1.
Sus esposas estaban estiradas en el sofá y de vez en cuando se acercaron a los dos hombres para conseguir algo de caricia o un beso, pensando que tal vez, lo que hicieron la noche
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el cansancio y la espera, la espera y el perdón, el deseo y la caricia
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“No puede recostarse en una caricia” – culminó otra desde un rincón oscuro de la
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Lo opuesto al agarre es la caricia, pues es imposible acariciar
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La caricia es una
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La caricia es el conjunto de cere-
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La caricia, a diferencia del agarre, es una
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termine estrellándose, conviniendo la caricia en violencia
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la madre con el niño entre sus brazos, es ante todo una caricia que
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La línea que separa la caricia del agarre es bastante tenue
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Entre la caricia y el agarre se insinúa un campo de con-
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tación de una caricia
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La ternura es, a la vez que disposición a la caricia,
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quetemblaba en la caricia de su actitud insinuante, dulce
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opio a la caricia fantástica que se le deslizaen los sentidos con el
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En la tierna caricia con que rozó el
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su sermón para hacernos una caricia
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la caricia con estremecimientos de pasión yabandonos de locura, era propio de las
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Tras el puñado de tabaco y la caricia subsiguiente, que era un
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Prefería la realidad: aquel silencio de lacatedral que le envolvía en una dulce caricia; la calma
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tiempo que en una mejilla recibía latibia caricia de las lágrimas
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dientes un besodelicioso y tibio como un dátil; y, cada vez, la sorprendente caricia
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caricia en los años
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aquella caricia con una mordedura salvaje
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los olores cordialesdel campo que a él se mezclaban, la caricia ardiente de
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—En mí, cada caricia un poco tierna ha ido siempre precedida de unapetición de
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caricia que saliesede los límites del rostro, y esta repulsión
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las barbasvenerables, insistiendo en esta caricia con un runruneo
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inmóviles, flácidos, torpes, bajo la caricia pálidade los rayos
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PeroFernando sólo encontró en esta caricia
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caricia de él le recordaba su condición de mujer,decía siempre lo
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caradita: caricia, palmadita en la cara
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fresca caricia de lahumedad
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levemente a la primera caricia del sol;el paso animado y gimnástico de los cazadores resonaba
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centro, recibía su postrera caricia; loslejanos palacios del paseo de Recoletos
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Sus ojos recibían igualmente una caricia del pasado al abarcar
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pies la caricia de la ola muerta mientras se agitaba sobresu presa
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Y se dejó arrastrar por la caricia de fiera, con el pensamiento
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Y rodó bajo esta caricia de fiera,con el pensamiento
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muda caricia con los ojos, sin dejar de atendera la conversación
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Blanqueaba el azul del cielo con la caricia de la luna, que
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El lívido oficial ignoró el atinado agravio como habría ignorado la caricia de la brisa en sus pómulos
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Partieron poco antes del mediodía y casi de inmediato pudieron constatar que el bosque empezaba a clarear, abriendo espacio a prados salvajes donde la hierba alta ondeaba bajo la caricia del viento
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Mirar la garra en la caricia
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Me di cuenta de que Alcide permanecía sentado, clavándome la mirada, obligando a Talbot a hacer lo propio con mi silla en un improvisado y torpe gesto de cortesía (recibió una caricia de Russell en el hombro por hacerlo)
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sintiendo la humedad de la caricia
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El elfo convertido en lobo apoyó el hocico en su hombro en un gesto que parecía una caricia
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Un manojo de grandes rosas frescas y aterciopeladas, así fue como recordó después la caricia
49.
Poirot, notando en el cuello la fría caricia de las ráfagas de aire, pensó: «Prefiero mil veces la calefacción central»
50.
—Sí, señora —dijo éste con una caricia en la voz—; está muerto
51.
El repertorio es vasto, desde ciertas composiciones españolas, con su inconfundible toque árabe y gitano, sus crescendos y grandes finales que imitan la progresión del encuentro sensual entre dos amantes y el estallido final del orgasmo, hasta la música oriental, con sus profusión de quejidos y murmullos; el jazz, que es caricia y lamento; los ritmos caribeños, las canciones románticas y, para los entendidos, incluso algunas arias de ópera
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Nunca los había visto hacerse una caricia y se rumoreaba que Pedro Morales tenía un hijo con otra mujer
53.
