1.
El portugués dice que elsuyo es un loco rematado, que sólo piensa en componer versos ycanciones, con las cuales fastidia á todos, sin acordarse de otra cosa
2.
legendaria frialdad de la sangre rusa hasta el punto de que preferían acordarse una pausa para
3.
acordarse más del santo de mi nombre
4.
acordarse del cofre, se acordó deque llevaba un tesoro de pedrería en los bolsillos
5.
tranquilo, sin acordarse de la religión, cerrando sucasa á los
6.
Por estasaberturas completamente desprovistas de cortinas sorprendió sin quererlolas desnudeces matinales de numerosas mujeres que se acostaban tarde yse levantaban tarde igualmente, procediendo á sus operaciones de higienecon la ventana abierta, sin acordarse de que había gigantes en el mundo
7.
Pero renacía su cólera al acordarse de los pinchazos deaquellos pigmeos, y creía sentir aún el dolor en sus piernas
8.
Sonrió el profesor al acordarse de sus preocupaciones pecuniariasalgunos días antes, cuando intentaba ayudar á la alimentación delgentleman con sus modestos recursos
9.
No hay mas que acordarse de lo que pasa en laselva
10.
por unremordimiento; hacía mal en acordarse tanto de Juan
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inesperadamente la había dotado, se aferraba en acordarse delos rudos labradores que
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Ellos podían arreglarlotodo, sólo con acordarse un poco del
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En el palacio estaban de gran fiesta, sin acordarse de Meñique,
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adecentar su tumba; bien podían los representantes de latradición acordarse un poco
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En seguida echó a correr a la estación, sin acordarse de que no habíacomido en muchas horas ni de que sentía en el estómago el agudo malestardel hambre
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acordarse de que elcielo era un sudario en vez de un manto azul, como debiera
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estaba laPipaón muy entretenida, sin acordarse de su compromiso ni de la cuentade
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El trato con los árabes del buque hacía acordarse al Morenito
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retardaba la petición, debía acordarse de su promesay
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El acordarse de la niña le
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en cuanto podía acordarse él (y eso que laextensión de sus
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El marqués reía al acordarse de otra de sus bestias
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El consejo era justo, y Gallardo tuvo ocasión de acordarse de él
24.
Escupió una retahila de palabrotas y se estrujó las meninges intentando acordarse mejor de la historia
25.
Los judíos tienen prohibido dar a Hitler una victoria póstuma decía ella tienen prescrito sobrevivir como judíos por temor a que se extinga el pueblo judío tienen ordenado acordarse de las víctimas de Auschwitz para evitar que se pierda su memoria está prohibido dejar de creer en Dios decía él pues Dios estaba presente en Auschwitz como lo estuvo en la cruz está prohibido perder la esperanza en el hombre y en el mundo decía ella y evadirse en el nihilismo o en el desencanto por temor a entregar el mundo a las fuerzas del Mal está prohibido perder la esperanza en Dios decía él que cumplió su cometido en Auschwitz castigando a los judíos un judío no puede responder a la tentativa que hizo Hitler de destruir el judaismo contribuyendo él mismo a su propia destrucción decía ella está prohibido dejar de creer a causa de Auschwitz decía él en la antigüedad el pecado impensable de los judíos era la idolatría en la actualidad es responder a Hitler cumpliendo su labor decía ella era el holocausto decía él que es comparable al Sinaí por su valor de revelación decía ella no dar a Hitler una victoria postuma
26.
El hombre comprendió que olvidaba las obras y probaba a acordarse de él como él se acordaba de ella
27.
Dejárame en mi rincón, sin acordarse de mí, porque quien las sabe las tañe, y bien se está San Pedro en Roma
28.
¡Ojalá se le fueran todas las chicas y le dejaran vacía la vieja escuela! Se vuelve una loca al acordarse de aquellas limas encantadoras -suspiró Amy, con aire de mártir
29.
Como les gustaba trabajar con música, pusieron un concierto en la grabadora y entre flautas y violines se les pasó el tiempo sin acordarse del reloj
30.
Desde que podía acordarse vivió deslumbrada por las posibilidades de su cuerpo, a los siete años había convertido el baño de la escuela en su primer laboratorio y a sus compañeros en conejillos de indias, con los que investigó, hizo experimentos y llegó a sorprendentes conclusiones
31.
En esos momentos, Julio Carrión, que siempre quiso a su madre, se odiaba a sí mismo por su debilidad, la incapacidad para respetar sus propias normas, el vacío triunfante, brutal, que asfixiaba su memoria cuando todo iba bien, cuando podía quererse a sí mismo sin dejar de querer a Teresa porque lograba no acordarse de ella, vivir en un mundo donde ella nunca había vivido, donde nunca había sido la mujer que fue, ni él su hijo
32.
