1.
Sinlos retoques y aparatosos arreos con que se presentaba en público;envuelto el cuerpo en holgada bata de cachemira; cubierta la amplísimacalva con un gorro griego; descuidados los blancos mechones de pelolacio que sobresalían por debajo del gorro y por encima de las orejas;sin afeitar todavía, y mal tapadas las arrugas del pescuezo por elcuello escotado de su camisa de dormir, ¡cuán diferente era aquelmarqués del marqués del salón de Conferencias del Congreso, y de suspropios salones de recibir, y de todos los salones de la aristocráticacomunión a que pertenecía! Digo en cuanto a su físico; porque en lotocante a lo demás, el hombre averiado y caduco del rincón doméstico,era el mismo personaje ostentoso de la vía pública y de los grandessalones
2.
—Pues mira, guapa —ya mosqueado vivo—: si tienes en ese bolso horroroso un poco de espuma de afeitar y unas cuchillas, lo mismo me hago las piernas
3.
—¿Y quién les cuenta esas cosas, como lo del dentífrico y jabón de afeitar?
4.
La señora Lola se sorprendió tanto que se quedó con la boca abierta en medio del jabón de afeitar
5.
También había algo de maquillaje, así como cepillos, peines y hojas de afeitar
6.
Sus utensilios de afeitar descansaban sobre una mesilla auxiliar
7.
Apareció al pie de la cama, sin afeitar, sucio y agotado, y dejó el bolso junto a la pared
8.
Por entonces salieron al mercado gran cantidad de brochas de afeitar barbas y algunas de ellas estaban infectadas
9.
Entre los tres llevaron a Bill al interior sin mucha dificultad y sin llamar demasiado la atención, con la excepción de un caballero sin afeitar que dijo comprensivo:
10.
-¿Y quién les cuenta esas cosas, como lo del dentífrico y el jabón de afeitar?
11.
Cuando Daí descuidó su computadora, comenzó a usar loción de afeitar y a examinarse en el espejo con aire desolado; Carmen Morales lo invitó a comer afuera para hablar con él, siguiendo su costumbre de hacer citas de novios para tratar asuntos importantes
12.
Davide Griffo parecía trastornado, iba sin afeitar, y tenía los ojos enrojecidos y el traje lleno de arrugas
13.
Strange, sin afeitar, con los ojos enrojecidos y el pelo revuelto, practicaba magia
14.
En la repisa de debajo del espejo había una maquinilla eléctrica de afeitar, desodorantes y un frasco de agua de colonia
15.
El joven sin afeitar que se sentaba junto al mollah se rascó, irritado, las manchas de la cara
16.
Los clientes habían coreado a aquel jovenzuelo sin afeitar y le habían contado cómo tomó posesión de la base
17.
Wazari sin afeitar y desaliñado
18.
"¿La mía? Sabe, ¡oh Emir de los Creyentes! que mi oficio es afeitar cabezas, cortar bigotes, cuidar las uñas, depilar sobacos, afeitar ingles, limpiar los dientes, y en caso de necesidad, sangrar las encías; pero nunca haré ninguna de esas cosas en día de viernes, porque sería un sacrilegio"
19.
Se perchó en las rodillas de un tipo hosco y sin afeitar, de espaldas a la barra
20.
Pues saltando del lecho cogió la navaja de afeitar
21.
De nuevo se produjo un rápido cambio en el rostro macizo y sin afeitar
22.
Había comprado hojas de afeitar por primera vez en su vida
23.
Se trata de un sargento, dos caporales y ocho soldados ojerosos, desaseados, sin afeitar
24.
Se puso loción de afeitar en las mejillas
25.
Se quejaba de tenerse que afeitar las piernas continuamente
26.
Ezequiel Montes estaba ordeñando las ovejas, sin afeitar, y con la camisa por fuera del pantalón
27.
De repente, aparece un hombre bajo y fornido, encorvado y a medio afeitar
28.
Después de todo, las hojas de afeitar eran casi un lujo y había que optar entre una cara suave para él o unas suaves piernas para mí
29.
Harod quería verle los ojos, pero las gafas de espejo sólo reflejaban su propia cara pálida y sin afeitar
30.
A juzgar por la hinchazón de la cara y del torso, lo habían golpeado sin piedad, pero en la cara sin afeitar se dibujó una sonrisa para su salvador
31.
Luego avanzó, con la maquinilla de afeitar apretada fuertemente en la mano
32.
Dronne, que iba sin afeitar, en posición de firmes, con el quepis hecho un guiñapo y la guerrera del uniforme americano manchada de sudor por encima de la tripa, saludó
33.
