1.
que lo avasallan, mientras cuerdo -en el sentido de locura permiti-
2.
—Los actos de los locos —dijo Farach— exceden las previsiones del hombre cuerdo
3.
¡Ay, hija, qué malo es estar loco! Cuántomejor es estar cuerdo, aunque uno, al recobrar el juicio, se encuentreapagado el hornillo de los afectos, toda la vida del corazón muerta, ylimitado a hacer una vida de lógica, fría y algo triste»
4.
Creoque no es cuerdo andarse
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cuerdo es resignarse a ésta con la conciencia de haberla merecido
6.
»El cuerdo es tierno de corazón; después de recogida la
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71 Con los cuerdos estar cuerdo, con los locos estar loco (729)CORR
8.
, 96: El cuerdo no ata el
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72 El cuerdo en el mal ageno se castiga (89)
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Amaro Rodríguez tiene en su vida de cuerdo una nota dramática, puessegún las
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recogimiento, sedio a entender que estaba cuerdo y en su entero juicio, y con estaimaginación
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Sevilla, en sacarosdesta casa y en teneros por cuerdo, tengo de hacer un tal castigo en ella,que
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notar los hechos y palabras de don Quijote, pareciéndoleque era un cuerdo loco y un loco que
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degollada", y vuestra merced sabe bienque más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la
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de loco a cuerdo, porque alas ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan
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estando cuerdo, darle el de un reino,se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de
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¿será cuerdo con relacion á logrande?
18.
Aquel hombre, discreto y cuerdo en todos los actos de su vida
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yafundado en el refrán que reza: el loco por la pena es cuerdo
20.
Antonio, más sabe el loco en su casaque el cuerdo en la ajena
21.
Paréceme que nohabéis andado muy cuerdo en la elección de vuestro voto
22.
Era cuerdo el hombre, y ajustó lasnecesidades de su casa a la
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—Pues yo me inclino por alguien bien cuerdo —replicó la anciana
24.
Completamente cuerdo, natural
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Le lancé una radiante sonrisa, transformando mi ansiedad en ese gesto luminoso de quien no está completamente cuerdo
26.
Quizá los kif lo supieran y quizá se tomaran la molestia de mantenerle cuerdo
27.
Lo irregular en ellas era ¡el hecho de que estaban escritas por un hombre cuerdo!
28.
Era un individuo cuerdo, totalmente cuerdo, si bien carente de toda conciencia
29.
—Lo encuentro muy cuerdo
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Intentó pensar en alguna idea o esperanza que lo mantuviera cuerdo
31.
Y sin embargo, me dio la opción de permanecer cuerdo
32.
No hablo con los que no lo fueren, que de la misma manera que a la mujer falsa, inconstante, liviana y sin reputación que no se le ha de dar nombre de mujer, sino de bestia fiera, así al hombre cuerdo, bien intencionado […]
33.
El duende hacía al muchacho regalos extravagantes, la mayoría de los cuales de poco le hubieran servido estando cuerdo y no le servían absolutamente de nada estando chiflado: un barco con incrustaciones de brillantes, un par de botas de plata, un cerdo cantor
34.
Y entonces, Nils se rió, y el mundo estuvo cuerdo una vez más
35.
Hacían probablemente lo más cuerdo; si ocurrían disturbios tendrían probablemente lugar allí
36.
Y aquel Beña era liberal y pasaba por cuerdo; verdad es que los liberales como los absolutistas, han tenido aquí desde el principio de su aparición en el mundo ocurrencias graciosísimas
37.
-Yo estoy cuerdo y sé lo que me digo
38.
Una persona que corta los dedos de sus víctimas y hace las barbaridades que ha hecho el asesino que ha cometido esos crímenes no puede estar cuerdo
39.
todos trastes de cuerdo y caballero (hablando con perdón), fue pastelero
40.
Todo el mundo está cuerdo,
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«Es el único modo de mantenerse cuerdo», me había explicado Dicky más de una vez
42.
¡Ay, hija, qué malo es estar loco! Cuánto mejor es estar cuerdo, aunque uno, al recobrar el juicio, se encuentre apagado el hornillo de los afectos, toda la vida del corazón muerta, y limitado a hacer una vida de lógica, fría y algo triste»
43.
A veces sus hijas le daban las buenas noches al padre y, al amanecer, se lo encontraban todavía enfrascado en alguna oscura conversación con sus amigos, los ojos rojos, el pelo alborotado, aturdido pero cuerdo
44.
