1.
Encantado con su cómodo sin escuchar la campana odiosa que implacable, a 7:30 de la mañana, consternada muscular, que durante mucho tiempo estaba en forma del tambor, perdiendo la forma de arte natural que sirve como destino para las flechas de Cupido caliente
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Había abierto el tambor y la
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patalean por tener un tambor, y encuanto lo tienen, les falta
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tambor convocaban a todos los soldados, y gran número de gentes del pueblo, hombres y
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será elbruto que saluda a la aurora en el fondo de losbosques con un tambor?
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recostado contra unpino, con el tambor entre las piernas, tocandosi Dios tiene
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addedar, que diz es el sonido del tímpano ó tambor; pero se entremete entre ellos, esto es, entre los
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[131] «En 1791 se pagaron 55 rs; 20 al alguacil; 15 alpregonero, 8 al tambor y 12 á los clarineros
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adornar con flores las canoas, colocando enellas un tambor para anunciar la alta categoría del viagero
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el cual estáescondido en un rincon de ella, donde tiene un pequeño tambor, una ó doscalabazas
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escojidos y un tambor
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Por fin losseparan; el tambor cesa de batir, la escolta
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del tambor y gritérecio: «¡Vamos, muchachas, una bamboula
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pone de tambor en un batallón hastaque se arrepienta de su locura
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delrevoloteo y el cobijo iba siempre acompañada de un precipitado redoblede tambor, tocado por
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porque el ruido del tambor y la gaita y lascastañuelas era ensordecedor
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La gaita y el tambor se perdieron por las retorcidas callejuelas de laaldea
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Pero ya al son de la gaita y el tambor y con el estampido de los cohetessalía la
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les quitaba alos chicos del tercero el tambor con que
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Esto lo cantó bajito Joaquín Orgaz, tocando el tambor en la cabeza deGuimarán
21.
El primero de éstos sin dudacapitaneaba a los demás, porque iba a la cabeza blandiendo en la manoderecha, a guisa de bastón de tambor mayor, la caña de Indias con puñode oro y regatón de plata
22.
Le diré a papá queles deje tocar tambor en los dos días de Pascuas y el día de Reyes
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tambor pintado de azul con flores y ramajesdorados
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de los transparentes de los balcones y se puso atocar el tambor con los dedos sobre los
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«Me parece—decía tocando el tambor con los dedos sobre la mesa—, quede golpe
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humano oído quede en estado de funcionar al día siguiente, añaden al tambor esa invención del
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Los toques declarín y tambor arreciaban y se sentían pasar las tropas por la callecon algazara y
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El conserjé, despues de hacer varias evoluciones con el tambor, bajóla voz todo lo que pudo, y con un
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Por mañana y tarde un redoble de tambor y un alegrepaso doble convocaba á todo el que gratuitamente quería contribuirá levantar el escenario
30.
La campana de la iglesia anunciando la oración, se mezcló con losredobles del tambor del tribunal, y
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estadosonó el tambor y tras este la música y precedidos de
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A las cinco de la tarde se tocó el tambor, yendo todas y todos endos filas á
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pueblocongregado, el domador comenzó a soplar en un cuerno de caza y suayudante redobló en el tambor
34.
Y volvió a atacar con el cuerno de caza un aire marcial, mientras elviejo ayudante redoblaba en el tambor
35.
Sacaron a la calle un tambor de regimiento y un cesto, y a los dosviejos los ataron
36.
Resono el tambor, y la compania, conducida por el curtidor, se alejo en la direccion prescrita
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Cuando las prisioneras llegaron al final de la escalera, el tambor convoco a la guardia, se hizo el silencio y se abrio lentamente la puerta
38.
Voy a sustraerme al destino de Sísifo que me impuso el mundo de donde vengo, huyendo de las profesiones hueras, el girar de la ardilla presa en tambor de alambre, del tiempo medido y de los oficios de tinieblas
39.
Comieron, y después de alzado los manteles, y después de haberse entretenido un buen espacio con la sabrosa conversación de Sancho, a deshora se oyó el son tristísimo de un pífaro y el de un ronco y destemplado tambor
40.
Cuando un redoble de tambor marcaba el final del recreo y el comienzo del estudio, en una frenada brusca, caía literalmente del cielo al cemento, jadeando y sudando, furioso por la brevedad de las horas, y recobrando poco a poco conciencia de la situación se precipitaba de nuevo hacia las filas con sus compañeros, mientras se secaba con las mangas el sudor de la cara, súbitamente aterrado al pensar en el desgaste de los clavos de las suelas de sus zapatos, que examinaba con angustia al comienzo del estudio, tratando de evaluar la diferencia con la víspera y el brillo de las puntas y tranquilizado justamente por la dificultad de medir el grado de desgaste
41.
