1.
limita el control que se puede hacer de las mismas) y el
2.
- A diferencia del sistema de gobierno presidencial -para nombrar la antítesis-, el sistema parlamentario limita la legitimación democrática autónoma, sino derivada, transferida
3.
4 El cambio se concentró en el Valle Central, motivo por el cual el estudio se limita, espacialmente, a tal región
4.
Un ejemplo de una historia es "Estoy arruinado", la cual limita y
5.
se limita á una sección más ó menosdelgada, que es lo que
6.
acción se limita, lo mismo que susrelaciones, hasta el instante en
7.
Suexistencia se limita á un determinado espacio de tiempo; y conforme áesta determinacion es preciso
8.
tratándose de los entendimientos creados;pero esta identidad se limita á un órden puramente ideal, y
9.
En este sentido,es tanta verdad lo que he dicho de que la mecánica se limita áconsideraciones sobre la extension, que todos sus teoremas y problemaslos reduce á expresiones geométricas: siendo de notar que aun la idea detiempo, está expresada tambien por líneas
10.
que es hacernos distinguir aquello que limita
11.
Esto limita sobre manera
12.
los seres, no se limita á percibir los que tieneen su alrededor y que forman como la atmósfera en
13.
] La opinion de Kant que limita la idea de la realidad y de lanegacion al órden puramente
14.
¿Y por qué? porque su primeracto reflexivo se limita á la idea
15.
] De esta suerte, la demostracion de la simplicidad de losseres pensantes no se limita á los
16.
relaciones con que el yo se concibe como no yo encuanto se limita; pero tanto el yo como el no
17.
La representación no se limita a ofrecer al pueblo un trasunto de lapasión y muerte de Cristo y
18.
Avanzando por lo alto del cerro que limita las minas del lado dePoniente, habían llegado a
19.
625 km2; limita con los partidos de Mercedes,
20.
varios telares de lana, y se hacen telas de lino; pero elinterés manufacturero se limita, con todo, a
21.
y la facilidad con que se limita ápaliativos en una multitud de males que se ha
22.
espasmódicas de los maséteros, odontalgia quese limita á una sensacion de
23.
afeccion se limita á los tejidos blancos quecubren la articulacion
24.
delirio no se halle en losefectos de la árnica; la escitacion del cerebro se limita á
25.
limita á perturbar y á producir una sedacion quees la opresion de la vitalidad, en lugar
26.
Con la 3 D, habrá que coger el toro por los cuernos paraimpedir que el proyecto se limita a una simple proeza técnica, y dejarprioridad al relato
27.
El convento abre sus muros en una espaciosaplaza, que limita la muralla
28.
Es muy simple: uno comienza cooperando y en cada ronda subsiguiente se limita a hacer lo que hizo su oponente la última vez
29.
Habla con el Rey y con Fernández Campo, y a los dos les reitera las razones de Armada, pero los dos vuelven a rechazarlas; luego Armada se pone al teléfono y habla con Fernández Campo, que le dice otra vez que lo que propone es un disparate, y después con el Rey, que por toda respuesta se limita a preguntarle si se ha vuelto loco
30.
El hombre (flaco y alto y moreno, con un pañuelo blanco sobresaliendo del bolsillo de su americana oscura) se sienta en el lugar indicado y a continuación Suárez y él inician un diálogo que se prolonga sin apenas interrupciones durante los próximos minutos; la palabra diálogo es excesiva: Suárez se limita a escuchar las palabras del recién llegado y a intercalar de vez en cuando comentarios o preguntas, o lo que la vista interpreta como comentarios o preguntas
31.
Con el paso del tiempo, la Per-a'a fue perdiendo su poder en beneficio de los diferentes sepat, el poderío de la tierra de Jemet se quebró y un pueblo de brutales invasores, a los que denominamos hyksos, consiguió establecerse en la zona del país que limita con el Wad-wer
32.
–Quiero tu aprobación -se limita a decir-
33.
Su visión se limita a un solo intento
34.
Eso limita el campo considerablemente
35.
Un don Juan tiene que ocultar en el misterio la satisfacción de su dicha, y cuando la hace pública, se limita a recibir incienso de una pequeña corte de aduladores vulgares, que son al gran libertino lo que los lebreles son al cazador; es decir, que sólo lamen la mano para obtener los restos de la presa
36.
La de Rosalía, como la de cuantas se hallan en su caso, se limita a dos fechas: la de su nacimiento y la de su muerte
37.
Lo malo es que ese irse a dormir no es ya un simple irse a dormir sola en su cama, sino un ir a compartir la enrarecida cama de Juan Campos, que, visto ahora de cerca, no da la impresión de dormir nunca, y que una vez dentro de la cama se limita a cerrar engañosamente los párpados, y a permanecer completamente inmóvil con las manos cruzadas sobre el pecho justo hasta el instante en que Angélica que ha ido quedándose traspuesta se sumerge de un saltito en la primera oleada grande de su primer buen sueño
38.
O quizá sea mejor todavía que vayas hoy mismo, sin pérdida de tiempo, al sitio en que encontró su flecha, cerca de la línea de rocas que limita la llanura por Oriente
39.
La ambición de estos hombres raquíticos y de cortas luces se limita, como ves, a la vanidad de ser ministros, sin otros fines que darse tono, repartir empleos, y que la señora y los niños paseen en coche galonado
40.
Pero la herencia no se limita a eso
41.
La especialización entonces se limita a un solo sector como la psicoterapia, por ejemplo
42.
O bien le pone intención al saludo, y junto con la sonrisa y el gesto piensa: “TE DOY SALUD”, o dice mentalmente: “SALUDO A TU CRISTO INTERIOR”, y no se limita únicamente a los amigos y los familiares
43.
En el asalto con los ingleses se limita a desarmar al barón
44.
Éstas tienen la base en forma de plano inclinado, con una estructura de ruedas sobre plataforma de carriles que limita el retroceso del disparo
45.
Pero lo que más llama la atención es que su propietario no se limita a marcar, como hacen los vecinos de la ciudad, los puntos de caída de las bombas
46.
Ningún otro número puede ser solución si usted se limita a los números positivos
47.
–Con el tiempo, una se limita a tomar una decisión y seguir adelante
48.
El parecido no se limita a lo expuesto
49.
En el edificio sólo hay un vigilante que se limita a estar en la recepción toda la noche
50.
Jerusalén limita al oeste con el valle de Cedrón, que ahora está seco, pero que en tiempos bíblicos era el lecho de un torrente, el Cedrón, que corría hacia el sur, al mar Muerto
51.
La N-C se limita a decir: «en Endor hay una pitonisa» (N
52.
Por desgracia, también cuanto mayor sea la corriente, tanto mayor será el calor generado en circunstancias ordinarias, lo cual limita considerablemente las posibilidades de tal aplicación
53.
–Pero creo que su intervención se limita a lo que le he dicho
54.
La computadora se limita a tomar un número finito de datos y realizar sobre ellos un número finito de operaciones
55.
Se limita a asentir con la cabeza, y yo clavo los ojos en el suelo
56.
Se limita a suministrar el transporte
57.
El informe se limita a los hechos conocidos y verificables y no intenta ir más allá de este límite
58.
--El señor Schreck está al tanto de sus tarifas habituales, y señala que la oferta no se limita exclusivamente a una suma de dinero
59.
–Supongo que si una persona entra en una mina y explota la dinamita, la gente se limita a creer que eso es lo que la mató
60.
La acción del gobierno se limita a patrullas de policía
61.
—Se limita a esperar a que alguien plantee la cuestión, eso es todo
62.
Pero ¿qué implica ese supuesto tratamiento? Por lo que he visto se limita a una bala en la nuca
63.
Actualmente, algunos transfieren el teorema desde el Álgebra (que se limita a procesos que pueden ser
64.
El examen no se limita a sancionar un aprendizaje; es uno de sus factores permanentes, subyacentes, según un ritual de poder constantemente prorrogado
65.
El animal humano no se limita a una dieta exclusiva de cualquier emoción: miedo, felicidad, horror, angustia o alegría
66.
Es razonable suponer que en circunstancias aterrorizantes un animal limita su comportamiento a las pautas de lucha o de fuga que conoce
67.
Se limita a enderezar el cuerpo y en esa posición permanece unos segundos, muy callado, tiempo con el que, aparentemente, pretende que Néstor tome conciencia de la situación en que se halla
68.
Básicamente, la afirmación de que algunas predicciones sobre el medio ambiente demuestran ser erróneas se limita a ser una queja por las falsas alarmas
69.
Y parece que la comunicación feromónica de las células se limita a esta única sustancia
70.
Describiendo lo que lo limita
71.
Nuestra fantasía está acostumbrada a internarse en él, y desde la serie de televisión Holocausto y películas como La decisión de Sophie y especialmente La lista de Schindler, no sólo se mueve en su interior, no se limita a percibir, sino que ha empezado a añadir y decorar por su cuenta
72.
–¿La mata y se limita a dejar el cuerpo detrás de su propia casa? – preguntó Stride
73.
Se limita a hacer un pequeño respiro, un pequeño jadeo, un pequeño intento y vuelve en seguida al océano, a Cuidados Intensivos tocando su banjo y cantando baladas sobre sus alegres momentos en la tierra
74.
De vez en cuando nace uno, como Charles, que tiene un don, pero la gran mayoría se limita a la propia transformación y a unos cuantos trucos para mantenerse ocultos
75.
–Creo que acabará antes con el peligro de esa revolución si se limita a…
76.
Pero en mi opinión, esto es un híbrido que se limita a preparar a individuos para tareas que dentro de unos años no existirán
77.
No le han conmovido ni las amenazas, ni las torturas, ni los halagos, y se limita a contestar a nuestros interrogatorios que cuando quiera que Parthak muera, ahora o dentro de mil años, ningún hombre podrá decir con razón: «Un traidor se ha ido al desierto
78.
Se limita a insinuar que las valoraciones son incorrectas
79.
El director general se limita a mirarlo a los ojos
80.
Se le han pasado las ganas de adoctrinarme y ahora se limita a observarme en silencio
81.
—Lo dijo sin dejar traslucir ironía o desprecio, como quien se limita a describir un hecho objetivo
82.
Se instalan en la terraza y, mientras comen, su conversación se limita a comentarios esporádicos sobre la calidad de la comida, el aire nocturno o el perfume de las flores
83.
La realidad es que la enfermedad limita en cierto modo su radio de acción, y el diletante del amor se ve generalmente obligado a recorrer enormes distancias
84.
Virlomi está muerta y Aquiles se limita a esperar para anunciarlo, para hacernos sufrir a todos con la duda
85.
Trabajan para una buena empresa, registrada en Holanda, y su única responsabilidad se limita al avión
86.
Jesús, le mandas una descarga de perdigones y él se limita a revolotear por encima, esquivándola
87.
Eso limita considerablemente las opciones posibles
88.
Cuando él se encuentra bien dispuesto, en lugar de hacerle veinte preguntas o de exigirle que hable, ella podría comunicarle que lo aprecia incluso cuando él se limita a escuchar
89.
Se interrumpen las funciones metabólicas normales de la célula, y se limita a producir virus
90.
[la] vida [del judío] sólo se limita a esta tierra, y su espíritu es tan ajeno al cristianismo verdadero como lo fue su naturaleza dos mil años antes del gran fundador de la nueva doctrina
91.
Le alivia reconocer los pasos de la enfermera, que se limita a empujar al visitante hacia el pasillo dándole unos golpecitos en el hombro como se le palmea el lomo a un perro ya viejo
92.
Pasa el interno en el momento en que le están aseando, y se limita a auscultarle rápidamente, con mirada y expresión ausentes
93.
Creemos que, al liberar el cuerpo de la ropa que lo limita, se da el primer paso hacia el rompimiento de las cadenas convencionales y represivas que atan al espíritu e impiden un acercamiento a los demás
94.
La primera etapa es la discriminación: el Estado limita las áreas en las que los judíos pueden vivir, la elección de profesión, su acceso a posiciones importantes y el derecho a matricularse en las universidades y obtener títulos académicos, grados, etcétera
95.
El propio Roloff, en efecto, se limita a concluir que el Papa sabía de antemano que el príncipe de Orange iba a invadir Inglaterra, y que no hizo nada por impedirlo
96.
¿Tiene que repetirse, cada vez que esto sucede, que no es más que una ilusión causada por el polvo suspendido en la atmósfera y la luz refractada por el mar, o se limita a gozar sencillamente de la belleza del espectáculo? ¿No ve usted visiones?
97.
La paternidad no se limita a los apuestos, los inteligentes, los nobles ni los dominantes, en tanto que casi todo el mundo termina por casarse y los hijos «aparecen» como consecuencia
98.
El tiempo cíclico domina ya en la experiencia de los pueblos nómadas, porque se reencuentran ante las mismas condiciones en cada momento de su travesía: Hegel señala que "la errancia de los nómadas es solamente formal, puesto que se limita a espacios uniformes"
99.
Siempre que usted hace esto, se limita a las condiciones superficiales, y se convierte en una bestia de carga para los que piensan; los que reconocen su poder; los que saben que a menos que estemos dispuestos a pensar, tendremos que trabajar, y cuanto menos pensemos, más tendremos que trabajar, y conseguiremos menos por nuestro trabajo
1.
Vuck se limitaba a ofrecer el aspecto de una concentración profunda
2.
El pueblo se limitaba a ver pasar el cortejo integrado por los funcionarios del Estado y los militares que, ufanos, lucían sus condecoraciones, bajo los arcos de triunfo adornados con abundantes gajos de laurel, sin prorrumpir en las espontáneas aclamaciones de otros tiempos
3.
En la zona 6 frontera, que limitaba con el cuadrante 3, los escarabajos también pasaban por la transformación
4.
expresión externa era confusa y se limitaba a larepetición de la
5.
Me limitaba a decirque, según
6.
limitaba á capitanear las huestes quese encaminaban al combate
7.
Guadalupe huía de la ostentación en los días ordinarios y se limitaba állevar simplemente
8.
corta indecisión, movía bondadosamente lacola y se limitaba a husmear los
9.
Convenía ocultar el suceso, y esto es lo que limitaba la cólera de doñaBernarda en
10.
Había, sin embargo, entrenosotras no poco que limitaba la expansión
11.
El mozo era de los de caballería y no se limitaba a entrar
12.
limitaba la gran viña por estelado
13.
Pero su odio sólo se limitaba a los mayores, a los que le
14.
Ahora la familia estaba en sus comienzos, porser los padres todavía jóvenes, y se limitaba á ocupar cuatrocamarotes en los buques y cinco cuartos con salón común en loshoteles
15.
limitaba el murallón divisó a su abuelo que avanzabaen dirección de los Pazos; sin duda, con su
16.
Ahora el muchacho se limitaba á ignorar su existencia,
17.
El se limitaba á ser una justificación
18.
Reían los presentes, y el contratista se limitaba a encoger los hombros
19.
del pecado de gula; pues sucomida se limitaba a sota, caballo y
20.
bien se limitaba á emplearle al esterior
21.
La imagen que yo tenía de él era la de un padre que se limitaba a observarlo todo en silencio, y verlo hablando no encajaba con esa imagen
22.