Se dedicará a afeitar a la crema de la sociedad belga en el porche de su establecimiento mientras en la puerta de atrás hacen cola las mujeres pobres para vender sus bucles dorados con los que hacer costosas pelucas para las damas romanas de la alta sociedad
34.
Había un cepillo de dientes, una máquina de afeitar recargable con diferentes botones para las distintas
35.
De tanto en tanto las mejillas sin afeitar se le hundían en la cara
36.
Observó que en el dormitorio principal había varios cajones abiertos y que en el cuarto de baño faltaba la máquina de afeitar
37.
Estaba frente al espejo y el gusano pasó arrastrándose por mi mente y ejecutó un giro en la mitad del cuerpo que mi mano, por razones que desconozco, siguió con la maquinilla de afeitar
38.
Cerró los ojos, enceguecida, y buscó en el botiquín: un paquete de hojas de afeitar, jabón, pasta de dientes
39.
Unas hojas de afeitar encontradas en el cuarto, suministradas irónicamente por el hotel para comodidad de los huéspedes, parecen haber sido usadas por la señora Cinnadella, descrita como morena, atractiva, bien vestida y delgada, de unos treinta años, para rebanar el cuello de su marido, cuyo cuerpo fue encontrado por Theodore Ferris, empleado del hotel que había recogido unas camisas de Cinnadella media hora antes y estaba llevándolas de vuelta como se le había pedido cuando se encontró con la terrible escena
40.
El soldado, borracho y sin afeitar, con las manos cubiertas de sangre hasta las muñecas, sacudió la cabeza
41.
Dos coches se colocaron en posición, ofrecieron a la visita poco menos que una aureola celestial de acceso, y el piloto descendió, sin afeitar, sin sonreír y al parecer sin lavar desde hacía tiempo
42.
El camarero le indicó con un gesto que era todo suyo: la bañera, el lavabo, los utensilios de afeitar, todo
43.
Todas sus pertenencias estaban allí, la maquinilla de afeitar todavía atascada con su cabello, los trece dólares todavía doblados en su billetera justo al lado del billete de tren
44.
Estaba demacrado y sin afeitar
45.
Sacó el maletín del armario, metió en su interior el libro espachurrado, una muda de ropa, los utensilios de afeitar y la caja de balas escondida en el estante superior del mueble
46.
No estaba el inspector, aquella noche tocábale la guardia al secretario de la Inspección, un sujeto pasablemente altanero y soñoliento, de edad inapreciable, barba sin afeitar, bufanda de estambres al cuello, y adherida a la frente, para librarse de los reflejos de las ampolletas eléctricas, una de esas viseras de cartón que se sujetan con alambre y que usan los relojeros, los grabadores y los enfermos de la vista
47.
«Saco la cuchilla de la maquinita de afeitar, me corto las venas, y amanezco muerto», se dijo
48.
—Se puso de puntillas para depositar un ligero beso en la mejilla sin afeitar del caballero—
49.
Por la puerta abierta, vio que la navaja y sus cosas de afeitar estaban en el suelo
50.
El portero subió en mangas de camisa y sin afeitar
51.
–En el estante encontrarás jabón de afeitar, brocha, maquinilla, loción de afeitado, peines, un cepillo de dientes y todo lo que te haga falta -le informó Soledad-
52.
Es una prueba más de la intimidad que me encanta compartir contigo, ¿sabes? Como beber en tu vaso, secarme con tu toalla, ver mi maquinilla de afeitar junto a tus potingues en el mismo estante del cuarto de baño, emplear tus mismos cubiertos, decir que tienes pipí y cosas por el estilo
53.
Al lado, en el baño, ronronea la máquina de afeitar de Renato
54.
Pasó junto a la estatua del legendario augur Atto Navio, dejó a otro lado el puntal que encuadraba el espacio donde se suponía que Navio había enterrado la piedra y la navaja de afeitar con las que mostró su poder al incrédulo rey Tarquino, y pasó por fin junto al Picus Ruminalis, una moribunda higuera partida por un rayo bajo la que se suponía que la loba amamantó a los gemelos Rómulo y Remo
55.
¿Sería él un nuevo augur con el mismo poder que Atto Navio? ¿Le pediría Fabio Máximo, como hiciera el rey Tarquino antaño, que mostrara su poder cortando una piedra húmeda por la mitad usando tan sólo una navaja de afeitar? No
56.
Por eso en Roma se apreciaba tanto a un buen tensor que supiera afeitar sin dolor
57.
– Se puso de puntillas para depositar un ligero beso en la mejilla sin afeitar del caballero-
58.
Va sin afeitar, y sus ojos azules relampaguean en una cara que se le ha puesto del color de las remolachas
59.
