1.
No parecían cariados, en todo caso, sino tan sólo con un esmalte amarillento
2.
pintaba las uñas de las manos con esmalte rojo, y cuando estaba inspirada hacía lo
3.
imágenes de esmalte resplandecían, con lastúnicas azules y rojas
4.
Bajo el cielo que tomaba una tersura de esmalte, las miserables
5.
Este pico, con cinco dientes del más precioso esmalte, está
6.
Pero a la vez que el éter, el esmalte, la flor, exaltaban sobre Toledoaquel resto de
7.
de la mandíbula inferior se unen á los de lasuperior como si el esmalte estuviese
8.
un cochinillo retorcido derabo y potente de lomo, ejecutado en fino esmalte
9.
esmalte con el polvo que la cubre, y los ríos en tiempo desecas muestran sus descarnados lechos
10.
Los baldosines estaban manchados y rajados, el esmalte de la bañera faltaba en algunas partes y había en el diversas manchas, algunas de las cuales parecían de sangre
11.
De sol a sol nos escoltaron los guacamayos fastuosos y las cotorras rosadas, con el tucán de grave mirar, luciendo su peto de esmalte verdeamarillo, su pico mal soldado a la cabeza -el pájaro teológico que nos ha gritado: ¡Dios te ve!, a la hora del crepúsculo, cuando los malos pensamientos mejor solicitan al hombre-
12.
Delante del fuego, sentado con las piernas cruzadas, un extraño personaje con pantalones árabes, el torso semidesnudo durante el día y en las horas de calor, vestido el resto del tiempo con una chaqueta europea cerrada arriba, en las solapas, por un imperdible, con su cabeza afeitada, la cara flaca y la boca desdentada, como un Gandhi sin gafas, que con una espumadera de esmalte rojo en la mano, vigilaba la cocción de los buñuelos redondos que se doraban en el aceite
13.
(Evidentemente alguien, tal vez de la época barroca, había vuelto a pintar la figura de Magdalena: el pelo con colores dorados y la carne con una especie de esmalte rosado
14.
Allí también el desconocido restaurador le había vuelto a pintar el pelo con un amarillo intenso, como polvo de oro, y la tez con ardiente esmalte
15.
Y la bóveda de la cúpula se recubrió de esmalte color azul y salpicado de estrellas de oro
16.
–Fíjese en el esmalte
17.
Es el único fenómeno que guarda relación con los hallazgos obtenidos hasta ahora: el agujero en la mano, las alteraciones del esmalte y hasta las cataratas que no se detectaron en el último examen médico anual
18.
Pero fíjese en la erosión del esmalte: ahí, esas zonas excavadas en la línea de las encías, que precisaron del arreglo con pan de oro… -Indicó los puntos a que se refería-
19.
En las primeras décadas de este siglo, los odontólogos se dieron cuenta de que la población en ciertas zonas de Estados Unidos (por ejemplo, algunas localidades de Arkansas) tendían a mostrar dientes oscuros -una especie de moteado del esmalte
20.
No podía hacer nada con los muebles deteriorados, naturalmente, ni con los techos agrietados de los dormitorios o el esmalte herrumbroso de los fregaderos, pero por lo menos podía dejar la casa limpia
21.
Pam se miró los regordetes dedos de los pies con el esmalte desportillado y cruzó un pie rechoncho encima del otro
22.
Yo estaba indignado, pero él tenía razón; la siguiente vez que tuve la oportunidad de mirar sus dientes de cerca vi un leve tinte en el esmalte de sus incisivos que desde luego era verde, aunque un delicado verde gris, como la húmeda luz que se ve bajo los árboles después de la lluvia, o ese apagado tono manzana del envés de las hojas cuando se reflejan en aguas quietas
23.
Mover los objetos de la cocina con dedos largos y uñas cortas pintadas de esmalte transparente
24.
La construcción era de un color gris pálido, pero los reflejos furiosos del sol fulguraban sobre el esmalte brillante
25.
Los dedos de ella, pintados con esmalte morado, asían ahora el húmedo pasamanos del porche
26.
–¿Por qué te interesa el estado del esmalte?
27.
Comía sin desconfianza lo que yo le daba e incluso llegó a picotear el esmalte de la puerta de metal que daba al exterior
28.
Era plateado, con un medallón de esmalte que representaba ocho círculos y estaba soldado en la cara delantera
29.
Me trajo unos preciosos pendientes de esmalte
30.
Comencé a morderme convulsivamente las uñas, empezando por el esmalte que las adornaba
31.
La antorcha se reflejó en el esmalte astillado del visor
32.
Era una insignia de esmalte finamente trabajado, que además de un ancla llevaba las iniciales: Y
33.