Sentado frente a él, Morath guardaba silencio y se limitaba a observar al niño con fijeza
23.
Se limitaba a sentarse y hablar, describiendo con notable claridad de lenguaje, que parecía increíble en un extranjero, las diversiones que él mismo había presenciado
24.
La emisión se limitaba a tres minutos para eludir la detección por "triangulación goniométrica" que ponían en marcha los equipos rastreadores
25.
Los otros invitados habían aprovechado la ausencia de la Reina, y se habían tumbado a la sombra, pero, en cuanto la vieron, se apresuraron a volver al juego, mientras la Reina se limitaba a señalar que un segundo de retraso les costaría la vida
26.
El mérito correspondió por entero a su fundador: Cortina mandó durante cuatro años la AOME gozando de una casi completa autonomía; su solo vínculo jerárquico con el CESID era Calderón, quien no supervisaba la unidad sino que en la práctica se limitaba a solicitar de ella, a petición de las distintas divisiones del centro, informaciones que luego el comandante se ocupaba de obtener sin rendir cuentas a nadie de su forma de obtenerlas
27.
—Usted se limitaba a formular las preguntas y a tomar nota de las contestaciones, ¿no es eso?
28.
De la misma manera, en el capítulo de las religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos aquellos que lo deseaban
29.
La respuesta que siempre le habían dado a tales preguntas se limitaba a la indiscutible afirmación de que los incas eran el pueblo elegido por los dioses, y que la mejor prueba de ello estaba en que les había sido concedido un dios-Emperador para que los gobernara
30.
Cuando le pregunté la razón por la que no se limitaba a meter la «mercancía» en el magnífico escondite que habían descubierto para recogerla luego en el puerto sin tener que arriesgar tantas vidas, me aclaró que lo hicieron así hasta que perdieron dos envíos
31.
Algunas veces, dominado por el miedo, se limitaba a deslizar la carta bajo la puerta
32.
En lugar de firmar penas de muerte, el líder se limitaba a señalar sus intenciones, tras lo cual siempre surgía alguien dispuesto a ejecutar el tormento e improvisar los detalles más sangrientos
33.
Huáscar se limitaba a actuar según las normas heredadas de sus antepasados, sin que aparentemente se complaciera en el hecho de presenciar la agonía de sus victimas
34.
Cada vez que ocurría, me limitaba a escabullirme fuera del alcance de las temblorosas manos o rodillas que lo habían provocado
35.
Su horizonte se limitaba a un gran patio de altos muros, un pedazo de cielo gris durante el día y miríadas de estrellas en la noche, y en las escasas ocasiones en que había tenido ocasión de hablar con Calla Huasi éste no pudo o no quiso proporcionarle ninguna información sobre la ciudad
36.
Por lo general, se limitaba a resumir las novedades que las diferentes asociaciones habían presentado a lo largo de la semana, y dejaba que otros miembros del consejo las leyeran por megafonía
37.
El método empleado por el señor Cayley para cambiar ideas, por lo que juzgaba Tuppence, se limitaba simplemente a recitar sus propios alifafes y síntomas, y el intercambio consistía en la mucha o poca simpatía con que sus oyentes atendieran la enumeración de aquéllos
38.
No sé por qué, tuve la impresión de que no se limitaba a pensar en el tiempo
39.
El jardinero que contrataron se limitaba a hacer lo que ellos le indicaban
40.
La noche antes de la llegada al pueblo, los sueños de Eragon fueron especialmente reales: vio a Garrow y a Roran en casa, sentados en la cocina destruida, que le pedían ayuda para reconstruir la granja, pero él sólo se limitaba a hacer un gesto negativo al tiempo que sentía una punzada de dolor en el corazón
41.
Por el camino Eragon lo acosó a preguntas, pero Orik se limitaba a contestar:
42.
Me sentaba a su lado a vigilarlos, sin comprender su pasión por ese discreto tesoro, pues no tenía ocasión de lucirlo, no recibía visitas, no viajaba con Riad Halabí ni paseaba por las calles de Agua Santa, sino que se limitaba a imaginar el regreso a su país, donde provocaría envidia con aquellos lujos, justificando así los años perdidos en tan remota región del mundo
43.
Durante el resto de la sesión se limitaba a mirar el reloj y tal vez a leer un libro o hacer un crucigrama
44.
Todas las tardes, en su rato de asueto, se iba a un punto que limitaba el jardín con el huerto y que por su altura permitía divisar el mundo que se abría tras el muro circundante de San Benito; desde allí, la niña dejaba que su mente golondrina volara mucho más alto y mucho más lejos y se preguntaba qué habría más allá del hayedo, a dónde iría a parar la cinta de plata del arroyo que atravesando el huerto se perdía en la lejanía para desembocar en el afluente que a su vez lo hacía en el Órbigo
45.
Al principio, el largo ejercicio de la democracia lo limitaba en su capacidad para poner trampas al gobierno, pero pronto abandonó la idea de jorobarlo dentro de la ley y aceptó el hecho de que la única forma de vencerlo era empleando los recursos prohibidos
46.
Otro argumento que esgrimió el arcediano y que le sirvió en sus escritos de plataforma legal y excusa para desobedecer al monarca y a la vez justificar sus acciones, fue que él se limitaba a sostener en sus prédicas lo mismo que el papa legitimaba, y que eran las actitudes que coadyuvaban a justificar los entusiasmos de aquellos que querían destruir el judaísmo
47.
Nunca lo dije en voz alta, pero mientras Mai se indignaba, yo me limitaba a pensar que estaban exagerando, y la sospecha de que tal vez me estuviera perdiendo algo no era suficiente para desarmar el imaginario lápiz rojo con el que dividía por la mitad, de entrada, la cifra de los dolores, de las espinas, de los vacíos, de las lágrimas, de la exaltación, de las babas, de la felicidad, del placer de las vidas ajenas
48.
Esto le sucedió a Luisa Roldán, casada con Luis Antonio de los Arcos, un escultor mediocre, muy inferior a ella, y que se limitaba a colorear y a estofar lo que su mujer esculpía, pero que era el encargado de cerrar los acuerdos con las iglesias, conventos o particulares que encargaban obras a Luisa Roldán
49.
Marta tenía los ojos arrasados en lágrimas y, sin nada decir, se limitaba a tener la mano diestra de su padre entre las suyas
50.
Lopipàro, un cuarentón enjuto y huraño, tuvo inmediatamente especial empeño en señalar que no era cobrador sino conductor con funciones de cobrador, puesto que los billetes se vendían en los estancos y él se limitaba a recogerlos a bordo del autocar
51.
De vez en cuando se acercaban al olmo delegaciones de hombres cubiertos de barro, a rogar a Strange que detuviera aquel diluvio, pero él se limitaba a negar con la cabeza diciendo:
52.
La longitud del tubo de respiración limitaba la inmersión a veinticinco pies, pero en aquellas aguas tan poco profundas no suponía un problema importante
53.
Los intentos de Terborgh por entablar una conversación sobre la peculiar colección fueron ignorados por completo y, mientras él y su asistente fotografiaban las pinturas, Vis padre se limitaba a observarlos sin decir palabra
54.
Demasiado denso y abstracto, pero él se limitaba a escuchar las sílabas, hasta que le quitó la revista de las manos con impaciencia
55.
Pareció eternizarse en sus gritos y voces a Ahmed que se limitaba a permanecer en pie, vigilando la puerta, sin prestarle ayuda, mientras los pasos se iban acercando cada vez más
56.
No se trataba tan sólo de un movimiento entre España y el frente; en muchos casos el movimiento se limitaba a la distancia entre el frente y los Países Bálticos o Alemania
57.
Phoebe se limitaba a sonreír
58.
El señor Delmont en modo alguno limitaba sus atenciones a su amiga; sus costumbres eran erráticas, y sus inclinaciones francamente eróticas
59.
En contra de una encarnizada oposición, aprobó una ley agraria que limitaba la extensión de tierra pública que una persona podía arrendar o poseer a 500 iugera (con 250 iugera más por hijo) y creó una comisión para repartir el exceso de tierras, consecuencia de esta limitación, entre los pobres de Roma
60.
, sin que se hubiera llevado a cabo con éxito el programa, Tiberio Graco transgredió otra costumbre establecida, aquella que limitaba a una sola vez el desempeño del cargo de tribuno de la plebe, y se presentó a una segunda elección
61.
Limitaba al norte con el Tíber, al sur con un punto que se internaba hasta Circei y al este con las tierras de los sabinos y los marsos
62.
Por el norte limitaba con Moesia y se extendía por las vastas altiplanicies por las que discurrían el Morava, el Axius, el Strymon y el Nestus; por el sur limitaba con la Tesalia griega
63.
Más allá del Nestus, limitaba con Tracia y seguía por una estrecha franja costera del Egeo hasta el Helesponto
64.
En tiempos de Cayo Mario, su cometido se limitaba a la administración de justicia; iba por toda Italia y a veces fuera de ella
65.
Región del norte de Grecia, que limitaba a occidente con las abruptas montañas del Epiro y a oriente con el mar Egeo
66.
Excluido de la conversación, Pablo se limitaba a girar los ojos para mirarlos cuando hablaban
67.
Limitaba al norte con el Tíber, al sur con un punto que se internaba desde el puerto de Circei hasta el interior y al este con las tierras de los sabinos y los marsos
68.
Tampoco es ningún secreto que la CIA no se limitaba a observar en Venezuela y que sus intentos de injerencia en la política venezolana habían sido tan enérgicos como antes lo habían sido en El Salvador, Panamá o Nicaragua
69.
Así que me limitaba a callar y tomar apuntes, como siempre
70.
Y aquel pobre diablo, que soñaba con un país regido por la sharia desde las selvas guajiras del Zulia, que no hablaba árabe y cuyo ejército de muyahidín se limitaba a un puñado de indígenas conversos y a unos frikis cibernautas, fue transformado por la prensa en un mártir del yihad, que había intentado poner una «bomba» en la embajada yanqui
71.
En tiempos de Mario y Sila, su cometido se limitaba a la administración de la justicia; iba por toda Italia y a veces fuera de ella
72.
La Junta Suprema limitaba a los asociados el uso del vino, y prohibía en absoluto el aguardiente
73.
La verdad es que acababa de ver algo que me llenó de sorpresa y que a la vez limitaba enormemente el campo de nuestra pesquisa
74.
Una tapia destruida a trozos limitaba el campo a lo largo de la carretera de Madrid a Irún
75.
La chica comprendió que el doctor Harper se limitaba a buscar una conversación liviana, pero no le importó
76.
Por lo demás se limitaba a mirar a Corso igual que quien espera que otro descubra las cartas; tan afectada por todo aquello como podía estarlo un trozo de solomillo crudo
77.
Se limitaba a comprobar minuciosamente el resultado; la suma por la que él y su gente se jugaban la vida hacinados en los estrechos límites de la balandra: viento, olas y enemigos fuera, promiscuidad, olores y humedad dentro, con una pequeña cabina a popa para el capitán, una camareta con literas separadas por una cortina para teniente, contramaestre y escribano, coys de lona compartidos por el resto de la tripulación según los cuartos de guardia, nula protección del viento y el mar en la cubierta rasa y oscilante, fortuna de mar y guerra sin poder descuidarse nunca, según el viejo dicho marino: «Una mano para ti y otra para el rey»
78.
Atravesaron el área de huéspedes y descubrieron que el problema se limitaba sólo a la primera parte
79.
Empezó leyendo los índices de los libros, ya que aquello limitaba notablemente el trabajo
80.
Basta se limitaba a apuntar a Resa y a Mo con la escopeta en silencio
81.
Yo, por ejemplo, me limitaba a visitar las galerías comerciales y los restaurantes del West End, menos cuando trabajaba
82.
La enorme olla de acero y el olor eran terribles, y por lo general yo limitaba esta actividad a las noches y fines de semana en que era poco probable que recibiéramos visitas
83.
Lavoisier, como decimos, no se limitaba a observar la combustión de una sustancia y examinar las cenizas residuales; ni a observar solamente la oxidación de los metales y examinar la herrumbre, esa sustancia escamosa y pulverulenta que se formaba en la superficie
84.
Al parecer lo era, porque sus hijos le sucedieron en el poder, que una vez más se limitaba a Manasés, porque en esta parte del libro de los Jueces sólo se mencionan lugares de Manasés
85.
La Constitución limitaba los poderes del rey y otorgaba la representación del Estado a un Parlamento, sin privilegios para la Iglesia o la aristocracia, las dos columnas del antiguo régimen en las que se apoyaba la monarquía
86.
Los benedictinos, por ejemplo, estaban sometidos a una regla que limitaba el consumo de carne, pero ellos alegaban que el monje que se ha practicado una sangría es un convaleciente y, por lo tanto, no está obligado a someterse a la regla común
87.
La gente más humilde, que no tenía posibles para tomarlo puro, se limitaba a aromatizar con él las gachas de maíz que constituían el alimento básico
88.
Al parecer, era ambición de los tolomeos reunir en Alejandría todo el conocimiento de la época, y este propósito no se limitaba al conocimiento griego
89.
Para hacer todavía más complicado el juego de contracorrientes, poco después del afluente la cordillera meridional que limitaba la orilla derecha del río se retorcía en una extraña curva
90.
El primer motivo derivaba de la educación recibida: se le había inculcado la idea de que nadie regresaba del mundo subterráneo, y él se limitaba a admitirlo
91.
Mi información se limitaba a los artículos que había logrado encontrar, y esas ocho bien podrían haber sido veinte, o quizá más
92.
¿Por qué la organización no se limitaba a coger su dichoso dinero y la dejaba en paz? Se lo devolvería al instante si a cambio pudiera recuperar su vida
93.
Su relación con el personal de la casa se limitaba a breves órdenes y con su hijo se había cortado casi por completo
94.
Ahora se limitaba coser en casa, siempre atenta a los vendavales que estaba recorriendo la ciudad
95.
Sayuri les explicó cuáles eran los lugares correctos para colocarlas y de vez en cuando corregía algún error, pero básicamente se limitaba a decirles que tuvieran cuidado
96.
La gente que bajaba no nos prestó especial atención, se limitaba a apartarse a un lado para dejarnos paso, y me di cuenta de que en la Estación Central no era nada extraño ver gente bajar o subir corriendo por las escaleras
97.
Esmeralda, por su parte, se limitaba a escucharla y estudiarla para luego elaborar un informe acertado para Lorenzo, que le había pedido que concurriera a la casa de la Santísima Trinidad para interiorizarse del estado de su dueña
98.
Cuando Billy bajó del Explorer, su disfraz se limitaba a una gorra azul de béisbol
99.
Excepto Gillian, que estaba trabajando de verdad, el resto se limitaba a hacer los movimientos necesarios para simular una perfecta respetabilidad
1.
limitaban al proyecto de montar una empresa de construcción
2.
Quienes hablaban por la radio todavía no se habían enterado de nada, se limitaban a
3.
Estas observaciones no se limitaban al laboratorio
4.
Mientras tanto, los concurrentes se limitaban á hacer suposicionessobre la fecha en que el tren empezaría á detenerse allí conregularidad, apostando cajones de botellas de champaña á favor de unmes ó de otro
5.
