1.
Hay manera de decir dónde y cómo están colocadas lasfiguras, sus tipos, posturas, ademanes y ropas: lo inexplicable es lavida que hay en ellas, el ambiente que les rodea y las distancias queseparan los cuerpos y diferencian las cosas, creando un conjunto tananimado y movible como la misma realidad
2.
Era un militar de ademanes hoscos, curtido en las guerras napoleónicas, parco en el hablar y dispuesto a ahogar en sangre todo lo que tuviera el más leve viso de sublevación
3.
Y Sol miró a Lucía de tan linda manera, que no bien Ana se quedó comodormida, se acercó Lucía a Sol, la tomó por el talle cariñosamente, yuna vez en su cuarto, empezó a vaciar con ademanes casi febriles suscajas y gavetas
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ademanes y gestos que habían podido copiar por las tardes en laAlameda, paseando en sus
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desaforados pasos, y haciendo tales ademanes, que noparecía sino que le faltaba el juicio, y que
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en azul; los ademanes descompuestos siempre yviolentos; la voz
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A juzgar por los ademanes que hacía y la
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imitabala voz y los ademanes imperiosos de un general en jefe;
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degracias; sus ademanes grotescos y los desatinosque de vez en cuando deja escapar
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ademanes de júbilo,hacia el destino; hasta el momento en que,
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«En «el campo», la voz, los ademanes, sencillos y francos, de
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Por los ademanes, me parecía que la conversación era grave
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los ademanes, la colocación del sombrero, hasta la manera deescupir por entre los
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parecíahuir también de las voces y ademanes descompuestos
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oprimiéndose el pecho, ycon la entonación y los ademanes
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Pero lo hizocon tal exaltación y ademanes tan descompuestos que las damas
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Daba vueltas a unasmismas ideas, vulgarísimas todas, supliendo la fuerza y el peso de quecarecían con lo vivo y exagerado de los ademanes
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arrebujándose bienen su manto, con honestos y recatados ademanes, dijo:
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ademanes de Ramón Pérez, y con susingular talento de
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Había en los ojos de la monja, en su voz y en sus ademanes una firmezaque distaba
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tranquilas, dulces, llenas de expansión y confianza; enel rostro del seductor, en sus ademanes, en
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Canterac, que encontrabaridicula esta conversación, hizo ademanes de impaciencia y murmuróprotestas
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afirmación con enfáticos ademanes
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por el amaneramientode todos sus gestos y ademanes
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raro y peregrino,como procedente de tierras extrañas, y en el gesto y en los ademanes unno sé
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Con descompuestos ademanes, el entrecejo fruncido y crispados los puños,acudió Morsamor a
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y cariñoso;a mí me saludó con la cortesía y los ademanes de un
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ademanes teatrales para llamar la atención!
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Estos ademanes anticipan la deriva que Suárez experimentó durante los cuatro años en que todavía estuvo en el gobierno
30.
—¡Clusivio! —le llamó más de una vez, pero su siervo no hacía ademanes de levantarse
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Paneloux se acercó a la cama e hizo los ademanes de la bendición
32.
Y gente grande que caminaba entre sus asientos, también con tarjetas dibujadas; con expresiones desesperadas, trataban de hacerles comprender cosas incomprensibles mediante ademanes de las manos y de los dedos
33.
El rostro y los ademanes de míster Omer eran tan expresivos, que pude, en conciencia, hacerle un gesto expresando que le comprendía
34.
Iban con el cabello suelto, excitándose unas a otras, hasta que enloquecían profiriendo salvajes gritos y se agitaban con descompuestos ademanes
35.
Las pisadas, ¿de quién? Allí entraba uno, el más hermoso y el más amado de los hombres; uno cuya vista tan sólo imponía respeto; era grave y tenía en sus modales como en sus ademanes la majestad del que vive acostumbrado a mandar y a ser obedecido
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En aquel mismo instante se precipitó hacia ellos con ademanes extravagantes
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- Somos amigos –advirtió Nikola, que hablaba a la perfección el turco y el árabe, haciendo ademanes a los jenízaros para que les dejaran de apuntar con los arcabuces
38.
Después de llevar la misiva a su superior, el portero regresó con ademanes amables, envuelto en capa y capucha marrón, y condujo a Martín por entre patios, escaleras y recovecos hasta la vieja celda
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y cómo en sus ademanes se muestra como un varón
40.
Esto ocurrió en aquel día, cuando el Cicerón de Algeciras, volviéndose hacia arriba con ademanes descompuestos y lengua balbuciente, gritó:
41.
-Adiós, señora -dijo en tono y con ademanes de loco
42.
