1.
información que cayo en la ciudad,
2.
abordo, ella cayo a los pies de aquel
3.
limpio, el caso cayo en el olvido, pero
4.
no lo pensé, no cayo en el error de
5.
Gato,el cubano rico del Cayo, una carta, que es un poema de dolor, pidiéndole$5000 y otra a José María Izaguirre, cubano rico de New Orleans,pidiéndole cantidad parecida
6.
Scipión al saberla muerte de Cayo Graco, su sobrino, y que en
7.
Cayo Tupac Yupanqui y á los otros más principalesque en el
8.
El nino dio un grito, luego un traspies y cayo de rodillas
9.
Y con los brazos retorcidos, los grises cabellos en desorden, el rostro color de purpura y los ojos inyectados en sangre, la desgraciada cayo al suelo, desgarrando el bajo de la ropa a la que se aferraba
10.
Entonces, Maurice cayo en la cuenta de que no se trataba de Dixmer
11.
Y la cabeza del generoso joven cayo cerca de las de Maurice y Genevieve
12.
Un poco más tarde se incorporó Cayo Elvidio Vocula, el tribuno al que Valerio le había confiado el mando de la retaguardia
13.
una urgente petición de ayuda por parte del procónsul imperial de Treveri, Cayo Aurelio Longino, el cual, presa del pánico a causa del imparable avance de los francos en el septentrión, solicitaba su rápida intervención
14.
Repentinamente, el palo mayor con la base cortada, y sin cables que lo mantuvieran en equilibrio, cayo de costado precipitando tizones ardientes sobre cubierta
15.
También se preguntaba si llegaría a ver Florida, o si continuarían a esta velocidad por la autopista número 1 hasta precipitarse en el océano en Cayo Oeste
16.
También se preguntó si llegaría a ver Florida o si continuarían a esta velocidad por la US 1 hasta que fuesen a parar al mar en Cayo Oeste
17.
Por lo visto habían sido abordados por el profesor Scott McKenzie, que había estado navegando en su yate desde Cayo Largo
18.
El Senado, aquella pandillita de hombres ambiciosos, que acaparaban [221] los destinos gordos, las superintendencias, las secretarías y, ¿por qué no decirlo?, los ministerios, no querían que Cayo Graco fuese tribuno y estorbaban su elección por medio de intriguillas
19.
—Los llevaré muy complacido, Cayo julio
20.
Aprovechando la oportunidad que se le presentaba con la muerte de Agelasto, Yugurta volvió a solicitar al Senado la libertad bajo fianza de Bomílcar, y, aunque Cayo Memio y Escauro hicieron un apasionado alegato en contra, finalmente se dio la libertad de Bomílcar a condición de que Yugurta dejase bajo custodia romana a cincuenta de su séquito, que quedaron repartidos por las casas de cincuenta senadores, y el rey númida tuvo que entregar al Estado una fuerte suma para subvenir al sustento de los rehenes
21.
—Lo comprendo, Cayo Julio, y lo siento —dijo Sila, poniéndose en pie
22.
—¿No es sorprendente, Cayo Mario, nuestra compenetración? Cartas era precisamente lo que yo iba a sugeriros
23.
Faltaban doce días para las elecciones consulares en Roma cuando Quinto Cecilio Metelo licenció oficialmente a Cayo Mario como legado mayor en la campaña contra Yugurta
24.
Tened la seguridad, Cayo Mario, de que haré que en Roma se sepa que os di de baja en el servicio antes de las elecciones
25.
—Por cierto, Cayo Mario —dijo sin alzar la voz, cuando ya estaba en la puerta—, acabo de recibir estupendas noticias de Roma: el Senado ha prorrogado un año más mi mandato de gobernador en la provincia de Africa y al frente de la guerra
26.
Evidentemente, la primera y la segunda clase votaban tan homogéneamente a Lucio Casio, que éste fue en cabeza en todas las centurias y fue nombrado primer cónsul, que era el que ostentaba los fasces en el mes de enero; mientras que el nombre del segundo cónsul no se supo hasta casi el final de la votación de la tercera clase, por lo reñidos que estaban los resultados entre Cayo Mario y Quinto Lutacio Catulo César
27.
—Sí, Cayo Mario, lo es
28.
EN EL CONSULADO DE LUCIO CASIO LONGINO Y CAYO MARIO (I)
29.