Alba echó los brazos al cuello de su tío y lo besó, pero él mantuvo las manos en los bolsillos y no devolvió la caricia
54.
Aunque el mundo se había retorcido sobre sí mismo hasta el punto de hacerle olvidar lo inolvidable, desterrando el pasado reciente a un territorio incierto, fronterizo, donde los colores eran cada día más pálidos, tan tenues como esa luz ficticia que alumbra las historias que nunca sucedieron más allá de la imprecisa imaginación de un niño fantasioso, sus ojos recuperaban contra su voluntad a Teresa González en los ojos, las manos, los gestos, los cuerpos, la voz de otras mujeres, madres jóvenes con hijos adolescentes que andaban por la calle sin saber que sus siluetas, la diferencia de su estatura, la distancia que separaba sus cuerpos en movimiento o ni siquiera eso, una caricia apresurada, determinada forma de mirarse, de sonreír, le sumergían en una orfandad insoportable, instantánea
55.
Cuando salió a la calle, recibió la cuchillada del viento helado de la sierra como una caricia, y volvió a respirar
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Cuando despertó, le sorprendió recibir la caricia del sol en la cara
57.
Un hombre, corpulento y de catadura siniestra —luenga barba, nariz aguileña, la cabeza cubierta con una especie de turbante y al cinto una daga curva—, manoseaba los senos de una mujer menuda de piel muy blanca, ojos garzos, cabello rubio recogido en un moño, vestida con una saya, que parecía resignada a la torpe caricia
58.
Tras estas palabras y tras prodigar una ligera caricia en el rostro de Naima, se dispuso a partir hacia el palacio condal con las cartas y presentes que Roberto Guiscardo le había entregado para el conde
59.
la caricia (con exenciones
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Al Martín niño le habían castrado su feminidad cuando era niño; por eso nunca, salvo cuando se acercaba sexualmente, le prodigaba ninguna caricia
61.
De nuevo, sus ojos me repasaron como una caricia y noté en él una excitación apenas contenida, una fiebre que podía percibir como el calor del fuego cercano
62.
Yo iba a enamorarme de Kendra de una manera desastrosa; lo supe en aquel mismo momento, cuando, sentado en el butacón, sentí la suave y dulce caricia de su aliento y el cálido y sedoso esplendor de su sexo
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los emigrantes en las arenas del fondo, junto con los rodaballos, y mi tío a mí, con una caricia en la nuca,
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Me acordé de su madre con la máquina de pedal arrimada a la ventana, me acordé del murmullo de los tilos, me acordé de la sopa que la vieja comía mientras seguía remendando, de los hilos que se le enmarañaban en el pelo, y el hijo, acercándose a mí, Hola niña, y yo ¿Por qué motivo no me dibujaste el mar?, mi hermano Fernando dormía en la habitación, desde que cortaron las trepadoras sobraba luz en el jardín, un silencio diferente moraba en los arbustos, la ausencia de la palmera ensanchaba el horizonte, viviendas de tejados de pizarra, casas de la Rua Emilia das Neves y de la Estrada de Benfica hasta los castillitos de Portas y el barrio de negros en Damaia, lo que quedaba del Colegio Lusitano transformado en taller de tonelero y refugio de mendigos, con perchas sepultadas en la hierba, el cañaveral del riachuelo, atascado de basura, junto a las vías del tren donde ningún tren pasaba y donde el cadáver del mozo de cordel se pudrió semanas y semanas, Hola niña, y yo No me has dibujado el mar porque el mar no existe, qué mentira el mar, has escondido las olas con los dedos y has hecho galerías y girasoles y mariposas, un mirlo se posó en lo alto de la jaula en la que la zorra se extendiera con el hocico pegado al cazo, La pequeña se ve enseguida que no es mi hija, no insistas, gritó mi padre en el despacho, yo debería acabar con ella y contigo, y sollozos, y bofetadas, y más gritos, y mi hermano Jorge Padre tiene esas cosas, ya le conoces las manías, y él Claro que el mar no es mentira, niña, soy yo que no sabía explicarlo, si tuviese un lapicero te lo mostraría, nuestra madre me trajo la comida con un chichón en la frente y la mejilla herida, dejó la bandeja encima de la cama, bajó las escaleras sin hacerme una caricia, sin besarme, y yo ¿Nuestra madre no es mi madre, Jorge?, el cadáver del mozo de cordel se había dilatado hasta el punto de reventar la camisa, fueron los alumnos de la escuela quienes dieron con él descomponiéndose, y mi padre La pequeña no sale de aquí, exijo que no salga de aquí, exijo que nadie la vea, que nadie piense, que nadie hable, el mirlo alzó el vuelo desde la jaula y yo Si nuestra madre no es mi madre no tengo madre ni padre, puse un aria de ópera en el gramófono y él agarró un lápiz y empezó a garabatear una playa en la pared, dunas, peñascos, toldos de bañistas, paquebotes, y yo, en cuanto comenzó a cantar el tenor después de los violines, El mar es verde, tienes que pintarlo de verde, y mi hermano Jorge Aunque no fueses de ellos serías mi hermana, hermanita,
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Siento a diario la caricia de la avaricia y la ambición
66.
