1.
tez, sin embargo juraría que lo hizo
2.
alcanzó las calles del pueblo y paseó su garbo y su tez morena por entre los tilos, diciendo, aquí estoy yo
3.
Por fin una mujer agitanada y con faldas depercal rameado, el talle muy bajo, un pañuelo caído por los hombros, elpelo lacio y la tez crasa y de color de terra-cotta, se pareció porallí de repente, y quiso dar una lección a las vecinas delante de lasseñoras, diciendo que ella tenía agua de sobra para despercudir y chovelar a aquel ángel
4.
Tiene un bello pelo rubio abundante y sedoso; susojos son azules; su tez es blanca y fina; sus manos, estas bellas manosque urden los encajes, son blancas, carnosas, transparentes, suaves
5.
deslumbrador de la tez, delcabello, de los ojos de Luciana
6.
talanimación en esa tez? ¿Pues cómo estaré yo entonces, con
7.
Tenía la tez pálida, y sus ojos, negros, despedían un fulgor extraño
8.
En cuanto á la tez, las formas y la estatura, los Canichanas no seapartan de los Moxos: por lo tocante á las
9.
La tez de los Movimas es idéntica á la de los Moxos
10.
Por la tez, el alto porte de los hombres, sus robustas formas, susmiembros fornidos, sus facciones regulares
11.
Su tez es igual á la de los Moxos; su estatura parece menor; pero susformas y facciones reunen totalmente
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llenas de hilos que lasescurecen, y no se veen con la lisura y tez de la haz; y el traducir delenguas
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ybrillantes, los labios secos y la tez muy pálida
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sienes, y la tez algo encendida, comoazotada por el frescor del
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Llegó entre los últimos, con la tez verdosa, la expresión
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tez, por lomacizo y bien torneado de su talle
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parecía dormida; su tez estabacoloreada y su respiración era
18.
arrugas de su rostro y el mal color de su tez, impregnadadel polvo de los libros y de las piezas
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ingleses, con todas las condecoraciones que adornansus pechos y su tez curtida por el sol de
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la decoración, pues quiere que sea de color amarillo, para quevenga bien a su tez,
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moreno de su tez sentaba bien a las sombras espesasen que quedaba encerrada
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dulce mirar, la tez pálida ydelicada, como suelen tenerla los
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sonrosada tez y por su dulce y buena pasta el Merenguede fresa, hasta lo que llaman en el Brasil
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blanca la tez, enrojecido el labio,
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Era comolas vírgenes patronas de los pueblos: la tez, con pálida
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tez rosada, y ungracioso hoyuelo en la barba
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Tenía el rostro compungido y desapacible, pálido y ojeroso, áspera ymorena la tez, con el circuito de los ojos como si acabara de llorar;las cejas muy negras y pobladas; la boca un poco grande y con ciertagracia innata, casi desfigurada por el mohín compungido de sus labios,hechos á la modulación silenciosa de
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arena blanquizca y su tez descolorida por elpolvo; las pestañas, cenicientas; los
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parecían trazados con untizón sobre su tez color sebo
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labios y grandes y blancos dientes que hacíanresaltar la negrura de la tez
31.
Superfil aguileño y su tez hacían
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tez, los ojosachinados, oblicuos
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Nacido en una provincia del interior, con la tez algo cobriza,
34.
abuela, tenía el cabello y losojos negros y la tez de un moreno
35.
El buen Pep, ceñudo, con una palidez verdosa en su tez
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niñas eran de tez muy obscura, casinegra, que hacía resaltar las
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tez cobriza, con los reflejosverdosos de la vegetación tropical, tomaba un tono de
38.
»Las facciones han perdido su regularidad y su gracia; la tez, todavíaplagada de
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tez la pelusa de los albérchigos cuando no les hantocado y cuelgan aún en la rama
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sobre la marchita tez; el párpadocaído, hundidas las sienes y desaliñado el cabello, parecía el ex
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Hasta el momento sólo sabía que se trataba de un hombre joven, de tez blanca y
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Tenía los ojos desorbitados y su tez había palidecido; en sus sienes destacaba el latido de las venas y su voz, ronca, se tornaba cada vez más grave
43.
Bajo su tez pálida latían con violencia las venas de sus sienes y, con labios temblorosos y los ojos entornados, miraba intensamente a su hija
44.
–No, no lo he hecho -se entristeció el soldado visitante, tanto que cesó en su deambular y su tez palideció-
45.
Su tez palidecía y un aire de abatimiento descendía sobre todo su ser al comprobar cuan indigno era de ella, cuan inferior en todos los sentidos
46.
En su manera de arrodillarse junto al agua, con el pelo suelto y el hueso de restregar en la mano, recobraba una silueta ancestral que la ponía mucho más cerca de las mujeres de aquí que de las que hubieran contribuido con su sangre, en generaciones pasadas, a aclarar su tez
47.
