1.
Quedaron confusas estas mujeres con los ofrecimientos y requiebros del andante caballero, y asombradas por las testaradas con las que le salió aquel hombre, salieron madre e hija pitadas del soberado en que se hallaban, mientras que Maritornes se quedó curando a Güicho Panza de sus magulladuras
2.
Resulta que el duro lecho de don Quijote estaba primero en la mitad del soberado, y junto a él hizo el suyo Güicho Panza con una estera de enea y una manta
3.
En esta charla iban don Quijote y su escudero cuando vio don Quijote que venía por el mismo camino una polvareda del carajo y, al verla, se le metió que adentro venía un ejército de hombres armados hasta los dientes, por lo cual le dijo a Güicho Panza:
4.
Todo este tiempo estuvo Güicho Panza sobre la cuesta, mirando las locuras que don Quijote hacía y maldiciendo la hora en que lo había conocido
5.
Donde siguen los disparates que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena incluida la desempolvada que le hizo a sus mejores dotes de poeta, y del encuentro que Güicho Panza tuvo con el cura y el peluquero de su pueblo en la venta que no quería ver ni en pintura por la manteada que le habían pegado en ella
6.
Comenzó Güicho Panza a tratar de recordar la carta, pero por más que lo hizo y por más rascadas de cabeza que se pegó, no pudo
7.
Oyendo esto el avispón de Güicho Panza, se le abrieron las agallas ahí mismo, por lo cual le dijo al cura:
8.
Cuando el cura les contó al ventero y a su mujer para qué necesitaban todos esos elementos, cayeron en la cuenta de que el loco que querían traer era el mismo del bálsamo y el amo del manteado escudero, por lo cual contaron al cura todo lo que con él les había pasado, haciendo quedar mal de paso a Güicho Panza
9.
Se adentró Güicho Panza por la sierra, dejando a los dos en un sitio por donde corría un pequeño y manso arroyo, en donde hacían una sombrita muy agradable y fresca algunos árboles de guayaba y arrayanes, que mitigaban el fuerte calor tórrido de las tres de la tarde del día de agosto en que llegaron allí
10.
Pero el más pasmado fue Güicho Panza, pues le parecía que en toda su vida, jamás había visto una vieja tan penca
11.
Por esto, un poco aparte, el interesado de Güicho Panza le dijo al cura:
12.
Y dijo esto yéndose con espada en mano contra Güicho Panza, afirmándose en los estribos y calándose el morrión, ya que la bacía la cargaba colgando del arzón delantero de la silla, esperando reparación general por los daños que le hicieran los galeotes, que se la habían dejado toda estamborada
13.
Echándole una ojeada la mayoría de los presentes al escrito, todos, hasta Güicho Panza, pidieron al cura lo leyera mientras hacían sueño
14.
De esa manera confirmó que don Quijote era el tipo que la fiscalía mandaba a meter al pote por la libertad que dio a los galeotes, como Güicho Panza con mucha razón había temido
15.
De la labia entre Güicho Panza y Don Quijote y del gran error que cometieron con éste al darle su palomita por fuera de la jaula, junto con la cháchara en que se metieron el canónigo y don Quijote con las aventuras de caballerías
16.
Después de esto, y luego de comprobar que don Quijote, en verdad, venía todo sucio y aromoso, Güicho Panza, con la suficiencia de un ganador, le dijo:
17.
En esto intervino el canónigo, diciendo que en materia de condados había mucha tela para cortar, y que la cosa no era tan fácil como decía Güicho Panza, pues un condado se podía hasta empeñar, pero que allí, quién impartiera justicia con habilidad y buen juicio, se necesitaba
18.
El cura, después de saludar al padre amigo de la romería, le contó rápidamente sobre don Quijote, y así él y toda la turba de los nazarenos fueron a ver qué pasaba con el pobre caballero y, cuando se acercaron, oyeron que Güicho Panza, quien se había tirado sobre don Quijote soltando el más doloroso y risible llanto del mundo creyendo que estaba muerto, de un modo que se hacía cada vez más linajudo en él, por la junta con don Quijote, decía:
19.
El sebo, panza y lebrillo de la vaca lo comencrudo y gustan mucho de ello, de suerte que cuando hacen invasion ennuestras fronteras, no son sentidos, porque como no necesitan de fuegopara comer, se introducen con facilidad
20.
