1.
La combinación entre cuidado-dependencia y mercado-dependencia es constitutiva de las relaciones de interdependencia, en cuyo marco, la población lidia con riesgos sociales
2.
noprovocar incidentes para que la lidia terminase cuanto antes
3.
Mugían los toros de Camargue,conducidos para la lidia
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señores seguían losincidentes de la lidia, entretenidos en sabrosa plática remojada con
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frecuencia), Lidia sufría unataque de terror ante el miedo de su
6.
40 Entónces salidos de la cárcel, entraron en [casa de] Lidia; y habiendo
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5 Y aun tambien el que lidia, no es coronado si no lidiare legítimamente
8.
40 Entonces salidos de la cárcel, entraron en [casa de] Lidia, y visitados
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entrebarreras al lado de el Cigarrero que dirigía la lidia, sin tomar parteen ella
10.
comienzos de la lidia dio, como sus compañeros, ejemplode prudencia y
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que fabricárselo todo en una isla desierta, cortó uncapote de lidia en la tela húmeda y
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continuo toreo,estaban en el secreto de las habilidades de la lidia
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continua conversación en lacasa de lances de lidia acabaron por familiarizarla con el
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una plaza, y vestido aún con el traje de lidia, corría a laestación, pasando como un
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traje de lidia en su propiodormitorio, encontrando en sillas y mesas objetos que le
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El Nacional, vestido aún con el traje de lidia, se asomó varias veces,malhumorado y
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y se formaron cuadrillas de toreros de profesión, yse ajustó la lidia a reglas, y se
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«nazareno» con las mismas atenciones que un vestido de lidia entarde de corrida
19.
empezar la lidia, se espanta dela barbarie que se prepara
20.
Fue famoso también por su sabiduría política; animó con éxito a los milesios a que opusieran resistencia a la asimilación por el reino de Creso, rey de Lidia, y propuso sin éxito una federación de todos los estados insulares de Jonia para que se opusieran a los lidias
21.
por Virginia Vidal en colaboración con Lidia Baltra y Ernesto Carmona
22.
En la dehesa pacen gloriosamente los toros de lidia y salta la caza gimnástica, y en el corral rumian las vacas de leche y se reproduce la malévola plaga de los conejos que, cuando les llaman de corral, por algo será
23.
Un toro, llamado «Bailador», el quinto de la lidia, le había pegado una cornada en el vientre
24.
Y para habituarme a ver los toros de cerca, desde Sevilla me puso un telegrama pidiéndome me presentase en Badajoz, plaza en la que yo debutaría haciendo solamente el paseíllo y contemplando luego, con mi traje de luces, la lidia desde la barrera
25.
Menos mal que aquel público gallego no era de esos que piden «hule», como el andaluz o el madrileño, y pude pasar desapercibido, dentro del callejón, durante toda la lidia
26.
Sucedía en un manicomio: un problema de locura o razón, que Ignacio resolvía gallardamente como en su mejor tarde de lidia
27.
ESQUEDIO: —Como tú sabes, ilustre señor del Asia, los reyes de Lidia, que descienden de Heracles, gobernaron durante veintidós generaciones hasta que llegó al trono el desdichado Candaules
28.
Estos reyes de Lidia hicieron la guerra y extendieron el imperio
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Además, se ordenó que todos los habitantes de Lidia hicieran un sacrificio ritual por el oráculo
30.
El de Lidia
31.
Por el camino los transeúntes se volteaban a mirar a la mujer, aturdidos por su andar provocativo y su aspecto de toreadora, demasiado atrevido aún en ese clima de colores brillantes y hembras de lidia
32.
Diego y don Suero, acompañados por cuatro criados y un paje, componían el grupo que habiendo salido de Benavente tres días antes pretendía llegar a Carrizo la tarde anterior al festejo con la finalidad de echar el ojo a los toros que habrían de lancear, pernoctar en la casa de su anfitrión y deudo de su padre, conocer al hijo de éste, que iba a ser su compañero de lidia, y pasear a la postre por la afamada feria de Carrizo de la Ribera
33.