¿Está sucediendo esto de verdad?, Se preguntaba una y otra vez, ¿será un sueño? Pero la sensación del mármol frío en los pies descalzos y la caricia de una suave brisa en las mejillas era del todo real, en sueños nunca había sentido las cosas con tanto detalle
67.
No retiró la mano tras la singular caricia sino que la mantuvo allí, tibia y húmeda, mientras él sentía las gotas de sangre deslizarse por la cuádruple huella dejada en su piel
68.
Los cuerpos olvidaron las heridas de cuchillo, los balazos, los rasguños, las patadas, las torturas, los golpes y dejaron sus poros abiertos para recibir la caricia, el beso
69.
Mientras los otros niños del pueblo lloraban y corrían a esconderse detrás de las faldas de su madre, aterrorizados por la figura rubia y rojiza del gigante, Santiago le sonreía y le tiraba de la sotana balbuciendo palabras incomprensibles para que el cura, reconciliado por unos instantes con el rencor que sentía hacia el escándalo de su cuerpo, se agachara y le hiciera una caricia con aquella mano que cubría por completo el rostro del pequeño
70.
Pero Pablo seguía recibiendo el perfume, que era una caricia; se ponía en 1a noche a recibirlo, digo yo que como un can se tiende confiando en que la mano del amo va a venirle sabrosa a repasarle el lomo
71.
Esperó un momento, después retrocedió y sintió la caricia del túnel profundo, y embistió de nuevo
72.
La besó en el cuello, le mordisqueó el lóbulo de la oreja y recorrió su garganta con la lengua en una tierna caricia
73.
el amor de su amigo y su caricia llena de inseguridad
74.
¿Qué coño sabía Willi? Me despreciaba hasta cuando lo había perdido todo excepto el poder para mantener en orden a Reynolds y Luhar, sus dos adictos a la caricia
75.
La alpaca se sentó en la hierba mientras los párpados se le cerraban más y más con cada caricia
76.
Dado que se sentía, comprensiblemente, inclinado a creer en sus profesores, se hizo a la idea de que su vida giraría con una exactitud preestablecida, y después, durante años, se empeñó en notar bajo la superficie de sus días la suave caricia de un fieltro verde: y en reconocer bajo la aparición de ciertos dolores imprevisibles el geométrico trauma de bandas exactas, científicamente infalibles
77.
Entonces fue hacia la mesa del hombre y no pudo evitar hacerle al hombre una caricia, en la mejilla
78.
Ni una sola nube; sólo el aire tibio y seco que se las ha llevado y circula todavía lamiendo la tierra, rozando la piel con su sensual caricia
79.
Tejas de rojo y ventanas de verde, el patio empedrado donde los cascos del caballo hacían saltar la chispa y, a dos pasos, el frescor de las naves bodegueras, el silencio que quiebra muy levemente el vino al desperezarse dentro de la bota, aquel olor pastoso, el chorro como de cobre encendido, de la venencia de plata a la copa, y el abrazo a la chiquilla entre las andanas, bajo la luz malva, la caricia con las manos mojadas en un palo cortado, dulzón y áspero a la vez…
80.
