1.
Tres antojos de larga vista, los dos en pergamino, y el otro coloradocon cabos de marfil
2.
Las pequeñas esculturas en la entrada, nos dan la bienvenida; son pequeñas estatuillas de marfil, sin duda única en su especie
3.
marfil; y en los menos antiguos, algunaescena de pastores se
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marfil en la actitud del cilenciario
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aparejado por los reposteros de estrado y mesa: el artesonado de entalle eincrustaciones de marfil ó
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del marfil viejo, se marchitan las coronas de rosas, y en
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cordoncito azul con unapequeña bola de marfil
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quecontestan con sonrisas de brillante marfil á los aplausos y aclamacionesdel público
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adornadas de pequeñas figuras decorativas éincrustaciones de marfil y carey
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Aixa golpeó entonces las losas con los pies, haciendo repiquetear el oroy el marfil
11.
pequeño crucifijo de marfil, un libro deoraciones y un cuadrito que representaba la
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puntillas de la camisa,cruzando tras la cabeza el marfil de sus redondos brazos! Era la
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Una de las industrias crecientes del país es la de marfil vegetal, deque se ha tratado ya y del que
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trasladaron de la cómoda a la mesa el crucifijo de marfil,
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esquifede marfil con velas de púrpura
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amarilleaba al modo del envejecido marfil
17.
En cierta ocasión, habiendo hablado en un artículo del mondadientes de marfil de
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Unos eran de color escarlata y tenían la forma de una copa de cristal veneciano con un delicado pie; otros tenían una filigrana de agujeros, de forma que parecían mesitas talladas en marfil, en blanco y en amarillo; otros eran como grandes y suaves burujos de lava o de alquitrán, negros y duros, extendidos sobre leños podridos, y otros parecían haber sido tallados en chocolate pulido, ramificados y retorcidos, como grupos de cornamentas de ciervos en miniatura
19.
Metieron la cama en esa suerte de arcada, y la comida en una mesita;mi cubierto consistía en una cuchara de marfil que había comprado con mi dinero
20.
»Con todo, como le había dado tantas vueltas a cada aspecto del problema, el señor Crawford fue capaz de captar, aun con la escasa información que logró deducir de las preguntas de su colega, la idea clave que se escondía en la fórmula central y, desde aquel instante, su único deseo fue encerrarse a solas de nuevo en su torre de marfil y desarrollarla hasta alcanzar una versión definitiva y completa de lo que consideraba el fruto de su idea original
21.
Y ¿hay más que ver, después de haber visto esto, que ver salir por la puerta del castillo un buen número de doncellas, cuyos galanos y vistosos trajes, si yo me pusiese ahora a decirlos como las historias nos los cuentan, sería nunca acabar; y tomar luego la que parecía principal de todas por la mano al atrevido caballero que se arrojó en el ferviente lago, y llevarle, sin hablarle palabra, dentro del rico alcázar o castillo, y hacerle desnudar como su madre le parió, y bañarle con templadas aguas, y luego untarle todo con olorosos ungüentos, y vestirle una camisa de cendal delgadísimo, toda olorosa y perfumada, y acudir otra doncella y echarle un mantón sobre los hombros, que, por lo menos menos, dicen que suele valer una ciudad, y aun más? ¿Qué es ver, pues, cuando nos cuentan que, tras todo esto, le llevan a otra sala, donde halla puestas las mesas, con tanto concierto, que queda suspenso y admirado?; ¿qué, el verle echar agua a manos, toda de ámbar y de olorosas flores distilada?; ¿qué, el hacerle sentar sobre una silla de marfil?; ¿qué, verle servir todas las doncellas, guardando un maravilloso silencio?; ¿qué, el traerle tanta diferencia de manjares, tan sabrosamente guisados, que no sabe el apetito a cuál deba de alargar la mano? ¿Cuál será oír la música que en tanto que come suena, sin saberse quién la canta ni adónde suena? ¿Y, después de la comida acabada y las mesas alzadas, quedarse el caballero recostado sobre la silla, y quizá mondándose los dientes, como es costumbre, entrar a deshora por la puerta de la sala otra mucho más hermosa doncella que ninguna de las primeras, y sentarse al lado del caballero, y comenzar a darle cuenta de qué castillo es aquél, y de cómo ella está encantada en él, con otras cosas que suspenden al caballero y admiran a los leyentes que van leyendo su historia? No quiero alargarme más en esto, pues dello se puede colegir que cualquiera parte que se lea, de cualquiera historia de caballero andante, ha de causar gusto y maravilla a cualquiera que la leyere
22.
