1.
¡Ah!, ya están regando esos brutos, y tengo que pasarme a laotra acera para que no me atice una ducha este salvaje con su manga deriego
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haciendo subiry bajar la manga de la levita con todo el hueco de
3.
Los estudiantes, con el manteo terciado, tricornio en mano y ondeante enla manga el lazo de
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descubierto lablanca manga de la camisa, los botines de goma entorpeciéndoles el paso,y en la
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manga con objeto de queno le burlase en su justa pretensión
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brazo, antes lleno deplasticidad, encogíase en su manga, y los
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paraentrar en la manga de su padre, o bailar en un sombrero
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Mientras tanto, otros de los siervos desnudosdesarrollaban los flexibles anillos de una manga de riego ajustada á labomba
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Guerra sobre el pecho del uniforme y variosgalones en una manga indicadores de sus campañas
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tirándole por la manga de la camisa
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superior, a juzgarpor el galón que llevaba en la manga de su
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yarremangose la manga de la camisa; pero cuando vio abierto el
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te me llevas esos pelos pegados en la manga
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en la manga, el sayo y una camisa, de dos que tenía
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Un jefe ostentando en una manga el brazal distintivo de
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ostentaba en una manga el brazaldel Estado Mayor
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manga, decía:«músculo deltoides, bíceps, gran supinador, cubital», y en lospantalones:
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«Para cortar los pujos no hay más que tomar cocimiento de las hojasdel arbol Manga
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Cuando pasaba las vacaciones de verano con él en la aldea, tenía que tirarle de la manga continuamente para que siguiera andando, pues cada vez que se cruzaba con algún aldeano de cierta edad, se sacaba la prótesis y le mostraba lo buena y fuerte que era
20.
El preso abrigaba la esperanza de determinar con cierta precisión dónde estaban y en qué sentido se desplazaban, pero obstruyó su radio de visión la carcomida manga de uno de sus portadores
21.
Uniformemente vestidos con pantalones blancos y camisas de manga corta de igual color, apenas se distinguían unos de otros y, a aquella distancia, sus respectivos méritos se anulaban, confundiéndose en el constante ir y venir de sus pelotas, el espejeo de sus raquetas y sus gesticulaciones aparentemente gratuitas
22.
Satur piensa que el mundo va manga por hombro y al desgaire y que las cosas tienen mal arreglo
23.
Tal vez pensó que, por tanto, no iba a gobernar con la vista sólo puesta en la derecha y el centro -que eran los suyos, los que lo habían llevado al poder con sus votos-, sino también con la vista puesta en la izquierda: al fin y al cabo, pensaría, un gobernante de verdad de izquierdas, Suárez se sacó de la manga a Josep Tarradellas, el último presidente del gobierno catalán en el exilio, un viejo político pragmático que garantizaba a la vez el apoyo de todos los partidos catalanes y el respeto a la Corona, el ejército y la unidad de España, de forma que su regreso en octubre de 1977 tradujo el restablecimiento tras cuarenta años de una institución republicana en una herramienta legitimadora de la monarquía parlamentaria y en una victoria del gobierno de Madrid
24.
Todo empezó mucho antes de la aprobación de la Constitución y empezó bien, o como mínimo empezó bien para Suárez, que realizó en Cataluña un nuevo pase de magia: a fin de conjurar el peligro de que la izquierda que había ganado allí las elecciones generales formara un gobierno autonómico de izquierdas, Suárez se sacó de la manga a Josep Tarradellas, el último presidente del gobierno catalán en el exilio, un viejo político pragmático que garantizaba a la vez el apoyo de todos los partidos catalanes y el respeto a la Corona, el ejército y la unidad de España, de forma que su regreso en octubre de 1977 tradujo el restablecimiento tras cuarenta años de una institución republicana en una herramienta legitimadora de la monarquía parlamentaria y en una victoria del gobierno de Madrid
25.
Luego, el huésped se saca de la manga un estilete corto y delgado y lo clava en el bollo de pan
26.
Aunque hace calor, Morrie lleva una camisa de manga larga, una manta sobre las piernas, tiene la piel pálida
27.
Extrajo el fajín de color arena que llevaba oculto en la manga y lo colocó junto a la bolsa de monedas
28.
—Haré todo lo posible —respondió el posadero del puente de Gard, introduciendo el cuchillo en su manga
29.
Vaqueros, pantalones pitillo y camisetas de manga corta estaban prohibidos
30.
Antes de que se sirviese la comida, Poirot cogió al jefe de los camareros por la manga y le murmuró algo al oído
31.
Poirot se retorció el bigote y sacudió con cuidado una imaginaria mota de polvo de su manga
32.