Sorprendió a Ibero el aire de dignidad y mesura que en sus ademanes ponía el [104] buen Milagro, y las ideas sensatas que derramaba de su boca
43.
En apariencia, era hombre de un tipo que no podía ser más aristocrático: alto, con nariz recta y ojos grandes, de ademanes lánguidos y sin embargo corteses
44.
Iban hablando en voz queda y con serenos ademanes
45.
Quedó atónito el alavés, y como precisamente se hallaba en gran desasosiego por la tardanza de las credenciales que le anunciaron Tejado y Villoslada, no bien llegó a su nariz el tufo del incienso, se hinchó de vanidad, y su actitud y ademanes fueron como los del pavo en el momento de hacer la rueda
46.
El que parecía el jefe, un individuo de bigote bermejo y ademanes militares mal disimulados bajo la rústica indumentaria, fue reconocido por el contador Olmedilla; y ambos se retiraron a hablar aparte mientras nuestra tropa se congregaba a la sombra de los pinos
47.
Langdon levantó la mirada hacia el hombre, que esbozaba ademanes de impotencia
48.
En sus ademanes, en su actitud, en sus miradas, en el sonido de su voz, había una tristeza llena de gracia
49.
Soledad seguía pensando que aquel hombre de ademanes educadísimos era el novio perfecto para Pubenza
50.
-Sí, señora -dijo el hablador entrando en la alcoba con los ademanes más oficiosos del mundo-
51.
El hombre parece nervioso y por sus ademanes da la impresión de querer recordarle al presidente alguna urgencia
52.
Me describió cómo dictaban, rápido, con los ojos semicerrados, y breves ademanes; cómo despachaban, sólo con el dedo índice y sin decir una palabra, a los quejosos sirvientes, que en esos instantes sonreían felices mientras respiraban dificultosamente, o cómo encontraban un pasaje importante en sus libros, llamaban la atención sobre él con una palmada y los demás acudían presurosos, estorbándose mutuamente debido a la estrechez del pasillo, y alargaban los cuellos para poder verlo
53.
Lentos ademanes de asentimiento le respondieron
54.
Los negros habían atravesado la mitad del calvero cuando los ademanes de uno de los simios llamaron la atención de Tarzán
55.
El funcionario que lo recibió en lugar del embajador parecía apenas restablecido de una enfermedad mortal, no sólo por el vestido de paño negro, el cuello opresivo y la corbata de luto, sino también por el sigilo de sus ademanes y la mansedumbre de la voz
56.
Durante unos instantes, permaneció allí, en actitud algo dramática, con los brazos en alto, sonriendo y haciendo ademanes de silencio a todos
57.
En medio de la estancia, Jimena parecía la diosa de la fertilidad; dúctil apariencia, ademanes suaves, capaces de acrisolar hasta el metal más duro
58.
Señaló, con amplios ademanes, la rama de la que el columpio había colgado antaño y donde tenía que ser colgado de nuevo ahora, y lo largas que tenían que ser las cuerdas, y la amplitud del recorrido, y mientras así hablaba con ademanes y la mirada llegó a la magnolia en la que Cósimo se le había aparecido una vez
59.
Y se alejaba haciendo con la mano breves ademanes
60.
En torno al monumento a Colón se habían formado grupos de mirones que saludaban con el puño en alto y ademanes amenazadores a los lujosos coches que se dirigían a la Estación Marítima
61.
Por este motivo, la cota 450 lo fascinó literalmente cuando Javier le mostró las interioridades del oscuro y ahumado fortín con los mismos ademanes que el dueño de un cottage emplearía para enseñar las habitaciones y dependencias a sus invitados
62.
Pero el porte, la mirada del ojo sano, los ademanes al desmontar, al volverse a su intérprete y darle las riendas del caballo, no eran sino los de un hombre seguro de sí, firme, decidido, pero no presuntuoso
63.
No sólo eso, sus ademanes, con un cierto amaneramiento casi indefinible, con una afectación no carente de altivez
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E hizo hacia la princesa uno de esos ademanes de homenaje, bajando la diestra en el aire, cuya tradición goldoniana se conserva tan sólo entre los senadores del reino
65.
(Con ademanes y gestos extravagantes)
66.
(La Bruja, haciendo estrambóticos ademanes, traza un círculo en el cual dispone objetos extraños
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No a través de las palabras, que apenas comprendía, sino a través de la emoción que transmitía la voz del hombrecillo, de sus ademanes exagerados, de los puños crispados con cada final de frase
68.
El juez McMahon era un individuo cuarentón y con ademanes de hombre práctico
69.
