España: por un lado, no perdía oportunidad de proclamar su fidelidad a Franco y a su régimen, y el 1 de octubre de 1975, acompañado de otros miembros de la UDPE, asistió en la plaza de Oriente a una manifestación multitudinaria de apoyo al general, acosado por las protestas de la comunidad internacional a raíz de su decisión de ejecutar a varios miembros de ETA y el FRAP; por otro lado, sin embargo, prodigaba en público y en privado declaraciones a favor de abrir el juego político y crear cauces de expresión para las distintas sensibilidades presentes en la sociedad, lugares comunes del potaje político de la época que a los franquistas les sonaban como osadías inofensivas o añagazas para ingenuos y que a los partidarios de terminar con el franquismo podían sonarles como afirmaciones todavía reprimidas del deseo de un futuro democrático para España

    21. Se titulaba «Adiós, Suárez, adiós» y contenía no sólo reproches implacables a su pasividad como presidente en funciones, sino sobre todo una enmienda global de su gestión al frente del gobierno; el único mérito que parecía reconocerle consistía en haberse investido de la dignidad de un presidente democrático para frenar durante años a los restos del franquismo, «como un general De la Rovere convencido y transmutado en su papel de defensor de la democracia»


    22. Se trataba casi de conseguir la cuadratura del círculo, y en todo caso de conciliar lo inconciliable para eliminar lo muerto que parecía vivo; se trataba en el fondo de una martingala jurídica basada en el siguiente razonamiento: la España de Franco estaba regida por un conjunto de Leyes Fundamentales que, según el propio dictador había recalcado con profusión, eran perfectas y ofrecían soluciones perfectas para cualquier eventualidad; ahora bien, las Leyes Fundamentales sólo podían ser perfectas si podían ser modificadas -de lo contrario no hubiesen sido perfectas, porque no hubieran sido capaces de adaptarse a cualquier eventualidad-: el plan concebido por Fernández Miranda y desplegado por Suárez consistió en elaborar una nueva Ley Fundamental, la llamada Ley para la Reforma Política, que se sumase a las demás, modificándolas en apariencia aunque en el fondo las derogase o autorizase a derogarlas, lo que permitiría cambiar un régimen dictatorial por un régimen democrático respetando los procedimientos jurídicos de aquél


    23. Esa medida era el límite que los militares habían puesto a la reforma y que Suárez había parecido aceptar o les había hecho creer que aceptaba; tal vez en principio la aceptó de veras, pero, conforme se imbuía de su personaje de presidente democrático sin democracia y se impregnaba de las razones de una oposición que lo empujaba desde la calle con movilizaciones populares y le forzaba a llegar mucho más lejos de lo que había previsto en el camino de la reforma, Suárez comprendió que necesitaba al partido comunista tanto como el partido comunista lo necesitaba a él


    24. Hacia finales de 1979 el propio Suárez pareció advertir que el desorden galopante con que se estaba llevando a cabo la descentralización del estado democrático entrañaba una amenaza para la democracia y para el estado, así que intentó dar marcha atrás, racionalizarla o ralentizarla, pero para entonces ya se había transformado en un político ortopédico y sin recursos, y el amago de frenazo sólo consiguió dividir al gobierno y a su partido y hacerle acreedor de una impopularidad que a principios del año siguiente le llevó a perder en menos de un mes, de forma sucesiva y aparatosa, un referéndum en Andalucía, unas elecciones en el País Vasco y otras en Cataluña


    25. Para entonces Calvo Sotelo había apartado a los suaristas de la dirección de UCD y él se sentía cada vez más a disgusto en un partido al que responsabilizaba con razón de su caída, así que, aunque hubo ofrecimientos de que retomara el volante de UCD para evitar que se estrellase, Suárez los rechazó, y en los últimos días de julio de 1982, a sólo tres meses de las elecciones generales, anunció la creación de un nuevo partido: el Centro Democrático y Social


    26. Fue justo entonces, en el momento quizá más oscuro de su vida, cuando llegó lo inevitable, la hora anhelada del reconocimiento público, la oportunidad de que todos le agradecieran el sacrificio de su honor y su conciencia por el país, el humillante aquelarre nacional de la compasión, era el gran hombre abatido por la desgracia y ya no molestaba a nadie ni podía hacerle sombra a nadie ni volvería jamás a la política y podía ser usado por unos y por otros y convertido en el perfecto paladín de la concordia, en el as invicto de la reconciliación, en el hacedor sin mácula del cambio democrático, en una estatua viviente apta para escudarse tras ella y asear conciencias y calzar instituciones tambaleante s y exhibir sin pudor la satisfacción del país con su pasado inmediato y organizar escenas wagnerianas de gratitud con el prócer caído, empezaron a lloverle homenajes, galardones, distinciones honoríficas, recuperó la amistad del Rey, la confianza de sus sucesores en la presidencia del gobierno, el favor popular, consiguió todo lo que había deseado y previsto aunque todo fuese un poco falso y forzado y apresurado y sobre todo tardío, porque para entonces él ya se estaba yendo o se había ido y apenas alcanzaba a contemplar su desplome final sin entenderlo demasiado y a mendigar de quien se cruzaba en su camino una oración por su mujer y por su hija, como si su alma se hubiera extraviado definitivamente en un laberinto de contrición autocompasiva y meditaciones atormentadas sobre los frutos culpables de la egolatría y él se hubiera definitivamente transformado en el viejo príncipe pecador y arrepentido de una novela de Dostoievski