Delante de la tribuna del orador, en el límite de los trofeos, se situó Cayo Mario de tal forma que quedaba frente a la zona de comicios y el espacio abierto del bajo foro; los situados en la del Senado le veían de espaldas y cuando todos los senadores, menos los escasos patricios, comenzaron a bajar los escalones hasta las divisiones de la zona de votación, desde donde le veían de frente para vituperarle, las filas de sus partidarios y clientes convocados se apretaron para cerrarles el paso
30.
"¡Soy princeps Senatus, portavoz de la cámara, y en todos los años que llevo con esta institución de hombres a quienes venero como manifestación que son del espíritu de Roma, nunca había visto un individuo tan peligroso y bandolero como Cayo Mario! ¡Dos veces en tres meses se ha apoderado de las sagradas prerrogativas del Senado pisoteándolas en el grosero altar del pueblo! ¡Primero anuló el edicto senatorial otorgando a Quinto Cecilio Metelo la prórroga del mando en Africa, y ahora, para complacer sus ambiciones, se aprovecha de la ignorancia del pueblo para atribuirse poderes de reclutamiento militar antinaturales, desmedidos, irrazonables e inaceptables!
31.
—¡Eso no es cierto, Cayo Mario! —exclamó Escauro—
32.
Sila le entregó las cartas de Julia y de Cayo Julio César, y a continuación se armó de valor y le dio el pésame por la muerte de su segundo hijo
33.
Cayo Mario estaba sentado en su silla curul de marfil a un lado de la gran mesa plegable a modo de escritorio, con su legado Aulo Manlio al otro lado y su cuestor Lucio Cornelio Sila en medio
34.
Una vez repartidos las torcas, pulseras, medallones y estandartes y después que algunas cohortes recibieran condecoraciones de oro y plata para las astas de sus banderas, habló Cayo Mario
35.
El joven Cayo Julio César no estaba en casa, le dijeron, y optó por preguntar por el padre, sorprendiéndose cuando el mayordomo le miró con gesto grave
36.
Se casaron en abril, un día espléndido de primavera, con todos los auspicios favorables; incluso Cayo Julio César mejoró un poco
37.
—No sé, Cayo Mario —dijo Sila—, a mi lo segundo me parece un error
38.
—Los empleados del erario, Cayo Mario, son las heces del pellejo de vino romano —replicó Sila, rebuscando entre los papeles
39.
EN EL CONSULADO DE CAYO MARIO (II) Y CAYO FLAVIO FIMBRIA
40.
EN EL CONSULADO DE CAYO MARIO (III) Y LUCIO AURELIO ORESTES
41.
EN EL CONSULADO DE CAYO MARIO (IV) Y QUINTO LUTACIO CATULO CÉSAR
42.
—Si tardan años, Cayo Mario, el ejército caerá en la molicie y te despojarán del mando —dijo Manio Aquilio
43.
El más alto de los dos era Cayo Julio César y el más bajo Cayo Lusio, sobrino del "gran hombre" (sólo por matrimonio, se habría apresurado a añadir Mario)
44.
—Porque quiero hablarte en privado, Cayo Mario, en algún sitio seguro en el que las paredes no oigan
45.
Tiro muy bien con arco, Cayo Mario, y los marjales de las salinas están desiertos
46.
Cayo Mario dejó la carta a un lado con un suspiro, acercó los despachos oficiales del Senado, y se puso a leerlos, cómodamente, solo y sin inhibiciones para silabear en voz alta
47.
Sabiéndose atrapado en lo que podía ser una precaria posición política, Cayo Mario frunció sus esplendorosas cejas
48.
—Si la acusación contra mí tiene un punto débil, Cayo Mario, es que yo no dispongo del dinero que hace falta para comprar trigo en tal cantidad —dijo Saturnino
49.
Volvió al sitio que ocupaba antes y se volvió hacia el estrado en que estaban sentados los magistrados curules, dirigiéndose a Cayo Memio
50.
Pero la solución no está en oponerse, Cayo Servilio, sino en aprobar una ley general aplicable a todos los ejércitos del censo por cabezas de una vez para siempre
51.