Enalgunos huecos brillaba el naranjado que chilla como los ejes sin grasa;el bermellón nativo, que parece rasguñar los ojos; el carmín, que tienela acidez del vinagre; el cobalto, que infunde ideas de envenenamiento;el verde de panza de lagarto, y ese amarillo tila, que tiene cierto airede poesía mezclado con la tisis, como en la Traviatta
21.
Los dos partidos secomprendieron y empezó la batalla: en la misa siguiente todoslos mestizos, hasta los más flacos, tenían panza yseparaban mucho las piernas como si estuviesen á caballo: todoslos naturales ponían una pierna sobre otra aun los másgordos y hubo cabeza de barangay que dió una voltereta
22.
la mitad de la panza fuera del cercado, cuadra y pajar
23.
imaginación tal como estaba en su cuadra alsalir ellas de paseo, panza arriba, estirando
24.
la loma de la Panza para quitarles la artillería y hacerles meter en el castillo
25.
cabeza, la meten cada una entre la panza de lasdemás, apelotonadas todas
26.
Parecióles bien lo queSancho Panza decía, y así, determinaron de aguardarle hasta que
27.
habiendo recebido grande gusto de las simplicidades deSancho Panza, pusieron a don Quijote en
28.
mujer Teresa Panza, y otros sucesos dignos de felice recordación
29.
ydiferenciar las cosas, cuando la primera que se ofreció a los ojos deSancho Panza fue la nariz
30.
Espantóse el primo, así del atrevimiento de Sancho Panza como de lapaciencia de su amo, y
31.
— Sancho Panza tiene razón en todo cuanto ha dicho, y la tendrá en todocuanto dijere: él es
32.
de Sancho Panza; y, confirmándose en la intenciónque tenían de hacerles algunas burlas que
33.
— Los refranes de Sancho Panza —dijo la duquesa—, puesto que son más que losdel
34.
opinión de aquel mal boticario, ydesarraigar la que tiene en su pecho el gran Sancho Panza
35.
Panza en el suelo, medio chamuscados
36.
honesto caballero, y los benignos cielos infundan en elcorazón de Sancho Panza, nuestro
37.
Cuenta la historia que desde el juzgado llevaron a Sancho Panza a unsuntuoso palacio, adonde en
38.
SanchoPanza con la ocupación de su gobierno— a Teresa Panza, su mujer, con lacarta de su
39.
Panza; que, puesto que habían leído las cartas de Sancho y de laseñora duquesa, todavía estaban
40.
el señor Sancho Panza es gobernador efectivo, y que misseñores duque y duquesa pueden dar, y
41.
Sancho Panza, el Gobernador
42.
aquellugar, y se nombran Las constituciones del gran gobernador Sancho Panza
43.
entró por la sala el paje que llevó las cartas ypresentes a Teresa Panza, mujer del gobernador
44.
Dio la duquesa las cartas de su mujer a Sancho Panza, el
45.
Panza engendraron las nuevas de mi gobierno habían de parar envolverme yo agora a las
46.
espita, trascuya gruesa panza se ocultaban el tarro de las guindas
47.
Junípero el de la panza gorda
48.
digestión, con los hábitos sueltos, las manoscruzadas en la panza y la triple barbilla sobre el
49.
debajo de la panza deuna de las mulas, que por más señas
50.
nohaberlo dado de lleno en la panza del malhadado pintor, que seguíadurmiendo la
51.
pueblo, con una panza tan abultada como la de un palomo, aquien se le hinchan los
52.
más graciosocontestará seguramente: «Debe estar en la panza de
53.
con el tesoro debajo de su panza
54.
quedaban al descubierto, mostrando el vivo rojo de su panza
55.
equilibrio,rodando por el suelo con la panza al aire, los cuernos clavados en latierra y
56.
Al sentir eldesgarrón de los cuernos en su panza, el
57.
Las llamas de las velas se reflejaban en un espejo y en la panza pulida de un samovar
58.
Las aguas turbulentas y fangosas, arrastraban el cadáver de un venado, tan hinchado que su vientre blanco parecía una panza de manatí
59.