    27. Pero es mejor decirlo así: el golpe de estado fracasó por completo y fue su completo fracaso lo que convirtió el sistema democrático bajo la forma de la monarquía parlamentaria en el único sistema de gobierno verosímil en España, y por eso quizá es posible decir también que, igual que si hubiera querido insinuar que la violencia es la cantera de la historia, la materia de la que está hecha, y que únicamente un acto de guerra puede revocar otro acto de guerra -igual que si hubiera querido insinuar que únicamente un golpe de estado puede revocar otro golpe de estado, que únicamente un golpe de estado podía revocar el golpe de estado que el 18 de julio del 36 engendró la guerra y la prolongación de la guerra por otros medios que fue el franquismo-; el 23 de febrero no sólo puso fin a la transición y a la posguerra franquista: el 23 de febrero puso fin a la guerra


    28. Es cierto que no se hizo del todo justicia, que no se restauró la legitimidad republicana conculcada por el franquismo ni se juzgó a los responsables de la dictadura ni se resarció a fondo y de inmediato a sus víctimas, pero también es cierto que a cambio de ello se construyó una democracia que hubiese sido imposible construir si el objetivo prioritario no hubiese sido fabricar el futuro sino -Fíat íustítía et pereat mundus- enmendar el pasado: el 23 de febrero de 1981, cuando parecía que el sistema de libertades ya no peligraba tras cuatro años de gobierno democrático, el ejército intentó un golpe de estado que a punto estuvo de triunfar, así que es fácil imaginar cuánto tiempo hubiera durado la democracia si cuatro años antes, cuando apenas arrancaba, un gobierno hubiera decidido hacer del todo justicia, aunque pereciera el mundo


    29. El verdadero procedimiento democrático es someter el caso a la votación de todos los presentes


    30. El asunto lo dejan muy claro: «El funcionamiento eficaz de un sistema democrático exige, por lo general, cierta apatía y falta de participación de algunos individuos y grupos»

    31. Esos debates solían adoptar formas desagradables: no abandonaba el escritorio normalmente para departir con algún viejo jesuíta habilidoso en Georgetown, sino que más bien me apresuraba a mostrar solidaridad ante la embajada de Dinamarca, un pequeño país democrático del norte de Europa cuyas otras embajadas estaban ardiendo por la aparición de unas cuantas caricaturas en un periódico de Copenhague


    32. Pero también era profundamente democrático, como casi todos los yanquis, y aborrecía los métodos de Godoy


    33. Una de las consecuencias inesperadas de la revolución electrónica del siglo veinte fue que por primera vez en la historia fue posible tener un auténtico gobierno democrático, en el sentido de que cada ciudadano podía expresar su punto de vista en cuestiones políticas


    34. Durante doce meses, más o menos, Whittaker se desenvolvería tras esa puerta como gobernante democrático de Marte y siervo consciente de la Tierra, dentro de los límites razonables


    35. Pues la Corona aceptaba lealmente el principio democrático, el pueblo sumiso celebraba firme y honrada alianza con el Trono


    36. Como no tenía ocupaciones de oficina ni de nada, se pasaba el día charlando de la conspiración con sus amigos viejos, o con los nuevos que en el campo democrático le habían salido


    37. Cada Sección estaba, de añadidura, obligada a suscribirse a un diario democrático, que era regularmente La Discusión o El Pueblo


    38. Soldados acudieron de Granada, de Málaga y de Jaén, y reunidos frente a Loja, bajo el mando de un valeroso General, saludaron a los insurrectos con la estimación de rendirse y poner fin al democrático juego


    39. Podríamos llamar a este nuevo orden socialismo democrático, pero, en verdad, el nombre no interesa; todo lo que cuenta es el establecimiento de un sistema económico racional que sirva los fines de la comunidad


    40. Hasta las guerras cartaginesas se produjo una constante ampliación de la base del gobierno, haciéndolo más democrático

    41. Lo mismo debió pensar cuando consintió los contactos del régimen con la socialdemocracia; cuando, cercano a la muerte, barruntaba que su sucesor tendría que restituir España al juego democrático


    42. Unos y otros pregonaban, con gran miopía política, que la monarquía es una institución arcaica incompatible con el verdadero espíritu democrático, puesto que presupone la existencia de una familia, la estirpe real, cuyos miembros, sin más mérito que el privilegio que les otorga su nacimiento, ocupan la máxima magistratura de la nación y viven como príncipes a costa de los presupuestos del Estado


    43. Por lo tanto, exigían que, a la muerte de Franco, se constituyera un gobierno provisional, capaz de dirigir, sin manipulaciones, con luz y taquígrafos, el proceso constituyente democrático y de garantizar elecciones libres


    44. Muy democrático: empleados, amigos, millonarios, niños, que se paseaban por todas las habitaciones porque a Ivanov le gustaba ostentar, como hacen los nuevos rusos


    45. Cuando el movimiento democrático de 1848 se inició, Jacobi estaba ya maduro para dedicarse a las nuevas tareas


    46. Creo que esta reconversión mental tiene que ver con la evolución de la civilización, que hace más natural, complementario y democrático el juego entre los hombres y las mujeres


    47. El hombre estaba fuera del ejército en las peores condiciones posibles; no tenía nada que perder si usaba el derecho democrático de expresión


    48. –No sé si se trata de algún Emerson -complicó la situación Freddy, que era democrático


    49. Arnaiz el gordo también se pirra por hablar de linajes y por buscar parentescos, averiguando orígenes humildes de fortunas orgullosas, y haciendo hincapié en la desigualdad de ciertos matrimonios, a los cuales, en rigor de verdad, se debe la formación del terreno democrático sobre que se asienta la sociedad española


    50. Discutía cuestiones de principios con los consejeros del ayuntamiento: «No es justo negarnos el uso de la sala, estamos en un país democrático, ¿no?»














































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