1.
Enderezó los pasos hacia la botica; y al entrar en la plazuela,
2.
plazuela por el lado de la botica
3.
Por la plazuela de las de Pajares desfilaron los de Medicina
4.
las porterías y establecimientos de la plazuela
5.
dominar mejor el agitado río de cabezas que encorriente interminable atravesaba la plazuela, y
6.
La plazuela pareció animarse, lanzando interminables carcajadas
7.
Cuando entraron en la plazuela donde vivían, la vista de su casa, quecon el portalón
8.
Sonaron en la plazuela el sordo rumor de muchos carruajes y los gritosde los cocheros
9.
En la plazuela, los
10.
Era de tarde: pasé por una plazuela irregular y solitaria, de esas que son la desesperación de los
11.
Belarmino pronunciaba un discurso, era derigor que los oyentes saliesen a la plazuela del Obispo
12.
Consolidación yContaduría general, en la plazuela de San
13.
Caletavimos de lejos la iluminación que había en la plazuela de
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usted al quequiera; el barbero de la plazuela de la Cebada, que abre su asiento
15.
En la plazuela de la Marquesa o de la Libertad, se halla la casa
16.
enfrente hacia la plazuela de lasComendadoras
17.
obscuro, y se encaminaron á la plazuela deAfligidos, dando un gran rodeo
18.
Corrió hacia la plazuela de Afligidos con objetode llamar en aquella casa
19.
—En la plazuela de Afligidos
20.
Esa misma tarde, paseándose con el Canónigo por la plazuela de lacatedral, refiriole
21.
Refirió, pues, al Canónigo todo lo que hiciera desde que le dejóen la plazuela
22.
A las once entraron en la plazuela del Rastro
23.
Descendía por las mañanas a la plazuela conmantón y cesta; después, pasábase el día
24.
Mentalmenteajustaba sus cuentas: tanto en la plazuela, tanto en la
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muestras del género alineadas en la plazuela
26.
Liette le vio atravesar la plazuela, pasar por los grupos y entrar en laiglesia
27.
A sus pies estaba la plazuela rectangular en que se habían ensayado suspasos
28.
Todo eso cabe en esta estrecha plazuela, grande como un Sahara para losojos
29.
entiendas o en cajones de la plazuela, habíase agotado
30.
—Cabal, que vivía en la plazuela del Ángel, en aquel gran
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Plazuela deSanta Cruz, y en dos días puso la casa que daba
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amigos y atravesando lentamente la plazuela
33.
El que hubiera pasado por la plazuela de San Agustín a la hora
34.
Cuando se hallaron en la plazuela del Ángel, Salvador tomóel
35.
las horcas alzadas por Chaperón enla vecina plazuela, colgaban las orondas reses puestas al
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esquinade la plazuela siguiendo en dirección a Puerta de Moros
37.
plazuela, y que leañaden animación y fuerza dramática,
38.
En la Plazuela del Águila se eleva un hermoso edificio
39.
Tenía pensado acudir a la cita en una litera, que esperaba alquilar en la plaza de Herradores y, caso de no encontrarla allí, la buscaría en la plazuela de las Descalzas Reales, ya que las que en estos puestos se hallaban, estaban controladas por los alcaldes de la Villa y Corte, tenían los precios ajustados y era, por tanto, más dificultoso que se dieran casos de picaresca
40.
Entró en Madrid por el puente de Segovia, pasó por Puerta Cerrada y, preguntando en la calle de Toledo le indicaron que debía dirigirse a la plazuela del Ángel para desde allí pasando por Mentidero salir a la calle de los Francos, donde se hallaban las mancebías de más prosapia de Madrid, presididas por la de la Solera, la más prestigiosa de todas ellas
41.
Pasearme por la plazuela de Santa Ana, fingiendo que miraba las tiendas, pero prestando disimulada y perspicua atención a lo que se decía en los corrillos allí formados por cómicos o saltarines, y cuidando de pescar al vuelo lo que charlaban los de la Cruz en contra de los del Príncipe
42.
En la plazuela advertí que se hablaba del asunto, y por las calles las personas se paraban preguntándose noticias, y regalándose mutuamente las mentiras de que [104] cada cual era forjador o inocente vehículo
43.
En el Pretil de los Consejos, por San Justo y por la plazuela de la Villa, la irrupción de gente armada viniendo de los barrios bajos era considerable; mas por donde vi aparecer después mayor número de hombres y mujeres, y hasta enjambres de chicos y algunos viejos fue por la plaza Mayor y los portales llamados de Bringas
44.
En la plazuela de San Felipe había alguna gente; pero la calle de Antón Trillo estaba desierta
45.
Al acercarnos a la puerta de la Caleta vimos de lejos la iluminación que había en la plazuela de las Barquillas, junto al teatro y en las barracas
46.
En la plazuela de los Caños encontraron a D
47.
Al entrar en la calle de las Veneras por la plazuela de Navalón, vio a D
48.
En la madrugada del 7 estaba en la plazuela de Santo Domingo, y una avanzada suya fue la que rompió el fuego contra los guardias en la calle de la Luna
49.