Entonces, ¿por qué no dárselas a los soldados del censo por cabezas de Cayo Mario cuando se retiren? ¿Queremos realmente vivir abrumados con cuarenta mil veteranos proletarios en las tabernas y calles de Roma? Sin trabajo, sin nada que hacer, empobrecidos después de haberse gastado su pequeña parte del botín
52.
—De esto tiene la culpa Cayo Mario —dijo el joven Cepio
53.
—¡Pero eso es porque nosotros podemos permitirnos su conservación, Cayo Mario! Roma es muy rica; por consiguiente, Roma puede permitirse mantener a algunos por lo menos de los que no aportan nada productivo a la comunidad
54.
—¡Los boni, los hombres buenos! Cayo Graco, Lucio Opimio y nuestro buen Escauro dicen que han inventado esa denominación para referirse a sus facciones, pero Plauto aplicaba el término boni a los plutócratas y otros patronos hace un siglo! Recuerdo haberlo oido en una obra de Plauto llamada Cautivos, que representaron cuando Escauro era edil curul y yo tenía edad para ir al teatro
55.
—Eso está bien —dijo Cayo Mario a Quinto Sertorio a la vuelta de una inspección general
56.
Cayo Servilio Glaucia, buen compañero de tu casi-cliente Saturnino —ya sé que es un comentario poco oportuno—, ha anunciado que se presentará a las elecciones de tribuno de la plebe
57.
EN EL CONSULADO DE CAYO MARIO (V) Y MANIO AQUILIO
58.
EN EL CONSULADO DE CAYO MARIO (VI) Y LUCIO VALERIO FLACO
59.
¡Qué maravillosos trabajos hace, Cayo Julio; una maravilla! Sólo escribe en griego
60.
César fue destinado a servir con Cayo Mario en la Galia Transalpina antes de que naciera el niño, por lo que le inquietó dejar sola en Roma a su esposa en tan avanzado estado
61.
Con la marcha del asqueroso Epafrodito tenía ocasión de iniciar el jardín del patio, y descubrió que al nuevo inquilino Cayo Matio le encantaba la jardinería
62.
En fin, cuando los hijos de Lúculo tengan edad para procesar a Servilio el Augur, será ante otro nuevo tribunal constituido por otro Servílio de orígenes bastante oscuros: Cayo Servilio Glaucia
63.
¡Por Pólux, Cayo Mario, las leyes que dicta ese individuo! El esquema es acorazado y nuevo, pero funciona
64.
—Una cuestión, Cayo Mario —dijo Escauro
65.
—Hay costumbres y tradiciones —terció Escauro—, suficientes para impedir a todos, salvo a vos y a Cayo Graco, presentarse a un tercer mandato
66.
Y debíais recordar lo que le sucedió a Cayo Graco, que murió en el bosque Furrina en compañía de un solo esclavo
67.
El último día de noviembre llegó un mensaje de Cayo Mario convocando reunión del Senado al día siguiente en la Curia Hostilia
68.
En el punto en que la calle que bajaba del Quirinal confluía con la Via Lata, Cayo Memio y sus acompañantes se encontraron con unos cincuenta hombres que iban nada menos que con Cayo Servilio Glaucia
69.
Saturnino y sus conjurados se rindieron el octavo día de diciembre; al noveno, Cayo Mario volvía a convocar la Asamblea centuriada y presidía la declaración de los candidatos a las magistraturas curules
70.
—Oh, no lo sé, Cayo Mario
71.
—Gracias por tu fe en mí, Cayo Mario —respondió Sila con una sonrisa casi tan retorcida como la de Mario en aquellos días—
72.
Probablemente fue una creación de Cayo Mario, cuando concedió a las legiones las águilas de plata
73.
En la época de Cayo Mario había tres tipos de asamblea: la centuriada, la del pueblo y la de la plebe
74.
los senadores seguían formando parte del ordo equester; fue Cayo Braco quien los dividió, formando una orden aparte de trescientos hombres
75.
Desde la época de Cayo Graco hasta el final de la república, los caballeros dominaron unas veces y otras perdieron el control de los tribunales que juzgaban a los senadores por traición menor o extorsión en provincias, y con bastante frecuencia andaban a la greña con el Senado
76.
El ordo equester (no se llamó así oficialmente hasta después de la época de Cayo Graco) prefería las emociones del foro de comercio a las del foro político
77.
Estaban tan integrados en tiempos de Cayo Mario, que solía considerárseles indígenas
78.