- Wonko el Cuerdo
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- Me pareció - dijo Wonko el Cuerdo - que una civilización que hubiera perdido la cabeza hasta el punto de incluir una serie de instrucciones detalladas para utilizar un paquete de palillos de dientes ya no era una civilización en la que yo pudiera vivir y seguir cuerdo
46.
- Les puedo enseñar las sandalias - sugirió Wonko el Cuerdo
47.
- Esto es lo que quería que vieran - dio Wonko el Cuerdo cuando volvieron a dar las noticias -, un antiguo compañero mío
48.
Y aunque al principio a Robbie y a Ronnie les pareció una idea descabellada, al final me dieron el teléfono de Jack Holmes y me dijeron que lo llamara si ésa era mi voluntad, pero que no me hiciera demasiadas esperanzas de oír a alguien muy cuerdo al otro lado del hilo, que no me hiciera esperanzas de oír la vieja voz familiar
49.
Y estaba también aquella sorprendente alusión de Lyla acerca de un hombre mucho más cuerdo que el director en el Ginsberg
50.
Y bien, ¿alguien pondría en duda —alguien cuerdo, quiero decir— su magnífica existencia?
51.
Por eso la mirada del poderoso señor se posaba ávida e insistente en las formas magníficas de Anait, la más bella, la más deseable de todas las mujeres de la ciudad, tan bella como para hacer perder el seso hasta al más cuerdo y honesto de los hombres, tan turbadora como para trastornar la mente de quien desde siempre había ocupado el poder para satisfacción ante todo de sí mismo, para saciar cualquier apetencia de comida o de vino, de objetos raros y preciosos, de cuerpos delicados y seductores, ya fueran de mujer o de jovenzuelos en la flor de la edad y de la belleza
52.
¡No, era absurdo! ¡Estaba en el mundo, estaba en la vida, en la vida cotidiana de 1954! No era un demente; estaba tan cuerdo como cualquiera de los que pasaban, y de inmediato se iría para su casa
53.
No tenía más opción que aceptarlo; su fe le mantendría cuerdo
54.
—… durante tres décadas ha dedicado sus considerables recursos y energía a convertir nuestro mundo en un lugar mejor, más saludable, más cuerdo
55.
El sacrificio del cuerdo y del bueno
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Este tal graduado, al cabo de algunos años de recogimiento, se dio a entender que estaba cuerdo y en su entero juicio, y con esta imaginación escribió al arzobispo suplicándole encarecidamente y con muy concertadas razones le mandase sacar de aquella miseria en que vivía, pues por la misericordia de Dios había ya cobrado el juicio perdido; pero que sus parientes, por gozar de la parte de su hacienda, le tenían allí, y a pesar de la verdad, querían que fuese loco hasta la muerte
57.
Quiso hacerla el capellán, y, poniéndole con el loco, habló con él una hora, y más, y en todo aquel tiempo jamás el loco dijo razón torcida ni disparatada; antes habló tan atentadamente, que el capellán fue forzado a creer que el loco estaba cuerdo; y entre otras cosas que el loco le dijo fue que el retor le tenía ojeriza, por no perder los regalos que sus parientes le hacían porque dijese que aún estaba loco, y con lúcidos intervalos; y que el mayor contrario que en su desgracia tenía era su mucha hacienda, pues por gozar della sus enemigos, ponían dolo y dudaban de la merced que Nuestro Señor le había hecho en volverle de bestia en hombre
58.
No sirvieron de nada para con el capellán las prevenciones y advertimientos del retor para que dejase de llevarte; obedeció el retor, viendo ser orden del arzobispo, pusieron al licenciado sus vestidos, que eran nuevos y decentes, y como él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco, suplicó al capellán que por caridad le diese licencia para ir a despedirse de sus compañeros los locos
59.
Subieron, en efeto, y con ellos algunos que se hallaron presentes; y llegado el licenciado a una jaula adonde estaba un loco furioso, aunque entonces sosegado y quieto, le dijo: «Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a mi casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio: ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible
60.
» Todas estas razones del licenciado escuchó otro loco que estaba en otra jaula, frontero de la del furioso, y levantándose de una estera vieja donde estaba echado y desnudo en cueros, preguntó a grandes voces quién era el que se iba sano y cuerdo
61.
