1.
con el matador de su marido
2.
Preso el matador, fué juzgado inmediatamente, pero tales fueron lascircunstancias
3.
conversaciones en la ciudad y lasfamilias del muerto y del matador sufrían las
4.
destrozado el cuerpo del matador deAlcázar
5.
¡Bravo, midigno matador, bravo! recoge la flor de almendro que tu amada te haechado mientras juntaba las manos para aplaudirte
6.
Muerto el Rey, su matador arrastra el cuerpohasta la
7.
—Terrible es el matador hombre; pero el matador niño,
8.
matador como el rayo y le recogió ensartado en las astas:sacudió
9.
Quitose el matador la montera, sepasó la mano por la frente con abatimiento, se la
10.
matador debe llevar bien apretados los «machos»
11.
matador era el suyo
12.
cuernos, yéstos rozaron las borlas y caireles del traje del matador, que siguiófirme en
13.
segundo, enganchado en loscuernos al matador; todos daban por seguro verle caer
14.
Al tirarse el matador, su espada dio en hueso, y retardado en elmovimiento de salida
15.
—¡El primer matador del mundo!
16.
Un matador debe mostrar que le sobra el dinero en el ornato
17.
administración de su mujer, preocupábase a todas horas de lafortuna del matador,
18.
de la cóleradel matador
19.
gran señora, obligando al matador, respetuoso con los ricos,a desviar la suya
20.
Por la noche, en casa del matador, fue comentado este suceso, del que sehablaba en
21.
Un matador no podía serigual a los demás
22.
Era una oreja del toro, que enviaba el matador
23.
Al fin, el matador se fijaba en ellos: «Pueen ustés retirarse
24.
rudo exterior del torero, por la diferencia entre ellay aquel mocetón matador de
25.
mayordomo en el cortijo de su matador
26.
Un día, el Nacional recibió un aviso de la esposa de su matador paraque fuese a
27.
El era el primer matador del mundo, ¡olé! Así lo afirmaban su apoderadoy los
28.
enormes ganancias cuando suhijo fuese un matador de cartel
29.
enviando un matador de los que empiezan, elcual sustituiría a Gallardo por una
30.
Ya que se habían encontrado, y el matador no
31.
Volvió el matador a repetir su juego, y otra vez clavó el estoque,haciendo
32.
ofrecía un vaso de agua, el matador miró a los palcos,encontrándose con los ojos de
33.
Pero de pronto se acordó delas hermanas de un matador, que traían velas
34.
correspondencia que acababa deestablecerse entre su voluntad y la del matador
35.
No puedo mantenerme delante de un thag a la carga el tiempo suficiente para que el matador haga su trabajo
36.
Ustedes, funcionarios policíacos de considerable experiencia y discernimiento, apreciarán el hecho de que yo he conseguido introducirme en la mente de los ficticios criminales que presentaba al lector, por lo que me creo capacitado ahora para seguir el hilo de los pensamientos del hombre que cometió este crimen; pero si no alcanza a tanto mi perspicacia, puedo volver a crear la psicología del matador de Remington Kara
37.
Cambiaría la arena por las tablas: de matador de toros a autor teatral
38.
La policía se encargó de la persecución del matador y lanzó contra él todos sus agentes
39.
El jefe del clan los debe de guiar a un ritmo matador —añadió
40.
que el matador fue Bellido
41.
Ley antigua, venía de los primeros tiempos del cacao, no estaba en el papel, no constaba en el Código, pero no obstante era la más válida de las leyes y el Tribunal, reunido para decidir la suerte del matador, la confirmaba unánimemente en todas las ocasiones, como para imponerla sobre la ley escrita que condenaba a quien eliminaba a un semejante
42.
—Mi señor, el matador de lobos —me susurró
43.
En cuanto a ti, juro por la verdad de mi descendencia directa de los califas Bani- Abbas, que si no me presentas al matador de esta mujer, a la que quiero vengar, mandaré que te crucifiquen a la puerta de mi palacio, en compañía de cuarenta de tus primos los Baramka [49]!"
44.
Dejole el fiero matador sobre el campo, del cual fue al poco rato recogido con más señales de muerte que de vida, pues la existencia se le iba a borbotones por la descomunal hendidura que su contrario le había abierto en el pecho
45.