Uno de ellos le subió la manga del vestido y sacando una jeringuilla hipodérmica le puso una inyección
33.
Al inclinarse para cogerlos de la mesa en que los había dejado, se enredó un botón de su manga con la cadenita de las gafas de miss Carroll, y se cayeron en la alfombra
34.
Encendió una linterna sorda que llevaba en la manga de su bota y alumbró a los que dormían
35.
- ¿Qué tenía en la manga el difunto?
36.
- Los marinos se lo colocan en la manga - observé pensativo
37.
El café había llegado hasta la manga de su vestido, pero la mayor parte se concentraba en el centro de la mesa, filtrándose y empapándome los pantalones
38.
—Con el puño de la manga izquierda se frotó los ojos, para secárselos—
39.
Mientras Carn se alejaba, el conde se arrancó la manga de la túnica con los dientes por encima del muñón y volvió a colocárselo bajo la axila izquierda
40.
Se acercó un paso más, y las cintas de su manga rozaron el brazo de Eragon
41.
Se detuvo, respirando con dificultad, y se secó la cara machacada con el borde de la manga
42.
En ese caso debía contar con todos los ases en la manga, pues era demasiado astuto como para no ponerle ese montón de huesos entre las manos y emplazarlo a aplicar la ley sin estar muy seguro
43.
Se identificaban con un circulo de tela blanca cosido en la manga izquierda de la chaqueta y pronto todo el pueblo adivinó el significado de esa señal
44.
Eso contribuyó al prestigio del catolicismo y aportó tranquilidad a algunas almas inquietas por el empuje ideológico de los marxistas y la llegada de los primeros grupos mormones, compuestos por candorosos y enérgicos jóvenes en camisas de manga corta, que se introducían en los hogares y convertían a las familias desprevenidas
45.
Y procedente de la parte superior del antebrazo de Paige, donde permanecía hasta ahora escondida en el interior de su manga, una pulsera de paciente aparece en su muñeca
46.
Tenía el uniforme roto y cubierto de sangre, un pedazo de tripa ajena le colgaba de una manga, ya no le salía voz de tanto gritar y maldecir, había per-dido el miedo y la identidad, era sólo una máquina de matar, repartien-do golpes sin ver dónde caían, con la única meta de llegar al tope del cerro
47.
Simón no lo pensó ni un instante y, agarrando la manga del ropón de Seis se dirigió, con el alma encogida por la angustia, a la casa de la calle Archeros
48.
—Es prenda indispensable para viajar por África —respondió el príncipe con gravedad; y sacando el brillo a la visera con el revés de la manga, informó a su cándido compañero tocante a la importancia del quepis en nuestras relaciones con los árabes: el terror que esta insignia militar tiene por sí sola el privilegio de inspirarles es tan grande, que la administración civil se ha visto obligada a imponer el quepis a todos los empleados, desde el peón caminero hasta el registrador
49.
Ya no se es a los veinticinco un crío, ni a los veinte, sólo si se es un chico listo, un incipiente intelectual, como Juan Campos era, con la concupiscencia de la carne reducida más o menos a un pajote, la experiencia de la convulsión ante el amor se te da como el chorro de una manga de riego en plena cara, que te tira hacia atrás sin refrescarte, duro como un palo en las costillas, como una patada en los cojones, como un insulto merecido
50.
Cuando el general acabó, el subdirector se subió la manga y consultó el reloj
51.
Se levantó la manga y miró su reloj
52.
En la certeza de que Lisetta había muerto, el padre sacó de la manga la historia del soldado americano
53.
El monstruo se quedó en silencio por un momento, se frotó la nariz con la manga
54.
Yarpen rebufó, se limpió la nariz con la manga y se inclinó en el pescante, comprobando que Wenck no cabalgaba demasiado cerca
55.
El aduanero se sacó de la manga un gran pañuelo, se limpió la frente, los bigotes y el cuello
56.
Después, cuando Yabú lo hubo comprendido bien, se sacó un rollo de pergamino de la manga
57.
Se guardó el diccionario en la manga, alegrándose de que fuese la hora de hacer su primera comida
58.
Christian le vio sacarse el gran cuchillo pukoh de su funda y metérselo por debajo de la manga con la empuñadura en la palma de la mano
59.
Levemente encorvado y manteniendo el antebrazo derecho en posición horizontal para que el hacha no se escurriera de la manga, abrió la puerta y salió al pasillo
60.
Le encantaba cuando su madre estrechaba la cintura o recortaba una manga
61.