El viajero, a la sombra del árbol del paraíso, se sienta con el tronco a los lomos, entorna los párpados casi con reverencia, se cubre la cara con el pañuelo que lo separa de las moscas, despuebla su cabeza de pensamientos y de sentimientos, se rasca con una calma infinita los amplios pliegues de la panza y, para redondear las bendiciones, escucha a sus juglares cantar el romance Agora, que sé de amor
60.
Por las Pozuelas vuela el alcaudón y sobre la dura costra de la tierra los cuervos se ceban en el burro muerto y con la panza hinchada, lleno de moscas azules y zumbadoras
61.
Y, apartándose los dos a un lado del camino, tornaron a mirar atentamente lo que aquello de aquellas lumbres que caminaban podía ser; y de allí a muy poco descubrieron muchos encamisados, cuya temerosa visión de todo punto remató el ánimo de Sancho Panza, el cual comenzó a dar diente con diente, como quien tiene frío de cuartana; y creció más el batir y dentellear cuando distintamente vieron lo que era, porque descubrieron hasta veinte encamisados, todos a caballo, con sus hachas encendidas en las manos; detrás de los cuales venía una litera cubierta de luto, a la cual seguían otros seis de a caballo, enlutados hasta los pies de las mulas; que bien vieron que no eran caballos en el sosiego con que caminaban
62.
Puestos los tres a caballo, es a saber, don Quijote, la princesa y el cura, y los tres a pie, Cardenio, el barbero y Sancho Panza, don Quijote dijo a la doncella:
63.
Por esto querría que la fortuna me ofreciese presto alguna ocasión donde me hiciese emperador, por mostrar mi pecho haciendo bien a mis amigos, especialmente a este pobre de Sancho Panza, mi escudero, que es el mejor hombre del mundo, y querría darle un condado que le tengo muchos días ha prometido, sino que temo que no ha de tener habilidad para gobernar su estado
64.
Cuenta la historia que las voces que oyeron don Quijote, el cura y el barbero eran de la sobrina y ama, que las daban diciendo a Sancho Panza, que pugnaba por entrar a ver a don Quijote, y ellas le defendían la puerta:
65.
su mujer Teresa Panza, y otros sucesos dignos de felice recordación
66.
Por otra parte, quiero que entiendan vuestras señorías que Sancho Panza es uno de los más graciosos escuderos que jamás sirvió a caballero andante; tiene a veces unas simplicidades tan agudas, que el pensar si es simple o agudo causa no pequeño contento; tiene
67.
De cómo el gran Sancho Panza tomó la posesión de su ínsula, y del modo que comenzó a gobernar
68.
Contó la duquesa al duque lo que le había pasado, de lo que se holgó mucho, y la duquesa, prosiguiendo con su intención de burlarse y recibir pasatiempo con don Quijote, despachó al paje que había hecho la figura de Dulcinea en el concierto de su desencanto -que tenía bien olvidado Sancho Panza con la ocupación de su gobierno- a Teresa Panza, su mujer, con la carta de su marido, y con otra suya, y con una gran sarta de corales ricos presentados
69.
-«Bien sabes, ¡oh Sancho Panza, vecino y amigo mío!, como el pregón y bando que Su Majestad mandó publicar contra los de mi nación puso terror y espanto en todos nosotros; a lo menos, en mí le puso de suerte que me parece que antes del tiempo que se nos concedía para que hiciésemos ausencia de España, ya tenía el rigor de la pena ejecutado en mi persona y en la de mis hijos
70.
Oyendo lo cual don Quijote, se le dobló la admiración y se le acrecentó el pasmo, viniéndosele al pensamiento que Sancho Panza debía de ser muerto, y que estaba allí penando su alma, y llevado desta imaginación dijo:
71.
No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron; y más, que aquel mismo día vino su mayordomo, y les contó punto por punto, todas casi, las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días, y finalmente les encareció el asalto de la ínsula, y el miedo de Sancho, y su salida, de que no pequeño gusto recibieron
72.
-Así es -dijo Sansón-, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos
73.
Hacia el fin de semana el Gobierno recuperó el control de la ciudad y el General partió a descansar a su isla privada, panza arriba bajo el sol del Caribe, seguro de que hasta los sueños de sus compatriotas estaban en su puño
74.