Cercas de palos largas y estrechas limitaban estas zanjas
6.
pero sus triples dientes y susaletas de sierra se limitaban á una
7.
Porla faja azul que limitaban las
8.
No se limitaban á esto sus funciones: él pegaba carteles, complaciéndose sobremanera en vestir
9.
Se limitaban a llamarlo con una letra: «A»
10.
Los visitantes del festival se limitaban a pasar a su alrededor; sobre todo, la Feria de la Luna Roja era un lugar de encuentros fortuitos
11.
Ellos se limitaban a manipular un poco dentro de la sociedad tecnológica
12.
Se limitaban a informar: «La directora Chang habló por teléfono
13.
Perdido el incentivo del trabajo, se limitaban a acudir a los campos y echarse una buena siesta
14.
Todas las tardes, e incluso algunas noches, nos veíamos obligados a estudiar gruesos artículos del Diario del Pueblo en los que se denunciaba una u otra cuestión, o bien a sostener absurdas polémicas en las que todos los presentes se limitaban a emular el lenguaje vacuo y grandilocuente de la prensa
15.
—Que te haya seguido hasta Jackson, cuando sus instrucciones se limitaban a aquí, y para una noche
16.
Yo repliqué, con todo el respeto que debía a su experiencia (pero me temo que sobre todo con el respeto que debía al padre de Dora), que quizá era un poco absurdo que los registradores de aquel Tribunal, que contenía todos los testamentos originales de todas las personas que habían dispuesto desde hacía tres siglos de alguna propiedad asentada en el inmenso distrito de Canterbury, se encontrasen colocados en un edificio que no había sido construido con ese objeto; que había sido alquilado por los registradores bajo su responsabilidad privada; que no era seguro; que ni siquiera estaba al abrigo de un fuego, y que estaba tan atestado de los documentos importantes que contenía que era todo él, de arriba abajo, una prueba de las sórdidas especulaciones de los registradores, que recibían sumas enormes por el registro de todos aquellos testamentos y se limitaban a meterlos donde podían, sin otro objeto que desembarazarse de ellos con el menor gasto posible
17.
Los respiradores de oxígeno se limitaban a sacar fotos de la superficie, en tanto que los tc'a se encontraban como en su casa
18.
Les interesaban cosas completamente distintas y, cuando se veían, se limitaban a hablar de los tiempos pasados y, agotado este tema, solía haber una pausa embarazosa
19.
Claro que no decían cómo funcionaba, sino que se limitaban a afirmar que se trataba de un proceso de encriptación de 256 bits, lo cual estaba destinado a impresionar a los clientes con la magnitud de la cifra
20.
La popularidad del tinte continuó durante los tiempos bizantinos, cuando los edictos limitaban su uso a la casa imperial, como una manera de crear una clara distinción social entre el emperador y sus súbditos
21.
Aunque en teoría el puesto de Enver era únicamente el de ministro de la Guerra, en esencia este controlaba todo el Gobierno y tanto Djemal como Talat se limitaban a seguir sus directrices en la mayoría de las ocasiones
22.
Por supuesto, la explicación radica en el hecho de que los autores bíblicos ni eran matemáticos ni les interesaban las matemáticas, y se limitaban a dar cifras aproximadas
23.
Los anglosajones del xix eran hombres cultos, que habían pasado por el tamiz humanizador de la Ilustración y que se limitaban a trasplantar su cultura a los nuevos territorios, anulando por completo al indígena
24.
Se encerró junto con sus guaruras en el interior del salón de juntas de la nave espacial disque por razones de trabajo, pero lo que Isabel realmente estaba haciendo era jugar solitario, y sus pobres guaruras sólo se limitaban a observarla
25.
Las estribaciones de la colina, en la orilla más cercana, limitaban la expansión normal de las aguas de la inundación, aunque había elevaciones, colinas y promontorios que también cruzaban el río
26.
No era tan cierto que los extranjeros dejaran de intervenir, sino que se limitaban a hacerlo lo menos directamente posible
27.
Unas veces, Hector y Sylvia montaban pequeñas obras, con vestuario, diálogo y todo; y otras, se limitaban a aparecer desnudos y a joder en silencio
28.
Los montes del Blue Ridge lo limitaban al este y los Alleghanys al oeste
29.
O aquello, o estaban al tanto de los trucos que había aprendido de Fátima y se limitaban a cumplir con el estereotipo
30.
Los dos caballeros arremetieron contra los arbustos que limitaban el campo y persiguieron a los zemoquianos a lo largo de una amplia franja de terreno arado
31.
Había jóvenes turcos, empleados en bufetes de abogados y contadores, debatiendo sobre sus ambiciones; grupos de libadores de vino cuya única declaración de sobriedad eran sus trajes y, más interesante, un puñado de individuos que estaban sentados solos en sus mesas y que se limitaban a beber
32.
Los soldados aliados eran muy lentos a la hora de abrir nuevas trincheras y a menudo se limitaban a utilizar los hoyos y las zanjas cavadas por los alemanes
33.
«Uno de los peores aspectos de este asunto -escribe- fue que se hizo valer la idea de que los oficiales superiores tenían un valor especial, tenían la obligación de salvarse; la idea de que, en último término, no eran personalmente responsables del resultado de las operaciones que dirigían, que se limitaban a hacer cuanto podían y tendrían la oportunidad de volverlo a intentar en otra ocasión
34.
Era probable que ya permanecieran así antes de que K hubiese abierto la puerta, evitaban dar la impresión de que le observaban, se limitaban a conversar en voz baja y seguían los movimientos de K con la mirada, como se mira distraído durante una conversación
35.
se limitaban a mirar en silencio sus cervezas
36.
Se limitaban a recorrer las habitaciones murmurando "jem" y asintiendo con la cabeza
37.
Establecieron la costumbre de reunirse con frecuencia en una cafetería, en la que tomaban vino y café y jugaban al ajedrez en un cenador emparrado que disfrutaba de una vista del Mediterráneo especialmente hermosa; allí, sin pasar por los tediosos esfuerzos del espionaje, se limitaban a intercambiar información relevante
38.
Media hora estuvieron todos en pie, impacientes, tiritando, taciturnos, esperando la hora de marcha, media hora, y sin que el alba asomase tras los vértices de los pinos que limitaban la meseta del campamento, media hora de frío cruel, de angustia, de inquietud sombría
39.
Los gitanos corrían tras los caballos, pero sus perros se limitaban a ladrar frenéticamente, pues temían a Tim y no se atrevían a perseguirlo
40.
Port le preguntó primero si las bailarinas estaban disponibles y se le fue el alma al suelo cuando Mohammed le explicó que muchas de ellas tenían amantes y que en esos casos se limitaban a vivir en la casa, que era para ellas un hogar, como prostitutas registradas, sin ejercer la profesión
41.
Los barriles apilados a su alrededor limitaban la vista, pero oyeron muy cerca un ruido de cascos, carromatos, y voces furiosas
42.
Todos ellos se limitaban a mirar a la Sombra, que permanecía inmóvil escuchando con atención la voz de Meggie como si le estuviera contando una historia sepultada hasta entonces en el olvido
43.
Se limitaban a contener el borde de la multitud
44.
Las nubes que rodean su planeta limitaban su visión y no les habían permitido ver nada en que basar una teoría planetaria, y por lo tanto
45.
El hombre mono no paraba de estirar y retorcer las correas que le limitaban el movimiento de las muñecas
46.
Hubo un tiempo en que otros animales recorrían día y noche la selva -animales feroces y crueles- pero sus vecinos más débiles se limitaban a huir, a alejarse de su proximidad para volver cuando el peligro había pasado
47.
Trazó un amplio radio tomando como referencia la pirámide escalonada, e inspeccionó el terreno yendo hacia el norte; hasta los pequeños acantilados que limitaban el área
48.
En otros tiempos las funciones creativas se limitaban a juntar colores o notas o palabras en un cuadro, en una partitura, en una página
49.
Los informadores no se limitaban a informar
50.
Se limitaban a esperar la llegada del rey de todos ellos, de los efesios, de los mercenarios africanos y de las tropas sirias
51.
Los triari aguardaban la orden de avanzar en bloque contra la falange, pero de momento se limitaban a mantener la posición
52.
Hace mil años, para hacer una casa se limitaban a excavar un agujero en el suelo y cubrirlo con un techo de paja trenzada
53.
Por otra parte, las investigaciones de Lucas se limitaban sobre todo a los helechos e insectos, que era lo que abundaba en las lluviosas regiones occidentales de la isla
54.
Algunos señalaban a éste o aquél creyendo reconocerlo, mencionando títulos, inventando encuentros imposibles salvo en la imaginación; otros se limitaban a observar entre cabezas, empinándose sobre los pies para alcanzar a ver, a lo lejos, un estandarte o un penacho, y muchos contemplaban con indiferencia a los causantes del trastorno de sus vidas durante los últimos meses
55.
¿Se limitaban sus horizontes adquisitivos a esta cifra arquetípica? ¿O pensaban -recordó el comentario del viejo-, cínica o prácticamente, que las vidas de sus rehenes valían sesenta mil dólares cada una?
56.
Sus contactos oficiales todavía se limitaban a esporádicas visitas de un funcionario gubernamental, a quien se concedían escasos minutos en presencia del Papa
57.
La tesis es discutible: por una parte, porque todas las barreras sociales que limitaban el poder del Estado han saltado por los aires con el fin del Antiguo Régimen, por otra, porque el mecanismo de la ley de Sospechosos no tiene precedentes en la historia moderna, ni siquiera en el peor momento de las guerras de Religión
58.
En resumen, los cuestores con destino en Roma se limitaban a permitir que el personal fijo del Tesoro se ocupara de sus asuntos e hiciera su trabajo
59.
Preguntados por la razón de su presencia en aquel lugar, respondieron que se limitaban a cumplir mis gratas órdenes
60.
En la medida en que hubiera luces fijas, era el mejor fundado de todos los embaimientos, pues los alemanes bien podrían haber inaugurado un sistema de luces fijas para guiar a los zepelines a su objetivo, pero los maniáticos no se limitaban a creer en las luces fijas
61.
Las piernas enyesadas del señor Mirkin se limitaban a vibrar de una manera totalmente involuntaria y a una frecuencia nada favorable para lo que tenían entre sus extremos superiores
62.
Mosala y sus partidarios se limitaban a describir experimentos reales en el mundo real con tanto detalle que «introducían» en las ecuaciones exactamente lo mismo
63.
Y no se limitaban a la simple fornicación
64.
Otros estrategas romanos, como el emperador Augusto, se limitaban a sustituir la A por la B, avanzando sólo una posición para construir su abecedario encriptado
65.
Los oficiales de la policía judicial se limitaban a ejecutar los mandatos del juez y sólo realizaban actos de instrucción si estaban autorizados por comisión rogatoria
66.
«Por el momento» el gobierno estaba ante todo preocupado por el desempleo y los problemas laborales del campo aunque el déficit persistente, las débiles finanzas y la balanza de pagos negativa limitaban gravemente los recursos del Estado
67.
Sin embargo, no eran los convencionalismos sociales los que limitaban mis ambiciones, sino la propia Iolinda
68.
Hasta ahora se limitaban a pasar los paquetes por el uoroscopio
69.
A veces se limitaban a darse las buenas noches cuando ella guardaba sus cosas
70.
Empezaron a saltar astillas de la pared —en lugar de malgastar esfuerzos con las puertas barricadas, se limitaban a abrirse paso por los mamparos
71.
A menudo no hablaban y se limitaban a caminar, recorriendo la ciudad sin descanso
72.
Los funcionarios que trabajaban allí recibían de la Honyc un sobresueldo dos veces superior al de su salario oficial, y se limitaban a poner sellos y compulsas en todo aquello que se les ponía por delante
73.
Eran soldados que se limitaban a ejecutar las órdenes recibidas
74.
Algunos corrían, otros se limitaban a divertirse y se movían con una facilidad y seguridad pasmosas
75.
Se tumbaban y se limitaban a dejar que sucediera
76.
Los depositarios nunca fueron un gobierno; sus únicas tareas se limitaban a las relaciones entre las Familias y el resto de la sociedad
77.
Los clientes se limitaban a echarle un vistazo a la camiseta de Harga
78.
Aunque a una distancia segura aparecieron algunos Materazzi para observar el final del paso del ejército, se limitaban a seguir enviando correos a Narcisse
79.
Aquellos hombres se limitaban a sobrevivir en su terruño sin ambición alguna en la vida más que arrancar de la tierra el alimento necesario para no morir de hambre
80.
Evidentemente, las respuestas de Ben habían sido enérgicas y prácticas, porque todas las cartas posteriores se limitaban a tratar de difíciles cuestiones técnicas de alpinismo: informes del tiempo, observaciones sobre las condiciones del terreno, descripciones de recientes escaladas de tanteo, sugerencias sobre el equipo
81.
No se limitaban a recitar una sucesión de palabras, no era ya solo en su memoria donde se agitaban, era en la inteligencia de la lengua, la lengua de otro, el pensamiento de otro
82.
Cierto es que algunas fechorías cometidas (alumnos robados, profesores golpeados, institutos incendiados, violaciones) no pueden compararse con las movidas escolares de antaño, que se limitaban a violencias más o menos controladas en el marco definido de los centros escolares
83.
Lo cierto es que los derechos del niño Jules se limitaban a los de la instrucción; sus deberes, a ser un buen hijo, un buen alumno y, si llegaba el caso, un buen muerto: de un ejército de seis millones de niños Jules, un millón trescientos cincuenta mil murieron entre 1914 y 1918, y la mayor parte del resto no regresaron enteros
84.
Había ido marcando el compás en los interrogatorios; y ahora los otros frailes y el silencioso juez del ropón negro se limitaban a oficiar de testigos, mientras el escribano anotaba las preguntas del dominico y mis lacónicas respuestas
85.
estercolero del tió Gugú, le enseñaron los botones de camisa, de pasta blanca y cosidos a un cartoncillo azul; había cincuenta y le confesaron que a eso se limitaban sus compras por el momento; le explicaron los motivos de su prudente abstención y le aseguraron que, de todas formas, al cabo de una hora estaría todo comprado
86.
En una edad a la que la mayoría de los senadores se limitaban a sentarse y escuchar a sus mayores, la voz de Marco Porcio Catón retumbaba sobre el suelo del Senado
87.
Sin embargo, sus tratos y negociaciones en territorio inglés no se limitaban sólo al tema mercantil
88.
Sus habitantes se limitaban a tener una barcaza en el patio trasero y, periódicamente, añadían un ala nueva al edificio
89.
LAS relaciones entre el Cuartel General y el ministro de la Guerra se limitaban a las informaciones privadas del jefe de Estado Mayor y a las demandas cada vez más apremiantes de material de guerra y de soldados
90.
Parecía como que la cuadrilla de mozas, que iba avanzando por el paseo cual luminoso cometa, estimara que aquella multitud que había alrededor se componía de seres de otra raza, de seres cuyo sufrir no les inspiraría sentimiento alguno de solidaridad, y hacían como que no veían a nadie, obligando a todas las personas paradas a apartarse lo mismo que cuando se viene encima una máquina sin gobierno y qué no se preocupa de choques con los transeúntes; a lo sumo cuando algún señor viejo, cuya existencia no admitían las jovenzuelas y cuyo contacto rehuían, escapaba con gestos de temor o indignación, precipitados o ridículos, se limitaban ellas a mirarse unas a otras, riéndose
91.
