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    completa


    completaba


    completaban


    completado


    completamos


    completan


    completando


    completar


    completas


    completo


    completé


    1. Por el tamaño de Suramérica incrustada encima del listón horizontal de uno de los dos costados, puede deducir que el tamaño del cráter que se abrió, era del tamaño de cuatro (4) planetas tierra completa


    2. y el pedazo de pañete o pared, que falta en mi vieja pared, completa la prolongación del pétalo de la flor, que nunca fue pintado, porque el marco del cuadro, no dejo florecer la extensión


    3. PERO la mente jamás podrá sentir, solo tiene sensaciones como las emociones, pero jamás podrá sentir, el sentir es del espíritu, también es del espíritu la paz interior, la tranquilidad de espíritu, el sosiego, el regocijo, el sentirse con una vida placentera, en el espíritu aparece un grado superior de felicidad y es el amor de DIOS, que nada lo supera, es una felicidad completa, permanente y eterna, una felicidad que NO podrá obsequiarte el cuerpo ni la mente


    4. —De gente de bien es agradecer los favores que se reciben, así que en pago del beneficio recibido necesito que se pongan en camino hacia la región del Tejo, y allí, de rodillas ante la señora Dulcinea, me le dicen que su caballero, el de la Triste Figura, le envía sus respetos, y le cuentan, punto por punto, todo lo de esta famosa aventura, y luego de esto quedarán en completa libertad


    5. Le ha dado el maletín, con su colección completa de móviles,


    6. el momento en que Lebedev le comunique la información completa a Kouliev, a partir de ahí


    7. Sólo cuando el alumno completa su


    8. La eliminación casi completa de esa coraza marca la


    9. una relación sexual completa no lo


    10. Se trata, en este caso, del personaje más estrafalario que residía en Santa I*« por aquellos tiempos, y con el cual se completa no sólo la candorosa trilogía, sino para Nariño, el último de sus propósitos, como era el de hallar la persona en quien delegar las funciones del mando, antes de abandonar la capital, sin correr el riesgo de sufrir una nueva traición

    11. Las salvó de una destrucción completa, además de la oscuridad, un fuerte aguacero que impidió la continuación de la acción


    12. La malquerencia de los militares venezolanos al granadino, una enfermedad de la cual no dan síntomas todavía de una curación completa, al cabo de 160 años, hizo que se viera precisado a renunciar este cargo, dedicándose a buscar el acercamiento con sus adversarios que lo hicieron dimitir, lo cual logró gracias a su verborragia convincente, a su viscosidad adulatoria y a la elasticidad de su espinazo para hacer profundas reverencias


    13. dólares (digamos $500), que les sería reembolsado al entre-gar una versión completa de su trabajo final; si no lo hacen en un período de tres años más o menos, el depósito sería decomisado y traspasado a las instituciones encargadas de los archivos y las bibliotecas del país


    14. En algunos casos, la imagen mental o el concepto de "mi cuerpo" es una distorsión completa de la


    15. mismos, son una completa fantasía, una edificación ficticia que el ego construye para sí mismo a fin de


    16. Fue a través de la identificación completa con la mente que


    17. Pues volviendo a lo mismo, la metamorfosis es completa


    18. Se pasabaentonces dos o tres días en completa tranquilidad, sin rezar más que losPadrenuestros que por rutina le salían de entre dientes todas lasmañanas


    19. Tengo la colección completa


    20. [48-13] Tengo la colección completa= la colección está completa

    21. Trata de manera clara y completa el


    22. La radiografía no estaría completa si no tuviéramos en cuenta las remesas, en tanto indicador del grado en que la población que habita en cada país accede a los recursos monetarios a través de los mercados laborales transnacionales


    23. El principal antecedente es la categorización de Barbara Haas (2005) enfocada en los países europeos, la cual no sólo considera las jornadas de trabajo remunerado (parcial o completa) sino también la división del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres


    24. Una modificación constitucional estableció doce años de escolaridad obligatoria que se busca hacer efectiva a través del Plan de Escolaridad Completa, el programa Liceo para Todos y la Ley de Subvención Pro Retención Escolar dirigida a los establecimientos que reclutan estudiantes pertenecientes al programa 234


    25. momento la más completa indiferencia enpunto á religión, hablando y decidiendo en


    26. alabanza es muy grande, si latal exposición es completa y si es la mejor que se ha


    27. de obrar el bien con la más completa independencia de todamira interesada, así en esta


    28. tan en su centroacostumbrado, en tan completa serenidad, tan


    29. epopeya grande y completa, donde todo se quiere explicar orepresentar, redujeron la


    30. Había pasado un día de felicidad completa, de esos

    31. Cuando el proceso de maceración se completa, el SI’ se revela y el Yo se llena de luz y de alegría


    32. para que lareparación sea completa debo bailar con tu prima?


    33. recinto laoscuridad más completa


    34. completa, en elsentido de prestarse a un acordado estímulo de


    35. población, dando lugar a la más completa división del


    36. están metidos de cabeza en los caprichosdel azar, la ruina instantánea, completa, fulminante


    37. mecánicamente una vuelta completa, entreverando sus dientescon los dientes de las demás ruedas,


    38. conversión en que había puestosu alma entera, fue completa, y,


    39. completa declaración de la incapacidad y repugnancia deaquel


    40. en posesión completa de sus gracias,donaires, iniciativa y

    41. un calor enervante, abrumador,una completa sofocación, como si lasmallas de


    42. que completa el verso


    43. establecidas hasta ese momento en la más completa seguridad


    44. tiempo en lograr su completa aniquilación debido a que ya


    45. modelos de completa resolución en imágenes y sonidos


    46. en completa calma por el momento


    47. completa efectividad de las sondas estelares en el sector


    48. autoridad y completa ineptitud en su puesto de mando


    49. completa aplicación de las leyes de Akrind puede obligarme a


    50. completa conexión directa con la terminal activa 21 del














































    1. con los cuernos hacia poniente, completaba poco a poco, con un


    2. Completaba el buen ver dela prenda un sombrero de moda, y el gran D


    3. Completaba la fascinación del globito deagua un bullido


    4. Galeón Amarillo completaba suevolución, el viento hinchaba las velas y escapaban


    5. extendidas sobre el vientre como paraprotegerlo, completaba la analogía con las pinturas de tan


    6. Mientras la fragata completaba en Iquique su cargamento,


    7. Completaba el ajuar del despachosillería de


    8. completaba la conquista de las mujeres, jóvenes y viejas, cuya seducción se había propuesto


    9. picardigüelas, ya veces la hermana completaba la frase picante, detenida en labios delhermano


    10. exhalaba al girar, completaba el símil, remedando el hálitodel monstruo

    11. Una chaqueta completaba el conjunto


    12. Toda aquella cuidada escenografía se completaba además con el efecto visual de multitud de guirnaldas de flores que colgaban de lado a lado, iluminadas por innumerables bujías que brillaban hasta casi emular la luz del día


    13. El atuendo se completaba con garrote o bastón nudoso de grandes dimensiones, así como unos anteojos o impertinentes harto ridículos a través de los cuales miraban a las merveilleuses


    14. Lo que me contaba Báez era tan macabro, tan irracional, tan espantoso, y completaba con tanta sencillez lo que intuíamos con Sandoval, que supe que era cierto


    15. Después, y tras una hora de asueto, comenzaba lo que más la complacía de todo el día, que era acudir a la sala de armas donde don Suero completaba la formación de los pajes, adiestrándolos en el noble arte de la esgrima haciendo que manejaran, indistintamente, la espada, el florete, la daga y la rodela


    16. Caperuza puntiaguda semejante a la que llevan en Semana Santa los cofrades de las diversas cofradías, que con el san Benito completaba la imagen del que iba a ser sometido a un auto de fe


