Usa "mercader" in una frase

1. (El sábado, día 10 de Mayo de 1534, se decretó la orden ó providenciasiguiente, por común acuerdo de los presentes y de los mandatarios delos enfermos: «Aunque nuestros mayores, ya por piedad, ya para excitarla devoción del pueblo, hubiesen dispuesto que cada canónigo al ingresaren esta corporación, se obligase por orden de antigüedad en la fiesta dela Pascua de Resurrección de Jesucristo, nuestro Redentor, á representaren esta iglesia gerundense y horas matutinas lo que vulgarmente sedenomina Las tres Marías; como ha probado la experiencia, que aúncuando este espectáculo se introdujera para solemnizar el culto delSeñor y para alabarlo y honrarlo, se había después convertido en desdoroy ofensa suya, y que se perturbaba el oficio divino en gran manera, yredundaba en descrédito y daño de su iglesia; el cabildo de dichaiglesia, teniendo en consideración estas razones, y deseando extirpar deraíz toda deshonestidad, todo abuso y toda mancha, decretó y ordenó, queacabada la verbeta comiencen las tres Marías, vestidas de negro comode costumbre, á cantar los versos que se han cantado de ordinario en lapuerta, en que se canta la invitación, y que vayan cantando al altarmayor, en donde estará preparado un catafalco con muchas luces, y allíel tendero con su esposa é hijo y el mercader con su esposa, los cualesno entren hasta haberse acabado la tercera lectura, y allí se representela petición del ungüento para ungir el sacratísimo cuerpo de Jesús,según es costumbre

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2. Apenas llegada la noche, salió de su escondite y se dirigió en la búsqueda de su amigo Lotario para congratularse con él del dechado de virtudes y honestidad que tenía en casa, que ni la misma Porcia de El mercader de Venecia podía igualar

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3. ilusión del mercader global: la de comprar barato en África y

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4. El mercader, conocedor de la situación, evitó utilizar el metálico al tratar con el campesino y se afanó por extraerle cuanto dinero poseyera

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5. El crédito suave, por el contrario, propició que el mercader colonial se convirtiera en un empresario capitalista, que figuró, con frecuencia, entre los deudores de las municipalidades, la Casa de Ense-

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6. corazón: el estudiante que se afana porconquistarse digno puesto en la sociedad; el mercader que

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7. todo el caudal delmás rico mercader, ¡pues el agua, y más en la sierra, anda barata ypor los suelos! Vino

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8. yo, dando el dinero a un mercader valenciano que ala sazón se hallaba en Argel, el cual me

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9. mercader, y veían pasar por suimaginación tierras inverosímiles, en las cuales el pie

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10. estaba en abierta contradicción con su deber decaballero, que debía tener oídos de mercader, ojos

11. En ellos, el héroe yel mercader se

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12. Se había divertido observándola mientras ella los escogía y consultaba con Viburnia, y viéndola discutir sin azoramiento con el mercader, desechando numerosos retales antes de encontrar uno de su agrado

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13. —Hizo la mujer lo que pedía, mientras el mercader salía y aproximándose a sus socios dijo en voz baja:

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14. Vio a los hombres vistiendo amplios calzones, sentados con las piernas entrecruzadas y la dignidad del mercader en medio de sus cuchitriles

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15. Por dentro, se llenó de desprecio por haber permitido que el mercader reuniera la información suficiente para llegar a esa conclusión

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16. Luego el mercader soltó el pestillo de la puerta y salieron todos en fila a la vacía calle adoquinada

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17. —Brom estaba demasiado interesado en el mercader para que él siguiera mintiendo—

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18. Y no olvides decirme el nombre del mercader si lo recuerdas

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19. Me dijeron que estabas en el pueblo, y quería saber si habías recordado el nombre de ese mercader

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20. Cuando llegó a la calle donde vivía el mercader, se detuvo en la herboristería de al lado

21. Ambos hombres se acomodaron frente a frente, en el gabinete de Mainar, el heredero en uno de los sillones y el mercader de pie junto a la mesa

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22. Estaban en la cama los dos como Dios los trajo al mundo y su mirada no pudo evitar la visión de la mata de pelo rojo que ocupaba el ancho pecho del mercader

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23. El campamento se desplegó como cada tarde; todo el que pertenecía a la caravana del mercader sabía bien lo que tenía que hacer

