1.
León no se leconocieron en la vida más que un par de botas, unos pantalones de colorde ceniza muy sufridos, una levita y un enorme sombrero de copa, todoello tan limpio, tan planchado y reluciente que siempre pareció queacababa de salir de la tienda
2.
Por esta yotras razones se la llamó la levita del desierto; porque segundaba elmilagro de los israelitas viajando por los desiertos de la Arabiadurante cuarenta años, sin menoscabo de sus vestidos
3.
Hundiose en los abismos del ayer la levita antigua, con todasu mugre, testimonio lustroso de luengos años de cesantía y de arrastrarlas mangas por las mesas de las redacciones
4.
haciendo subiry bajar la manga de la levita con todo el hueco de
5.
mí la sotana, a usted la levita, y a estejoven el saquito corto
6.
la estrecha yperdurable levita, puesto en las rodillas el gran pañuelo de algodón, decolor
7.
levita, que con la dichosa «lucha por la existencia»justifican rapiñas legales que merecen un
8.
deslizó en suabrochada levita y preguntó con indiferencia cuánto
9.
devoraba, se despojó apresencia de todos de la levita, y se puso
10.
Excitado el amor propio, sedespoja de la levita
11.
es, demirar con cierta insistencia las mangas de la levita a fin de descubrirsi era
12.
Un caballerotuvo la ocurrencia de quitarse la levita; los demás le
13.
un manuscrito guardado en elbolsillo interior de su larga levita
14.
amigo que le criticaba suindiferencia por el corte de una levita
15.
un botónmulticolor con que hacer florecer el ojal de la levita, es
16.
En el bolsillo de su levita se encontró ladeclaración de Lea probando la inocencia de Jacobo, que fué
17.
levita y bastón con puño de oro, venerablessabios, más creyentes en Dios que en la
18.
la natural distinción con que llevaba la levita
19.
en losbolsillos de sus anchos pantalones, tiradas hacia la espalda las solapasde la levita consabida, y el
20.
con trabajillos y todo, parecieron pantalón, levita, chaleco ysombrero, para las piernas, tronco, cuello y
21.
con un dedo la cadena del reló, mientras á la descuidadatentaban con la otra mano el paño de su levita,
22.
empezando por largar el chaquetón y porvestirse la levita de paño fino, y por echarse el gran reló y la
23.
un individuo que iba con levita por las callesde Buenos{156} Aires; los cuchillos están
24.
profirió otra arenga el judío Zarachías Levita enfavorable sustentacion de lo dicho
25.
ricos, cuantos recibían eltratamiento de don, estaban de levita y castora, hasta con frac dos otres,
26.
La levita que lleva usted puestabien vale la seda que mi hija ha lucido hoy y que
27.
El doctor Trevexo volvió a guardar los papeles en la levita y selevantó
28.
muy tirado de levita y sombrero de copa, con el aspecto gravey entonado de uno de
29.
imploraban el pan con el rubor y la timidez de su levita raída,que hacían reír con lo
30.
LOS PROLETARIOS DE LEVITA
31.
Pero volvamos a los proletarios de levita
32.
¿Cómo van a fijarselos gobiernos en el proletario de levita si el proletario de
33.
eltintero, lo sepultó en el fondo de la levita y se puso de nuevo a
34.
pero su padrino lesubió también el cuello de la levita
35.
debajo deuna levita comprada con mil ahogos, y los pocos que tenían algún
36.
veinteaños por la corrección con que sabía llevar la levita así
37.
odiaba las repúblicas, gobiernos depelagatos con levita, de
38.
y al calor, puesto de levita en todo tiempo,siguiendo su
39.
elegancia: levita azul conbotón de oro todos los días, y en las
40.
Vestía de negro, con levita y
41.
ropajes deloficio con una levita cerrada y todos los accesorios
42.
Ahí está; si él fuera vestido, de levita, y hablara en extranjero
43.
Naturalmente, una levita biencortada
44.
romper con desusada frecuencialos botones de la levita y el pantalón, y con la misma
45.
embargo, observó que sutío miraba con frecuencia a las solapas de la levita y se las
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humor; el cuello de la levita no ajustaba bien; hacía un fuellecitopor atrás siempre que
47.
ternoinglés en el gabinete de su mujer; se quedó sin levita ni chaleco,luciendo los tirantes de
48.
muy limpio, mas con el chaquetón decasa en vez de levita; siguiole Paquito leyendo
49.
Tuve que preguntarle cuál era el precio de la levita para arrancarle los5 francos que sobraban
50.
Mi uniforme era blanco, a excepción de la levita, que era azul, con un lazo de oro y plata en el hombro
51.
Ivan Frantzevich miró a Cunningham de reojo, manteniendo las manos en los bolsillos de su ancha levita
52.
Y cogiendo a Danglars por el cuello de la levita le condujo hacia una entrada, semejante a una puerta, y por la cual se penetraba al punto donde el capitán parecía haber hecho su alojamiento
53.
Entretanto el sacerdote estaba esperando serenamente la aproximación del secretario, visible hasta de lejos, en medio de aquella muchedumbre, por la clerical pulcritud y sobriedad de su chistera y de la levita
54.
—Creí que eso de las bandas era exclusivo de las novelas policíacas, como los ladrones de levita y los super-criminales
55.
Llevaba abrochada su levita militar, puestas sus botas fuertes y su kepí inclinado graciosamente hasta los ojos
56.
Con febril presteza e iluminada por súbita idea, abalanzose la dama hacia el joven; arrojó [259] en tierra el sombrero de este, desabotonó su levita con dedos más ligeros que el pensamiento, arrancó el uniforme como si fuera un pañuelo puesto sobre los hombros, arrancó el tahalí, la gola, el cinturón, la cartera y en un instante no quedó sobre el cuerpo del infeliz renegado ni una sola prenda que indicara su filiación
57.
Estaba el buen Sarmiento en pie, con el cuerpo doblado por la cintura, recogiéndose a un lado y otro los faldones de la levita, como quien se va a sentar y no se sienta
58.
Dos pantalones, dos chalecos y una levita fueron entregados a los tres días de la prueba, y la terminación de lo demás se anunció para la semana próxima
59.
Juan del paisanaje de levita y chaqueta, más temía de la tropa
60.
Gerardo, hombre comedido, discreto, que se oía cuando hablaba, y no hablaba más que lo preciso; funcionario excelente, de procedencia masónica de los Tres años, que no había llorado largas cesantías, y usaba en invierno y verano levita muy larga y sombrero de copa de desmedida elevación-
61.
A las preguntas de Ibero no respondía sino con expresiones desconcertadas y delirantes, acariciando una pistola que llevaba en el bolsillo interior de la levita
62.
El señor Munder, con un aspecto deslumbrante, avanzó hacia esta parte de la habitación, acercó un sillón a la mesa, se sentó, guardando un gran cuidado en poner bien el faldón de su levita, y enseguida se convirtió, por su apariencia, en un Lord presidiendo un tribunal, vestido de paisano
63.
–¡Veamos, señor! – dijo el mayordomo, de pie en la entrada, con las manos debajo del faldón de su levita y la cabeza erguida al aire-
64.
Recogiendo con ambas manos los largos faldones de su levita, se dobló despacio para sentarse
65.
chaquetón holgado y vetusto, en vez de la levita que saqué de mi casa, y de que en lugar de mi sombrero llevaba una gorra de cuartel
66.
De lo que sí estaban bien enterados todos los españoles de levita, y muchos de chaqueta, era de la guerra de Oriente, o de Sebastopol, como ordinariamente se la nombraba
67.
Hallose Ibero en el largo zaguán que conduce al patio, y lo primero que llamó su atención fue un joven de levita y sombrero de copa, que daba órdenes a una veintena de hombres del pueblo, armados unos, otros por armar
68.
¡Nuevo y más admirable efecto de la levita y bimba, a que daban más autoridad las iracundas voces del atrevido tipógrafo! A muchos contuvo a empujones; a otros metió dentro, ofreciendo en nombre de la Junta dos pesetas por el servicio de guardia, y luego colocación en los trabajos del Ayuntamiento
69.
Creyérase que días antes había cambiado el calzón corto ceñido, el chaleco de pana y el pañizuelo en la cabeza, empaque muy noble ciertamente, por la levita y demás prendas,
70.
Cansada la angelical señora de sermonear al marido hereje, y no pudiendo, por su sordera, enterarse de las razones que este le daba, escribíale cartitas dulces, cariñosas, impregnadas de piedad, y cuidadosamente se las ponía en los bolsillos de la levita o en el forro del sombrero de copa
71.
En cuanto lo recibí me puse la levita y las demás prendas de vestir, me encasqueté la bimba y ¡hala! a la Presidencia
72.
Un Dumas de sesenta y cinco años, canoso el pelo pero aún alto y fuerte, la levita abierta sobre una oronda barriga, abrazaba a Adah Menken, una de sus últimas amantes, a la que, según el texto, «tras las sesiones de espiritismo y magia negra a que tan aficionada era, le gustaba fotografiarse, ligera de ropa, con los grandes hombres de su vida»… Piernas, brazos y cuello de la Menken se veían desnudos en la foto, lo que era un escándalo para la época, y la joven, más atenta a la cámara que al objeto de su abrazo, recostaba la cabeza en el poderoso hombro derecho del anciano
73.
Pensando en ello, el taxidermista experimenta una inoportuna erección —lleva pantalón de punto, con levita abierta y sombrero redondo— que lo obliga, para disimular, a cruzar las piernas cambiando de postura
74.
Con mucha serenidad, una mano en el bolsillo de la levita, Fernández Cuchillero se vuelve hacia el que ha hablado
75.
Balanceando pensativo el bastón, una mano en un bolsillo de la levita e inclinado el sombrero sobre los ojos, Tizón observa la calle a uno y otro lado del ángulo recto que la divide en dos: un tramo hacia la vecina de Santiago y otro hacia la de Villalobos
76.
Se calla un momento el policía, mientras levanta el faldón de su levita
77.
También el comisario lleva la suya: el cachorrillo de dos cañones, listo para disparar, bajo el faldón de la levita
78.
En realidad, los coreitas sobrevivieron para convertirse en un gremio hereditario de músicos del Templo, concesión que quizá recibieran en el caso de una guerra civil levita, cuyo recuerdo constituye el fundamento del capítulo dieciséis del libro de los Números
79.
Por otro lado, aunque Elcana y su hijo Samuel sean efraimitas en el sentido de que vivían en Efraím, en crónicas posteriores se les atribuye una ascendencia levita
80.
Empezó a buscar en los bolsillos de su levita
81.
A pesar de su elegancia, usaba en su persona una sistemática economía, y llevaba durante cuatro años la misma levita negra, cepillada con extremo cuidado por su antiguo ayuda de cámara
82.
Poco bastaba para que despojándose del cuello y de la levita se entregara a cualquier labor manual
83.
Pisaba las deyecciones de caballo una mano en el bolsillo de su levita y su sombrero de paja ladeado
84.
Rodolfo calzaba botas altas, flexibles, pensando que sin duda ella nunca las había visto semejantes; en efecto, Emma quedó encantada de su porte, cuando él apareció sobre el rellano con su gran levita de terciopelo y su pantalón de punto blanco
85.
La tela de su vestido se prendía en el terciopelo de la levita de Rodolfo; inclinó hacia atrás su blanco cuello, que dilataba con un suspiro; y desfallecida, deshecha en llanto, con un largo estremecimiento y tapándose la cara, se entregó
86.
Retiró los alfileres que cerraban el bolsillo lateral de su larga levita verde, los clavó sobre su manga y alargó cortésmente un papel
87.
El Licenciado Hareng, enfundado en una fina levita negra, de corbata blanca y con trabillas muy estiradas, repetía de vez en cuando:
88.
Existe un escalofriante eco del relato de Lot y los sodomitas en el capítulo diecinueve del Libro de los Jueces; donde un Levita (sacerdote) no identificado, estaba viajando con su concubina en Gibea
89.
No obstante, el cabello corto, la frente despejada de vinchas y tientos, las manos libres de boleadoras y lanzas y la levita en lugar del chiripá y el poncho, sumado a la costumbre de Guor de dirigirse en francés, hacían imposible la asociación
90.
—Volvamos a la sala —dijo, mientras se acomodaba la levita y se mesaba el pelo
91.
Pero la explicación del levita no satisfizo a la mayoría
92.
1 El argumento de aquel levita era correcto
93.
¿O es que la caridad es una para el caballero de levita, y otra para el pobre desnudo? Yo no lo entiendo así, yo no distingo
94.
Todos querían sobarle la levita al presidente
95.
Néstor se quitó la levita, el chaleco, el alzacuellos y el lazo y se subió las mangas de la camisa
96.
No se había quitado la levita y los dorados botones de la prenda espejeaban al posarse en ellos los primeros rayos de sol
97.
Se alza las solapas de la levita y apresura el paso en dirección a su casa, pero el recuerdo de Joaquín Larios, sus llagas y sus heridas, le provoca dos secas y violentas arcadas que le obligan a detenerse en la esquina del Portal del Señor
98.
Córdova observa con desprecio al espantajo de espejuelos, sombrero y ropón que tiene enfrente y, muy a su pesar, extrae de la levita una bolsa de cuero y se la entrega