Esto ocurrió el día siguiente a la final de la Copa de las Naciones de África, que acabó con victoria en casa para Egipto tras los penaltis contra Costa de Marfil
23.
Mi abuela los peinaba en un pulcro moño a la altura de la nuca, pero siempre lucía en él algunas flores: a veces, un par de magnolias de color marfil; otras, una blanca gardenia recogida en el interior de dos hojas de color verde oscuro que hacían resaltar sus lustrosos cabellos
24.
Quiero besar el marfil de la mudez penúltima,
25.
Aquello era imponente; por otro lado, un gran Santo Cristo de marfil parecía mover sus brazos blancos y resbaladizos como un reptil de mármol escurriéndose a lo largo de la pared; y las grandes cornucopias doradas se le representaban como extraños seres, también animados, oscilantes y fosforescentes
26.
Más preciosos «que la perla de rosados colores que codicia el rey del mar», más preciosos que una estatua de marfil y oro de Fidias, que las más finas fuentes guarnecidas con gemas de Florencia, que el brocado de Flandes o que un manuscrito desconocido de Dante o de Safo, infinitamente más preciosos son los últimos momentos en que se despide uno del semblante de la amada, de las estivales campiñas, del bosque que llora bajo la lluvia
27.
Tras encoger las alas, Espina se lanzó hacia Saphira con las fauces abiertas y despidiendo fuego, los espolones de marfil bien abiertos y Murtagh blandiendo Zar'roc sobre sus espaldas
28.
Cuando estuvieron listos para partir, Hvedra, con el vestido flotando detrás de ella, bajó los amplios escalones de piedra desde la entrada de la fortaleza Bregan y le ofreció a Orik un cuerno de marfil adornado con filigranas de oro en la embocadura y en el cuerpo
29.
Las tres muchachas, que estaban entre los quince y los veinte años, eran graciosísimas, tenían los ojos vivos y negros, el color un poco carminoso; los labios rojos, y los dientes más blancos que el marfil pulimentado
30.
La cabeza es enorme, y las mandíbulas poseen dientes de hasta medio metro de largo, revestidos de un marfil cuya dureza supera a la de los colmillos del elefante
31.
-Todo lo contrario, ya que éste es un fuerte competidor en el comercio del marfil
32.
En medio de ellos, un negro viejo, de estatura gigantesca, con el cuerpo adornado de brazaletes de cobre, con adornos de marfil, gritaba como un condenado, alzando ambas manos hacia el dirigible que descendía lentamente
33.
Encendió la luz dispuesto a conocerla por completo, mientras la besaba con labios expertos y la despojaba de todos sus adornos: las perlas barrocas, las sortijas de brillantes, las pulseras de marfil, hasta dejarla desnuda y vulnerable
34.
Toqueteó una de las púas de marfil, que le quedaba entre las piernas, y dijo:
35.
–El tráfico de marfil está prohibido en casi todo el mundo
36.
En esa época no había oro, no se traficaba con marfil, los bantúes vivían del café, que llevaban por el río a vender en las ciudades, y los pigmeos permanecían la mayor parte del año cazando en el bosque
37.
–En la tarde Su Majestad, el rey Kosongo, dará una fiesta en honor a la mujer y al marfil que traerán los pigmeos -anunció el militar
38.