Advirtió entonces que los bronceados eran irregulares, un efecto de esténcil producido por estimulación selectiva de melanina; múltiples tonos superpuestos en diseños rectilíneos que definían y resaltaban la musculatura: los pechos pequeños y firmes de la chica, la muñeca del chico que descansaba sobre el esmalte blanco de la mesa
34.
Las uñas estaban pintadas con un esmalte color vino
35.
Terminado esto, colocó de nuevo la base y procedió a ocultar todas las rayadas con esmalte y un paño de pulir
36.
El mayor está pálido y tose encogiendo el pecho, el otro se pone a darle cuerda al reloj de pie con esfera de esmalte donde luchan dos ciervos
37.
Las balas del naranjero salpican la columna haciendo saltar esquirlas de esmalte junto a su cara
38.
Según muchas mujeres también, por culpa de las muy desconsideradas feministas, como no pudieron ganarle al enemigo, ¡se unieron a él! ¿Habrá una filosofía más tonta? Por igualadas, ¡nos dejamos igualar! Perdimos nuestras ventajas, nuestro esmalte de uñas y muchos de nuestros beneficios
39.
De cuando en cuando invadían también el cajón de la carne, una especie de botiquín blanco y oxidado allí donde se ensamblaba el canto inferior del cristal, de manera que unas manchas oscuras como saliva de tabaco o algo peor resbalaban por el esmalte, pero aquí perecían en seguida por culpa del frío
40.
Esa noche se acostó y la contempló mientras ella se ponía esmalte transparente en las uñas de los pies con gran concentración
41.
Podía oler el suelo de cemento, y la orina del cubo y el esmalte de las paredes, y oír los ronquidos de los hombres a lo largo de la hilera
42.
Todas bajo la influencia del esmalte
43.
Mientras el hombre lo envolvía, Cordelia se detuvo junto a un estuche de aturdidores decorados con esmalte
44.
Vio una tabernucha en el mercado y alargó el termo de esmalte azul para que se lo llenaran de aguardiente
45.
Becky se dedicaba a quitarse delicadamente el esmalte de las uñas
46.
–Les hace la pedicura -comenzó Andy-, con el mismo esmalte, pero sólo a los pies y dedos que guarda
47.
Encontrad el esmalte rojo
48.
Queremos todo lo que podamos encontrar -como si lo hubiera pensado después, añadió-: El esmalte es de su madre
49.
Para Waterhouse es evidente que lo que les molesta es la música que sale de la Iglesia Eclesiástica Unida cuando las puertas de esmalte rojo permanecen abiertas
50.
Ahora esos pedruscos de esmalte viviente estaban horriblemente a la deriva en una grácil cabeza de cromagnon que simplemente no tenía espacio para ellos
51.
una uña humana, pintada con esmalte y rota en lo vivo
52.
Todas las piezas encajaban a la perfección, y estaba recubierto con una fina capa de esmalte alquímico transparente que lo protegería de la lluvia y de la herrumbre
53.
Bruce, concentrado en su trabajo, vio algunas grietas en el esmalte del lavabo
54.
sus contradictorios sentimientos, ya se limitaba a subirse los tirantes de su traje, o a afirmar en su rubio pelo las bolitas de coral o de esmalte rosa, escarchadas de diamantes, que realzaban la sencillez y gracia de su peinado, mientras examinaba con fría curiosidad a su fogosa vecina, ya seguía la música por unos momentos, con su abanico, pero fuera de compás, para no abdicar su independencia
55.
mis noches de insomnio, ninguna distaba más en parecido de las habitaciones de Combray, espolvoreadas con una atmósfera granulosa, polinizada, comestible y devota, que aquella del Gran Hotel de la Playa, de Balbec, que contenía entre sus paredes pintadas al esmalte, brillante como el interior de una piscina donde azuleara el agua, un aire puro, azulado y salino
56.
Porque los árboles seguían viviendo su vida propia, que cuando no tenían hojas brillaba aún mejor en la vaina de terciopelo verde que envolvía sus troncos, o en el blanco esmalte de las esferitas de muérdago, sembradas en lo alto de los álamos, y redondas como el sol y la luna de la Creación miguelangesca
57.
Además de la copia de dijecillos de buen agüero hechos en zafiro, de los tréboles de cuatro hojas en esmalte, de las medallas y medallones de oro y plata, de los amuletos de turquesa, de las cadenetas de rubíes y las bolitas de topacios en el mismo traje asomaban un dibujo de colores que aun proseguía en un canesú aplicado su existencia anterior, una fila de botoncitos de satén que no abrochaban nada y que no podían desabrocharse, una trencilla que quería agradar con la minucia y la discreción de una delicada remembranza; y todo ello, joyas y adorno, parecía como que revelaban –porque de otro modo no tenían justificación posible– alguna intención: la de ser una prenda de cariño, la de retener una confidencia, la de responder a alguna superstición, la de conservar el recuerdo de una enfermedad, de una promesa, de un amor o de un juego de sociedad
58.