Buscando sus palabras al hablar para hacer creer en una curiosa impresión, del mismo modo que atrasaba un acorde producido luego diciendo: “Ping”, para que se oyeran los cobres, pasaba por maravillosamente inteligente; pero, en realidad, sus ideas se limitaban a dos o tres sumamente reducidas
92.
Personas que se limitaban
93.
Pero franquear las que limitaban sus propias relaciones, elevarse hasta el trato con las duquesas, era la meta de todos sus esfuerzos, a tal punto resultaba ineficaz el tratamiento espiritual al que se sometía frente al snobismo congénito y mórbido que se desarrollaba en ella
94.
Se limitaban por otra parte lo más a menudo a una cena o un almuerzo, en un restaurante de la costa donde el señor de Charlus se hacía pasar por un viejo sirviente arruinado y Morel, que tenía la misión de pagar las adiciones, por un gentilhombre excesivamente bueno
95.
La confusión y la brutalidad de esa experiencia que compartió con los de abajo, aquellos que estaban lejos de quienes tomaban las decisiones y programaban el horror, los que se limitaban a materializarlo y a sufrirlo, le inspiró algunos de sus mejores relatos
96.
Hacia el oeste, el sol declinaba detrás de las montañas que limitaban la vista por esta parte
1.
margen de maniobra era, no obstante, limitado
2.
activo tiene un tiempo de vida limitado por su batería: tan
3.
un chip RFID pasivo no está limitado, y volverá a enviar la
4.
que el acceso a los espacios privados esté muy limitado, por
5.
limitado de servicios proporcionados por un número
6.
oír la canción que se quisiera un número limitado de
7.
Sin embargo, la pesadumbre y las dudas no se apartaban de sus conversaciones pues veían en Domingo a un hijo aislado y limitado
8.
Lo que esta advertencia significa es que el investigador admite que el producto de su esfuerzo es preliminar y limitado, que contiene sus específicas y diversas preferencias y que sirve para justificar variados propósitos
9.
El análisis ocupacional es bastante limitado, ya que el material utilizado no ofrece información sistemática sobre la ocupación de los poderdantes y los poderhabientes
10.
Es correcto que, al calor de la transición hacia el capitalismo, el acceso a la ley no se desvaneció; pero fue, a todas luces, limitado y encare-cido
11.
Las costumbres primitivas yoriginales de la Pampa han tenido entre nosotros muchos cantores, perocasi todos ellos se han limitado á copiarlas; en vez de poetizarlas,poniendo en juego sus pasiones modificadas por la vida del desierto, ysacando partido de sus tradiciones y aun de sus preocupaciones
12.
La modernización supuso programas de reparto de tierras que, sin embargo, tuvieron un alcance muy limitado y funciona-ron como un instrumento para poner a producir tierras marginales, de las que posteriormente los campesinos fueron desposeídos (Vilas, 1988)
13.
Hacia fines de los años ochenta, el limitado acceso a los recursos ponía a la mayoría de la población en una situación desesperada
14.
La cintilla (tracto) olfatoria y las estrías (raíces) olfatorias medial y lateral; entre estas dos últimas y limitado hacia atrás por el uncus del hipocampo, observe el espacio perforado anterior
15.
La Marquesa interpeló a Lacante, que se había limitado hasta
16.
quetengo un entendimiento estrecho y limitado, lo que podrá ser
17.
meencuentra el entendimiento estrecho y limitado
18.
Pero el doctor no se había limitado a velar por el patrimonio
19.
las únicas que se notan al fin de unnúmero limitado de voces, pues todas acaban invariablemente en
20.
nacion,cuyo número es bastante limitado: en el Cármen de Moxos hay trecientoscuarenta; en
21.
Cousin, se habia limitado, por logeneral, á las copias
22.
Educación tan corta, ha limitado sin duda los progresos que
23.
poseía una fortuna mayor que la suya, porhaberse limitado á seguirle en las explotaciones
24.
Este órganoestaria siempre limitado á los objetos contiguos, para
25.
Nos ofrecen un aspecto delas cosas, y aun este se halla limitado á la percepcion de la
26.
El espacio destituido de cuerpo es una propiedad de una sustanciainmaterial; el espacio no está limitado por los cuerpos, sino que existeigualmente en ellos y fuera de ellos: el espacio no está encerradoentre los cuerpos, sino que estos hallándose en el espacio inmenso, sonlimitados por sus dimensiones propias
27.
Los bibliotecarios dijeron que mi tiempo en la biblioteca sería limitado y me
28.
razon, si nuestroentendimiento estuviese limitado á la combinacion de las relaciones quese le
29.
Así que este movimiento de resistencia era bastante limitado en alcance
30.
inteligente limitado, por lo mismoque reune la inteligencia con la limitacion, siente la sucesion
31.
Tengo dos a midisposición: el uno al norte de la casa, limitado por un
32.
Suespíritu limitado quería poner un término al infinito; en su
33.
limitado á una exclamación desorpresa al escuchar las primeras palabras
34.
conservación del carácter electivo y delpoder limitado y
35.
Pero el número limitado de los jóvenescasaderos
36.
Ahora bien, siendo limitado el número de las confidentes, se mostrabacada vez
37.
locomoción lo limitado del espacio
38.
desarrollada en limitado espacio
39.
en pleno orgullo de lavictoria, ellos que se habían limitado
40.
El sitio, pues, la hora, el silencio de la tierra y del cielo, elaspecto sombrío del pórtico ancho, gacho y de limitado horizonte por elespeso arbolado inmediato, la misma lucha de la débil claridadartificial interior con la oscuridad exterior, todo predisponía a laexaltación de las pasiones de los jóvenes, arrobadas sus almas en lacontemplación del bellísimo cuadro que los rodeaba por todas partes
41.
limitado, y todo lo que la somete a la desgracia sin que ella pueda resistirlo, inspira tambien piedad
42.
reducida, en el limitado radiode acción de que eran capaces
43.
Ella se había limitado á
44.
Si el jiro limitado yprivilejiado de Manila con Nueva-España no hubiera estadoreducido á un comercio meramente pasivo de tránsitoó de transporte, esos
45.
elevación de tu espíritu suplirálo que haya de limitado en el
46.
ella, en vez de castigar la insolencia, sehabía limitado a
47.
y el espacio limitado por lasPeñas de Europa, no era posible
48.
tejado, y en lo alto el desván, limitado por un tablerovertical
49.
Teniendo en cuenta lo limitado que es el círculode ideas
50.
limitado espacio de terreno,enardecido por la proximidad del peligro y las
51.
más de hasta el lugar limitado; y como lohacian con voluntad y
52.
fuese limitado el número de susamigos!
53.
con azulamiento limitado delos dedos de las manos, sin impresiones lineales en los
54.
del calor esterior, que generalmentees parcial y limitado á las estremidades, aunque en
55.
escoriacion en un punto limitado de la laringe, silbido y aflujo desaliva á la boca
56.
pero despues que lagangrena se ha limitado, que ha caido la escara, y que la superficie
57.
Con lo que yo ví, hay asunto para un volúmen; yo me he limitado á trazar en compendio, y segun el órden
58.
encierran la vista en círculo tan limitado y monótono que cansan hasta el disgusto
59.
DeMeo se había limitado a recitar con puntos y comas el informe técnico del propio Lipper
60.
Este proceso generará los elementos carbono y nitrógeno, y proporcionará energía adicional para que el Sol continúe brillando durante un tiempo limitado
61.
Y sin embargo, en tan poco tiempo y en un espacio tan limitado, llené mi sombrero con veinticinco especies diferentes de hongos
62.
Los hombres tienen el espíritu limitado por muchas preocupaciones, mientras que las mujeres, aunque ignorantes, son generalmente vivarachas y graciosas
63.
Aplaudo la orientación que dio, sin duda inconscientemente, a sus tanteos de perpetuación del hombre: se ha limitado a conservar las sensaciones; y, aun equivocándose, predijo la verdad: el hombre surgirá solo
64.
Ya he anotado las razones de este cambio: durante aquellos dos meses posteriores al 23 de febrero las defensas de casi todos los procesados habían elaborado una estrategia conjunta, jaleada por la prensa de ultraderecha, consistente en sostener que sus defendidos eran inocentes del delito de rebelión que se les imputaba porque ellos se habían limitado a obedecer las órdenes de sus superiores, que obedecían las órdenes de Milans y de Armada, que obedecían a su vez las órdenes del Rey; ésa fue su principal línea argumentativa antes del juicio y durante el juicio, e implicar a Cortina era no sólo una forma de implicar en el golpe a un organismo esencial del estado, sino sobre todo, porque cabía relacionar al comandante con Armada y con el Rey, una forma de implicar en el golpe a la cúpula del ejército y a la Corona
65.
Jurídicamente esta línea de defensa era en apariencia lógica: o bien Armada le había dicho la verdad a Milans en sus reuniones conspiratorias y el golpe de estado era una operación querida por el Rey, con lo que según sus defensores los procesados no eran culpables porque se habían limitado a obedecer al Rey a través de Armada y de Milans, o bien Armada le había mentido a Milans y el Rey no deseaba el golpe y en consecuencia el único culpable de todo era Armada; en realidad era una línea de defensa contradictoria y disparatada: contradictoria porque la eximente de obediencia debida negaba la eximente de estado de necesidad, dado que si los golpistas consideraban necesario o indispensable un golpe de estado era porque conocían la situación del país y por tanto no habían actuado ingenuamente y a ciegas a las órdenes del Rey; disparatada porque era disparatado pretender que la figura jurídica de la obediencia debida cubriera desafueros como el asalto al Congreso o como la invasión de Valencia por los tanques
66.
En la única misiva que Fuvio le había enviado a Treveri, éste se había limitado a anunciarle que, conforme a las instrucciones recibidas, había encontrado para ella un nuevo y confortable alojamiento en algunas habitaciones inhabilitadas de la domus Metronia, haciéndole de todo ello una sumaria descripción; añadió sólo —invitándolo a sonreír durante la lectura— que «la nueva esclava» se había comportado dócilmente, aunque no parecía preocuparle demasiado la opinión que hubiera podido dar de su comportamiento
67.
—Se ha limitado a vigilarme desde la distancia, incluso me ha dado dinero sin pedirme explicaciones de cómo me lo gastaba
68.
Las primeras veces se había limitado a telefonear, y había corrido a ver a otros enfermos sin esperar a la ambulancia
69.
(Un uso limitado de los collares de estrangulación podría ser necesario por motivos de seguridad durante el manejo defensivo de los perros, por ejemplo a la hora de contener o controlar a un perro potencialmente peligroso en un refugio o en un entorno de control de animales)
70.
Si la bendición de los sacerdotes y valiosos sacrificios a los dioses de las profundidades se hacían necesarios allá en el tranquilo Titicaca, aquí en el proceloso mar limitado resultaban evidentemente de todo punto imprescindibles
71.
El targuí se había limitado a encogerse de hombros y continuaba con su tarea de introducirse dátiles en la boca, bajo el velo
72.
Para él era imposible volverlas en el momento en que, dentro del limitado continuo terráqueo, debían permanecer quietas; sus dedos no las encontraban entre aquel resplandor gelatinoso, aquella alucinación visual que representaba una inercia cósmica inconquistable
73.
Pero estas manifestaciones caen ya fuera del propósito de este limitado esquema
74.
En el momento en que trataba de calmarse, y en que en lugar de aquel porvenir político que había visto algunas veces en sus sueños de ambición, se proponía un porvenir limitado al hogar doméstico, el ruido de un carruaje resonó en el patio; después oyó en la escalera los pasos de una persona de edad, y después gemidos y ayes que tan bien saben fingir los criados cuando quieren aparentar que participan del dolor de sus amos
75.
Y el universo entero está análogamente limitado, y aunque parezca interminable, tiene que terminar
76.
Antes me habría limitado a encogerme de hombros
77.
Carmaux y Van Stiller se habían puesto en pie, creyéndose rodeados por batallones de bestias feroces: el negro, Yara y el Corsario se habían limitado a levantar la cabeza y mirar a los árboles
78.
Al terminar la escuela Gregory se encontró de golpe limitado otra vez por el chato horizonte del barrio
79.
El mismísimo aposento real se abría en el piso superior de la Casa de los Curtidores, y después estaban los aposentos correspondientes a la nobleza o a las órdenes religiosas, a los que se accedía a través de los portales de las pertinentes casas; el precio por aposento de los que se ponían a la venta era de doce reales, pero el número de personas que allí se ubicarían quedaba limitado únicamente por la voluntad que tuvieren de estar más o menos apretadas
80.
Siempre fue limitado, y nació con una curiosidad que sin duda habéis observado, ved que en su mano izquierda conviven amigablemente seis dedos en vez de cinco; y éste fue el mote que le asignó la crueldad y la mofa de los hombres y por lo que nos apartamos del mundo y paramos en este lugar; las gentes comienzan poniendo un apodo mofándose del desventurado y terminan persiguiendo a todos aquellos que son diferentes y, si llega el caso, se dice que es el demonio el que ha marcado con aquella señal al infeliz que la posee, pero mi nieto es muy bueno y sobre todo muy fiel
81.
Cada vez que me asombraba de la peculiar exasperación de mis sentimientos, esa presunta culpa de marido infiel que debería impedirme dormir por las noches para comenzar a atormentarme en cada despertar y que no acababa sin embargo de manifestarse, me preguntaba si a ella no le habría pasado lo mismo, si al mirar a mi abuelo, Teresa González Puerto se habría limitado a sentir esas gotas de incomodidad, casi fastidio, aliñadas con una lástima difusa, sincera pero esencialmente inoperante, incapaz de modificar nada en mi interior, que sentía yo al mirar a mi mujer
82.
En aquel limitado espacio se iban a enfrentar contra cuatro individuos cargados de malas intenciones
83.
Rafa me había pegado primero, pero yo no me había limitado a devolverle el golpe
84.
—El mío es Ahmed y únicamente me he limitado a cumplir con mi obligación de hombre
85.
Antonio es consciente, por supuesto de que si ese plan se lleva a cabo, aunque sólo sea por un período de tiempo limitado, tendría que buscarse una solución para la buena marcha del Asubio sin Emilia y sin él mismo
86.
Fernandito, ha hecho que se le explique la situación y se ha limitado a comentar:
87.
Se activó el mecanismo de realidad virtual y apareció la imagen de una selva tropical templada, con un estrecho camino a ambos lados limitado por grandes pinos, frondosos helechos y parcelas de hongos varios: setas comestibles, venenosas, etcétera
88.
¿Qué significaban aquellas nuevas radiografías? ¿No le habían hecho ya de todo el cuerpo, incluidos los pulmones? ¿Por qué esta vez se habían limitado a los pulmones? ¿Qué buscaban? ¿Había complicaciones? En determinado momento no resistió más y llamó a la enfermera
89.