La fábrica todavía existe y es tanto su prestigio, que en ocasión de la visita del Papa, cuando el Gobierno mandó hacer un cirio de siete metros de largo y dos de diámetro para mantenerlo encendido en la Catedral, no sólo pudieron moldearlo a la perfección, decorarlo con escenas de la pasión y aromatizarlo con extracto de pino, sino que también fueron capaces de trasladarlo en un camión desde la montaña hasta la capital bajo un sol de plomo, sin que perdiera su forma de obelisco, su olor de Navidad ni su tono de marfil antiguo
39.
Con él asistí por vez primera a un concierto y el impacto fue tan formidable que no dormí en tres días, porque la música quedó resonando dentro de mí, y cuando pude hacerlo soñé que era un instrumento de cuerdas, de madera rubia con incrustaciones de nácar y clavijas de marfil
40.
El portugués tomó el bastón de empuñadura de marfil que descansaba apoyado en el asiento y cuando el cochero abrió la portezuela y desdobló la peana de la estribera, con lentos y calculados movimientos descendió
41.
Alta, con el cabello castaño echado hacia atrás yrecogido con el pañuelo del diseñador del día, los dientes como marfil, y los ojos oscuros y salvajes, también era una de las mujeres más incomprendidas de Washington
42.
La respuesta provisoria que dieron depende del hecho asombroso y, fuera de la torre de marfil de los físicos, poco conocido de que el así llamado espacio vacío es, en realidad, un caldero de energías en ebullición: el Campo del Punto Cero (véase la nota de arriba)
43.
Ataviado como para ocupar su puesto en un viejo cuento cubierto de polvo y salpicado de palabras en desuso, avanzaba con los pies un poco hacia fuera, la mano izquierda posada en un elegante bastón con pomo de marfil y la derecha sujetando el pequeño cuaderno negro, que se movía entre sus dedos como un extraño animal domesticado
44.
Estaba reparando el ala rota de un halcón encapuchado con toda la delicadeza de un tallista de marfil
45.
El señor Toranaga se encierra en su torre de marfil, haciendo esperar a la gente sin razón, ¿también eso es corriente? ¿Qué hay del señor Hiro-matsu?
46.
La pierna izquierda, a partir de la rodilla, era de marfil, excelentemente tallada, con su pie, su sandalia y unos dedos perfectos
47.
Como es lógico, pese a tratarse de un excelente trabajo, la pierna y el pie de marfil no estaban ensamblados sino que constituían tres secciones proporcionadas, cada una de las cuales era una exquisita obra artesanal, y el pie estaba articulado en distintas secciones, con las uñas bien definidas y los cordones de la sandalia exquisitamente esculpidos
48.
Al reló siguieron cuantas baratijas encontré a mano, entre ellas guantes perfumados, un estuche de marfil, pequeñas estatuas de alabastro y después unos mapas del Asia, libros lujosamente encuadernados que sin duda los muy necios se creían libres de la Inquisición, unas pantuflas, cuatro casacas con galones de plata y oro y el pupitre en que dos días antes se había extendido mi recomendación
49.
Los gruesos pilares de aquel mueble, que no era otra cosa que un mediano monte de roble, aparecían por diversos puntos tronchados, esparciendo sus agudas astillas, y las colgaduras en desorden dejaban [136] ver entre sus pliegues los brazos de marfil de un Santo Cristo, y las secas ramas de unas disciplinas
50.
Después las doncellas y las sirvientas salieron de la habitación y se formaron en dos filas, desde la puerta hasta el fin del corredor, luego de haber acostado a la joven en la gran cama de marfil enriquecida con perlas y pedrería
51.
Y el rey Soleimán, atravesando la doble hilera formada por estas estrellas vivas, penetró en la habitación y llegó hasta la cama de marfil donde se tendía la joven, toda adornada y perfumada
52.
"¡Pero su seno! ¡Bendito sea el Creador! ¡Es una seducción viviente! ¡ Sostiene dos pechos gemelos del marfil más puro, redondos, y que caben en los cinco dedos de la mano!