    17. Sólo había oído rumores, por supuesto, pero con su poderosa imaginación completaba los detalles


    18. –Ezequiel, por favor, ¿quiere desgraciarme? Juan Fulgencio completaba:


    19. En la actualidad, mientras se completaba en órbita la parte más voluminosa, verdadera raíz de la estructura, el promedio había bajado a dos kilómetros


    20. Ejercería el mando de la unidad hasta que llegó de España la orden de repatriación, aunque en estas últimas semanas, mientras se completaba la operación, el mando de la unidad española fue ejercido por su sucesor, el efímero tercer comandante en jefe de la División, el general de Brigada Santiago Amado Lóriga (que como coronel había mandado antes uno de los Regimientos españoles en Rusia)

    21. Francisco a firmar la orden de excarcelación, novedad inaudita en aquellas diabólicas regiones, cuya semejanza con el infierno se completaba por la imposibilidad de que salieran los que entraban


    22. Era el tal mueble imitación de un navío de tres puentes, el Santísima Trinidad de los lechos, con cabeceras de nogal, popa y proa, en las cuales el tallado adorno de patos o cisnes completaba la semejanza con los artefactos destinados a la navegación


    23. (era domingo y una cigüeña completaba el nido en el granero de los Antunes)


    24. Mientras yo completaba esta operación, ella volvió a colocar las pequeñas piezas de marfil tal como estaban dispuestas cuando entramos


    25. –Con regularidad -contestó la señora Banks al tiempo que sir Matthew completaba su círculo y volvía a situarse delante de ella-


    26. La silla de ruedas que permanecía a la derecha del lecho completaba la impresión


    27. Empezaron a llegar los demás jugadores, entre ellos Tony Ciccone, que completaba el equipo de Pitt y Beau


    28. La trama se completaba con la penitencia impuesta por mi confesor de recorrer el Camino en la pobreza más absoluta, haciendo uso, por toda riqueza, de la generosidad de las gentes


    29. Lo que probablemente hicieron los constructores de las pirámides y sus predecesores fue colocar con mucho cuidado una cuerda de lino a lo largo de la circunferencia, trazar una marca pequeña en el punto donde se completaba la circunferencia, para después enderezar la cuerda y medirla con el equivalente de una regla


    30. Si Antíoco se hubiese enterado de que, mientras él realizaba grandes marchas por vastas extensiones, Aníbal trataba de mantener su ejército en el pie de la bota italiana y Escipión completaba la conquista de España, se habría burlado de esas insignificantes acciones

    31. Ella quería que fuesen espléndidos, y cuando no podía pagar él solo el gasto, ella completaba el resto liberalmente, lo cual ocurría casi todas las veces


    32. —Pero en estos días, mientras la exposición crecía, se completaba


    33. El pobre Tafetán, empleado antaño en la administración civil de la capital de la provincia, vivía modestamente de su sueldo en la secretaría de Beneficencia, y completaba su pasar tocando gallardamente el clarinete en las procesiones, en las solemnidades de la catedral y en el teatro, cuando alguna traílla de desesperados cómicos aparecía por aquellos países con el alevoso propósito de dar funciones en Orbajosa


    34. y sacaba atropelladamente las escopetas, y el maletín de los cartu¬chos, y se ceñía a la cintura las bolsas de cuero y completaba los huecos del chaleco-canana,


    35. Completaba su atuendo la boina roja


    36. Por último, la llegada de los inuit y la incapacidad o indisposición de los noruegos para Levar a cabo cambios drásticos completaba el quinteto de factores últimos responsables de la desaparición de la colonia de Groenlandia


    37. Recordó el pasaje —creía que del canto XXV— en el que Dante ve a los ladrones transformados en lagartos y los lagartos en ladrones; el momento de la transformación era invisible hasta que se completaba


    38. Sarene asintió mientras Shuden completaba su ritual y luego se volvía mansamente al advertir cuánta atención había atraído


    39. diabolo: una generosa porción de granadina y luego se completaba el vaso con limonada


    40. La ceremonia se completaba cuando el samurái cogía sus armas personales, en las que destacaba la katana, una infalible espada de sesenta centímetros de largo elaborada con técnicas ancestrales sólo conocidas por escogidos maestros herreros, los cuales necesitaban tres meses para forjarlas

    41. Encima de todo se ponía una segunda hilada de quince centímetros de roca y asfalto y el segundo piso se construía y se completaba de manera similar


    42. La ración de lectura se completaba con los periódicos del día que le llevaban por la tarde sin desdoblar


    43. El bote fue por el aire por encima del círculo de Victor y lo rompió justo cuando completaba el conjuro y dirigía el filo de la cuchara hacia el pobre conejo


    44. El último año de la Academia completaba la educación de los guerreros


    45. Su voz apenas era un susurro, y miró al suelo mientras completaba la frase-


    46. A menudo, Liesel lo observaba mientras Max se concentraba en la lectura del diario, completaba el crucigrama, y luego volvía a leerlo de cabo a rabo


    47. Círculo que se completaba con el propio Plauto y con un espacio vacío en los triclinia que llamaba en especial la atención por encontrarse justo al lado de Emilia Tercia, la esposa del cónsul


    48. Completaba la expedición el periodista Nathaniel Maris, personaje ya conocido por nosotros que fue quien convenció a todos de que el enigma de Tökland bien podía valer la aventura


    49. Cada vez que completaba un circuito regresaba al despacho para echar un vistazo a la panda del vestíbulo


    50. – Cordelia lo guardó en un bolsillo interno de su chaquetilla Vorbarra, con la cual completaba la imagen de una criada de la Residencia





























    1. Dos piezas interiores completaban el cuarto


    2. y completaban el menaje del establecimientodos grandes velones, una bandeja con


    3. dorados completaban la decoración


    4. Fuentes de mármoles ó revestidas de azulejos completaban laartística decoración del


    5. Completaban el adorno de losmuros unos cuantos grabados


    6. completaban laextraña incongruencia, un lunar de terciopelo que


    7. blancas muselinasflotantes completaban un conjunto de tonos


    8. ovalado, y un antiguo canapé dedelgadas patas, completaban la


    9. Lasmestizas anexas al boliche, que completaban la venta del alcohol conel ofrecimiento de sus gracias, salieron también, asustadas y


    10. Cuatro automóviles completaban el lujo de la familia

    11. una mandíbula fuerte y el pelo cortado á rape completaban


    12. completaban el adorno; abajo ardía unahoguera en torno a


    13. Cuando uno y otro se completaban de aquel


    14. Sus escasas creencias religiosas las completaban admitiendo un sérllamado


    15. Completaban los comensales, una pálida,mestiza china, más difícil de bosquejar que el anterior


    16. También los botones relucientes eran del tamaño mayor, y completaban su indumentaria unos pantalones grises y un chaleco de ante, con todo lo cual míster Barkis me parecía un fenómeno de respetabilidad


    17. Muchos miembros de la sociedad tenebrosa aplaudían cuando los buscadores se completaban


    18. El príncipe consorte, Disraeli, los fiordos noruegos y patinadores en Suiza, completaban esta extraña visión del tiempo pasado


    19. Juan Baret y Durga encontraron un sendero, probablemente abierto por alguna manada de elefantes bravos, y se internaron por él, sin demasiada dificultad, y sin tener necesidad de recurrir a los cuchillos de monte que completaban, su armamento guerrero


    20. Sobre una blusa con chorreras lucía una casaca de brillos argénteos de cuyas mangas sobresalían las puñetas de la camisa; sus muslos los cubrían unas calzas gris perla ajustadas y cerradas en las corvas, bajo las rodillas, por unos cintillos de diversos colores, y sus pantorrillas las protegía con unas medias blancas que, embutidas en unos pequeños chapines de charol con tacón y hebillas de plata, completaban el atuendo

