Usar "corso" en una oración
corso oraciones de ejemplo
corso
1. olvidado en el hotel Trafalgar unpuñal corso, joya terrible, que en todos lados
2. sus amigos, habían pasado los tres días en unajarana completa: en el corso, en los
3. regresar del corso, habían encontrado tumbado al viejomarido, presa de sus
4. Era patrón de un jabeque armado en corso, el San
5. patente de corso con la que entran a saco encuanto abarca su
6. —Un recuerdo del corso de las flores, en la última temporada
7. Andando en corso, fue preso,
8. , en el Corso, frente por frente á la iglesia de San
9. el Corso hay jardines públicos á imitacion de los de Mabille de Paris, pero no tan buenos
10. Ragay y jamás se hacen en él el corso, andan los moroscon la misma satisfacción que si estuviesen en
11. «No se imagina aún ese pequeño corso con quién tiene que vérselas
12. A decir verdad, el corso era fuertemente subsidiado por el tesoro municipal
13. En este momento, la campana que había sonado para la apertura de la mascarada, sonó para la retirada, la fila del Corso se rompió al punto, y, en el instante, todos los carruajes desaparecieron por las calles transversales
14. Un escuadrón de carabineros a quince de frente, recorría al galope y en todo su ancho la calle del Corso, la cual barría para dejar sitio a los barberi
15. —No, pero lo es de un joven corso, mi compañero en la cadena
16. «Muero asesinado por el corso Benedetto, mi compañero de cadena en Tolón con el número 59
17. —Vivo en la Pensione Chanty, en la Via del Corso, muy cerca de la estación
18. El que murió aplastado por la viga de hierro y el albanés trabajaban para la misma empresa, la Santa Maria de Alfredo Corso
19. —Para que Corso venda sus empresas por cuatro chavos y se retire
20. Si no recuerdo mal, era corso
21. ¡Feraud! ¿Quién es el tal Feraud? Un va-nu-pieds disfrazado de general por un aventurero corso con pretensiones imperiales
22. Corso adelantó los incisivos en una mueca incrédula
23. —Estoy impresionado —dijo Corso, que no lo estaba en absoluto
24. Extrajo el cheque del bolsillo y lo puso en manos de Corso
25. Corso, que conservaba Las Nueve Puertas en sus manos, puso el cheque entre las páginas como una señal y sopló del libro un polvo imaginario antes de devolvérselo a Varo Borja
26. Del Tajo subía una humedad desagradable que detuvo a Corso bajo el arco mudéjar de la entrada para subirse el cuello del gabán
27. Corso leyó las primeras líneas:
28. En la siniestra sostenía un libro abierto, y Corso no pudo sustraerse a la inevitable asociación de ideas
29. Fue entonces cuando Corso se detuvo, con una imprecación dirigida contra sí mismo
30. Pero a Corso sólo le interesaba un nombre:
31. Corso dejó la pantalla, exasperado
32. En una de ellas, sentado, patentes las gotas de sangre africana en su pelo ensortijado y el aire mulato, Dumas miraba con expresión sonriente a Isabel Constant, que —leyó Corso en el pie de fotografía— tenía quince años cuando se convirtió en amante del novelista
33. La tercera foto, decidió Corso, era sin duda la más divertida y significativa
34. Sensible a la magia del texto, que no había vuelto a leer en veinte años, Corso llegó al pasaje en que los mosqueteros y d'Artagnan hablan de Milady:
35. El siniestro agente del cardenal, el enemigo de d'Artagnan; quien lo hizo apalear en el primer capítulo, robó la carta de recomendación para el señor de Treville y fue culpable indirecto de que el gascón estuviese a punto de batirse en duelo con Athos, Porthos y Aramis… Tras aquella pirueta de su memoria, con la insólita asociación de ideas y personajes, Corso se rascó la cabeza desconcertado
36. Corso entornaba los ojos tras los cristales de las gafas
37. Ninguno de esos pormenores tenía aparente relación directa con el manuscrito Dumas, pero Corso los anotaba como si le fuera la vida en ello
38. Pero Corso, a pesar de su mente acostumbrada a la lógica, empezaba ya a establecer siniestras relaciones entre los hechos de cuya información disponía y, por decirlo de algún modo, el carácter literario sobre el que esos hechos se sustentaban
39. Todo esto puede parecer algo confuso, mas tengamos en cuenta que para Corso, entonces, la situación realmente lo era
40. Y aunque el momento temporal de esta narración es, sin duda, posterior al desenlace de los graves sucesos que ocurrieron después, el mismo carácter del bucle —recuerden los cuadros de Escher, o al bromista Bach— nos obliga a retornar continuamente al principio, ciñéndonos a los estrechos límites de la mente de Corso
41. Tras un silencio cortés, Corso decidió devolverme el control de la situación
42. Corso no sentía inquietud por Las Nueve Puertas ni el manuscrito Dumas; cuando no los llevaba consigo, dentro de la bolsa de lona, los dejaba en depósito en el bar de Makarova
43. Cuando encendió el ordenador, Corso compuso una sonrisa de triunfo
44. Citó Corso a Shakespeare entre trago y trago
45. Se irguió Corso, interesado
46. Lucas Corso llamó dos veces al timbre sin obtener respuesta
47. Olía a papel, a cola de encuadernar, a piel nueva; Corso dilató las aletas de la nariz, complacido
48. Corso hizo un gesto reclamando indulgencia
49. El eco de una mala noche, recordaba Corso
50. «Lo matarán por esto, Corso