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madriguera
1. Gobierno hasta el descubrimiento del lugar en que se oculta nuestra madriguera
2. espeso matorral delpinar, asustando a la liebre en su madriguera
3. madriguera estanqueril dedon Quintín estaba en la poco
4. merecluyen en esta madriguera
5. madriguera, lasparedes de pedruscos sueltos y una cubierta de
6. nada ignorabade cuanto sucedía en la vieja madriguera de los Ulloas
7. Estarían atrapados como ratones en su madriguera; aunque se encerrasen tras alguna de las puertas, sería sólo cuestión de tiempo que éstas acabasen venciendo ante los envites de los muertos vivientes
8. —Mon ami, si quiere usted coger a un conejo, meta un hurón en la madriguera, y si el conejo está allí, saldrá corriendo
9. Éste se sitúa por espacio de largas horas aburridas ante la madriguera del ratón y le acecha, sin verificar el menor movimiento, sin dar síntomas de impaciencia y al propio tiempo sin renunciar a su propósito
10. -Pues moriríamos como topos sorprendidos en su madriguera por una lluvia torrencial
11. El roedor, en cambio, lo extrajo de la madriguera recurriendo a la magia
12. Mientras Galbatorix no abandone su madriguera de Urû'baen, el mayor peligro al que te puedes enfrentar en tanto dure la campaña de los vardenos vendrá de los magos que te rodeen
13. Es como un tejón escondido en su madriguera, que morderá el morro a cualquiera que intente sacarle
14. Su caballo metió una pata en la madriguera de un conejo y derribó al jinete
15. Este, mientras caía, tuvo la impresión de estar hundiéndose en la madriguera
16. Las manos de los niños estaban magulladas, pero al final consiguieron su objetivo despejando totalmente la entrada de la madriguera
17. «Buster» dejó la madriguera que había estado escarbando, para unirse a ellos
18. "He aquí que el agujero en que se había refugiado la pulga era la madriguera del ratón
19. "He aquí que el agujero en que se había refugiado la pulga era la madriguera del ratón; de modo que cuando el ratón vió entrar a la pulga en su casa se indignó extraordinariamente, y le dijo: "¿Qué vienes a hacer aquí, ¡oh pulga! ya que no eres de mi especie ni de mi esencia? ¿Qué buscas aquí, ¡oh parásito! del cual sólo se puede esperar algo desagradable?"
20. "De esta suerte el ratón pudo transportar a su madriguera sin ninguna dificultad todo el oro del comerciante, y cuando amaneció ya no quedaba un dinar en el saco
21. Salió al césped, entró por la ventana, recorrió la sala de estar y subió al dormitorio, como el osado sabueso registra la madriguera
22. Cara de Ángel asomó a la esquina del fondín y esquina de la casa de Canales contando las sombras color de aguacate de los policías de línea repartidos aquí y allá, le dio la vuelta a la manzana paso a paso y de regreso colóse en la puertecita de madriguera de El Tus-Tep con el cuerpo cortado: había un gendarme uniformado por puerta en todas las casas vecinas y no se contaba el número de agentes de la policía secreta que se paseaban por las aceras intranquilos
23. Jondalar todavía estaba recuperándose del mal trato que el mismo león, o su compañera, le había infligido antes, el día en que él y su hermano se metieron como dos atolondrados en la madriguera de los animales
24. —El reportero de la BBC cree que el CERN es la nueva madriguera de los Illuminati —dijo Langdon
25. Dicho así, parece algo que ni siquiera es demasiado grave -ser tragados de nuevo por la ciénaga de una existencia ordinaria- y yo durante años no fui capaz de comprender su gravedad, pero el secreto es acercarse más aún, mirar de cerca, ya sé que da asco, pero es necesario que me acompañes hasta ahí, Gould, tápate la nariz y ven a ver de cerca, el estudioso seguro que tenía un padre, míralo más de cerca, un padre severo, estúpidamente severo, pendiente durante años de doblegar a su hijo haciendo que le pesara su continua y desmesurada ineptitud, y eso hasta el día en que ve el nombre de su hijo en un periódico, impreso en un periódico, no importa el motivo, el hecho es que los amigos empiezan a decirle Felicidades, he visto a tu hijo en el periódico, da asco, ¿verdad?, pero él está impresionado, y el hijo encuentra lo que nunca tuvo fuerzas para encontrar, es decir, una venganza tardía, y esto es algo impresionante, poder mirar a tu padre fijamente a los ojos, una redención como ésta no tiene precio, ¿qué importa haber intrigado un poco con tus ideas, olvidado ya todo nexo real con su origen, ante el hecho de poder ser hijo de tu padre, por fin, hijo reglamentariamente autorizado y aprobado? No hay precio demasiado elevado por el respeto de tu padre, créeme, ni, si lo piensas un poco, por la libertad que