    21. Nombres conocidos la completaban


    22. –Algunos pesaban sólo quince kilos, pero eran muy frágiles y por lo general se torcían cuando completaban un giro


    23. Los pendientes que brillaban bajo el vendaje que Isabelle llevaba en la cabeza completaban el cuadro


    24. Completaban el convoy las cajas de guerra llenas de dinero en buen oro y buena plata antigua, de aquello que ya no se ve, y seducía entonces con su brillo los ojos de los extranjeros y con su noble son los oídos de todos


    25. El efecto inicial causado por el rostro lo completaban los hechos, que siempre eran rápidos, ejecutivos, producidos a la menor distancia posible de la voluntad que los determinaba


    26. Completaban la primera fila el secretario y el tesorero


    27. Completaban la lista dos clérigos: el uno, ex-Capellán del [12] Hospital de Convalecencia de Unciones; el otro, ex-Canónigo cuarto de optación en la insigne Iglesia Colegial de Santo Domingo de la Calzada, después Canónigo entero en la de Logroño


    28. Paños negros y blandones encendidos completaban el triste cuadro


    29. Ello indujo a Glenn Seaborg a proponer la teoría de que los elementos pesados se comportaban, en realidad, como las tierras raras y completaban la enterrada subcapa incompleta


    30. En ocasiones los marineros completaban su dieta con algo de pescado e incluso con ratas, inevitables y voraces compañeras de las navegaciones

    31. Completaban el cuadro las sillas, desarregladas unas y otras por el suelo


    32. Se completaban las provisiones con una abundante colección de carne y pescado, ahumados y secos, y en un paquete especial, reservado para las emergencias, había una mezcla de carne seca y molida, grasa derretida limpia y frutas secas, que formaban pequeñas tortas


    33. Completaban el cortejo tres muñecas de pelo rizado en téjanos y camiseta corta


    34. Unas gafas de sol oscuras completaban su look a lo Audrey Hepburn


    35. Las paredes de la habitación estaban recubiertas con paneles y los cortinajes y alfombras de tonos azules completaban la ornamentación junto con un fresco de tema religioso que guarnecía el techo


    36. Los de las colinas, en cambio, tenían fieros bigotes y vestían el atuendo tradicional cretense: gorro negro flaccido -el sariki-, chaquetilla y chaleco bordados, faja ancha morada encima de unos bombachos oscuros muy anchos, que los británicos llamaban «recogemierda», y botas altas que completaban su aspecto a medio camino entre el pirata y el soldado irregular de caballería


    37. Los geómetras, responsables del hallazgo y de la valoración de las vetas de plata, completaban registros y listas mientras ponían los pies en alto y contaban las historias más obscenas


    38. Una camiseta de manga larga y un jersey de lana completaban mi atuendo


    39. Los dientes mellados y negros, las cejas calvas, las pestañas pitañosas, los ojos tiernos, de mirada de lince, completaban su fisonomía


    40. Un magnífico coche fúnebre llevó el féretro a una funeraria, donde permanecería durante dos días mientras se completaban los últimos trámites para el entierro

    41. Jarro de vino y botijo de agua completaban el servicio


    42. Del otro lado se grabaron grandes letras que completaban la siguiente dedicatoria: "En agradecida anticipación a nuestro regreso feliz, los griegos dedicamos este caballo a Atenea"


    43. Lo grave era que aquel cerro, no formando parte de los que completaban la circunferencia del valle, se alzaba aislado


    44. Brazaletes de metal en los brazos y tobillos completaban su bárbaro atuendo


    45. Unos cuantos ladrones y algunos esclavos asustados, junto con media docena de leones, completaban el grupo de víctimas que iban a protagonizar la fiesta romana


    46. A diferencia de las otras tres que completaban el resto del ejército, esta división de infantería estaba formada mayoritariamente por soldados egipcios


    47. ¿Era éste el mismo hombrecito que, por treinta y un años, había sido el más fiel y constante servidor del Padre de la Patria Nueva? En las largas sobremesas que solían tener, cuando los Cavaglieri cenaban en casa —muchos días cenaban fuera, pero entonces la señora Cavaglieri le dejaba en el horno la inevitable pasta— ellos le completaban las informaciones, con los chismes que hervían en esta ciudad pronto rebautizada con su viejo nombre de Santo Domingo de Guzmán


    48. Los patronos voceaban los puertos de destino e iban concentrando junto al muelle a las personas con las que concertaban el viaje, hasta que completaban el cupo


    49. En el centro del ejército romano los manípulos de las legiones habían sido dispuestos de acuerdo a lo que era costumbre, con los jóvenes velites en primera fila, a modo de infantería ligera avanzada al grueso de las tropas; tras ellos venían los hastati, a los que se les había armado especialmente para aquella ocasión con lanzas más largas de lo habitual, armas que recordaban aquellas astas del pasado de las que tomaron su nombre pero que luego habían sido sustituidas durante la larga guerra contra Aníbal por pila, más cortos, similares a los del resto de tropas; pero en aquella mañana, por orden de Lucio, y siguiendo las directrices marcadas por su hermano, los hastati habían recuperado sus antiguas largas lanzas para hacer frente así con mayor efectividad a las largas sarissas de la falange enemiga; completaban su armamento con un escudo rectangular denominado parma y con corazas de cuero, espinilleras y un yelmo que en muchos casos aún era de bronce


    50. Junto a los dos mirmillones se sentaban un provocator, frente a éste un samnita y dos tracios, y completaban el grupo un secutor, los dos sagittarii, el veterano y uno más joven, un dimachaerius y un homoplachus


















    1. los 21 días, había completado una semana y con ello un


    2. completado un proceso de desencarnación y pudo revertirlo, como hacen los


    3. Es el año 1976 y la era de los Beatles ha sido completado por algún tiempo


    4. El análisis fue completado con la revisión de los valores promedio de cada variable significativa


    5. completado en todos los sectores de la metrópolis estelar de


    6. completado todos los procesos de reconstrucción


    7. vez hayan completado el 100% de las reconstrucciones de


    8. armadura a la suya y en cuanto se haya completado el


    9. con elbarón y se preguntaba si debió de haber completado su confesiónrevelándole


    10. Fué esto después de 1870, cuando el gobierno de Buenos Aires, cansadode tolerar las rapiñas de los indios salvajes y ladrones casi á laspuertas de su capital, había completado la obra conquistadora de losantiguos españoles enviando al desierto una expedición militar, que seenseñoreó de veinte mil leguas de terreno, casi todo él laborable

    11. habría completado yo la travesía delespinazo de la cordillera


    12. No habían completado apenas una cincuentena de metros, una cuarta parte del recorrido, cuando Ben se detuvo y alzó la mano en señal de alto


    13. Tan sólo medio rostro se había completado


    14. Una vez completado el formulario, es posible que a algunos lectores les sobren recursos para explorar un campo virgen que abren las nuevas tecnologías: la interacción entre el autor y el lector


    15. Pensé que no lo haría, que se reservaría para responder a las siniestras acusaciones, pero los letrados piensan muy deprisa, sin lugar a dudas, y el señor Haversham había tomado notas y completado la réplica a la exposición inicial del fiscal mientras éste hablaba


    16. Habían completado los cargos contra Aimée, según me enteré por Nash


    17. Según la televisión, que nunca se equivocaba porque era la acción misma, la Jueza había dado órdenes a sus samurais de rodear la Villa en todo su perímetro, y ella misma se disponía a entrar abriendo la marcha, cuando el cerco se hubiera completado, armada hasta los dientes, a matar o morir


    18. Y una vez completado el cuadro, se revelaba lo obvio que era todo, lo imposible que era no comprenderlo


    19. Hay un cierto riesgo calculado, ya que los cachorros aún no han completado su vacunación, si bien reciben atención veterinaria


    20. Mi psiquis estaba harta de armas…, pero mi temeroso yo había completado la historia haciendo que los robots se prepararan para tiempos más arduos

    21. —Pero ¿quién lo ha completado de este modo?


