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    Verwenden Sie „candelero“ in einem Satz

    candelero Beispielsätze

    candelero


    1. En la mesa había un candelero con una bujía


    2. ¿Cómo consiguieron ellos el candelero?


    3. desgraciadaIsabel de Valois, y de repente sonó un portazo; cayóseel candelero de las


    4. de repente me dejan caer el candelero de la


    5. mesa un candelero de plata y encendíuna vela: la esperma


    6. candelero, la pobre muchacha


    7. puerta delsalón, con su candelero en la mano, entrevió en la


    8. El joven traía su candelero en la mano, y lo puso sin afectación


    9. doble luz delfarol y de la vela, la cual ardía en candelero de


    10. dealguien que estaba en el candelero, pellizcándose el bozo

    11. debajo de la cama? )No [viene] para ser puesta en el candelero?


    12. [la] pone en un candelero, para que los queentran, vean la luz


    13. debajo de la cama? ¿No [es] para ser puesta en el candelero?


    14. en un candelero, para que los que entran, veanla luz


    15. 33 Nadie pone en oculto la antorcha encendida, ni debajo del almud; sino enel candelero, para que los que


    16. debajo de la cama? ¿No [viene] para ser puesto en el candelero?


    17. pone en un candelero, para que los que entran,vean la lumbre


    18. Por el resquicio vio que el recién llegadoencendía un fósforo y después la bujía de un candelero;


    19. ¿Había caído realmente el comunismo? ¿O era sólo un sueño, humo y espejos, un período intersticial como los intervalos entre las grandes glaciaciones? ¿Se habían meramente retirado del candelero las fuerzas oscuras para reagruparse y regresar más fuertes que antes?


    20. Cerrando bruscamente la ventana, echó el chal sobre una silla y encendió un candelero puesto en el ábaco de la chimenea, impelida por un súbito deseo de iluminar la soledad de su aposento

    21. En Madrid tenía la Marquesa conocimiento con personajes de los que la Revolución había puesto en candelero


    22. Acudieron las mujeres a sujetar a la fiera, que en el espasmo de su ira arrojaba sobre el caballero cuantos proyectiles a mano encontraba: una bota, un candelero, un corsé


    23. Llamé entonces al candelero para que encendiera las velas sin separarme de la ventana


    24. De las calles ascendía con olor a tierra buena el regocijo del vecindario, que echaba la pila por la ventana para que no levantaran mucho polvo al paso de las tropas que pasaban con el pabellón hacia Palacio -el pabellón oloroso a pañuelo nuevo-, ni los carruajes de los señorones que se echaban a la calle de punta en blanco, doctores con el armario en la leva traslapada, generales de uniforme relumbrante, hediendo a candelero -aquéllos tocados con sombreros de luces, éstos con tricornio de plumas-, ni el trotecito de los empleados subalternos, cuya importancia se medía en el lenguaje de buen gobierno por el precio del entierro que algún día les pagaría el Estado


    25. Voló a través de mí, a la altura del hombro, y aterrizó sobre un escabel de madera, de esquina afilada, haciendo trizas un candelero


    26. Una vez que estuvo abierto, con la tapa hacia el otro lado, rebusqué en su interior, y extraje el candelero y la vela que estarían en el centro de la mesa durante la sesión


    27. Habían dejado la antorcha en un candelero, junto a la puerta; así que sus rayos iluminaban tanto el corredor como la celda del preso


    28. Encontró una sola y la puso en el candelero


    29. El diputado de la oposición sostiene que a Stefanakos le gustaba generar polémica, porque así lograba mantenerse en el candelero


    30. Hizo girar despacio el candelero en torno a su dedo mientras aplicaba una presión suave pero firme con la yema

    31. Se refería a un candelero grande y viejo


    32. De ello se encargaban soldados que iban a por más vasos, servían el vino, encendían cigarros de una vela en candelero de plata pensado nada más que para ese fin


    33. El derecho mercantil atraía a los talentos privilegiados; las fusiones y las adquisiciones seguían estando en el candelero y los seguros eran uno de los campos tradicionalmente más atractivos


    34. –¿Cómo te sentiste cuando sucedió? ¿Cómo te sentías cuando hiciste la promesa de comprar el candelero y el perro empezó a ponerse bien? ¿Tuviste alguna visión santa?


