1.
Sin embargo, la pesadumbre y las dudas no se apartaban de sus conversaciones pues veían en Domingo a un hijo aislado y limitado
2.
El día menos pensado llegará un buen hombre que se la lleve de aquí, pensaba, porque en estas tierras sólo hay pesadumbre y malos humores
3.
Tras una hora de encierro en el cuartoinmediato al del enfermo, a quien rodeaban su familia gemebunda ycuantos españoles hubo en las inmediaciones, fueron apareciendo uno auno los doctores, en larga y solemne procesión; cediéronles los profanosel sitio en derredor del lecho; tomó la palabra el menos joven y másestirado de los médicos; dijo que estaban perfectamente de acuerdo todoslos profesores allí reunidos, lo mismo sobre el pronóstico que sobre eldiagnóstico de la enfermedad que aquejaba al señor marqués; queaprobaban lo que hasta entonces habían dispuesto los dignísimoscompañeros que se les habían anticipado en el honor de prestar losprimeros auxilios al ilustre paciente; que volverían a reunirse dentrode dos horas, y que buen ánimo, entre tanto, para conllevar lainevitable pesadumbre por lo ocurrido
4.
que causar pesadumbre aaquellos que más me quieren
5.
Apolonio siente maravilloso alivio; se le ha evaporado unagran pesadumbre de encima del
6.
pesadumbre y borrasca del díaanterior, y la penosa impresión se
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campo de Montiel,por el cual caminaba con menos pesadumbre que la vez pasada, porque,
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Causóme esto mucha pesadumbre, porque el gusto de haber leído tan poco sevolvía en disgusto,
9.
Sólo ledaba pesadumbre el pensar que aquel reino era en tierra de negros, y que
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pesadumbre; y, llegándose a la que en el trajeparecía mora, la apeó en sus brazos
11.
de los palaciosde los príncipes tanto son buenas cuanto no dan pesadumbre, pero lacostumbre del
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fiado en el valor de mi Ricota, nunca me dio pesadumbre elsaber que la quería bien; que ya
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Éstos, creyendo que la pesadumbre de verse vencido y de no ver cumplido sudeseo en la libertad
14.
pesadumbre de lospárpados, se espaciaban lentamente por todo
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con no poca pesadumbre, pues aunque amaba el ejercicio y loscampos, aborrecía la
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todo el resto,y no fué posible hasta el día, porque los alemanesle daban gran pesadumbre y
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podían conocer su pesadumbre, ellos que teníana Juan por un
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como escrita en letras de fuego sobre el muro: librarsecuanto antes de la pesadumbre
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pesadumbre de una coraza, moteando sus sienes y bigote de
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imaginación tiraba de élcon la pesadumbre de una bala de
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más alegría y más pesadumbre, era el lustre
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lasruinas que la pesadumbre del tiempo había causado en las
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demás se alejan, encorvados bajola pesadumbre del presente y la
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uno de sus hombros entumecido por la dolorosa pesadumbre
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pesadumbre sobre sus manos, que sustentan un libro, y sobre el libro un divino Niño, que es el
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encima la gravosa pesadumbre de sus cincuenta años, nohubiera trocado aquel papel por otro
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pesadumbre que nublaba el rostro del tío Joaquín González, ladesaparición del marido, y tantas y
28.
Pues allí donde hay abundancia de ciencia, hay abundancia de pesadumbre y el que aumenta su ciencia aumenta su dolor
29.
Pues sus ojos estarán oscurecidos por la pesadumbre,
30.
Y eran -si no lo has, ¡oh lector!, por pesadumbre y enojo- seis mazos de batán, que con sus alternativos golpes aquel estruendo formaban
31.
Mira que no hay joya en el mundo que tanto valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que dellas se tiene; y, pues la de tu esposa es tal que llega al estremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda? Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselos y despejalle el camino de cualquier inconveniente, para que sin pesadumbre corra ligera a alcanzar la perfeción que le falta, que consiste en el ser virtuosa
32.