Le sentaron a la mesa, que otra vez estaba desnuda, sin el hule, el jarrón y las rosas de papel, y le sirvieron la comida en platos de esmalte
59.
—Tengo unas tazas de esmalte, si lo prefieren
60.
Sin querer correr riesgos, Leela les sirvió Coca-Cola aguada en tazas de esmalte
61.
que cuando venía a descorrer las cortinas nunca me vi defraudado en mi esperanza de encontrar ese mismo lienzo de sol pegado al rincón de la pared de afuera y de un inmutable color, que impresionaba, más aún que por ser signo del estío, por su colorido melancólico, cual el de un esmalte inerte y ficticio
62.
Mientras que, en tanto se hallaba ocupado en algún servicio, esperaba yo a Roberto ante la puerta de su habitación o en el comedor, charlando con algunos de sus amigos a quienes me había presentado (y a los que fui luego a ver algunas veces, incluso cuando sabía que no había de encontrarlo a él), viendo por la ventana, a cien metros por debajo de mí, el campo desnudo, pero en el que, acá y allá, nuevas sementeras, a menudo empapadas aún de lluvia e iluminadas por el sol, ponían fajas de un brillo y de una translúcida limpidez de esmalte, me ocurría oír hablar de él y pronto pude darme cuenta de cómo lo querían todos y hasta qué punto era popular
63.
Como un buzo a respirar por un tubo que sube hasta salir fuera de la superficie del agua, era para mí, como un ser ligado de nuevo a la vida salubre, al aire libre, sentir como punto de enlace aquel cuartel, aquel alto observatorio que dominaba la campiña surcada por canales de esmalte verde y bajo cuyos cobertizos y a cuyos edificios contaba yo, gracias a un precioso privilegio que deseaba fuese duradero, con poder ir cuando quisiera, seguro siempre de ser bien recibido
64.
Y en su casa, en su vida privada, era para las mujeres de los oficiales burgueses (a condición de que éstos no fueran francmasones), para quienes hacía sacar no sólo una vajilla de Sévres de un azul regio, digna de un embajador (regalada a su padre por Napoleón, y que parecía más preciosa aún en la casa provinciana en que vivía, encima del juego de mallo, como esas raras porcelanas que los turistas admiran con más gusto en el rústico armario de una vieja casa solariega dispuesta como una granja acreditada y próspera), sino también otros presentes del emperador: aquellos nobles y encantadores modales que hubieran encajado asimismo a maravilla en algún cargo de representación, si el ser bien nacido no hubiese equivalido para ciertos hombres a estar reducidos de por vicia al más injusto de los ostracismos, ademanes familiares, bondad, gracia y, encerrando en un esmalte azul igualmente regio gloriosas imágenes, la reliquia misteriosa, clara y superviviente de la mirada
65.
El nombre del príncipe conservaba en la franqueza con que sus primeras sílabas eran — como se dice en música— atacadas, y en la tartajeante repetición que las escandía, el impulso, la ingenuidad amanerada, las pesadas «delicadezas» germánicas proyectadas como ramajes verdeantes sobre el «Hein» de esmalte azul oscuro que desplegaba el misticismo de una vidriera renana, tras los dorados pálidos y finamente cincelados del siglo XVIII alemán
66.
No vi por algún tiempo a Albertina, pero continué, a falta de la señora de Guermantes, que no se dirigía más a mi imaginación, viendo otras hadas y sus viviendas, tan inseparables de ellas como del molusco la valva de nácar o esmalte o la torrecilla con troneras de su caparazón
67.
Siempre que pudo, mi padre fue a cortar la hierba y a pintar la casa vacía cuando el esmalte se desconchaba y empezaba a asomar la madera gris por debajo
68.
No insistí y comprendí que a los Verdurin les bastaba saber que ese sol poniente era hasta en su salón o en su comedor algo como una pintura magnífica, como un precioso esmalte japonés que justificaba el elevado precio por el que alquilaban la Raspeliére completamente amueblada, pero hacia el cual levantaban rara vez sus ojos: su gran preocupación era vivir agradablemente, pasearse, comer bien, charlar, recibir a amigos agradables con los que jugaban divertidos partidos de billar, buenas comidas y alegres meriendas
69.