    35. Vlad levantó el candelero para que el resplandor de la llama iluminara la pared


    36. El contramaestre y sus hombres estaban colgados de la destrozada batayola por fuera del agujereado costado y trataban de atar la Chesapeake a un candelero de la Shannon mientras los tripulantes de la fragata norteamericana les disparaban e intentaban darles golpes con picas, lampazos y espeques desde la galería y las portas de la sala de oficiales, y uno de ellos, que se encontraba por fuera de la borda, trataba de cortarle el brazo al contramaestre con un alfanje


    37. Ahora estaba escribiendo, escribiendo a su esposa, con los pies metidos bajo un candelero y el respaldo de la silla apoyado contra otro, pues la fragata se balanceaba fuertemente mientras avanzaba por entre grandes olas que venían por proa


    38. Esa deslealtad le provocaba tal desasosiego y era un sentimiento tan raro que había tardado en advertirlo, y cuando lo hizo —mientras paseaba por el alcázar después de una comida solitaria— fue tal su preocupación que se volvió hacia el guardiamarina de guardia, que permanecía inmóvil, aferrado a un candelero, y le dijo:


    39. Y se metió usted en la cama, y yo fui y cogí un pedazo de corteza y escribí en ella: «No estamos muertos; no estamos más que haciendo de piratas», y lo puse en la mesa junto al candelero; y parecía usted tan buena allí, dormida, que me incliné y le di un beso


    40. Oriana, decididamente, no hacía lo que otras, y sabía el arte de atraer a su salón a los hombres que estaban en candelero, en la proporción de 1 por 100, naturalmente, sin lo cual la hubiera despreciado, el señor de Bréauté empezó, pues, a relamerse de gusto y a husmear con las golosas ventanillas de su nariz, despertado su apetito no sólo por la buena comida de que estaba seguro que iba a gozar, sino por el carácter de la reunión, que mi presencia no podía menos de hacer interesante, y que le proporcionaría a él un sabroso tema de conversación para el día siguiente en el almuerzo del duque de Chartres

    41. creo que de Orgeville, te lo diré exactamente, que es hija de gente de lo mejor: la madre es más o menos La Croix-l’ Evéque, gente en el candelero, hasta algo parientes, salvo error, de mi tía Oriana


    42. Golpe dado con un candelero de velas


    43. Usted ya está en el candelero por su declaración pública y personal en el Club de la Prensa


    44. —Los nuevos fármacos inmunosupresores han vuelto a poner en el candelero los heterotrasplantes —explicó Jack—


    45. A la luz de la luna, con un breve y confiado ademán de sus manos gordezuelas, que empezaban a mostrar manchas amarillas en sus dorsos, ordenaba al historiado armario de arce (había pertenecido a la abuela de Oz) que se moviese cinco centímetros hacia la izquierda; o mandaba a una lámpara con la base parecida a un jarrón chino -su cordón oscilaba y se retorcía en el aire como el absurdo plumaje de la cola de un pájaro lira- que cambiase de sitio con un candelero de bronce situado al otro lado del cuarto de estar