Diego y don Suero montaban sus cabalgaduras de siempre, los criados y el paje tres buenos y resistentes animales para el camino, y el equipaje iba cargado a lomos de dos poderosas mulas de buen tranco y carácter tranquilo, pero lo que realmente llamaba la atención eran cuatro finas jacas árabes nerviosas y de preciosa estampa preparadas especialmente para la lidia de toros y que, sujetas por el bocado al arnés de los caballos de los servidores, braceaban y piafaban orgullosas, sabedoras de la admiración que despertaban en gentes poco acostumbradas a ver cabalgaduras de tan soberbia estampa
34.
Todo lo veía Diego de Cárdenas a través del ajustado postigo de una ventana del primer piso de una de las casas que daban a la plaza, y que su anfitrión le había asignado para vestirse y poder estar tranquilo y concentrado los momentos que precedían a la lidia de los toros
35.
—Deseando estar ahí abajo y empezar la lidia
36.
Era éste un animal magnífico, berrendo en negro zaino y abrochado de cuerna; cuando el pueblo distinguió la divisa, reconoció un hermano de otro toro que años atrás había dado mucho juego en la misma plaza32 y con el que se divirtieron sobremanera cuando, después de la lidia, el presidente autorizó que, en tanto los encargados desjarretaban al animal cortándole con las hoces los tendones de las patas, el pueblo entero podía descender al albero a tirarle, unos, infinidad de dardos mientras otros lo inmovilizaban sujetándolo por el rabo33
37.
Ya se comprende que con la compañía de Hillo en el fiero espectáculo aprendió Calpena, no sólo los terminachos, sino las reglas del toreo, adquiriendo el placer de la lidia
38.
Entre los accidentes restantes de la lidia ordinaria, el que más presente ha quedado
39.
En cualquier caso, la cuestión es: ¿quién es Gog? Con frecuencia se ha sugerido que Gog representa a Giges, fundador de la monarquía lidia, que vivió un siglo antes de Ezequiel
40.
El imperio estableció una alianza con el Egipto saíta y con la nación de Lidia en el Asia Menor, pero eso no sirvió de nada
41.
En el 546 aC, Persia aplastó a Lidia y Ciro dominó todo el Asia Menor
42.
«Floristerías Lidia», impreso a uno de los lados, una enorme furgoneta plateada, y un camión de catering de dos pisos
43.
Ya miles de hectáreas que podían ser fértiles yacen ociosas o son pasto para toros de lidia
44.
Agustina, inclinada junto a ella, aclarando el secreto, titubeante entre golpearla y maldecirla o curarla y perdonarla… El Coyote, lamiendo la sangre que se enterraba, y uno de los gallos de lidia, cantando inmotivadamente… ¿Qué sucedió en seguida…? Rostros sombríos, callar de catástrofe, fiebre intensa, la maledicencia del lugarejo husmeando y desfigurando lo sucedido
45.
–¡Jarameño!, que sea contrabarrera, de las que quedan cerca de los jueces de lidia…
46.
Ross, y no creía en el Evanol y el compuesto vegetal de Lidia E
47.
Encontré esa acción definitiva, pero la lidia de los toros estaba muy lejos de ser simple y me gustó tanto que me fue complicado emplearlo para escribir…
48.
Aníbal llegó con sus hombres a Lidia
49.
La lidia de toros y osos, común a comienzos del siglo, era ahora bastante rara; y sólo en los centros rurales se organizaban peleas de gallos
50.
Una tarde fue a los toros y antes de comenzar la función dirigiose maquinalmente al corral, donde esperaban ensillados los que habían de salir a la lidia
51.
Lidia dio instrucciones para que cogieran almohadas y cobertores mientras Atilio regresaba al patio a toda prisa
52.
El herradero o día del mareaje es la operación más ruidosa, polvorienta y desordenada de todas las que se relacionan con la lidia
53.
Estos toros proporcionan una lidia interesante, pero es necesario un conocimiento muy profundo de la lidia para apreciar el trabajo del espada
54.
Se conoce qué cuerno es el maestro cuando los banderilleros hacen correr al toro con la capa, al comienzo de la lidia, pero a veces puede también conocerse de otra manera
55.
Toda la lidia está fundada en la bravura del toro, en su simplicidad y en su falta de experiencia
56.
Hay varios modos de lidiar a los toros perezosos, a los toros experimentados y a los toros inteligentes; pero el principio de la lidia, la lidia ideal, supone en el toro bravura y un cerebro virgen de todo trabajo anterior en el redondel
57.