Porque no solamente le gustaba salir a la señora de Verdurin, sino que llevaba muy lejos sus deberes de dueña de casa y cuando habla tenido invitados para el almuerzo, enseguida después del café, los licores y los cigarrillos (a pesar del primer sopor del calor y de la digestión en que se preferiría ver pasar a través de las hojas el pailebote de Jersey sobre un mar de esmalte) el programa comprendía una serie de paseos, en cuyo transcurso los invitados instalados a la fuerza en coche, eran llevados, a su pesar, a uno u otro de los puntos de vista que abundan alrededor de Douville
70.
Al contrario, no ofrecía nada, pero con un rostro torturado y una mirada tan indestructible como un esmalte cocido, pero en cuya composición entraba además de un deseo estremecido de verlo a uno -a menos que encontrase alguien más divertido- la voluntad de no trasparentar ese deseo, y me decía con un aire suelto: “-¿Usted no sabe qué hará en estos días? Porqué iré sin duda hasta Balbec
71.
A alguien se le había ocurrido abrir un restaurante alemán en las entrañas del Mercado de Noche, entre tenderetes de artesanías y encantes, juguetes para niños mheos asomados a la bolsa dorsal de su madre, aparadores para puros birmanos, puros verdes de humo y sabor medicinal, instrumentos musicales de juguete, pedrería, abalorios, bandejas de bisutería de plata, pinturas indias sobre hules, gorros mheos de los que Carvalho compró uno para Fuster, lacas de Chiang Mai y de Birmania, mujeres de piel casi blanca, menudas, delicadas, de esmalte
72.
Detrás de esta serie de edificios apareció la quinta de recreo, la vivienda de Sónnica, de la que se hablaba con admiración hasta en las remotas tribus de la Celtiberia, rodeada de cipreses, laureles y retorcidas parras, asomando por encima de esta masa de follaje sus paredes de color de rosa con frisos y columnatas de mármol azul y su terraza coronada por estatuas policromas, cuyos ojos de esmalte brillaban lo mismo que piedras preciosas
73.
Cuando abrió la boca, presionó dentro, encontrándose con la dureza del esmalte de sus dientes delanteros, para luego hundirse dentro
74.
Cada uno de los cuadrados de esmalte alternado que cubren el fondo de cualquier figura o mueble del escudo
75.
Dicho de un animal: Que muestra sus dientes de esmalte distinto que el cuerpo
76.
Dicho de las piernas de las águilas y de otras aves: De diferente esmalte que el cuerpo
77.
Cada uno de los cuatro cuadrillos que se interpolan con otros cinco de diferente esmalte, estando dispuestos los nueve en forma de tablero de ajedrez
78.
Sustancia líquida, compuesta de acetona, usada para quitar el esmalte de las uñas
79.
Los labios húmedos como el esmalte chasquearon:
80.
Por uno de los lados llevaba un dibujo en esmalte
81.
Especialistas del esmalte perfeccionaban su técnica al lado de las creadoras de joyas
82.
Y, en otra esquina (tan solo como un lobo), un carpintero con esmalte rojo en las uñas
83.
El esmalte dental de Hans chirría en señal de protesta ante el rudo trato que está recibiendo
84.
Bebía de una taza de los Grateful Dead decorada con hileras de osos de peluche bailando y lucía en las uñas de los dedos esmalte rojo descascarillado
85.
Solos como marido y mujer, salieron los dos al gris atardecer -los árboles y las matas de espliego estaban silenciosos y el cielo tenía un verde de esmalte en el Este- y se dirigieron al recinto, aislado y tranquilo como un cementerio
86.
La chaqueta de seda, en color verde oscuro, llevaba bordados dorados en las mangas, los hombros y el cuello alto; una hebilla de oro y esmalte, en forma de dragón, abrochaba el talabarte, y sostenía en la mano el Cetro del Dragón, una moharra de dos pies de longitud con largos borlones verdes y blancos justo debajo de la pulida punta de acero
87.
Abrí la ducha y lavé las manchas del esmalte con agua muy caliente
88.
A veces hasta me hacía la raya en los ojos o llevaba esmalte de uñas
89.
, con incrustaciones de piedras de colores y esmalte azul-oscuro
90.
Encima del lecho había una pantalla de porcelana azul, había tapetes de encaje en las mesillas y un pequeño esmalte en el que se leía: «Dios bendiga esta casa
91.
Kitty movió las manos para que se secara el esmalte
92.
” Se rió, en lugar de indignarse, y brilló unos segundos el esmalte de unos dientes blancos y sanos recluidos en el aro rojo de la boca un poco grande, de labios gruesos
93.
El pasillo culminaba en unos escalones que ascendían hasta otra puerta, pero esta vez no era metálica, sino de madera, bien trabajada, con las carnes lisas pintadas de esmalte blanco, un color de clínica que anunciaba que estaba en la frontera del retorno al universo convencional del balneario
94.
El esmalte blanco de las paredes