1.
Con este resultado, destaca cómo los campos eléctricos dinámicos, es decir, las variables en el tiempo, son capaces de ge- nerar campos magnéticos, y cómo lo mismo suceder para varían con el tiempo los campos magnéticos, que son fuentes de un campo eléctrico
2.
De esta se destaca lo siguiente que hemos tomado del mismo historiador:
3.
Es un tóxico que roba vitaminas, entre las que destaca la vitamina B12, esencial para el funcionamiento del cerebro
4.
Es una bella fuente que susurra armoniosa; es unabella iglesia que se destaca serena en el azul diáfano
5.
Por su parte, la jurista costarricense Alda Facio destaca las instituciones en las
6.
El Grupo Gay de Bahía (GGB) destaca en la geografía GLBTT brasileña, por los
7.
El reportero destaca el significado de los casos, en
8.
Destaca que en Brasil hoy se intenta el reconocimiento efectivo de las uniones
9.
Destaca también el reconocimiento a la intervención de fuerzas homofóbicas en
10.
En las zonas urbanas, las microem-presas son las más afectadas, aunque con diferencias por países, entre las que destaca un nivel superior de informalidad en los países andinos y centroamericanos, con excepción de Costa Rica (Sojo y Pérez Sáinz, 2002)
11.
Destaca Ecuador, país en el cual durante las últimas décadas la emigración ha sido la más alta de toda su historia
12.
Entre los legados de la coyuntura crítica destaca la precariedad de la restablecida institucionalidad democrática20
13.
jóvenes fuera del sistema educativo, mientras que en Costa Rica destaca la mayor
14.
Entrevistado enseptiembre de 1998, destaca perspectivas interesantes sobre el futurode la
15.
destaca en laobscuridad del fondo
16.
ningún general podía creer, que invadiese a Mendoza, destaca a lasLagunas los
17.
cómo se destaca el Jerez a la cabeza de laaristocracia de los
18.
que en laactualidad católica y cismática destaca la reputación
19.
rompientes se destaca un hotel que bienmerece el calificativo de magnífico
20.
mendigoleproso, se destaca en la oquedad de las canteras
21.
yobservando con qué imponente majestad se destaca su compleja y sutilfábrica entre las
22.
, gigantesca y sombría masaque se destaca en medio de las aguas
23.
Aunque actualmente se dispone de diferentes fuentes de energía renovable como son la energía eólica, la hidráulica, la mareomotriz, la geotérmica y la solar, entre todas ellas destaca esta última debido a la grandísima energía que desprende el Sol
24.
Hendrickson se inclina y saca de un cajón algo que tiene toda la apariencia de ser un ordinario reloj de escritorio, a no ser por un interruptor que destaca en su parte inferior
25.
Dentro del entramado de sociedades y siglas controladas por los norteamericanos, destaca, durante los primeros años ochenta, el papel desarrollado por el INCI (Instituto de Cuestiones Internacionales)
26.
Un árbol solitario destaca en la llanura, en cambio se enmascara bien en medio de un bosque
27.
junto a la cual se destaca
28.
Entre el resto de uniformes destaca la nota colorida de los oficiales de Voluntarios, recargados de bordados y cordones en proporción inversa a su proximidad al frente de batalla
29.
Apartándose del anteojo, Desfosseux levanta la cabeza y dirige un vistazo a la mancha blanca que destaca en el cielo negro: la manga de tela puesta en un mástil sobre el puesto de observación
30.
Y a la izquierda, en la confluencia con el caño que llega hasta Chiclana, junto a un pequeño muelle de tablas y un cobertizo que el salinero conoce bien —estaban allí antes de la guerra—, ve la sombra negra, larga y chata, de una lancha cañonera que destaca en el contraluz plomizo del agua
31.
La mole alta y maciza de la Puerta de Tierra se destaca en la noche, bajo espesa bóveda de estrellas
32.
Entre estas excepciones que renuncio a citar destaca el jesuíta portugués, provincial de la Orden nada menos, Cris-továo Ferreira, que fue a Japón a convertir infieles y acabó como el rosario de la aurora
33.
En la cacería del avestruz, una de las hazañas más temerarias después de los malones, Mariano se destaca fácilmente en el grupo, provocando la furia y envidia de su hermano mayor, Calvaiú
34.
Las estrellas Sirio A y B («satélite de Bessel») llevaban siglos en intensa observación, porque la estrella primaria destaca mucho en el cielo terrestre
35.
Destaca este verde alemán: "Un mundo de seis mil millones de personas no puede ser dirigido hacia un futuro pacífico únicamente por la potencia más fuerte
36.
Destaca Norman Mailer[25] que en Estados Unidos "la Administración controla los medios de comunicación
37.
Ken Wilber[26] destaca: "La modernidad ha supuesto la muerte de Dios; la muerte de la Divinidad; la trasposición de la vida; la desaparición de las diferencias cualitativas; las brutalidades del capitalismo; la sustitución de la calidad por la cantidad; la pérdida de los valores y de los significados; la fragmentación de la vida; el materialismo vulgar y desenfrenado y la angustia existencial, como dice Max Weber es "el desencanto del mundo"
38.
En el aire poco denso del moribundo planeta, cada estrella destaca en brillante magnificencia contra la aterciopelada oscuridad del firmamento, con un esplendor inconcebible para un habitante de la Tierra
39.
Bajo el casco destaca la mandíbula, que adquiere una importancia decisiva por la desaparición de la parte superior de la cabeza (incluidos los ojos)
40.
La prensa comunista sigue de cerca el desarrollo de las reuniones y destaca especialmente el apoyo a la política de unidad
41.
En su artículo, Díaz destaca el compromiso añadido de la UGT y la CNT en ese objetivo
42.
La ceremonia es espléndida, y en ella destaca la presencia del mutilado Millán Astray que, según sus allegados, se cree que sabe hablar italiano
43.
Quitadles los cascos a los muertos, y destaca a un grupo de hombres para que los entierren
44.
en cada cielo hay un infierno», suele decir la gente en Malabo a principios del milenio, con lo cual quieren decir que el cielo se distingue del infierno de un modo muy similar a como destaca un lingote de oro flotando en un mar de mierda
45.
—Al pronunciarlo destaca las eses y la erres
46.
Entre los montones pardos y amarillos de pergamino y vitela, destaca el ejemplar del National
47.
Le tiemblan las rodillas al entrar en palacio, pero hay tantos invitados que no destaca en la multitud
48.
¡Cómo se destaca esa cualidad, que es la más rara de todas! Fisher también se da cuenta de que lo es
49.
El señor Pearce, que se encarga de la acusación, es inteligente y astuto, se destaca por el modo en que hace los interrogatorios para comprobar lo declarado, tiene tendencia a insultar a los testigos para que pierdan los estribos, está familiarizado con todos los subterfugios legales y es un sinvergüenza redomado
50.
Entre ellos destaca el diván de exploración con su color rojo contrastando con lo blanco de la playa
51.
Si hay un pecado que se destaca entre los muchos que comete Enriqueta es el de la vanidad
52.
Destaca particularmente la selección de Pauillacs de antes de 1960
53.
Muchas veces, ese trozo de paisaje que así llega hasta mí, se destaca tan aislado de todo lo que flota vagamente en mi pensamiento, como una florida Delos, sin que me sea posible decir de qué país, de qué época quizá de qué sueño, sencillamente
54.
Pues los seres, incluso aquellos con los que hemos soñado tanto que nos parecían una imagen, una figura de Benozzo Gozzoli que se destaca sobre un fondo verdoso, y cuyas variaciones estábamos dispuestos a creer que se debían únicamente al punto en que estábamos situados para mirarlas, a la distancia que nos separaba de ellas, a la luz, esos seres, a la vez que cambian en relación a nosotros, cambian también en sí mismos; una figura que antes fuera sólo un perfil sobre el mar era más rica ahora, más sólida, más acusado su volumen
55.
Carvalho empuja la puerta y penetra en un viejo piso del barrio Gótico barcelonés, con destartalados muebles de pasado noble, decorados con banderas republicanas, retratos de políticos republicanos entre los que destaca por su tamaño el de don Manuel Azaña
56.
Desde este sitio veo al Oeste una de las cimas de Back-Cup proyectada en el mar, y sobre la que se destaca la silueta de algunos veleros
57.
Pero los inventos para mejorar la alimentación, el alojamiento… en suma, la calidad de vida, prácticamente brillaron por su ausencia, economía tras economía, y aquí es donde nuestra economía de libre mercado destaca
58.
80) Entre los escritores antibartlebys destaca con luz propia la energía insensata de Georges Simenon, el más prolífico de los autores en lengua francesa de todos los tiempos
59.
Persona que destaca en determinada actividad
60.
Persona de relieve, que destaca en una actividad o en un ambiente social
61.
En la batalla no se destaca, pero es un gran general
62.
El título de la lección destaca con luz mortecina en uno de los carteles: «Leónidas en el pasado»
63.
De entre todos los casos terribles que David me relató sobre el mundo de la prostitución, uno de ellos destaca merecidamente
64.
En un Consejo que se destaca por su inteligencia, la designación de Woolvington me sorprendió en un principio
65.
El interlocutor del gobierno en las reuniones con ETA, entre el cúmulo de enseñanzas, destaca dos
66.
