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La historia de los amantes de Teruel, tan patética y popularen España, que sirvió después á Tirso de Molina y á Montalván[307],forma su base, y la vigorosa pintura de los afectos y la profundidad delsentimiento de toda ella, dan prueba del eminente talento poético de suautor
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AL escribir Tirso y Calderón El condenado por desconfiado y Ladevoción de la Cruz,
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Ramón de la Cruz como Lope ó como Tirso
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Pero ¿depende esto de que en los dramas de Lope, Tirso, Calderon,Moreto, Alarcón
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teatro del siglo XVII, dondeasoma de cuando en cuando en las obras de Lope y Tirso, y en estosnuestros
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Pero la atribución de El condenado a Tirso puede
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pámpanos y esgrimiendo el tirso de lasbacantes
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y seis años, comoera Tirso entonces, cuando entró en el
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) Y ahora vendrá Tirso, educado lejos de
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quellegaba Tirso: la carta en que éste lo anunció no debía
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El seguir Tirso la carrera eclesiástica, fue una de esas cosas
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leproporcionó curato; y Tirso, después de su primera misa en la
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El día anterior a la llegada de Tirso a Madrid, mientras don
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—¿Y los padres?—preguntó Tirso con más interés en la
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la puerta, Tirso, mirando frente aella un edificio pequeño en
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—Mira, Tirso, estamos en Palacio
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Tirso penetró solo en la iglesia y Pepe se quedó mirando cómo
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A la izquierda,al pie de un altar, estaba Tirso hincado
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Tirso, entonces, permaneció un
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Tirso comprendió que todas eran disculpas: frunció el
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pelean por dilatarsu reino en la tierra: Tirso era de éstos
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Al pasarpor delante de la alcoba de Tirso, notaron que
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Tirso había cubierto los cristales de la ventana que daba al
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hermano lo encontrara, sinque Tirso lo viese
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Tirso hacía inútiles esfuerzos por disimular su disgusto
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que, ajuzgar por lo que Tirso veía, no la sintieron nunca
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En esto no se equivocó Tirso:
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Tirso las presentó como causa de los malessufridos y promesa
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quedaban esterilizados conla ingerencia de Tirso en la vida de la
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explicación entre Tirso y Pepe
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manejos de Tirso quedaban reducidos aimposición de misas y
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fueron poner la madre losviernes un pucherito aparte para Tirso,
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quesospechas, o Tirso tiene la culpa; y en este caso, no cabe
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estuviera Tirso en situación de apreciar todo esto;pero alcanzó
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La palabra oficio sonó en los oídos de Leocadia como Tirso
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Tirso decía las frases expiatorias y ellas contestaban a una
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Entráronse en seguida ellas, cada cual en su cuarto, y Tirso se
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Quedose Tirso un rato solo en el comedor, pensativo e
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conducta de Tirso esinconcebible
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parte, cuando llegue Tirso a comprender el imperio quetiene en
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ejércitoliberal o las huestes del Pretendiente, con lo cual Tirso
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corroborándose en laidea de que el viaje de Tirso fue el
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Tirso recordaba las palabras de la Escritura: Desaparecerá el
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haciendo pitillos y Tirso hojeando un libro
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ánimas, débil compensación, a juicio de Tirso, de logastado en
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el cuarto de Tirso parahojearlo
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en ellas ejercía Tirso, y los medios deque se valió para
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Tirso, al parque examinaba a su padre la frente—pero,
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Cuando iba Tirso a entrar en su cuarto, le
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El ceño de Tirso y sus respuestas secas iban haciendo a Pepe
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Tirso logró, por mediación de la Condesa, que, a más de su
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Sabedor Tirso, por Millán, de la resolución que adoptó su
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Paz, en el colmo del estupor, miró a Tirso como una fiera
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fundada: en loque Tirso la había dicho, formaban un conjunto
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Bienclaramente los enumeró Tirso
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Al entrar en la calle del Cuervo, vio a Tirso parado ante el
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misiónque confió a Tirso
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Aquél estamos sonó mal en los oídos de Tirso: juzgaba que la