    22. del sol, ni de la rabia furiosa del invierno; has completado tu tarea en este mundo, has


    23. Sus escritores, artistas e intelectuales están principalmente en el exilio o han sido ahogados por la censura; sus mujeres son un bien más y una presa sexual; la mayoría de sus jóvenes no han completado su educación y carecen de empleo


    24. —¿Puedo deducir por tu presencia aquí, Asesino de Sombras, que has completado tu formación con los elfos?


    25. A medida que el otro se giraba, la voz iba cambiando de inflexiones y antes que hubiera completado el giro, Sigfrid ya lo había reconocido


    26. Tenía que ser completado con los aportes de otras culturas


    27. La gratitud que todos los que estaban a bordo de la Galaxy sentían por sus salvadores había facilitado la fusión de las dos tripulaciones; cuando las reparaciones, el reacondicionamiento y el reabastecimiento de combustible se hubiesen completado, volarían juntos de regreso a la Tierra


    28. Pero sólo había completado a medias el movimiento cuando cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo y se contuvo sintiéndose un poco tonto


    29. ¿Y si Rama, cuando hubiera completado su cambio de posición, comenzaba a acelerar?


    30. Había un montón de libros sobre su vida escritos por César Augusto, que el emperador había completado unos años antes de su muerte

    31. Habiéndose así completado eí acto, se le dio tiempo a Bella para hacer sus abluciones, y después, tras de apurar un tonificante vaso lleno de vino hasta los bordes, se sentaron los tres para concertar un diabólico plan para la violación y el goce de la bella Julia Delmont


    32. Por supuesto que este programa no se había completado al concluir el año de su mandato como tribuno de la plebe, y Cayo Graco hizo lo imposible consiguiendo que le reeligiesen tribuno


    33. Cuando el huevo hubo completado su órbita el joven lo retornó por el arco del vientre, lo encorvó sobre la abertura de los senos, y alzándose junto con él, lo hizo recalar en el cuello


    34. Por supuesto que este programa no se había completado ni mucho menos al concluir el año de su mandato como tribuno de la plebe, y Cayo Graco hizo lo imposible consiguiendo que le reeligiesen tribuno


    35. lo que completado con los ojos hinchones,


    36. Una vez que hubo completado la lista, dijo-: Bien, ahora podéis servir al personal antiguo o al personal de seguridad


    37. La oferta de medallas de los cereales Kellogg's terminó el 1 de enero de 1950, justo cuando Gerald había completado la serie


    38. –En vista de las serias acusaciones formuladas por mi colega, debo aplazar toda decisión en torno a este asunto hasta que se haya completado una investigación a fondo -anunció el presidente Lee


    39. Los agentes del FBI le pidieron que no dijese nada a la prensa sobre Bill Pearson, hasta que ellos hubiesen completado su propia investigación


    40. –No hará nada hasta que los hombres de Homicidios hayan completado su investigación y hayan dado el visto bueno

    41. En la radio comentaban que un contratista habla ganado la bonificación de catorce millones de dólares por haber completado la reconstrucción de la autovía 10 tres meses antes de lo previsto


    42. En diez minutos confirmaron lo que ya sabían; que Mackey se había mudado en cuanto había completado su periodo de condicional


    43. Uno a uno, les dio a los cadetes un certificado que acreditaba que habían completado la formación en la academia, y posó para una foto con el receptor


    44. 600 millones de años de edad y había completado aproximadamente el 40 por ciento de su duración


    45. –Ha completado el cerco, eso es todo


    46. Escuche: hemos completado las negociaciones de un tratado comercial con Mores, proseguimos las negociaciones para otro similar con Lyonesse, hemos enviado una delegación a unas celebraciones de Bonde, hemos recibido una queja de Kalgan y prometido tenerla en consideración, hemos protestado por ciertas prácticas comerciales ilegales de Asperita y allí nos han asegurado tenerlo en cuenta, etcétera


    47. , Sila pensó que había completado sus reformas y restablecido lo que él consideraba como los buenos viejos tiempos de Roma


    48. El argón, con 8 electrones en su capa M, ha completado sólo 2 subcapas internas


    49. El círculo de inspiración se ha completado


    50. --¿Ha completado usted el an lisis que le pedí, doctor Bogert, puesto











































    1. Completamos el análisis con la determinación de los valores promedio asumidos por todas las variables estadísticamente significativas


    2. Por el relato de Juan, que completamos con nuestras


    3. Completamos el día en Hammond, Wisconsin, llevando a unos cuantos pasajeros


    4. —Recordarán —dijo Binns, quitándose las gafas y limpiándolas ausentemente en su anticuada y fantasmal solapa—, que el año pasado, completamos nuestros estudios con el fin de la Edad Oscura mágica, en la cual hombres y magos finalmente separaron sus caminos después de siglos de conflictos


    5. Completamos la decoración e introdujimos en la tumba una serie de objetos funerarios, procedentes de los museos de Luxor y de El Cairo, junto a algunos del propio ejército de Cambises


    6. Nosotros completamos por eso la psicología defectuosa de la ciencia con el concepto de lo que llamamos arte reconstructivo


    7. Por fin completamos el circuito, pero nuestras líneas se extendían en una longitud de algo más de quince millas, y en el extremo sur, donde bajaban hasta el mar, las fortificaciones estaban aún incompletas


    8. Completamos nuestra inspección de los cuartos y descubrimos que el resto era menos sensacional


    9. Si no lo completamos y colocamos la llave en su lugar no podremos intentarlo durante al menos un día


    1. «Después de esto, el ministro que celebra elsacrificio, comienza el coro angélico, que completan los fieles (chorus)en alta voz


    2. unas marcas: cada decena se indica por un intérvalo y diez de estos intérvalos completan el


    3. Todos están en relacion; se afirman y completan recíprocamente; siendode notar que las verdades de que están ciertos todos los hombres,están apoyadas de algun modo por todos los criterios


    4. Unosperiodos de transición entre las citadas fases, completan el


    5. jardines completan el cuadro de


    6. sostenidos donde quiera hay un clavo, un agujero, una ramaó un pequeño espacio, completan el adorno


    7. carpinteros completan el viviente mundo de la región de las nubes


    8. de líneas, que completan los acabadosmodelos del universal viajero en sus


    9. Unaespecie de chambra de cortas y anchas mangas, el relicario, un rosarioy el pañuelo completan el traje


    10. Usted, conde, no hubiera hecho eso añadió, volviéndose hacia el señor de N…, tras haberme lanzado una de esas miradas con las que las mujeres completan su opinión sobre un hombre

    11. Nunca parecerás bien vestida si descuidas un solo detalle, pues son los pormenores pequeños los que completan el conjunto


    12. Allí se refugiaban y confundían todos los caprichos sucesivos de Alberto; los cuernos de caza, las flautas, los violines, una orquesta completa, pues Alberto había tenido por un instante, no la afición, sino el capricho de la música; los caballetes, los pasteles, ya que al capricho de la música había seguido el de la pintura; en fin, los floretes, los guantes del pugilato, las espadas y los bastones de todas clases, porque siguiendo las tradiciones de los jóvenes a la moda de la época a que hemos llegado, Alberto de Morcef cultivaba con una perseverancia infinitamente superior a la que había tenido con la pintura y la música, las tres artes que completan la educación leonina: la esgrima, el pugilato y el palo, y recibía sucesivamente en esta pieza destinada a todos los ejercicios corporales, a Grisier, Coolas y Carlos Lecour


    13. Completan la figura su honradez parda, su opaca virtud, y aquel reposo de su espíritu, que nada concedía jamás a la imprevisión, nada a la fantasía, y era la exactitud, la medida justa de todas las cosas del cuerpo y del alma