Había que esperar el último redoble de tambor
42.
Durante doce horas, al redoble del tambor, en una sociedad de niños y de maestros, entre los juegos y el estudio
43.
Uno de ellos tenía al lado un enorme tambor, un hauk, adornado con plumas y crines, y de vez en cuando lo golpeaba haciendo resonar las bóvedas de la caverna
44.
Parecía un tambor
45.
Por encima del soplo de su respiración, Eragon distinguía el ruido de alguna piedra rodando por entre el laberinto de túneles y el continuo repiqueteo de las gotas de agua condensada que resonaban contra la superficie de un estanque subterráneo como un tambor
46.
Sin que Roran pudiera apenas darse cuenta, habían subido las anclas, habían cortado la maroma que sujetaba la pasarela, y un tambor resonaba bajo sus pies para marcar el ritmo a los remeros
47.
La pulsación del tambor medía los minutos; Roran tenía una aguda consciencia de cada instante que pasaba
48.
Hacia el pantano se oía un redoble muy fuerte, que parecía de un tambor
49.
Las pocas veces que fumó yerba calculó que no valía la pena lustrar tantas horas para financiar esa porquería que le dejaba el estómago revuelto y la cabeza resonando como un tambor, pero en público fingía que lo elevaba al cielo, como aseguraban los demás, para no pasar por tonto
50.
Andaba desesperado de amor, encendido por un calor brutal e incomprensible, asustado del tambor de su corazón, de la miel pegajosa en su saco de dormir, de los sueños turbulentos y de las sorpresas de su cuerpo; se le estiraban los huesos, le aparecían músculos, le crecían vellos y se le cocinaba la sangre en una calentura pertinaz
51.
De los cuatro puntos cardinales llegaban jóvenes tras ideas nuevas que aún no tenían nombre, pero se percibían en el aire como pulsaciones de un tambor en sordina
52.
Lo identifiqué al punto, era el hombre que todos los sábados conducía a la tribu a pedir limosna en Agua Santa, el que me encontró una mañana sentada junto al cadáver de Zulema, el mismo que mandó a avisar la desgracia a Riad Halabí y cuando me detuvieron se plantó delante de la Comandancia a patear el suelo como un tambor de advertencia
53.
30 del 1 de mayo, unos sordos redobles de tambor precedieron un anuncio de radio Hamburgo que emitía la muerte de Hitler
54.
¡Heller! Observó con atención el tambor de acero y comprendió lo que sucedía
55.
El tambor que marcaba el ritmo de los galeotes comenzó a sonar sordamente
56.
Por supuesto, las balas explosivas no servían para disparar a través de tabiques sólidos o puertas de vehículos, pero las dos balas siguientes del tambor eran convencionales
57.
De modo que la habitual secuencia (primero enfrentamiento directo y luego intento del delincuente de parapetarse) tenía una hábil réplica en la posición de las dos clases de balas en el tambor del revólver
58.
Fueron cargados bajo la severa vigilancia de una guardia armada de la Bóveda de Materiales Peligrosos; ella se quedaba detrás con el conductor coreano cada vez que Lee y sus hombres regresaban a buscar otro tambor
59.
Tres kilómetros al oeste, y unos pocos metros bajo tierra, el último tambor de la muerte recorría su camino al norte
60.
Pues entonces, ¿por qué lo había obligado a llegar hasta allí? Era como si estuviera en el interior de un tambor aporreado por centenares de tamborileros; el ruido del granizo sobre el tejado de chapa era insoportable
61.
Y luego, emergiendo del ruido de fondo, surgió lentamente una creciente vibración que fue aumentando más y más, como el redoble de un gigantesco tambor
62.
El más pequeño de ellos soltó las baquetas del tambor y se llevó la mano al hombro
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Unas horas después, un tambor recorrió las calles repitiendo un pregón: a las siete en punto, todos los habitantes sin
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Pero esta vez el piloto movió la cabeza, en un gesto de impotencia, y el jefe de los remeros siguió marcando el ritmo con el tambor
65.
De pronto empezó a sonar el tambor de la galera
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El capitán de remeros golpeaba el tambor y los remeros hacían un esfuerzo final
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Oyose hacia San José estrépito de fusilería, y en nuestro reducto sonó el tambor, mandando tomar las armas
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Los redobles de tambor que sonaron en las inmediaciones del pueblo le obligaron a seguir adelante
69.