53.
Cayo Mario estaba sentado en su silla curul de marfil a un lado de la gran mesa plegable a modo de escritorio, con su legado Aulo Manlio al otro lado y su cuestor Lucio Cornelio Sila en medio
54.
Y pusieron a la joven en un lecho de marfil, dentro del pabellón, y se marcharon llorando
55.
¡Un vientre lujuriante, de pliegues delicados y juntos, como el papel plegado en dobleces menudos, y dispuestos en torno del ombligo, cajita de marfil donde se guardan los perfumes!
56.
Cuando la pata de la silla de marfil de Glaucia chirrió sobre el mármol del suelo, la mitad del Senado dio un respingo
57.
Sila les aguardaba dentro del Senado, sentado en su silla curul de marfil
58.
Cogió el casco de marfil, con el pincho y el disco de lana, y lo sopesó en las manos
59.
En tiempos de la república se cortaba macizo y no en chapa (la escasez fue lo que impuso los chapeados durante el imperio), siempre sobre pedestal o patas de marfil, y generalmente con incrustaciones en oro
60.
De ello surgió un oficio artesanal mixto, los citrarii y eborarii, al que pertenecían ebanistas y tallistas de marfil
61.
Hay momentos en los que pienso que si mi padre no me hubiese traído a Lisboa yo sería feliz, y por ser feliz quiero decir no encontrarme tan sola con mi enfermedad como aquí, donde la adivino, la mido en el interior del cuerpo, calculo sus progresos en el hígado, en el corazón, en los riñones, me inyecto dos veces al día, si me siento mareada, en el retrete del Liceo, de modo que mis compañeras no desconfíen de nada, porque aquellas a quienes se lo conté imaginan que llevo una muerte contagiosa conmigo y tampoco a mi tía le digo nada, vuelvo del médico y ella, fingiendo que no sabe adonde he ido, Buenas noches, mi tía a la que nunca le gustó que mi padre se casase en África con una desconocida, con una mulata tal vez, sin prevenir a la familia, sin traerla primero a Portugal para someterla en Esposende a la aprobación de mis abuelos, y la única vez que vinieron se apearon sin avisar en Oporto, hicieron el resto del viaje en autobús, con mi madre en busca de Mozambique en las ventanillas, y aparecieron en casa de mis abuelos, a la hora de comer, con una maleta llena de estatuillas y de máscaras de madera, y mi abuelo, que vendía telas en un establecimiento llamado Perla del Tergal, ¿Qué es esto?, y mi abuela mientras se santiguaba Sácame de ahí la carantamaula del Demonio, Domingos, que siento la peste del infierno en casa, y era el olor de la diabetes, y mi madre a mi padre, sin hacerles caso, sin conversar con ellos, apoyada en el alféizar en busca de las traineras de la isla, mi madre, intrigada con los petreles, ¿Qué aves son ésas, Domingos?, y mi abuelo, cogiendo una jirafa de marfil, Fíjate en el bicho, Orquídea, ¿en el sitio donde vivís hay elefantes?, y mi padre Son petreles, devoran barcos hasta no dejar ninguna espuma detrás de las hélices, y mi abuela, agarrada al rosario, Huele a infierno, ya os he dicho que huele a infierno, que huele a las flores de los muertos, pásame el chal que voy a buscar al párroco, y mi abuelo, sirviéndose aguardiente, Daría diez metros de franela por toparme con elefantes al galope en el bosque, y mi tía ¿E hipopótamos, Domingos, qué es lo que hacen con los hipopótamos?, y mi padre A los petreles no les escapan ni la niebla ni el viento, devoran lo que pueden, hasta un cine ambulante que anduvo por allí se les sumió en el estómago, ¿no es verdad, Orquídea, no es verdad que no se volvió a saber nada del que manejaba el proyector?, y mi tía El cine se fue a Póvoa, Domingos, ¿dónde se han visto petreles que se lancen a picotear películas?, y