1.
Tengo curiosidad por saber por qué esas salas tan importantes para la vida social de la dueña de la casa, se quedaron desnudos de cualquier adorno en las paredes y el techo; y la Reina, recogió mi pensamiento, me informa de que, en su opinión, esas personas, muy supersticiosos, quisieron de esta manera, no ofrecer sugerencias para los rencores y las maldiciones de los visitantes ocasionales
2.
se agitaban al viento, incitados por la carrera de su dueña
3.
otros tiempos había estado su dueña haciendo el amor con su marido, cada martes y
4.
Ahora era la dueña de otro
5.
La audaz emperatriz, ya cansada de semejante tragedia, y aprovechando la personalidad inestable de su esposo, de quien se afirma además que tenía marcadas tendencias homosexuales, logró obtener su abdicación, quedando dueña y señora del Imperio en la condición de Regente
6.
retroceder, la luz es dueña del lugar y
7.
pasión fue dueña de esa noche, los
8.
La dueña era la esposa de un miembro muy importante del gobierno y tuve que reírme al escuchar el eco de los viajeros del siglo XIX, atendidos en las tiendas por dueños astutos que también eran presidentes o ministros del exterior
9.
De modo que, como conel cultivo de la inteligencia vienen los gustos costosos, tan naturalesen los hispanoamericanos como el color sonrosado en las mejillas de unaniña quinceña; como en las tierras calientes y floridas, se despiertatemprano el amor, que quiere casa, y lo mejor que haya en la ebanisteríapara amueblarla, y la seda más joyante y la pedrería más rica para que atodos maraville y encele su dueña; como la ciudad, infecunda en nuestrospaíses nuevos, retiene en sus redes suntuosas a los que fuera de ella nosaben ganar el pan, ni en ella tienen cómo ganarlo, a pesar de sustalentos, bien así como un pasmoso cincelador de espadas de taza, quesabría poblar éstas de castellanas de larga amazona desmayadas en brazosde guerreros fuertes, y otras sutiles lindezas en plata y en oro, nohalla empleo en un villorrio de gente labriega, que vive en paz, o alpuñal o a los puños remite el término de sus contiendas; como connuestras cabezas hispanoamericanas, cargadas de ideas de Europa yNorteamérica, somos en nuestros propios países a manera de frutos sinmercado, cual las excrecencias de la tierra, que le pesan y estorban, yno como su natural florecimiento, sucede que los poseedores de lainteligencia, estéril entre nosotros por su mala dirección, ynecesitados para subsistir de hacerla fecunda, la dedican con excesoexclusivo a los combates políticos, cuando más nobles, produciendo asíun desequilibrio entre el país escaso y su política sobrada, o,apremiados por las urgencias de la vida, sirven al gobernante fuerte queles paga y corrompe, o trabajan por volcarle cuando, molestado aquel pornuevos menesterosos, les retira la paga abundante de sus funestosservicios
10.
dulce gobierno desu dueña, convivían en paz dentro de una
11.
porque mi situación de ánimo estal, que mientras sea dueña de
12.
viendo gentes ycaras nuevas, y era dueña absoluta de todo el dinero de la casa, congran
13.
establecerse y convertir a Tónica en dueña de una gran tienda detelas
14.
Ya sabían que la dueña de lacasa
15.
Por entrar en façienda con la dueña serena,
16.
La dueña en su rrepto puso día ssabido
17.
»Por ende casa la dueña con cavallero Apodas
18.
publicó delamorío de la dueña con ese fulano! Tal mal seso, tal interpretaciónmala que publicó la vieja
19.
Dueña llama aquí á doña Cuaresma y a los que laguardan, y dice que los pondrá con su comida,
20.
Gales, ni cabria entre ellos un cabellode mujer ( Paula, chica dueña, cual las prefiere él), porque
21.
Dueña en absoluto era la gente maleante de la ciudad por las noches, yúnicamente
22.
La función de la dueña de casarequiere una gran actividad
23.
Acudieron a ella, vino la dueña de casa,
24.
dueña de casa está en poner encirculación danzante a las «planchadoras», procurando
25.
escuderos,una dueña y cuatro pajecillos egipcios la
26.
Y esto dijo en voz tan alta, que lo oyó la duquesa; y, volviendo y viendo ala dueña tan alborotada
27.
rucio; y a esta señora dueña le rogué, cuando entré en estecastillo, tuviese cuenta con él, y
28.
desgracia de mi señora la condesa Trifaldi, a quien losencantadores la hacen llamar la Dueña
29.
culpa, sinolos simples que los alaban y las bobas que los creen; y si yo fuera labuena dueña que
30.
¿Porventura hay dueña en
31.
aquella dueña quería con don Quijote; elduque se la dio, y las dos, con gran tiento y sosiego,
32.
—Doña Clara no está en el cuarto de las Meninas, señora—dijola dueña
33.