    14. En el cinc, la subcapa más exterior de la capa M adquiere, por fin, los electrones que completan el número de 10


    15. En la molécula de flúor (Fl2), se comparten dos electrones, que completan las capas exteriores de ambos átomos


    16. La luz y la oscuridad se completan la una a la otra


    17. La vida y la muerte se completan la una a la otra


    18. A continuación tienen su asiento los otros dos hombres que completan el quinteto: uno es el director general de la división de Investigación del Ministerio de Asuntos Exteriores, encargada de evaluar la situación política en las capitales árabes, cuestión de importancia vital para la seguridad de Israel


    19. «Los que mueren antes se supone que completan el tiempo de su existencia en el cuerpo de un hombre planta, y a eso se debe que éstos son considerados sagrados por los thems, toda vez que creen firmemente que en cada una de esas odiosas criaturas fue anteriormente un them


    20. La operación de este proceso de pensamiento es vista en aquellas naturalezas afortunadas que poseen todo lo que otras deben adquirir a través del trabajo duro, quienes nunca luchan con su conciencia porque ellos siempre actúan correctamente, y nunca pueden comportarse de otra manera que con discreción y tacto, aprenden todo fácilmente, completan con gran destreza todo lo que comienzan, viven en armonía eterna con sí mismos, sin reflejar lo mucho que ellos hacen, o si alguna vez han experimentando dificultad o trabajo duro

    21. Pero cuando se añade escoria de cobre, se ponen calientes, y completan el cambio en tres o cuatro semanas


    22. Completan el panorama general marcadores de fichas, nuevos sistemas PBX, microteléfonos Trimline y, literalmente, varios miles de dispositivos similares menos conocidos entre lo consumidores ordinarios


    23. Los diarios del día siguiente completan el cuadro negativo con la imagen de la fumata negra enmarcada por los titulares irreverentes de un acontecimiento que no era difícil de relacionar con el clima deprimente en una Roma devastada por una tormenta de inaudita violencia, no intencionada en absoluto a soltar su presa de la ciudad al cabo de veinticuatro horas


    24. Por supuesto que las más atractivas completan el cupo antes que las feas, y existe por consiguiente un considerable incentivo para mantenerse bellas


    25. Cada una de las tiras de lienzo pintado que cuelgan del telar del teatro y completan la decoración


    26. Cada una de las dos manos de papel quebrado que completan por encima y debajo las resmas de papel de tina


    27. En ella se encuentran las glándulas mamarias y allí completan las crías el período de gestación


    28. Firma puesta en los decretos al pie de la del jefe del Estado por los ministros, que así completan la validez de aquellos


    29. Las referencias a las obras de arte ordenadas por Adriano o pertenecientes a sus colecciones, sólo son dignas de figurar aquí en la medida en que completan la imagen de un Adriano anticuario, aficionado al arte, o amante preocupado por inmortalizar su rostro amado


    1. Escríbase una sinopsis de la expresión hacer escala en empleando latercera persona del singular de los tiempos simples y compuestos deindicativo, y completando cada frase por el nombre de un puerto distintode Sud América


    2. envio se esta completando en un tercio de los compiladores


    3. retardaba, y mientras lo retardabalo iba completando en sus pormenores, consultándolo todo con


    4. deNavamorcuende, completando el conocido lema que llevaban las armas de


    5. elsemicírculo imaginario que, completando el semicírculo que pasa porLisboa y toca en los


    6. se adornaban las mujeres tiñéndose de negro los dientesy blanqueándose el pelo, completando el


    7. completando aquellas otras que se rozan conel pudor ó la vanidad, con unas cuantas varas de pintadas


    8. tenga conexión con el asesinato —dijo Anne, completando mi frase—


    9. Completando la desolación de Stoneward, el sonido hueco junto al oído le indicó que seguía conectado al pasado y al futuro


    10. La opinión general es que el Narrador recibe del libro una especie de inspiración, bajo cuya influencia va completando las historias

    11. -Tenga conexión con el asesinato -dijo Anne, completando mi frase-


    12. -Está completando sus provisiones, pues debe ir a La Florida, y además, se dice que espera a una nave ya señalada por el Gobernador de La Habana


    13. Los relámpagos zigzagueaban todavía desde la punta del Gran Cuerno hasta los picos menores de abajo, pero ahora todo el diseño estaba girando: la corona de fuego de seis puntas en sentido contrario a la rotación de Rama, completando una revolución cada pocos segundos


    14. El tapiz de sus recuerdos se iba completando por momentos


    15. Ahora sabía que los tres ejemplares eran sólo formalmente idénticos: encuadernación en piel negra sin inscripción exterior, cinco nervios, pentáculo en la tapa, número de páginas, la misma disposición de láminas… Con suma paciencia, hoja por hoja, fue completando los cuadros comparativos iniciados con el número Uno


    16. Ahora estamos completando el cuarto siglo de este milenio, y muchas generaciones de hombres han vivido y muerto mientras el Plan continúa su inexorable marcha


    17. A partir de David, los hijos sucedieron a los padres como reyes de Judá hasta Josías, completando una lista de diecisiete generaciones, lo que es un hito notable para cualquier dinastía


    18. La capa que se va completando es la cuarta subcapa de la capa O


    19. Francisco estaba tendido en el suelo, junto a las movibles lenguas de una fogata, inclinado sobre hojas de papel, completando el dibujo de su fundidora


    20. seguir tras ella, completando el himno,

    21. Completando su análisis de las pruebas dijo el profesor de Derecho Penal:


    22. le será más fácil influir en el mundo de los humanos que siendo una hormiga —dijo Casanova completando la frase


    23. Corán por algo más humano, Cauchy se dedicó al proyecto "completando y consolidando… la obra de emancipación tan admirablemente comenzada por las armas de Francia"


    24. Si bien su bastón, completando su estampa,


    25. El mapa se va completando en forma gradual


    26. "Y quien conoce la cifra final que van completando los distintos juegos a través de los tiempos, sabe también todas las cifras parciales"


    27. Luego regresó a casa, a continuar completando su historia no contada


    28. Sparks les llevó de regreso alrededor de las ruinas hasta el punto de partida, completando el círculo de pisadas en la nieve, que se perdían en la oscuridad en ambas direcciones


    29. Ya contaban con un botiquín que poco a poco se iba completando, y con la atención de las Hermanas y ahora de las enfermeras, pero era necesaria la asistencia de algún médico, por lo tanto era indispensable levantar urgentemente un centro de salud


    30. —Con los datos de cuando fuiste engendrada y los de tu nacimiento elaboré un horóscopo que he ido completando en el curso de tu existencia

    31. A modo de ilustración: hubo que pegarle unos cuantos golpes en la espalda a Berman, simplemente porque le oyó decir, «¿Quién pu-puede decirme dónde está el la-lavabo?»; y después, completando el ciclo, él mismo le ofreció el brazo para guiarla hasta allí


    32. apoderarse de él —dijo Rogachov, completando la frase—


    33. –¿En la que cada dígito es la suma de los dos dígitos anteriores? – dijo Serena, completando su lección-


    34. Dudgale había acabado completando el desastre que asolaba al pueblo de Guildstead Carbonell


    35. – Mientras Levi enganchaba las caballerías a la «Conestoga» completando el tiro, el granjero comentó-: Eres el chico de los Zendt, ¿verdad? ¿No te hacen el vacío?