El tacto, la suave caricia y la insinuación son peores que un golpe porque da la impresión de que el puño vendrá igualmente cuando la caricia falle
81.
Al ponerse el sol, una caricia tibia descendía de las colinas y las gentes del pueblo aprovechaban la pausa para congregarse a las puertas de las casas y charlar quedamente en pequeños grupos
82.
Por un momento Tubal y Sebastián sintieron que ese humo alzaba una frialdad extraña: la caricia de las piedras antiguas, de los orificios sepulcrales por donde manaba el aliento milenario de la ciudad
83.
–Satenes y muselinas… -musitó recordando el cuerpo de Belda, la caricia que iba siguiendo sus planicies rosadas, que alcanzaba los pliegues más secretos
84.
Notaba la placidez que producía esa tibieza vegetal de una invasión que corría por las venas o por los poros, que era una caricia que iba saturando la percepción de la inmovilidad, del abandono, con el placer de lo que se diluye sin conmocionamos
85.
La seda oscura brillaba en el contraste de los relieves pálidos de la piel y especialmente bajo el peso de los muslos que se abrían y se cerraban mientras las yemas de los dedos de Sebastián repartían la caricia buscando el instante desprevenido de internarse en ellos
86.
Sebastián presintió la risa de Valdivia en la barra y distinguió el brazo de la mujer que aceptaba algo parecido a la caricia de un saludo mientras su mano depositaba el vaso y el camarero se disponía a cumplimentar la invitación del recién llegado
87.
Sus dedos abandonaban la pulsera de Lía y la mano de ella sostenía la caricia mientras se deslizaban
88.
El polen manaba directamente del sexo de Lía y en la desconcertante contraseña de aquel instante en el Oasis, entre los durmientes y los beduinos, había un aviso secreto e intencionado que ella confesaba ahora, buscando de nuevo el lugar de la efímera caricia entre las piernas de Sebastián
89.
Sus mano se aferraban a las sábanas y los muslos vibraban sin poder contenerse mientras la boca de Lía colmaba la caricia presionando los labios, dejando que sorbieran la longitud del glande, manteniéndose alerta mientras el sexo de Sebastián rebosaba en su interior y la pesadez de los párpados atraía la emoción de un sueño en el que el sexo de Lía había dejado de ser el sumidero de la noche de Borela para convertirse en el lecho de una fuente que manaba la dulzura de un fuego líquido
90.
El recuerdo de Lía iba persistiendo como una huella en el vacío que, en algún momento, precipitaba 1 intensidad de la caricia más secreta, el aroma interrumpido de su desaparición
91.
Un alma en pena, decía su madre desesperada o el espíritu de la golosina, como constataba la tía Asunción cuando le hacía llorosa una caricia en la barbilla…
92.
Al menos para mí, porque me pareció oir la risa sardónica de Merlín entre la vegetación estival, así es que dejé morir el sueño y permanecí tumbado bajo la caricia de la luz oblicua
93.
Si bien estaba resignado a completar su vida en una forma rígidamente sésil, pasaba largas horas a la vera del río seco, entre plantas extinguidas hacía largo tiempo que se aferraban a sus asentamientos en el lodo; sintiendo, gracias a un esfuerzo de la voluntad, la suave caricia de la corriente, acercándose lentamente hacia la aceptación de la senilidad… si bien no completamente aún
94.
Le agradecí el silencio mientras cenábamos y contribuí a *su distanciamiento de un modo muy natural: no quise alterarlo ni con la pregunta ni con la caricia
95.
Oscilando de un lado a otro, disfrutaba de la compañía de su amigo, un amigo al que apreciaba mucho, y asimilaba las deliciosas sensaciones que le producía la áspera caricia del palo
96.
Frotó su hocico contra mi mejilla con caricia final, y un momento después corría por las Cavernas de la Carroña, hacia el mundo exterior
97.
Había salido el sol por encima de las montañas que cerraban el valle por el este, y Rhonda experimentaba una grata sensación al recibir la caricia del astro rey, que disipaba la niebla de la noche
98.
La pared por la que escalaban parecía suave y lisa, cubierta por una película de hielo derretido que brillaba húmeda allí donde recibía la caricia del sol
99.
Una caricia que ella no rechazó
100.
-¡Tu caricia en el cuello!