nuestro estudioso encuentra en el primer dinero, dinero de verdad, con el que una cátedra arañada en una universidad de la periferia empieza a llenarle los bolsillos, arrancándolo del dictado cotidiano de la indigencia, e inclinándolo por la pendiente de los pequeños lujos que al final, por fin, finalmente confluyen hacia la codiciada casa en el campo, con estudio y biblioteca, una nimiedad, en teoría, pero una enormidad, realmente, cuando se eleva, en el reportaje del periodista de turno, hasta apartada madriguera del estudioso que en ella encuentra un refugio ante la deslumbrante vida que lo asedia, vida que en realidad es sobre todo imaginaria, pero allí, en la realidad del refugio, imprevistamente demostrada, y por tanto verdadera, y por tanto impresa para siempre en la mente del público, que desde ese momento tendrá una mirada hacia el estudioso de la que él ya no podrá prescindir, porque es una mirada que, renunciando a cualquier comprobación, regala, a priori, respeto y consideración e impunidad
26. Al otro, el que está al lado de los pobres, o de los débiles, o de los marginados, el que lleva un jersey y unas Reebok, ese mismo, habrá empezado con alguna deslumbrante aparición caótica del infinito, algo que en la penumbra de su juventud le habrá dictado vagamente el imperativo de tomar posición, y la sugerencia de qué parte estar, todo habrá empezado como debe empezar, de un modo honesto, pero luego, Dios santo, cuando vuelves a verlo ya adulto y famoso, Jesús, famoso, da cosa ya sólo decirlo, famoso, con su nombre en los periódicos y las fotografías, con el teléfono sonando sin parar porque los periodistas quieren preguntarle su opinión sobre esto o aquello, y él responde, puta miseria, responde, y participa, y marcha en cabeza de las manifestaciones; el teléfono de los sacerdotes no suena, Gould, quiero decírtelo con toda la crueldad necesaria, tú no puedes saberlo pero el teléfono de los sacerdotes no suena porque su vida es un desierto, es programáticamente un desierto, una especie de parque natural protegido, donde la gente puede mirar, pero desde lejos, son animales de parque natural, nadie puede tocarlos, ¿puedes imaginártelo, Gould?, para los sacerdotes es todo un problema incluso dejarse tocar, ¿has visto alguna vez a un sacerdote dando un beso a un niño o a una señora?, sólo para saludarlos, no pienses mal, una nimiedad, lo normal, pero él no puede hacerlo, la gente de alrededor enseguida tendría una sensación de malestar y de inminente irritación, y ésta es la durísima condición cotidiana del sacerdote en este mundo, él, que podría ser un hombre como los demás y que ha elegido en cambio esa soledad vertiginosa, que no tendría vía de escape, nada, salvo una idea, una idea incluso justa, llegada desde fuera para cambiar ese panorama, para devolverle una tibieza de humanidad, una idea que, bien utilizada, perfilada, revisada, protegida de los arriesgados choques con la verdad, conduce al sacerdote fuera de su soledad, simplemente, y poco a poco hace de él el hombre que es ahora, rodeado de admiración, y ganas de acercársele, e incluso deseo en estado puro, un hombre con jersey y Reebok, nunca solo, se mueve arropado por hijos y hermanos, nunca perdido porque está constantemente conectado a alguna terminal de los medios de comunicación, de vez en cuando entre la multitud atrapa al vuelo los ojos de una mujer cargados de deseo, piensa qué puede significar eso para él, esa vertiginosa soledad y esta vida que estalla, ¿hay que sorprenderse si está dispuesto a morir por su idea?, él existe en esa idea, ¿qué significa morir por esa idea?, estaría muerto de todas formas si se la quitaran, se salva en esa idea, y el hecho de que con ella salve a cientos o a lo mejor a miles de semejantes no cambia ni un ápice en este asunto, y es que ante todo se salva a sí mismo, con la coartada accesoria de salvar a los demás, robando a su destino esa necesaria dosis de reconocimiento y admiración y deseo que le hace estar vivo; vivo, Gould, ¿comprendes bien esta palabra?, vivo, sólo quieren estar vivos, hasta los mejores, los que construyen justicia, progreso, libertad, futuro, incluso para ellos se trata de una cuestión de supervivencia, acércate todo lo que puedas, si no me crees, mira cómo se mueven, a quién tienen a su alrededor, míralos e intenta imaginarte qué sería de ellos si por casualidad un día se despertaran y cambiaran de idea, simplemente, qué quedaría de ellos, intenta arrancarles una respuesta que no sea una instintiva autojustificación, mira si puedes aunque sea una sola vez escucharles pronunciar su idea con el estupor y la indecisión de alguien que la descubriera en ese momento y no