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docilidad frasi di esempio
docilidad
1. comprendía era una docilidad encantadora
2. En el caso de La sima, la docilidad de Ramona raya en tontería y enpoco
3. Alcaparrón obedeció con la docilidad de un perro
4. docilidad leeran conocidas, y de quien podía disponer con toda
5. encarecido en su narración la docilidad ynatural pacífico de los
6. descubierto elenorme flaco de esta elaboración de la docilidad
7. Lo digo a Rosario, que acepta mi propósito con alegre docilidad, como siempre recibirá la voluntad de quien reciba por varón
8. David les seguía con docilidad
9. Salieron a la calle seguidos del curita, que trotaba en pos de ellos con la docilidad de un perro faldero
10. Había en su voz un tono de docilidad y complacencia que jamás hubiese esperado en la dama
11. - Ciertamente y cuento con su docilidad para emprender la proyectada expedición a la cima del monte
12. La docilidad del Porsche y este pensamiento se Unen para que Fernandito cruce Lobreña de un tirón yapar- que en el aparcamiento del híper
13. Eran el pueblo más dócil que conocía,pero bajo esa docilidad subyacía una capacidad para la violencia-la violencia organizada- casi sin parangón en el mundo
14. Los aldeanos le siguieron con docilidad
15. –Sí, Duncan -acató ella con docilidad, como lo hace una buena mujer…, de vez en cuando
16. –Recuerde -le dijo el comandante a través de los barrotes-, el «bienestar» de Lady Azadeh depende de su docilidad
17. Entonces le hice una buena sangría, y se la dejó hacer con la mayor docilidad, y me dió las gracias más expresivas, y por si no fuese bastante, me las dieron también todos los presentes
18. Con algo de espontaneidad por su parte, y con no poca docilidad a los mandatos de Ibero, Rafaelita se portó muy bien en aquella [168] ocasión, visitando diariamente a su amigo enfermo, asistiéndole con exquisitos cuidados y consolándole con su presencia
19. Contaba con la docilidad de su hija, que aún ceñía falda de adolescente
20. La echaba terriblemente de menos, pero me decía que, si quería conseguir un futuro para ambos, un largo futuro, debía someterme con aparente docilidad a los dictados de mis superiores
21. –Desde luego -asintió Riose con docilidad
22. Al otro, el que está al lado de los pobres, o de los débiles, o de los marginados, el que lleva un jersey y unas Reebok, ese mismo, habrá empezado con alguna deslumbrante aparición caótica del infinito, algo que en la penumbra de su juventud le habrá dictado vagamente el imperativo de tomar posición, y la sugerencia de qué parte estar, todo habrá empezado como debe empezar, de un modo honesto, pero luego, Dios santo, cuando vuelves a verlo ya adulto y famoso, Jesús, famoso, da cosa ya sólo decirlo, famoso, con su nombre en los periódicos y las fotografías, con el teléfono sonando sin parar porque los periodistas quieren preguntarle su opinión sobre esto o aquello, y él responde, puta miseria, responde, y participa, y marcha en cabeza de las manifestaciones; el teléfono de los sacerdotes no suena, Gould, quiero decírtelo con toda la crueldad necesaria, tú no puedes saberlo pero el teléfono de los sacerdotes no suena porque su vida es un desierto, es programáticamente un desierto, una especie de parque natural protegido, donde la gente puede mirar, pero desde lejos, son animales de parque natural, nadie puede tocarlos, ¿puedes imaginártelo, Gould?, para los sacerdotes es todo un problema incluso dejarse tocar, ¿has visto alguna vez a un sacerdote dando un beso a un niño o a una señora?, sólo para saludarlos, no pienses mal, una nimiedad, lo normal, pero él no puede hacerlo, la gente de alrededor enseguida tendría una sensación de malestar y de inminente irritación, y ésta es la durísima condición cotidiana del sacerdote en este mundo, él, que podría ser un hombre como los demás y que ha elegido en cambio esa soledad vertiginosa, que no tendría vía de escape, nada, salvo una idea, una idea incluso justa, llegada desde fuera para cambiar ese panorama, para devolverle una tibieza de humanidad, una idea que, bien utilizada, perfilada, revisada, protegida de los arriesgados