Las reminiscencias de Mijáilovich también cubrían un campo algo limitado: las grandes orquestas y compañías de danza, directores y compositores famosos, y sus innumerables adulones
90.
—Señora, si las atenciones del maestro se han limitado a
91.
El Director reconoció incluso la situación permitiendo a un limitado número de personas subir a las cúpulas de observación a horas fijas del día
92.
Osbert se había limitado a sonreír y a contestar «Sí, querida» cada diez minutos, mientras trataba de imaginar qué excusa daría su mujer cuando se enfrentase a la cruda realidad
93.
No se había limitado a descubrir un peligro: muchos estaban convencidos de que lo había creado, y resucitado un antiguo miedo
94.
Al fin y al cabo, el espacio de un barco de diez metros era limitado
95.
Los «Guardias Islámicos» no habían alegado motivos específicos, se habían limitado a llevarse prácticamente a rastras a los hombres, encerrándoles en la Cárcel Evin, la aborrecida prisión de la SAVAK, donde, según se rumoreaba, habían sido fusilados ese mismo día medio centenar de «enemigos del Islam» después de unos juicios sumarísimos
96.
Se había limitado a observar que ya iba siendo hora de irse a la cama, y que quería tener la cabeza clara antes de discutir el asunto a la luz de aquella nueva revelación sobre la personalidad de Stanworth
97.
Prometo que yo jamás había tocado un fusil y que me había limitado a estudiar muy a fondo los manuales de armamento y explosivos que me habían entregado dos meses antes
98.
Situado al norte de la muralla serviana, el Campo de Marte estaba limitado por el Capitolio al sur y la colina Pinciana al este; el resto lo cerraba la gran curva del Tíber
99.
Pero podías haberte limitado a una situación media
1.
la union de la diferencia con el género,sino que la limitamos á la condicion de la simultaneidad
2.
¿saliódoña Rosa de su error? Difícil es la comprobación en tales casos, y porlo mismo nos limitamos a decir que, aclarados ciertos particularesoscuros sobre la mujer enferma y las relaciones que con ella y con lahija tenía su marido, lo demás se caía de su peso, se infería sinesfuerzo, y no era digno de una señora el informar a una persona extrañade secretos de familia que quizás realmente ignoraba
3.
y lasque no se emplean disueltas en el alcohol, nos limitamos á lapreparacion que
4.
limitamos á indicar la ipecacuana por sus relaciones con el primero y mas débil grado
5.
Creo que hay demasiados tratados, demasiados códices, nos limitamos a seguir las pautas establecidas, como hace cualquier profesional en su campo, pero la psiquiatría tiene pocos parámetros que seguir, la mente sigue siendo una gran desconocida y eso es lo que hemos olvidado, los estudios no sólo están inacabados, sino que no han empezado -contestó Raimundo
6.
Al acabar, nos limitamos a pasar la sangre por un bucle intravenoso rodeado de un potente campo magnético, a fin de extraer las partículas, y luego mandamos al paciente a casa
7.
Nos limitamos a tratar la enfermedad como un hecho objetivo
8.
Incluso en los peores casos nos limitamos a llamar a los padres y les pedimos que les llamen ellos mismos la atención
9.
Nos limitamos a apartarnos de las manos muertas del gobierno, talamos la madera burocrática… Eso vale mucho
10.
E incluso si nos limitamos al área general de Whydah, por ejemplo, ningún navío de línea ni las escasas fragatas de que disponemos podrían apresar a un barco negrero, exceptuando que se haga en condiciones de tiempo muy duro
11.
Por esto limitamos tan escrupulosamente el alcance de sus investigaciones; por esto estuve a punto de ser enviado a una isla
12.
Nosotros no hacemos reparaciones, ¿sabe? Nos limitamos a las inspecciones
1.
aunque generalmente se limitan al diseño segmentado de las
2.
y la repetición de estudios realizados por vez primera en la década de 1940 por Paul Lazarsfeld y sus asociados han dado apoyo a la conclusión de que la influencia de los medios masivos de información se limitan a reforzar las decisiones de los votantes ya comprometidos y a activar un apoyo en estado latente"
3.
Cuando lo definen, ellos se limitan, de manera que ése es
4.
siendo discutidos en los Congresos Nacionales, leyes que limitan aún más en el ejercicio
5.
Por el contrario, los planetas carecen de luz propia y se limitan
6.
lo limitan al sud y alsudeste, así como, mas adelante, el rio de los Mocetenes: finalmente,las montañas que
7.
limitan el horizonte entodos sentidos y parecen enrarecer el aire
8.
Por el momento sus relaciones se limitan á veladas y comidas entremillonarios, preludios de bodas que
9.
Gustábame sentarme en losmacizos que limitan las
10.
universalidad, pues porsu naturaleza se limitan á un número determinado de casosparticulares; pero en todo cuanto se somete á su experiencia,encuentran el órden de dependencia en la sucesion de los fenómenos
11.
] Cuando digo que las ciencias naturales se limitan á la extension,solo entiendo excluir las demás
12.
Y tampoco se limitan a lo
13.
teñía la superficie de las aguas haciaOriente, y la cadena de colinas y lejanos montes que limitan
14.
Preciso es confesarque un medicamento cuyas indicaciones se limitan á
15.
en el nitrato: las palpitaciones ylatidos no se limitan al corazon, sino que se presentan
16.
presentan en la periferia, ó que se limitan á los centros
17.
¿Es esto decir que las indicaciones del bromo se limitan al crup? Esindudable, y la
18.
se limitan al espasmo del exófago y á las convulsioneshidrofóbicas, acompañadas
19.
«Porque si hago bien mi trabajo, la gente se dará cuenta de que las guerras no son iguales; no se limitan a recuentos de cadáveres y víctimas anónimas
20.
–¿Por qué las ovejas del matadero mueren sin quejarse? Se limitan a poner los ojos tristes y vidriados, mejor vidriosos, ni suplicantes siquiera, y se les seca la garganta, el matarife las degüella sin quitarse el pitillo de la boca, no conoce la caridad, ¿por qué las ovejas del matadero mueren sin quejarse?
21.
—¿Por qué? ¿Porque destruyo los esquemas sobre los que forjaron tu vida? También destruyo los míos desde luego, pero las largas noches de hambre y frío, y el abandono en que nos dejaron en la isla del Gallo me enseñaron que los poderosos se limitan a jugar con nosotros sin respetar norma alguna, y por lo tanto su propio comportamiento nos libera de nuestros juramentos
22.
Se limitan a desplomarse
23.
En vano dije que antes de la incautación de los bienes de los emigrados, los vasallos ya no pagaban impuestos y que yo no cobraba renta alguna, pues se limitan a contestarme que obré en cumplimiento de las órdenes de un emigrado y quieren saber dónde está
24.
Las torres almenadas que limitan el puente en sus dos extremos, las murallas de la ciudad, el mismo Alcázar, colocado arriba, como si quisiera pesar como un gran monolito sobre la ciudad oprimida; el castillo de San Servando descarnado y bordado de recortaduras; todo lo que remataban las dos orillas parecía venirse encima
25.
Los sartos se limitan a darle caza y arrancarle el corderito; otras tribus le introducen algunas variaciones, pero el sistema más original es el de los turanos, que a veces resulta dramático
26.
Esto es algo que ocurre en casi todos los países del mundo para transmitir simultáneamente determinados mensajes del jefe de Estado, pero mientras en España, por ejemplo, esas emisiones simultáneas se limitan el mensaje de Navidad del Rey y a excepcionales eventos políticos, Chávez llegaba a enlazar en cadena fragmentos del interminable Aló, Presidente, lo que generaba situaciones absurdas y paradójicas
27.
Las estrellas de Población II se limitan a una pequeña parte del volumen total de una galaxia, a sus compactas regiones centrales y a los casi tan compactos cúmulos globulares
28.
Se limitan a firmar y probablemente ella tuviera mejores cosas en las que pensar
29.
Pero la historia siempre es compleja, y a la gente de la tele no le gusta complicarse la vida… así que se limitan a mostrar lo que tienen filmado; es decir, la cinta donde se ve el accidente, con el motor desprendiéndose del ala izquierda, el aparato inclinándose hacia la izquierda y cayendo
30.
Se limitan a transmitirlas
31.
Sus ondas se limitan a los espacios entre átomos adyacentes, con lo cual el diamante es un mal conductor del calor y de la electricidad
32.
Se limitan a tener cuidado -le explicó el oficial
33.
Sentados en diferentes actitudes, con el cansancio y la rendición pintados en el rostro, sus compañeros se limitan a contemplar, como ella, el resplandor de la lámpara, sin oponer la menor resistencia a su banal atracción
34.
Los animales, cuando se asustan, a veces se limitan a quedarse quietos
35.
Habitualmente agita sus rizos grasientos y no consigo arrancarle una palabra, pero Priscilo es tan célebre que en el Foro a todos les gustaría ver que limitan sus operaciones
36.
Se había coloreado las mejillas y el labio inferior con carmín, un producto que le compran a comerciantes chilenos y que les cuesta un ojo de la cara, por lo que lo limitan a ocasiones especiales
37.
Sabes muy bien qué opinan los judíos de los que se limitan a seguir órdenes
38.
En la actualidad, los jefes de Tikopia limitan el número de habitantes a los que se permite residir en la isla a 1
39.
A medida, pues, que el sentido adquiera mayor penetración, percibirá en el objeto mayor número de partes, esto es, el objeto aparecerá mayor, su figura cambiará de aspecto; y las pequeñísimas porciones que lo limitan se verá que lo circunscriben bajo líneas y ángulos muy diferentes de lo que había apreciado un sentido más obtuso
40.
Hay cuatro líneas que limitan la cancha y una que la divide en dos, llamada mita
41.
Los Predecesores hace mucho tiempo, muchísimo tiempo, que se limitan a defenderse
42.
No se limitan a meterlo en una jaula cuando lo encuentran
43.
Con la televisión se limitan las posibilidades sociales
44.
Algunas no llevan tan allá esa tendencia, y se limitan a copiar las estructuras convencionales, como las autoras de las citas que abren los capítulos de la historia de Gloria
45.
No participan de forma activa, sino que se limitan a observar, escuchar e informar
46.
En ocasiones se limitan a colgar un gallo muerto encima de la puerta
47.
Pero las 10 Divisiones Panzer alemanas que llevan el peso de la operación no atacan estas posiciones: se limitan a pasar por los huecos entre las mismas a toda velocidad desbaratando toda posibilidad de resistencia
48.
Se limitan a levantar el vuelo al primer indicio de un trueno
49.
—La diferencia-decía con su acento bávaro y su taimada sonrisa— es que ellos se limitan a joderos mientras que yo os jodo y os dejo extasiadas
50.
Han descubierto la casa, pero como la suegra y la mujer han echado la llave y no salen, las imágenes se limitan a mostrar la torre de Mani trasplantada en Mílesi y a expresar la misma perplejidad que sentí yo cuando la vi por primera vez: ¿De dónde saca un aduanero la pasta para construirse una casa así? El hijo, con quien se topan en la calle, es parco de palabras
51.
Se limitan a recoger y entregar, nunca hacen preguntas
52.
Y de momento se limitan a hablar
53.
Me suena un poco dudoso, pero supongo que cuando apenas puedes salir por la puerta sin que te dé un ataque de pánico, las opciones profesionales se limitan bastante
54.
–Porque si es verdad, ¿por qué llamar la atención al respecto? ¿Por qué no se limitan a daros los trescientos dólares? Luego vienen cuando se les antoje y buscan el material en cuestión… lo que imaginas que tenía tu padre
55.
Se limitan a describir: cuando entraron en la habitación, cuando él se volvió, cuando el alto y caballuno salió de la casa… Quieren revivirlo todo, desde otro punto de vista, y saber que lo que les ha ocurrido es todo cierto, y sentir que esas comparaciones concretas de sentimientos y de observación les están liberando de una pesadilla personal y reintegrando a la red de afables relaciones sociales y familiares sin las cuales no son nada
56.
Violet tiene amigos en las altas esferas y algunos enemigos declarados, pero casi todos son un montón de pragmáticos de mierda que se limitan a utilizarla como más les conviene
57.
Se limitan a leer la copia tal cual, y, por supuesto, lo que dicen no es verdad
58.
Los caballeros se limitan a la dirección de grandes negocios
59.
La tensión es enorme porque su familia y sus amigos también reciben subsidios de vivienda y los arrendamientos limitan el número de personas que pueden habitar una unidad
60.
Es el caso, que en lo más fragoso de esas cordilleras, de montañas que limitan el horizonte del valle, en el fondo del cual se halla la abadía, hubo hace ya muchos años, ¡qué digo muchos años!, muchos siglos, un monasterio famoso; monasterio que, a lo que parece, edificó a sus expensas un señor con los bienes que había de legar a su hijo, al cual desheredó al morir, en pena de sus maldades
61.
En la residencia donde vivo las habitaciones se limitan a un techo y una ventana
62.
Si las llamas lo arrasan todo hasta la Cúpula en los límites municipales de Castle Rock y Motton (el talón y la suela de la bota), las partes de Chester's Mills que limitan con el TR-90 y el norte de Harlow podrían salvarse
63.
No piensan, se limitan a hacer lo que siempre han hecho
64.
Estas máquinas Typex, que se limitan a realizar una operación de descifrado mecánico, son completamente diferentes a las bombes, que son las que rompen el código
65.
Los ojos del Dentista se limitan a existir de fondo como un recuerdo de infancia
66.
Ni siquiera se molestan en lanzar el ancla, se limitan a embarrancar el Gertrude en una lengua de coral a la entrada de la cala y ya está
67.
Giddens (2001) niega el planteamiento del movimiento anti-globalización que denuncia, por ejemplo, que la globalización incrementa las desigualdades, y afirma que la mayor parte de las dificultades que limitan a los países pobres de África no vienen de la economía global o de las naciones ricas, sino del desarrollo de los países mismos, con sus gobiernos autoritarios, las divisiones étnicas, la corrupción, el pobre desarrollo de la sociedad civil y el bajo nivel de emancipación, factores todos ellos que parecen ser causales en sí mismos, como si los países occidentales, particularmente el Reino Unido, no hubieran tenido nada que ver en la raíz de estos problemas
68.
Por lo tanto, el nivel de análisis de la Teoría Queer ha sido de gran utilidad para mostrar la importancia de reconocer y otorgar un lugar predominante a la diversidad que generan los procesos de subjetivación en la actualidad, y cuya complejidad sobrepasa las posibilidades de acción de los movimientos identitarios que lo limitan, más que liberan, en el plano de las prácticas políticas
69.
Si imaginamos ese instinto llevado hasta sus últimas aberraciones, al foral faltarán hombres que manden y que sean independientes, o éstos sufrirán interiormente de mala conciencia y tendrán necesidad, para poder mandar, de simularse a sí mismos un engaño, a saber: el de que también ellos se limitan a obedecer
70.
–¡Oh! ¡Ha leído a Zweig! ¡Pero qué cosa más culta! Mire, querida, los palurdos de mi calaña se limitan a Montherland, autor por el cual parece usted sentir una cruel ignorancia
71.
Ella no era de las que se limitan a entrar
72.