Jericho colgó, fue al cuarto de baño y observó a aquel hombre rubio, con barba de dos días, que perseguía el crimen a través de todos los medios posibles, excepto con el peine y la máquina de afeitar, y que tenía la indecencia de decir claramente «no», aun cuando, en realidad, querría decir «sí»
60.
Finalmente, un miércoles se la encontró a su lado en el mercado de pollos y de conejos de Castelnuovo mientras escuchaba embelesado las alabanzas que hacía a grito pelado un vendedor de hojas de afeitar
61.
Lo vio junto a una máquina de afeitar, lo que le desconcertó hasta que se dijo que sería de ella, para afeitarse las piernas
62.
Hazen, el pequeño bulldog, estaba al lado de él con los hombros erguidos y el cuero cabelludo brillando bajo el pelo corto y ralo, con un corte de maquinilla de afeitar en la cara
63.
En la pared junto al palanganero colgaba un espejo de afeitar hecho de buen cristal liso de Glassforge
64.
Si olvido mi cepillo de dientes o mi equipo de afeitar, deja que yo me enfrente con el problema
65.
El capullo ni siquiera sabía lo que era una cuchilla de afeitar, pensó, y McBride le estaba revelando secretos que concernían a la seguridad nacional
66.
Son precisamente hojas de afeitar
67.
Lo siguieron en la caída la brocha y la navaja de afeitar del mayor, que éste manejaba diestramente para recortarse los cabellos antes de teñirlos, así como el cepillo de dientes y las tijeras que empleaba en el arreglo del bigote
68.
¿Sabe que tiene la maquinilla de afeitar en el armario con sus cosas? Si le apetece, puede intentar afeitarse con la mano izquierda
69.
Hielo y navajas de afeitar
70.
Había muchas mujeres con la bolsa de la compra en una mano y el paraguas en la otra, y algunos hombres sin afeitar que llevaban las dos manos en los bolsillos, como si controlaran los movimientos de su cuerpo desde unos mandos situados en su interior
71.
Saqué mi única camisa limpia, un par de calcetines, la máquina de afeitar, el cepillo de dientes y alguna que otra cosa
72.
No tenía mucho sentido deshacer las maletas, por lo que Henry se limitó a sacar su equipo de afeitar y un par de bambas
73.
Después de fumar un rato en silencio, se pusieron a valorar los pros y los contras de las maquinillas de afeitar y los machetes, hablaron de la nueva chaqueta del comandante de batería y de que, por dura que fuera la vida, uno siempre tiene ganas de vivir
74.
—Asiente la cabeza hacia la máquina de afeitar, las tijeras—
75.
Los rostros de aquellos hombres se alzaron para mirarlo; eran caras sin afeitar, y en sus ojos se reflejaba el fuego
76.
Después de golpearse la frente, como de costumbre, contra la mampara de plástico blindado, Lorencito le pagó rápidamente al taxista, un joven de cabeza rapada que mascaba chicle con la boca abierta y conducía como si manejara el volante no de un coche, sino de un videojuego, y sin detenerse a recoger el cambio, que era cuantioso, bajó del taxi y procuró perderse entre la pintoresca multitud de buhoneros y mirones que inundaba las calles adyacentes a la Ribera de Curtidores, arteria principal del populoso Rastro de Madrid, que tiene principio en la castiza plazuela de Cascorro y desciende con anchuras y turbiones de gran río tropical hasta su desembocadura en la Ronda de Toledo, arrastrando en sus rápidos todas las variedades posibles de artículos, compraventas y trueques, como una inundación que se lo llevara todo por delante, lo más opulento y lo más ínfimo, los aparadores de caoba, las bibliotecas ingentes, las grandiosas lámparas de araña y los retratos al óleo de las familias tronadas, los uniformes militares, las condecoraciones heroicas, los nobles aperos de labranza de los cortijos saqueados o subastados, los trajes de comunión de niños que murieron tísicos a principios de siglo, las planchas de hierro que usaron en su juventud nuestras madres, sus recordatorios de boda, los sillones de mimbre y metal pintado de blanco que había antes en las barberías, las brochas, incluso las hojas de afeitar herrumbrosas, las primeras maquinillas eléctricas, los discos de pizarra, las vírgenes de yeso, de celuloide o de plástico, los cassettes piratas de Plácido Domingo o de Matías Antequera, los palilleros de dientes, con y sin palillos, los prospectos de jarabes, las cajas de herramientas, las camisetas estampadas con la efigie del beato Escrivá de Balaguer, las rejas y los portones de casas solariegas, los somieres, las aguamaniles, los orinales de loza con un ojo pintado en el fondo, las máscaras antigás de la guerra del Golfo, los escapularios milagrosos de los requetés, los vídeos pornográficos, los ejemplares atrasados de El adalid seráfico y El querubín misionero, revistas en las que alguna vez ha colaborado Lorencito Quesada, las bocinas en forma de loto de los gramófonos, los primeros pick-ups, los radiocassettes recién robados, los almanaques de la Unión Española de Explosivos, los de Café-Bar El Rábano, comidas económicas, y los Transportes Marcelino, las máquinas con manubrio para embutir chorizos, las latas de especias marca Carmelita, los aislantes cerámicos, los conmutadores de pera, las cucharillas descabaladas de una cubertería con las iniciales JM, los cromos sueltos, en color, de Ben-Hur, de Molokai, de Mazinger-Z…
77.