mi abuelo, repitiendo el aguardiente, Sólo vi uno en el calendario de la taberna, y mi padre No picotean películas pero picotearon a tu amigo el que vendía las entradas, el que no volvió a tirarte los tejos, y mi abuelo ¿Qué?, y mi padre Que responda Orquídea, que Orquídea te hable de los sauces llorones, y mi tía Mentiroso, ojalá se te paralicen las piernas, mentiroso, y mi abuelo ¿De los sauces llorones, grosera?, y mi madre Petreles, dices tú, ¿es petreles como los llaman, Domingos?, y mi tía Yo qué sé, padre, es invención de Domingos, los aires de Mozambique le han secado la mollera, y mi padre a mi abuelo ¿No quiere venir a volar conmigo bajo la tierra?, y el párroco, atareado en bendecir el baúl y los rincones de la tienda, y cubriendo a mi madre con un crucifijo enorme, Realmente huele a infierno y a las flores de Satanás, pero no es de las estatuas sino de esa pecadora, y mi abuelo a mi padre ¿Tú vuelas bajo la tierra, muchacho?, y mi abuela a mi padre Ay has traído al demonio contigo, Domingos, y el cura, echándole agua bendita a mi madre, En nombre de Jesucristo vade retro, emperador de las tinieblas, te ordeno que liberes a tu sierva y regreses a tu reino, y mi abuela ¿Y si ella pare un hombre lobo?, ¿eh?, y mi padre a mi abuelo He volado en la mina de Johannesburgo, padre, si usted tiene un pico y quiere probar yo le enseño, abrimos un hoyo en el suelo y listo, y el cura Vade retro, y mi madre Devoran barcos pero ahora andan por encima de nosotros piando, en una de ésas nos meten en el buche, y mi abuela, lanzando cocodrilos y guacamayos de madera por la ventana, Un bebé oscuro, lleno de pelos, qué horror, un bebé que salta de la cuna para galopar por la casa, hace años, venía yo en el tren de Lamego, descubrí dos a lo lejos, a carcajadas en un pinar, el cura sujetó a mi madre por el brazo, Vade retro, y mi padre Alto ahí, no sea fresco, suéltele la mano a mi mujer, y mi abuelo Pico no tengo, ¿no sirve un rastrillo, hijo?, y mi tía Yo no me acosté con ningún hombre sobre la lona después de los espectáculos, yo no quise perder lo que sólo se sabe que se tiene cuando se pierde, lo que sólo es importante cuando deja de ser, porque cuando se tenía no existía y lo que yo tenía quedó en la arena de Esposende y es parte de las mareas y de los arbustos de la playa, y mi madre Yo no pretendo acabar a gritos, como las aves, por encima de esta casa, y mi padre al cura Si vuelve a tocarla le rompo la cara, vaya a echar su agua a otra parte, y mi abuela ¿Y el incienso, señor párroco?, si ha traído el botafumeiro échele unos humos a ella y listo, y mi abuelo Quien dice rastrillo dice cualquier cosa que agujeree, una pala, una hoz, unas tijeras, ¿lo que hay que hacer es cavar un foso, no?, y mi tía Nunca lo he visto con la cabeza descubierta, nunca lo he visto desnudo, pero me falta su aliento en los oídos, me faltan sus dedos, me falta la paz de después y el mar que bate en mis huesos en los peñascos y yo no quería, padre, yo no quería, yo quería y no quería, yo quería, yo no quería querer y quería, yo fui a Póvoa a visitarlo y el acomodador Hay aquí una moza que te busca, Claudino, y él al empleado Yo a ésa no la he visto en mi vida, dile que es un error, hombre, y el acomodador a mí Él no la ha visto en su vida, y yo sin el valor de hablar, yo sujetándome las horquillas del pelo sin darme cuenta de que me sujetaba las horquillas del pelo, y el cura, salpicando con agua bendita a mi padre, Yo no he tocado a su esposa, señor, he venido a exorcizar al Príncipe del Mal, y mi abuelo, a martillazos en la tarima, ¿Es necesario ir muy abajo para volar, Domingos?, y