Los chupetes andan por el suelo, y de allí a la boca, sin que nadie haga aspavientos; más tarde las mellizas descubrirían, antes de aprender a caminar, la forma de subir y bajar por las escaleras de cerámica con cantos filudos arrastrándose por la panza
75.
Apoyó suavemente la panza en forma de bote del avión sobre el agua, que salpicó a ambos lados
76.
La delicadeza y distinción del tunecino estaban concentrados en el fajo de billetes tan gordo como la panza de una botella
77.
Había gran prisa, y el déspota y su Sancho Panza recorrieron el camino con una rapidez que habrían envidiado quizás algunos de nuestros trenes mixtos
78.
De estos esperaba usted la ínsula que ambicionó su compatriota Sancho Panza, y la ínsula no parece, y D
79.
Sobre la piel del precioso animal alimentaron entonces a los perros, con el hígado, los pulmones y la piel de la panza, mezclando con ello pan empapado con sangre
80.
Interrumpió estas cavilaciones de la celtíbera la claridad del día que por las rendijas de la ventana se colaba, y ante ella puso la señora término a su mental suplicio, y se lanzó del lecho, dejando al esposo en postura de tranquilidad, panza arriba, estiradas las extremidades, y echando de su abierta [43] boca los ronquidos como el resoplar cadencioso de una máquina de vapor
81.
Era un hombre corpulento, de pelo rubio, peinado hacia atrás y una gran panza que se le juntaba con el pecho y luego descendía hasta terminar donde empezaban los pantalones
82.
Llegarían con las orejas gachas, como Sancho Panza cuando regresó al lado de Teresa Panza después de la desastrosa segunda salida de don Quijote, en la que casi alcanza el ansiado gobierno de la ínsula Barataría, el Reino de los Cielos del escudero manchego
83.
–Dichosa buscada y dicho hallazgo -le interrumpí-, dijo a esta sazón Sancho Panza… -y seguí recitando en su totalidad el pasaje que me había entregado sor Laudelina con los objetos de Salas
84.
Tuvo la sensación de que algún monstruo asesino se lo estaba comiendo vivo y tragándoselo hacia el interior de su panza
85.
Su cara se había puesto del color de la panza de un pescado
86.
De la tierra surgió la enorme panza sobre la cual estaba la muchacha, haciéndole perder el equilibrio antes de saltar fuera de la trampa
87.
Otro hombre se había levantado sobre la panza de otra araña y corrió la misma suerte que la muchacha
88.
le dio en la dura panza con el puño
89.
El avión dejó que por debajo de su panza pasara el costado de la montaña y se enderezó únicamente cuando los tuvo justo delante, como un blanco
90.
Había un caos inimaginable, y desde la gran panza del campo se iban apiñando cientos de miles, para acabar embotellándose ante aquel atolladero sádico de los puentes
91.
Se metieron dentro de ella y Elizaveta apenas logró comprender que se estaba salvando en la panza de la U de Ultimo, como la escribiera, en rojo, Florence, en aquella caja de cartón de los secretos de su niño
92.
Ascendió por la quilla de un barco, la espalda de una luna americana y la panza de una vela al viento sobre el Támesis
93.
«Discúlpeme, ¿es el Niño Jesús el que está creciendo en la panza de esa joven?»
94.
Con estas malas impresiones subió Benina la escalera, tan descansada como lóbrega, con los pel-daños en panza, las paredes desconchadas, sin que faltaran los letreros de carbón o lápiz gara-bateados junto a las puertas de cuarterones, por cuyo quicio inferior asomaba el pedazo de estera, ni los faroles sucios que de día semejaban urnas de santos
95.
En algunos huecos brillaba el naranjado que chilla como los ejes sin grasa; el bermellón nativo, que parece rasguñar los ojos; el carmín, que tiene la acidez del vinagre; el cobalto, que infunde ideas de envenenamiento; el verde de panza de lagarto, y ese amarillo tila, que tiene cierto aire de poesía mezclado con la tisis, como en la Traviatta
96.
Sobre la panza blancuzca se extendía un lomo de bronce
97.
Hacía unos dos meses que Peter había comprobado que Moffie no tardaría en tener cría, porque se le estaba hinchando notablemente la panza