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24. Alrededor del carro del mercader y del carro acorazado de las alfombras de cabellos se formó una muralla de carros en la que los carros de mercancías formaban un círculo interior y los carros de provisiones uno exterior

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25. Uno de ellos se acercó al mercader con deferencia y le comunicó que la guardia estaba en su puesto

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26. El privilegio de su posición era poder penetrar en el carromato del mercader cuando era llamado

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27. Le encadenaron a una viga, después de lo cual el mercader los despidió con un ademán de cabeza

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28. Los hombres se lanzaron sobre el mercader, le rasgaron sus ropas y las removieron y las arrancaron, hasta que casi todo le colgaba al cuerpo en harapos

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29. Los ojos del mercader se abrieron desmesuradamente

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30. —El mercader sonrió—

31. Hasta el mismo José se sorprendió del precio que tuvo que pagar, pero el mercader estaba enfadado y se quejaba de tener tanto trabajo

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32. —Es el cuerpo de un rey, se lo aseguro —insistía el mercader en tono confidencial—

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33. –No tiene idea de lo listos que son…, peores que un mercader chino, mucho peores

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34. En cuanto a la tienda, estaba cerrada y el joven mercader había desaparecido

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35. Y en el acto se reunieron los testigos de la venta y se hizo el contrato entre el pregonero y el mercader

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36. En este momento llegó el mercader con un cofrecillo de sándalo, lo abrió invocando el nombre de Alah, y ayudado por la amasadora procedió a vestir a Nozhatú, para llevarla al palacio del príncipe Sharkán

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37. Entonces los kadíes y el mercader, que estaban detrás del tapiz, volvieron a exclamar: "¡Qué admirable es todo esto!"

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38. Sett-Budur dijo a sus chambelanes: "¡Pagad al capitán mil dracmas por: cada tarro!" Y añadió: "Cuando vuelvas al país del mercader, le pagaras eso por las aceitunas"

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39. Cuando regresaron a casa, los invitados fueron uno tras otro a felicitar al mercader Primavera, diciendo antes de retirarse: "¡Para ti sean la bendición y la alegría! ¡Disfruta durante larga vida la abundancia de los goces del alma

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40. Intolerable se había hecho ya la temperatura, cuando el cargador pasó por delante de la puerta de una casa que debía pertenecer a algún mercader rico, a juzgar por el suelo bien barrido y regado alrededor con agua de rosas

41. El contestó: "¡Oh rey afortunado! me llamo Alis­char, hijo de Gloria, y soy vástago de un mercader en el país de Kho­rasán

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42. Algún tiempo después el mercader fue en peregrinación a la Meca y le llevó también consigo

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43. Y he aquí que un día en que el admirable joven, hijo de Corona el mercader, estaba sentado en la tienda de su padre, algunos jóvenes amigos suyos fueron a charlar con él, y le propusieron

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44. Cuando el mercader Abd el-Rahmán se vió de aquel modo en­tre filas compactas de hombres y mujeres, de pie entre sus manos y contemplando inmóviles a su hijo, llegó al límite de la perplejidad, y mentalmente se dedicó a abrumar de maldiciones a su esposa y a injuriarla con todas las injurias que hubiese querido lanzar a aquellos importunos, haciéndola responsable de aquello tan enfadoso que le ocurría

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45. Y el mercader le dijo:

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46. Y como ya estaba cansado de andar, buscaba con la vista un sitio en que descansar, cuando un mercader viejo, que por su aspec­to comprendió que era extranjero, le invitó cortésmente a entrar en su tienda

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47. Y contestó el sultán Mahmud: "¡Por Alah, que no pido nada mejor que vivir aquí, con tal de que encuentre otra cosa de comer que las habas con que me he ali­mentado durante cinco años!" Y el viejo mercader le dijo: "¿Qué ha­blas de habas, ¡oh pobre! ? ¡Aquí te alimentarás con cosas exquisitas y reconfortantes para la tarea que tienes que cumplir! ¡Escúchame, pues, con atención, y sigue el consejo que voy a darte!"