mi tía Pero me quedé hasta el final de la película, y cuando las personas salieron y el acomodador apagó las luces allí dentro, cerró la puerta con candado, puso cerrojo a la taquilla y desapareció por las calles de la ciudad, cuando el dueño del cine bajó los escalones desde la cabina allí estaba yo, a que era un error, a que él no me vio nunca en su vida, mirándolo, sin reproches, sin pegarle, sin llorar, mirándolo, y él ¿Qué pasa?, y yo, Sólo quería que me devolvieses lo que me quitaste en Esposende para poder irme, y mi madre, acostumbrada a los cocoteros de la playa, Los petreles se comieron las traineras, qué pena, y mi padre a mi abuelo, Con unos diez o quince metros alcanza que después cogemos el ascensor de la mina, y el viejo a mí, en la cervecería de los camioneros que recobraban fuerzas para el Alentejo, pedía, sonándose, otra infusión de limón, posaba su palma sobre la mía, la retiraba, la posaba otra vez, el viejo componiéndose sus pocos pelos con la mano libre, La señorita aún no ha respondido a mi pregunta, al fin y al cabo ¿se casa conmigo o qué?
62.
Por el contrario, me fueron entregadas todas colgando de un aro, con un marbete de marfil, donde tan solo decía: Llaves de las Habitaciones del Norte
63.
Mientras yo completaba esta operación, ella volvió a colocar las pequeñas piezas de marfil tal como estaban dispuestas cuando entramos
64.
Tenga la bondad de levantar con ayuda de ellas esa cajita de marfil
65.
Ya había oído antes retazos de esa historia y no pude evitar recordar aquella noche en el Orói Marfil, y el mortífero duelo de máscaras que habíamos presenciado mis amigos y yo
66.
En un hombre de cuarenta años, enamorado de una joven y encantadora muchacha, este encomiable rasgo de respeto humano puede conducir a pequeñas debilidades como, por ejemplo, la de llevar, en-una elegante funda de cuero provista de un espejillo, un pequeño peine de marfil
67.
Rumor de conversaciones en torno, con el entrechocar de las bolas de marfil que llega desde la sala de billar
68.
En los que estaban abiertos, mostrando su contenido, ella había visto monedas relucientes, anillos, collares preciosos, diademas, coronas tachonadas de rubíes, perlas y esmeraldas, relicarios de ébano y marfil, vasos, cálices, guardajoyas de madreperla, cruces con bellos esmaltes e incrustaciones de gemas, telas bordadas con preciosos hilos de oro y plata, candelabros tan altos como una persona y tan brillantes como el sol, y muchas más cosas igualmente maravillosas
69.
Vestía un traje de seda azul marino y una blusa de seda marfil, y llevaba un pequeño maletín de cuero negro
70.
Se sentó mientras el secretario privado de Cleón II permanecía en pie ante él y cortaba las hojas a su alcance con golpes precisos de su bastón de marfil
71.
Las pesadas lámparas de cristal, los recargados aparadores, las cuberterías de oro, las vajillas de cristal tallado, los cortinajes de damasco, los clavecines taraceados de marfil, las silentes arpas en las salas de música, los bellos y suntuosos objetos que testimoniaban la explotación de los humildes por los privilegiados, ya no se contemplaban con la misma seguridad arrogante de la víspera
72.
En una habitación el papel de las paredes se había despegado en enormes rollos; en otra, un inodoro color marfil yacía en la alfombra
73.
Además de suministrarles gran parte de lo que necesitaban para sobrevivir -carne, grasa, cuero, lana para fibras y cuerdas, marfil para fabricar herramientas y tallar objetos, huesos para levantar viviendas e incluso combustible-, la cacería del mamut encerraba para ellos un profundo significado espiritual
74.