Si no, dígame: ¿hay mayor contento que ver, como si dijésemos: aquí ahora se muestra delante de nosotros un gran lago de pez hirviendo a borbollones, y que andan nadando y cruzando por él muchas serpientes, culebras y lagartos, y otros muchos géneros de animales feroces y espantables, y que del medio del lago sale una voz tristísima que dice: ''Tú, caballero, quienquiera que seas, que el temeroso lago estás mirando, si quieres alcanzar el bien que debajo destas negras aguas se encubre, muestra el valor de tu fuerte pecho y arrójate en mitad de su negro y encendido licor; porque si así no lo haces, no serás digno de ver las altas maravillas que en sí encierran y contienen los siete castillos de las siete fadas que debajo desta negregura yacen?'' ¿Y que, apenas el caballero no ha acabado de oír la voz temerosa, cuando, sin entrar más en cuentas consigo, sin ponerse a considerar el peligro a que se pone, y aun sin despojarse de la pesadumbre de sus fuertes armas, encomendándose a Dios y a su señora, se arroja en mitad del bullente lago, y, cuando no se cata ni sabe dónde ha de parar, se halla entre unos floridos campos, con quien los Elíseos no tienen que ver en ninguna cosa? Allí le parece que el cielo es más transparente, y que el sol luce con claridad más nueva; ofrécesele a los ojos una apacible floresta de tan verdes y frondosos árboles compuesta, que alegra a la vista su verdura, y entretiene los oídos el dulce y no aprendido canto de los pequeños, infinitos y pintados pajarillos que por los intricados ramos van cruzando
33.
-No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo
34.
Sobre su mirada había descendido una nube de pesadumbre, precisamente la que se siente al comprobar que un amigo se encuentra en peligro
35.
Se sentó tras una mesa y comenzó a hablarles en tono paciente y paternalista, mostrando aparentemente más pesadumbre que enfado
36.
Porque en aquel paraje flotaba, en efecto, una de esas nubes de orgullo y locura y misteriosa aflicción que caen con mayor pesadumbre sobre las casas escocesas que sobre ninguna otra morada de los hijos del hombre
37.
Quizá no hubiera dado pábulo a sus ambiciones (¿de verdad era él ambicioso?, yo lo ponía en duda); pero habría mitigado en el mayor aquella pesadumbre y aquella amargura que, de vez en cuando, se manifestaban a través de la casi insufrible seguridad de su carácter
38.
Sandokán y su compañera subieron la estrecha escalinata que conducía a la cima del acantilado, seguidos por las miradas de todos los piratas, que los observaban con una mezcla de admiración y pesadumbre, y, se detuvieron delante de la gran cabaña
39.
Estamos cansados, sonrió ella, pidiendo disculpas por esa pesadumbre instalada entre los dos
40.
Alguien hizo la broma macabra de que si escarbaban un poco más surgirían esqueletos de conquistadores, momias de incas y fósiles de Cromagnon, pero nadie sonrió porque la pesadumbre se había instalado en todos los ánimos
41.
Muchas mujeres lo han perseguido, pero todos sus amores fracasaron por el camino dejándole un reconcomio de pesadumbre y desconfianza, hasta que tarde en su vida, cuando había perdido la risa, la esperanza y buena parte de su apostura, apareció alguien que lo salvó de sí mismo
42.
Se necesitaron cuatro hombres para descolgarlo, porque el frío del bosque y la pesadumbre de la muerte lo habían vuelto monolítico
43.
Blanca prefería esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio de los domingos y los achaques de la edad
44.
Fue un día de invierno, uno de esos días de lluvia verde y pertinaz, de relámpagos desgranados y pesadumbre en el ánimo
45.
Se dirige hacia las zarzas, donde había un sendero por la tarde y ahora sólo hay una ondulante pesadumbre, un vivero de vacilación y de tormento
46.
La pesadumbre seguía creciendo en mí como una marea que abarcaba todos los deudos, los muertos y los no muertos
47.
Contámosle la capitulación de Madrid, lo cual pareció causarle mucha pesadumbre, y como elogiáramos con exclamaciones hiperbólicas las ocurrencias de Zaragoza desde el 15 de Junio al 14 de Agosto, encogiose de hombros y contestó:
48.
La sofocación del día anterior y la pesadumbre recientemente recibida habían dado a su rostro un tinte violáceo y como enfermizo que parecía aumentar el negror de sus fieros ojos y afilarle la nariz y hacerle más grande la vasta frente
49.