—Sé que por meterse en oficios de dueña, y por el pecadode torpe, anda por esas
34.
La dueña entregó una carta al cocinero mayor, que ésteabrió con impaciencia
35.
una dueña y un escudero, y lavisita mucho el duque de Uceda
36.
—Pues bien; tomad para la dueña
37.
Poco después bajó una dueña, á quien había llamado laatención el que el escudero
38.
dueña y al escudero, que su damahabía recibido á solas á un caballero que la besaba, y
39.
Pero cuando estaba en lo más ardiente de su acusaciónfiscal, entró la dueña
40.
El mundo todo aquel á que se refería la dueña, eran unrodrigón que ya conocemos,
41.
Algunas horas después, ya muy entrado el día, cuando ladespertaron, la dueña más
42.
general, y resolvieron enviar una diputacióna la dueña de casa
43.
sin embargo, dueña dela suerte del mundo
44.
naciendo de esas uniones una población mixta dueña por
45.
administran bien, su gobierno es el de unabuena dueña de casa que toma con exactitud la cuenta á su
46.
fracción queha conseguido hacerse dueña del Calvario, lo ha
47.
como dicen los franceses, pero tan dueña dela situación, que a haber querido meterme
48.
hombres de casade Su Excelencia, y una señora dueña, la cualtenía cargo de tener cuenta del
49.
Al oír esta relación, Pedro Lobo no pudo aguantar más, montó en cólera ydijo a la dueña:
50.
La dueña dela casa le presentó sus mejillas y el conde le estrechó
51.
La pobre niña no era dueña de
52.
dueña siemprede sí misma;—está justificado por el encanto de
53.
juventud ociosa, dueña detodo el país
54.
que el local, el vino y la dueña del puesto
55.
cielo dondeestán los soles y las estrellas, y ser dueña del
56.
el cielo,y ser dueña del mundo
57.
Un instante después, cuando la dueña terminaba apenas de borrar en losvestidos de
58.
obligaciones de una dueña decasa…
59.
llegada, la venerable dueña que regía el llavero encasa de la Lage no había cogido a solas a su
60.
mujer dueña absolutadel interior de la casa, pero confiada en los
61.
Pero esta cordura de buena dueña de casa, esta supeditación de
62.
El gabinete de María, al llegar a él su dueña, estaba sumido en lastinieblas
63.
La dueña del establecimiento brillaba por su ausencia
64.
la dueña Rodríguez, los duques
65.
dueña de casa, sentados ambos en el comedor
66.
Dueña de una
67.
del mundo, y cuando leobjetaban que esa nación no sería dueña de sí misma porque
68.
Sí, muchos hombres casados del mismo Paris, están ajustados anualmentecon la dueña del establecimiento:
69.
¿A quién podria ocurrirse (y termino con esta especie) que la dueña delestablecimiento en cuestion, es una
70.
Hablaba español la dueña de la tienda, semejante en esto a la mayoría delos comerciantes de
71.
entrar en el hotel, la dueña se acercó a ellos;su sonrisa, avivada por la curiosidad, era aún más
72.
ocupa, lleve encajes y brillantes, es muy difícil la seducción:una vez que ha sido dueña de ellos, lo
73.
Pero La Fayette, que tiene la prudencia de los que ya están en el poder, calma a los exaltados con frases apaciguadoras mientras prodiga a la dueña de casa las más tiernas palabras
74.
Era, como ya sabemos, hija del acaudalado ministro Necker y dueña de una aguda inteligencia así como de un físico algo caballuno, lo que no le impedía ser admirada por todos
75.
Entregada, pues, y liviana; reflexiva y dueña de una gran intuición; generosa y pródiga; inteligente y temeraria; egocéntrica y comprometida; buena y también atolondrada
76.
Una mujer que sabe ir por el mundo, muy dueña de sí, ¿sabéis?
77.
–¿Rica? ¿Alquila habitaciones en su casa y tiene un depósito de hielo cerrado? Yo diría que no ha querido confesar que era dueña de un sitio en el que la gente se mata por culpa de las negligencias del propietario
78.
Subo, entro y hallo a todo el mundo levantado y a mi dueña de casa profiriendo amargas quejas
79.
Cuando llegue a casa de la Cornelis me hicieron subir y después de cruzar una docena de grandes y hermosas habitaciones, se me introdujo en el salón, donde se hallaba la dueña de la casa con dos señoras y dos caballeros ingleses
80.
Este es el punto de importancia de los hechos acaecidos en 1204: la completa destrucción de la antigua Constantinopla, que durante cincuenta y siete años observa silenciosamente cómo lo que había construido durante casi nueve siglos le era arrebatado sin piedad alguna, y esto marcó un antes y un después en la historia de la ciudad: antes, arrogante, orgullosa, altiva e invulnerable, la ciudad imperial era la dueña del mundo; después, vencida, sometida, destruida y vulnerable, era una ciudad fantasma, con rencores insalvables y dominada por los occidentales de forma irremediable, aún después de la recuperación por parte de Miguel VIII Paleólogo
81.