Había sido grabado deprisa sobre una lámina de marfil para complementar las explicaciones verbales suministradas a Jondalar y simplemente para ayudarle a recordarlas, y no aspiraba a ser una reproducción exacta del camino
75.
Extrajo un afilado cuchillo de pedernal, engastado en un mango de marfil, que llevaba guardado en una vaina de duro cuero crudo colgada del cinturón, y se acercó para ayudar a cortar las partes que ellos necesitaban-
76.
Aflojó el cinturón, que sostenía la vaina de un cuchillo y varias bolsitas, se despojó de un collar de cuentas de marfil, del que colgaba un bolso decorado, y se quitó también la túnica y los pantalones; a continuación, corrió hacia el agua y Lobo la acompañó saltando-
77.
Utilizando el cuchillo que Jondalar había fabricado para ella, con una fina y cortante lámina de pedernal montada en un mango de marfil de colmillo de mamut, cortó la piel de gamuza en tiras anchas
78.
Ya verás cuando el suelo esté congelado -dijo Ayla, y retiró del asador la liebre, arrancó el cuero terso y ennegrecido, y puso la carne en la fuente de marfil de mamut, de la cual ambos comerían
79.
El marfil se cotizaba a cien dólares el kilo
80.
Era inevitable que la mafia rusa metiese sus voraces dedos en el multimillonario negocio del marfil
81.
El negocio iba viento en popa, gracias a la prohibición internacional de vender marfil de las manadas de elefantes africanos que habían sido diezmadas por los cazadores
82.
El negocio del marfil era despiadado
83.
El comercio de pieles había acabado en una sangrienta orgía de asesinatos, y habían comenzado a llegar los cazadores de marfil
84.
El marfil de primera calidad tenía un buen mercado en China y otras partes del mundo
85.
Un puñado de intrépidos cazadores de marfil había establecido un campamento en la desembocadura del río, y lo habían llamado Ivorytown, señalaba la guía, pero la isla había sido relegada por lugares más hospitalarios
86.
El color del marfil de mamut había comenzado a adquirir un tono amarillento, y el puño aparecía gris y brillante, a causa de la suciedad acumulada y el sudor de las numerosas manos que lo habían sostenido, puesto que se había utilizado durante muchas generaciones
87.
Los cazadores de marfil entraron en la caverna, y se escucharon gritos de triunfo
88.
Los cazadores de marfil habían llegado a la ciudad
89.
Los cazadores de marfil no se preocupaban de que los escuchasen
90.
Austin cogió el cuerno con mucho cuidado y se lo entregó a Zavala, que se maravilló ante los detalles de las escenas de combate talladas en el marfil
91.
La carne, piel y pelo del cráneo habían desaparecido y el hueso estaba ennegrecido por el fuego, con las cuencas de los ojos vacías, pero los dientes seguían siendo de color marfil
92.
Entonces deshace el motivo con un gracioso movimiento de sus manos y coloca el cordón en el cuenco de marfil del que él bebe el caldo
93.
Gritó de nuevo y pasó el cargador de la Browning sobre el tablero una vez, dos, tres veces, esparciendo piezas de marfil y ébano por el suelo
94.
Se frotó los ojos y vio la imagen de su propia cara tallada en marfil
95.
su largo cuerno de marfil,
96.
Otro de los hombres se le unió tocando un instrumento en forma de laúd, cuya caja sonora estaba tallada con madera de palisandro con incrustaciones de marfil
97.
En lugar de comer con los dedos desnudos y un cuchillo, empleaban dos palos con punta e incrustaciones de marfil, con los que cogían la comida de los platos, comiendo sólo pequeños bocados cada vez
98.
Eran delgados y tenían puños de marfil
99.
los poetas los que quisiéramos habitar las torres de marfil, pero una y
100.
El centurión, en cambio, permaneció en pie y a un lado de aquella sencilla pero costosa mesa de tablero de cedro y pies de marfil