1.
pero enjuga los pies del mendigo
2.
El mendigo se incorporó lentamente y restregándose los ojos yabriéndolos con dificultad a causa de la gran irritación de lospárpados, contestó mal humorado:
3.
A éste diálogo entre Atenea y Ulises le sigue la acción y acción es aceptar transformarse en un mendigo y aceptar y soportar todas las humillaciones a las cuales lo someterán los Pretendientes e incluso las criadas
4.
Es posible que dicha elección sea parte de la elección de entrar en su casa vestido con los harapos de un mendigo, es decir con la elección de abandonar todo tipo de hybris y de vestirse con los vestidos de la humildad más sincera y más auténtica
5.
Por eso acepta la situación más dura que se le pueda presentar a un hombre: doblegar su orgullo en sumo grado y presentarse en su casa como un mendigo vestido con harapos y no como el rey que es
6.
atención (pues mendigo era) vestía con losandrajos más
7.
del mendigo, sí señores, su cara;porque sepan ustedes que era la
8.
En el atrio, un mendigo se le aproximó, con esa solicitud de
9.
Se indignó el mendigo ante esta concurrencia
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picante, el que un día por gala sedecía Antonio Pérez, mendigo en Francia[270], veía{350}con
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EN los viejos tiempos católicos y caballerescos, el mendigo
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El mendigo estaba ungido
13.
—Un hombre lo acompañaba, y ese hombre era el mendigo
14.
Y diciendo esto, el mendigo clavó en el joven caballero una
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Y el falso mendigo continuó en su posición respetuosa,
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mendigo, ni habíafijado en él mucho la atención; pero a partir de
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cuidado y se la dió al mendigo, que la recibiómurmurando gracias y oraciones
18.
El poderoso se descubre ante el mendigo
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20 Habia tambien un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado á la
20.
22 Y aconteció, que murió el mendigo, y fué llevado por los ángeles al seno
21.
Cuando el rumorse aquieta, alza su voz un mendigo gigantesco que tiene
22.
cortaedad, pobre, mendigo, sentado en el suelo, y que tiene una piernacolocada sobre la otra
23.
¡Desde el Prócery el Prebendado hasta el mendigo, en
24.
Se abrió la puerta y entró un viejo mendigo envuelto en una anguarinaparda, con una de las mangas
25.
A la afirmación del fotógrafo el mendigo esbozó un gesto de no haber comprendido
26.
Los ojos del mendigo se agrandaron al escuchar el insólito tratamiento que le dedicaba el muchacho y una sonrisa desdentada afloró en sus labios apergaminados
27.
—Hubo un tiempo en que cometí grandes errores… y tuve que pagar por ellos —ofreció el mendigo como respuesta
28.
Seth contempló boquiabierto al mendigo, que estudiaba su rostro con curiosidad y cierta consideración por la consternación que parecía haberse apoderado de él
29.
El viajero, sentadito en su Rolls y mirando, ora para la naturaleza, ora para la nuca de Oteliña, dedica un recuerdo casi emocionado al burro Gorrión y a su amo, el viejo mendigo con porte de caballero; los dos habrán muerto ya, sin duda, descansen los dos en paz, pero lo más probable es que a ninguno de los dos les haya echado nadie de menos
30.
La habitación estaba amueblada a la antigua, y todo estaba lleno de polvo; el tapete verde de la mesa había perdido el color y estaba arrugado y pálido como un mendigo viejo
31.
Sus habitantes me parecieron todos algo andrajosos, con frecuencia el mendigo de la esquina tenía un aspecto menos lamentable que el pasante generoso que le daba una limosna
32.
Acercose a nosotros el locuaz mendigo de quien hice mención en las primeras páginas de esta relación, el cual trabajosamente andaba con sus muletas, y parecía en muy mal estado de salud
33.
Y por eso me has visto dar esa limosna al mendigo del puente de Bagdad
34.
En efecto, mientras hablaban de tal suerte, abriendo ojos maravillados ante el relato de la llegada de la caravana, se acercó un mendigo al sitio en que estaban y tendió la mano por turno a cada cual
35.
Y unos le dieron una moneda, otros media, y la mayoría, sin darle nada, se limitó a contestar sencillamente: "¡Alah te socorra!" Y Maruf, cuando el mendigo se acercó a él, sacó un gran puñado de dinares de oro y lo puso en la mano del mendigo con tanta naturalidad como si le hubiese dado una moneda de cobre
36.
¡Mire! Su joven dama sale a dar un paseo y se encuentra con un sucio y andrajoso mendigo… parezco un sucio y andrajoso mendigo, ¿verdad? Muy bien
37.
Se trata de ese mendigo, el que está acusado de participar en la desaparición del señor Neville St
38.
La única manera de obtener datos para mis artículos era practicando como mendigo aficionado
39.
De allí salía cada mañana como un mendigo mugriento, y por la tarde me transformaba en un caballero elegante, vestido a la última
40.