Tiene trucos guardados en la manga
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Preparaba una agria respuesta cuando mi señor me estiró de la manga y, juiciosamente, salimos de la habitación
63.
Me estiró de la manga y señaló a la esposa de Santerre
64.
¡Con la manga de su traje tapa las rosas ruborosas de sus mejillas! pero ¿podrá impedir a los corazones que se embriaguen con el ámbar de su piel perfumada?
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y el doctor, radiante, tirándome de la manga y golpeando con el lápiz en una zona más clara de la radiografía,
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y yo le apreté la manga con fuerza creyendo que tal vez podríamos partir todavía y no podíamos, con qué dificultad se curvan las espaldas, con qué dificultad los brazos, con qué dificultad las piernas se mueven, en el sitio de la Estrada Militar no hay soldados marchando con un oficial y un tambor al frente, sino chabolas de negros y gitanos, de gitanos y de negros, sin una luz salvo la de los dientes y la de la baba de los perros tan enclenques como ellos, barracas con trozos de cartón, con tablas, con duelas de barricas, con maderas de andamios, mujeres descalzas calentando cazos en las piedras, niños con rostros como charcos, cieguitos, aun en septiembre un lodazal de lluvia, pobres de vosotras que habréis de entrar a la iglesia (y yo encerrada en el ataúd) y al empujar la antepuerta las llamas de los cirios se inclinarán trémulas hacia vuestro luto que dura lo que una misa y un entierro y habréis de mediros, indecisas, ¿A cuál de nosotras le tocará, Manuela?, ¿A cuál de nosotras le tocará, Luisa?, el cementerio lleno de maridos que no esperaron, que no esperan, ¿Oyes la tormenta?, no es que yo tenga miedo, tú sabes que no tengo miedo, de qué sirve tener miedo, pero habla conmigo, pero quédate ahí un rato, pero no cuelgues todavía, en Ericeira encendía la salamandra al atardecer, el viento en los pinos me aterraba, por la ventana de la sala la colina bajaba hacia las dunas y la arena brillaba, las olas me rompían los huesos en la muralla, mis sobrinos seguían en bicicleta hacia el agua que la bandera roja prohibía, había un café desierto, con grandes letras pálidas, en la cima del farallón, nadie frecuentaba aún la playa de Sao Lourenço, sólo habitada por raras gaviotas, ningún veraneante, ninguna sombrilla, ningún bañista, adolescentes lejos de sus padres saltando por las rocas, y ellas proyectando partidas de canasta, proyectando excursiones a Sicilia, a Yugoslavia, a Leningrado, a Egipto, ¿No te parece, Maria Antonia?, y yo que sí con la cabeza, imaginando un autobús de visitas que tejen por Europa, Sicilia claro, Yugoslavia claro, Leningrado claro, tiene un museo estupendo, Egipto, las pirámides, la Esfinge, y por qué no una excursión a Benfica, y por qué no una excursión a lo que fuimos, bodas, procesiones, bailes de carnaval, partidos de hockey, el lobo de Alsacia de mi padre, encerrado y soltando aullidos, en una jaula, y después de salir las visitas, con sus Sicilias y sus museos, mi sobrino, de espaldas a mí, observando el mercado nuevo, Si la tía no quiere ponerse en tratamiento de quimioterapia no se pondrá, no se preocupe, y yo a él ¿Cuánto tiempo, hijo mío?, y él, cambiando los cacharros de posición, No lo sé, y entonces lo vi sentado en la Quinta do Jacinto, bajo un nogal seco, él, que vivió en Londres, que trabajó en Londres, que tenía ocho canales de televisión y una criada española, ni de la existencia de la Quinta do Jacinto sabía, viviendas con dalias mustias en el otero de Alcántara, el borracho que irrumpía en la sala de costura asegurando Yo vuelo, la modista que lo amenazaba con la plancha y después, ya más calmada, La niña disculpe pero es por culpa de estas cosas y otras más que tengo el corazón hecho una pena, y mi sobrino, con la cartera en las rodillas, en espera de la noche para entrar en casa como yo espero el día para entrar en la muerte porque, no sabiendo gran cosa, sé que moriré de día, durante las primeras horas del día, con un vecino médico, llamado con tal urgencia que ni tiempo tuvo de peinarse, que me auscultó el corazón parado pensando que lo oía cuando lo que realmente oía era el cangilón del ascensor, y conmigo morirán los personajes de este libro al que llamarán novela, que en mi cabeza, poblada de un pavor del que no hablo, tengo escrito y que, según el orden natural de las cosas, alguien, un año cualquiera, repetirá por mí del mismo modo que Benfica se ha de repetir en estas calles y fincas sin destino, y yo, sin arrugas ni canas, cogeré la manguera y regaré, por la tarde, mi jardín, y la palmera de Correios crecerá de nuevo antes que la casa de mis padres y que el molino de zinc pidiendo viento, y mi hermana, viuda también y sin el pecho izquierdo, amputada del pecho por un cáncer, un cáncer como el mío, un cáncer, un cáncer, No es que yo tenga miedo a las tormentas, hay pararrayos por todas partes y además de qué sirve tener miedo, pero no cuelgues todavía,
67.