Un toro cobarde es difícil de lidiar, porque se niega a embestir a los picadores más de una vez si ha recibido el castigo; de manera que su velocidad no ha sido frenada por los puyazos que debía haber recibido y por el esfuerzo que hubiera tenido que hacer para replicar, y, en consecuencia, el plan regular de la lidia no puede seguirse, ya que el toro llega intacto y en plena posesión de su velocidad al tercer tercio de la lucha, cuando, en realidad, debiera haber llegado con un ritmo moderado
58.
El toro cobarde trastorna el orden de la lidia, porque viola las reglas de los tres estadios que un toro debe pasar en su encuentro con el torero, los tres estadios que han establecido el orden de la fiesta brava
59.
Aparte de los estadios físicos y mentales por que atraviesa el toro sobre la arena, cada toro en particular cambia de moral durante la lidia
60.
Es un lugar que se fija el toro en el curso de la lidia, y en donde hace «su hogar»
61.
Ordinariamente la cosa no se le aparece de golpe; pero va precisándose en su cerebro a medida que la lidia progresa
62.
Estos pases pueden ser muy brillantes; el torero se mantiene firme, con los pies juntos y parece que no concede ninguna importancia a la embestida del toro; le deja que se lance con toda su mole hacia él, sin hacer el más ligero movimiento de retroceso y los cuernos pasan algunas veces a una fracción de pulgada de su pecho; pero, para las personas que conocen la lidia, estos pases no tienen más valor que el de trucos hábiles
63.
Es el toro el que determina la dirección, la velocidad y el objetivo, de manera que para el verdadero aficionado todo ello carece de valor, ya que en la verdadera lidia, que nada tiene que ver con la corrida de circo, es el hombre quien debe forzar al toro a embestir como al torero le place, haciéndole describir más bien curvas que líneas rectas; es él quien debe fijar su dirección, y no aprovecharse simplemente de las embestidas del toro cuando pasa cerca de él para hacer filigranas
64.
Los españoles dicen: torear es parar, templar y mandar; es decir, que en la verdadera corrida el matador tiene que permanecer tranquilo, tiene que regular la velocidad del toro con el movimiento de las muñecas y de los brazos que sostienen la tela, y dominar y dirigir la lidia
65.
Cualquiera otra manera de combatir o de dar pases esculturales en el trayecto natural del toro, por brillantes que resulten, están fuera de la verdadera lidia, porque entonces es el animal el que manda, y no el torero
66.
La lidia ganaría mucho si estas viejas y sabias reliquias paternales, con las articulaciones anquilosadas, no estuviesen autorizadas para poner banderillas, sino que estuvieran en la cuadrilla solamente para un capotazo oportuno y por su bagaje de conocimientos
67.
Están divididos en tres categorías, según la cantidad que perciben por la lidia, pero hay más banderilleros que ocasiones de torear, y un matador puede conseguirlos al precio que se le antoje, si es lo suficientemente miserable, haciéndoles firmar un recibo por una cantidad igual a una parte de lo que tienen que cobrar, de manera que pueda retenerles esa suma en el momento de pagarles
68.
«El Gallo» era demasiado gran artista y demasiado sensible para ser un torero completo; de manera que, poco a poco, fue evitando en lo posible todo lo que en la lidia representara la muerte o pudiera conducirle a ella, la muerte del hombre o la del toro, pero particularmente la del hombre, y desarrolló así una manera de bregar con el toro, en la que la gracia, lo pintoresco y la belleza de movimientos reemplazaban y evitaban el peligroso clasicismo de la corrida, tal y como él la había encontrado
69.
Pero con este conocimiento y esta confianza eran hermosos de ver, y el «Gallo» encontraba satisfacción haciéndolos, aunque fueran siempre la negación de la verdadera lidia
70.
Los toreros en boga han elaborado una manera fácil y falsificada de matar, que ha desposeído de toda emoción, salvo la del desencanto, a lo que debiera ser el punto culminante y emotivo de la lidia
71.
Pocos son los toros que en estos tiempos llegan hasta el fin de la lidia en buenas condiciones para ser recibidos; pero hay todavía menos toreros para recibirlos
72.