Nadie ha tocado nunca un timbre tan terrible: no me refiero al sonido que produjo sino a la presión en sí, al tacto del botón contra mi dedo, o de mi dedo contra el botón, nadie ha sentido nunca lo mismo que yo; aunque mi sensación fue lógica, ya que físicamente sería imposible tocar el timbre sin el hueso, quiero decir que sin el hueso nuestro dedo se torcería sobre el botón como un tubo de goma, o se aplastaría ridículamente, o se introduciría en sí mismo como un guante vacío, así que hasta cierto punto resulta lógico suponer que el timbre suena con el hueso, que es mi esqueleto el que llama a la puerta, pero nadie ha sentido nunca tal cosa, y me produjo pena y sorpresa comprobar que hasta aquel momento crucial yo ignoraba lo que realmente somos y que el conocimiento puede producirse así, de improviso, mientras el zumbido eléctrico molesta el oído todavía, que se me haya revelado en ese instante doméstico, que cuando Galia abrió la puerta yo ya fuera otro, que el sonido de su timbre me despertara de un sueño de ignorancia para sumirme en la vigilia de un mundo que, por desagradable que fuera, era más cierto, porque si mi dedo había hecho sonar el timbre era debido a que llevaba hueso en su interior; lo había percibido de repente: mi dedo era un dedo con hueso y su utilidad radicaba en el hueso, al palparlo noté la dureza debajo, tras impensables láminas de músculo, y la realidad de aquella presencia me dejó asombrado, estuporoso, con un estupor y un asombro no demasiado intensos pero permanentes: oh Dios mío tengo un hueso debajo, mi dedo no es un dedo, es un hueso articulado y protegido contra el desgaste: la idea me vino así, con una lógica tan aplastante que no me sorprendió en sí misma sino su ausencia hasta ese timbre; no había una idea extraña e increíble, había una extraña e increíble omisión de la idea en todo el mundo, justo hasta el histórico momento en que llamé a la puerta del piso de Galia, pero Galia estaba en el umbral con su bata azul celeste y su cabello ondulado como por rulos invisibles, y me contemplaba sorprendida; y es que es una mujer muy perspicaz: apenas me entretuve un instante demasiado largo entre su saludo y mi entrada, y ya me había preguntado qué me ocurría: yo me frotaba el índice de mi descubrimiento contra el pulgar, incapaz de creer aún que lo obvio podía estar tan oculto, casi temeroso de creerlo, y opté por disimular esperando tener más tiempo para razonar, así que entré, le di un beso, me quité el abrigo húmedo y la bufanda y saludé al pasar a César, que ladraba incesante en el patio de la cocina: Galia me dijo qué tal y yo le dije muy bien, y le devolví estúpidamente la pregunta y ella me respondió igual, y de repente me pareció absurdo este diálogo especular de respuestas consabidas, o quizá era que la revelación me había estropeado la rutina, véase si no otro ejemplo: mantuve tieso el culpable dedo índice mientras entraba, y ni siquiera lo utilicé para quitarme el abrigo, como si una herida repentina me impidiera usarlo, y es que desde que había comprobado que ocultaba un hueso lo miraba con cierta aprensión, como se miran los fetiches o los amuletos mágicos; pero hice lo que suelo hacer: me senté en uno de los dos grandes sofás de respaldo recto, estiré las piernas, saqué un cigarrillo —con los dedos pulgar y medio— y dije que sí casi al mismo instante que Galia me preguntaba si quería café, incluso antes de saber si realmente tenía ganas de café, ya que la tradición es que acepte, y Galia, tan maternal, necesita que yo acepte todo lo que me da y rechace todo lo que no puede darme; tomar el café en la salita, mientras termino el cigarrillo y justo antes de pasar al dormitorio, se ha vuelto, a la larga, el rato más excitante para ambos; charlamos de lo acontecido durante la semana, Galia me pregunta siempre por Ameli y Héctor Luis, se muestra interesada en mis problemas y apenas me habla de los suyos, pero el diálogo es una excusa para que ella me inspeccione, me palpe, capte cosas en mi mirada, en mi forma de vestir, en mis gestos, pues Galia, a diferencia de Alejandra, es una mujer afectuosa, impulsiva y, como ya he dicho, perspicaz, y la conversación no le interesa tanto como ese otro lenguaje inaudible de la apariencia, así que es muy natural que la interrumpa para decirme: estás cansado, ¿verdad?, o bien: hoy no tenías muchas ganas de venir, ¿no es cierto? o bien: cuéntame lo que te ha pasado, vamos, has discutido con Alejandra, ¿me equivoco?, así estemos hablando del tiempo que hace, los estudios de Héctor Luis o lo que sea, da igual, su mirada me envuelve y nota las diferencias; por lo tanto, no fue extraño que esa tarde me dijera, de repente: te encuentro raro, Héctor, y yo, con simulada ingenuidad: ¿sí?, y ella, confundida, aventura la idea de que pueda tratarse de Alejandra o de la niña: no, no es Alejandra, le digo, tampoco es Ameli; Alejandra sigue sin saber nada de lo nuestro, tranquila, y en cuanto a Ameli, ya la dejo por imposible, pero ella concluye que tengo una cara muy curiosa este jueves y yo la consuelo a medias diciéndole que estoy cansado, y ella insiste: pero no es cara de estar cansado sino preocupado, y yo: pues lo cierto es que no me pasa nada, Gali, porque cómo decirle que estoy pensando inevitablemente en el hueso de mi dedo índice, cómo decirle que de repente me he descubierto un hueso al llamar al timbre de su casa: ¿acaso no iba a sentirse un poco dolida?, ¿acaso no pensaría que era una forma como cualquier otra de decirle que ya estaba harto de visitarla cada semana, todos los jueves, desde hace años?, sonaba mal eso de: acabo de darme cuenta, Gali, justo al llamar al timbre de tu puerta, de que tengo un hueso en el dedo, de que mi dedo índice son tres huesos camuflados, para acto seguido decir: bueno, Gali, no pensemos más en que mi dedo índice son tres huesos, ¿no?, y vamos a la cama, que se hace tarde; sonaba mal, sobre todo porque con Galia, igual que con Alejandra, tenía que andar de puntillas: nuestra relación se había prolongado tanto que, a su modo, también era rutinaria, a pesar de que ella seguía llamándola «una locura»; curiosamente, Galia es viuda y libre y yo estoy casado y tengo dos hijos, pero ella sigue diciendo que lo nuestro es «una locura» y yo pienso cada vez más en una aburrida traición, un engaño cuya monótona supervivencia lo ha despojado incluso del interés perverso de todo engaño dejando solo los inconvenientes: jamás podría hablarle a Alejandra de Galia, ahora ya no, y jamás podría terminar con Galia, ahora ya no, cada relación se había instalado en su propia rutina y ya ni siquiera podía soñar con escaparme de ésta, porque se suponía que cada una servía precisamente para huir de la rutina de la otra: mi deber era cuidar de ambas, conocer a Galia y a Alejandra, saber qué les gustaba oír y qué no, lo cual, naturalmente, era difícil, y por eso mi propia rutina consistía en callarme frente a las dos; pero en momentos así callarme también era un esfuerzo, porque si me notaba incluso la división entre los huesos, si podía imaginármelos al tacto, sentirlos allí como un dolor o una comezón repentina, ¿cómo podía evitar pensar en eso?; y ni siquiera era mi dedo lo que me molestaba, ya dije, sino mi error al no darme cuenta hasta ahora: esa ceguera era lo que jodía un poco, perdonando la expresión; porque hubiera sido como si me creyera que el arlequín de la fiesta de disfraces no esconde a nadie debajo, cuando es bien cierto que ese alguien bajo el arlequín es quien le otorga forma a este último, que no podría existir sin el primero: sería tan solo puros leotardos a rombos blancos y negros, bicornio de cascabeles, zapatillas en punta y antifaz, pero no el arlequín, y de igual manera, ¿qué error me llevó a creer hasta esa misma tarde que mi dedo índice era un dedo?; si lo analizamos con frialdad, un dedo es un disfraz, ¿no?, una piel elegante que oculta el cuerpo de un hueso, o de tres huesos si nos atenemos a lo exacto, y a poco que lo meditemos, una vez llegados a este punto y pinchado en el hueso, valga la expresión, ya no se puede retroceder y razonar al revés: decir, por ejemplo, que el hueso es simplemente la parte interna de un dedo: sería como llegar a ver el alma: ¿acaso pensaríamos en el cuerpo con el mismo interés que antes?; pero mientras hablaba con Galia y la tranquilizaba estaba razonando lo siguiente: que este descubrimiento conlleva sus problemas, porque es un hallazgo delator, como atrapar a un miembro de la banda y lograr que revele la guarida de los demás: si mi dedo índice derecho, el dedo del timbre, lleva huesos ocultos, la conclusión más sencilla se extiende como un contagio a los otros cuatro de esa misma mano y, ¿por qué no?, a los cinco de la otra: tengo un total de diez huesos entre las dos manos, tirando por lo bajo, cinco huesos en cada una, y lo peor de todo es que se mueven: porque hay que pensar en esto para horrorizarse del todo: ¿alguna vez vieron moverse solos a diez huesos?, pues ocurre todos los días frente a ustedes, en el extremo final de los brazos: hagan esto, alcen una mano como hice yo aprovechando que Galia se acicalaba en el cuarto de baño (porque Galia se acicala antes y después de nuestro encuentro amoroso), alcen cualquiera de las dos manos frente a sus ojos y notarán el asco: cinco repugnantes huesos bajo una capa de pellejo (ni siquiera huesos limpios, por tanto, sino envueltos en carne) moviéndose como ustedes desean, cinco huesos pegados a ustedes, oigan, y tan usados: saber que nos rascamos con huesos, que cogemos la cuchara con huesos, que estrechamos los huesos de los demás en la calle, que acariciamos con huesos la piel de una mujer como Galia: saberlo es tan terrible pero no menos real que los propios huesos, saberlo es descubrirlo para siempre, y lo peor de todo fue lo que me afectó: no se trata de que no se me pusiera tiesa en toda la tarde, perdonando la intimidad, ya que esto me ocurría incluso cuando pensaba que los dedos eran dedos, no, lo peor fue el cuidado que puse: tanto que no parecía que estaba haciendo el amor sino operando algún diente delicado; y es que me invadió una notoria compasión por Galia, tan hermosota a sus cincuenta incluso, al pensar que sobaba sus opulencias, sus suavidades, con huesos fríos y duros de cadáver: mi culpa llegó incluso a hacerme balbucear incongruencias, desnudos ambos en la cama: ¿soy demasiado duro?, comencé por decirle, y ella susurró que no y me abrazó maternalmente, e insistir al rato, todo tembloroso: ¿no estoy siendo quizá algo tosco?, y ella: no, cariño, sigue, sigue, pero yo la tocaba con la delicadeza con que se cierran los ojos de un muerto, porque ¿cómo olvidar que eran huesos lo que deslizaba por sus muslos?, aún más: ¿cómo es que ella no lo sabía?, ¿acaso no se percataba de que las caricias que más le gustaban, aquellas en que mis dedos se cerraban sobre su carne, eran debidas a los huesos?: sin ellos, tanto daría que la magreara con un plumero: ¿cómo podría estrujar sus pechos sin los huesos?, ¿cómo apretaría sus nalgas sin los huesos?, ¿cómo la haría venirse, en fin, sin frotar un hueso contra su cosa, perdonando la vulgaridad?: sin los huesos, mis dedos valdrían tanto como mi pilila, perdonando la obscenidad, o sea, nada: ¿cómo es que ella no se horrorizaba de saber que nuestros retozos, que tanto le agradaban, eran puro intercambio de huesos muertos?, porque incluso sus propias manos, y mis brazos, y los suyos, Dios mío, ¿no eran largos y recios huesos articulados que se deslizaban por nuestros cuerpos, nos envolvían, apretaban nuestra carne, nos abrazaban?, ¿acaso era posible no sentir el grosero tacto de los húmeros, la chirriante estrechez del cúbito y el radio, los bolondros del codo y la muñeca?; sumido en esa obsesión me hallaba cuando dije, sin querer: ¿no estoy siendo muy afilado para ti?, y ella dijo: ¿qué?, y supe que la frase era absurda: «afilado»», ¿cómo podía alguien ser «afilado» para otro?, y casi al mismo tiempo me percaté de que era la pregunta correcta, la más cortés, la más cierta: porque con toda seguridad había huesos y huesos, unos afilados y otros romos, unos muy bastos y ásperos corno rocas lunares y otros pulidos quizá como jaspes: incluso era posible que el tacto del mismo hueso dependiera del ángulo en que se colocaba con respecto a la piel, porque un hueso es un poliedro, casi un diamante, y hay que imaginarse sobando a la querida con diez durísimos y helados cuarzos para comprender mi situación, pensar en la carilla