Incluso Killick y Bonden se limitan a decirme «Sí, señor» o «No, señor» y nunca sonríen
73.
Horas más tarde del acontecimiento, este reportero, en medio de una molesta nube de agentes de los cuerpos policiales, que hacen más ruido que cascan nueces y que con su presencia zumbona se limitan a embrollar las pruebas y estorbar a los informadores, se personó en el terreno de los hechos y pudo realizar una reconstrucción de los sucesos
74.
Las pistolas se limitan a encauzar la explosión en una sola dirección
75.
Que los enterradores son unos haraganes, que se limitan a partir los cadáveres en trozos para no tener que cavar una tumba, sino un simple agujero
76.
Y hay circunstancias en que no es indiferente para la felicidad que la persona que nos enamoró por lo sana que parecía sea en realidad una de esas enfermas que sólo tienen salud por recibirla de otros, como ocurre con la luz a los planetas o como ciertos cuerpos que se limitan a dejar pasar la electricidad
77.
En realidad, así como la constitución del suelo, la dirección del viento y de la luz indican de qué lado ha de crecer un árbol; así las condiciones en que se lleva a cabo una campaña, las características del terreno en que se maniobra, dirigen en cierto modo y limitan los planes en que puede escoger el general
78.
-Sus motivos, por lo que deduzco, no se limitan a una curiosidad desapasionada
79.
No existen restos arquitectónicos que nos permitan reconstruir los hechos, y las noticias que nos han llegado se limitan a unas pocas informaciones sobre las preguntas planteadas a los oráculos
80.
Se limitan a salir, a comer, a leer los periódicos, se sobreviven a sí mismos
81.
-La diferencia-decía con su acento bávaro y su taimada sonrisa- es que ellos se limitan a joderos mientras que yo os jodo y os dejo extasiadas
82.
En el frontón, raya que corre a lo largo de las paredes o del suelo de la cancha, con la cual se limitan los lugares donde debe botar la pelota, para que sea válida la jugada
83.
Son las tropas de choque de una Iglesia imperial y, así como son respetadas, también son temidas por las autoridades provinciales, cuyo poder limitan o restringen
84.
Se limitan a compilar información… por lo menos ahora
85.
Los Vástagos se limitan a encontrar hombres
86.
Los demás se limitan a firmar peticiones
87.
–¿Sabes que la enfermería reservada a los civiles es un moridero y que no se les prodiga cuidado alguno? Los momificadores se limitan a aguardar su muerte y arrojan los cadáveres a una fosa común, ¡sin el menor rito! Y esos horrores se cometen por orden de tu abnegado Yegeb
88.
En ningún caso podríamos circunscribir una acción de este tipo a fenómenos históricos; se trata de un nacimiento en eternidad, de una «llegada real al instante» que la tradición simbólica celebra desde los Textos de las pirámides hasta el maestro Eckhart, autor de frases tan cercanas al pensamiento egipcio como ésta: «Existe una acción interior que no limitan ni el tiempo ni el espacio; y, en esta misma acción, algo divino y semejante a Dios que ni el tiempo ni el espacio circunscriben, presente y siempre igual» (13
89.
«Para contemplar tu divinidad -escribió Deveria-, el conocimiento de las cosas divinas y la solución de las tinieblas que limitan su inteligencia
90.
En la actualidad, en toda Europa oriental y en una gran parte de Asia, quiere decir el gobierno despótico de los que fueron, en épocas anteriores, los campeones de los pobres, pero que ahora, limitan semejante causa a provocar, exclusivamente, la ruina de los ricos, excepto cuando son ricos «democráticos», en el nuevo sentido de la palabra
91.
Pero las medidas y las políticas que se pueden adoptar no se limitan a las antes mencionadas ya que, aun siendo importantes y fundamentales, la realidad es mucho más rica y compleja
92.
—¿Por eso ustedes limitan las armas y la tecnología de los humanos?
93.
Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga
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Los del Sueño Maestro se limitan a elegir,
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–No se limitan a examinar los genitales
1.
cuando ya el sol comenzaba áocultarse, salían de sus casas, limitando su distracción á
2.
creería limitar mi dicha limitando el espacio demis recuerdos;
3.
limitando micreencia en el progreso, y cercenando tanto de ella, que no puedo
4.
En Estados Unidos se ven ahora varios intentos para quitarles estos derechos alos lectores, limitando las
5.
perseguir y castigar a los conjurados,pero limitando la duración de su autoridad a sólo
6.
producción y limitando su jornal a lo estrictamente necesario
7.
dominándola en toda la extensión y limitando elarenal, hay como una cornisa de dunas de treinta
8.
Me estoy limitando a contar solamente la parte en que personalmente intervine en el caso
9.
Poco después despertaron al resto de sus compañeros y se deslizaron, como sombras, por el empinado sendero que serpenteaba justo bajo las almenas desde las que los centinelas dejaban pasar el tiempo con la tranquila indiferencia de quien sabe que se está limitando a cumplir un mero trámite, puesto que no era aquélla una de las rutas que conducían al Cuzco por las que estuviera previsto que atacara el enemigo
10.
Si salía de la casa con Sigfrid y lo llevaba hasta el coche, la incómoda presencia del chófer hipotecaría su proceder, limitando su maniobra y creando un incómodo espectador
11.
Había levantado el Gobierno gran marejada con su aviesa circular limitando las reuniones electorales
12.
Un sistema que también presentaba sus inconvenientes, limitando por ejemplo, en muchas ocasiones, la libertad de Roma; pero que sin embargo resultó muy eficaz -por lo menos hasta el siglo XVIII, cuando en las cortes de Madrid y Lisboa empezaron a ejercer influencia los «filósofos» ilustrados, los ministros masones- porque la monarquía se tomó muy en serio la tarea de difusión del Evangelio
13.
Qué muerte tan injusta comentó el doctor Akin, limitando su colaboración a esas palabras y
14.
La idea del Experimento era demostrar al mundo que aprender catalán también tenía interés para los extranjeros, ya fueran turistas o inmigrantes, la inmensa mayoría de los cuales, muy desconsideradamente, se instalaban en Cataluña limitando sus esfuerzos a aprender castellano y alegando la estúpida excusa de que ello les permitía entenderse con más de 300 millones de hablantes repartidos por medio mundo, incluido el 99,999 Por ciento de los catalanes
15.
¿O acaso se estaría limitando a portarse bien con el odiado samaritano? No, había algo más
16.
reservas, limitando su fuerza
17.
Para mostrar que no intentaba hacer pesar la superioridad de su rango en una casa a la que iba por mera condescendencia, entró encogiendo los hombros, aunque no había ninguna multitud apiñada que atravesar ni nadie a quien dejar paso, y se quedó expresamente en un rincón, como si aquél fuera el sitio apropiado para ella, igual que un rey que hace cola en un teatro mientras que las autoridades no se enteran de su presencia; y limitando su mirada
18.
Collins no podía estar seguro de si el presidente estaba de su parte o bien se estaba limitando simplemente a analizar la situación más a fondo
19.
En el Partenón, por ejemplo, el tremendo peso de la estructura, que resulta patente si uno lo examina limitando la propia visión a un sector o calcula la cantidad de mármol que se ha empleado, posee, cuando se lo contempla como un todo, una cualidad de sobrenatural levedad
20.
No se había engañado a sí mismo diciéndose que contaba con un plan de acción, pues Schwartz sabía muy bien que se estaba limitando a improvisar a cada momento
21.
Me estoy limitando a recordarle que esas chicas son menos inteligentes y que carecen de la más mínima experiencia en estas cuestiones
22.
Me estaría limitando a la condición de menor de edad para el resto de mi vida o, al menos, para el resto de la vida de mi padre
1.
Los hombres de Milos se iban a limitar a observar de lejos la entrada
2.
Entonces ¿Se debe limitar la procreación mediante el uso de anticonceptivos?
3.
que limitar su uso solo cuando atente contra la integridad de la gente, y no en
4.
regular cierto tipo de actuaciones y limitar la cantidad de
5.
limitar, sin que importe que los derechos de réplica, la
6.
utilizar la autoría para limitar lo que los demás pueden
7.
de limitar el control y el poder que los Estados tienen sobre
8.
C) Estado y Políticas Democráticas de comunicación: El Estado debe garantizar el acceso a la información para todos los sectores sociales y promover la creación de nuevos canales de comunicación, sin limitar la libertad de expresión
9.
Sólo se pueden indicar las premisas y condiciones para la recepción, elaboración y retransmisión de informaciones cuyo contenido no puede determinarse con mayor exactitud, porque se conoce poco sobre la cantidad y la calidad de información partidaria que se justifica limitar en un primer análisis de las formas de expresión más ilustrativas y fácilmente comprensibles
10.
La directiva EUCD va entrando poco a poco en vigor entodos los países de la Unión Europea, con la elaboración de unalegislación nacional, el objetivo oficial siendo el de reforzar elrespeto de los derechos de autor en el internet para limitar así elpirateo
11.
creería limitar mi dicha limitando el espacio demis recuerdos;
12.
obligaciones, y aficion quecada cual tenia, no se podian gobernar, ni limitar como convenia para elbien
13.
para limitar con la delicadeza que leera peculiar la expresión de
14.
Ahora bien: limitar el valor de estos conceptos á la intuicion sensible,seria destruir el principio
15.
encajonado, de formacircular que parecía limitar por todos los
16.
¡Y Carmen, que eraeconómica, se apresuraría a limitar los gastos,
17.
—Claro—dijo el barítono—; eso sería limitar el gasto
18.
vasculares á las que parece limitar su esfera deaccion
19.
propiedad drástica, y concluyó por limitar su uso á la aplicacion dela pulpa de su raiz,
20.
Los incas fueron quizá los más hábiles a la hora de encontrar una forma de limitar al máximo la lista de los posibles aspirantes a la corona, pero aun así su historia aparece repleta de crímenes y traiciones que culminarían el día en que Atahualpa, preso ya de los españoles, mandara asesinar a sangre fría a su hermano Huáscar para que no pudiera aliarse con los conquistadores
21.
Dicha afirmación se basaba en dos acusaciones: el invierno anterior se había resistido a imprimir el artículo que denunciaba las obras del Mandarín Ming y que había constituido el llamamiento original de Mao a la Revolución Cultural; además, había esbozado el «Documento de Abril», en el que se rechazaban las persecuciones y se intentaba limitar la Revolución Cultural a un debate no político
22.
El Gobierno, sin embargo, hubo de limitar estrictamente su número debido a que en China existía la política estatal de controlar la población de las metrópolis, pues el Estado debía garantizar que la población urbana contara con alimentos, alojamiento y trabajo
23.
Se había preparado con gran meticulosidad y se había ejecutado de forma intachable, pero sin embargo los conspiradores principales habían sido asesinados y el propio bajá había propuesto leyes para limitar en gran medida los poderes de las cofradías
24.
Al comienzo asesinaron a muchos, pero la población de la zona no era numerosa y, al ver que se estaban quedando sin súbditos, el rey y el comandante debieron limitar su entusiasmo
25.
Con su protesta, los comuneros pretenden limitar los poderes del rey y dar un mayor protagonismo a las Cortes
26.
¿Tenemos alguna manera de limitar aun más el perímetro de emisión de la señal?
27.
Limitar las investigaciones de un mago a los libros que tiene en su biblioteca es como decirle a un explorador que te parece bien su plan para ir en busca de las fuentes de, de
28.
Y en concreto, limitar en ella los hongos secretos y la hierbas misteriosas
29.
Inventó nuevos medios de fastidiar al Senado, y, tras prohibir las demostraciones ruidosas de aprobación o repulsa y cambiar el orden de intervención de los miembros de la cámara, dictó una ley para inscribir en las tablillas que afectaba gravemente a los ingresos de ciertos senadores necesitados al limitar la cantidad de dinero que podían gastar las delegaciones provinciales que acudieran a Roma a cantar las excelencias de un ex gobernador, lo que significaba que tales delegaciones no podrían ya (como hacían antes) dar dinero a senadores pobres
30.
Más abundaban estas cuadrillas abyecticias en el ejército cristino que en el de Don Carlos, y en ocasiones llegaron a ser en tanto número, que los Generales hubieron de limitar el parasitismo, expulsando vagos, mercachifles y mujeres
31.
Terminada la frase con un gran suspiro, empezó sus abluciones, que la corta medida del agua había de limitar más de lo que él quisiera
32.
Quiso limitar el poder temporal del papa y no cesó hasta trasladar la Santa Sede a Aviñón, poniendo al frente de la iglesia a Clemente V Suprimió la orden del Temple en 1314 y quiso, en alguna ocasión, estrechar sus lazos con Castilla
33.
Casi me atrevería a afirmar que están tratando de derrotar a los GD (los Grupos de Diagnóstico), limitar la inmigración de médicos extranjeros, impedir que se establezcan subsidios por salud y cosas por el estilo
34.
—Las nuevas leyes —dijo el gobernador tras un instante— obligan a limitar el tiempo de detención y a suavizar los métodos de interrogatorio
35.
Sin embargo, la línea del progreso intelectual en química arranca de Egipto, por lo cual voy a limitar mi exposición a esta línea
36.
Este tipo de código, cualquiera que sea su disposición, forzosamente ha de limitar las combinaciones de los aminoácidos; en él siempre habrán secuencias “prohibidas”
37.
La sola idea de que alguien pudiera limitar su libertad la mortificaba, pero necesitaba una excusa comprensible para Aiden
38.
Sé que tu sentido del honor y de la honestidad te habría llevado, al darte cuenta de la situación, a intentar todos los ahorros que te parecieran posibles; y quizá, mientras tu frugalidad disminuyera sólo tu bienestar, podrías haberla resistido, pero más allá de eso (y, ¿qué podría haber hecho hasta el mayor de tus esfuerzos aislados para detener una ruina que había comenzado antes de tu matrimonio?), más allá de eso, si hubieras intentado, incluso de la forma más razonable, limitar sus diversiones, ¿no habría sido de temer que en vez de inducir a alguien de sentimientos tan egoístas para que consintiera en ello, habrías terminado por debilitar tu influencia en su corazón y hacerlo arrepentirse de la unión que le había significado tales dificultades?
39.
La vista desde el risco era inmensa, abarcaba incontables kilómetros de terreno, pero él no la miraba con frecuencia, prefería limitar sus pensamientos a su entorno inmediato: los viajes al arroyo con el cubo del agua, recoger leña, el interior de la cueva
40.
Intentamos limitar nuestro consumo de cigarrillos a cuatro o cinco por noche, y finalmente Sam se dejó crecer la barba otra vez
41.
Se ordenaba a las fundiciones del país limitar su producción de cualquier metal a una cifra igual a la producción de otras fundiciones, situadas dentro de la misma clasificación de capacidad, y suministrar una proporción razonable de metal a todos los consumidores que desearan servirse de él
42.
El pecado original consiste en limitar el Ser
43.