En la lidia con el capote, la primera cornada será de ordinario en la pierna o en el muslo; dónde será la segunda, si el toro hace pasar al hombre de un cuerno a otro, es cuestión de suerte
73.
Pero los toros de lidia son producto de numerosas generaciones y de selecciones cuidadosas, como los caballos de carreras, y cuando se envía una casta al matadero, esa casta se acaba
74.
De pronto entraron en su conciencia las imágenes aterradoras de Lidia y la nena viajando en el tren de Banfield y el descarrilamiento de los vagones en Constitución
75.
y el que mejor lidia de todos los que
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, cuando un oráculo aconsejó a Creso, rey de Lidia, que buscase en «la más poderosa de las ciudades griegas» un aliado en la guerra que se avizoraba contra los persas, éste no dudó en acercarse a Esparta
77.
Por ejemplo, cuando se enfrentaba a la amenaza creciente de Persia, Creso había necesitado orientación divina y había enviado mensajeros a todos los oráculos del mundo con instrucciones de preguntar, en un día concreto, lo que su amo estaba haciendo en casa, en Lidia
78.
Desde aquel momento, el rey de Lidia se convertiría en el patrocinador más generoso del templo, enviando ofrendas incomparables de oro, recipientes, lingotes y estatuas de leones, que se iban a sumar a los tesoros que ya se amontonaban en las sombras del templo
79.
A cambio de aquellos regalos, Apolo le daría consejos de política exterior a Creso; por ejemplo, fue gracias a la sugerencia del dios que el rey de Lidia formó su alianza con los espartanos
80.
A bordo se encontraba el ayo de los hijos de Temístocles, un esclavo de confianza llamado Sicino que, al venir su nombre de Frigia, una satrapía al este de Lidia, posiblemente hablara un poco de persa
81.
La masa de tierra está dividida en siete continentes próximos: Frigia, Umbría, Lusitania, Escitia, Etruria, Lidia y Licia, con una configuración que recuerda los pétalos de una flor
82.
Si el oráculo de Delfos disponía de agentes e informadores en todas partes, sólo hacía falta que los sacerdotes fueran lo bastante hábiles para retener la delegación lidia ocho días más: tiempo suficiente para que un explorador se informara sobre el teatral hacer de Creso, y transmitir esta información a Delfos
83.
Creso se lo podía permitir porque, de un lado, casi toda la parte occidental de Asia Menor, a excepción de los licios y los cilicios, le había de pagar tributo, y por otro, porque las minas de Lidia y del río Pactolo producían ingentes cantidades de oro
84.
Ya se iba, recuperado el andar de lidia, cuando se volvió quiso dejar alguna luz en el ambiente
85.
En la lidia, desviar del cuerpo al toro con la capa, pasándola con limpieza por encima de este
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La que usan los toreros en el traje de lidia
87.
, el toro de lidia
88.
Ejecutar las diversas suertes de la lidia
89.
Calzón que forma parte del traje usado en la lidia por los toreros
90.
Cada una de las tres partes en que se considera dividida la lidia de toros
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Esbirro y toro de lidia
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—Aquí —repitió Lidia, y sus ojos gotearon sangre—
93.
Al principio había creído que eran sueños, como los de Lidia, pero comenzaba a relacionarlos con experiencias de una vida remota, aunque cierta
94.
—Lo único que sé es que ése era el lugar con el que soñé, y Lidia se refería a él cuando me dijo: «El paciente de la habitación número trece lo sabe»
95.
Karenin aplicaba el apelativo de «samovar» a la condesa Lidia Ivanovna, por su constante estado de vehemencia y agitación
96.
Lidia era una antigua amiga de su marido y el centro de aquel círculo social que, por las relaciones de su esposo, Ana se veía obligada a frecuentar
97.
La condesa Lidia Ivanovna había aludido con frecuencia a aquel medio como única salida de la situación en que se encontraba
98.
En sus amigas, empezando por la condesa Lidia Ivanovna, Karenin no pensó siquiera
99.
El recuerdo de su mujer, tan culpable ante él, y ante la que se había conducido como un santo, como con razón decía Lidia Ivanovna, no habría debido turbarle, pero, a pesar de todo, no se sentía tranquilo, no comprendía el libro que estaba leyendo, no podía alejar de sí la evocación torturadora de sus relaciones con ella, de las faltas que con respecto a Ana le parecía haber cometido