Bizqueaba mucho al mirar y tenía la tez muy blanca
48.
Debajo del maquillaje, la tez debió palidecer intensamente
49.
Es que tiene una tez que ya la quisiera usted para los días de fiesta
50.
Renata le contemplaba amorosa, porque en aquel momento Villefort, con sus ojos azules, su pálida tez y sus patillas negras, estaba, en verdad, apuesto y elegante
51.
Era éste un hombre más alto que bajo, con unas patillas pequeñas y rojas, la tez blanca, y los cabellos también rojos
52.
En cuanto a mí, siempre veo al joven soldado de pálida tez y brillantes ojos, y cuando el ángel de la muerte descienda hasta mí, estoy segura de que reconoceré a Selim
53.
Allí también el desconocido restaurador le había vuelto a pintar el pelo con un amarillo intenso, como polvo de oro, y la tez con ardiente esmalte
54.
Nos parecían los más vivaces dos retratos colgados junto a un hogar; el de un señor, ennegrecido por obra del tiempo, con ancha boca y azulada tez, y el retrato, hecho al pastel, de una señora
55.
Manuel, el jardinero español, saludaba a los visitantes y, siempre atento, obsequiaba con un ramo a las señoras y con una simple flor para el ojal a los caballeros, con su morena tez arrugada por las sonrisas
56.
Era él un apuesto y altivo guerrero, de unos treinta años, más bien alto, de tez blanca, robusto y musculoso, con la barba castaña y el cabello de idéntico color, ojos vivos, ardientes, que denotaban el ardor y el arrojo del turco asiático, y facciones correctas y enérgicas
57.
Ella, bellísima, de bastante menos edad que su esposo, esbelta y graciosa, tenía los ojos negros como el azabache, boca adorable, adornada por una doble hilera de perlinos dientes y la tez morena corriente en las mujeres meridionales
58.
El hombre tenía la tez gris, inerte y seca, como si la fiebre lo hubiera consumido, los labios partidos y un largo arañazo en el pómulo
59.
No supo si se quedó dormido o si de nuevo perdió la consciencia; el caso fue que al cabo de ignoraba cuánto tiempo, al abrir de nuevo los ojos las personas que le estaban observando eran dos: el gigantesco individuo que le había suministrado la bebida y una anciana de pelo blanco, mirada amable, ojillos risueños, tez muy pálida, menuda, que todavía lo parecía más al lado de aquel individuo
60.
Al punto se personó en la estancia un gordo eunuco de tez oscura, con la cabeza cubierta por un turbante y una gruesa cadena de oro de la que pendía un medallón de jade en el cuello, un colgante que le llegaba hasta el generoso escote de su abierta túnica
61.
Tenía la tez del color de la leche de tres días y el pelo del de un cielo de Londres tiznado de ceniza y humo de carbón; la ropa que llevaba recordaba el tono del Támesis en el sucio tramo de Wapping
62.
A Geralt le pareció percibir un ligero rubor en la tez de Chireadan
63.
miran a las muchachas de tez clara
64.
Jamás había visto una tez semejante, un cabello tan sedoso, unas piernas tan largas y una pasión tan sinuosa que toda ella era un regalo del cielo
65.
La puerta se abrió y entró Rodrigues, con grandes ojeras oscuras y la tez cenicienta
66.
El color de su tez lo proclamaba, y su miedo también
67.
Era de una sin igual hermosura, con una tez delicada, suave y deliciosa
68.
Porque era una joven de quince años, más bien menos que más, derecha como la letra alef, con una cintura que desafiaba a la rama tierna del árbol han, con una frente deslumbradora, como el cuarto creciente de la luna en el mes de Ramadán, con cejas rectas y perfectamente trazadas, con ojos negros, grandes y lánguidos, cual los ojos de la gacela sedienta, con párpados modestamente bajos y semejantes a pétalos de rosa, con una nariz impecable como labor selecta, una boca minúscula con dos labios encarnados, una tez de blancura lavada en el agua de la fuente Salsabil, un mentón sonriente, dientes como granizos, de igual tamaño, un cuello de tórtola, y lo demás, que no se veía, por el estilo
69.
Se llama Rhoda; tiene los muslos algo gruesos, pero también una tez cetrina sedosamente atractiva
70.
Todo su cuerpo comenzó a temblar y el poco color que animaba su tez desapareció
71.
El negro rabioso del pelo armonizaba con la tez, de un bronceado finísimo con veladuras de rosa
72.
Druso estaba muy orgulloso de su pequeño, Druso Nerón, un niñito gordinflón de tez oscura de menos de dos años
73.
El color era más moreno; pero en su tez resplandecía la salud; su seno, más [213]
74.
¡Señor! ¡Hay que ver cómo despiertan mis sentidos en esta excelente atmósfera! ¿Parece mi tez más brillante, señorita? ¿Quiere echar una carrera conmigo, señor Moody, o me obligará a retroceder saltando como una rana? No estoy loco, mi querida jovencita, sólo estoy contento
75.
