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rucio
1. abalorio de las horas y de los días, que piden ser recorridos a lomo de rucio y de rocín, como
2. Y, con esto, les contó la pérdida del rucio
3. se le renovó lapérdida del rucio, con la falta que entonces le hacía; mas todo lo llevabacon gusto,
4. con el rucio, de manera queesté para armas tomar: dobladle los piensos, requerid la albarda y
5. Y, diciendo esto, se adelantó a recebir a las tres aldeanas; y, apeándosedel rucio, tuvo del
6. las vejigas enel aire y caer sobre las ancas de su rucio eran para él tártagos y sustosde muerte, y
7. — Señor, el Diablo se ha llevado al rucio
8. Y así era la verdad; porque, habiendo caído el Diablo con el rucio, porimitar a don Quijote y a
9. celada, que la llevaba Sancho como maleta en elarzón delantero de la albarda del rucio; y si
10. buena y santa y que quien la hacía debía de hacermilagros, se arrojó del rucio, y con gran priesa
11. a que picase la yegua, y Sancho al rucio, y el carreteroa sus mulas, procurando todos apartarse
12. Apenas oyó esto SanchoPanza, cuando encaminó el rucio a la ermita, y lo mismo hicieron
13. Llegó, en fin, ya vuelto en su acuerdo, y alllegar, se dejó caer del rucio a los pies de Rocinante,
14. están las alemañasdos varas, porque allí están Rocinante y el rucio en el propio lugar do
15. tenerle el estribo; pero fue tan desgraciado que, alapearse del rucio, se le asió un pie en una soga
16. Sancho, desamparando al rucio, se cosió con la duquesa y se entró en elcastillo; y, remordiéndole
17. buena cuenta con su rucio, porque era la lumbre desus ojos
18. rucio; y a esta señora dueña le rogué, cuando entré en estecastillo, tuviese cuenta con él, y
19. había conocido, violependiente de la encina y la cabeza abajo, y al rucio junto a él, que no
20. ¡Bueno es queapenas puedo tenerme en mi rucio, y sobre un
21. y detrás dél, por orden del duque,iba el rucio con jaeces y ornamentos jumentiles de seda y
22. Y vuelvo a decir que se tenga cuenta con mi sustento ycon el de mi rucio, que es lo que en este
23. Enalbardado, pues, el rucio, con granpena y pesar subió sobre él, y, encaminando
24. acomodarse, cayeron él y el rucio en una honda y escurísima sima queentre unos edificios muy
25. sentó en el camino, esperando aque Sancho, Rocinante y el rucio llegasen
26. lleno a los dos continuoscompañeros y amigos Rocinante y el rucio
27. Acudieron los bandoleros a espulgar al rucio, y a no dejarle ninguna cosade cuantas en las
28. dellostraviesos y atrevidos se entraron por toda la gente, y, alzando el uno dela cola del rucio y el
29. acudió a quitar el plumaje de la cola de su matalote, y Sancho,el de su rucio
30. debajo del rucio, poniéndose a loslados el lío de las armas, y la albarda de su jumento, tan
31. daba muestras de hablar, cuando uno de los de a pie, con unaguijón, le punzaba, y al rucio ni más
32. repuesto de Sancho; el cual,haciendo del cabestro y de la jáquima del rucio un poderoso y
33. rucio para el Canónigo, quien debíaacompañarle hasta Castellanos de la Cañada
34. Y, diciendo esto, se adelantó a recebir a las tres aldeanas; y, apeándose del rucio, tuvo del cabestro al jumento de una de las tres labradoras, y, hincando ambas rodillas en el suelo, dijo:
35. -Señor, el Diablo se ha llevado al rucio
36. Sígueme, Sancho, que la carreta va despacio, y con las mulas della satisfaré la pérdida del rucio
37. La noche que siguió al día del rencuentro de la Muerte la pasaron don Quijote y su escudero debajo de unos altos y sombrosos árboles, habiendo, a persuasión de Sancho, comido don Quijote de lo que venía en el repuesto del rucio, y entre la cena dijo Sancho a su señor:
38. En estas y en otras pláticas se les pasó gran parte de la noche, y a Sancho le vino en voluntad de dejar caer las compuertas de los ojos, como él decía cuando quería dormir, y, desaliñando al rucio, le dio pasto abundoso y libre
39. No quitó la silla a Rocinante, por ser expreso mandamiento de su señor que, en el tiempo que anduviesen en campaña, o no durmiesen debajo de techado, no desaliñase a Rocinante: antigua usanza establecida y guardada de los andantes caballeros, quitar el freno y colgarle del arzón de la silla; pero, ¿quitar la silla al caballo?, ¡guarda!; y así lo hizo Sancho, y le dio la misma libertad que al rucio, cuya amistad dél y de Rocinante fue tan única y tan trabada, que hay fama, por tradición de padres a hijos, que el autor desta verdadera historia hizo particulares capítulos della; mas que, por guardar la decencia y decoro que a tan heroica historia se debe, no los puso en ella, puesto que algunas veces se descuida deste su prosupuesto, y escribe que, así como las dos bestias se juntaban, acudían a rascarse el uno al otro, y que, después de cansados y satisfechos, cruzaba Rocinante el pescuezo sobre el cuello del rucio (que le sobraba de la otra parte más de media vara), y, mirando los dos atentamente al suelo, se solían estar de aquella manera tres días; a lo menos, todo el tiempo que les dejaban, o no les compelía la hambre a buscar sustento
40. Hizo Sancho lo que su señor le mandaba, y, poniendo la silla a Rocinante y la albarda al rucio, subieron los dos, y paso ante paso se fueron entrando por la enramada
41. Sancho, desamparando al rucio, se cosió con la duquesa y se entró en el castillo; y, remordiéndole la conciencia de que dejaba al jumento solo, se llegó a una reverenda dueña, que con otras a recebir a la duquesa había salido, y con voz baja le dijo:
42. -Querría que vuesa merced me la hiciese de salir a la puerta del castillo, donde hallará un asno rucio mío; vuesa merced sea servida de mandarle poner, o ponerle, en la caballeriza, porque el pobrecito es un poco medroso, y no se hallará a estar solo en ninguna de las maneras
43. -Para andar reposado y llano, mi rucio, puesto que no anda por los aires; pero por la tierra, yo le cutiré con cuantos portantes hay en el mundo
44. Con palabras no menos comedidas que éstas le respondió el caballero, y, encerrándole todos en medio, al son de las chirimías y de los atabales, se encaminaron con él a la ciudad, al entrar de la cual, el malo, que todo lo malo ordena, y los muchachos, que son más malos que el malo, dos dellos traviesos y atrevidos se entraron por toda la gente, y, alzando el uno de la cola del rucio y el otro la de Rocinante, les pusieron y encajaron sendos manojos de aliagas
45. Don Quijote, corrido y afrentado, acudió a quitar el plumaje de la cola de su matalote, y Sancho, el de su rucio
46. Al pasar, Blasillo cruzó su mirada con el joven caballero, que le sonrió; al zagal le sorprendió un momento el hecho, ya que la gente de alcurnia no acostumbraba a parar su atención sobre tan mínimo personaje como él se consideraba, pero al momento se recobró, compuso el gesto, atiesó la espalda y dio espuela al rucio, que salió trotando alegremente
47. Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
48. Y diciendo esto, se adelantó a recebir a las tres aldeanas, y apeándose del rucio, tuvo del cabestro al jumento de una de las tres labradoras, e hincando ambas rodillas en el suelo, dijo:
49. —Señor, el Diablo se ha llevado al rucio
50. La noche que siguió al día del reencuentro de la Muerte la pasaron don Quijote y su escudero de bajo de unos altos y sombrosos árboles, habiendo, a persuasión de Sancho, comido don Quijote de lo que venía en el repuesto del rucio, y entre la cena dijo Sancho a su señor: