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rufo
1. Rufo, todos hombresque significaban algo en la villa, se
2. sablazos con don Rufo, porun comunicado inserto en El
3. asunto de uno de los chicos de don Rufo
4. 13 Saludad á Rufo, escogido en el Señor, y á su madre y mía
5. 13 Saludad á Rufo, escogido en el Señor, y á su madre y mia
6. 13 Saludad á Rufo, escogido en el Señor; y á su madre y mia
7. De inmediato, con un gesto de la mano, el legado despidió a Rufo y al carcelero
8. Al sonido del gong, Rufo apareció en la puerta
9. También son históricos los datos referidos al incendio de Roma; la ciudadanía romana de Pablo y su proceso; el parentesco de Alejandro y Rufo con Simón de Cirene, el hombre que ayudó a llevar la cruz a Jesús; el incendio de Roma; las características de la persecución neroniana; la vida de Pedro; el papel de Marcos como intérprete suyo; las referencias al proceso de Jesús y las apariciones que siguieron a su crucifixión, incluida la contemplada por varios centenares de personas de las que la mayoría estaba viva todavía en la década de los años cincuenta del siglo primero
10. Esa circunstancia, que aparece señalada en varias fuentes históricas muy antiguas, explicaría, entre otras cosas, la modestia con que es tratada la figura de Pedro -en relación, por ejemplo, con la manera en que lo presenta el Evangelio de Mateo o el de Juan-; la multitud de detalles propios del recuerdo de un testigo ocular; la referencia a miembros de la comunidad romana como Alejandro y Rufo, los hijos de Simón de Cirene; la simplificación de los datos relacionados con el contexto judío de Jesús; o la abundancia de notas explicativas para gente que procediera de un trasfondo romano
11. El que habló fue Rufo el Colorado
12. Luego, la voz rotunda de Rufo el Colorado, acompañada por la de sus adláteres distribuidos sabiamente a trechos entre la filas del público, atronó el espacio: «¡Se han meado en Nuestra Señora! ¡Sacrilegio!» Desde el otro lado de la calle otra voz respondía: «¡Han profanado a la madre de Jesús!» Veinte pasos más allá otra más ronca y potente: «¡Han sido los judíos, vamos a dar una lección a estos perros!» La multitud comenzó a tomar conciencia de la magnitud del pecado y a moverse como un solo hombre
13. Rutilio Rufo nunca hacía objeciones a una argumentación indirecta, y conocía demasiado bien a Mario para pensar que lo que estaba diciendo no guardara relación con su sobrino Druso
14. Mario dobló las piernas y se puso en pie tan súbitamente, que Rutilio Rufo, que había vuelto a cerrar los ojos, se llevó un sobresalto
15. —El interés está establecido en un diez por ciento —dijo Rutilio Rufo indignado
16. —Yo no retrasaría las elecciones de las centurias, ni aun las del pueblo —replicó Rutilio Rufo
17. Una de ellas, de Marco Cecilio Rufo, ciudadano romano, propietario de cientos de iugera en el valle del río Bagradas e importante productor de trigo para el mercado romano, decía:
18. El cónsul Publio Rutilio Rufo dio al Senado el veredicto con las puertas del templo abiertas de par en par para que la multitud apiñada en el exterior pudiera oírlo
19. Marco Cota había pasado a ver a su cuñado antes del amanecer para explicarle la situación, con el consiguiente regocijo de Rutilio Rufo
20. Rutilio Rufo clamaba indignado y con miedo, miedo de que no comprendieran el motivo de su propuesta
21. El ejército acampó en las afueras de Capua, rodeado de nuevos reclutas entrenados por los gladiadores alistados por Rutilio Rufo, a quienes secundaban los veteranos centuriones de Mario
22. —No estaría bien —replicó Rutilio Rufo
23. Luego llegó carta de Rutilio Rufo explicando los hechos tal como se veían en Roma
24. Se alejó de la casa para unirse a su séquito, mientras Sila daba instrucciones a Mesala Rufo
25. Rufo siguió el prudente consejo de su primo, una vez que supo que su hermana encontraba a Sila atractivo y deseable, y que consentía en casarse
26. Mientras regresaban al palacio del gobernador, Cayo Mario advirtió con qué deferencia y afecto saludaban todos a Rutilio Rufo