¿Por qué está de pronto Antonio Vega seguro de que Juan y Angélica andan por ahí abajo? Antonio acaba de acordarse de que años atrás, paseando con Juan un verano por el acantilado, bajaron los dos hasta la cueva
33.
No podía recordar el sueño, lo que era muy raro, pues Jan creía que era posible acordarse de todos los sueños, por lo menos enseguida de despertar
34.
Subió la escalera y se detuvo al acordarse de las botas
35.
Los dos hombres se miraron, sin acordarse para nada de Sayada, que seguía en silencio, sentada en el sofá, sin perderse una palabra
36.
El estilo de vida de los nómadas y la ausencia de una lengua escrita hasta el final del siglo XIX desarrollaron la tradición del akyn, la persona que debía acordarse de todo y transmitir las historias
37.
Por débiles y majagranzas que fuesen nuestros caudillos políticos, incapaces de poner a un mismo temple la voluntad y las ideas, la ignominia era en aquel caso tan grande, que hubieron de acordarse de su condición de hombres y de la confianza que [36] había puesto en ellos un país tratado casi siempre como manada de carneros
38.
Lo sintió usted tanto que yo sabía que le sería imposible pensar en Beecher sin acordarse también de eso
39.
Entre beso y beso, no resultaba fácil acordarse de nada
40.
Nadie pudo acordarse de cuál era la razón por la que se había distanciado de un ser querido
41.
El placer que le causaba a Elizabeth su compañía y la manifiesta admiración de Fitzwilliam por ella, le hacían acordarse de su primer favorito George Wickham
42.
George estaba demasiado distraído para acordarse de dónde estaba la banda ahora y no paraba de levantarse de la silla para pasear por la cueva y examinar las pinturas, moviendo la cabeza con sincera admiración
43.
Sin acordarse de los halflings, Kelemvor contempló el terreno donde estaba
44.
Trató de no acordarse
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Absorto en sus pensamientos, rebasó la calle de Bourdonnais y tuvo que volver de nuevo sobre sus pasos al acordarse de su tío
46.
Y parece que vuelve a acordarse de usar los espacios
47.
Apretó más los ojos al acordarse de lo que había pasado
48.
Aunque Roschmann había visto las cicatrices de mi cara, no parecía acordarse de mí
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¡No, no iba a convertirse en cómplice moral del crimen! No quería acordarse más que de los lejanos días en que Tiberio no era aún emperador
50.
Hamilton no pudo evitar acordarse de la canción que entonaba Koko en El Mikado:
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¡Y cómo había aumentado precisamente allí el trabajo! Cuando Blumfeld entró de aquellos tiempos no podría acordarse ya con seguridad el señor Ottomar había allí unas diez costureras, oscilando hoy su número entre cincuenta y sesenta
52.
Sin embargo, siguió viviendo allí hasta que le llegó la muerte, seis años, con pequeños viajes, acaso para acordarse de la vida estridente que había abandonado
53.
De modo que ahora Aliosha, por cierto, Aliosha es un monje, hace un pequeño discurso a los muchachos junto a la tumba de Ilusha y, sobre todo, les dice que cuando ellos crezcan y se enfrenten con las maldades del mundo, siempre deberían retroceder y acordarse de ese día, recordar la bondad de su infancia, Atkins; esa bondad que es básica en todos ellos; esa bondad que no se ha deteriorado
54.
Como si a mí ahora alguien, un desconocido preferiblemente, me hablara del Festival de Cine Pornográfico de Civitavecchia y de la Feria de Cine Erótico de Berlín, de la Exposición de Cine y Vídeo Pornográfico de Barcelona, y evocara mis éxitos, incluso mis éxitos inexistentes, o hablara de 1990, el mejor año de mi vida, cuando viajé a Los Ángeles, casi a la fuerza, un vuelo Milán-Los Ángeles que preveía agotador y que por el contrario pasó como un sueño, como el sueño que tuve en el avión, debió de ser cruzando el Atlántico, soñé que el avión se dirigía a Los Ángeles pero tomando la ruta de Oriente, con escalas en Turquía, la India, China, y desde el avión, que no sé por qué volaba a tan baja altura (sin que por ello en ningún momento los pasajeros corriéramos peligro), podía ver caravanas de trenes, pero caravanas realmente largas, un movimiento ferroviario enloquecido y sin embargo preciso, como un enorme reloj desplegado por esas tierras que no conozco (si exceptúo un viaje a la India en el 87 del que es mejor no acordarse), cargando y descargando gente y mercaderías, todo muy nítido, como si estuviera viendo una de esas películas de dibujos animados con las que los economistas explican el estado de las cosas, su nacimiento, su muerte, su movimiento inercial
55.