adecuada que usaremos para deslizarlos por la piel, el borde más inofensivo, no sea que nuestros apretujones se conviertan en el corte del filo de un papel, en la erizante cosquilla de una navaja de barbero; y entre ésas y otras se nos pasó el tiempo y terminamos como siempre pero peor, resoplando ambos bocarriba como dos boyas en el mar, mirando al techo, con esa satisfacción pacífica que solo otorga la insatisfacción perenne: cuánto tiempo hace que tú y yo no disfrutamos, Galia, pienso entonces, que vamos llevando esto adelante por no aguardar la muerte con las manos vacías, tiempo repetido que nunca se recobra porque nunca se pierde, días monótonos, el trasiego de la rutina incluso en la excepción: porque, Galia, hemos hecho un matrimonio de nuestra hermosa amistad, eso es lo que pienso, pero hubiéramos podido ser felices si todo esto conservara algún sentido, si existiera alguna otra razón que no fuera la inercia para mantenerlo; oía su respiración jadeante de cincuenta años junto a mí y trataba de imaginarme que estaba pensando lo mismo: ese silencio, Galia, que nunca llenamos, la distancia de nuestra proximidad, por qué tener que imaginarlo todo sin las palabras, qué piensas de mí, qué piensas de ti misma, por qué hablar de lo intrascendente, y va y me indaga ella entonces: ¿qué tal el trabajo?, porque cree que el exceso de dedicación me está afectando, y yo le digo que bien, y ella, apoyada en uno de sus codos e inclinada sobre mí, los pechos como almohadas blandas, vuelve a la carga con Alejandra: pero te ocurre algo, Héctor, dice, desde que has entrado hoy por la puerta te noto cambiado, ¿no será que Alejandra sospecha algo y no me lo quieres decir?, y le he contestado otra vez que no, y a veces me interrogo: ¿por qué todo esto?, ¿por qué lo mismo de lo mismo, este vaivén inacabable?, ¿qué pasaría si un día hablara y confesara?, ¿qué pasaría si por fin me decidiera a hablar delante de Alejandra, pero también delante de Galia y de mí mismo?, decir: basta de secretos, de engaños, de misterios: ¿qué sentido le encontráis a todo?, ¿por qué oficiar siempre el mismo ritual de lo cotidiano?, y para cambiar de tema le comento que Ameli está atravesando ahora la crisis de la adolescencia y discute frecuentemente conmigo y que Héctor Luis ha decidido que no será dentista sino aviador; a Galia le gusta saber lo que ocurre con mis hijos, ese tema siempre la distrae, incluso me ofrece consejos sobre cómo educarlos mejor, y yo creo que goza más de su maternidad imaginaria que Alejandra de la real; en todo caso, es un buen tema para cambiar de tema, y pasamos un largo rato charlando sin interés y pienso que es curioso que venga a casa de Galia para hablar de lo que apenas importa, ya que eso es prácticamente lo único que hago con Alejandra; en los instantes de silencio previos a mi partida seguimos mirando el techo, o bien ella me acaricia, zalamera, incluso pesada, y me dice algo: esa tarde, por ejemplo: me gusta tu pecho velludo, así lo dice, «velludo», y no sé por qué pero de repente me parece repugnante recibir un piropo como ése, aunque no se lo comento, claro, y ella, insistente, juega con el vello de mi pecho y sonríe; Galia es una orquídea salvaje, pienso, y a saber por qué se me ocurre esa pijada de comparación, pero es tan cierta como que Dios está en los cielos aunque nunca le vemos: Galia es una orquídea salvaje en olor, tacto, sabor, vista y sonido, y me encuentro de repente pensando en ella como orquídea cuando la oigo decir: ¿por qué me preguntaste antes si eras «afilado»?, ¿eso fue lo que dijiste?, y me pilla en bragas, perdonando la expresión, porque al pronto no sé a lo que se refiere, y cuando caigo en la cuenta, y para no traicionarme, le respondo que quería saber si le estaba haciendo daño en el cuello con mis dientes, y ella va y se echa a reír y dice: ¡vampirillo, vampirillo!, y vuelve a acariciarme, y como un tema trae otro, lo de los dientes le recuerda que necesita hacerse otro empaste, porque hace dos días, comiendo empanada gallega, notó que se le desprendía un pedacito de la muela arreglada, así que pasará por mi consulta sin avisarme cualquier día de éstos, y de esa forma nos veremos antes del jueves, dice, y su sonrisa parece dar a entender que está recordando el día en que nos conocimos, porque las mujeres son aficionadas a los aniversarios, ella tendida en el sillón articulado, la boca abierta, y yo con mi bata blanca y los instrumentos plateados del oficio, y como para confirmar mis sospechas me acaricia de nuevo el pecho «velludo» y dice: me gustaste desde aquel primer día, Héctor, me hiciste daño pero me gustaste, y claro está que nos reímos brevemente y yo le digo que nunca he comprendido por qué se enamoró de mí en la consulta, qué clase de erotismo desprendería mi aspecto, bajito, calvo y bigotudo, amortajado en mi bata blanca, entre el olor a alcohol, benzol, formol y otros volátiles, provisto de garfios, tenacillas, tubos de goma, lancetas y ganchos, porque no es que mi oficio me disgustara, claro que no, pero no dejaba de reconocer que la consulta de un dentista de pago es cualquier cosa menos un balcón a la luz de la luna frente a un jardín repleto de tulipanes, eso le digo y ella se ríe, y por último el silencio regresa otra vez, inexorable, porque es un enemigo que gana siempre la última batalla; llega la hora de irme, esa tarde más temprano porque mi suegro viene a cenar a casa, y cuando voy a levantarme la oigo decir, como de forma casual: ¿qué haces frotándote los dedos sin parar, Héctor?, ¿te pican?, eso dice, y descubro que, en efecto, he estado todo el rato dale que dale moviendo los dedos de la mano derecha como si repitiera una y otra vez el gesto con el que indicamos «dinero» o nos desprendemos de alguna mucosidad, perdonando la vulgaridad, que es casi el mismo que el que utilizamos para indicar «dinero», y enrojezco como un niño de colegio de curas pillado en una mentira y quedo sin saber qué decirle, hasta que por fin me decido y opto por revelarle mi hallazgo: nada, digo, ¿es que nunca te has tocado el hueso que tenemos bajo los dedos?, y lo pregunto con un tono prefabricado de sorpresa, como si lo increíble no fuera que yo me los frotase sino que ella no lo hiciera: qué dices, me mira sin entender, y me encojo de hombros y le explico: es que resulta curioso, ¿no?, quiero decir que si te tocas los dedos notas durezas debajo, ¿verdad?, y esas durezas son el hueso, ¿no te parece curioso, Gali?, toca, toca mis dedos: ¿no lo palpas bajo la piel, la grasa y los tendones?, es un hueso cualquiera, como los que César puede roer todos los días, le digo, y ella retira la mano con asco: qué cosas tienes, Héctor, dice, es repugnante, dice, y yo le doy la razón: en efecto, es repugnante pero está ahí, son huesos, Gali, mondos y lirondos, blancos, fríos y duros huesos sin vida: sin vida no, dice ella, pero replico: sin vida, Gali, porque nadie puede vivir con los huesos fuera, los huesos son muerte, por eso nos morimos y sobresalen, emergen y persisten para siempre, pero se ocultan mientras estamos vivos, es curioso, ¿no?, quiero decir que es curioso que seamos incapaces de vivir sin los huesos de nuestra propia muerte, pero más aún: que los llevemos dentro como tumbas, que seamos ellos ocultos por la piel, que seamos el disfraz del esqueleto, ¿no, Gali?, y ella: ¿te pasa algo, Héctor?, y yo: no, ¿por qué?, y ella: es que hablas de algo tan extraño, y yo le digo que es posible y me callo y pienso que quién me manda contarle mi descubrimiento a Galia, sonrío para tranquilizarla y me levanto de la cama, no sin antes cubrirme convenientemente con la sábana, ya que siempre me ha parecido, a propósito del tema, que la desnudez tiene su hora y lugar, como la muerte, y recojo la ropa doblada sobre la silla, me visto en el cuarto de baño y para cuando salgo Galia me espera ya de pie, en bata estampada por cuya abertura despuntan orondos los pechos y destaca el abultado pubis, me da un besazo enorme y húmedo y me envuelve con su cariño y bondad maternales: te quiero, Héctor, dice, y yo a ti, respondo, y no te preocupes, dice, porque otro día nos saldrá mejor, y me recuerda aquel jueves de la primavera pasada, o quizá de la anterior, en que fuimos capaces de hacerlo dos veces seguidas y en que ella me bautizó con el apodo de «hombre lobo»: teniendo en cuenta que hoy he sido «vampirillo», más intelectual pero menos bestia, quién duda de que me convertiré cualquier futuro jueves en «momia» y terminará así este ciclo de avatares terroríficos que comenzó con un «frankenstein» entre luces blancas, olor a fármacos y cuchillas plateadas, pero esto lo digo en broma, porque bien sé que lo nuestro nunca terminará, ya que, a pesar de todo —incluso de mi escasa fogosidad—, es «una locura», o no, porque hay ritual: el rito de decirle adiós a César, ladrando en el patio encadenado a una tubería oxidada, el beso final de Galia, y otra vez en la calle, ya de noche, frotándome los dedos dentro de los bolsillos del abrigo mientras camino, porque vivo cerca de la casa de Galia y tengo mi trabajo cerca de donde vivo, así que me puedo permitir ir caminando de un sitio a otro, todo a mano en mi vida salvo los instantes de vacaciones en que nos vamos al apartamento de la costa, y, sin embargo, debido a la repetición de los veranos, también a mano el apartamento, y la costa, y todo el universo, pienso, tan próximo todo como mis propias manos, y, sin embargo, a veces tan sorprendentemente extraño como ellas: porque de improviso surge lo oculto, los huesos que yacen debajo, ¿no?, pienso eso y froto mis dedos dentro de los bolsillos del abrigo; y ya en casa, comprobar que mi suegro había llegado ya y excusarme frente a él y Alejandra con tonos de voz similares, aunque ambos creen que los jueves me quedo hasta tarde en la consulta «haciendo inventario», que es la excusa que doy, así me cuesta menos trabajo la mentira, ya que me parece que «hacer inventario» es suministrarle a Alejandra la pista de que mi demora es una invención, una alocada fantasía de mi adolescencia póstuma, hasta tal extremo de juego y cansancio me ha llevado el silencio de estos últimos años; además, sospecho que el viejo escoge los jueves para disponer de un rato a solas con Alejandra mientras yo estoy ausente, lo cual, hasta cierto punto, me parece una compensación, Alejandra tiene a su padre y yo tengo a Galia, y sospecho que desde hace meses ambas parejas pasamos el tiempo de manera similar: hablando de tonterías y fumando; el padre de Alejandra, rebasados los ochenta, tiene una cabeza tan perfecta y despejada que te hace desear verlo un poco confuso de vez en cuando, que Dios me perdone, porque además ha sido librero, propietario de una antigua tienda ya traspasada en la calle Tudescos, hombre instruido y amante de la letra impresa, particularmente de los periódicos, y con un genio detestable muy acorde con su inútil sabiduría y su fisonomía encorvada y su luenga barbilla lampiña; Alejandra, que ha heredado del viejo el gusto por la lectura fácil y la barbilla, además de cierta distracción del ojo izquierdo que apenas llega a ser bizquera, se enzarza con él en discusiones bienintencionadas en las que siempre terminan ambos de acuerdo y en contra de mí, aunque yo no haya intervenido siquiera, ya que al viejo nunca le gustó nuestro matrimonio, y no porque hubiera creído que yo era una mala oportunidad, sino por «principios», porque el viejo es de los que odian a priori, y yo nunca sería él, nunca compartiría todas sus opiniones, nunca aceptaría todos sus consejos y, particularmente, jamás permitiría que Alejandra regresara a su área de influencia (vacía ya, porque su otro hijo se emancipó hace tiempo y tiene librería propia en otra provincia); además, mi profesión era casi una ofensa al buen gusto de los «intelectuales discretos» a los que él representa, porque está claro que los dentistas solo sabemos provocar dolor, somos terriblemente groseros, apenas se puede hablar con nosotros a diferencia de lo que ocurre con el peluquero o el callista (debido a que no se puede hablar mientras alguien te hurga en las muelas), y, por último, ni siquiera poseemos la categoría social de los cirujanos: el hecho de que yo ganara más que suficiente como para mantener confortables a Alejandra y a mis dos hijos, poseer consulta privada, secretaria y servicio doméstico, no excusaba la vulgaridad de mi trabajo, pero lo cierto es que nunca me había confiado de manera directa ninguna de estas razones: frente a mí siempre pasaba en silencio y con fingido respeto, como frente a la estatua del dictador, pero se agazapaba aguardando el momento de mi error, el instante apropiado para señalar algo en lo que me equivoqué por no hacerle caso, aunque, por supuesto, nunca de manera obvia ni durante el período inmediatamente posterior a mi pequeño fracaso, porque no era tanto un cazador legal como furtivo y rondaba en secreto a mi alrededor esperando el instante apropiado para que su odio, dirigido hacia mí con fina puntería, apenas sonara, y entonces hablaba con una sutileza que él mismo detestaba que empleasen con él, ya que había que ser «franco, directo, como los hombres de antes», pero yo, lejos de aborrecerle, le compadecía (y fingía aborrecerle precisamente porque le compadecía): me preguntaba por qué tanto silencio, por qué llevarse todas sus maldiciones a la tumba, cuál es la ventaja de aguantar, de reprimir la emoción día tras día o enfocarla hacia el sitio incorrecto; pero lo más insoportable del viejo era su fingida indiferencia, esa charla intrascendente durante las cenas, ese acuerdo tácito para no molestar ni ser molestado, tan bien vestido siempre con su chaqueta oscura y su corbata negra de nudo muy fino: un día te morirás trabajando, me dice cuando me excuso por la tardanza, y no te habrá servido de nada: este gobierno nunca nos devuelve el tiempo perdido ese del señor Joyce, añade (su costumbre de citar autores que nunca ha leído solo es superada por la de citarlos mal), que diga, Proust, se corrige, a mí siempre los escritores franceses me han dado por atrás, con perdón, dice, y por eso me equivoco, y Alejandra se lo reprocha: papá, dice; mientras finjo que escucho al viejo, contemplo a Alejandra ir y venir instruyendo a la criada para la cena y llego a la conclusión de que mi mujer es como la casa en la que vivimos: demasiado grande, pero a la vez muy estrecha, adornada inútilmente para ocultar los años que tiene y llena de recuerdos que te impiden abandonarla; Alejandra tiene amigas que la visitan y le dan la enhorabuena cuando Ameli o Héctor Luis consiguen un sobresaliente; a diferencia de Galia, Alejandra es fría, distinguida e intelectual a su modo, y vive como tantas otras personas: pensando que no está bien vivir como a uno realmente le gustaría, porque Alejandra cree que el matrimonio termina unos meses después de la boda y ya solo persiste el temor a separarse; su religión es semejante: hace tiempo que dejó de creer en la felicidad eterna y ahora tan solo teme la tristeza inmediata; sin embargo, invita a almorzar con frecuencia al párroco de la iglesia y acude a ésta con una elegancia no llamativa, lo que considera una característica importante de su cultura, pues en la iglesia se arrodilla, reza y se confiesa y murmura por lo bajo cosas que parecen palabras importantes; a veces he pensado en la siguiente blasfemia: si a Dios le diera por no existir, ¡cuántos secretos desperdiciados que pudimos habernos dicho!, ¡qué opiniones sobre ambos hemos entregado a otros hombres!, pero lo terrible es que tanto da que Dios exista: dudo que al final me entere de todo lo que comentas sobre mí y sobre nuestro matrimonio en la iglesia, Alejandra, eso pienso; qué va: por paradójico que resulte, la iglesia es el lugar donde la gente como nosotros habla más y mejor, pero todo se disuelve en murmullos y silencio y oraciones, y la verdad se pierde irremediablemente: quizá la clave resida en arrodillarnos frente al otro siempre que tengamos necesidad de hablar, o en hacerlo en voz baja y muy rápido, sin pensar, cómo si rezáramos un rosario; y meditando esto oigo que el viejo me dice: ¿te pasa algo en los dedos, Héctor?, con esa malicia oculta de atraparme en otro error: y es que ahora compruebo que desde que he llegado no he dejado en ningún momento de palparme los extremos de las falanges, los rebordes óseos, el final de los metacarpos; ¿qué opinaría el viejo si le confiara mi hallazgo?, pienso y sonrío al imaginar las posibles reacciones: nada, le digo, y muevo los huesos ante sus ojos y cambio de tema; ni Ameli ni Héctor Luis están en casa cuando llego, e imagino que es la forma filial que poseen de «hacer inventario» por su cuenta, lo cual no me parece ni malo ni bueno en sí mismo, y nos sentamos a la mesa casi enseguida y Alejandra sirve de la fuente de plata con el cucharón de plata las albóndigas de los jueves, y nos ponemos a escuchar la conversación del viejo con el debido respeto, como quien oye una interminable bendición de los alimentos, interrumpido a ratos por las breves acotaciones de Alejandra, solo que esa noche el tema elegido se me hace extraño, alegórico casi, y además empiezo a sentirme incómodo nada más comenzar a comer, porque los brazos, que apoyo en el borde de la mesa, me han desvelado con todo su peso la presencia de los huesos, del cúbito y el radio que guardan dentro, y los codos se me figuran una zona tan inadecuada y brutal para esa respetuosa reunión como colocar quijadas de asno sobre la mesa mientras el viejo habla, y en su discurso de esa noche repite una y otra vez la palabra «corrupción»: ¿habéis visto qué corrupción?, dice, ¿os dais cuenta de la corrupción de este gobierno?, ¿acaso no se pone de manifiesto la corrupción del sistema?, ¿no son unos corruptos todos los políticos?, ¿no oléis a corrupción por todas partes?, ¿no se ha descubierto por fin toda la corrupción?, y mientras le escucho, intento no hacer ruido con mis brazos, porque de repente me parece que la madera de la mesa al chocar contra el hueso produce un sonido como el de un muerto arañando el ataúd y no me parece correcto escuchar la opinión del viejo con tal ruido de fondo, pero como tengo que comer, cojo tenedor y cuchillo y divido una albóndiga en dos partes y me llevo una a los labios intentando no mirar hacia los huesos que sostienen el tenedor, porque no es agradable la paradoja de verme alimentado por un esqueleto, aunque sea el mío, pero mientras mastico con los ojos cerrados oyendo al viejo hablar de la «corrupción» mi lengua detecta una esquirla, un pedacito de algo dentro de la albóndiga, y, tras quejarme a Alejandra con suavidad, recibo esta respuesta: será un huesecillo de algo, es que son de pollo, Héctor, y es quitarme con mis huesos índice y pulgar el huesecillo y dejarlo sobre el plato, e írseme la mente tras esta idea inevitable: que dentro de todo lo blando necesariamente existe lo que queda, el hueso, el armazón, la dureza, el hallazgo, aquello oculto que es blanco y eterno, lo que permanece en el cedazo, la piedra, lo que «nadie quiere»; es imposible huir de «eso que queda», porque está dentro, así que escondo los brazos bajo la mesa, incluso me tienta la idea de comer como César, acercando el hocico al plato, pero ¿acaso no es inútil todo intento de disimulo frente al apocalíptico trajín de la cena?, porque lo que percibo en ese instante es algo muy parecido a una hogareña resurrección de los muertos: incluso con el apropiado evangelista —mi suegro—, gritando «corrupción»: Alejandra coge el pan con sus huesos y lo hace crujir y lo parte, el viejo apoya los huesos en el mantel y los hace sonar con ritmo, Alejandra coge el cucharón con sus huesos y sirve más albóndigas repletas de huesecillos de pollo muerto, el viejo va y se limpia los huesos sucios de carne ajena con la servilleta, Alejandra señala con su hueso la cesta del pan y yo se la alcanzo extendiendo mis huesos y ella la coge con los suyos, hay un cruce de húmeros, cúbitos y radios, de carpos y metacarpianos, de falanges, y nos pasamos de unos a otros, de hueso a hueso, la vinagrera, el aceite, la sal, el vino y la gaseosa, y llegan Ameli y Héctor Luis, una del cine y el otro de estudiar, y saludan, y Ameli desliza sus frágiles huesos de quince años por mi cabeza calva, envuelve con sus breves húmeros mi cuello, me besa en la mejilla: ¿dónde has estado hasta estas horas?, le pregunto, y ella: en el cine, ya te lo he dicho, y yo: pero ¿tan tarde?; sí, dice, habla sin mirar sus manos gélidas, los huesos de sus manos muertas, sus brazos como pinzas blancas; sí, papá, la película terminó muy tarde; y de repente, mientras la contemplo sentándose a la mesa, su cabello oscuro y lacio, los ojos muy grandes, el jersey azul celeste tenso por la presencia de los huesos, he sentido miedo por ella, he querido cogerla, atraparla y bogar juntos por ese fluir desconocido e incesante hacia la oscuridad final: creo que deberías volver más temprano a casa a partir de ahora, Ameli, le digo, y ella: ¿por qué?, con sus ojos brillando de disgusto, y yo, mis brazos escondidos, ocultos, sin revelarlos: creo que las calles no son seguras, y el viejo me interrumpe: hoy ya nada es seguro, Héctor, dice y sigue comiendo, Alejandra sirve albóndigas y Héctor Luis se queja de que son muchas, y Ameli: ¡pero ya tengo quince años, papá!, y yo: es igual, y entonces Alejandra: no seas muy duro con la niña, Héctor, dice, le dimos permiso para que volviera hoy a esta hora, pero ella sabe que solamente hoy; guardo silencio: en realidad, todo se sumerge en el silencio salvo el entrechocar de los huesos; Ameli y Héctor Luis son tan distintos, pienso, pero en algo se parecen, y es que ambos se nos van; no los he visto crecer, los he visto irse: pero ni siquiera eso, pienso ahora, porque jamás he podido saber si alguna vez estuvieron por completo; Ameli tiene novio, pero es un secreto; sabemos que Héctor Luis ha salido con varias chicas, pero lo que piensa de ellas es secreto; ambos se han hecho planes para el futuro, tienen deseos, ganas de hacer cosas, pero todo es secreto: quizá lo comentan en los «pubs» a falta de una buena iglesia en la que poder hablar como nosotros, tan a gusto, pero en casa adoptan los dos mandamientos trascendentales de la familia: nunca hablarás de nada importante y ama el enigma como a ti mismo, ¡y si hubiera solo silencio!, pero es la charla insignificante lo que molesta, y ahora esos ruidos detrás: el golpe, el crujir de nuestros huesos; siento algo muy parecido a la pena, pero una pena casi biológica, como una mota en el ojo o el aroma inevitable de la cebolla cruda, y me disculpo para ir al baño y llorar a gusto por algo que no entiendo, y más tarde, en la cama, con Alejandra a mi lado leyendo complacida un librito de romances, me da por preguntarle: ¿soy demasiado duro contigo? mientras me observo los huesos tranquilos sobre la colcha: mis manos muertas y peladas, los cúbitos y radios en aspa, los húmeros convergiendo, y ella deja un instante el libro que sostiene con sus huesos, me mira sorprendida y dice: no, Héctor, no, ¿por qué preguntas eso?, y yo, insistente: ¿he sido duro contigo alguna vez?, y ella: nunca, y yo: ¿quizá soy demasiado tosco?, y ella: Héctor, ¿qué te pasa?, y yo: demasiado rudo quizá, ¿no?, y ella: no seas bobo, ¿lo dices porque hoy no hablaste apenas durante la cena?, ya sé que papá no te cae bien, me da un beso y añade: procura descansar, el trabajo te agota, y la veo extender las falanges blancas y articuladas de sus dedos, apagar la lamparilla de pantalla rosa y sumir la habitación en una oscuridad donde la luz de la luna, filtrada, hace brillar las superficies ásperas de nuestros huesos; después, en el sueño, he presenciado un teatro de sombras donde mis manos y brazos se movían, desplazándome, porque eran lo único, ya que la vida se había invertido como un negativo de foto y ahora solo importaba lo oculto, el secreto descubierto: los huesos de mis manos se extendían con un sonido semejante a los resortes de madera de ciertos juguetes antiguos, emergiendo del telón negro que los rodeaba: son ellos solos, el mundo es ellos, brazos y manos colgantes que hacen y deshacen, crean y destruyen, no nacen ni mueren, simplemente cambian su posición, horizontal, vertical, en ángulo, hacia arriba o hacia abajo, brazos que se balancean al caminar y manos que agarran con sus huesos cosas invisibles; y a la mañana siguiente, tras toda una noche de sueños interrumpidos y vueltas en la cama, creo comprenderlo: mi revelación es una lepra que avanza incesante, porque suena el despertador con su timbre gangoso que tanto me recuerda a una trompeta de cobre, pongo los pies descalzos en las zapatillas y lo noto: la dureza bajo las plantas, la pelusa del forro de las zapatillas adherida a los huesos del tarso, el rompecabezas de huesos irregulares de mis pies, los extremos de la tibia y el peroné sobresaliendo por el borde del pijama, las rótulas marcando un óvalo bajo la tela