Y al final, el matador entra y termina el trabajo con una espada
46.
al matador aquel de "El Relicario"?
47.
El matador de búlgaros
48.
Una vez hecho todo esto, Basilio volvió triunfante a través de Grecia, visitando la antigua Atenas y entrando en Constantinopla saludado como Basilio Bulgaroktonos, «el matador de búlgaros»
49.
¿Me permite llevarla a un restaurante? Me han dicho que el Matador es un buen sitio
50.
El valor es, en efecto, el mejor matador; el valor que ataca, pues todo ataque se hace a tambor batiente
51.
El valor es el mejor matador; el valor mata incluso la compasión
52.
Pero el valor es el mejor matador; el valor que ataca: éste mata la muerte misma, pues dice: «¿Era esto la vida? ¡Bien! ¡Otra vez! »
53.
Daba la impresión de que los ojos de múltiples facetas del toro salusano disecado y el retrato del duque Paulus, vestido de matador, contemplaban el duelo con interés
54.
En seguida, la indignación sobreviene, todos comienzan a mirar al matador, airados
55.
Después de esperar unos instantes, levanta la cara y le dice al matador, despacio:
56.
Cuando el banth atacante estuvo a veinte pasos del thoat muerto, el matador respondió al salvaje desafío, y, dando un gran salto, salió al encuentro de su contrario
57.
A un lado del viejo jefe se hallaba Tarzán de los Monos, y en el otro Korak, el Matador, digno hijo del poderoso hombre-mono
58.
Las miradas de aplauso de todos los reunidos iban de un médico al otro; aquello se parecía bastante a una corrida de toros, cuando el matador que quedó bien y es llamado a los medios, se lleva consigo al compañero que tuvo menos suerte con el ganado y no quedó tan bien
59.
Este es un ejercicio ganador y “matador” para tu área de centro (core) completa
60.
Disparate chabacano, lo cierto del caso ha sido que el matador
61.
En realidad, estos recuentos son tan horribles e improbables que mucha gente sensible y bien informada no cree en la existencia de caníbales y colocan los libros de viajes que se proponen describirlos en el mismo librero junto a Barba Azul o Jack, el matador de gigantes
62.
La ovación por la experta faena de Silvestri fue ensordecedora y los aplausos no disminuyeron un ápice cuando el matador dio la tradicional vuelta al ruedo con los brazos en alto
63.
En cualquier caso, estuvo bien que Jack mirase hacia abajo, porque también se dio cuenta de que John Churchill se movía al fondo de la multitud, examinando el mecanismo de pedernal de una pistola, muy con el talante de un experimentando matador de hombres que aguardase ansioso la llegada del momento en que tuviese que disparar su arma
64.
Su creencia fundamental tiene que ser cabalmente la de que a la sociedad no le es lícito existir para sí misma, sino sólo como infraestructura y andamiaje, apoyándose sobre los cuales sea capaz una especie selecta de seres de elevarse hacia su tarea superior y, en general, hacia un ser superior: a semejanza de esas plantas trepadoras de Java, ávidas de sol se las llama sipó matador -, las cuales estrechan con sus brazos una encina todo el tiempo necesario y todas las veces necesarias hasta que, finalmente, muy por encima de ella, pero apoyadas en ella, pueden desplegar su corona a plena luz y exhibir su felicidad
65.
Las muñecas son la parte del cuerpo de mayor importancia para un matador
66.
Pero su honor pedía matarle, por todo lo alto, entre los omóplatos, haciendo la faena como tiene que hacerla un matador, por encima de los cuernos y siguiendo la espada con todo el cuerpo
67.
Yo estaba el día de su presentación como matador de toros en Madrid y le vi, el primer año que se presentó en Valencia, en una corrida en competencia con Juan Belmonte, que había salido de su retiro, llevar a cabo dos faenas, tan hermosas y sorprendentes, que todavía puedo recordarlas, pase por pase
68.
Con la capa era de una gran sinceridad y pureza de estilo y no mataba mal, sin ser, no obstante, más que cuando tenía suerte, un gran matador
69.