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El muerto era Tirso
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No había similitud ninguna en el ejemplo aducido, tampoco tiempo paradiscutir, porque en aquella sazón se presentó Tirso en la puerta delescritorio y dijo que el almuerzo estaba listo
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produccionesdramáticas de Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Alarcón y
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Por las casas del monte Chaparral, en el camino de Hontoba, apareció asesinado el río Tirso el Pimentonero, que era de Valtablado del Río y que por presumir, nada más que por presumir, gastaba blusa de tratante en puercos
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Al pobre río Tirso le dieron una sola puñalada pero le acertaron tan bien que le partieron el corazón en dos
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Santo Tirso estaba lejos, horas y horas de tren con lluvia, una lluvia siempre igual sobre los pinos, curas de sotana en un caserón helado, alumnos con pantalones cortos, Tal vez se han acostado todos con las criadas, pensé,
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Aún oigo las olas de Peniche en Tavira, Margarida, las olas de ese invierno, aún oigo la sirena de la fábrica de conservas que llama a los obreros y la espuma bajo las losas, y me acuerdo de la forma en que los presos me quitaban las energías mezclándome barbitúricos en la sopa, y me llamaban, cuando yo estaba solo, imitando la voz del director de Santo Tirso, la voz de Alice, la voz de mi padre, que me obligaban a regresar al pasado a fin de interrumpirme el presente, y no sólo los presos sino el que mandaba, y los guardianes, y el abogado que desparramaba hojas sobre la mesa de la sala de consultas, Hoy lo encuentro de mejor aspecto, señor mayor, tal vez podamos trabajar en el sumario, y no sólo el abogado sino mi familia, y tú, Margarida, que te escuchaba conversar con ellos, y yo, que me negaba a dormir por miedo a que me vaciasen un cargador en el corazón, yo que asentía Realmente tengo un aspecto estupendo, doctor, ustedes no han conseguido abatirme, y él Antes de comenzar con las tonterías, señor mayor, quería preguntarle si aceptaría entrevistarse con el coronel Gomes y su abogado, y yo ¿El coronel Gomes?, y él Entró ayer en la cárcel, el señor teniente ha permitido que nos entrevistemos para hablar, y yo, juntando los fragmentos del puzzle, ¿El coronel Gomes es quien dirige la trama, doctor?, y el barco salvavidas callado, y la sirena callada, y hasta las olas calladas contra los muros del fuerte, y el coronel Gomes que extendía la palma hacia mí, con pantalones de sarga, tiritando bajo un abrigo viejo, Buenos días, Valadas, ¿ya no se saluda a los amigos?, y yo A los amigos sí, mi coronel, el problema es que usted no es un amigo, y su abogado Por el amor de Dios, señor mayor, el señor coronel Gomes tiene gran estima por usted, y el coronel Gomes Fui yo quien le avisó de que la Policía lo buscaba, y yo La mandó a mi casa, diga mejor que la llamó por teléfono y la mandó a mi casa, y el coronel Gomes No estoy aquí para escuchar insinuaciones groseras, no estoy aquí para escuchar insultos, y mi abogado Le pido disculpas, señor coronel, el señor mayor no ha querido ofenderlo, casi un año de cárcel deja los nervios destrozados, y el coronel Gomes, más sereno, Que se retracte y olvidaré este episodio, y su abogado a mí Lo que nos interesa es establecer una estrategia común, decidir lo que puede decirse y lo que no, que el Delegado del Ministerio Público es duro de roer, y yo, En el juicio no diré ni pío, y no dije nada, condenaron al coronel Gomes a once años y lo expulsaron del Ejército, el comodoro Capelo, promovido a almirante, dio testimonio, me pareció ver a Alice entre el público, en una de las filas traseras, entre su madre y su marido, pero cuando miré con atención eran otros los espectadores y no ellos o los lugares estaban vacíos, el juez postergó mi sentencia por consejo de los médicos, regresamos a Peniche en una furgoneta blindada, y el coronel Gomes, a mí, Once años, Valadas, yo no duro once años, cuando salimos del Tribunal reparé en su mujer, una señora que lloraba, y yo Espero que no dure, mi coronel, que ya tengo adversarios de sobra, y al llegar a Peniche tronaba, el cielo se hendía con heridas de relámpagos que recortaban la villa, que recortaban el mar, tomando las sombras fosforescentes antes de esconderse en sus pliegues de tinieblas, un barco, casi en la línea del horizonte, flotaba sobre nubes que supuraban lágrimas rojas, las casas se desmoronaban, los almacenes de los pescadores y las traineras ancladas se deslizaban hacia la plaza, el farallón, amputado, mostraba sus visceras de pizarra, liberaba enjambres de aves aterradas, y a la mañana siguiente el coronel Gomes se ahorcó en la celda, y cuando lo vi, antes de que lo cubriesen con el abrigo y un saco de arpillera, no me pareció verlo morado ni con la lengua fuera, sino con las pupilas apagadas en una expresión amable, de modo que pensé Se ha dormido, no se ha ahorcado ni nada, se ha dormido, a pesar del verdugón en el cuello y de los hombros crispados, pensé Se ha dormido, ha fingido que se ahorcaba para intentar engañarme, y entonces me acerqué a él, le puse el pulgar en la frente y estaba fría y con manchas color de vino en la raíz del pelo, y las botas en el extremo de las piernas, Margarida, se me figuraron vacías como los zapatos de los mendigos
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Seguíanle en la serie cronológica otros vejestorios disecados y señoras embalsamadas: don Tirso Pipaón, sobrino del Marqués, fraile exclaustrado que había sido Provincial de la Orden de Predicadores de Alcarria y tierra de Toledo, supra Tagum; doña Manuela Tirgo y Sureda, viuda de un alto funcionario de la corte de Oñate; otra momia nombrada doña Rita de Landázuri, solterona, hija del Marqués; don Wifredo de Romarate, sobrino de Gauna, Bailío de Nueve Villas en la Militar Orden de San Juan de Jerusalén
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cogen el tirso, dejan el cirio,
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Tres basílicas: las del Salvador, San Tirso y la consagrada a los santos Basilisa y Julián, con su correspondiente dotación; acueductos capaces de suministrar agua a todo el complejo, una fuente monumental aneja al baptisterio y los muros necesarios para protegerlo todo de los asaltos sarracenos, costarían muchos miles de sueldos