Una de las islas de la Pequeña Sirte africana, en que se estableció la primera de las colonias de Cayo Mario para veteranos de las legiones
79.
Al padre de Cayo Julio César el dictador le encomendó Mario la organización de la colonia
80.
En tiempos de Cayo Mario constituía las tierras de pasto para el ganado del que los terratenientes absentistas obtenían la lana y el cuero
81.
y su hermano Cayo en el mismo año de la muerte de su padre, 154 a
82.
Los dos hermanos Graco hicieron el servicio militar al mando del primo hermano de su madre, Escipión Emiliano, Tiberio en la tercera guerra púnica y Cayo en Numancia: ambos fueron de singular valentía
83.
Los disturbios cesaron hasta diez años después, cuando el hermano de Tiberio Graco, Cayo, fue elegido tribuno de la plebe en el 123 a
84.
Cayo Graco era igual que su hermano, pero había sabido aprender la lección y evitar sus errores, y actuó con mayor sagacidad
85.
Por supuesto que este programa no se había completado al concluir el año de su mandato como tribuno de la plebe, y Cayo Graco hizo lo imposible consiguiendo que le reeligiesen tribuno
86.
sus leyes y reformas sufrieron el ataque unísono del cónsul Lucio Opimio y del ex tribuno de la plebe Marco Livio Druso, Cayo Graco recurrió a la violencia y el Senado respondió aprobando por primera vez un "decreto extremo" para contener los desórdenes, con el resultado de que Fulvio Flaco y dos de sus hijos fueron asesinados y Cayo Graco, en fuga, se suicidó en el bosque de Furrina en las laderas del Janículo
87.
Cayo Graco se casó con Licinia, hija de su cliente Publio Licinio Craso Muciano; tuvieron una hija, Sempronia, que casó con Fulvio Flaco Bambalio, con el que tuvo una hija, Fulvia, que a su vez fue esposa de Publio Clodio Pulcher, Cayo Escribonio Curio y Marco Antonio
88.
Los aliados itálicos soportaban también la carga de impuestos generales en tiempos de Cayo Mario, y en muchas ocasiones habían sido obligados a entregar parte de sus tierras para incrementar el ager publicus romano
89.
El acceso a Macedonia se efectuaba únicamente por los valles fluviales del Morava, el Axius, el Strymon y el Nestus, por los que a veces llegaban las tribus invasoras de Moesia y Tracia, en particular los escordíscos y los bessi en tiempo de Cayo Mario
90.
Es el nombre que he adoptado para el mar que en tiempos de Cayo Mario se llamaba Mare Internum y que después adquiriría la denominación de Mare Nostrum
91.
Ya después de esto no se crearon más puestos de pretor, y en tiempos de Cayo Mario su número seguía siendo de seis
92.
En tiempos de Cayo Mario, su cometido se limitaba a la administración de justicia; iba por toda Italia y a veces fuera de ella
93.
Hasta la época de Cayo Graco, no era habitual procesar a los gobernadores provinciales que se valían del poder para enriquecerse; simplemente se habían instituido un par de tribunales para procesar a determinados gobernadores
94.
, Manio Acilio Glabrio, compañero inseparable de Cayo Graco, aprobó la lex Acilia que instituía un tribunal permanente que entendía en extorsiones, presidido por caballeros y que contaba con un elenco de 450 caballeros designados entre los que se elegía al jurado
95.
, Cayo Servilio Glaucia volvió a ceder el tribunal de extorsiones a los caballeros con numerosas reformas innovadoras que se convertirían en procedimiento habitual en todos los tribunales
96.
Se dice que así nació el dictador Cayo Julio César y por eso la operación lleva el cognomen de su familia
97.
En tiempos de Cayo Mario formaba parte de la provincia romana de Macedonia
98.
había diez tribunos de la plebe; en tiempos de Cayo Mario, esos diez tribunos eran una espina para el Senado y no solamente para los patricios, pese a que al ser elegidos pasaban a integrarse automáticamente como senadores
99.
Esta rama era el Tesoro (el aerarium), y en tiempos de Cayo Mario debía de haber gran número de antiguos empleados civiles administrando los diversos departamentos del erario (número que aumentó espectacularmente después)
100.
Yo no le conozco, no tan bien como tu tía Aurelia, Cayo, pero silo bastante