Llevaba toda una semana haciendo el esfuerzo diario de levantarse de la cama (sin acordarse casi nunca de peinarse los tirabuzones enredados)
56.
Ya antes de decirlo, recuperó bastante la lucidez para acordarse de la cocina de Cooling y de su encuentro con la señora del lugar
57.
Anna hizo un gran esfuerzo mental para intentar acordarse de los colores del arzobispo
58.
Intentó acordarse de la última vez que había pagado las cuentas de la casa, pero no pudo
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Pero, en lugar de hacerlo, dio un par de saltos de alegría, hasta acordarse de su dignidad; se paró con una alegre sonrisa
60.
por lo general estaba demasiado atareada para acordarse, y demasiado escasa de tiempo para dedicar unos agradables minutos a examinar las piedras del suelo
61.
Lady Bolton, su doncella y su amante; tiene usted que acordarse
62.
—Creía que era usted de Colorado —dijo, al acordarse de que McEvoy trabajaba en uno de los diarios de Denver—
63.
No parecía acordarse de mí
64.
Anotó que debería acordarse también de preguntar a Matthew sobre aquel asunto
65.
Volvió a acordarse del conejito al que apretaba contra su cara en su habitación infantil
66.
Es usted muy gentil al acordarse de mí
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Pero ella le daba vueltas en la cabeza a todas las insolencias e injusticias que Víktor Pávlovich había cometido en relación con Tolia y lo cierto es que tenía de lo que acordarse
68.
Trata de acordarse de una canción de Battisti
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Volvió a acordarse del malvado Glandyth
70.
– ¿Quién podría acordarse de eso?
71.
En los círculos socialistas se sabe de él que fue redactor en Londres de un pequeño diario de tendencias radicales publicado por los emigrados rusos, y que en San Petersburgo se le cree el jefe de cierto partido aislado del que es preferible no acordarse; pero como habla dura y despectivamente de las personas más destacadas del partido socialista, considerando equivocados sus planes, y como se manifiesta intransigente y por completo opuesto a toda conciliación, no se preocupan mucho de él
72.
Julián, excepción hecha de los momentos que le robaba la presencia de Matilde, vivía la vida del amor sin acordarse apenas del porvenir
73.
Pensó que era el olor del bosque lo que le hacía acordarse de ella: rompiendo el firme hábito del olvido regresaba a San Sebastián, luego a otro lugar más lejano, desconocido todavía, como a una estación cuyo nombre aún no hubiera podido leer desde la ventanilla del tren
74.
No recordaba cuánto tiempo, cuántas horas o días anduvo como un sonámbulo por las calles y escalinatas de Lisboa, por los callejones sucios y los altos miradores y las plazas con columnas y estatuas de reyes a caballo, entre los grandes almacenes sombríos y los vertederos del puerto, más allá, al otro lado de un puente ilimitado y rojo que cruzaba un río semejante al mar, en arrabales de bloques de edificios que se levantaban como faros o islas en medio de los descampados, en fantasmales estaciones próximas a la ciudad cuyos nombres leía sin lograr acordarse de aquella en la que había visto a Lucrecia
75.
Los componentes de la manada de profesionales suelen acordarse antes del inicio de los juegos
76.
Qué raro que ahora, cuando ya casi nadie le preguntaba por ello, empezara a acordarse de nuevo
77.
—Pondré una mecha para drenarla —dijo Mirdin, y durante un buen rato tuvieron demasiado trajín para acordarse de las acciones de gracias
78.
No intentan acordarse de las cosas
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Resultaba bastante difícil acordarse de ello
80.
Bajo el sabor picante notó el de algo conocido de cuyo nombre no podía acordarse en pocos minutos, así que le fue imposible recordarlo, ya que, por cortesía, enseguida tuvo que felicitar a Laura Fielding por el ponche que había preparado, asegurarle que aquellas cosas picantes eran ambrosía y comerse otra para demostrarlo, e intercambiar frases corteses con los otros invitados
81.
O casi, porque él no podía acordarse de la secuencia de hechos que siguió al estallido del cañón del pobre Haynes
82.