-Un tambor que servía al pregonero de la Bula
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Tras de lo cual, cogió el tambor mágico e hizo resonar la piel de gallo
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Por todas partes tropa de línea y voluntarios, generales encintados que iban y venían sin cesar, escoltas, destacamentos, guardias, toques, llamadas, arengas, banderas, gritos, y el tambor resonando sin cesar como el ronquido del gigante furioso que impaciente aguarda la pelea
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-No puedo decírselo a usted claramente porque los embajadores no me las han leído; pero si sé que la contestación del Gobierno español ha sido retumbante y guerrera como un redoble de tambor
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En esto le despertaron tirándole de los pies, y oyó toques de tambor y cometas, ruido de marcha, gran rebullicio de gente
74.
«Ya pareció aquello -manifestó el autor de Marcela, acompañando su dicho con toquecillos de tambor sobre la mesa-
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y yo le apreté la manga con fuerza creyendo que tal vez podríamos partir todavía y no podíamos, con qué dificultad se curvan las espaldas, con qué dificultad los brazos, con qué dificultad las piernas se mueven, en el sitio de la Estrada Militar no hay soldados marchando con un oficial y un tambor al frente, sino chabolas de negros y gitanos, de gitanos y de negros, sin una luz salvo la de los dientes y la de la baba de los perros tan enclenques como ellos, barracas con trozos de cartón, con tablas, con duelas de barricas, con maderas de andamios, mujeres descalzas calentando cazos en las piedras, niños con rostros como charcos, cieguitos, aun en septiembre un lodazal de lluvia, pobres de vosotras que habréis de entrar a la iglesia (y yo encerrada en el ataúd) y al empujar la antepuerta las llamas de los cirios se inclinarán trémulas hacia vuestro luto que dura lo que una misa y un entierro y habréis de mediros, indecisas, ¿A cuál de nosotras le tocará, Manuela?, ¿A cuál de nosotras le tocará, Luisa?, el cementerio lleno de maridos que no esperaron, que no esperan, ¿Oyes la tormenta?, no es que yo tenga miedo, tú sabes que no tengo miedo, de qué sirve tener miedo, pero habla conmigo, pero quédate ahí un rato, pero no cuelgues todavía, en Ericeira encendía la salamandra al atardecer, el viento en los pinos me aterraba, por la ventana de la sala la colina bajaba hacia las dunas y la arena brillaba, las olas me rompían los huesos en la muralla, mis sobrinos seguían en bicicleta hacia el agua que la bandera roja prohibía, había un café desierto, con grandes letras pálidas, en la cima del farallón, nadie frecuentaba aún la playa de Sao Lourenço, sólo habitada por raras gaviotas, ningún veraneante, ninguna sombrilla, ningún bañista, adolescentes lejos de sus padres saltando por las rocas, y ellas proyectando partidas de canasta, proyectando excursiones a Sicilia, a Yugoslavia, a Leningrado, a Egipto, ¿No te parece, Maria Antonia?, y yo que sí con la cabeza, imaginando un autobús de visitas que tejen por Europa, Sicilia claro, Yugoslavia claro, Leningrado claro, tiene un museo estupendo, Egipto, las pirámides, la Esfinge, y por qué no una excursión a Benfica, y por qué no una excursión a lo que fuimos, bodas, procesiones, bailes de carnaval, partidos de hockey, el lobo de Alsacia de mi padre, encerrado y soltando aullidos, en una jaula, y después de salir las visitas, con sus Sicilias y sus museos, mi sobrino, de espaldas a mí, observando el mercado nuevo, Si la tía no quiere ponerse en tratamiento de quimioterapia no se pondrá, no se preocupe, y yo a él ¿Cuánto tiempo, hijo mío?, y él, cambiando los cacharros de posición, No lo sé, y entonces lo vi sentado en la Quinta do Jacinto, bajo un nogal seco, él, que vivió en Londres, que trabajó en Londres, que tenía ocho canales de televisión y una criada española, ni de la existencia de la Quinta do Jacinto sabía, viviendas con dalias mustias en el otero de Alcántara, el borracho que irrumpía en la sala de costura asegurando Yo vuelo, la modista que lo amenazaba con la plancha y después, ya más calmada, La niña disculpe pero es por culpa de estas cosas y otras más que tengo el corazón hecho una pena, y mi sobrino, con la cartera en las rodillas, en espera de la noche para entrar en casa como yo espero el día para entrar en la muerte porque, no sabiendo gran cosa, sé que moriré de día, durante las primeras horas del día, con un vecino médico, llamado con tal urgencia que ni tiempo tuvo de peinarse, que me auscultó el corazón parado pensando que lo oía cuando lo que realmente oía era el cangilón del ascensor, y conmigo morirán los personajes de este libro al que llamarán novela, que en mi cabeza, poblada de un pavor del que no hablo, tengo escrito y que, según el orden natural de las cosas, alguien, un año cualquiera, repetirá por mí del mismo modo que Benfica se ha de repetir en estas calles y fincas sin destino, y yo, sin arrugas ni canas, cogeré la manguera y regaré, por la tarde, mi jardín, y la palmera de Correios crecerá de nuevo antes que la casa de mis padres y que el molino de zinc pidiendo viento, y mi hermana, viuda también y sin el pecho izquierdo, amputada del pecho por un cáncer, un cáncer como el mío, un cáncer, un cáncer, No es que yo tenga miedo a las tormentas, hay pararrayos por todas partes y además de qué sirve tener miedo, pero no cuelgues todavía,
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Philips echó la cabeza atrás, con una exclamación de entusiasmo, mientras batía la superficie de la mesa como si fuera un gran tambor
77.
