1.
Haremos, pues, la descripción de aquellaparte, destinada á los espectadores, y más adelante, cuando llegue laocasión oportuna, trataremos de las restantes[290]
2.
Tan extraño desorden, casi frisandocon la caricatura, se muestra ostensiblemente en El Atila furioso,obra patibularia, sobrecargada de toda especie de horrores, en la cualaparecen á la vista de los espectadores, del modo más espantoso, más decincuenta personajes
3.
Altas palmeras refugio de la luz del sol ardientes espectadores, ofreciéndoles un agradable frescor
4.
Lo recuerdo como si fuera ayer, cuando uno de ellos, después de haber asegurado, escupido en su cara entre los atronadores aplausos de los espectadores
5.
sobre la opinión pública y moldean la dependencia de los espectadores ante ella”
6.
solípedo,apartáronse con precipitación los espectadores y
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curiosidad ó por elinterés que les inspirara la suerte de los espectadores
8.
Había en las dos versiones tan diferentes[7] un tal acento de verdad yde convicción, que los espectadores se miraban con extrañeza
9.
El pelotón de espectadores corrió por las calles en dirección al
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—¿Dónde está?—preguntaron varios de los espectadores del
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sentían, comenzarona hablar con los espectadores de las
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Los espectadores salen del teatro
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un clamoreo de los espectadores
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hayan ocupado,y se convierten en simples espectadores que
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carácter de los espectadores, y, sinque ellos lo adviertan, les
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reciben y si ponéis en unabalanza de equidad de una parte el talento del artista y de otra losbravos y el dinero de los espectadores, pesará más, ciertamente, eltalento
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el círculo de curiosos que siempre le envolvía era cadavez más estrecho; que entre los espectadores,
18.
Los espectadores suspenden hasta el aliento y clavan en ellas la vistacon una fijeza magnética
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los espectadores, que él creía embargados por un sentimiento
20.
Cuando la sangrecorre a torrentes, los espectadores
21.
haciendola admiración de los espectadores; la Suecia mira uno en su pináculotodavía;
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abiertotodavía á la curiosidad de los espectadores
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largo delas paredes y servían de asiento a los espectadores
24.
Lacuriosidad de los espectadores estaba en extremo
25.
El movimiento de los espectadores de la sala les dio a entender
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mitad de los hombres, y por espectadores a laotra mitad de ellos, a todas las mujeres y niños y a
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alto,mientras los otros espectadores huían, refugiándose en el
28.
En seguida se dispersaron los espectadores y tan luego como
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y los espectadores de aquella escena los contemplaron algúntiempo en silencio,
30.
espectadores, yasí los soldados como las gentes del pueblo le prodigaron sus aplausos
31.
contento á los espectadores que habían salidodel puerto en
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insistía, y los espectadores comenzaban asospechar que yo era un hombre cruel
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en la Edad media por culpade Perales—con los espectadores que la rodeaban a ella en
34.
que el público; huboun murmullo de admiración y muchos espectadores se atrevieron a volverel
35.
El grupo de los espectadores colocado en la cima del monte, se
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espectadores, y habían querido ocupar un lugar depreferencia,
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Mientras mayor era laafluencia de éstos, menor era el paso a que se les permitía moverse; deque resultaba a menudo un ejercicio muy monótono, no desaprovechado enverdad por las señoritas, cuya diversión principal consistía en irreconociendo a sus amigos y conocidos, entre los espectadores de lascalles laterales, y saludarlos con el abanico entreabierto, de la maneragraciosa y elegante que sólo es dado a las habaneras
38.
(El profesor que se encuentra más cerca de los espectadores comienza aleer con
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deja sumidos a los espectadores en profundaconsternación, sin haber podido
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consternación se pintaba en el rostrode los espectadores,
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espectadores, dellujo de las señoras
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De pronto movíase la gente en una sección del tendido:poníanse los espectadores en
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espectadores que salían de la plaza
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de una excavación pompeyana, entre el pasmo y laconsternación de los espectadores, movidos
45.
viendo, la astuta cortesana se ofrecia á los espectadores con eltraje muy escotado, luciendo la espalda y el
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espectadores que hay de pié en el parterre y que se situan á derecha é izquierda entre la pared y las
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Enel centro se halla un tablado de unos 5 pies de elevación y rodeadode galerías de caña, á las que llegan los espectadores y pagan conarreglo á la proximidad y
48.
Había empezado el espectáculo de luz y sonido, para varios millones de espectadores
49.
Al grupo de espectadores, cada vez más numeroso, aquello le resultó muy divertido
50.
El ilusionista caminó ante la hilera de espectadores y se detuvo frente a la muchacha a la que había estado observando
51.
La muchacha aplaudió entusiasmada mientras el mago seguía avanzando ante los espectadores con el entrecejo fruncido, como si le hubiera desilusionado lo que había descubierto
52.
El estruendo que resonaba sobre su cabeza la hizo suponer que se encontraba directamente debajo de las gradas de los apiñados espectadores
53.
Jadeante, el joven escrutó a los espectadores
54.
Y en medio de la expectacion general ensayo su metodo, que consistia en clavar los codos en los espectadores y deslizarse entre sus cuerpos, ya que era de pequena talla
55.
Las puertas se abrieron; en las primeras filas de espectadores estaba Simon; los dos amigos le reconocieron, y el tambien les vio
56.
Siempre había espectadores junto a las vallas de tela metálica, siguiendo detenidamente uno u otro de los partidos que se jugaban
57.
Aparte del informe médico y de la identificación del cadáver poco hubo para satisfacer la curiosidad de los espectadores
58.
En un ángulo de ésta se había formado una gran aglomeración de gentes que miraban hacia arriba, presenciando los virtuosismos de un funámbulo que iba hacia delante y hacia atrás a lo largo de una cuerda tensada entre dos edificios, esforzándose por seguir el sonido de la flauta de un chiquillo rubio, casi albino, de aspecto demacrado, que estaba en pie en medio del corro de espectadores
59.
El héroe seguía andando, soberbio, a pesar de las advertencias vociferadas de los espectadores de los «bancos»
60.
{60} La cuestión no era saber si la pareja saldría del paso, no estaba permitido dudar de eso, sino tan sólo descubrir cómo lo haría, lo que explicaba que tantos espectadores, árabes y franceses, volvieran la semana siguiente para ver a los enamorados detenidos en su caída mortal por un árbol providencial
61.
Finalizadas las operaciones de atraque, los soldados desembarcaron en el muelle delante de una multitud de espectadores
62.
Igual que aquellos labradores que, de haber podido, les hubiesen ahogado en la fosa a él y sus compañeros, ociosos aunque interesados espectadores de su fatigoso trabajo
63.
En vista de su indiferencia, el ejemplo de los primeros era seguido por muchos espectadores y en la calle oscura, al resplandor del incendio, se veía huir por todas partes sombras deformadas por las llamas y por los objetos o por los muebles que llevaban a cuestas
64.
Y como si el cantante no hubiera estado esperando más que ese movimiento del público o, más exactamente todavía, como si el rumor del patio de butacas le hubiera corroborado en lo que sentía, en ese mismo momento avanzó de un modo grotesco, con los brazos y las piernas separados, en su atavío clásico, y se desplomó entre los idílicos decorados que siempre habían sido anacrónicos pero que a los ojos de los espectadores no lo fueron hasta aquel momento, y de modo espantoso
65.
José María Alfaro -¡ay, José María Alfaro, poeta principiante y amigo, más tarde miembro del Comité Nacional de Falange y ahora embajador de Franco en Argentina!– leyó entre estruendosas aclamaciones, llenas de sorpresas para los espectadores, los nombres de los jefes republicanos condenados en la cárcel y de quienes cuidadosamente, durante la mañana, nos habíamos procurado la adhesión: Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos, Largo Caballero… Unamuno envió desde Salamanca un telegrama que, reservado para el final, hizo poner de pie a la sala, volcándola, luego, enardecida, en las calles
66.
Sin embargo, tan pronto el guardia comenzó a disparar a través de las ventanas, todos se dispersaron para regocijo de los excitados espectadores
67.
No es de extrañar que se rieran, pues la expresión de la cara de Laurie era cómica, mirando alternativamente a aquellos inocentes y a los divertidos espectadores con espanto y consternación tales que Jo se sentó en el suelo a llorar de risa
68.
Las risas de los espectadores fueron tales, que hubo necesidad de suspender Página 91 de 230
69.
En estos balcones, trescientos mil espectadores romanos, italianos, extranjeros venidos de las cuatro partes del mundo; reunidas todas las aristocracias de nacimiento, de dinero, de talento; mujeres encantadoras, que sufriendo la influencia de aquel espectáculo se inclinan sobre los balcones y fuera de las ventanas, hacen llover sobre los carruajes que pasan una granizada de confites, que se les devuelve con ramilletes; el aire se vuelve enrarecido por los dulces que descienden y las flores que suben; y sobre el pavimento de las calles una turba gozosa, incesante, loca, con trajes variados, gigantescas coliflores que se pasean, cabezas de búfalo que mugen sobre cuerpos de hombres, perros que parecen andar con las patas delanteras, en medio de todo esto una máscara que se levanta; y en esa tentación de San Antonio soñada por Cattot, algún Asfarteo que ve un rostro encantador a quien quiere seguir, y del cual se ve separado por especies de demonios semejantes a los que se ven en sueños, y tendrá una débil idea de lo que es el Carnaval en Roma
70.
De aquí resulta que el primer acto transcurre de parte de los espectadores que van llegando, no en mirar o escuchar la pieza, sino en mirar entrar a los espectadores que llegan, y no oír más que el ruido de las puertas y el de las conversaciones
71.
Los kif circulaban por la rampa número 28, sin hacer caso de los horrendos espectadores que parecían vigilarles
72.
Dhundia comprendió, por una señal hecha, que debía aguardar en aquel sitio, y se mezcló con los espectadores que se afanaban frente al espectáculo
73.
Un vasto recinto circundado por galerías y palcos cubiertos de toldos para reparar a los espectadores del intenso sol, emergía en medio del espacio abierto
74.
Morn y Tara salieron juntos de la taberna y se unieron al grupo de espectadores
75.
Orik ignoró a los espectadores y torció a la izquierda para dirigirse hacia una de las lejanas puertas de Tronjheim
76.
Melecio era el único artista digno en el cabaret donde trabajaba por las noches, los demás formaban un elenco deprimente: un coro de maricas denominado el Ballet Azul ensartados por la cola en lamentable desfile, un enano que realizaba proezas indecentes con una botella de leche y un caballero de ciertos años cuya gracia consistía en bajarse los pantalones, volver el trasero hacia los espectadores y expulsar tres bolas de billar
77.
Pero la Televisora Nacional no les dio respiro a los pacientes espectadores y de inmediato lanzó al aire mi novela, que en un arrebato sentimental llamé Bolero, como homenaje a esas canciones que alimentaron las horas de mi niñez y me sirvieron de fundamento para tantos cuentos
78.
Una exclamación ahogada escapa del círculo de espectadores cuando lentamente Caupolicán comienza a andar a pasos cortos, midiendo sus fuerzas para que le alcancen durante las horas necesarias
79.
Una ovación espontánea salió de las gargantas de los espectadores a los que la demostración de fuerza del mozo había cautivado
80.
Cuentan que algunas noches en el Teatro Real, cuando aparecían en escena determinadas personas, los ojos de muchos espectadores se dirigían hacía el palco real
81.
No hace sino chupar cámara de la CSPAN para los espectadores que siguen la sesión
82.
Los espectadores más afortunados fueron los muertos: varias decenas habían quedado ciegos, mutilados o destrozados para toda la vida
83.
Pero ¿por qué razón Dindò había sentido la necesidad de escribir obsesivamente la palabra «justicia»? A lo mejor le había ocurrido lo que a ciertos espectadores de salas cinematográficas populares, que se meten tanto en la película que intervienen con comentarios, sugerencias y consejos dirigidos a las sordas sombras de la pantalla, las cuales siguen inexorablemente el camino trazado por el destino y el guionista
84.
Esta vez la representación tendría un mayor número de espectadores: los enfermeros, los médicos, el propio profesor De Caro
85.
Era una lástima que los espectadores de (y fuera de) la Tierra no pudieran disfrutar de las
86.
A la hora establecida, con una precisión teutónica, el haz blanco de la torre de luces empezó a explorar el cielo mientras una música de película de terror ensordeció a los espectadores
87.
El hombre del frac se dio cuenta de que había algo que no cuadraba y animó a los espectadores:
88.
En las dos primeras, Boysie no tenía papel, pero por fin apareció en la última, con gran regocijo por parte de los pequeños espectadores, que gritaban alborozados al verle caminar sobre las cuatro patas, revestido con la gruesa y peluda piel con que le habían visto los muchachos el viernes por la tarde, a través de los cristales de la ventana
89.
No cabía la menor duda de que el actor había pasado la tarde en el cine, despertándose cada vez que se rompía la cinta a consecuencia del bullicio de los impacientes espectadores
90.
El señor Goon subió a la plataforma del tiovivo entre la expectación de gran número de espectadores y curiosos
91.
De pronto, Gibson se puso en pie de un salto y se dirigió hacia la parte trasera del avión, donde empezó a revolver su equipaje, de espaldas a los intrigados espectadores
92.
Felicísimo aparecieron al fin como objetos extraídos de una excavación pompeyana, entre el pasmo y la consternación de los espectadores, movidos quien de curiosidad, quien de codicia
93.
Los dos espectadores de este monstruoso acto de corrupción parecieron en un principio estar prestos a intervenir, pero al propio tiempo daban la impresión de experimentar un cruel placer al presenciar aquel espectáculo
94.