Agora bien, ello dirá; andad con Dios; pero yo os voto a Júpiter, cuya majestad yo represento en la tierra, que por sólo este pecado que hoy comete Sevilla en sacaros desta casa y en teneros por cuerdo, tengo de hacer un tal castigo en ella, que quede memoria dél por todos los siglos de los siglos, amén
62.
¿Tú libre, tú sano, tú cuerdo, y yo loco, y yo enfermo, y yo atado
63.
—¡Menos mal que hay alguien cuerdo entre tanto imbécil! Y el que más, el idiota de Sashka, que encima es un inepto
64.
Aunque también sé que mi decisión no es la que uno esperaría de un hombre cuerdo
65.
Si estuviera cuerdo y todo fuese como parecía, los poderes de los Mabdén eran, en aquel caso, mayores de cuanto habían conocido los Vadhagh
66.
–Y yo -dijo Hawkmoon-, pero también cuerdo
67.
El sacrificio del cuerdo y del bueno El príncipe Gaynor se detuvo sobre las pendientes rocosas de la última montaña y miró más allá de la extensión de hierba de monte bajo, hacia una distante cadena montañosa
68.
Una risa sofocada corre entre ellos; todos miran la silla que Stan habría debido ocupar si el mundo fuese un lugar recto y cuerdo donde los buenos ganaran siempre
69.
–Caray, ¿eso quiere decir que antes era cuerdo? – preguntó Richie y escupió por entre los dientes
70.
Todo el asunto de «señor, sí señor», que probablemente le sonaría a gilipollez a cualquier civil cuerdo, es perfectamente razonable para Shaftoe y los oficiales de un modo profondo e importante
71.
Todo el asunto de «señor, sí señor», que probablemente le sonaría a gilipollez a cualquier civil cuerdo, es perfectamente razonable para Shaftoe y los oficiales de un modo profundo e importante
72.
Lo que quiero decir es que el método femenino es más sano y cuerdo
73.
Estuvimos de a cuerdo en quiénes eran los mejores locutores en el cuarto; es decir, nuestra “audición” fue la misma
74.
Las preguntas se arremolinaban en su mente y, cuerdo o sano, Kli Kodesh era la única respuesta
75.
El núcleo cuerdo de Colon se estaba preguntando si el propósito de los oficiales no sería precisamente interponerse entre los sargentos y toda aquella m
76.
–¿Y qué ley dice que un policía ha de estar cuerdo para estar en las fuerzas?
77.
—Esa pregunta solamente es relevante si está cuerdo —dijo Salzella con calma—
78.
Era consciente de que había exclamado un poco menos racionalmente de lo que corresponde a un hombre cuerdo
79.
Eso no era obrar como deportista, pues el deportista entabla la lucha con los elementos mientras se considera dueño de ellos; obra con prudencia, y lo cuerdo es ceder
80.
Tanta locura encima, ¿adónde lo habría llevado? ¿Y si el Loco fuera el único cuerdo? ¿Si el Loco, para evitar que lo alcanzara la maldición, había preferido alcanzarla él primero? Otra vez lo atormentaron los sudores, la sequedad en la garganta, la sensación de que la realidad se iba y él no podía seguirla
81.
Era extraño, pero a Tom le parecía que Bernard estaba más cuerdo que él en aquel momento
82.
-Pues siguiendo usted cuerdo un poco tiempo más, podrá reconocer que no sabe en qué consiste la felicidad
83.
El tequila estaba bien, y el sabor a pimienta era una prueba reafirmante de que aún existía un mundo cuerdo fuera de allí
84.
Estaba consciente de que había exclamado un poco menos racionalmente que lo que un hombre cuerdo debía
85.
Nadie cuerdo había tratado de matar a Vetinari por años, porque el mundo con él adentro era preferible a uno sin él
86.
A veces declararse cuerdo puede ser contraproducente, y Rincewind comprendió que el hacerlo sería una locura
87.
Igor estaba cada vez más incómodo con alguien tan evidentemente cuerdo de remate
88.
No es cuerdo cerrar los ojos a esa realidad
89.
¿Estaba completamente cuerdo? En aquel entorno, los procesos mentales ordinarios eran inaplicables
90.
Lo más cuerdo era alejarse, a fin de reconocer la importancia de la avería
91.
Cuerdo, astuto, prudente
92.
Sensato, cuerdo, juicioso
93.