Llegó un enfermero sin afeitar, hundido por el cansancio
78.
Olía un poco a loción de afeitar, pero la barba naciente le raspaba suavemente la piel
79.
Durante un par de semanas, Randy no podía llegar a casa por la noche sin encontrarse a Charlene tumbada frente al televisor con un enorme cuenco de palomitas y un dictáfono en la mano, mirando un vídeo que mostraba una hoja de afeitar recorriendo carne húmeda y jabonosa
80.
E incluso mientras el resto del Destacamento 2702 se desmorona en las literas, hamacas y bolsas de dormir alrededor de la capilla del Castillo Qwghlm, el entablillado y vendado Waterhouse recorre los pasillos de las mejores esquinas de ese edificio, buscando un par de hojas de afeitar usadas y un trozo de carbono
81.
Cualquier vibración hace que el puente de carbono tiemble sobre las hojas de afeitar, abriendo y cerrando la conexión, modulando la corriente eléctrica
82.
Pero él salió rumbo al trabajo en una nube de su loción para después de afeitar que me torturaba entrando por debajo de la puerta
83.
A las diez y cuarto, Jonathan entró en la habitación, sin afeitar, con resaca y vestido con un traje de mezclilla gris que estaba tan arrugado como su frente
84.
Cepillos, peines y navajas de afeitar
85.
” Y mi cepillo de dientes y mi pasta dentífrica, mi hoja de afeitar, mi desodorante, mi secador de pelo (por si acaso), mi maquillaje, todas mis ropas nuevas y algunas extras, montones de zapatos, un pijama, el reloj despertador de Amelia de viaje, ropa interior, un poco de joyería, un bolso extra, y dos libros empastados en papel
86.
Su barba y su tonsura eran largos, descuidados, sin afeitar
87.
Cuando por fin la voz de Akio se apagó, desde el exterior llegó el sonido de los pasos deYuki, que entró en la habitación llevando en las manos un cuenco, tijeras y una hoja de afeitar
88.
La comadrona entra por la puerta, todavía vestida de calle, y una enfermera la sigue con unas toallas y una maquinilla de afeitar para prepararme antes del parto
89.
Dino explicaba algo con los ojos bajos al tipo que iba levantando despectivamente cada uno de los objetos, enarbolándolos como pruebas de una culpa idiota, y Esteban iba traduciendo mentalmente las justificaciones que no podía entender: mi hermana, ropita para mi hermana, mis sobrinitas, crema de afeitar para el abuelo
90.
Menudo pie le llevaba a él por esa ruta de estremecimientos, de roces entre indios ceñudos y premiosos, cómpreme, cómpreme, una navajita, una pequeña hoja de afeitar ya roñosa, una camiseta desgastada, unos pantalones vaqueros, norteamericanos, norteamericanos de calidad, un poncho, un gorrito, unos lápices, una caja de agujas, barato, barato, de calidad, de calidad, pie ligero, menudo pie le lleva perforando con su cuerpo la multitud de ojos hambrientos, extranjero moderadamente rico paseando su desfachatez de viejo colonizador, pegando su nariz a las cantinas, entrometiéndose en los callejones donde sonaba la música dulce de la quena y el guitarrico, ciudad de los reyes, donde el viejo Pizarro se paseaba en andas o en camilla, opulento y dictatorial, ciudad del guano y de la plata, ruta del Potosí de una grandeza ya perdida de criollos amurallados y a la defensiva, mientras iban llegando, apelmazándose en las lindes, multitudes famélicas, hombres descalzos y tímidos que descendían cada día, como una gran riada, desde los nuevos pueblos de adobe y fango a un centro de mendigueo y cambalache, de mercadeo rápido y operaciones cutres ligeramente ventajosas
91.
Todos se volvieron para contemplar a Jed Kaplan, sin afeitar, en pie junto a la puerta
92.
Habían ordenado en la repisa del baño sus enseres de afeitar
93.
Un puñal pequeño para sustituir al que se me había roto y una navaja de afeitar con el mango de cuerno
94.
El que me tocó en suerte olía a jabó de afeitar de La Toja