Vio que Canencia desde su tripódica mesilla le hacía señas de reprobación y pesadumbre; vio que el Venerable le miraba con expresión de lástima; oyó algunas palabras rencorosas de tal cual hermano que no lejos de él tenía su asiento; observó que muchos, mayormente los del Mediodía guardaban una actitud reservada, como hombres demasiado prudentes que no se atreven a poner su opinión frente a la opinión de la mayoría; vio después que votaban su proposición, y por unanimidad la desechaban; pero lo que más sorpresa le causó fue que en la sala de Pasos perdidos, concluida la sesión, le dijera al oído algún hermano de los más callados bajo la bóveda del Universo:
50.
Había puesto la rodilla en el canapé, y su cuerpo gravitaba con dulce pesadumbre sobre el pecho y los hombros de Monsalud
51.
ª Fermina -dijo-, que murió de pesadumbre por la pérdida de su hijo, me encargó todo al morir, poniendo en mi [134] mano cuanto tenía y ordenándome que lo guardase y conservase hasta que pareciera Salvador
52.
La pesadumbre y la barbarie del absolutismo han traído una revolución, y esa revolución, esa protesta contra el régimen tiránico y clerical, Maroto a pesar suyo la representa
53.
Afligidísimo estaba el hombre con la bochornosa huida de Eufrasia, y buena prueba de su pesadumbre era la marchitez de los colores de su rostro en aquellos días, y las flácidas arrugas que se le iban formando en la papada y mofletes
54.
Y aun despierto persistía la sensación de horrible pesadumbre sobre el pecho
55.
El golpe fue tremendo, más por la pesadumbre que por la dureza del objeto caído
56.
Sus amigos le lloraron; y para cumplir su última voluntad, Binondo cuidó de arrojarlo al agua con oraciones y hierros de extraordinaria pesadumbre
57.
Llamábase este Príncipe Fernando María del Pilar Jaime Alfonso de Azlor y Aragón, y por tener en la cáfila de sus nombres el de la sacrosanta Virgen que idolatran los aragoneses, se le llamó siempre el Príncipe Pilar, de que luego se formó el Pilarón, con que figura en la Historia, nombre que a más del significado religioso y mariano, tiene el de columna robusta, sobre la cual puede asentarse toda la pesadumbre de un Estado
58.
Divanes de muelles que ablandó la pesadumbre de tantos cuerpos, convidaban al descanso a un lado y otro, y en las cabeceras del extenso corredor
59.
Mas ni con estas consideraciones ni con otras que hizo al ponerse en pie para seguir andando, consiguió el menor alivio de la enorme pesadumbre que tenía sobre su conciencia
60.
Sobre los entusiasmos de Villarejo se desplomó el cielo con toda su pesadumbre glacial de tenebrosas nubes
61.
Al oír esto, sintió Vicente alegría y un cierto alivio de su confusión y pesadumbre, porque el misterio con nombre es misterio que empieza a desembozarse
62.
Él, en tanto, logró con su buena conducta que el jefe del presidio le consintiera montar un reducido taller en las estancias altas del penal, con lo que alivió la pesadumbre del ocio y la tristeza, granjeándose algunos dineros para mejorar las condiciones materiales de su vida
63.
Sumida en una oleada de pesadumbre, me di cuenta de que amaba a aquella chiquilla, a la que sólo había conocido en la muerte
64.
Él percibe la pesadumbre de Sykes, su dolor y decepción
65.
Pero tras descubrir aquel domingo de octubre cómo se miraban su abuela y Ezequiel Montes, los Glorias y los Ave Marías se cubrieron de un manto de pesadumbre y rabia que enturbió el gozo de Dios en los corazones de los feligreses
66.
El señor Wonka hizo un ruido sibilante con la garganta y en su cara se reflejó una expresión de gran pesadumbre
67.
Cuando el rey en pesadumbre
68.
Con la intención de aliviar la pesadumbre de mi corazón pedí más coñac, pero Barragry me lo negó, con buen tino, como ahora reconozco, y salí violentamente del local con furiosa indignación, o intenté salir violentamente, pero lo cierto es que me tambaleé, y regresé a los Cedros y a mi propia botella, que cariñosamente he apodado el Pequeño Cabo
69.