No pretendo decir que cualquier mendigo que ande por las calles de Londres pueda ganar setecientas libras al año que es menos de lo que yo ganaba por término medio, pero yo contaba con importantes ventajas en mi habilidad para la caracterización y también en mi facilidad para las réplicas ingeniosas, que fui perfeccionando con la práctica hasta convertirme en un personaje bastante conocido en la City
41.
Rápidamente me quité mis ropas, me puse las de mendigo y me apliqué el maquillaje y la peluca
42.
Aunque a la salida del pantanoso Azmir remitió la fiebre de Juan, había este tomado tal gusto a la envoltura y calorcillo de la manta, que no sabía ya desembozarse de ella, y su aspecto era el de un mendigo, moro por añadidura, pues habiendo renunciado a la dureza del ros, que le lastimaba la cabeza, se lió un pañuelo cuyas vueltas abultaban como las de un flaco turbante
43.
Por entre la turbamulta paseamos; Mariclío habló con dos aguadoras, yo con un mendigo lisiado a quien llevaban en un carrito
44.
Sin detenerse, dirige un rápido vistazo al mendigo: pelo y barba grises y revueltos, sucios, y edad indefinida
45.
Un tatuaje azulado, borroso por el tiempo, que advierte en el antebrazo del mendigo, llama su atención
46.
El mendigo calló mientras tragaba, y luego, cuando rompió a reír, sus ojos danzaron a la luz de la vela
47.
Ortiga, bajita como una mujer de musgo, siempre gruñona y lacónica como un mendigo al que hubieran cortado la lengua
48.
–Hijito -le dijo al cabo de un largo silencio que por sí sólo era una reconvención-, lo sé todo, y si te interrogo es porque quiero oír de tu propia boca cómo estuvo la muerte de ese mendigo en el Portal del Señor…
49.
Lo dijo en tono de cortesía, como si no le importara que se reconociese dicha cualidad; en el tono de quien arroja a un mendigo la limosna con la que salvar su situación
50.
que los perros atacan al mendigo,
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tras de lo cual partió, viejo y mendigo;
52.
mudando condición rico y mendigo;
53.
En la Calle del Pozo Burbujeante persiguió un Plymouth que pertenecía a un conductor suizo y a su esposa, pero ellos le gritaron que se alejara y arrojaron una moneda a la calle, como si fuera un pequeño mendigo chino
54.
Su apariencia física era deplorable, y su condición de mendigo se hacía inminente
55.
El mendigo abre los ojos y, ante la sorpresa general, sin descomponer la lámina, clama a las alturas con gran voz
56.
Tenían la imperturbable serenidad del mendigo, que nada apetece mientras no le falta un mendrugo para engañar al hambre y el sol para calentarse
57.
El valor no le abandonaba; pero iba comprendiendo que la iniciación en el oficio de mendigo tiene sus contras, y que el aprendizaje había de ser para él durísimo
58.
Su desconsuelo se manifestaba a cada instante, ya cuando encontraba una bandada que iba al colegio, con sus pizarras al hombro y el lío de libros llenos de mugre, ya cuando le salía al paso algún precoz mendigo cubierto de andrajos, mostrando para excitar la compasión sus carnes sin abrigo y los pies descalzos, llenos de sabañones
59.
Algunas sombras parsimoniosas iban saliendo de distintos puntos de la plaza como atraídas por el reclamo musical de aquel hombre que vestía como un mendigo y en cuyos ojos desorbitados y en el movimiento brusco de la cabeza era fácil apreciar la desorientación de la ceguera
60.
Al contrario de lo que suponía, sus interlocutores ya esperaban en el interior del cine y el sonido lo ha provocado el joven mendigo al que Amador acariciaba entre las piernas en el albergue abriendo de un golpe la cancela herrumbrosa del Delicias
61.
Fuera, un mendigo pequeño y delgado de dientes amarillos, que se ha recortado toscamente la camiseta sucia en una especie de escote imposiblemente insinuante, descubre con aspavientos la iluminación de las velas en la vidriera de la capilla
62.
Dos ciegos, un tipo con aparatos ortopédicos remendados con esparadrapo en las piernas y un pulcro mendigo juegan al dominó, bajo el techo de unos comerciales abandonados, en sillas de plástico
63.
El mendigo lo toma del brazo, como a una novia patética y torpe, y salen de la taberna
64.
«Pero ellos a mí no me aceptaron, dijo el mendigo voluntario, lo sabes bien
65.
«Me has adivinado bien, respondió el mendigo voluntario, con el corazón aliviado
66.
Esta propuesta encontró la aprobación de todos: sólo el mendigo voluntario se oponía a la carne y al vino y a las especias
67.
{9} La pureza de los ojos y la ausencia de asco en la boca son atributos de Zaratustra a los que se hace referencia en numerosas ocasiones; véase, por ejemplo, en la segunda parte, "De los sublimes", y en la cuarta, "El mendigo voluntario"
68.
{158} En la cuarta parte, La Cena, el mendigo voluntario recordará a Zaratustra esta frase
69.