con la seguridad de alguien que te está mostrando con orgullo la devastadora eficacia del arma que empuña, no te dejes engañar por la aparente docilidad de su tono, por las palabras que eligen, astutamente dóciles, están luchando, Gould, luchan con los dientes por la supervivencia, por la comida, la hembra, la madriguera, son animales, y eso que son los mejores, ¿comprendes?, ¿qué puedes esperar de los demás que sea distinto, de los pequeños mercenarios de la inteligencia, de los comparsas en la gran lucha colectiva, de los pequeños guerreros cobardes que rapiñan restos de vida en los márgenes del campo de batalla, conmovedores basureros de salvaciones irrisorias, cada uno con su ideíta artificial, el médico a la caza de financiación para pagar el internado de su hijo, el viejo crítico que intenta paliar el abandono de su vejez con cuarenta líneas a la semana que suelta donde hagan un poco de ruido, el científico y su puré de Vancouver con que alimentar de orgullo a mujer, hijos, amantes, las penosas apariciones televisivas del escritor que teme desaparecer entre un libro y otro, el periodista que apuñala a diestro y siniestro desde la primera página para estar seguro de existir al menos otras veinticuatro horas más, sólo están luchando, ¿lo comprendes?, lo hacen con ideas porque no saben utilizar otra cosa, pero en esencia es lo mismo, es lucha, y son armas sus ideas, y por mucho asco que nos dé admitirlo, están en su derecho, su deshonestidad es una lógica deducción de un deseo primario, y por tanto necesario, su asquerosa traición cotidiana a la verdad es la consecuencia natural de un estado natural de indigencia que hay que aceptar, no puede pedírsele a un ciego que vaya al cine, no puede pedírsele a un intelectual que sea honesto, no creo, de verdad, que pueda pedírsele, por muy deprimente que sea admitirlo, pero el concepto mismo de honestidad intelectual es un oxímoron
27. Como un animal que busca con la espalda el fondo de su madriguera
28. El padre ya se iba, arrastrándose, hacia las tinieblas; el resto de los ancianos se habían escondido una noche más en su madriguera
29. Debía de haberlos olido y se había escondido aún más hondo en su madriguera
30. -Soy una madriguera donde andan los poetas
31. Necesitaban salir de la madriguera
32. Después vuelve a la madriguera y, si aprecia algún indicio reciente de la actividad de los conejos, echa dinamita en su interior para matarlos y sella la madriguera
33. La mesa de tapa de cristal que Alicia había encontrado en el vestíbulo del fondo de la madriguera del conejo, la mesa en la que había estado la llave que abría la puerta pequeña que daba al jardín, y en la que había estado la botella con una etiqueta de papel que decía «BÉBEME» atada en el cuello
34. Tim había metido la cabeza y medio cuerpo en una madriguera de conejos
35. Por último, Tim enderezó las orejas y soltó un pequeño ladrido mirando a la entrada de la madriguera
36. Llegaron hasta donde pensaban que debía estar la madriguera por la que Dick había abierto el agujero, pero en lugar de eso no había más que una gran masa de tierra de la que una parte se iba deslizando dentro del túnel
37. La proyección iba acompañada por imágenes de negrura, un cielo vacio, una madriguera deshabitada, un campo desolado
38. Si, por el contrario, la hormiga pudiera excavar una madriguera en el interior de la manguera —si pudiera penetrar en el material de goma de la manguera— necesitaríamos tres números para precisar su posición, ya que también tendríamos que indicar la profundidad hasta la que ha excavado
39. A pocos metros de distancia del escondrijo de los duendes se toparon con una madriguera de conejo vacía
40. Esa madriguera de pasadizos estaba repleta de puertas numeradas, en cada una de las cuales había un número identifi-cativo
41. Descendieron por la enorme madriguera y empezaron a andar cautelosamente
42. Ya voy viendo mejor en esta madriguera
43. Turan miró en la dirección señalada por el índice del otro y vio salir de la boca de la madriguera de un ulsio dos grandes pinzas y un par de ojos salientes
44. Un nuevo día había nacido y África saludó el secular milagro de Kudu, que emergía de su madriguera tras las colinas orientales, y sonrió
45. —Pues es muy sencillo: es justo allí donde está la madriguera del ratón
46. —Yendo a la madriguera, señoría
47. Ha estado hecho un gruñón desde la Madriguera
48. —James —dijo Hagrid, mirándole por encima de los demás estudiantes—, ¿pasa algo malo con la madriguera de la anguila?
49. Cuando James se unía a ellos, les oyó hablar sobre la venta de la Madriguera
50. —¿Todo el mundo está pasando el tiempo libre empacando en la Madriguera? —preguntó Rose