Los cautos y aprehensivos doctores que se enfrentaban a él comprobaron con alivio que no trataba de romperles los brazos y que se concentraba en perfeccionar las diversas fintas y movimientos que tanto gustaban a los espectadores
95.
Aún oigo las olas de Peniche en Tavira, Margarida, las olas de ese invierno, aún oigo la sirena de la fábrica de conservas que llama a los obreros y la espuma bajo las losas, y me acuerdo de la forma en que los presos me quitaban las energías mezclándome barbitúricos en la sopa, y me llamaban, cuando yo estaba solo, imitando la voz del director de Santo Tirso, la voz de Alice, la voz de mi padre, que me obligaban a regresar al pasado a fin de interrumpirme el presente, y no sólo los presos sino el que mandaba, y los guardianes, y el abogado que desparramaba hojas sobre la mesa de la sala de consultas, Hoy lo encuentro de mejor aspecto, señor mayor, tal vez podamos trabajar en el sumario, y no sólo el abogado sino mi familia, y tú, Margarida, que te escuchaba conversar con ellos, y yo, que me negaba a dormir por miedo a que me vaciasen un cargador en el corazón, yo que asentía Realmente tengo un aspecto estupendo, doctor, ustedes no han conseguido abatirme, y él Antes de comenzar con las tonterías, señor mayor, quería preguntarle si aceptaría entrevistarse con el coronel Gomes y su abogado, y yo ¿El coronel Gomes?, y él Entró ayer en la cárcel, el señor teniente ha permitido que nos entrevistemos para hablar, y yo, juntando los fragmentos del puzzle, ¿El coronel Gomes es quien dirige la trama, doctor?, y el barco salvavidas callado, y la sirena callada, y hasta las olas calladas contra los muros del fuerte, y el coronel Gomes que extendía la palma hacia mí, con pantalones de sarga, tiritando bajo un abrigo viejo, Buenos días, Valadas, ¿ya no se saluda a los amigos?, y yo A los amigos sí, mi coronel, el problema es que usted no es un amigo, y su abogado Por el amor de Dios, señor mayor, el señor coronel Gomes tiene gran estima por usted, y el coronel Gomes Fui yo quien le avisó de que la Policía lo buscaba, y yo La mandó a mi casa, diga mejor que la llamó por teléfono y la mandó a mi casa, y el coronel Gomes No estoy aquí para escuchar insinuaciones groseras, no estoy aquí para escuchar insultos, y mi abogado Le pido disculpas, señor coronel, el señor mayor no ha querido ofenderlo, casi un año de cárcel deja los nervios destrozados, y el coronel Gomes, más sereno, Que se retracte y olvidaré este episodio, y su abogado a mí Lo que nos interesa es establecer una estrategia común, decidir lo que puede decirse y lo que no, que el Delegado del Ministerio Público es duro de roer, y yo, En el juicio no diré ni pío, y no dije nada, condenaron al coronel Gomes a once años y lo expulsaron del Ejército, el comodoro Capelo, promovido a almirante, dio testimonio, me pareció ver a Alice entre el público, en una de las filas traseras, entre su madre y su marido, pero cuando miré con atención eran otros los espectadores y no ellos o los lugares estaban vacíos, el juez postergó mi sentencia por consejo de los médicos, regresamos a Peniche en una furgoneta blindada, y el coronel Gomes, a mí, Once años, Valadas, yo no duro once años, cuando salimos del Tribunal reparé en su mujer, una señora que lloraba, y yo Espero que no dure, mi coronel, que ya tengo adversarios de sobra, y al llegar a Peniche tronaba, el cielo se hendía con heridas de relámpagos que recortaban la villa, que recortaban el mar, tomando las sombras fosforescentes antes de esconderse en sus pliegues de tinieblas, un barco, casi en la línea del horizonte, flotaba sobre nubes que supuraban lágrimas rojas, las casas se desmoronaban, los almacenes de los pescadores y las traineras ancladas se deslizaban hacia la plaza, el farallón, amputado, mostraba sus visceras de pizarra, liberaba enjambres de aves aterradas, y a la mañana siguiente el coronel Gomes se ahorcó en la celda, y cuando lo vi, antes de que lo cubriesen con el abrigo y un saco de arpillera, no me pareció verlo morado ni con la lengua fuera, sino con las pupilas apagadas en una expresión amable, de modo que pensé Se ha dormido, no se ha ahorcado ni nada, se ha dormido, a pesar del verdugón en el cuello y de los hombros crispados, pensé Se ha dormido, ha fingido que se ahorcaba para intentar engañarme, y entonces me acerqué a él, le puse el pulgar en la frente y estaba fría y con manchas color de vino en la raíz del pelo, y las botas en el extremo de las piernas, Margarida, se me figuraron vacías como los zapatos de los mendigos