    36. La mente de Charlie corría, completando los detalles de su nueva teoría


    37. Estas dos circunstancias fueron mis iniciales pensamientos, que fuimos completando con las aportaciones objetivas y subjetivas de lo que significaba la intentona de golpe y lo que podría representar para el futuro de la democracia española


    38. De la misma manera, a medida que las mujeres novelistas vayamos completando esa descripción de un mundo que antes sólo existía en nuestro interior, lo iremos convirtiendo en patrimonio de todos; y los varones también podrán utilizar las metáforas sangrientas como si fueran suyas, o intentarán adaptarse a nuestros modelos de hombre, como muchas mujeres intentan parecerse a los modelos de mujer que ellos han inventado


    39. –Y se la tenían jurada -dije, completando la frase


    40. Me había estado lanzando las preguntas con tanta rapidez que me sentía como si estuviera completando uno de esos test de Psiquiatría en los que tienes que contestar con la primera palabra que acude a tu mente

    41. Luego rodea el marco de la puerta con un bucle continuo, que comienza en una de esas elipses y sube por el marco atraviesa la parte alta, desciende por el otro lado, pasa por la otra elipse en el suelo, la atraviesa y sale por la otra elipse completando así el bucle


    42. Y en cierto punto Isaac apareció junto a él, completando su día


    43. Subiendo y bajando por el túnel, la exploración se extendió, completando una imagen, trocito a trocito, según el relato de jóvenes ansiosos y hediondos que continuamente salían del excusado


    44. Le muestro los suelos que yo misma lijé y barnicé, las paredes que enyesé y pinté, la cocina que voy completando poco a poco con un estilo retro… no tengo demasiados muebles, y seguro que se esperaba una decoración más recargada


    45. A medida que fueron aclarándose las filas, Zim dejó de molestarse en acudir personalmente a la formación, excepto en el momento de la revista, y cada vez dedicaba más tiempo a la instrucción, completando la labor de los instructores


    46. Joyce pasaba horas completando y corrigiendo su trazado con las últimas informaciones que llegaban


    47. A su regreso al Cuartel General, Alexeiev le presentó un informe en el que le notificaba que había cesado la escasez de municiones y que los proyectiles se recibían en cantidad suficiente; que los cuadros de tropas se iban completando y que su adiestramiento progresaba


    48. Y como completando la respuesta, en ese momen-


    49. Un marbete por camisa, un penique por camisa, y se ponían a coserlas, completando de tres a cinco camisas por hora


    50. Por algunos duros se convino entre Dardentor y el mallorquín en que recorrerían a pie la ciudad, y visitarían los principales edificios, completando la exploración con un paseo en Carruaje por los alrededores

















    1. sesión de trabajo en estos sitios o al completar un perfil con


    2. Luciana era la primera en completar la lectura y siempre sugería la compra de alguno para perfeccionar su sumisión


    3. mayor realización, que encierre la promesa de completar el ser incompleto y de llenar esa sensación de


    4. para completar la comparación: 1


    5. completar los 56 votos necesarios para cambiar la Constitución


    6. Cuando con su viaje por tierra, llega al centro de su ser, allí será posible completar la disolución del odio y obtener el perdón


    7. extranjeros, vienen a completar laeducación de un noble en


    8. Si Ulises puede salvar su vida física con la ayuda de un árbol de higos, ésto sucede para que pueda continuar el viaje y completar su transformacióny servir de modelo a la transformación de los demás


    9. Y para completar sus gracias agitaba el capón en el aire como siincensase el rostro de las dos


    10. completar el acto de desesperación, un grito resonó en nuestro regimiento

    11. Inglaterra, mandados por Elsom, Englishy Uzlar, sirviendo esto á Bolívar para completar su plan de


    12. completar la educación religiosa de mihija—señaló a


    13. Para entonces ya se habrán logrado completar todas las


    14. completar la reconstrucción, oficial Thelnir?


    15. que unas y otras fuerony son hermanas, pudiendo completar y restaurar las sevillanas


    16. Acaso no lo creyó así el Padre, allá en lo interior de su pecho, puespara aclarar y completar lo


    17. haberproducido tal efecto con una sola palabra, y para completar el


    18. —Quiera Dios, señora, completar esa felicidad y aumentarla


    19. administración militar,para completar los equipos, y al otro por


    20. Ella no hacía más que completar el cuadro, mientras

    21. ] Luego la continuidad es necesaria para completar la idea de laextension


    22. condiciones de completar su instrucción, a fin de que se


    23. Esteúltimo, para completar el frac,


    24. Don Ciriaco quiso completar mi educación, y varias veces me preguntó sino tenía afición a la


    25. Africana, para completar el programa


    26. completar suspreparativos, por miedo al arrepentimiento de los


    27. sobre sus hombros como un chal, y para completar este


    28. Para completar esta relación quiero referir aquí lo más


    29. marineros borrachosa los buques que necesitan completar su rol


    30. Incitado a completar su pensamiento,

    31. completar lo que paralas obligaciones de aquel día necesitaba, y


    32. y llena de atractivos, que ellasabría completar y hacer valer con


    33. señor deán, a fin de completar el cuadro yacabar de relatar los sucesos que las cartas no relatan;


    34. que acompañan a la versión, se haprocurado completar el texto primitivo, en vista de


    35. ya de viejo, le había entrado de instruirse, y no sólo por completar su educación, sino porque


    36. traficantes encarne humana para completar en las costas de


    37. completar lo dichoindicando sus escelentes efectos en la hinchazon de los miembros,


    38. Para completar los productos del suelo, no podemos menos de recordarla variedad de cageles, de los cuales los hay de unas proporcionesexorbitantes, siendo dignos de citarse asimismo los algodoneros


    39. –Estoy seguro de que no la acompaña nadie -dijo, tras completar el reconocimiento


    40. El cuenco pasó de mano en mano, hasta completar el círculo

    41. El joven se debatía para completar la idea mientras su interlocutor espectral, tenaz y sugerente, le azuzaba: «Suprímelo, y consigue tu premio»


    42. El suyo, aliado incondicional, partió sin despedirse una vez trasladados los cadáveres, al igual que hicieron sus congéneres después de completar su misión


    43. Nota: El doctor Sagan falleció antes de poder completar esta relación


    44. Pues bien, otros amores tendrán que completar el gasto anual de esa mujer


    45. Era evidente que Perry, tras completar la construcción de las naves, no había perdido tiempo en emprender la travesía


    46. Para completar esta, para mí, latosa imagen de virgen intacta, Juliette solía vestir, además, de modo distinto del que se estilaba entonces


    47. Parece obvio que habría que completar los circuitos neuronales activados en el sueño con un objetivo muy preciso, con una labor consciente y sistemática de desaprendizaje individual


    48. De ser así, sugiero que me ayuden a completar mi propia evaluación de la capacidad de amar


    49. ¿Y que opinaría usted de completar su clase con la incorporación de dos chicos?


    50. En el mes de agosto Suárez conoció a Fernando Herrero Tejedor, un joven fiscal falangista y militante del Opus Dei que acababa de ser nombrado gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Ávila y que, gracias a la recomendación de uno de sus profesores particulares, le dio trabajo en el gobierno civil, lo que le permitió completar su sueldo en la Beneficencia, ingresar en la estructura del partido único y cultivar la amistad de un personaje poderoso y bien relacionado que con los años se convertiría en su mentor político













































    1. Su condición de esclava no le daba más derecho que el de ser considerada como un objeto, y el personaje que la hizo madre era demasiado importante, como para no concederle todos los beneficios de una hospitalidad que le proporcionara las más completas satisfacciones


    2. programa de completas descodificaciones para lograr el pleno


    3. tribunal de todas las funciones completas de su puesto


    4. Missa mayor, visperas y completas el día del Corpus Christi ytodo los ocho dias de su


    5. las Obras completas del Marqués, quien también eraliterato


    6. Quedaron efectivamente en completas tinieblas


    7. para darle completas explicaciones


    8. —Terminante, amigo mío; menos la confesión del culpable, no era posibletener pruebas más completas


    9. — El Editor de las OBRAS COMPLETAS


    10. 391 obras completas en 1323 tomos,y 217 incompletas en 620

    11. Completas, en que cantan los tiples deAvila y el padre Melchor, franciscano de Segovia


    12. La colección decartones y diagramas con instrucciones completas, todo


    13. completas; otros seescurrieron en compañía del médico, el notario, el juez y Barbacana, amenear