    46. Las grandes intrigas que vinieron luego y, sobre todo, aquellas negociaciones entre Eichmann, Becher y los judíos, todas las historias de rescate de judíos a cambio de dinero, de camiones, sí, estaba más o menos al tanto, e incluso hablaba de ellas, e incluso conocí a algunos de los judíos implicados, y también a Becher, un hombre inquietante que había ido a Hungría a comprar caballos para las Waffen-SS y se hizo a toda velocidad, por cuenta del Reichsführer, con la mayor fábrica de armamento del país, las Manfred-Weiss Werke, sin avisar a nadie, ni a Veesenmayer, ni a Winkelmann, ni a mí, y a quien el Reichsführer encargó más adelante tareas que o bien duplicaban o bien contradecían las mías y también las de Eichmann, algo que, según acabé por entender, era un sistema típico del Reichsführer, pero que, in situ, sólo valía para sembrar cizaña y confusión; nadie coordinaba nada, Winkelmann no tenía influencia alguna ni sobre Eichmann ni sobre Becher, quienes no le informaban de nada; y debo admitir que yo no me portaba mucho mejor que ellos, que negociaba con los húngaros sin que lo supiera Winkelmann, con el Ministerio de Defensa sobre todo, en donde había establecido contacto con el General Greiffenberg, el agregado militar de Veesenmayer, para ver si el Honvéd no podría también darnos sus batallones judíos de trabajo, incluso con garantías particulares de un régimen especial, a lo que, por supuesto, el Honvéd se negó categóricamente, con lo cual sólo nos quedaban, como obreros potenciales, los civiles reclutados a principios de mes, los que se pudieran quitar de las fábricas, y sus familias, es decir, un potencial humano de escaso valor, y ésa fue una de las causas por las que tuve que acabar por considerar aquella misión un fracaso total, aunque no fue la única causa, ya hablaré de ello, incluso a lo mejor hablo un poco de las negociaciones con los judíos, porque eso también, en última instancia, repercutió más o menos en mis atribuciones o, para ser más exacto, utilicé, no, intenté utilizar esas negociaciones para que fueran adelante mis propios objetivos, con muy poco éxito, lo admito de buen grado, por todo un conjunto de razones, y no sólo la que he mencionado ya, también estaba la actitud de Eichmann, que se volvía cada día más difícil de tratar, y Becher también, y la "WVHA, y la gendarmería húngara, todo el mundo ponía de su parte, ¿sabéis?; en cualquier caso, lo que quería decir más exactamente es que si alguien desea analizar las razones por las que la operación de Hungría dio unos resultados tan magros para la Arbeitseinsatz que, bien pensado, era mi preocupación primordial, hay que tener en cuenta a toda esa gente, y a todas esas instituciones, que desempeñaban cada cual su papel, pero también se censuraban mutuamente y a mí también me censuraban, de eso no se privaba nadie, podéis creerme; en resumen, aquello era un follón, un auténtico lío, con lo que, en último término, la mayoría de los judíos deportados se murieron, enseguida quiero decir, los gasearon antes de haber podido siquiera ponerlos a trabajar, pues muy pocos de los que llegaban a Auschwitz eran aptos, unas bajas considerables, un setenta por ciento quizá, nadie está demasiado seguro de nada, por culpa de las cuales se creyó después de la guerra, y resulta comprensible, que ése era el mismísimo propósito de la operación, matar a todos esos judíos, a esas mujeres, a esos ancianos, a esos niños mofletudos y rebosantes de salud, y por eso no había forma de entender por qué los alemanes, siendo así que estaban perdiendo la guerra (pero el espectro de la derrota no estaba quizá tan claro por entonces, desde el punto de vista alemán por lo menos), seguían emperrados en las matanzas de judíos, movilizando recursos considerables de hombres y de trenes sobre todo, para exterminar a mujeres y niños, y, como no había forma de entenderlo, se atribuyó a la locura antisemita de los alemanes, a un delirio de asesinato que se hallaba muy lejos del pensamiento de la mayoría de los participantes, pues, de hecho, para mí como para tantos otros funcionarios y especialistas, se trataba de bazas esencialmente cruciales, encontrar mano de obra para nuestras fábricas, unos cientos de miles de trabajadores que nos permitieran quizá darle la vuelta al curso de las cosas, no queríamos judíos muertos, sino bien vivos, válidos, varones de preferencia, ahora bien los húngaros querían quedarse con los varones o, al menos, con buena parte de ellos, así que de entrada ya empezábamos mal, y además estaban las condiciones de transporte, deplorables, y Dios sabe cuánto me peleé con Eichmann al respecto y él siempre me contestaba lo mismo: «No es responsabilidad mía; es la gendarmería húngara la que llena y dota los trenes, no nosotros», y además estaba también la testarudez de Höss en Auschwitz, porque entre tanto, quizá como consecuencia del informe de Eichmann, Höss había vuelto, como Standortálteste, en lugar de Liebehenschel, a quien habían arrumbado en Lublin, así que estaba la incapacidad obstinada de Höss para cambiar de sistemas, pero de eso hablaré quizá más adelante y con más detalle; recapitulando, pocos de nosotros deseaban deliberadamente lo que sucedió y, sin embargo, me diréis, sucedió, es cierto, y también es cierto que a todos esos judíos los mandaban a Auschwitz, no sólo a los que