La revuelta de París en 1848, le llenó de pesadumbre
70.
El hombre miraba el río con pesadumbre
71.
Lleno de su propia pesadumbre, de sus preocupaciones personales, con la mirada distraída veía a la gente de abajo; grupos de unos veinte hombres se acercaban a la puerta de la fonda, cogían los vasos, se volvían y los agitaban en dirección al candidato ocupado ahora con su propia persona lanzando al mismo tiempo un saludo partidario; vaciaban los vasos y los colocaban nuevamente sobre la tabla operación que debían de realizar con gran estrépito, aunque resultaba imperceptible desde aquella altura para dejar su lugar a otro grupo que ya alborotaba de impaciencia
72.
En sus ojos brillaba una clara conciencia de la situación, teñida de sorpresa y pesadumbre
73.
Su semblante reflejaba de forma inequívoca una extremada pesadumbre, rayana en la desesperación
74.
Me sentí todavía más desanimado, con el cuerpo empapado y embargado por la pesadumbre
75.
Sintió vergüenza y pesadumbre al oír el grito de la enfermera:
76.
Blanca trató de ayudarla, pero fue en vano, Sin pesadumbre, regresó a la pintura, y descubrió entonces su habilidad para el retrato
77.
Aquella madrugada, por primera vez, no pensó sólo en Nena Daconte, sino que daba vueltas en la cama sin poder dormir, pensando en sus propias noches de pesadumbre en las cantinas de maricas del mercado público de Cartagena del Caribe
78.
Clayton comprendía que la pesadumbre del francés la agudizaba el hecho de que el sacrificio de D'Arnot había sido inútil, puesto que a Jane ya la habían rescatado antes de que D'Arnot cayera en poder de los salvajes, y también porque la misión en la que perdió la vida no formaba parte de sus deberes y su acción era en pro de personas ajenas y extranjeras
79.
Todos escuchaban, en silencio compungido, al coronel Johnny Abbes García, quien, de pie, hablaba con pesadumbre:
80.
Percibo la pesadumbre en su voz
81.
Aquel celador respetuoso y atento, pero sucio, sin edad, cuya mirada decrépita parecía escudriñar detrás de las palabras, permaneció en silencio a su lado, se redujo a una presencia solidaria, pero no con ella y con su pena, sino más bien con otra oscura pesadumbre que el tiempo no había destruido ni atenuado
82.
Maharbal cruzó la verja con la pesadumbre de quien ha tomado una decisión realmente penosa pero que no puede esperar más
83.
Su pesadumbre estaba ya más allá de donde se vierten las lágrimas
84.
Bajo las alternantes máscaras de aburrimiento y de ironía, creía percibir la intensa pesadumbre de aquel hombre
85.
Cuando se conoció, a los primeros de noviembre, que el rey Felipe el Tercero había suspendido las situaciones que tenía hechas para pagar los doce millones de ducados que adeudaba a los banqueros de Europa, las gentes de España descubrieron con pesadumbre que el imperio estaba nuevamente en bancarrota
86.
Su percepción inmediata y tambaleante fue la de una perspectiva radical, picassiana, en la que unas lágrimas, unos ojos hinchados y ojerosos, unos labios mojados y una nariz goteando se añadían a una humedad carmesí de pesadumbre
87.
Estos pensamientos me sumieron en la pesadumbre y el abatimiento, de los que me arrancó un ruido proveniente de la entrada
88.
Al decir esto, como si quisiera mostrar su pesadumbre con un gesto, ladeó la cabeza y pude reconocer en el joven recepcionista al guardia de seguridad que la noche del crimen custodiaba o debía haber custodiado las oficinas de El Caco Español
89.
Miró a Wilt con una expresión que reunía pesadumbre y sospecha
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Con una pesadumbre que le consumiría durante el resto de su vida, el guardabosques apagó su linterna, accionó la correa de su motor fuera borda y emprendió el ruidoso viaje de regreso a Patamoke
91.