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48. Era evidente que Mitrídates no pretendía entablar conversación con ninguno de aquellos engreídos, pues estaban demasiado ocupados y eran muy presumidos para prestar atención a un simple mercader oriental; se limitó, pues, a dirigirles una inclinación de cabeza cuando se los cruzaba, rodeados de sus cohortes de escribas y funcionarios, pero sí que lió amistosamente la hebra con los pergameses en las mesas de las tabernas, a las que no acudían precisamente los publicani

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49. La parte en oro y plata de éste la guardó consigo en las cámaras de su palacio; pero las piedras más preciosas y las perlas más selectas que poseía las colocó en un cofre de hierro y lo envió a cargo de un servidor leal que, disfrazado de mercader, quedó encargado de traerlo al fuerte de Agra, para que esté guardado aquí hasta que vuelva a reinar la paz en el país

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50. Mientras hablaban del buen tiempo y de lo bien que marchaban los negocios, Francisco notó una afabilidad mayor que la habitual en el acento del mercader

51. –¡Pero qué gente estos jacar! ¡Mira que son soberbios! – El mercader, con los ojos pegados a la celosía, meneaba la cabeza-

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52. Y al final, gracias a estos tres relatos, el mercader salva su vida

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53. Belgarath también estaba callado, así que los tres cabalgaban en silencio, acompañados sólo por el sonido de los cascabeles de las mulas del mercader drasniano

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54. Un buen mercader que conozco fue acusado de entrar en las habitaciones de las mujeres de una casa de murgos

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55. Si Josseran no hubiera visto mil veces aquella clase de comercio en las medinas de Acre y Tiro, tal vez habría pensado que Jutelún y el mercader de camellos llegarían a las manos en cualquier momento

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56. Jutelún escupió en el polvo y agitó el puño ante la cara del mercader, mientras él elevaba las manos hacia el cielo y le rogaba a su dios que intercediera por él antes de que quedara en la indigencia por ofrecer precios tan bajos

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57. En cambio, una hora después, Jutelún y los tártaros se alejaron con una hilera de camellos en lugar de los caballos y con el sonriente mercader de un solo ojo como guía

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58. —¿Y el mercader murgo estuvo aquí por el Paso de las Eras algunos meses antes?

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59. Los dedos largos y finos de Seda parecían bailar y los ojos del mercader estaban fijos en ellos, bajo su frente sudorosa por el esfuerzo de concentración

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60. A la mañana siguiente, todos montaron en los carromatos y trasladaron los nabos al almacén del mercader drasniano

61. Lo aprendí de un mercader que estuvo de paso mientras tú estuchabas en Svorden el año pasado

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62. Es notablemente obtuso en algunas áreas, pero puede ser enormemente hábil cuando trata con la gente: eso lo convierte en un buen mercader

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63. Lukel es mercader

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64. Lo cruzó con la línea del Abismo y la herida de la pierna del mercader se cerró al instante

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65. Casi cualquier persona del cuerpo de servicio de un noble, mercader o banquero puede ser un Escuchador, incluidos los da 'covale alguna que otra vez, aunque casi nunca los so'jhin

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66. «De Flandes, un mercader de tejidos

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67. Su comentario debió de dar en alguna llaga, porque esta vez fue el mercader quien levantó la voz

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68. Cuando la piel del mercader entró en contacto con las frías aguas, el corazón de Anna dejó de latir

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69. Como el agua era el bien más preciado de Arrakis, las fábricas de extracción de humedad de Rondo Tuek en el casquete antartico le habían convertido en un rico mercader de agua

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70. Después de degollar a dos de los guardias mercenarios, los fremen entraron en la mansión del mercader de agua y recorrieron los pasillos bien iluminados

71. El mercader de agua era un hombre sin honor

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72. Corrieron en silencio por los pasillos de piedra, fundidos con las sombras, y se acercaron a los aposentos del mercader

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73. Cuando un mercader construía su casa debía ser muy modesta, aunque en sus armarios, arcones y bajo los pisos, fuera acumulando gradualmente una riqueza que le permitiría construir un palacio que rivalizaría con el del Uey-Tlatoani

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74. Les dije que evitaran las aldeas y los encuentros con otros viajeros, pues un grupo de cargados tamémime sin el mercader que los guiaba podría provocar comentarios e incluso su detención para una investigación

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75. La llegada ocasional de algún mercader con su caravana, me ofrecía una oportunidad para hacerle una oferta sobre sus mercancías o por la parte de éstas que me gustara