Con ampulosos ademanes, entregó el animal a su nuevo dueño, y el perro, percibiendo que había encontrado un amo permanente, permaneció junto a Tim, le lamió la mano, se frotó contra sus piernas y levantó hacia él sus oscuros ojos desbordantes de afecto
70.
No obstante, trascendía tal imploración de la voz y los ademanes del hombre, que respondió:
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Había algo todavía más inexplicable que el relato sobre las andanzas, lleno de calumnias, inventado no se sabía por qué, y ese algo era la transformación operada en el aspecto y en los ademanes del administrador
72.
Por sus ademanes, se adivinaba que no estaban lo que se dice muy alegres
73.
–La tierra es la única cosa del mundo que tiene algún valor -murmuró él; haciendo con sus cortos y gruesos brazos amplios ademanes de indignación-, porque es la única que perdura
74.
Lo único que revelaban su rostro y ademanes era una profunda concentración
75.
La insolencia de los lacayos despertó la ira de Julián, quien, con ademanes de inconmensurable orgullo, comenzó a recorrer las dependencias de la antigua abadía, abriendo y cerrando con estrépito cuantas puertas encontraba al paso
76.
Charlar, jugar con ellos, le producía inefable placer; encantábale la dulzura musical de sus vocecitas y se extasiaba ante la sencillez y nobleza de sus gestos y ademanes, que tanto contrastaban con la vulgaridad desagradable que venía respirando en Verrières
77.
Mientras paseaba a su lado, contemplaba con arrobamiento sus manos, sus brazos, sus ademanes de reina, y sentía ganas de arrodillarse a sus pies, rendido al peso del amor y del dolor, gritando: ¡Piedad
78.
Una de las figuras, un hombre con bata de médico, estaba haciendo unos urgentes ademanes hacia alguien que se encontraba fuera del campo de visión de Vic, el cual había agotado ya su capacidad de asustarse
79.
Bernadette de Broglie intrigó para tomar el té en casa de Solange Josse, pese a que ésta es socialista, mientras que Jacinthe Rosen se ofreció voluntaria para llevarle a Sabine Pallières a su casa un paquete que acababan de dejar en la portería y que, encantada de poder ahorrarme el esfuerzo, le confié con toda profusión de ademanes hipócritas
80.
Cuando Zora decía: «Parece como si tuviese fuego en el estómago», ejecutaba los ademanes de alguien retorciéndose en la hoguera
81.
Las hermanas Ulicia y Tovi la divisaron de inmediato y con ademanes furtivos le indicaron que fuese hasta donde la aguardaban
82.
Parecía haber muchos más saludos y ademanes y gestos dramáticos de los que eran estrictamente necesarios en la ópera
83.
La elegancia del doctor Vintila y la tosquedad atractiva, varonil, de Valeriu, y ella, Ródika, entre los dos, como una peonza, instrumento dócil para que el doctor pudiera seguir acumulando antigüedades en esa clínica para cuarentonas menopáusicas que se admiraban de la ¿clase?, del estilo del atildado sesentón, una joyita conservada como recuerdo de la vieja Europa bajo el marasmo grosero de las sucesivas revoluciones, hombre de mundo, refinado y culto, cáustico y prudente en sus juicios, impoluto como si el tiempo y la historia no hubieran dejado huellas ni cicatrices en sus ademanes de viejo aristócrata, esteta impenitente, amante de la belleza y del saber, hombre de ciencia, mago y brujo capaz de seducir como las serpientes a las mujeres de todo el mundo que le veneraban y respetaban…
84.
Sus ademanes eran bruscos y marcados, y la forma de poner los pies revelaba agresividad
85.
Los«Eiger cocks[ii]» hacían significativos ademanes con la cabeza, afirmando que ellos ya lo imaginaban
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Parrado y Canessa exageraron los ademanes y gritaron con más fuerza, diciendo que eran supervivientes de un avión que se había estrellado en los Andes
87.
Parecía haber muchos más saludos, ademanes y gestos dramáticos allí que los estrictamente necesarios en la ópera
88.
Lo que profanaba, lo que utilizaba para su placer y que se interponía entre ese placer y ella, impidiéndole saborearlo directamente, era, más que el retrato, aquel parecido de cara, los ojos azules de la madre de él, que le transmitió como una joya de familia, y los ademanes de amabilidad que entremetían entre el vicio de la señorita de Vinteuil y ella una fraseología y una mentalidad que no eran propias de ese vicio y que le impedían que lo sintiera como cosa muy distinta de los numerosos deberes de cortesía a que se consagraba de ordinario
89.
Y Swann extendía esas costumbres a todo el resto de la vida de Odette, y repetía esos ademanes cuando quería representarse esa parte de la vida de ella que no veía
90.