choques con la verdad, conduce al sacerdote fuera de su soledad, simplemente, y poco a poco hace de él el hombre que es ahora, rodeado de admiración, y ganas de acercársele, e incluso deseo en estado puro, un hombre con jersey y Reebok, nunca solo, se mueve arropado por hijos y hermanos, nunca perdido porque está constantemente conectado a alguna terminal de los medios de comunicación, de vez en cuando entre la multitud atrapa al vuelo los ojos de una mujer cargados de deseo, piensa qué puede significar eso para él, esa vertiginosa soledad y esta vida que estalla, ¿hay que sorprenderse si está dispuesto a morir por su idea?, él existe en esa idea, ¿qué significa morir por esa idea?, estaría muerto de todas formas si se la quitaran, se salva en esa idea, y el hecho de que con ella salve a cientos o a lo mejor a miles de semejantes no cambia ni un ápice en este asunto, y es que ante todo se salva a sí mismo, con la coartada accesoria de salvar a los demás, robando a su destino esa necesaria dosis de reconocimiento y admiración y deseo que le hace estar vivo; vivo, Gould, ¿comprendes bien esta palabra?, vivo, sólo quieren estar vivos, hasta los mejores, los que construyen justicia, progreso, libertad, futuro, incluso para ellos se trata de una cuestión de supervivencia, acércate todo lo que puedas, si no me crees, mira cómo se mueven, a quién tienen a su alrededor, míralos e intenta imaginarte qué sería de ellos si por casualidad un día se despertaran y cambiaran de idea, simplemente, qué quedaría de ellos, intenta arrancarles una respuesta que no sea una instintiva autojustificación, mira si puedes aunque sea una sola vez escucharles pronunciar su idea con el estupor y la indecisión de alguien que la descubriera en ese momento y no con la seguridad de alguien que te está mostrando con orgullo la devastadora eficacia del arma que empuña, no te dejes engañar por la aparente docilidad de su tono, por las palabras que eligen, astutamente dóciles, están luchando, Gould, luchan con los dientes por la supervivencia, por la comida, la hembra, la madriguera, son animales, y eso que son los mejores, ¿comprendes?, ¿qué puedes esperar de los demás que sea distinto, de los pequeños mercenarios de la inteligencia, de los comparsas en la gran lucha colectiva, de los pequeños guerreros cobardes que rapiñan restos de vida en los márgenes del campo de batalla, conmovedores basureros de salvaciones irrisorias, cada uno con su ideíta artificial, el médico a la caza de financiación para pagar el internado de su hijo, el viejo crítico que intenta paliar el abandono de su vejez con cuarenta líneas a la semana que suelta donde hagan un poco de ruido, el científico y su puré de Vancouver con que alimentar de orgullo a mujer, hijos, amantes, las penosas apariciones televisivas del escritor que teme desaparecer entre un libro y otro, el periodista que apuñala a diestro y siniestro desde la primera página para estar seguro de existir al menos otras veinticuatro horas más, sólo están luchando, ¿lo comprendes?, lo hacen con ideas porque no saben utilizar otra cosa, pero en esencia es lo mismo, es lucha, y son armas sus ideas, y por mucho asco que nos dé admitirlo, están en su derecho, su deshonestidad es una lógica deducción de un deseo primario, y por tanto necesario, su asquerosa traición cotidiana a la verdad es la consecuencia natural de un estado natural de indigencia que hay que aceptar, no puede pedírsele a un ciego que vaya al cine, no puede pedírsele a un intelectual que sea honesto, no creo, de verdad, que pueda pedírsele, por muy deprimente que sea admitirlo, pero el concepto mismo de honestidad intelectual es un oxímoron
23. ¿Mostraba esa cobarde docilidad que según Flaubert es característica de la mujer adúltera? No
24. Por eso, aquella exhibición de docilidad resultaba preocupante
25. En nuestro tiempo, cuando llegó la guerra, muchas mujeres hubo que debieron despertar, reconocer la desventaja de haberse pasado tanto tiempo cultivando el ocio y la docilidad
26. El gel hace de puente y los ultrasonidos navegan con docilidad
27. Precisamente la docilidad de la multitud, que por lo que se ve, respeta ese lugar, se lo permite