Todo el acto de las banderillas no debe durar más de cinco minutos; si se prolonga, el toro se descompone y la brega pierde el ritmo que tiene que conservar; y, si es un toro peligroso e incierto, tiene demasiadas ocasiones de ver y de embestir a su gusto a hombres desarmados y de desarrollar así una tendencia a buscar al hombre, el bulto, como le llaman los españoles, tras la tela, cuando el matador sale en el último acto con la espada y la muleta
70.
Cuando el toro está parado o moderado, pero todavía en posesión de su vigor y de sus intenciones, es cuando el matador puede hacer con él su trabajo más brillante
71.
Es el matador quien tiene que forzar al toro a entrar en el juego y el que tiene que imponerle sus reglas
72.
Los españoles dicen: torear es parar, templar y mandar; es decir, que en la verdadera corrida el matador tiene que permanecer tranquilo, tiene que regular la velocidad del toro con el movimiento de las muñecas y de los brazos que sostienen la tela, y dominar y dirigir la lidia
73.
El matador le mantiene en su cuadrilla como peón de confianza
74.
Representa al matador cuando se sortea y se hacen lotes con los toros y es su consejero de confianza en todas las cuestiones técnicas
75.
El cuerpo masivo y caliente del toro pasa junto al matador, que mira tranquilamente cómo los cuernos casi le rozan, y a veces le rozan realmente la taleguilla, mientras el espinazo del toro pasa rozando su pecho, sin hacer un movimiento para defenderse del animal y sin otro recurso contra la muerte cercana de los cuernos que el lento movimiento de sus brazos y su justa apreciación de la distancia
76.
En estos lances, la capa se desplegaba completamente; se ofrecía al toro un extremo del capote, y se atraía al toro, siguiendo al capote desplegado; luego se doblaba al toro sobre sí mismo y se le detenía de golpe con un movimiento del matador, que lanzaba el capote por encima de sus propias espaldas y se iba
77.
En todas estas formas de poner las banderillas hay dos hombres con capote en distintos lugares del anillo, en general, un matador en el centro y otro matador o banderillero detrás del toro, de manera que cuando el banderillero ha puesto las banderillas y esquivado las astas del toro, del modo que haya elegido, el toro ve un capofe1 ante él aun antes de poder doblarse, y sale en persecución de su nuevo adversario
78.
Son, de ordinario, las que elige el matador cuando pone banderillas, y su efecto depende de la gracia, la limpieza, la decisión y el dominio que el torero pone en todo ello y de la posición correcta de las banderillas
79.
A veces saben más de toros que el matador para quien trabajan, y hasta tienen más personalidad y estilo; pero ocupan una posición subalterna y han de tener cuidado para no desviar de ninguna forma la atención de que debe gozar su jefe
80.
Están divididos en tres categorías, según la cantidad que perciben por la lidia, pero hay más banderilleros que ocasiones de torear, y un matador puede conseguirlos al precio que se le antoje, si es lo suficientemente miserable, haciéndoles firmar un recibo por una cantidad igual a una parte de lo que tienen que cobrar, de manera que pueda retenerles esa suma en el momento de pagarles
81.
Técnicamente, la muleta se emplea para defender al espada contra la embestida del toro, regularizar el porte de cabeza del animal, corregir la tendencia que puede tener a derrotar, fatigarle y colocarle en posición adecuada para entrar a matar, proporcionarle un objeto para que embista, en vez del cuerpo del hombre, mientras el matador se arroja por encima de sus cuernos para hundirle el acero
82.
Todos los pases y medios pases, es decir, aquellos en que el toro no rebasa enteramente al matador, hechos con la muleta, tienen un objeto definido
83.
Si el toro está fatigado y la cabeza queda demasiado baja, el matador puede levantársela momentáneamente con el mismo pase, modificándole de suerte que no tenga que aguardar a que la cabeza se haya bajado al entrar a matar
84.
Había toreado en Madrid, durante diez años, sin interesar al público de manera suficiente para justificar su ascenso de novillero al rango de matador
85.
Todo lo que tenía como torero era un gran valor y su pequeña estatura, tan corta que semejante defecto le incapacitaba para tener éxito como matador y hacía de él una atracción y una curiosidad en la plaza
86.