Cuando se formalizó el conflicto, al mismo tiempo que acudía Ballesteros a la Plaza Mayor, presentose en la plazuela de Santo Domingo el general Álava, y a poco rato llegaron dos compañías del regimiento de infantería de Fernando VII, un escuadrón de Almansa y una pieza de artillería
50.
Esta plazuela había recibido de la Plaza Mayor, por donación graciosa, el privilegio de despachar a los reos de muerte, por cuya razón era más lúgubre y repugnante
51.
La Comisión Militar, que era la que juzgaba a toda clase de delincuentes, tenía su albergue en un antiguo edificio de la plazuela de San Nicolás; pero el Presidente de ella frecuentaba tanto la Superintendencia que se había mandado arreglar un despacho en el ángulo que da al callejón del Verdugo
52.
-Por la izquierda a la plazuela de las Tablas, por la derecha a la calle de los Codos
53.
En el mostrador, de pintada tabla, estaba el peso de metal amarillo, que como el más fino oro de Arabia relucía, y de unos ganchos que traían a la memoria las horcas alzadas por Chaperón en la vecina plazuela, colgaban las orondas reses puestas al despacho
54.
La contestación fue que el caballero podía despintarse ya, soltar el disfraz, presentándose en el palacio de la plazuela de San Agustín lo más pronto posible
55.
Cuando terminada la requisa, y expulsado yo por el sacristán, me reuní en la plazuela con mi amigo, este me comunicó que por su puerta no había salido la moza, podía jurarlo
56.
Para poder llegar a la Puerta del Sol, tuvimos que dar un largo rodeo desde mi casa, subiendo a la plazuela de Santo Domingo y bajando por Preciados
57.
La ardiente curiosidad me picó de nuevo y asomé las narices a la plazuela
58.
Pues en una tienda de la plazuela de San Miguel, donde se vende al por mayor toda la cangrejería que viene a Madrid
59.
Desde la Plazuela de los Mostenses lo train
60.
Con sobrehumano esfuerzo recorrió la extensa línea que el primer batallón ocupaba, Plaza de Bilbao, Red de San Luis, Jacometrezo, Postigo de San Martín, hasta la Plazuela de las Descalzas, y viendo que todo iba bien y que los milicianos entregaban aquí y allí sus armas con menguada resistencia en algunos puntos, mansamente en otros, todo lo miraba como si fuera mal, y a los que debía elogiar los reñía, y su cara parecía el
61.
La plazuela, abierta sólo por un lado, ofrecía la soledad inquietante de un recodo traicionero
62.
No por donde habían subido, sino por otro callejón que iba a desembocar a la plazuela llamada Garsa El Kibira, fueron ambos a satisfacer la curiosidad y la emoción, el insaciable sentimiento que [325] nunca se hartaba
63.
Se enfurecía esta defendiendo la verdad de lo que había visto, y sin hacer caso de su fiel doméstica, que le proponía volver a casa, metiose con paso vivo por las calles del Río y del Reloj, hasta dar en la plazuela de Ministerios
64.
Antes de que llegara la escasa tropa que guarnecía la plaza, algunos guardias civiles y carabineros lograron contener a la salvaje plebe; pero no salvar a la víctima, que aún estaba entre la vida y la muerte, yacente en la Plazuela de San Fernando, cerca del mar, a donde los arrastradores querían arrojarla
65.
Y en el momento de oír Halconero el de este modo, subió del piso bajo y de la plazuela un gran estruendo; sonó un tiro
66.
Esta mañana la vi en la puerta del bodegón de la Plazuela de Lavapiés
67.
Allá se encaminó desde la calle de Don Pedro, y antes de entrar en el portal de la pollería, el mismo portal y el mismo edificio donde tuvo principio la historia de sus desdichas, una vecina le dijo que Segunda estaba en el puesto de la plazuela, comiendo con unas amigas
68.
La señá Segunda se llevó a Encarnación a la plazuela, porque la noche antes había habido fuego en dos o tres puestos inmediatos al de ella, y se pasó la mañana ayudando a sus compañeras a meter los trastos que se sacaron, y a reparar lo que de reparación era susceptible
69.
Sin parar mientes en la animación de la plazuela, en la que amén de un circo de toros que unos carpinteros levantaban por orden y cuenta del H
70.
Como saeta atravesó Santa la enfiestada plazuela, bajó la rampa del paradero de los tranvías, pasando por la enramada de una casa de juego con música y curiosos en sus afueras, y cogió a su izquierda, a campo traviesa, en dirección a Tlacopac
71.
Ya en la plazuela, mientras Elvira decíales adiós, sonó el piano, y estremecióse Santa
72.
Y la insolencia retumba en los ámbitos de la plazuela espaciosa y sosegada
73.
Después de mucho rodar, Soledad se detuvo en una plazuela recoleta, frente a un palacio de florido estilo plateresco, enorme puerta blasonada y llamativas gárgolas que sobresalían de los aleros del tejado
74.
A la casa de Lantigua llegó el rumor de los vivas y aclamaciones con que era recibido el cardenal; y pasado el bullicio procesionil y despejada la plazuela, D
75.