-No, por Dios, no estime en tan poco su tez morena, ni el parentesco con los ángeles de Murillo
76.
La tez era del color de la cera más blanca, el cabello negro, los ojos garzos y tristes
77.
Entramos, y lo primero que me eché a la cara fue una mujerona de buen ver, alta de pechos, la tez morena, los ojos fulgurantes, de una categoría mixta, pues si por el continente y la finura del rostro parecía señora noble, su habla y modales denunciaban la mujer del pueblo
78.
Admirable era su tez, de blancura un tanto marfilesca, sin ningún afeite ni polvos, ni nada más que lo que al pincel [162] de Naturaleza debía; hechicera su boca fresca, estuche de los mejores dientes del mundo; arrebatadores sus ojos negros, con un juego de miradas que recorrían todos los registros, desde el más burlesco al más ensoñador; deliciosas las dos matas de pelo castaño que se partían sobre la frente, extendiéndose en bandas, no con tiesura pegajosa, sino con cierta ondulación suave, un trémolo del cabello que iba a parar tras de la oreja, bordeándola graciosamente
79.
En el enjambre bullicioso distinguí las rudas facciones del bereber, de ojos encendidos y ágiles movimientos; vi los negros del Sus, de expresión triste y dulce mirar; los muladís, o mestizos de sudanés y bereber, veloces en la carrera y astutos en la intención; vi el árabe de Oriente, cuyo rostro, de belleza descarnada, trae a la memoria la imagen del Profeta, y el árabe español o granadino, de fina tez, fácilmente [236] reconocido por su compostura aristocrática
80.
Reflexiona en esto, Santiago mío; piensa en el mañana, en los años que vuelan llevándose nuestras ilusiones, llevándose la fina tez, el brillo de los ojos, la frescura de las carnes, y con esto el genio alegre que endulza la vida»
81.
Era de ventajosa talla; en las anchuras moderada, en las delgadeces recogida; la tez morenita, la boca no pequeña, roja y dulcísima
82.
Sus mejillas, sonrojadas por el calor de la chimenea, resaltaban más su blanca tez y el rojo de sus gruesos labios
83.
Todo esto se encontraba coronado por tan magnífica cabellera rubia, por una tez tan maravillosamente pura, por tal gracia en la expresión, que el general D'Hubert no tuvo jamás oportunidad de considerar con la suficiente lucidez las nobles exigencias de su orgullo
84.
Tenía la tez lechosa y lampiña, y, a la escasa luz de la habitación, la fina membrana de sus párpados era de un leve azul magullado
85.
Tenía la tez rosada a causa del frío, y los ojos chispeantes
86.
Lucy parecía casi en estado de choque, era presa de violentos temblores y tenía la tez muy pálida
87.
Su tez tenía el color de quien está a punto de sufrir un síncope; y mi sobrina había desaparecido
88.
– Tenía los hermosos rasgos y el cabello rubio húmedos de sudor, y sus fríos ojos azules refulgían en contraste con su tez bronceada
89.
Sforza, duque de Milán, era conocido como «el Moro» debido a su tez morena
90.
El guardia miró a la muchacha y pensó que era la más hermosa que había visto en su vida, aunque los ojos azules estaban desorientados y la tez pálida
91.
El sepulturero arrancaba las malas hierbas de entre las lápidas para que las raíces no arañaran a los muertos, y la vio pasar con la tez pálida y un jadeo que rivalizaba con los graznidos de las urracas
92.
Los recolectores vuelven a sus casas con los bolsillos llenos de dinero; llegan a la comarca con las mejillas hundidas y regresan con el rostro sano y rojizo, y la tez y las manos requemadas por el sol
93.
Los hermanos se parecían física y moralmente: más bien altos, con la nariz flamígera, aguda y un tanto respingona, el labio superior levantado en su media parte dejando asomar unos incisivos agudos, la tez blanca en contraste con el apéndice nasal; el uno peinado como cepillo, el otro con largas crenchas morenas partidas sobre la frente estrecha; un tanto flamencos en el vestir, muy cuidadosos del lustre de sus botas, las manos anchas, los dedos cortos, las uñas limpias; luciendo camisas blancas abotonadas, sin corbata, tocados de gorras claras, y muy fumadores
94.
Su tez había adquirido el color del cuero
95.
Tenía la tez rojiza, las facciones anchas y los pómulos altos
96.
Bajo los rayos del sol su rostro parecía descolorido y las cejas negras ofrecían un aspecto artificial en contraste con su lívida tez
97.
La tez de su madre era de un gris fantasmal
98.
La luz de la lámpara que había sobre la mesa reveló una tez tan pálida que casi era transparente
99.
Su tez es pálida; la morena encantadora
100.
Mire usted: a mí no me grita nadie, y menos en Santo Domingo, donde no acepto que venga un forastero de tez pálida a levantarme la voz