podían trabajar, sino a todos, es decir, con conocimiento, sin lugar a dudas, de que a los viejos y a los niños los gasearían, así que volvemos a la pregunta inicial: ¿por qué esa obstinación en dejar a Hungría vacía de judíos, en vista de las condiciones de la guerra y todo lo demás? Y, claro, sólo puedo adelantar hipótesis, porque aquello no era mi objetivo personal, o, más bien, en ese aspecto no puedo concretar mucho, sé por qué querían deportar (por entonces decíamos evacuar) a todos los judíos de Hungría y matar en el acto a todos los que no fueran aptos para el trabajo, y era porque nuestras autoridades, el Führer, el Reichsführer, habían decidido matar a todos los judíos de Europa, eso está claro y lo sabíamos, igual que sabíamos que los que fueran a trabajar morirían también antes o después, y el porqué de todo esto es una cuestión de la que ya he hablado mucho y para la que sigo sin respuesta, la gente, por entonces, creía todo tipo de cosas acerca de los judíos, la teoría de los bacilos, como el Reichsführer y Heydrich, esa teoría a la que aludió Eichmann en la conferencia de Krummhübeí, aunque para ellos me parece que debía de ser un punto de vista intelectual; la tesis de las sublevaciones judías, espionaje y quinta columna a favor de los enemigos que se iban acercando, y era una tesis que obsesionaba a buena parte de la RSHA y tenía preocupado incluso a mi amigo Thomas; temor, también, a la omnipotencia judía, en la que algunos creían aún firmemente, lo que, por lo demás, causaba equívocos cómicos, como aquel de primeros de abril, en Budapest, cuando hubo que sacar de sus casas a muchos judíos para que quedaran disponibles sus viviendas y la SP pedía que se crease un gueto y los húngaros se negaban porque temían que los Aliados bombardeasen las zonas de alrededor del gueto y el gueto no lo tocaran (los americanos habían bombardeado ya Budapest mientras yo estaba en Krummhübel); y entonces los húngaros diseminaron a los judíos y los pusieron cerca de los blancos estratégicos militares e industriales, lo que inquietó sobremanera a nuestros responsables, pues, si los americanos bombardeaban, pese a todo, esos blancos, ésa sería la demostración de que el judaismo mundial no era tan poderoso como se creía, y debo añadir, para atenerme a la justicia, que, efectivamente, los americanos bombardearon esos blancos y, de paso, mataron a muchos civiles judíos, pero yo hacía mucho que había dejado de creer en la omnipotencia del judaismo mundial, porque, en caso contrario, ¿por qué se habían negado todos los países a quedarse con los judíos en 1937, y en 1938, y en 1939, cuando todo cuanto queríamos nosotros era que se fueran de Alemania, lo cual, en el fondo, era la única solución razonable? Lo que quiero decir, volviendo a la pregunta que hacía antes, porque me he desviado un poco, es que incluso aunque la meta final fuera indudable, la mayoría de los que intervinieron en esto no trabajaban para cumplir esa meta, no era eso lo que les interesaba y, por lo tanto, no era lo que los movía a trabajar de forma tan enérgica y encarnizada, sino que era toda una gama de motivaciones, e incluso Eichmann, estoy convencido, se comportaba con mucha dureza, pero estoy seguro de que en el fondo le daba igual que matasen a los judíos o que los dejasen de matar, a él todo lo que le importaba era demostrar de qué era capaz, estar en el candelero y también dar salida a las capacidades que había desarrollado; lo demás le importaba un carajo, y tanto la industria como las cámaras de gas, por cierto; lo único que no le importaba un carajo era que nadie se descojonara a su costa, y por eso se ponía tan gruñón en lo de las negociaciones con los judíos, pero ya volveré sobre esto, porque no deja de ser interesante; y lo mismo les pasaba a los demás, todos tenían sus razones, el aparato húngaro, que nos ayudaba, quería que los judíos salieran de Hungría, pero le importaba un carajo lo que pudiera pasarles, y Speer, y Kammler y el Jagerstab querían trabajadores y presionaban encarnizadamente a las SS para que se los consiguieran, pero les importaba un carajo lo que pudiera pasarles a los que no podían trabajar, y además había montones de motivaciones prácticas, yo por ejemplo, sólo tenía que ocuparme de la Arbeitseinsatz, pero no era, ni mucho menos, la única baza económica, como supe cuando conocí a un experto de nuestro Ministerio de Alimentación y Agricultura, un joven muy inteligente a quien le apasionaba su trabajo, que me explicó una noche, en un viejo café de Budapest, el aspecto de la cuestión relacionado con los alimentos; y lo que pasaba era que, tras perder Ucrania, Alemania tenía que enfrentarse a una grave carencia de abastecimientos, sobre todo de trigo, y por lo tanto, había mirado hacia Hungría, que era una gran productora, y, según él, por cierto, ésa era la razón principal de nuestra pseudoinvasión, asegurarnos esa fuente de abastecimiento de trigo y, por lo tanto, en 1944 les estábamos pidiendo a los húngaros 450


    47. En el suelo, el candelero y


    48. Volvieron a la lancha, en la que no encontraron a Bonsuan pero vieron un racimo de peces en el agua, colgado de un candelero del costado


    Weitere Beispiele zeigen

    candelero in English

    candlestick

    Synonyme für "candelero"

    palmatoria candil velador antorchero lámpara araña blandón