La Matemática no es un libro limitado por unas tapas entre broches de bronce, cuyo contenido sólo exige paciencia para ser descubierto, no es una mina cuyos tesoros pueden exigir largo tiempo para lograrlos, pero que tan sólo constituyen un número limitado de venas y filones; no es un terreno cuya fecundidad pueda agotarse por la obtención de sucesivas cosechas; no es un continente o un océano del que se puedan trazar mapas y limitar sus contornos; es ilimitada, y todo espacio es demasiado estrecho para sus aspiraciones; sus posibilidades son tan infinitas como los mundos que se multiplican cada vez más ante la mirada del astrónomo; es algo incapaz de ser encerrado dentro de determinados límites o reducido a definiciones de validez permanente, como la conciencia, la vida, que parece dormitar en cada mónada, en cada átomo de materia, en cada hoja, en cada célula, siempre dispuesta a engendrar nuevas formas de existencia vegetal y animal"
44.
Le dije lo de las rejas para tomarle el pelo, pero lo cierto es que va a tener que limitar sus movimientos
45.
Trató de limitar sus comentarios a las consabidas ampliaciones de lo previsible
46.
Sarah había insistido en limitar las variables para ajustar el esfuerzo adicional requerido
47.
Como el sedimento ha rellenado el cauce de los ríos chinos (así como sus embalses y lagos), los canales de navegación fluvial se han visto mermados en un 50 por ciento y ha sido necesario limitar el tamaño de los barcos que pueden desplazarse por ellos
48.
Y de tanto intentar limitar los daños nos volvemos ciegos a los verdaderos peligros
49.
Da la impresión de que los mediocres que acceden al poder desean impedir el desarrollo superior de los demás, temen que ese desarrollo cree individuos más eficientes y más difíciles de limitar o restringir en sus actividades
50.
Voy a limitar la grabación a cinco minutos
51.
–Supongo que un enfoque podría estar en limitar la definición de la muerte mediante la eliminación de lo que sabemos que no es
52.
Se trataba de Terkoz, hijo de Tublat, al que, no obstante, el afilado cuchillo y las mortíferas flechas del nuevo señor del clan aconsejaban prudentemente limitar la manifestación de sus objeciones a pequeños actos de desacato y a mostrarse irritante de vez en cuando
53.
He intentado limitar la existencia de tabernas y de antros donde los hombres y las mujeres se entregan a toda clase de desenfrenos
54.
Los focos estaban preparados: tres grandes lámparas con lentes Fresnel sobre trípodes y aletas para limitar el rayo
55.
La primera Histoire de Vichy [Historia de Vichy], la de Robert Aron, no esconde nada de las faltas del Estado francés, pero considera que, en su conjunto, Vichy se ensució las manos para limitar los daños: la obra recibe una aprobación general
56.
A continuación, describió los trabajos del profesor Jones, que lo habían llevado a localizar el circuito neuronal del dolor, y añadió que era posible limitar el sufrimiento asociando esas localizaciones a un condicionamiento psicológico
57.
En realidad quería limitar al máximo la participación de Capetillo—
58.
Además —a pesar de las drogas para limitar el efecto— partes del cerebro de Chris se habían atrofiado ligeramente por la falta de uso
59.
Tenía que limitar el potencial daño al testimonio de Wiggan llevándolo personalmente a los puntos débiles
60.
–¿Y por qué limitar el privilegio a los hombres? -preguntó Wilt con amargura
61.
Procuramos limitar los gastos generales para quedarnos con todo el dinero dije
62.
Ahora bien, ¿de qué otros sistemas disponemos para limitar la libertad?
63.
Todavía más, los sindicatos rurales a menudo imponían acuerdos para limitar el uso de maquinaria y otras reformas estructurales
64.
Pero no lo hizo, así que lo segundo mejor es limitar la conversación a temas simples como lingotes de oro
65.
Una visita en noviembre es suficiente para la conciencia, pero no para limitar el vigor de la vegetación
66.
Ahora no hacía esfuerzos para limitar sus curaciones
67.
Tal vez proceda, entre otras causas, del hecho que, sin desorden, las responsabilidades serían muy fáciles de limitar
68.
Un naturalista, con objeto de llevar a cabo una indagación más precisa, puede limitar sus investigaciones a un período definido, y yo quiero tomar, en principio, el que siguió la ofensiva austriaca del mes de junio de 1918, en Italia, porque es uno de los períodos en que los muertos se presentaron en mayor cantidad
69.
No debe limitar su experiencia a las normas burguesas
70.
(pd-2) Para esta edición he procurado limitar las alteraciones a unos cuantos errores tipográficos, dos pasajes que contienen errores aislados, y no dar una nueva versión
71.
La crisis en las relaciones de la India con China se produjo cuando los chinos dejaron de limitar su agresión al Tibet
72.
—No lo sabía —repuse, tratando de limitar la mordacidad de mi voz
73.
Los isleños tuvieron que emprender la persecución de las que fueron aliados, pero sólo lograron limitar hasta cierto punto el daño ocasionado por las mangostas
74.
36 Una historia edificante, y que sólo podía haber contado el propio Justo, naturalmente, y con la obvia intención de limitar los daños
75.
No podía, no quería limitar mis miradas al abismo, y con una ardiente e indefinida emoción, mitad de horror y mitad de angustia aliviada, dirigía mi vista lacia el abismo
76.
El ministro de Justicia dice que es imposible suspender el juicio contra Manuilov; lo único que puede prometerme es limitar las investigaciones a la acusación de chantaje
77.
Eran las que tienen, en un momento dado, todas las personas de similar envergadura intelectual; de manera que la expresión refinada proporcionaba enseguida, como el arco de círculo los medios de describir y limitar toda la circunferencia
78.
Que teniendo en cuenta la ética sexual imperante en el país y el reducido presupuesto del SVGPFA, el suscrito ha tomado la decisión de limitar los servicios que exigirá de sus colaboradoras y a los que por tanto podrán aspirar los usuarios, a la prestación simple y normal, excluyendo todas las deformaciones enumeradas y parientes en espíritu
79.
Siempre he lamentado que monsieur de Charlus, en vez de limitar sus dotes artísticas a pintar un abanico para regalárselo a su cuñada (hemos visto a la duquesa de Guermantes llevarlo en la mano y abrirlo, más que para abanicarse, para presumir con él, haciendo ostentación del afecto de Palamède) y al perfeccionamiento de su ejecución pianística para acompañar al violín de Morel sin cometer faltas, siempre he lamentado, digo, y todavía lamento, que monsieur de Charlus no haya escrito nada
80.
No se trataba de una borrasca cuya duración se hubiera podido limitar a unas cuantas horas
81.
El que principalmente sirve para limitar la extensión del nombre a entidades ya consabidas por los interlocutores
82.
Se trataba de limitar el número de ciudadanos elegibles para los cargos estatales remunerados, a fin de que la maquinaria gubernamental pudiera funcionar suave y económicamente
83.
, el que se hace entre empresas para limitar la competencia
84.
Determinar, limitar, precisar, designar de un modo cierto
85.
La que, por anular la voluntad del autor de una acción, puede limitar o excluir su responsabilidad
86.
El que se aplica al proceso de integración europea para limitar la intervención de las autoridades comunitarias a los supuestos en que los Estados por sí solos no puedan ser eficaces
87.
Quien seis meses después era ayudante del Agente y su socio doce después, oficialmente ayudante todavía pero en realidad co—propietario de lo que ahora era un considerable almacén abastecido con las ganancias de la yegua al competir con los caballos de los jóvenes de Ikkemotubbe que él, Compson, tenía buen cuidado de limitar a un cuarto de milla o como mucho a tres estadios; y al año siguiente era Ikkemotubbe quien poseía la yegua y Compson toda la milla cuadrada de terreno que algún día estaría casi en el centro de la ciudad de Jefferson, arbolada entonces y todavía arbolada veinte años más tarde aunque para entonces era más parque que bosque, con sus cabañas para los esclavos y sus establos y huertos y jardines y paseos y pabellones diseñados por el mismo arquitecto que construyó la casa porticada de columnas traída en vapor desde Francia y Nueva Orleans, y la milla cuadrada aún intacta en 1840 (solamente el pueblecito blanco llamado Jefferson empezaba a rodearla, pero casi la circundaba un condado blanco porque pocos años después habrían desaparecido los descendientes y el pueblo de Ikkemotubbe, viviendo los que quedaron no como guerreros y cazadores sino como hombres blancos —desmañados agricultores o, aquí y allá, señores de lo que ellos denominaban plantaciones o amos de esclavos perezosos, algo más sucios que el hombre blanco, algo más perezosos, algo más crueles— hasta que por fin incluso la sangre salvaje desapareció, ocasionalmente percibida en el perfil de la nariz de un negro guiando un carro de algodón o de un peón blanco de una serrería o de un trampero o de un fogonero de una locomotora), conocida entonces como el Dominio de los Compson, puesto que era adecuada para engendrar príncipes, estadistas y generales y obispos, para vengar a los desposeídos Compsons de Culloden y Carolina y Kentucky, conocida después como la mansión del Gobernador porque, con el tiempo, ciertamente, generó o engendró al menos a un gobernador —otra vez Quentin MacLachan, por el abuelo escocés— y todavía conocida como la mansión del Viejo Gobernador incluso después de que hubo engendrado (1861) a un general —(así llamada por el pueblo y el condado enteros por acuerdo y consenso predeterminados como si incluso con antelación supieran entonces que el Viejo Gobernador sería el último Compson que no fracasaría en cualquier cosa que tocase excepto en longevidad y suicidio)— el Brigadier Jason Lycurgus II quien fracasó en Shiloh en el 62 y volvió a fracasar aunque no tan gravemente en Resaca en el 64, quien por vez primera hipotecó la todavía intacta milla cuadrada a un estafador de Nueva Inglaterra en el 66, después de que el antiguo pueblo hubiese sido quemado por el General Smith del Ejército Federal y el pueblecito, a tiempo de ser poblado principalmente por descendientes no de los Compsons sino de los Snopes, hubiese comenzado a rozar y luego a invadir las lindes y después su interior mientras el fracasado brigadier pasaba los siguientes cuarenta años vendiendo fragmentos para mantener la hipoteca sobre el resto: hasta que un día de 1900 murió tranquilamente en un catre del ejército en la reserva de caza y pesca de la cuenca del río Tallahatchie donde transcurrieron la mayor parte de sus últimos años
88.
Imagine que, por alguna rareza de la diplomacia leonina, la gran mayoría de los leones del área se han organizado para ponerse de acuerdo y limitar su caza hasta niveles sostenibles
89.
De restricciones salvajes destinadas a limitar los movimientos de la comunidad al mínimo imprescindible
90.
Había intentado que esta vez no fuera tan intenso y limitar la destrucción a los Sabuesos del Oscuro, pero en el grueso muro del fondo quedó una grieta ennegrecida
91.
Si Owyn había logrado limitar la frecuencia de la utilización del Poder, tenía que ser posible no encauzarlo en absoluto, por más seductor que fuera el Saidin
92.
—¡Padre Maloney! Para su conocimiento, el senador ya ha presentado la legislación prometida para limitar las indemnizaciones que han de pagar las instituciones de beneficencia y ahora cree que su respaldo tendrá muchas más posibilidades de ser aprobada que cuando propuso la idea el viernes
93.
–Akenatón y Nefertiti fueron una pareja real -recordó Nefertari-; respetaron nuestras leyes y tuvieron la prudencia de limitar su experiencia en el tiempo y en el espacio
94.
Pero, a pesar de que esto es evidente, los hombres prefieren, todavía, limitar la cooperación a sus propios grupos y adoptar, ante los otros grupos, una hostilidad feroz, que llena la vida diaria con las visiones terroríficas del desastre
1.
Estoy seguro de que además las aburría mortalmente a casi todas, ya que una muchacha me dijo un día: «¿Por qué no paras de decir tantas chorradas y te limitas a tomarme?»
2.
Si te limitas a ignorarme, creo que me marcharé
3.
–Recuérdalo -le había dicho-: cuando el director mencione lo de la paga, te limitas a guiñarle un ojo
4.
–¿Por qué no te limitas a hacer las maletas y te vas? – le dijo de repente, cediendo a un impulso-
5.
Quiere que todo sea como conducir un coche, donde te limitas a meterte dentro y arrancar
6.
Si te limitas a un cosmos concreto, esa interferencia puede interpretarse como una señal
1.
Todo alrededor de una media-luz hace que sea un poco difícil de orientación y no puedo entender cómo estas criaturas pueden encontrar su camino, mi velocidad limito a no ejecutar a cualquier roca afilada, pero yo conozco a la reina y telepáticamente me dice que el silbido que puede emitir mis cuerdas vocales también actúa como un sonar y que con el entrenamiento que pude modular de acuerdo a mis necesidades
2.
Noentro en el exámen del fondo ó sustancia de los hechos que refiere estedocumento, y solo me limito á manifestar las creencias y lo que constahistóricamente que se hizo segun ellas[67]
3.
Me limito, pues, á decir, que miro muy factible y fàcilestablecernos en Chuelechel, y que con
4.
—Me limito a dar la versión que hará de lo ocurrido Miguel el
5.
quiero negarlo; me limito a lamentarlo
6.
esperanza de losdesgraciados, me limito á exclamar, desde el fondo de mi corazón, con mitierno amigo
7.
soy pintor y en los museos me limito á admirar, concluyo recomendando á todos los que vayan á Munich
8.
–Me limito a cumplir las órdenes del señor, Dogz
9.
—Yo me limito a la acusación convencional contra el que está en libertad provisional y no ha comparecido ante la Policía
10.
Me limito a narrar lo que sucedió, dejando que el lector adivine mis emociones del momento
11.
Me limito a usar expresiones que figuran en el Cantar de los Cantares de Salomón
12.
—Comprenda que yo me limito a cumplir con mi obligación como hace usted con la suya, señor
13.
(Me limito a anotar la imitación que hizo Rachel
14.
—Me limito a decirle cuál es la situación
15.
Decidido a intentar causar toda la impresión que las apariencias pudieran producirle, me tomé insólitas molestias con mi atuendo; más aún, pedí a un amigo en cuya discreción podía confiar, seguro de que no me haría preguntas incómodas -y esto lo escribo con pesar, avergonzado; me limito a referir la verdad, que bastante penitencia es sin más añadiduras-, le pedí a un amigo, decía, que me prestase uno de sus carruajes, con el cual me desplacé hasta North Villa, pues temía que fuese demasiado riesgo pedirle a mi padre su carruaje, o a mi hermana el suyo, ya que de sobra sabía yo que era debilidad común entre los hombres del estilo de Mr
16.
Yo me limito a aplicar a la vida corriente algunas de las normas de observación y deducción que defendía en aquel artículo
17.
–Ahora mismo están entrevistando al rey, de modo que me limito a repetirte lo que dice: «Mi gobierno cumplirá todos los compromisos que tiene contraídos con sus amigos del mundo occidental»
18.
Me limito a hacer un gesto afirmativo
19.
–Me limito a prestar atención a lo que me dices -contestó
20.
—Me limito a hacer lo que queréis —consiguió decir finalmente con la cabeza inclinada hacia atrás mientras él la sujetaba del pelo—
21.
Yo me limito a seguir el juego y lo desarrollaré mientras dure… que, no creo vaya a ser durante mucho tiempo para ninguno de nosotros
22.