E incluso ahora hasta el viejo gobernador estaba olvidado; lo que quedaba de la antigua milla cuadrada era ahora meramente conocido como la mansión de los Compson —restos ahogados por la maleza de los antiguos paseos y los jardines devastados, la casa que necesitaba pintura desde hacía ya demasiado tiempo, las enhiestas columnas del pórtico donde Jason III (educado para la abogacía y naturalmente mantuvo un bufete en la Plaza en un segundo piso, donde enterraba en polvorientas carpetas algunos de los más antiguos apellidos del condado— Holston y Sutpen, Grenier y Beauchamp y Coldfield— año tras año se descolorían entre los insondables laberintos de la jurisprudencia: y quién sabe qué sueño en el interior del corazón de su padre, completando entonces el tercero de sus tres avatares —uno como hijo de un brillante y gallardo estadista, el segundo como líder de hombres valientes y gallardos en el campo de batalla, el tercero como una mezcla privilegiada de Daniel Boone—Robinson Crusoe que no hubiese regresado a la juventud porque en realidad nunca la hubo abandonado— de que aquella antesala de abogado haría retornar la antesala de la mansión del Gobernador y el antiguo esplendor) pasaba el día sentado con una botella de cristal tallado llena de whisky y una carnada de Horacios y Livios y Cátulos con orejas de perro, componiendo (se decía) satíricos y cáusticos panegíricos sobre sus conciudadanos tanto vivos como muertos, quien vendió el resto de la finca, excepto el fragmento que contenía la casa y el huerto y los semiderruidos establos y una cabaña para los criados en la que vivía la familia de Dilsey, a un club de golf por una cantidad al contado con la cual su hija Candace pudo celebrar su boda en abril y su hijo Quentin pudo terminar un curso en Harvard y suicidarse el siguiente junio en 1910, ya conocida como la mansión de los Compson incluso mientras había Compsons todavía viviendo en ella en aquel anochecer de primavera de 1928 cuando la predestinada tataranieta de diecisiete años del viejo gobernador perdida y desposeída robó al único pariente masculino cuerdo que le quedaba (su tío Jason IV) su atesorado secreto pecuniario y descendió por una cañería y huyó con un saltimbanqui de un teatrillo ambulante, y todavía conocida corno la vieja mansión de los Compsons mucho después de que los vestigios de los Compsons hubiesen desaparecido de ella: después de que la madre viuda hubiese muerto y de que Jason IV, quien ya no tenía por qué temer a Dilsey, recluyese a su hermano retrasado mental, Benjamin, en el manicomio estatal de Jackson y vendiese la casa a un vecino que la transformó en pensión para jurados y tratantes de mulas y caballos, y aún conocida como la vieja mansión de los Compsons incluso después de que la pensión (y entonces también el campo de golf) hubiesen desaparecido y la antigua milla cuadrada incluso volviera a estar intacta en filas y filas de masificados chalecitos semi—urbanos unifamiliares de mala calidad
94.
El primer Compson cuerdo desde antes de Culloden y (solterón sin hijos) por lo tanto el último
95.
Quien, habiéndose gastado todo el dinero procedente de la venta del prado en la boda de su hermana y en el curso de su hermano en Harvard, utilizó los escasos ahorros de su escaso sueldo de dependiente para marcharse a una escuela de Memphis donde aprendió a clasificar y graduar algodón, y estableció así su propio negocio con el cual, tras la muerte de su dipsómano padre, asumió todo el peso de su decadente familia y de su decadente casa, manteniendo al hermano retrasado mental a causa de su madre, sacrificando los placeres que habrían sido merecidos justa y correctamente e incluso necesitados por un solterón de treinta años, a fin de que la vida de su madre pudiese continuar en la forma más parecida posible a lo que había sido; ello no porque la amase sino (siempre cuerdo) sencillamente porque temía a la cocinera negra a la que ni siquiera pudo obligar a marcharse incluso cuando intentó dejar de pagarle su jornal; y quien a pesar de todo esto, todavía pudo ahorrar casi tres mil dólares (2
96.
Y, una vez que estuviera cuerdo, dormiría una noche entera y comenzara a salvar la civilización por la mañana
97.
» Por un instante pareció cuerdo, pero Rand rechazó la voz
98.
Luz, tenía que estar cuerdo
99.
Un hombre cuerdo deseaba vivir