De esa oportunidad debe acordarse más tarde Ettore Malvezzi cuando, al llegar con cierta ansiedad a las puertas de la Sixtina, encuentra un gran cartel en las puertas cerradas:
83.
Pitt intentó recordar las cifras que acompañaban a las orugas en el cuaderno, pero éstas eran tantas, y las orugas aparecían repetidas tantas veces, que no logró acordarse de todas
84.
El bibliotecario pareció acordarse de la clase de intelectos con los que estaba tratando
85.
Constance miró otra vez a la supervisora para acordarse de su cara; después, con la mejilla ardiendo, se alejó de la mesa y salió del bar
86.
Hizo por acordarse de si se había revestido su máscara de frialdad, lo mismo que se busca un espejo para ver si no se nos olvidó el nudo de la corbata
87.
Ged, por lo tanto, era para ellos un ser maravilloso: los hombres llevaban a sus hijos pequeños a qué vieran al archipelágico, así podrían acordarse de él en la vejez
88.
Así, la señora de Guermantes mostraba en sus vestidos el mismo cuidado de seguir la moda con que si, creyéndose convertida en una mujer como las demás, hubiese aspirado a esa elegancia en el vestir en que cualquier mujer podía igualarla, superarla, acaso; yo la había visto en la calle mirar con admiración a una actriz bien vestida; y por la mañana, en el momento en que iba a salir a pie, como si la opinión de los transeúntes cuya vulgaridad hacía resaltar paseando familiarmente por entre ellos su vida inaccesible pudiera ser para ella un tribunal, podía yo distinguirla ante su espejo desempeñando con una convicción exenta de desdoblamiento y de ironía, con pasión, con mal humor, con amor propio, como una reina que ha aceptado hacer de criada en una comedia de corte, el papel, tan inferior a ella, de mujer elegante; y en el olvido mitológico de su grandeza nativa miraba si su velillo estaba bien estirado, se aplastaba las mangas, se ajustaba la capa, como el cisne divino hace todos los movimientos de su especie animal, conserva sus ojos pintados a ambos lados del pico y se lanza de pronto sobre un botón o un paraguas, como cisne, sin acordarse de que es un Dios
89.
Contemplaba aquella apoteosis momentánea con una turbación que mezclaba de paz el saberme ignorado de los inmortales; verdad era que la duquesa me había visto tina vez con su marido, pero seguramente no debía de acordarse de ello, y no me dolía que se encontrase, por el lugar que ocupaba en la platea, mirando a las madréporas anónimas y colectivas del público de la orquesta, porque sentía mi ser dichosamente disuelto en medio de ellas, cuando, en el momento en que, en virtud de las leyes de la refracción, fue sin duda a pintarse en la corriente impasible de los dos ojos azules la forma confusa del protozoario desprovisto de existencia individual que yo era, vi que una claridad los iluminaba: la duquesa, trocada de diosa en mujer, y pareciéndome de pronto mil veces más hermosa, alzó hacia mí la mano enguantada de blanco que tenía apoyada en la barandilla del palco, la agitó en señal de amistad; mis miradas se sintieron transidas por la incandescencia involuntaria y por los fuegos de los ojos de la princesa, que sin querer los había hecho entrar en conflagración con sólo moverlos para tratar de ver a quién acababa de saludar su prima, y ésta, que me había reconocido, hizo llover sobre mí el aguacero deslumbrante y celestial de su sonrisa
90.
El poeta, a todo esto, seguía comiendo, sin que ni el duque ni la duquesa pareciesen acordarse de que fuese poeta
91.
En fin, ya qué más daba, a su edad, si no era capaz de acordarse de algunas sutilezas cuando lo cierto era que, por las mañanas, tardaba un buen rato en levantarse porque necesitaba que alguien le diera razones para hacerlo
92.
Debía de acordarse, sin embargo, de que las cosas habían pasado de manera hartes diferente
93.
En cuanto a los paños cuyo uso habría creído sin duda Bloch que estaba reservado a los entierros, por los cordones del paño, de que se habla en las gacetillas de las exequias, el señor de Guermantes podía acordarse del tiempo en que, siendo él todavía un niño, había visto utilizar ese mismo pairo en la boda del señor de Mailly-Nesle
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Pero hacía muchos años de aquello, y nadie lograba acordarse bien de los hechos
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Una amistad de colegio olvidada, y que ha tenido veinte ocasiones de acordarse de nosotros, nos da señales de vida, por lo demás no sin compensación
96.
Es usted muy amable recordando eso -me dijo en un tono tierno, pues las mujeres llaman amabilidad a acordarse de su belleza, como los artistas a admirar sus obras