Ambas realzaban su papel con nobles ademanes -que yo distinguía claramente, comprendiendo su relación con el texto, mientras ellas agitaban sus hermosos peplos y entonaciones ingeniosas, ya irónicas, ya apasionadas, que me revelaban la significación de un verso que yo leyera en casa sin conceder atención bastante a lo que quería decir
91.
E indudablemente la atrevida sencillez de corte de aquellos trajes casaba muy bien con su estatura y sus ademanes, que parecían cambiar de color de un día para otro, según fuese el color de las mangas; dijérase como que en el terciopelo azul se pintaba la decisión, y un ánimo bien humorado en el blanco tafetán; y una cierta reserva suprema y llena de distinción en la manera de adelantar el brazo revestíase, para hacerse visible, de la apariencia del crespón de China, que brillaba con la sonrisa de; los grandes sacrificios
92.
En sus ademanes sencillos y fogosos percibía yo la impotente pena de un ser amado que perdió el uso de la palabra y se da cuenta de que no podrá decirnos lo que quiere y de que nosotros no sabremos adivinarlo
93.
En cambio, a ratos mi pensamiento discernía en Saint– Loup un ser general, el “noble”, que a modo de espíritu interno regía el movimiento de sus miembros, ordenaba sus acciones y ademanes; y en esos momentos, aunque estaba en su compañía, me sentía solo como delante de un paisaje cuya armonía comprendiera mi ánimo
94.
Este punto de vista le parecía muy profundo, y buscaba pruebas de su teoría en las palabras y ademanes más insignificantes de su querido
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A la apariencia exterior vienen a añadirse, por la afectación, el impulso imitativo y el deseo de ser admirado por los buenos o los malos, palabras y ademanes fingidos
96.
Los brazos de la Berma, que los mismos versos, con la misma emisión con que hacían salir su voz de sus labios, parecían alzar sobre su pecho como esos follajes que el agua cambia de lugar al huir; su actitud en escena, que había constituido lentamente, que modificaría aún y que estaba hecha de razonamientos de otra profundidad que aquellos cuya huella se percibía en los ademanes de sus camaradas — pero de razonamientos que habían perdido su origen voluntario, fundidos en una especie de irradiación en que hacían palpitar en torno al personaje de Fedra elementos ricos y complejos, pero que el espectador fascinado tomaba no por un acierto de la artista, sino por un dato tomado de la vida; aquellos mismos velos blancos, que, extenuados y fieles, parecían materia viva y como que hubiesen sido hilados por el sufrimiento semipagano, semijansenista en torno al cual se contraían como un capullo de gusano de seda frágil y friolento; todo ello, voz, actitudes, ademanes, no eran, en torno al cuerpo de una idea que es un verso (cuerpo que, al revés de los cuerpos humanos, no está ante el alma como un obstáculo opaco que impida percibirla, sino como una vestidura purificada, vivificada, en que aquélla se difunde y en que vuelve a encontrársela), otra cosa que envolturas suplementarias que en lugar de ocultarla destacaban más espléndidamente el alma que se las había asimilado y se había esparcido por ellas, no eran sino oleadas de sustancias diversas que se han tornado translúcidas, cuya superposición no hace sino refractar más ricamente el rayo central y prisionero que la atraviesa, y hacer más extensa, más preciosa y más bella la materia embebida de llama en que está infundido
97.
El vestir de aquellas dos mujeres me parecía como una materialización nívea o matizada de su actividad interior, y, al igual que los ademanes que había visto hacer a la princesa de Guermantes, y que no había dudado que correspondiesen a una idea oculta, las plumas que bajaban de la frente de la princesa y el corpiño deslumbrador y recamado de su prima parecían tener una significación, ser para cada una de las dos mujeres un atributo que sólo a ellas pertenecía y cuyo significado hubiera querido conocer yo: el ave del paraíso me parecía inseparable de la una como el pavo real de Juno, y no pensaba que ninguna mujer pudiese usurpar el corpiño recamado de la otra como no podría usurpar la égida centelleante y franjeada de Minerva
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Y echando a andar a paso de carga, precedido de su monóculo, que volaba en todos los sentidos, se fue derecho hacia el digno y lento capitán, a quien traían en aquel momento el caballo y que, antes de disponerse a montar en él, daba algunas órdenes con una nobleza de ademanes estudiada, como en algún cuadro histórico y como si fuese a partir para una batalla del Primer Imperio, cuando lo cierto era que volvía sencillamente a su casa, al alojamiento que había alquilado para el tiempo que hubiera de estar en Doncières y que estaba enclavado en una plaza denominada, como por una ironía anticipada para con este napoleonida