Hubo también periódicas huidas de los deliciosos aunque indisciplinados perros de la organizadora, pues aquéllos, no teniendo su dueña seguridad sobre su comportamiento, habían quedado encerrados en la casa
82.
Quieres dirigir un hotel, ser dueña de un hotel, vivir en un hotel y hasta puede que quieras SER un hotel
83.
Sancho, desamparando al rucio, se cosió con la duquesa y se entró en el castillo; y, remordiéndole la conciencia de que dejaba al jumento solo, se llegó a una reverenda dueña, que con otras a recebir a la duquesa había salido, y con voz baja le dijo:
84.
Y esto dijo en voz tan alta, que lo oyó la duquesa; y, volviendo y viendo a la dueña tan alborotada y tan encarnizados los ojos, le preguntó con quién las había
85.
-Por lo que tiene de condesa -respondió Sancho, antes que el duque respondiese-, bien estoy en que vuestras grandezas salgan a recebirla; pero por lo de dueña, soy de parecer que no se muevan un paso
86.
Sosegados todos y puestos en silencio, estaban esperando quién le había de romper, y fue la dueña Dolorida con estas palabras:
87.
Pero no tienen ellos la culpa, sino los simples que los alaban y las bobas que los creen; y si yo fuera la buena dueña que debía, no me habían de mover sus trasnochados conceptos, ni había de creer ser verdad aquel decir: "Vivo muriendo, ardo en el yelo, tiemblo en el fuego, espero sin esperanza, pártome y quédome", con otros imposibles desta ralea, de que están sus escritos llenos
88.
La duquesa se lo dijo al duque, y le pidió licencia para que ella y Altisidora viniesen a ver lo que aquella dueña quería con don Quijote; el duque se la dio, y las dos, con gran tiento y sosiego, paso ante paso, llegaron a ponerse junto a la puerta del aposento, y tan cerca, que oían todo lo que dentro hablaban; y, cuando oyó la duquesa que Rodríguez había echado en la calle el Aranjuez de sus fuentes, no lo pudo sufrir, ni menos Altisidora; y así, llenas de cólera y deseosas de venganza, entraron de golpe en el aposento, y acrebillaron a don Quijote y vapularon a la dueña del modo que queda contado; porque las afrentas que van derechas contra la hermosura y presunción de las mujeres, despierta en ellas en gran manera la ira y enciende el deseo de vengarse
89.
Valerio y sus amigos, entrando como huéspedes de honor en la gran sala triclinar, no se sorprendieron al comprobar que tenían por comensales a algunos de los hombres más influyentes de la provincia, empezando por el viejo senador Aulo Galeno Prisco, acompañado de su esposa, íntima amiga de la dueña de la casa, y de su joven y hermosa hija, Priscila, prometida de Tulio Sabino
90.
La atractiva habilidad de aquel hombre de aspecto ascético era tal que al poco se convirtió en el centro de atención general, por lo que la conversación abandonó en seguida los temas comerciales y políticos para orientarse —con reservada satisfacción de la dueña de la casa— hacia unos niveles bastante elevados
91.
Para consuelo de muchos hombres de Renania, el vendedor de cerveza —que, por otra parte, no gozó jamás del monopolio de las gracias de aquella pelirroja incontenible— enfermó pronto del hígado y, al morir, la dejó dueña de la posada y de una floreciente empresa comercial, que ella gestionaba personalmente con un esfuerzo incansable, ya que no sabía privarse del placer de la negociación y de los imprevistos delegando en los demás sus propios asuntos
92.
—Resultaba, sin embargo, que estos mercaderes no confiaban los unos en los otros, por lo que guardaron su oro en una bolsa y acordaron dejárselo en custodia a la dueña de la casa en que vivían, con la expresa recomendación de que no lo entregara a ninguno de ellos si no se encontraban los otros presentes
93.
Si es así, esa es su desgracia, y soy muy dueña de compadecerlos
94.
-Menos disputas y a bailar -ordenó la dueña de la casa, poniendo en perfecto orden de batalla las botellas que estaban sobre el altarejo
95.
En este momento, el jardín estaba a merced de una docena de criados, a los que la dueña de la casa, tranquilizada en cuanto al tiempo, cada vez más sereno, había dado orden de disponer la mesa para la cena
96.
La dueña de la casa habló conmigo cuando entré
97.
Lo vigilaron durante un rato los comerciantes de la avenida, por si volvía la dueña, pero como nadie daba señales de vida, lo recogieron, buscaron en la agenda y dieron conmigo
98.
¿Quiere acompañarme? La señora Blair es una dueña competente
99.
Cuando los dos hombres llegaban junto a la puerta preguntó la dueña de la casa:
100.
La señora Pierce, dueña de la tienda, le demostró su simpatía explicándole las desilusiones que por este motivo sufría su esposo