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76. El mercader le dijo entonces que

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77. Entre sus inútiles mercancías, con su larga nariz y gruesos lentes, encorvado bajo su chaqueta de terciopelo, tenía más aire de coleccionista que de mercader

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78. —dijo el mercader, y bajó la ballesta

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79. —Una vez, un mercader de Quarth me dijo que los dragones venían de la luna —comentó la rubia Doreah mientras calentaba una toalla ante el fuego

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80. Por la mitad del precio que cobran se podría contratar un ejército de mercenarios, y eso si se les encarga matar a un mercader

81. Me había propuesto evitar que volviera a suceder lo ocurrido con el pequeño Favila —a quien no he dejado de recordar ni un día de mi vida—, por lo que luché contra la muerte con todas las armas imaginables: recé y encargué misas; hice ofrendas a la Diosa Madre en noches de luna llena, por supuesto en secreto, tras asegurarme de que nadie me viera; acudí a magos paganos que sobrevivían a la persecución de la Iglesia en cuevas conocidas ya por los antiguos astures, situadas en polos de gran poder astral; colgué del cuello de mi niño un saquito con un fragmento de la túnica de Santa Genoveva, comprada a un precio exorbitante a un mercader venido del norte; me encomendé a todas las potencias celestiales y utilicé generosamente el anís, la hierba de San Juan y la ortiga blanca secada y machacada, que Huma me había enseñado a preparar, para combatir el flujo de vientre que padecía el pequeño de forma constante

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82. El mercader dejó escapar un grito, pero Vin se encaminó directamente hacia el perro, que empezó a ladrar salvajemente, babeando

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83. –De los impuestos -dijo el mercader, agitando una mano

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84. Esas dudas, añadidas a lo abominable que se le hacía semejante trabajo, la condujeron a que, finalmente, engullera todo su orgullo y, como hiciera una noche lejana para enviar una carta, volviera a cruzar la ciudad de Alejandría, esta vez a la luz del sol, para dirigirse a la casa del mercader Casio

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85. —También vino una vez a enviar una carta a Escipión —dijo el mercader con cierta admiración

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86. –Ha pasado un mercader por el pueblo -dijo la niñita-

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87. –Una vez, un mercader de Quarth me dijo que los dragones venían de la luna -comentó la rubia Doreah mientras calentaba una toalla ante el fuego

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88. Cayo sabía que el mercader llegado del norte del Imperio le observaba con atención, pues sólo él, el preparador de gladiadores del Ludus Magnus, podía pagar más que nadie por aquella luchadora

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89. Cuando el gran lanista de Roma ofrecía una cantidad por un esclavo era generoso, pero todos sabían que odiaba entrar en subasta, y que si alguien subía el precio solía retirarse mirando con desprecio al mercader de esclavos, a quien había pujado y al esclavo de turno objeto de aquella pugna, pues era frecuente que algunos amigos de los mercaderes de esclavos fingieran pujar por un luchador con el fin de subir el precio de los prisioneros que llamaban más la atención

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90. -El mercader sonrió-

91. Era un experto en salsas y, al menos una vez a la semana y para desesperación de los encargados, entraba en la cocina de la clavería y él mismo elaboraba exquisitos aliños a base de cebollas, ajos, comino, pimienta, ajonjolí y otras especian exóticas traídas para él de los países mediterráneos por un mercader que, procedente de Francia, no dejaba de parar en Villava un par de veces al año, encargándose de rellenar los tarros de la cocina de la clavería con hierbas, semillas y raíces en polvo

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92. El hombre, más que leer, barajaba los documentos una y otra vez confiando en que si había trampa los nervios delatarían al mercader

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93. Considera, por más, que las minas del Potosí se hallan en un lugar montañoso, de caminos imposibles, alejadas del resto del mundo y que allí todo se paga en metal puro pues no hay otra moneda y que si el mercader dice que unas botas de cuero valen una arroba [34] de plata y el minero tiene esa arroba y muchas más y camina descalzo, pues paga y se va tan feliz con sus botas o con su jubón nuevo o con su vino o su nuevo esclavo

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94. El mercader de plantas Wetchik, el esposo favorito de Rasa, había llevado la florseca de Shedemei por todas las comarcas de los lindes del desierto

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95. La mujer del mercader lo siguió hasta el primer tramo de escaleras

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