    14. másraras, extraordinarias y completas, se le antojó de improviso


    15. hace nunca las cosas completas


    16. yevaba en el cuerpo y las banderiyas completas, estaba tan guapo ytan valiente como


    17. esperimentaciones sobre el cobre no sean tan completas como fuera de desear, es


    18. no poseemos completas, se encuentran en la biblioteca de Viena, ocupando parte de una de sus principales


    19. y otras, existen unas columnatas en cuyos frisosse asientan sarcófagos cinerarios de forma esférica, en los cuales,y según verídicos testimonios que obran en el archivo del Gobiernode aquellas islas, se han encontrado en distintas épocas, osamentashumanas más ó menos completas, que vienen á revelar por el


    20. ¡Ser un esclavo fugitivo en una tierra extraña, una tierra cedida como coto a los cazadores de esclavos, cuyos habitantes son raptores legitimados, donde está continuamente sometido al peligro terrible de que se apoderen de él sus semejantes, lo mismo que el cocodrilo odioso se apodera de su presa! Insisto, debe ponerse el lector en mi situación, sin hogar ni amigos, sin dinero ni crédito, buscando cobijo y sin nadie que se lo dé, queriendo pan y sin dinero para comprarlo, y al mismo tiempo con la sensación de que le persiguen implacables cazadores de hombres y en las tinieblas más completas respecto a qué hacer, a dónde ir o dónde quedarse; completamente desvalido en medios de defensa y de huida; rodeado de abundancia pero sufriendo los terribles mordiscos del hambre; en medio de casas, pero sin ningún hogar; entre semejantes, pero sintiéndose como en medio de bestias salvajes, cuya avidez por devorar al tembloroso y hambriento fugitivo sólo es equiparable a esa con la que los monstruos de las profundidades devoran a los peces indefensos de los que se sustentan

    21. Tanto por ostentación como por protección, una tropa de soldados minotauros, equipados con armaduras completas, cabalgaba al lado levantando nubes de polvo


    22. Así estaba siempre en continuo estado de agotamiento, sostenido por dos o tres ideas fijas tales como la de prometerse unas vacaciones completas después de la peste, durante una semana por lo menos, y trabajar entonces de modo positivo en lo que tenía entre manos, hasta llegar a "abajo el sombrero"


    23. Había publicado, hasta entonces, un solo libro: El hermano menor, y cuidaba, creo, en España, una edición de las obras completas de Martí, el delicado poeta apóstol de la libertad de su patria


    24. Las preguntas y las respuestas no son simples y completas oposiciones, como lo son el blanco y el negro


    25. Eso quiere decir que su hija ha tenido relaciones sexuales completas y que usted va a ser abuela


    26. Y sin Ana Scheele las pruebas no estaban completas


    27. Otras vienen completas, como manzanas, y pueden repetirse hasta el infinito sin riesgo de alterar su sentido


    28. Colomba se retorcía muerta de la risa y el profesor, envalentonado, procedió a darle una a una todas las hojas de una alcachofa y cuando se hubo comido dos completas, le suministró la quiche de callampas y luego las fresas y enseguida los higos y las uvas, sin dejar de embromarla con toquecitos por aquí y por allá y de recitarle, sudando de impaciencia, los más apasionados versos de Pablo Neruda


    29. El resto del día se le iba en mil tareas ingratas incluyendo la preparación de tres comidas completas y diferentes, convencida de que los hombres necesitan alimentarse con platos enormes y siempre variados


    30. Luego de tomar asiento y presentarse, le dijo que su gran afición eran los libros antiguos y que su librería era una de las más notables y completas de Portugal

    31. Llevaron los frailes al herido a la enfermería y mientras los demás se reunían para el rezo de las completas, dos de los hermanos se dedicaron a limpiar las heridas del moribundo y a comprobar su estado


    32. Las completas se detuvieron y toda la comunidad se volvió ante lo insólito de aquella interrupción


    33. Cuando la comunidad fue a la iglesia del monasterio para el rezo de las completas, sor Leocadia, prefecta de novicias, comunicó a la priora que una de la postulantas se había desmayado y estaba inconsciente en la enfermería del monasterio, y que en su delirio la nombraba a ella


    34. El cuerpo de la jorobada se elevó varios palmos en el aire y, a continuación, las cuarenta toneladas completas del cetáceo fueron arrastradas bajo el agua


    35. —Entonces, si me queréis hacer el más feliz de los mortales y que siempre esté en deuda con vos, procurad que el miércoles después de las completas, esté abierta


    36. Las campanas de la catedral tocaron completas


    37. Cuando Paul Hood entró en Op-Center, insistió en que ambas cafeterías ofrecieran menús de comida rápida completas, desde huevos al plato sobre un panecillo hasta pizzas variadas


    38. Todo el Observatorio tomó parte en ella y Sadler, actuando a largo alcance, leyó las listas pensativamente una vez éstas estuvieron completas


    39. ) No tardé en comprobar que Gritten tenía razón: no existía tal historia de «El anticipador» entre sus obras completas


    40. Una de las que recordaba con mayor afecto era: «¿Cuál fue la lluvia caída en la capital del estado más pequeño del mundo, en el día en que hubo mayor número de carreras completas en el béisbol universitario?»

    41. —Entonces quieres decir que, si el secreto cayera en malas manos, regiones completas de la tierra se volverían inmortales


    42. Cruz de Hierro de 2ª Clase (Solo intervinieron completas estas dos Compañías del Batallón)


    43. Si un veterano desea retirarse al cabo de diez años o seis campañas completas, debe permitírsele con la garantía de que no va a ser llamado nunca más a filas


    44. Estaba claro que primero le preguntaría —noblesse oblige— por su embajada en París, por los motivos de su regreso, por las actrices de moda, por los vestidos de la temporada (quizá hubiera traído uno de regalo para Beatriz), y luego entraría el tema de fondo: sus obras completas escogidas, subrayaría «escogidas», que con pulcra caligrafía llenaban el álbum del diputado Labbé, acompañadas de un recorte de la ilustre Municipalidad de San Antonio con una convocatoria al concurso de poesía, tras un primer premio consistente en «flor natural, edición del texto ganador en la revista cultural La Quinta Rueda y cincuenta mil escudos en efectivo»


    45. Pero las explicaciones no eran completas, ni la razón suprema de anteponer al casamiento el trabajo hercúleo érame aún conocida


    46. «Por lo que cuentas -me dijo-, pienso, como tú, que le falta un resorte, y es lástima que un hombre de tan buenas prendas no las tenga completas y bien ordenadas


    47. La libre y abierta comunicación entre los científicos, junto con unas completas y tempranas comunicaciones, constituyen los auténticos cimientos del progreso científico


    48. Por ello, en la figura 25, se indican completas las fórmulas de estos dos aminoácidos, prolina e hidroxiprolina


    49. Al tirar con todo cuidado del lienzo se dieron cuenta de que había más debajo […] en el fondo del relicario se hallaba doblada y redoblada una gran cantidad de tela […] un larguísimo sudario con las huellas completas de un hombre por detrás y deIante


    50. Entonces, estalló la bomba, la gran sorpresa, la noticia en titulares de todos los periódicos del mundo: en la madrugada del 25 de julio de 1938 los republicanos contraatacaron y cruzaron el Ebro, abriendo brecha en el sorprendido flanco rebelde, por la que introdujeron seis divisiones completas












































    1. Tanto por la disposición del asunto cuanto por su interpretación y sutécnica, es un cuadro que nunca podrá satisfacer a la mayoría delpúblico: el día que todo el mundo lo entienda, no habrá vulgo; en cambiolos pintores lo consideraran siempre como el resultado más completo quese puede obtener en la practica de su arte