extendida, y al erguirme, el crujido de los fémures: el descubrimiento no me hace ni más ni menos feliz que antes, ya que lo intuyo como una consecuencia, pero un estupor inmóvil de estatua persiste en mi interior; y al ducharme viene lo peor, porque entonces compruebo que los golpes de las gotas no me lavan sino que se limitan a disgregarme la suciedad por mis huesos: arrastran el barro de mis costillas goteantes, concentran la cal en mis pies, desprenden la tierra, permean las junturas, las grietas, los desperfectos, rajan los pequeños metacarpos como cáscaras de huevo, horadan mis clavículas y escápulas, pero no hoy ni ayer sino todos y cada uno de los días en un inexorable desgaste, siento que me disuelvo en agua y salgo con prisa no disimulada de la bañera y seco mi esqueleto goteante, deslizo la toalla por el cilindro de los huesos largos como si envolviera unos juncos, la arranco con torpeza de la trabazón de las vértebras, froto como cristales de ventana los huesos planos, pienso que debo conservarme seco para siempre porque de repente sé que soy un armazón de cincuenta años de edad que solo puede humedecerse con aceite, y es en ese instante, o quizá un poco después, cuando apoyo la maquinilla de afeitar contra mi rostro, que siento la invasión final de esa lepra y quedo tan inerme que apenas puedo apartar las cuchillas giratorias de mi mejilla: algo parecido a una horrísona dentera me paraliza, porque de repente noto como el restregar de un rastrillo contra una pizarra o el arañar baldosas con las patas metálicas de una silla, incluso imagino que pueden saltar chispas entre la maquinilla y el hueso de la mandíbula o el pómulo; me palpo con la otra mano la cabeza, siento las durezas del cráneo, el arco de las órbitas, el puente del maxilar, el ángulo de la quijada, y pienso: ¿por qué finjo que me afeito?, ¿acaso mi rostro no es un añadido, una capa, una máscara?; entra Alejandra en ese instante y casi me parece que gritará al ver a un desconocido, pero apenas me mira y se dirige al lavabo; yo me aparto, desenchufo la maquinilla y la guardo en su funda, y ella: ¿ya te has afeitado, Héctor?, y yo: sí, y salgo del baño con rapidez: ¡no podría acercar esa maquinilla a los huesos de mi calavera!; todo es tan obvio que lo inconcebible parece la ignorancia, pienso mientras me visto frente al espejo del dormitorio y abrocho la camisa blanca alrededor de las delgadas vértebras cervicales: llevar un cráneo dentro, una calavera sobre los hombros, besar con una calavera, pensar con una calavera, sonreír con una calavera, mirar a través de una calavera como a través de los ojos de buey de un barco fantasma, hablar por entre los dientes de una calavera: aquí está, tan simple que movería a risa si no fuera espantoso, y me afano en terminar el lazo de mi corbata con los huesos de mis dedos sonando como agujas de tricotar; Alejandra llega detrás, peinándose la melena amplia y negra que luce sobre su propia calavera, y el paso del cepillo descubre espacios blancos en el cuero cabelludo donde los pelos se entierran: parece inaudito saberlo ahora, contemplarlo ahora; entre los dientes sostiene dos ganchillos: el asco llega a tal extremo que tengo que apartar la vista: allí emerge el hueso, pienso, el subterfugio, el disfraz, tiene un defecto, como una carrera en la media que descubre el rectángulo de muslo blanco; allí, tras los labios, los dientes, los únicos huesos que asoman, y vivimos sonriendo y mostrándolos, y nos agrada enseñarlos y cuidarlos y mi profesión consiste precisamente en mantenerlos en buen estado, blancos y brillantes, limpios, pelados, lisos, desprovistos de carne, como tras el paso de aves carroñeras: esa hilera de pequeñas muertes, esa dureza tras lo blando; ¿acaso no es enorme el descuido?; de repente tengo deseos de decirle: Alejandra, estás enseñando tus huesos, oculta tus huesos, Alejandra, una mujer tan respetable como tú, una señora de rubor fácil, tan educada y limpia, con tu colección de novela rosa y tu familia y tu religión, ¿qué haces con los huesos al aire?, ¿no estás viendo que incluso muerdes cosas con tus huesos?, ¡Alejandra, por favor, que son tus huesos hundidos en el cráneo oculto, los huesos que quedarán cuando te pudras, mujer: no los enseñes!; esto va más allá de lo inmoral, pienso: es una especie de exhumación prematura, cada sonrisa es la profanación de una tumba, porque desenterramos nuestros huesos incluso antes de morir; deberíamos ir con los labios cerrados y una cruz encima de la boca, hablar como viejos desdentados, educar a los niños para que no mostraran los dientes al comer: un error, un gravísimo error en la estructura social comparable a caminar con las clavículas despellejadas, tener los omoplatos desnudos, descubrir el extremo basto del húmero al flexionar el codo, mostrar las suturas del cráneo al saludar cortésmente a una señora, enseñar las rótulas al arrodillarnos en la misa o las palas del coxal durante un baile o la superficie cortante del sacro durante el acto sexual: y sin embargo, ella y yo, con nuestros horribles dientes, la prueba visible de la existencia de los cráneos: absurdo, murmuro, y ella: ¿decías algo?, pero hablando entre dientes debido a los ganchillos, como si lo hiciera a través de apretadas filas de lápidas blancas, un soplo de aire muerto por entre las piedras de un cementerio, o peor: la voz a través de la tumba, las palabras pronunciadas en la fosa: no, nada, respondo, y ella, intrigada, se me acerca y arrastra sus falanges por mis vértebras: te noto distante desde ayer, Héctor, ¿te ocurre algo?, ¿es el trabajo?, y juro que estuve a punto de decirle: te la pego con una antigua paciente desde hace varios años, todos los jueves a la misma hora, pero no te preocupes porque una increíble revelación me ha hecho dejarlo, ya nunca más regresaré con Galia, no merece la pena (y por qué no decirlo, pienso, por qué reprimir el deseo y no decir la verdad, por qué no descargar la conciencia y vaciarme del todo); sin embargo, en vez de esa explicación catártica, le dije que sí, que era el exceso de trabajo, y me mostré torpe, callándome la inmensa sabiduría que poseía mientras notaba cómo descendían sus falanges por el edificio engarzado de mi columna, y ella dijo: pero hace mucho tiempo que no me sonríes, y pensé: ¡te equivocas!, somos una sonrisa eterna, ¿no lo ves?: nuestros dientes alcanzan hasta los extremos de la mandíbula y no podemos dejar de sonreír: sonreímos cuando gritamos, cuando lloramos, al pelear, al matar, al morir, al soñar: sonreímos siempre, Alejandra, quise decirle, y la sonrisa es muerte, ¿no lo ves?, quise decirle, nuestras calaveras sonríen siempre, así que la mayor sinceridad consiste en apartar los labios, elevar las comisuras y sonreír con la piel intentando imitar lo mejor posible nuestra sonrisa interior en un gesto que indica que estamos conformes, que aceptamos nuestro final: porque al sonreír descubrimos nuestros dientes, «enseñamos la calavera un poco más», no hay otro gesto humano que nos desvele tanto; la sonrisa, quise decirle, traiciona nuestra muerte, la delata; cada sonrisa es una profecía que se cumple siempre, Alejandra, así que vamos a sonreír, separemos los labios, mostremos los dientes, sonriamos para revelar las calaveras en nuestras caras, hagamos salir el armazón frío y secreto, draguemos el rostro con nuestra sonrisa y extraigamos el cráneo de la profundidad de nuestros hijos, de ti y de mí, del abuelo, de los amigos, de los parientes y del cura; pero no le dije nada de eso y me disculpé con frases inacabadas y ella enfrentó mis ojos y me abrazó y sentí los crujidos, la fricción, costilla contra costilla, golpes de cráneos, y supuse que ella también los había sentido: no seamos tan duros, le dije, y ella respondió, abrazándome aún: no, tú no eres duro, Héctor, y yo le dije: ambos somos duros, y tenía razón, porque se notaba en los ruidos del abrazo, en el telón de fondo de nuestro amor: un sonido semejante al que se produciría al echarnos la suerte con los palillos del I Ching sobre una mesa de mármol, o jugando al ajedrez con fichas de marfil, un trajín de palitos recios como un pimpón de piedra, el entrechocar aparentemente dulce de nuestros esqueletos como agitar perchas vacías; me aparté de ella y terminé de vestirme: quizá soy dura contigo, repitió ella, yo también soy duro, dije, y pensé: y Ameli y Héctor Luis, y todos entre sí y cada uno consigo mismo, ¡qué duros y afilados y cortantes y fríos y blancos y sonoros!; ¿te vas ya?, me dijo, sí, le dije, porque no deseaba desayunar en casa, en realidad no deseaba desayunar nunca más, pero sobre todo, sobre todas las cosas, no deseaba cruzarme con los esqueletos de mis hijos recién levantados, así que casi eché a correr, abrí la puerta y salí a la calle con el abrigo bajo el brazo, a la madrugada fría y oscura; ya he dicho que tengo la consulta cerca, lo cual siempre ha sido una ventaja, aunque no lo era esa mañana: quería trasladarme a ella solo con mi voluntad, sin perder siquiera el tiempo que tardara en desearlo; caminaba observando con mis cuencas vacías las casas que se abren, las figuras blancas que emergen de ellas como fantasmas en medio de la oscuridad, las primeras tiendas de alimentos llenas de huesos y cadáveres limpios de seres y cosas; caminaba y observaba con mis órbitas negras, lleno de un extraño y perseverante horror: ¿qué hacer después de la revelación?, ¿dónde, en qué lugar encontraría el reposo necesario?; porque ahora necesitaba envolverme, ahora, más que nunca, era preciso hallar la suavidad; mientras caminaba hacia la consulta lo pensaba: todos tenemos ansias de suavidad: guantes de borrego, abrigos de lana, bufandas, zapatos cómodos; sin embargo, el mundo son aristas, y todo suena a nuestro alrededor con crujidos de metal; qué pocas cosas delicadas, cuánta aspereza, cuánta jaula de púas, qué amenaza constante de quebrarnos como juncos, de partirnos, qué mundo de esqueletos por dentro y por fuera, móviles o quietos, invasión blanca o negra de huesos pelados, qué cementerio: toda obra es una ruina, toda cosa recién creada tiene aires de destrucción, y nosotros avanzamos por entre cruces, mármol, inscripciones, rejas y ángeles de piedra como espectros, y la niebla de la madrugada nos traspasa, huesos que van y vienen, esqueletos que se acercan y caminan junto a mí y me adelantan, apresurados, aquel que limpia los huesos en ese tramo de la calle, ese otro que espera en la parada, envuelto en su impermeable, huesos blancos por encima de los cuellos, la muerte dentro como una enfermedad que aparece desde que somos concebidos, ¿no hay solución?; y sorprender entonces a un hombre, una figura, no como yo, no como los demás, que se detiene frente a mí y me habla: ¿tiene fuego?, dice, un individuo desaliñado de espesa melena y barba, rostro pequeño, casi escondido, chaqueta sucia y manos sucias que se tambalea de un lado a otro como si el mero hecho de estar de pie fuera un tremendo esfuerzo para él; le ofrezco fuego y se cubre con las manos para encender un cigarrillo medio consumido, entonces dice: gracias, y se aleja; me detengo para observarle: camina con cierta vacilación hasta llegar a la esquina, después se vuelve de cara a la pared, una figura sin rasgos, y distingo la creciente humedad oscura a sus pies, detenerme un instante para contemplarle, volverse él y alejarse con un encogimiento de hombros y una frase brutal; un borracho orinando, pienso, pero al mismo tiempo deduzco: se ha reconstruido, ha verificado su interior, ha exhumado cosas que le pertenecen y le llenan por dentro: líquidos que alguna vez formaron parte de él; eso es un proceso de autoafirmación, pienso: él es algo que yo no soy o que he dejado de ser, ha logrado obtener lo que yo pierdo poco a poco: integridad, quizá porque no tiene que callar, porque es libre para decir lo que le gusta y lo que no, pienso y golpeo con los huesos del pie el cadáver de una vieja lata en la acera, o porque ha aceptado la vida tal cual es, o quizá porque tiene hambre y sed, y necesidad de fumar, dormir y orinar en una esquina, quizá porque siente necesidades en su interior, dentro de esa intimidad de las costillas que en mí mismo forma un espacio negro: sus necesidades le llenan, y yo, satisfecho, camino vacío: eso pensé; era preciso, pues, reformarse, volver a la vida a partir de los huesos, resucitar, aunque es cierto que en algún sitio dentro de mí existían vestigios, cosas que se movían bajo las costillas o en el espacio