–Tendrá que enviar ese traje a la tintorería -le dijo, como si el embajador no hubiera hecho más que producirse una mancha de yema de huevo en la manga de la chaqueta
68.
Pero aún se guardaba el triunfo definitivo en la manga
69.
Venía muy excitado, sin escopeta ni sombrero, y vieron que traía la mano y la manga derechas manchadas de sangre fresca
70.
Llevaba una chaqueta abierta, con una gran salpicadura de alquitrán en la manga, una camisa a cuadros rojos y negros, pantalones de tela basta y unas recias botas desgastadas
71.
Sin embargo, froté una de ellas con la manga y poco después brilló como una chispa en la oscura cavidad de mi mano
72.
Bosch se puso una camisa de manga larga encima de la camiseta
73.
Tomó uno de ellos y se lo metió por la manga de la chaqueta, con la punta hacia adelante
74.
– Cathryn lo tomó de la manga
75.
Beau vestía una camisa de manga larga con un estampado oscuro
76.
Apartándose del anteojo, Desfosseux levanta la cabeza y dirige un vistazo a la mancha blanca que destaca en el cielo negro: la manga de tela puesta en un mástil sobre el puesto de observación
77.
Tuvieron que esperar a que el operador de la manga golpeara el costado del avión para que el asistente que estaba en el interior del aparato volviera a abrir la puerta
78.
El teniente, que recobra el aliento, ha sacado el pañuelo de una manga y se lo pasa por los labios
79.
Lo dobla con cuidado y vuelve a metérselo en la manga, el aire indiferente
80.
—Me gustaría echar un vistazo a vuestros reclutas —dijo, limpiándose los anteojos con un lienzo de narices que sacó de la manga del jubón
81.
Un chico y una chica, tranquilos y decididos, con camiseta de manga corta
82.
—Santo cielo —dijo Airi al final sorbiendo y secándose los ojos con la manga del jersey—
83.
La mujer de los dedos torcidos se arrodilló al lado de Mo y, antes de que Resa pudiera impedirlo, le subió la manga
84.
– Se enjugó la mojada frente en la manga del chaquetón
85.
Se secó el rostro con la manga de la camisa y sacó los cigarrillos
86.
–Porque… -Se seca los ojos con la manga de la bata-
87.
Se limpia la boca en la manga del abrigo
88.
–¿Qué sabe de la Segunda Fundación, Ebling? El psicólogo sacó un brazo de debajo de la sábana, y sus dedos cansados agarraron a Toran por la manga
89.
Los buitres del rojerío, que perchaban con la boca hecha agua sobre el franquismo agonizante, aguardando la muerte del dictador, crearon la Junta Democrática, presidida por Santiago Carrillo, extraña jaula de grillos donde cohabitaban el Partido Comunista, el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, el Partido del Trabajo, de izquierda radical, y Comisiones Obreras: prácticamente toda la oposición al franquismo, con la notable excepción del PSOE, porque, por los motivos arriba expuestos, Felipe, flamante patrón de la nave socialista, escondía en la manga el as de la complicidad y la tolerancia franquista
90.
–Es igual, tiene algo escondido en la manga
91.
Don París, el príncipe de los caldeos, estudió en aquella escuela, y paraba en la fonda de la manga del sochante mayor
92.
Lo agarro de la manga de la camisa
93.
Mientras la pareja continuaba lamentándose de que se fueran, Gamay tiró de la manga a su marido para que fuera a sentarse al volante
94.
Quizá algo que Josef Goebbels se había sacado de la manga
95.
Langdon sonrió cuando enseñó el as que escondía en la manga
96.
El cirujano Stanley tiraba de la manga del comandante Fitzjames mientras los hombres iban avanzando por el estrecho corredor y subían por la escala hasta la cubierta
97.
Arrancó un trozo de la manga de la túnica de la hechicera y la utilizó para contener la hemorragia de su herida
98.
--Idiota --dijo Dustin con toda claridad, mientras apretaba el gatillo del surtidor que llevaba en la manga izquierda
99.
—¡Comida! —gritó, mientras se limpiaba con la manga el cumis pegado a los bigotes—