    2. No son menos graves los obstáculos, con que tropieza el que escribe lahistoria del teatro español, cuando intenta investigar los progresos deldrama profano bajo los inmediatos sucesores de Lope de Rueda; laliteratura dramática de este período, cuyos monumentos pudiera estudiar,ha desaparecido casi por completo, y las escasas noticias, que acerca deella se conservan, únicos datos que existen, están llenas de singularescontradicciones


    3. Al paso que Madrid se elevaba alprimer rango entre las ciudades de España, ofrecía también á lascompañías de cómicos mayores atractivos para permanecer en ella, y comoconsecuencia de esto, pedía un repertorio más completo que el quellevaban en su vida errante, puesto que cuanto más numerosas y nuevaseran las obras dramáticas, más considerables eran también los ingresosen la caja de los directores y de los hospitales


    4. En efecto, este personaje hablósobre dicho objeto con el traductor, quedando con él en completo acuerdosobre todo lo relativo á tan difícil asunto


    5. completo de todo lo que se pueda saber en este preciso momento de la vida y milagros de ese


    6. En fin, ahí tienes el CD completo y las grabaciones


    7. estaba mi alto estado mayor al completo, de pie, alrededor de una mesa sobre la que habían


    8. debió olvidar por completo la compra, y cuando su mujer le comunicó que la entrega era


    9. Permanecí en la atalaya hasta que el sol se hundió por completo en sus ardientes cobijas de


    10. saya se dirigió a la cocina, donde alguien le había preparado un desayuno completo

    11. acometida a instancias mías y debía dar la impresión de que no había perdido por completo el


    12. durante un verano completo, en ese litoral bañado por las mismas azules y cálidas aguas del


    13. perdieras por completo tan valiosa cualidad y con ella toda mesura y toda prudencia, osando


    14. partido por encima de ellas, necesitaba hacer un uso completo de toda mi lucidez y ello lo más


    15. percibir a toda la guardia al completo como Alá los trajo al mundo, ciertamente, había un


    16. recubría sus muros se descascarillaba y en algunas partes había desaparecido por completo


    17. Se trazó el recorrido completo de


    18. seres espirituales más avanzados, que dirigen su evolución por completo


    19. Cuántos tragos bebió en los Estados Unidos! O al menos, cuántas latas de refresco! De hecho, hay, al alto porcentaje de neuróticos y bebido, han aborrecido casi por completo esos contenedores tan conocidas: Botellas! Cuántos buenos recuerdos! Recuerdo incluso que, dado que en ese año cuando crucé el océano, eran hombres negros de moda, no estaba de moda entre los jóvenes a imitarlos


    20. Y luego están los escritores, filósofos, críticos y teólogos que escriben y hablan con ellos, no sólo aíslan por completo esta clase dominante

    21. Me paseo en la parte posterior, sacudo la cabeza y, finalmente, la sequía comienza a disminuir, hacer los primeros intentos de hablar y escuchar mi voz cambió por completo; ahora es cálido, tranquilo, casi desde el más allá, y lo mismo para formular cualquier palabra me da una sensación de placer por todo el cuerpo; por último, trato de hablar de golpear las notas altas, pero trato de pronunciar ninguna palabra sale como un silbido de mi boca, como un silbido de alta frecuencia: yo lo hice, y ahora estoy en condiciones de emitir ultrasonidos y hablar con los peces


    22. Amatoria te voy a enseñar todas las técnicas, todos los refinamientos eróticos que me puede dar y dar un orgasmo completo de los sentidos


    23. Tras hacer el recorrido completo por la


    24. información aumenta al permitir armar el puzzle completo


    25. pierde por completo el acceso a los ficheros, incluso a los


    26. completo desacuerdo con la práctica totalidad de las fuerzas


    27. empezaba a alegrarse de que en Ávila estuviera todo completo


    28. La cabeza del médico se separó del bulto de cuello que se había envaporizado casi por completo


    29. Al caer la noche los últimos hilos de su vínculo se rompieron por completo


    30. La gratitud penetró en mi corazón comouna luz del cielo, como un bálsamo dulcísimo, y perdí por completo lospocos deseos que me ligaban a la vida

    31. por completo imposible, en la actualidad, producir nuevos hechos


    32. tionaba por completo la concepción que se tenía hasta entonces del


    33. gratuidad de la existencia, es imperioso estar por completo abiertos


    34. Lo más que se hizo fue abrir un par de cursos para discutir la teoría económica y del poder, pero un ajuste completo del currículum, por el cual se batalló tanto desde 1978, se debatía aún en 1991, y únicamente se puso en práctica en 1993


    35. El porvenir, encarado sin compensación por accidentes o enfermedades, era un completo enigma y carecía del alivio de una pensión cualquiera


    36. La disponibilidad de un rango más completo de materiales y la escogencia que se hace por parte del público, en vez de ser impuesta por las organizaciones productivas


    37. Desarrollo, aprobada por la Asamblea General en 1986, establece que la participación, incluyendo el acceso libre al proceso de comunicación, es la base del disfrute completo de todos los derechos humanos; y que esta Declaración debe ser entendida en armonía con otras Declaraciones relevantes, tales como la Resolución 4/19 de la UNESCO sobre la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de Comunicación


    38. Si bien los políticos hablan con frecuencia y con vigor sobre lo que el pueblo quiere, la voluntad de los gobernados está determinada por hipótesis y conjeturas no comprobadas por completo


    39. Antes de que él es un complemento completo de personal militar, vestidos con sus mejores uniformes y todos vienen a la atención y Grailem saludo como una banda de música toca una melodía horrible


    40. Confundido, Grailem mira a su alrededor en los varios cientos de soldados que rodean por completo el auditorio

    41. que mientras pasaron toda la vida buscando un sentido más completo del ser, lo que buscaban realmente,


    42. En algunos casos, el ego personal parece disolverse por completo cuando la persona dedica toda su vida


    43. solamente cuando nos identificamos con ellos al punto de permitir que nos suplanten por completo; es decir


    44. En estado de ebriedad, la persona sufre un cambio completo de personalidad


    45. completo la atención de la mayoría de la gente y es aquello con lo cual se identifican


    46. Cuando dejamos por completo de estar identificados con las formas, la conciencia, lo que somos, se libera


    47. Pero el arreglodefinitivo de estas habitaciones vacantes existía completo en laimaginación de Jacinta, quien ya tenía previstos hasta los últimosdetalles de todo lo que se había de poner allí cuando el caso llegara


    48. Pero a los dosmeses, las ideas pesimistas habían ganado ya por completo su ánimo


    49. Habíavisto días, los menos, eso sí, en que brillaba echando chispas el soldel alma, seguidos de otros en que se apagaba casi por completo; peronunca vio una tan inalterable y mansa corriente de días tibios, iguales,de penumbra dulce y reparadora


    50. Pero también se resolvió en el mejor de los sentidos la crisis alarmantede la marquesa; sólo que, al paso que el restablecimiento de su maridollevaba trazas de ser completo y sin dejar el menor rastro de laenfermedad vencida, el de ella caminaba paso a paso, y mal seguros, conmuchos tropezones y algunas caídas









































    1. Luego llegué yo y completé realmente el trabajo


    2. Con una fuerza de voluntad enorme, me arrastré hasta los aparatos y completé el proceso


    3. También dentro de la categoría «demasiado diverso para detallarlo», André Breault, que me ofreció un refugio en la costa oeste donde completé el primer borrador


    4. Me contestó por el mismo conducto y con eso completé la información que me faltaba


    5. Completé la excursión y dije suspirando:


    6. Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga


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    completar in English

    finish complete fulfill fulfil top off wrap up wind up conclude fill out finalize bring to completion

    Sinonimi per "completar"

    perfeccionar concluir acabar rematar finalizar colmar coronar