Verwenden Sie „papanatas“ in einem Satz

1. papanatas que la contemplaban de lejos

2. , despacio!… ¡Despacio tú, papanatas, el de las nariceslargas!… Cuidado con esa lámpara…

3. losparientes de Europa, a los papanatas de la tierra, en el papel

4. Sería cuando estaba el papanatas que suelereemplazarme

5. Pero este papanatas sí las ha visto, y por eso yo le preguntaba; sóloque tiene una cabeza

6. La práctica totalidad de los acontecimientos que componen la historia del mundo transcurren ajenos y sin testigos, mientras cuatro escribanos indocumentados transcriben los discursos huecos de un papanatas

7. Estaba el «muchacho bajito y simpático» con una cabeza de galán joven y hombros frágiles; el Oso pardo, un árabe alto y fuerte, de rasgos toscos, la mirada siempre fija; el amigo de los animales, un viejo italiano de rostro apagado y ojos claros, encorvado sobre su manivela y que debía su apodo al hecho de que casi había detenido el tranvía para esquivar a un perro distraído y otra vez a otro animal que sin miramientos hacía sus necesidades entre los rieles; y el Zorro, un gran papanatas que tenía la cara y el bigotito de Douglas Fairbanks

8. No, no, ¡no seáis papanatas! ¿Cómo queréis ganaros el cielo? Si los animales alzan los ojos al cielo cuando tienen hambre y le gritan a Dios ¡buuu, buuu!…

9. También los macacos sobre los poufs y los viejos papanatas de sus amigos eran miserables, insalvables y mansos como el ganado que por las noches brama por las calles de la ciudad cuando se le conduce al matadero

10. ¿Dónde está esa papanatas que tiene usted a su servicio?

11. Sus preparativos para hacer rechinar los dientes terminaron en un abrir la boca como un papanatas, el gesto del que está en presencia de una espectacular enfermedad mortal

12. ¿Se imagina usted lo que dirán los papanatas de Buenos Aires cuando se propague la murmuración de que allá en las montañas del Chubut, en un templo inaccesible de oro y de mármol, habita un dios adolescente

13. Por otro lado podría estar sólo tirándose un farol, una debilidad comprensible, porque el conocer a tales inconfundibles papanatas, vecinos de Dublín, como aquellos cocheros ansiosos de noticias del extranjero, tentaría a cualquier anciano marinero que navegue por los océanos a inventar hermosos cuentos sobre el schooner Hesperus, etcétera