Yo me limito a vigilarlas mientras estoy aquí, y ellas me dan todo lo que necesito
23.
–No voy a la caza de halagos, me limito a presentar los hechos, pero gracias de todos modos
24.
—Yo me limito a llevar el control de estas cosas, Sparhawk
25.
Yo me limito a conducir y a satisfacer tu curiosidad
26.
Yo me limito a responder a tu insatisfacción intelectual
27.
—Me limito a constatar una realidad —dijo con aire distraído—
28.
Me limito a indicar esa posibilidad, con certeza sólo sé lo siguiente: un organismo de control descubrió entretanto que del departamento A salió hace muchos años una interpelación a la comunidad referente a un agrimensor sin que hasta ese momento hubiese llegado una respuesta
29.
Pero después de la última conversación contigo en la posada del puente, ella me limito a repetir sus malas palabras ha descubierto tus manejos, ahora ya no puedes embaucarla, incluso si te esforzaras en ocultar tus intenciones
30.
¡Eso es una mentira manifiesta! — No, me limito a exponer la verdad de forma creativa
31.
Me limito a darle una vívida ilustración de un hecho fácil de considerar
32.
–Me limito a decirle cuál es la situación
33.
Por eso, sólo por eso, me apeo de mi suficiencia y me limito a decir: ojalá
34.
Me limito a la función de describir
35.
Me limito a repetir las palabras del señor Largo Caballero
36.
Que en este punto el detenido empezó a sospechar que madame Carmencita y la tal Florita, por la pinta y por las intenciones, amén de por algunos subrepticios tocamientos y efusiones más allá del límite que aconsejan las buenas maneras de nuestro recio talante y la unidad de los hombres y las tierras de España (me limito a transcribir el lenguaje del declarante), empezó a sospechar, repito, que sus dos interlocutoras podían tener algo que ver con el negocio del puterío y sus derivados, pero que prefirió mostrarse discreto y dijo que bueno, que era una idea
37.
Con mucha frecuencia me sucede que no me gusta la comida en casa de los demás, pero, en tales casos, me limito a atiborrarme de pan, esperando que el postre no consistirá en mazapán
38.
Rachel ataca la suya con avidez; yo me limito a los bordes de la mía
39.
Parece que estoy en clase, pero me lo dice de tal forma, que me limito a asentir y hago lo que me dice
40.
Yo me limito a esperarlos
41.
Sólo me limito a esperar la muerte
42.
Yo me limito a decir en voz alta lo que ellos piensan en voz baja
43.
Me limito a mostrar a vuestras reverencias que los sucesivos accesos del Rey al cuerpo de la Reina fueron fruto del deber, no de la libertad
44.
–Me limito a darles unas cuantas instrucciones básicas –dijo el dios
45.
… Me limito a decir a usted de orden del emperador:
46.
Ahora yo me limito a pagar los exiguos impuestos y unos gastos mínimos de mantenimiento
47.
-¡Naturalmente! Por mi parte no estoy engañando a nadie; me limito a emplear malas artes con un buen propósito; el fin justifica los medios
48.
Me limito a responder:
49.
Eso es lo que hasta ahora me limito a escribir
50.
Me limito a hacer lo que me pedisteis, que es referiros cuanto se acerca del amigo a quien amé y admiré
51.
Así que me limito a esperar
52.
–Me limito a prestar atención a lo que me dices –contestó
53.
Cuando Harris o Jorge hacen el tonto en tierra me limito a sonreír indulgentemente, mas si se les ocurre repetir su actuación en el río, mi vocabulario es de tal envergadura que helaría la sangre en las venas de un matón, y cada vez que otro bote se me pone delante, me siento preso de furiosos deseos de coger un remo y aniquilar a todos los pasajeros
54.
–Me limito a explicarme las cosas
55.
Me limito a una serie de sonrisas inexpresivas
1.
Lori y yo nos limitábamos a observarlo, sin hacerle preguntas, para no fastidiarlo más de lo que ya estaba, pero le sugerimos que al menos dejara su empleo, que quedaba muy lejos y no le aportaba satisfacción ni desafíos
2.
Durante el invierno, generalmente limitábamos nuestros paseos a las calles más próximas
1.
Yo me limité a alzar los hombros con afectada indiferencia
2.
Me dieron ganas de responder que ojalá se quedara tan alelado, como María Luna para el resto de sus días, pero me limité a brindarle todo mi apoyo para cuanto pudiera necesitar, y desearle un pronto restablecimiento a su amado
3.
Pero me limité a sonreír y seguir mi camino
4.
Así que, para simplificar el asunto, me limité a asentir
5.
En aquel momento me limité a acariciar el cabello de Vainilla en silencio
6.
Me limité a tomar las pildoritas blancas y a hacer ejercicio, y un día en la ducha me di cuenta de que las pelotas me estaban desapareciendo
7.
Me limité a acercárselo a los labios a fin de que lo besara y le diera fuerza en sus tribulaciones
8.
Me limité a asentir con la cabeza, ella descolgó el teléfono, pidió dos cafés con leche, ¿toma azúcar, verdad?, sí, gracias, y agua mineral para los dos, y empezó a hablar, ya sé que resulta muy duro prestar atención a los aspectos materiales después de la desaparición de un ser querido, dijo, pero su padre era cliente de este banco y nuestro compromiso, nuestra obligación, es velar por sus intereses tanto ahora como antes, era guapa, mucho más guapa de lo que me había parecido cuando la vi en el cementerio, mi sobrino Guille se había dado cuenta, yo no, por eso nos hemos puesto en contacto con ustedes, para informarles en primer lugar de la situación de los fondos que su padre suscribió a través de nuestra entidad y cuyos intereses arrojan en la actualidad un saldo digno de que sus herederos lo tengan en cuenta, había que mirarla de cerca y mirarla dos veces antes de descubrirla, era mucho más guapa de lo que parecía, una belleza secreta, enigmática en su modestia, porque no había nada específicamente hermoso en su rostro salvo su propio rostro, la sorprendente armonía que integraba unos ojos dulces, pero corrientes, una nariz pequeña, pero corriente, una boca bien dibujada, pero corriente, una barbilla regular, pero corriente, y una piel sonrosada y tersa, aterciopelada como la de un melocotón poco común, en un conjunto admirable, tan bello que se escondía de las miradas accidentales, de los ojos que no lo merecían, supongo que ustedes, es decir, su madre, sus hermanos y usted mismo, son los herederos de su padre, y en ese caso, es a ustedes a quienes corresponde decidir el destino de los fondos, ahora bien, antes debo informarle de que la inversión a la que nos estamos refiriendo goza de un estatuto fiscal privilegiado, cuyas ventajas cesarían en el instante en que ustedes optaran por recuperar el capital, ella controlaba la situación, yo no, y su ventaja crecía por segundos a caballo de aquel discurso elaborado con sabiduría y perfeccionado ante muchos otros herederos que, a juzgar por la creciente confianza que transmitía su voz, habrían capitulado antes que yo, ella no sabía que yo era el hijo equivocado, el hermano que nunca tomaría la decisión definitiva, pero se comportaba como si tampoco quisiera tener en cuenta que era además su único testigo, el único que la había visto, que podría recordarla después, entonces llamaron a la puerta y entró un camarero con los cafés y el agua, dejó la bandeja sobre la mesa, se marchó, y me encontré haciendo un chiste en voz alta, menos mal que no los ha traído Mariví, ella sonrió, tenía los dientes de arriba separados en el centro, igual que mi madre, ya estaba muerto de miedo, añadí, y se echó a reír, y estaba aún más guapa cuando se reía, y me sentí satisfecho, casi orgulloso de haber provocado su risa, antes de preguntarme a qué estaba jugando, qué me estaba pasando, era todo tan raro, ¿quién eres?, recordé, ¿por qué me has llamado?, ¿por qué viniste al entierro de mi padre?, ¿qué hago yo aquí?, en fin, ella prosiguió en el tono dulce y preciso de una mujer de negocios que está acostumbrada a que sus clientes intenten ligar con ella y a quitárselos de encima con eficacia, ésa es la razón de que me haya puesto en contacto con ustedes, comprendo por supuesto que es un asunto delicado y que en estos momentos quizás no se encuentren con el mejor ánimo para tomar una decisión de esta naturaleza, pero no se apuren, no corre tanta prisa, sólo les pediría, por su propio interés, que lo tengan en cuenta
9.
Creo que me limité a enco
10.
Me limité a recordar que nunca oí hablar de tal suceso en casa, salvo una o dos veces, aunque por medio de vagas insinuaciones que con aire de misterio dejó caer un viejo criado; también recordé la escasa consideración que dediqué en su día a cuestiones que habían tenido lugar antes de que yo naciera
11.
–Me limité a dar la vuelta por el patio de atrás y a entrar por la puerta de servicio -contestó lady Cuthbert
12.
Me limité a mirarla
13.
De modo que, conteniéndome como buen cristiano, me limité a pegarle al inglés una patada en la cara que le rompió la nariz
14.
Me limité a decir lacónicamente:
15.
No me limité a subir, sino que salté a la escalera y corrí hacia arriba
16.
Me resultaba difícil mantener siquiera la atención en lo que estaba diciendo, de modo que cuando hizo una pausa me limité a asentir y dije vagamente:
17.
Me limité a menear la cabeza
18.
Me sentía tan emocionado de haberla encontrado que por un momento me limité a observarla
19.
No dije ni una palabra mientras me soltaban ese cuento ejemplar, me limité a conservar la calma obstinada de quien sabe que se saldrá con la suya
20.
No llamé, me limité a empujar la puerta, ya abierta; no hizo ningún ruido sobre la gruesa alfombra estampada
21.
Lleno a desbordar con piezas de artesanía de la antigua Jahar, junto con otras de fabricación moderna, hubiera sido interesantísimo revisarlo, pero me limité a atravesarlo sin más que un vistazo por si habíá enemigos vivientes
22.
Pero, finalmente, prevaleció mi buen juicio y, tras dejar al jeddak, me limité a organizar la búsqueda
23.
En realidad, me limité a confirmarle lo que ya sabía y me guardé
24.
Hubiera matado a mi madre por la encerrona, pero me limité a murmurar con la boca ladeada hacia Juan «jo, qué mierda»
25.
En Hispania me limité a bajar los cuernos y cargué ciegamente para entrar en batalla
26.
Quise ser lo más breve posible y me limité a decir que me llamase
27.
Me limité a señalar con el dedo hacia su habitación
28.
Me limité a recordar que las pruebas respaldaban que él se había deshecho del cadáver
29.
En el hospital, me limité a poner remiendos a unos cuantos individuos
30.
Me limité a decir buenas noches y salir por la puerta
31.
–Muy bien -me limité a decir antes de pulsar el botón de llamada en espera
32.
No les presté la menor atención y me limité a mirar al suelo, agotado, todavía bajo los efectos de la resaca y conmocionado por la negativa
33.
Oh, me limité a plantear la cuestión, Pensé que ofrecía algún interés
34.
me limité a adoptar el aire de resignación de un interno de hospital al que visita su enfermera favorita
35.
Me limité a hacer lo que sabía: soltar mi discurso, abrir la carpeta donde llevaba todo el material y desplegar las muestras de los diferentes volúmenes y anuarios
36.
Yo me limité a retorcerme las manos en silencio
37.
Me limité a echarles una rápida ojeada cuando subieron al tren y se sentaron frente a mí
38.
Me limité a asentir mientras untaba el pan con mantequilla
39.
Y por lo menos en cincuenta lugares me limité a preguntar en la administración
40.
Me limité a sonreír con desprecio al parabrisas
41.
Intentando no someterme a los múltiples ojos entrometidos del lugar, no entré, sino que me limité a recorrer las calles circundantes durante un rato —un ejercicio que no recomiendo a ningún miembro del club, ya que las factorías del señor Knockmealdown están tan llenas de maleantes y demás como un carnicería de moscas— hasta las 8
42.
Me limité a pedir información a los muchachos de La Gaceta, y la obtuve
43.
O'Hara estaba firmemente convencido de que Naylor y yo habíamos salido juntos del edificio, a lo cual me limité a encogerme de hombros, convencido de que tratar de disuadir a un irlandés era perder el tiempo
44.
Por lo tanto, me limité a preguntar con indiferencia:
45.
No podía confiar de nuevo en mi nerviosa boca, que siempre tartamudeaba en situaciones de emergencia, por lo que finalmente me limité a levantar la barbilla, que es el gesto para decir «no» en Oriente; se sentó entonces, y medio susurró al cabo que me sacaran de allí y me dieran una buena lección
46.
Yo me limité a asentir, y entrecerré los ojos al levantar la cara hacia el sol que brillaba a través de los cristales
47.
Diría que me limité a planear un dispositivo para tirar los muertos por las esclusas
48.
Permanecí en silencio y me limité a escuchar
49.
El primer piso de la casa siguiente contenía siete personas, la mayoría tan enfermas que no dije nada y me limité a ponerles la inyección, marchándome luego a toda prisa
50.
Puesto que respeto los hábitos, me limité a decirle que no me gustaba que se hicieran comentarios sobre mis órdenes en la sala de oficiales ni en ninguna otra parte, que esperaba que todos las cumplieran con prontitud y que en la Armada no era costumbre discutir las decisiones del capitán ni llevar chismes a su cabina
51.
«¡El Mal me rechazó a mí! Yo me limité a aceptar la situación
52.
Me limité a romper unas cuantas rótulas para hacerlos chillar
53.
Mientras la cantaba, me limité a cambiar el nombre de Serule por el de Felurian
54.
Como dudaba que pudiera hablar sin romper a llorar otra vez, me limité a negar con la cabeza
55.
En cuanto vi con precisión lo que tenía que hacer en la escena, me limité a esperar a que hiciera el cambio
56.
Parecía evidente que la intención de mi guía era rodear todo el perímetro de la barandilla hasta acabar por donde empezamos, de modo que me limité a seguirla
57.
Me limité, pues, a hablarle de nuestra comida en casa de los Verdurin
58.
Pero sin detenerme a buscar nuevos argumentos, me limité a tomar la situación tal cual era
59.
Como no me hallaba en condiciones de extraerla me limité a mirarla
60.
Pero no me limité a cortar sus interludios satíricos, sino que hice constantes elisiones
61.
Me limité a hacer levantar algunas capillas funerarias y colocar estatuas en los diferentes lugares donde había vivido; mi pobre Lucio no era un dios
62.
Hizo un comentario sobre mi rostro magullado; me limité a decir que me había caído
63.
Me limité a preguntar en voz baja:
64.
Nada, ni caso, así que dejé de hablarle un buen rato y me limité a bailar
65.
La cortesía me impidió responderle a aquel mentecato como debiera; me limité a contestarle que yo había nacido a mediados del siglo XX y que los miembros de mi equipo eran aún más jóvenes
66.
Me limité a asentir en silencio
67.
No le había contado con precisión cuáles eran mis planes, por si no llegaba a conseguir mi objetivo, y ahora tampoco quise entrar en detalles; me limité a decir que estaba trabajando en una estrategia a largo plazo
68.
Por un momento me limité a contener la respiración y a esperar
69.
Me limité a apretar los dientes y rascarme más fuerte con la toalla