entre éstas y el hueso púbico, pero era necesario comprobarlo; todo aturdido por el ansia, entré en uno de los bares que estaban abiertos a esas horas y me dirigí apresurado al cuarto de baño, respondiendo con un gesto al hombre que atendía la barra y que me dijo buenos días; ya en el urinario, muy nervioso, busqué mi pija semihundida, perdonando la frase, la extraje y me esforcé un instante: tras un cierto lapso, comprobé la aparición brusca del fino chorro amarillo y sentí una distensión lenta en mi pubis que califiqué como el hallazgo de la vejiga: al fin me sirves de algo, pensé mientras me sacudía la pilila, perdonando la bajeza; así, convertido en pura vejiga, salí a la calle de nuevo y respiré hondo: noté bolsas gemelas a ambos lados del esternón, sacos que se ampliaban con el aire frío de la mañana, y descubrí mis pulmones; en un estado de alborozo difícilmente descriptible me tomé el pulso y sentí, con la alegría de tocar el pecho de un pájaro recién nacido, el golpeteo suave de la arteria contra mi dedo, su pequeño pero nítido calor de hogar, y supe que guardaba sangre y que mi corazón había emergido; caminando hacia la consulta completé mi resurrección, la encarnación lenta de mi esqueleto; así pues, yo era pulmones y vejiga, yo era intestino, tripas, estómago, yo era músculos del pene, tendones, sangre, hígado, vesícula, bazo y páncreas, yo era glándulas y linfa, todo suave, todo lleno, ocupando intersticios como si vertieran sobre mí unas sobras de hombre: yo era, por fin, globos oculares líquidos, yo era lengua y labios, yo era el abrir lento de los párpados, la creación del paladar, la suave nariz horadada, la humedad limpia de la saliva, la lágrima tibia y el sudor de los poros; yo era sobre todo mi propio cerebro, las revueltas grises de los nervios, la masa de ideas invisibles, la voluntad, el deseo, el pensamiento; llegué a la consulta recién creado, aún sin piel pero ya formado y funcionando, atravesé el oscuro umbral con la placa dorada donde se leía «Héctor Galbo, odontólogo», preferí las escaleras y abrí la puerta con la delicadeza muscular de un relojero, con la exactitud de un ladrón o un pianista; Laura, mi secretaria, ya estaba esperándome, y el vestíbulo aparecía iluminado así como la marina enmarcada en la pared opuesta, y me dejé invadir por el olor a cedro de los muebles, la suavidad de la moqueta bajo los pies, y cuando mis globos oculares se movieron hacia Laura pude parpadear evidenciando mi perfección; entonces, la prueba de fuego: me incliné para saludarla con un beso y percibí la suavidad de mi mejilla, los delicados embriones de mis labios, y supe que por fin la piel había aparecido: cabello, pestañas, cejas, uñas, el florecer de mi bigote negro; besarla fue como besarme a mí mismo: buenos días, doctor Galbo, me dijo, noté las cosquillas de mi camisa sobre mi pecho velludo, muy velludo, buenos días, dije, buenos días, Laura, y percibí mi laringe en el foso oculto entre la cabeza y el pecho, sentí el aire atravesando sus infinitos tubos de órgano: buenos días, repetí despacio saludando a todo mi cuerpo reflejado en el espejo del vestíbulo, mi cuerpo con piel y sentimientos, mi cuerpo vestido, bajito, mi cabeza calva y mi rostro bigotudo: buenos días, doctor Galbo, hoy viene usted contento, dice Laura, sí, le dije, vengo aliviado, quise añadir, he orinado en un bar y he descubierto por fin que tengo vejiga, y a partir de ahí todo lo demás, pero en vez de decirle esto pregunté: ¿hay pacientes ya?, y ella: todavía no, y yo: ¿cuántos tengo citados?, y ella: cinco para la mañana, la primera es Francisca, ah sí, Francisca, dije, sí: sus prótesis darán un poco la lata, y me deleito: oh mi memoria perfecta, mis sentidos vivos, mis movimientos coordinados, sí, sí, Francisca, muy bien, y mi imaginación: porque de repente me vi avanzando hacia mi despacho con los músculos poderosos de un tigre, todo mi cuerpo a franjas negras, mis fauces abiertas, los bigotes vibrantes, los ojos de esmeralda, y mi sexo, por fin, mi sexo: porque Laura, con la mitad de años que yo, me parecía una presa fácil para mis instintos, una captura que podía intentarse, la gacela desnuda en la sabana; ya era yo del todo, incluso con mis pensamientos malignos, incluso con mi crueldad, por fin: avíseme cuando llegue, le dije, y entré en mi despacho, me quité el abrigo y la chaqueta, me vestí con la bata blanca, inmaculada, mi bata y mi reloj a prueba de agua y de golpes, y mi anillo de matrimonio, y los periódicos que Laura me compra y deposita en la mesa, y mi ordenador y mis libros, y mis cuadros anatómicos: secciones de la boca, dientes abiertos, mitades de cabezas, nervios, lenguas, ojos, mejor será no mirarlos, pienso, porque son hombres incompletos, yo ya estoy hecho, pienso, envuelto al fin de nuevo en mi funda limpia, recién estrenado; por fin pensar: saber que he regresado al origen, me he recobrado, he impedido mi disolución guardándome en un cuerpo recién hecho; no recuerdo cuánto tiempo estuve sentado frente al escritorio saboreando mi triunfo, pero sé que la segunda y más terrible revelación llegó después, con el primer paciente, y que a partir de entonces ya no he podido ser el mismo, peor aún, porque me he preguntado después si he sido yo mismo alguna vez, si mi integridad fue algo más que una simple ilusión: y fue cuando sonó el timbre de la puerta, el siguiente timbre, el nuevo timbre que me despertó de la última ensoñación (como el de casa de Galia, o el del despertador con sonido de trompeta de cobre, ahora el de la consulta, pensé, y no pude encontrarles relación alguna entre sí, salvo que parecían avisos repentinos, llamadas, notas eléctricas que presagiaban algo), y Laura anunció a la señora Francisca, una mujer mayor y adinerada, como Galia, como Alejandra, con las piernas flebíticas y el rostro rojizo bajo un peinado constante, que entró con lentitud en la consulta hablando de algo que no recuerdo porque me encontraba aún absorto en el éxito de mi creación: fue verla entrar y pensar que iría a casa de Galia cuando la consulta terminara y le diría que todo seguía igual, que era posible continuar, que nada nos estorbaba, y después llegaría a mi casa y le diría a Alejandra que la quería, que nunca más sería duro con ella ni con Ameli, eso me propuse, y saludé a la señora Francisca con una sonrisa amable, y la hice sentarse en el sillón articulado, la eché hacia atrás con los pedales, la enfrenté al brillo de los focos y le pedí que abriera la boca, porque eso es lo primero que le pido a mis pacientes incluso antes de oír sus quejas por completo: como estoy acostumbrado a que esta instrucción se realice a medias, me incliné sobre ella y abrí mi propia boca para demostrarle cómo la quería: así, abra bien la boca, le dije, ah, ah, ah, y es curioso lo cerca que siempre estamos de la inocencia momentos antes de que un nuevo horror nos alcance: incluso éste aparece al principio con disimulo, revelándose en un detalle, en un suceso que, de otra manera, apenas merecería recordarse, porque mientras Francisca, obediente, abría más la boca, descubrí el último de los horrores, la luz del rayo que nunca debería contemplar un ser humano, la degradación final, tan rápida, pavorosa e inevitable como cuando presioné el timbre de Galia, pero mucho peor porque no era lo oculto, lo que era, sino lo que no era, aquello que falta, no lo que se esconde sino lo que no existe: la nueva revelación me violó, perdonando la brutalidad, de tal manera que todos mis logros anteriores adoptaron de inmediato la apariencia de un sueño que no se recuerda sino a fragmentos, e incapaz de reaccionar, permanecí inmóvil, inclinado sobre la mujer, ambos con la boca abierta, ella con los ojos cerrados esperando sin duda la llegada de mis instrumentos; pero como no llegaban los abrió, me vio y advirtió en mi rostro el horror más puro que cabe imaginarse: qué pasa, doctor, me dijo, qué tengo, qué tengo, pero yo me sentía incapaz de responderle, incapaz incluso de continuar allí, fingiendo, así que retrocedí, me quité la bata con delirante torpeza, la arrojé al suelo, me puse la chaqueta y salí de la habitación, corrí hacia el vestíbulo sin hacer caso a las voces de la paciente y a las preguntas de Laura, abrí la puerta, bajé las escaleras frenéticamente y salí a la calle: no sabía adónde dirigirme, ni siquiera si tenía sentido dirigirme a algún sitio; contemplé a los transeúntes con muchísima más incredulidad de la que ellos mostraron al contemplarme a mí: ¿era posible que todos ignoraran?, ¿hasta ese punto nos ha embotado la existencia?; hubo un momento terrible en el que no supe cuál debería ser mi labor: si caer en soledad por el abismo o arrastrar como un profeta a las conciencias ciegas que me rodeaban; es cierto que toda gran verdad precisa ser expresada, pero la locura de mi actual situación consistía en que esta verdad última era inexpresable: quiero decir que esta verdad final no era algo, más bien era nada, así que no podía soñar con explicarla: quizá el silencio en el gélido vacío entre las estrellas hubiera sido una explicación adecuada, pero no un silencio progresivo sino repentino y abrupto: una brecha de espacio muerto, una bomba inversa que absorbiera las cosas hacia dentro, que nos introdujera a todos en un mundo sin lugares ni tiempo donde la nada cobrara alguna especial y terrible significación, quizá entonces, pensé, y corrí por la acera intuyendo que cada minuto desperdiciado era fatal: ¿le ocurre algo?, fue la pregunta que me hizo un individuo que aguardaba frente a un paso de peatones cuando me acerqué, y solo entonces fui consciente de que tenía ambas manos sobre la boca, como si tratara de contener un inmenso vómito; mi respuesta fue ininteligible, porque sacudí la cabeza diciendo que no, pero esperando que él entendiera que eso era lo que me pasaba: que no; si hubiera podido hablar, habría respondido: nada, y precisamente ahí radicaba lo que me ocurría: me ocurría nada, pero era imposible hacerle comprender que nada era infinitamente peor que todos los algos que nos ocurren diariamente; no pude hacer otra cosa sino alejarme de él con las manos aún sobre la boca, corriendo sin saber por dónde iba pero con la secreta esperanza de no ir a ninguna parte, de no llegar, de seguir corriendo para siempre, porque no podía presentarme en casa de aquel modo, no con aquel fallo, sería preciso hacer cualquier cosa para remediar esa escisión, quizá comenzar desde el principio, reunir de nuevo el hilo en el ovillo, a la inversa: pensar en el instante anterior a la revelación, notar la presencia para comprender ahora la falta; pero cómo describirlo: cómo decir que había conocido de repente la boca cuando la paciente abrió la suya y yo quise indicarle cómo tenía que hacerlo y abrí la mía; fue entonces: el tiempo se congeló a mi alrededor y quedé solo en medio de mi hallazgo, como un náufrago, paralizado por la revelación suprema, incapaz de comprender, al igual que con la anterior, por qué no lo había sabido hasta entonces: la boca, claro, ahí, aquí, abajo, bajo mi nariz, en mi rostro, la boca: de repente me había percatado de la verdad, tan simple e invisible debido a su propia evidencia: la boca no es nada, lo comprendí al pedirle a la paciente que la abriera y al abrir la mía: ¿qué he abierto?, pensé: la boca; pero entonces, si la boca abierta también es la boca, el resultado era una oscuridad, un agujero vacío, un abismo; quiero decir que, de repente, al ver la boca, al inclinarme para verla, no la vi, pero no la vi justamente porque era eso: el no verla; si hubiera visto la boca de la misma forma que veo mis dedos, por ejemplo, no lo sería o estaría cerrada; sin embargo, el horror consiste en que una boca abierta también es una boca: como llamarle «dedos» al espacio vacío que hay entre ellos; ¡pero eso no era todo!: si aquel defecto, aquella nada, era, ¿cómo podía evitar la llegada del vacío?, ¿cómo impedir que todo siguiera siendo lo que es en la nada?, ¿cómo pretender recobrar mi cuerpo si me evacuo por ese agujero negro y absurdo?; lo comprendí: ¡si todo se hubiera cerrado a mi alrededor!, ¡si las junturas hubieran encajado perfectamente, sin interrupciones, sin oquedades!, pero tenía que estar la boca, la boca abierta que también era la boca, y ahora ¿cómo permanecer incólume?, ¿cómo seguir inmutable, conservándome dentro, si allí estaba eso que no era, esa nada negra implantada en mí?; corrí, en efecto, a ciegas, no recuerdo durante cuánto tiempo, hasta que un