27. Dejando a un Publio Rutilio Rufo mucho más contento y sumido en sus propias preocupaciones en el palacio del gobernador (pues se negó a abandonar su puesto), Cayo Mario llevó a su familia a la villa de Halicarnaso para pasar un agradable invierno, rompiendo la monotonía con un viaje a Rodas
28. A continuación, nadie supo con certeza si había sido el final de la intervención de Escauro, pues Publio Rutilio Rufo se puso en pie gritando:
29. —Bien, lo hemos intentado —dijo Rutilio Rufo con un suspiro
30. En agosto del año siguiente, tras un prolongado silencio, volvió a escribir Rutilio Rufo
31. Ya estaba listo el equipaje y la nave que había fletado acababa de echar el ancla en Cidno, cuando le llegó una carta de Publio Rutilio Rufo con fecha de septiembre
32. Mario y Rutilio Rufo se miraron sin tenerlas todas consigo, pero no dijeron nada
33. Que declarasen culpable, condenándole al exilio, a Publio Rutilio Rufo a principios de septiembre, fue un duro golpe para Druso, que había contado con su inapreciable apoyo en el Senado
34. Algunas caras no estaban tan serias; la mención de su querido tío, Publio Rutilio Rufo, había jugado en su favor y también la alusión a la administración modélica de Quinto Mucio Escévola
35. Se personó ante el tribunal del pretor urbano, el picentino Quinto Pompeyo Rufo, y presentó una querella contra Sila por aceptar un soborno de los partos para traicionar a Roma
36. Siguieron bebiendo vino (que realmente no era tan malo, como todos sabían) durante un tiempo en silencio, y finalmente Pompeyo Rufo dijo:
37. Pompeyo Rufo escuchaba el diálogo un tanto consternado, y lanzó un carraspeo
38. —Parece que ella y el joven Mario habían decidido casarse en su momento, pero yo la he prometido al hijo de Quinto Pompeyo Rufo
39. Que los tribunos de la plebe iban a ser conservadores se hizo evidente al ver que el cabeza de lista era Publio Sulpicio Rufo y no muy detrás salía elegido Publio Antistio
40. Gran amigo de Marco Livio Druso —aunque no era partidario de la emancipación de los itálicos—, desde la muerte de éste había trabado amistad con Quinto Pompeyo Rufo, el que se presentaba en binomio con Sila a las elecciones consulares
41. La gente no lo encuentra bien —dijo Pompeyo Rufo con un carraspeo—
42. El abril del año en que Lucio Cornelio Sila y Quinto Pompeyo Rufo fueron cónsules se iniciaba la invasión romana de Galacia y el Ponto
43. Pero la explicación no le bastaba a Sulpicio, que durante un largo rato después de la lectura de la carta de Rutilio Rufo, dos días antes, parecía haberse quedado de piedra
44. Sólo tres se colocaron en la oposición cuando los senadores se desplazaron ficticiamente en aquel sucedáneo de Senado: Cayo Mario, Lucio Cornelio Cinna y el tribuno de la plebe Publio Sulpicio Rufo
45. —No, es que mi hijo y otros muchos hijos de senadores y caballeros van a juntar una fuerza para expulsar a Sulpicio del Foro —añadió Pompeyo Rufo
46. Tenían que transcurrir diecisiete días desde el primer contio en que se discutía una ley y la reunión asamblearia en que se votaba la aprobación de la ley; Publio Sulpicio Rufo continuó celebrando asambleas mientras pasaban los días y el momento de su ratificación se iba aproximando de manera inexorable
47. La víspera de la asamblea en que las dos leyes de Sulpicio iban a ser sometidas a votación, Quinto Pompeyo Rufo hijo y sus amigos, hijos de senadores y caballeros de la primera clase, decidieron parar los pies a Sulpicio con el único método posible: la fuerza
48. Sin que lo supieran sus padres ni los magistrados curules, Pompeyo Rufo hijo y unos cuantos reunieron más de mil jóvenes de edades comprendidas entre diecisiete y treinta años; iban todos armados con coraza y habían estado hasta hacía poco participando en la guerra contra los itálicos
49. Habían enviado un correo al galope a Quinto Pompeyo Rufo en Cumae, y cuando Sila alcanzó Teanum Sidicinum, allí estaba Pompeyo Rufo esperándole
50. Al llegar a la puerta Esquilina, sin el menor gesto de vacilación, ordenó a la legión no numerada entrar en la ciudad a paso ligero, y, en vez de dispersarse por las calles, subir a las murallas Servianas y ocupar las dobles fortificaciones del Agger, que discurrían desde la puerta Collina hasta la puerta Esquilina, estableciendo contacto así con la fuerza de Pompeyo Rufo