Y Vivaldo, que era persona muy discreta y de alegre condición, por pasar sin pesadumbre el poco camino que decían que les faltaba, al llegar a la sierra del entierro, quiso darle ocasión a que pasase más adelante con sus disparates
92.
La Torralba, que lo supo, se fue tras él, y seguíale a pie y descalza desde lejos, con un bordón en la mano y con unas alforjas al cuello, donde llevaba, según es fama, un pedazo de espejo y otro de un peine, y no sé qué botecillo de mudas para la cara; mas, llevase lo que llevase, que yo no me quiero meter ahora en averiguallo, sólo diré que dicen que el pastor llegó con su ganado a pasar el río Guadiana, y en aquella sazón iba crecido y casi fuera de madre, y por la parte que llegó no había barca ni barco, ni quien le pasase a él ni a su ganado de la otra parte, de lo que se congojó mucho, porque veía que la Torralba venía ya muy cerca, y le había de dar mucha pesadumbre con sus ruegos y lágrimas; mas tanto anduvo mirando, que vio un pescador, que tenía junto a sí un barco, tan pequeño, que solamente podían caber en él una persona y una cabra; y, con todo esto, le habló y concertó con él que le pasase a él y a trescientas cabras que llevaba
93.
Y eran (si no lo has, ¡oh lector!, por pesadumbre y enojo) seis mazos de batán, que con sus alternativos golpes aquel estruendo formaban
94.
Mira que no hay joya 'en el mundo que tanto valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que dellas se tiene; y pues la de tu esposa es tal que llega al extremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda? Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselo y despejalle el camino de cualquier inconveniente, para que sin pesadumbre corra ligera a alcanzar la perfección que le falta, que consiste en el ser virtuosa
95.
Si no, dígame: ¿Hay mayor contento que ver, como si dijésemos, aquí ahora se muestra delante de nosotros un gran lago de pez hirviendo a borbollones, y que andan nadando y cruzando por él muchas serpientes, culebras y lagartos, y otros muchos géneros de animales feroces y espantables, y que del medio del lago sale una voz tristísima que dice: «Tú, caballero, quienquiera que seas, que el temeroso lago estás mirando, si quieres alcanzar el bien que debajo destas negras aguas se encubre, muestra el valor de tu fuerte pecho y arrójate en mitad de su negro y encendido licor; porque si así no lo haces, no serás digno de ver las altas maravillas que en sí encierran y contienen los siete castillos de las siete fadas que debajo desta negrura yacen»? ;Y que apenas el caballero no ha acabado de oír la voz temerosa, cuando, sin entrar en más cuentas consigo, sin ponerse a considerar el peligro a que se pone, y aun sin despojarse de la pesadumbre de sus fuertes armas, encomendándose a Dios y a su señora, se arroja en mitad del bullente lago, y cuando no se cata ni sabe dónde ha de parar, se halla entre unos floridos campos, con quien los Elíseos no tienen que ver en ninguna cosa? Allí le parece que el cielo es más transparente, y que el sol luce con claridad más nueva; ofrécesele a los ojos una apacible floresta de tan verdes y frondosos árboles compuesta, que alegra a la vista su verdura y entretiene los oídos el dulce y no aprendido canto de los pequeños, infinitos y pintados pajarillos que por los intrincados ramos van cruzando
96.
En efecto, no sé cómo ni cómo no, ellos se juntaron, y debajo de la palabra de ser su esposo, burló a mi hija, y no se la quiere cumplir; y aunque el duque mi señor lo sabe, porque yo me he quejado a él, no una, sino muchas veces, y pedídole mande que el tal labrador se case con mi hija, hace orejas de mercader y apenas quiere oírme; y es la causa que como el padre del burlador es tan rico y le presta dineros, y le sale por fiador de sus trampas por momentos, no le quiere descontentar, ni dar pesadumbre en ningún modo
97.
—No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar: ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo
98.
A la preocupación de la detención añadí la pesadumbre de la pérdida del dinero
99.
Las alondras de los prados cantaban como el agua, y las palomas silvestres, escondidas entre las hojas de los robles, se arrullaban con cantos de reprimida pesadumbre
100.
Dichas cavilaciones le produjeron gran pesadumbre