nuevo acontecimiento pudo más que mi propia desesperación: en una esquina, recostado en un portal, distinguí a un hombre, el borracho de aquella madrugada, que parecía dormir o agonizar: un sombrero gris le cubría casi todo el rostro salvo la barba, y allí, insertado en lo más hondo del pelo, un agujero abierto, sin dientes, sin lengua, una cosa negra y circular como una cloaca o la pupila de un cíclope ciego que me mirara, aunque yo fuera «nadie», el vacío terrible, la nada; de repente se había apoderado de mí un horror supremo, un asco infinito, la conjunción final de todo lo repugnante, y me alejé desesperado cubriéndome con las manos aquel «salto», aquel «vacío» letal, atenazado por una sensación revulsiva, un pánico que era como cribar mis ideas con violencia hasta romperlas, la certeza de mi perdición, el desprendimiento a trozos de mi voluntad frente a lo irremediable: esa boca abierta, el error por el que todo entra y todo sale, los secretos, la palabra, el vómito, la saliva, la vida, el aliento final, porque me había envuelto en mi propio cuerpo para hallar algo último que no cierra, ese terrible defecto tras los labios del beso, tras el lenguaje cotidiano, tras los gestos de comer y masticar, más allá de los dientes y la lengua, ese algo que no es el paladar ni la faringe ni la descarga de las glándulas, ese vacío que me recorre hacia dentro, el túnel deshabitado del gusano, la nada, la negación, eso que ahora empezaba a corroerme; porque si existía la boca, nada podía detener la entrada del vacío; así que cerca de casa empecé a perderme, a dividirme en secciones, a horadarme: primero fue la piel, que apenas se presiente, que es casi solamente tacto, la piel que cayó a la acera mientras corría, la piel con mi figura y mis rasgos que se me desprendió como la de un reptil mudando sus escamas, porque el vacío se introducía bajo ella como un cuchillo de aire y la separaba; entonces los músculos y los tendones, en silencio: ¿qué protección pueden ofrecer frente a los túneles de la nada?, ¿qué defensa procuran ante esa marea de vacío, ese fallo que me alcanzaba como a través de un sumidero?, también ellos caen y se desatan como cordajes de barco en una tempestad; la calle en la que vivo recibió el tributo de la lenta pero inexorable pérdida de mis vísceras: ese trago infecto de nada, que no está pero es, provoca la caída de mi estómago y mis intestinos, mi hígado derretido y mi bazo, los pulmones sueltos que se alejan por el aire como palomas grises, el corazón que ya no late, madura, se endurece y cae, gélido como el puño de un muerto, porque nada puede latir frente a la boca, los nervios arrastrados por la acera como hilos de un títere estropeado, los ojos como gotas de leche derramada, la suave materia de mi cerebro, la exactitud de mis sentidos, la excitante delicia del deseo, la provocación del hambre y el instinto, las sensaciones, los impulsos: todo cae y se pierde, todo gotea incesante desde mi armazón, todo se va y se desvanece calle abajo; entro en casa al fin, ya solo mi esqueleto muerto y limpio, y pienso: mis hijos están en el colegio, por fortuna; me dirijo al salón y allí encuentro a Alejandra, que me mira con pasmo; se halla sentada en su sofá tejiendo algo, y probablemente destejiéndolo también, creando y destruyendo en un vaivén de interminable dedicación; entonces me detengo frente a ella, aparto con lentitud las falanges blancas de mi oquedad y la descubro, por fin, en toda su horrible grandeza: la boca abierta, las mandíbulas separadas, el enorme vacío entre maxilares, la verdadera boca que no es, desprovista del engaño de las mucosas, ese espacio negro que nada contiene, y hablo, por fin, tras lo que me parecen siglos de silencio, y mis palabras, emergiendo de ese vacío, son también vacío y horadan: Alejandra, hablo, llevo años traicionándote con una mujer que conocí en la consulta, y ella: Héctor, qué dices, y yo: es guapa, pero no demasiado, cariñosa, pero no demasiado, inteligente, pero no demasiado: lo mejor que tiene es que me quiere y que intentó hacerme feliz, y que nunca me ha creado problemas salvo la necesidad de mentirte, de ocultártelo, una mujer con la que descubrí que puede haber una cierta felicidad cotidiana a la que nunca deberíamos renunciar, como hemos hecho tú y yo, ni siquiera a esa cierta felicidad cotidiana, una mujer, en fin, con la que he sabido que ya todo es igual, que incluso el pecado termina alguna vez, incluso la culpa, incluso lo prohibido, y ella: Héctor, Héctor, qué te pasa, dice, que ya basta de mentiras, respondo y me deshago de su lento abrazo y de sus lágrimas, y basta de silencio, porque era necesario hablar, pero no solo a ti, no, no solo a ti, y ella, gritando: ¿adónde vas?, pero su grito se me pierde con el mío propio, que ya solo oigo yo, y eso es lo terrible: porque mi garganta ha desaparecido y solo quedan las tenues vértebras y el deseo de ser escuchado; corro entonces a casa de Galia arrastrando apenas los jirones blancos de mis huesos por la acera, y ella misma abre la puerta y grita al verme: no, Galia, no podemos seguir juntos, dije entonces, no tengo nada más que hacer aquí, tú, viuda y solitaria, yo, casado y solitario, nada que hacer, Galia, no más consuelos, no más secretos, basta de felicidad y de cariño doméstico, porque llega un instante, Galia, en que todo termina, y lo peor de todo es que tú no eres una solución: ¿por qué?, me dijo: porque es necesario decir la verdad y revelar la mentira, repliqué, aunque nos quedemos vacíos, es necesario abrir las bocas, Galia, le dije, y volcarnos en hablar y hablar y destruirlo todo con las palabras, dije, porque si algo somos, Galia, es aliento, así que es necesario, por eso lo hago, dije, y me alejé de ella, que gritó: ¿adónde vas?, pero su grito se perdió dentro del mío, que ya era tan enorme como el silencio del cielo; y me alejé de todos, de una ciudad que no era mi ciudad, de una vida que no era mi vida, corrí ya casi llevado por el viento, las espinas delgadas de mi cuerpo flotando en el aire, corrí, volé hacia los bosques transportado por una ráfaga de brisa como el polvo o la basura, avancé por la hierba, entre los árboles, desgastándome con cada palabra: basta con eso, dije, no más hogar, no más vida, no más esfuerzo, dije, grité en silencio: ya basta de mundo y de existencia, ya basta de hacer y de procurar, soportar, callar y mirar buscando respuestas, no, no más luz sobre mis ojos, nunca otro día más, basta de desear y pretender, de conseguir y por último perder lo conseguido y enfermar y morir y terminar en nada, todo vacío, intrascendente, limitado y mediocre: basta, porque hay un error en nosotros, un hiato perenne, el sello de la nada, esta boca siempre abierta, este hueco hacia algo y desde algo, miradlo: está en vosotros, el sumidero, el vórtice; lo he soportado todo, incluso los años de silencio, los años iguales y el silencio, la muerte interior, el vacío interior, la falsa esperanza, la ausencia de deseos, pero no puedo soportar esta conexión: si tiene que existir esto, este hueco vacío y nulo, esta ausencia de mi carne y de mi cuerpo, si tiene que existir la boca, prefiero echarlo todo fuera, dejar que todo se vaya como un soplo puro, que lo oigan todos, que todos lo sepan, prefiero esto a la falsa seguridad de un cuerpo muerto, eso dije, eso grité, y me vi por fin convertido en nada, la oquedad llenando todos mis huesos abiertos como flautas mudas, desmenuzados como arena por fin, solo esa ceniza última, apenas el rastro leve que el viento termina por borrar, el vacío enorme de esa boca que tiene que decir y revelar y descubrir y gritar y acusar y vaciarme hacia fuera desde dentro y mezclarme con todo, esa boca abierta e infinita del silencio absoluto por la que hablo aunque nadie oiga
67.
Debajo del altar destaca una pesada losa que suena a hueco
68.
En realidad, las frases completas eran: «Es extraordinario que el dinero pueda emplearse en algo tan malo» y «Lo que destaca es que el guión de esta película recibiera el visto bueno»
69.
De entre tantas batallas campales que hemos sufrido, destaca sobre todo una que se recuerda por el gran derramamiento de sangre que produjo
1.
que los otros, por encima del parque destacaba un cielo azul intachable, pero quien lo hacía
2.
Sin embargo, lo que destacaba y superaba a todos ellos era el miedo
3.
Al distinguir el motorde noria que se destacaba sobre la casa de las Micaelas, no pudoreprimir un ahogo de pena que le hizo sollozar
4.
Adela, silenciosa hacía un momento, alzó la cabeza ymantuvo algún tiempo los ojos fijos delante de sí, viendo como el perfilcéltico de Pedro, con su hermosa barba negra, se destacaba, a la luzsana de la tarde, sobre el zócalo de mármol que revestía una de lasanchas columnas del corredor de la casa
5.
buques surtos en ella se destacaba con bastanteclaridad del
6.
El cartílago de la nariz se destacaba más, los labios,
7.
construidoel reducto destacaba sobre el azul del cielo, y allí, por
8.
calcinada por el sol, destacaba apenas de entre las ruinas
9.
sangre de lanación, y se destacaba entre aquellos dos jóvenes
10.
destacaba la iglesia y eloscuro palacio medio derruído de los marqueses de
11.
En el patio el sol ardía sobre las piedras, y la extraña cresteríaplateresca destacaba
12.
El torreón delAlcázar destacaba
13.
La nieve brillaba en las cumbres, heridapor el sol; destacaba su
14.
a la derecha, las cuadras y el palomar,cuyo negro mojinete se destacaba del cielo
15.
Hacía un tiempo obscuro, el cielo estaba plomizo, y una barra amoratadase destacaba en el
16.
torre de lachimenea destacaba su obscura masa sobre el espacio
17.
buque de enfrentetambién se destacaba el brillo de los cobres y
18.
del betún de los cuadrosviejos y ahumados se destacaba a lo mejor una pierna de
19.
vino á anunciarle que el almuerzo estaba servido, el cuadro se destacaba de un modo encantador
20.
destacaba sobre el fondoobscuro del cuero estampado que cubría la pared
21.
Sin embargo, Cahors destacaba por su tenacidad, y al final la tumba fue desmontada
22.
Tenía los ojos desorbitados y su tez había palidecido; en sus sienes destacaba el latido de las venas y su voz, ronca, se tornaba cada vez más grave
23.
Destacaba entre los objetos de la estancia una plataforma de cristal negro, elevada en cuatro gradas, y sobre la última un globo de unas irisaciones verdes que lo asemejaban a una esmeralda
24.
Las astillas del árbol se esparcían a su alrededor y, ante él, a sus pies, destacaba el mellado y blancuzco muñón del manzano cortado
25.
Una luz roja destacaba en la oscuridad
26.
Su sonrisa perfecta destacaba contra sus facciones oscurecidas por la falta de luz
27.
Había cinco, pero ¿a quién le interesaba por ejemplo aquel enano jorobado de nombre La Révelliére-Lépeaux?, ¿o el simiesco y gordo Reubell? ¿Y qué decir de Carnot, tan vulgar y avaro que cuando quería presumir de rumboso como gran cosa invitaba a sus amigos a tomar sopa?, ¿o del insignificante Letourneur? En medio de este cuarteto decadente y muy poco atractivo, Barras destacaba más que nunca
28.
Con letras enormes se destacaba la primera explosión en el Atolón de Mururoa
29.
Su sayo blanco contrastaba con la elegancia de los trajes de los invitados y destacaba claramente sobre el fondo sanguíneo y ocre de los frescos que decoraban la sala, con imágenes mitológicas de contenido erótico y licencioso, sobre todo el que había a sus espaldas, un fauno excitado seduciendo a una ninfa desnuda de largos cabellos rizados
30.
Rusti Cayambe tomó asiento sobre una roca y respiró profundo mientras alzaba los ojos al cielo buscando la lejana luz de la Cruz del Sur que destacaba, fiel a sí misma, en la inmensidad de un cielo tachonado por millones de estrellas
31.
Lo que había oído no reflejaba sino cierto desencanto con la figura de Mao, sentimiento que compartían numerosos líderes entre los que destacaba el nuevo presidente, Liu Shaoqi
32.
Mi madre fue condenada por toda clase de acusaciones, entre las que destacaba la circunstancia de que su padre hubiera sido un general de los señores de la guerra
33.
El que más se destacaba era el conocido profesor Smoill, una autoridad en estudios arqueológicos referentes al antiguo imperio bizantino
34.
—Creo que era una persona que destacaba en las finanzas
35.
El Corsario Negro, en pie sobre cubierta, se destacaba extrañamente a la luz de los dos fanales de la popa
36.
A las cuatro próximamente dieron vista a Argel, que se destacaba con claridad entre el azul diáfano del cielo
37.