Cualquiera diría que pasa el tiempo entre obuses y redobles de tambor, como una cantinera pizpireta
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Sonó una corneta y el tambor se puso a redoblar
79.
Tal vez su condición de viejo soldado —había peleado en Flandes y el Mediterráneo tras escapar de la escuela para alistarse como paje y tambor a los trece años— dejó impresa en él aquella manera tan suya de encajar el riesgo, los malos tragos, las incertidumbres y sinsabores de una vida bronca, difícil, con el estoicismo de quien se acostumbra a no esperar otra cosa
80.
Haciendo girar con aire distraído el tambor, dijo:
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Un sonoro estampido resonó como una explosión dentro de un tambor metálico
82.
– Puso la cinta en un tambor horizontal y la enroscó
83.
Hacíamos circular el pegajoso teléfono de oreja a oreja, los redobles de tambor eran tan regulares que parecía como si tuviésemos la oreja pegada al pecho de las hermanas Lisbon
84.
Escucharon un estallido de metal; un tambor redoblaba bajo sus pies, mientras las diagonales del puente pasaban veloces ante la ventanilla con idéntico fragor al que produce un palo al ser pasado por los barrotes de una verja; luego las ventanillas se iluminaron quizá demasiado repentinamente y el impulso del descenso los condujo pendiente arriba mientras las grúas de la Wyatt Oil retrocedían hasta perderse en la distancia
85.
El canto y los golpes rítmicos de tambor se hicieron más fuertes
86.
» Un regimiento de la infantería armenia los pasó al trote, apremiados por el tambor que golpeaba un tártaro montado sobre un camello: era un nacara, un gran tambor de guerra
87.
El tambor resonaba por encima del estruendo de las armaduras de metal mientras corrían hacia las murallas
88.
Llevaba las insignias de los chamanes, y el tambor y el bastón
89.
Su voz era un soplo enfermo que salía con dificultad del cuerpo, tras pasar junto al tambor de un corazón en plena crisis
90.
Mi corazón, cual un tambor enlutado,
91.
Pero el séquito del prefecto pareció darse cuenta de aquel apuro, y los dos rocines emparejados, contoneándose sobre la cadeneta del bocado, llegaron a trote corto ante el peristilo del ayuntamiento justo en el momento en que la guardia nacional y los bomberos se desplegaban al redoble del tambor, y marcando el paso
92.
Redobló el tambor, tronó el cañón, y los señores en fila subieron a sentarse en el estrado, en los sillones de terciopelo rojo que había prestado la señora Tuvache
93.
Entretanto, los guardias nacionales habían subido al primer piso del ayuntamiento, con bollos ensartados en sus bayonetas, y el tambor del batallón con una cesta de botellas
94.
Mientras morían los ecos de las explosiones, empezó a resonar otro ruido: una especie de toque de tambor profundo que anudaba el estómago y que llegaba de lo alto del risco
95.
Y el tambor del instinto redobló amenazante
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No se dio por convencido el caballero pobre, y guardando cuidadosamente la cartulina, se abrochó su gabán y trató de ponerse en pie; operación complicadísima que no pudo realizar, por la extraordinaria flojedad de sus piernas, no más gruesas que palillos de tambor
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–¿Te parece? – El Ratón giró sobre el tambor para enfrentarlo
98.
Joaquín sacó el Colt Dragoon y comenzó a disparar a ciegas hasta vaciar el tambor
99.
–No entiendo -dijo Lars, tenso, con el tambor del miedo latiendo dentro de él