Fue ascendido a matador en Valencia, en las corridas de San José, en marzo de 1932, y, según algunos aficionados a los que doy crédito, estuvo excelente e hizo concebir grandes esperanzas, aunque de cuando en cuando, con la muleta, su valor y su deseo de hacer una faena lucida le hayan puesto en situaciones críticas de las que no tenía conciencia y de las que sólo se salvaba a fuerza de suerte y buenos reflejos
87.
No obstante, con su inteligencia, su valentía y su buen estilo, es una legítima esperanza como matador si la suerte sigue acompañándole durante su primera campaña completa
88.
Fue educado en Suiza e hizo su aprendizaje de matador en las tientas de vacas y castas de cría en las fincas de los alrededores de Madrid y de Salamanca, bajo la dirección de Ignacio Sánchez Mejías, de su padre y de todos los que daban coba a su padre
89.
Al final de la temporada, se presentó por segunda vez en Madrid, para ser ascendido ya a matador
90.
Para esta temporada cuenta con cierto número de contratos, firmados el año último, antes de su fracaso en Madrid; pero, a pesar de su talento natural, sin duda alguna fenomenal, su elevación precoz a la categoría de matador parece haberle puesto en la pendiente rápida del olvido, bien encerrada ya por todos los otros fenómenos que la recorrieron antes que él
91.
Pero ese género de lanzamiento es un fraude tan grande para el público que, incluso cuando un matador en esas condiciones aprende su oficio, el público le perdona rara vez, y, cuando el torero está bastante seguro de sí mismo como para dejarle satisfecho, el público ya no tiene deseos de verle
92.
No se encuentra un matador de primera línea hoy por hoy que mate perfectamente, día tras día, con facilidad y con orgullo
93.
Para que sea posible que el torero coloque el estoque en el lugar prescrito, es menester que haga bajar al toro la cabeza, de manera que el lugar donde tiene que hundir la espada resulte accesible, e incluso entonces, el matador debe inclinarse hacia delante, por encima de la cabeza agachada del toro, para poder hundirle el estoque
94.
Todo ello puede ser falsificado haciendo que el matador y el toro se hallen al mismo tiempo en movimiento
95.
Tales son los principios mecánicos de las dos maneras de matar a los toros correctamente; o bien el toro, provocado, conducido y controlado, viene hacia la espada y le rebasa, alejándose del hombre si sigue el movimiento de la muleta, mientras el hombre le hunde el estoque entre los omóplatos; o bien el matador tiene que inmovilizar al toro en su sitio, con las patas delanteras en el mismo plano y las traseras formando cuadro con ellas, la cabeza ni demasiado alta ni demasiado baja; debe comprobar si el toro sigue con los ojos la muleta, levantando y bajando la tela, y, por último, con la mano izquierda, cruzando la muleta ante él, de manera que si el toro la sigue pasará por su derecha, avanzará sobre el toro, y en el momento en que éste adelanta la cabeza para seguir la franela que debe alejarle del torero, éste hunde la espada y se retira a lo largo de los flancos del animal
96.
Cuando el matador va hacia el toro se dice que es un volapié
97.
Mientras el matador no cruza, tendrá al toro encima de él
98.
En los tiempos antiguos, se mataba a los toros recibiendo el matador, incitando y aguardando la embestida final, y cuando los toros eran demasiado pesados sobre sus patas para embestir, les cortaban el jarrete con una hoja en forma de media luna inserta en un largo palo y luego los mataban con una puñalada en las vértebras del cuello, una vez que el toro se quedaba sin defensas
99.
Una de las razones que explica que esta forma de entrar a matar esté en decadencia, estriba en que si el toro abandona la tela para alcanzar al matador, la cornada será en el pecho
100.
Sin embargo, en la entrada a matar recibiendo, si algo no marcha bien, el cuerno alcanza el pecho; así es que no veréis esta suerte intentada casi nunca, si no es por un matador que ha encontrado un toro tan bueno y hace una faena tan espléndida que, para concluir, quiere dar el colmo de la suprema emoción, y ensaya entonces a matar recibiendo y, de ordinario, ya sea que esté agotado el toro con la muleta, ya sea que le falte la experiencia necesaria para recibirlo como es preciso, la faena no se colma con limpieza o acaba con una cornada