Interrumpida la conversación en este punto, los jinetes precedidos del guía, siguieron en silencio el camino adelante hasta llegar a una plazuela, en cuyo fondo se destacaba la negra silueta del convento con su torre morisca, su campanario de espadaña, su cúpula ojival y sus tejados de crestas desiguales y oscuras
76.
Después de golpearse la frente, como de costumbre, contra la mampara de plástico blindado, Lorencito le pagó rápidamente al taxista, un joven de cabeza rapada que mascaba chicle con la boca abierta y conducía como si manejara el volante no de un coche, sino de un videojuego, y sin detenerse a recoger el cambio, que era cuantioso, bajó del taxi y procuró perderse entre la pintoresca multitud de buhoneros y mirones que inundaba las calles adyacentes a la Ribera de Curtidores, arteria principal del populoso Rastro de Madrid, que tiene principio en la castiza plazuela de Cascorro y desciende con anchuras y turbiones de gran río tropical hasta su desembocadura en la Ronda de Toledo, arrastrando en sus rápidos todas las variedades posibles de artículos, compraventas y trueques, como una inundación que se lo llevara todo por delante, lo más opulento y lo más ínfimo, los aparadores de caoba, las bibliotecas ingentes, las grandiosas lámparas de araña y los retratos al óleo de las familias tronadas, los uniformes militares, las condecoraciones heroicas, los nobles aperos de labranza de los cortijos saqueados o subastados, los trajes de comunión de niños que murieron tísicos a principios de siglo, las planchas de hierro que usaron en su juventud nuestras madres, sus recordatorios de boda, los sillones de mimbre y metal pintado de blanco que había antes en las barberías, las brochas, incluso las hojas de afeitar herrumbrosas, las primeras maquinillas eléctricas, los discos de pizarra, las vírgenes de yeso, de celuloide o de plástico, los cassettes piratas de Plácido Domingo o de Matías Antequera, los palilleros de dientes, con y sin palillos, los prospectos de jarabes, las cajas de herramientas, las camisetas estampadas con la efigie del beato Escrivá de Balaguer, las rejas y los portones de casas solariegas, los somieres, las aguamaniles, los orinales de loza con un ojo pintado en el fondo, las máscaras antigás de la guerra del Golfo, los escapularios milagrosos de los requetés, los vídeos pornográficos, los ejemplares atrasados de El adalid seráfico y El querubín misionero, revistas en las que alguna vez ha colaborado Lorencito Quesada, las bocinas en forma de loto de los gramófonos, los primeros pick-ups, los radiocassettes recién robados, los almanaques de la Unión Española de Explosivos, los de Café-Bar El Rábano, comidas económicas, y los Transportes Marcelino, las máquinas con manubrio para embutir chorizos, las latas de especias marca Carmelita, los aislantes cerámicos, los conmutadores de pera, las cucharillas descabaladas de una cubertería con las iniciales JM, los cromos sueltos, en color, de Ben-Hur, de Molokai, de Mazinger-Z…
77.
policía del condado de Baltimore estaba aparcada en la plazuela semicircular de la entrada
78.
El coche salió a una plazuela y mientras la cruzaban, apareció detrás de ellos un CRS en motocicleta, haciéndoles señales con el faro
79.
Estábamos en la plazuela, frente al café, cuando me decidí a hablar
80.
Bajaban por la plazuela de Antón Martín hacia la calle de Atocha, desierta a tales horas
81.
Evidentemente, me había visto, sin darse, por enterado; noté que su mirar no estaba nunca fijo en su interlocutor y se paseaba constantemente en todas direcciones, como el de un animal asustado o el de un charlatán de plazuela, que mientras que está echando su discurso y enseñando su ilícita mercancía, escruta, sin volver la cabeza por eso, los diversos puntos del horizonte por donde pudiera llegar la policía
82.
En el instante preciso en que llegábamos a una plazuela, ocurría allí un pequeño tumulto, cuyo alboroto no podía explicarse suficientemente por el barullo de las transacciones
83.
Louis, una encantadora plazuela escondida entre rue St
84.
Como no había ningún prado ni plazuela, los niños habían de jugar en la calzada, esquivando los carros y soportando las maldiciones que les dirigían desde los pescantes
85.
Llegó a la plazuela de Afligidos y la ocupó casi toda, uniéndose a los que, entrando por el Portillo, habían llegado un poco antes
86.
-En la plazuela de Afligidos
87.
Tendremos una guillotina en cada plazuela»
88.
Dirigiéndose a la reja, y mirando hacia la calle, señaló una casa de la acera de enfrente hacia la plazuela de las Comendadoras
89.
Don Pompeyo, que daba diente con diente, de frío con fiebre, se detuvo en lo más alto de la calle de la Rúa para contemplar aquella muchedumbre apiñada a los pies de la torre, en tan estrecho recinto, cuando podía extenderse a sus anchas por toda la plazuela
90.
Durante varias horas, hasta que los camiones de Moscoso limpiaron las calles, gentes que no se sabía de dónde salían, estuvieron bailando en la plazuela, entre la Iglesia, la Residencia y el Hospital