{218} Alusión al Evangelio de Lucas, 16, 21 (parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro): «Lázaro deseaba hartarse de lo que caía debajo de la mesa del rico
70.
{391} Remedo del Evangelio de Lucas, 16, 21: «Hasta los perros venían y lamían sus úlceras» (aplicado al mendigo Lázaro)
71.
Germain Nouveau (1852-1920), que fue amigo de Rimbaud, pasó los últimos años de su vida como vagabundo y como mendigo
72.
En contrapartida, Neruda hacía ruidos (Hitler era silencioso como un trozo de hielo a la deriva), se quejaba, murmuraba palabras incomprensibles, sus manos se alargaban, sus pulmones sorbían el aire del pasillo (de ese frío pasillo europeo) con fruición, sus gestos de dolor y sus modales de mendigo de la primera noche fueron cambiando de tal manera que al final el fantasma parecía recompuesto, otro, un poeta cortesano, digno y solemne
73.
Veamos, pues… ¿Conoces la historia del mendigo crédulo? Pues escucha ahora, planta mía, porque érase una vez en la serena ciudad de Bagdad…
74.
Fue hacia el oeste, en dirección a Gravesend, con la sensación de no ser un mendigo
75.
El libro que buscaba Dedo Polvoriento estaba abajo del todo, parecía sencillo, con sus pastas verde plateado, casi un mendigo entre los demás engalanados señores
76.
–Yo, hum, bien, le estaba contando el desgraciado incidente del policía que robó a un mendigo, y…
77.
En el atrio, un mendigo estropeado le alargó la mano y Santa le dio un peso duro, subióse luego el mantón y se adelantó a la puerta, emocionada con los conjuros que el maravilloso mendigo le endilgaba:
78.
En medio de aquella algarabía de feria, un hombre muy viejo de aspecto inconsolable, sobretodo de mendigo, se sacaba a dos manos de los bolsillos puñados y puñados de pollitos tiernos
79.
Sin discutir más, la muchacha se arrojó al suelo, resignada ante el argumento de von Harben, y se tapó con los harapos que habían constituido el lecho de un mendigo
80.
El agresor creyó que el mendigo estaba muerto, barrió con todo lo que había bajo cubierta y escapó
81.
estando él en la puerta de su casa, se le acercó un mendigo
82.
Alí le pidió entonces que los trajera y se los entregara al mendigo
83.
Catón esperó sin prisas el tiempo que consideró suficiente hasta que, en medio del silencio más absoluto, con un presidente que aún no se había repuesto de la espantada de los Escipiones y con los tribunos clavados en sus asientos, decidió levantarse despacio, mirar a todos los senadores para, de pronto, arrodillarse ante todos como si de un mendigo muerto de hambre se tratara y empezar a recoger con sus manos los diminutos pedazos de cerámica de las tablillas con las ya irrecuperables cuentas de la campaña de Asia y, como si de mendrugos de pan se tratara, los fue acumulando, siempre de rodillas, en la mano izquierda, para, por fin, alzarse despacio y pasear sus ojos por las gradas donde los senadores, perplejos, no dejaban de observarle atónitos, mudos, expectantes
84.
El joven mendigo entró y encontró el cadáver
85.
–¿Y en todo este tiempo, mientras yo vivía como un mendigo en la ciudad, tenías acceso a toda la fortuna de Padre?
86.
Un mendigo borracho le arañó las piernas al pasar
87.
Eso les había dicho un mendigo que estaba frente a ellas
88.
De pronto la puerta del despacho se abrió de par en par, y el mendigo entró a trompicones, seguido de cerca por Hayward, ya furiosa
89.
Un mendigo se adelantó al resto, agitando el muñón del brazo izquierdo
90.
Más tarde la casa sería ocupada por un mendigo o un vagabundo o un delincuente, hasta que las inclemencias del tiempo y la incuria de los hombres la redujeran a escombros
91.
La humanidad con sus «saltos» ideales que me había tratado despectivamente, con gesto noble de comerciante íntegro, el pecho cubierto de las condecoraciones del pathos -se quitaba ahora humildemente la máscara caricaturesca y pedía excusas por no ser más que un mendigo y aun así el instrumento para… una estafa todavía más descarada
92.
–Usted conoce a ese mendigo judío medio loco, Haschile, ¿no? Pues bien, ese Haschile era el Golem
93.
El papel de mendigo porfiado no es para mí»
94.
Incrustados en la puerta de madera, había un ejemplar de las monedas de cada una de las naciones de los Reinos Jóvenes y, clavado encima de la puerta (tal vez en un rasgo de ironía), vieron un par de muletas de madera cruzadas como dos espadas, indicando que el arma del mendigo era su capacidad para producir horror y repulsión en los más afortunados o mejor dotados que él
95.
—Sí, mendigo, es cierto lo que dices
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No vio apostado ningún mendigo armado
97.
Elric bajó un poco la espada y segó una cabeza y produjo un profundo corte en el hombro del segundo mendigo antes de que la sangre del primero hubiera empezado a manar