28. Suponía que si la situación se repitiera, surgirían hombres que actuarían del mismo modo que ellos habían hecho: con docilidad, sin convicción, con un vago orgullo por cumplir con lo que se esperaba de ellos y un miedo feroz que paralizaba las piernas y los dedos
29. Las anécdotas con las que vengo describiendo algunos rasgos del carácter de mi mujer podrían inducir al retrato de un perfil femenino instalado en una cierta docilidad
30. Hubo que esperar un buen rato antes de que el carretero, con docilidad, abriera los párpados en sentido afirmativo
31. Intentaron crear otras tendencias en los terrisanos: docilidad, templanza
32. Por el contrario, Diana se sorprende reaccionando con docilidad, ansiosa por acceder a la petición de la figurita nerviosa que se retuerce en el sillón
33. El acusador público Fouquier-Tinville, personaje corrupto y acribillado a deudas, decide sobre la vida y la muerte de sus víctimas en función de sus recursos y de su docilidad
34. –Si, señor – respondió Mayhew, bien entrenado por Miles en la docilidad
35. Ella lo siguió con docilidad, aunque había algo en su expresión que decía que debía de estar perdiendo la fe en su condición de almirante
36. Juan seguía impresionado por el comportamiento de El Rorro y su propia docilidad ante la muerte le resultaba cada vez más insoportable
37. El siglo XIX, por medio del juego de las diferenciaciones y de las ramificaciones disciplinarias, ha construido unos canales rigurosos que, en el corazón del sistema, encauzan la docilidad y fabrican la delincuencia por los mismos mecanismos
38. Yo lo había descartado casi sin prestarle atención, pero quizá realmente, como un recurso en extremo de su locura, se propusiera asesinarlo, y la docilidad inesperada a mi propuesta había sido el modo de atraerlo a su casa
39. Cuando la presencia de los niños, demasiado inteligentes, obligaba a los amantes a emplear el lenguaje de la fría razón, Julián escuchaba con docilidad perfecta las explicaciones de su amiga, y la contemplaba con ojos chispeantes de pasión
40. –Pues sí -reconoció Sumire con una docilidad inusual-
41. Humilde, con una docilidad propia de un esclavo, desempeñaba todas las tareas pesadas que le encomendaba Druot
42. –¿Quieres que firme los papeles? – preguntó ella, con una docilidad tan parecida a la de un niño que Rango quedó conmovido
43. Pocas aves son capaces de permanecer posadas con mayor docilidad que el bufalcón de Lancre o barbudo timorato, un carnívoro perpetuamente a punto de pasarse al vegetarianismo
44. El carrito se debatió un instante, y luego, al carecer de instrucciones que le ordenaran lo contrario, se detuvo con docilidad
45. Por la docilidad del animal, la tranquilidad con que se dejó poner la silla y su paso decidido, Stephen se formó una buena opinión de su dueño, el vicario general, un hombre austero en todos sus actos
46. Sin embargo, había comprobado que ese tiempo no lo consideraban malo; el concepto de mal tiempo no existía aquí bajo ninguna forma, no se tenía ningún temor a ninguna clase de tiempo, apenas se le tenía en cuenta y, con la suave docilidad de la juventud, con su facultad de adaptación a los pensamientos y usos del medio ambiente en el que se hallaba trasladado, Hans Castorp había comenzado a apropiarse esta indiferencia
47. ¡Pero es espantoso verle jugar con las palabras! Espantosa porque es anormal y extraño a su naturaleza, porque eso no es debido más que a la docilidad de sus años
48. De todos modos, a finales de junio se inauguró la exposición de Bertrand Bredane, a quien yo había apoyado desde el principio con obstinación; para gran sorpresa de Marie-Jeanne, que se había acostumbrado a mi indiferente docilidad, y a quien le repugnaban las obras de ese género
49. Al contrario, en política y en las relaciones de amante a querida, hay demasiadas cosas interpuestas entre el dinero y la docilidad
50. El hombre la observó con atención, pero carecía de la capacidad para desenmascarar la afabilidad y la docilidad que Lyra sabía fingir cuando le interesaba, de modo que al final asintió y volvió a enfrascarse en la lectura del periódico