En las paredes y estantes un sinfín de reproducciones en miniatura de galeotas, trirremes, fustas y otras embarcaciones ornaban la estancia y en el lugar de preferencia, destacaba la del Laia, el primer barco de la flota de Martí Barbany
38.
Iluminada a pleno, la torre se destacaba en la noche llana y oscura
39.
En el fondo de la iglesia, frente al altar, había una gran reja que se alzaba desde el suelo al techo; tras esta reja percibíanse vagas claridades movibles y un murmullo sordo, de cuyo conjunto se destacaba de rato en rato una sílaba [119] o una tos que repetían los ecos de la bóveda
40.
En vez de tomar en línea recta la dirección de la casa de Guimaraens, que a la distancia de un cuarto de legua se destacaba sobre la verdura de un bosque espeso, caminaron a la [62] derecha río abajo, y describiendo luego una gran curva, subieron hacia la montaña por extensa ladera de viñas y almendros
41.
Bella, cuyo encantador “negligée” destacaba a la perfección sus juveniles encantos, aparentó estar igualmente estupefacta, pero, simulando haberse recuperado, dio un paso atrás con una perfectamente bien estudiada expresión de alarma
42.
Entre tanta gente desmedrada y anémica, se destacaba la figura de Marfori por su recia complexión sanguínea y su tipo árabe, afeado por el grandor de la boca y el desarrollo del maxilar
43.
De una de las mesas de operaciones colgaba una tira de ambientador, en la que se destacaba la imagen de una chica en bikini rojo corriendo por una playa de arena blanca
44.
Un racimo de rostros marciales y bronceados, entre los cuales se destacaba uno al cual faltaba un ojo y otro que había perdido la punta de la nariz, helada en la campaña rusa, lo rodearon llenos de ansiedad
45.
Y cuando estudiante ya destacaba como hacker
46.
En sus asientos destacaba aún el viejo escudo, el león que no lloraba, en algunos con el cuero tan raído, que proclamaba claramente las horas y horas que había pasado allí el Príncipe Orondo antes de que la pena consumiera su gusto por los libros
47.
Finalmente se detuvo delante de una fila de tiendas relucientes, entre las que destacaba un comercio de todo a cien con los escaparates empapelados con pósteres chillones de Day-Glo
48.
Frank Frølich destacaba entre los otros cuatro
49.
La Estatua de la Libertad destacaba a nuestra izquierda en la bahía, incandescente con su gloria iluminada, y en varios momentos tuve la sensación de que los edificios de Manhattan estaban a punto de despegar del suelo para no volver más
50.
Un solo sonido destacaba del resto, el regular ping, ping, ping de un grifo goteando, en un lavabo sólo a unos cuantos pies de él
51.
Laplace tuvo la posibilidad de triunfar gracias al interés de vecinos poderosos, que posiblemente oyeron hablar de su notable talento que le destacaba en la aldea
52.
Medio desnudo como estaba, el color de su piel destacaba insólito en comparación con el tinte moreno del grupo de pardos que contemplaban su súbita irrupción en aquella escondida cúpula laboratorio de Hektor II
53.
El suyo quizás no fue tan florido como el del consejero; pero se destacaba por su estilo más positivo, es decir, por conocimientos más especializados y consideraciones más elevadas
54.
Se destacaba de sus compañeras, más bien zafias y, cuando los domingos formaban en la nave izquierda de la iglesia, María Pancha las superaba por una cabeza
55.
Se destacaba el trabajo titulado «Mirando hacia delante: el futuro de la genética y la reproducción»
56.
Sus mejillas estaban rojas de frío, la luz de la cocina destacaba el tono dorado de su pelo
57.
Al poco, otra voz se destacaba entre la turba, preguntando al Nazareno:
58.
Entre las granjas de los noruegos de Groenlandia, la granja-catedral de Gardar destacaba por su extensión de tierras bajas llanas, seguida por algunas de las granjas de Vatnahverfi
59.
Justo encima de su cabeza destacaba el teléfono rojo precintado que en situaciones excepcionales comunicaba directamente con el Pentágono
60.
En el ánimo de los amigos, entre quienes tampoco nadie destacaba con algún grado particular de intimidad, como si Martín fuese un amigo que man-tenía el tono común de una cordialidad paritaria, hubo igual desconcierto y el mismo sentimiento de culpabilidad y frustración
61.
En la zona de recogida de equipajes, se dio cuenta de que un hombre se destacaba de la multitud y se acercaba a ellos
62.
–Érase una vez -dije- una chica que se hacía pasar por hombre, y que destacaba en la guerra
63.
El emperador, con un uniforme en el que destacaba el distintivo de comandante en jefe, estaba sentado en el puente de su nave insignia
64.
La ceremonia se completaba cuando el samurái cogía sus armas personales, en las que destacaba la katana, una infalible espada de sesenta centímetros de largo elaborada con técnicas ancestrales sólo conocidas por escogidos maestros herreros, los cuales necesitaban tres meses para forjarlas
65.
No le resultó fácil a Mugambi distinguir la sombría mole del buque, pero como éste se interponía entre la canoa y el océano su silueta destacaba un poco más que si el vapor se hubiera encontrado junto a la ribera
66.
Ante mí se destacaba el palacio, oscuro y tétrico aunque en su interior brillaban algunas luces
67.
Los alaridos, maldiciones y gemidos, se mezclaban confusamente y en medio de todo destacaba el grito de guerra de los Soldados de la Libertad
68.
La gracia de su cuerpo musculoso, moreno y bañado en sudor, reluciente a la luz de la luna, destacaba entre las torpes y desmañadas bestias peludas que se movían junto a él
69.
Vio ante sí la figura de un hombre joven, completamente desnudo, salvo por el taparrabos y los bárbaros adornos que lucía en los brazos y las piernas; en el pecho, destacaba sobre la morena piel un guardapelo con un diamante de valor incalculable
70.
Contra el cielo y señalado por algunas luces, se destacaba en las sombras un gran edificio, situado encima del tajo que dominaba la ciudad
71.
Tarzán, que destacaba entre todos, dirigió la mirada a la gran bestia y, con gran alegría, alzó la voz por encima de los gruñidos de los bolgani
72.
En torno al fuego se congregaba medio centenar de guerreros negros, y cuando los fugitivos se acercaron, más vieron entre los negros a una figura que se destacaba claramente a la luz de la fogata, una mujer blanca, mientras detrás de ellos oían cada vez más fuerte el estruendo de la persecución
73.
Con esa mentalidad el hombre de las SS se destacaba conscientemente de la gran masa formada por los camaradas del partido
74.
El periódico, que la juez había leído aquella mañana ante una taza de café con sacarina, lo destacaba en portada y a tres columnas: el gobierno ponía en marcha una nueva reforma del Código Penal, la tercera en dos legislaturas
75.
Y si había una característica que destacaba en la porcelana china era precisamente su dureza
76.
–¿Es cierto que le ha dicho a mi secretario que posee una información de vital importancia para el reino? ¿Quién es usted y qué es eso que tanto le urge contar? Hablad, señor -me conminó el gobernador de la colonia con un tono de voz en el que destacaba la displicencia
77.
Detrás de él descasaba en el suelo la Piel Blanca, que destacaba sobre la sucia nieve
78.
Entre sus atracciones destacaba la presencia de las dance-hostess, señoritas que, a cambio de una módica cantidad, accedían a bailar con todo aquel que se lo propusiera
79.
Pero en medio de todo aquel despliegue destacaba, como una piedra preciosa entre bisutería, el magnífico retrato que le había hecho el pintor Eugène Delacroix en los años treinta
80.
Ella llevaba un vestido de suave lana verde, de corte sencillo y ajustado, que destacaba las líneas esbeltas de su cuerpo
81.
Y con semejante aspecto, destacaba entre los marineros con botas y trajes de gruesa tela, en el barro y la humedad del amanecer
82.
El País destacaba que, según el Gobierno, estos sucesos no deberían significar ningún freno a la pacificación del País Vasco
83.
Sustituyó los mayordomos, camareros y gentilhombres de aquéllos por simples proceres, algunos de los cuales llegaban a ser miembros de su consejo, entre los que destacaba su círculo de fideles
84.
Los veteranos púnicos se quedaron en el puerto, custodiando las posesiones del general, entre las que destacaba el pesado cargamento de estatuas del que, para sorpresa de Maharbal, Aníbal nunca se desprendía, y protegiendo a Imilce y a algunas otras mujeres de diversa condición y origen que acompañaban al grupo de desterrados
85.
Marco Porcio Catón entró en el atrio sereno, serio, con su toga virilis impoluta, cuyo inmaculado estado destacaba aún más en comparación con las togas y el sagum de aquellos que se habían puesto más cómodos, en todos los casos llenos de manchas de incontables colores y, lógicamente, sabores
86.
Destacaba la herida en la parte interior de una pierna, producto de una jabalina lanzada desde las murallas de Sagunto
87.
Sin embargo de vez en cuando el fulgor del día recién estrenado destacaba como por sorpresa la potencia de su juego muscular rotundo y fibroso bajo la piel leonada
88.
Sobre la entrada destacaba, con el tamaño duplicado de un hombre, una enorme A, y debajo, en letras ostentosas, había una sola palabra: «Andrómeda
89.
A diferencia de los altos edificios de una calle más allá, el número 1276 se conformaba de seis plantas, disponía de balcones generosamente medidos y destacaba, además, por la insinuación de un techo de pagoda
90.
Pequeño y parasitario, como un mosquito sobre la piel de un elefante, el armazón del primer viaje lunar estaba pegado al regolito, y la célebre huella de la bota de Armstrong destacaba bajo una vitrina de cristal
91.
Entre los setos destacaba el cuadrado de una gran puerta de garaje
92.
Le dio la palabra a él porque destacaba entre la multitud, alto y apuesto, con un brillo de inteligencia en los ojos
93.
No tenía favoritos, no entablaba amistades, pero siempre advertía cuando alguien destacaba y lo comentaba
94.
Con su nerviosismo y su constitución ligera, destacaba como un bicho raro en una habitación atestada de hombres corpulentos armados con pistolas y porras
95.
El centro propiamente dicho destacaba hacia el este con su despliegue de iluminados edificios comerciales de veinte y treinta plantas
96.
Ya no se destacaba perfilado en la pared el hombre de la capa larga y negra
97.
Entre las muchas vicisitudes mencionadas destacaba el despido del demandante por parte de la compañía Sandicott Asociado, Peritos Mercantiles, donde había trabajado como empleado
98.
Apenas se destacaba del entorno, porque el cristal de la litera
99.
Permitiendo que las voces perdieran algo de intensidad, Perenelle empezó a recorrer cada voz hasta escoger una que destacaba sobre las demás: una voz segura y fuerte que sobresalía sobre el murmuro de tartamudeos temblorosos
1.
varios compuestos entre los que destacaban dos, primero que me parecía huir más que irme,
2.
Vuelta a contemplar el jardín agrícola en cuyo verdor se destacaban lascabañas de paja con una cruz en el pico del techo
3.
tejados destacaban susagudos contornos sobre el espacio azul y límpido
4.
Las palabras se destacaban sobre un silencio
5.
Sobre el azul intenso del cielo destacaban lascopas verdinegras
6.
poblacióncuyos sombreros se destacaban entre el oleaje de
7.
Sus elegantessiluetas se destacaban del fondo claro del cielo con líneas
8.
Abajo, en el seco cauce, se destacaban las manchasrojas y
9.
queentre el charrasqueo de la sartén se destacaban, con poco placer de loscriados á quienes iban dirigidos, y
10.
cimas se destacaban negras sobre el clarofondo del hielo, como
11.
angustia en lacual se destacaban perspicacias que me
12.
verde claro sobre el cual se destacaban las masas oscuras de loscastaños
13.
su vista en loalto de la colina, donde se destacaban las figuras de
14.
el tinte cobrizo y barnizado de sucara, en la que se destacaban
15.
Se destacaban un instante en lo alto del cerro,empequeñecidas por la distancia, y
16.
En lo altode las colinas, los pinos solitarios destacaban sobre el espacio
17.
en el fondo de las silenciosas capillas y á lo largo del crucero,se destacaban
18.
Sobre el fondodel cielo se destacaban vagamente las cruces
19.
torno de ellos, las conchas vacías delas ostras destacaban sobre
20.
destacaban en primera línea cuatropiernas magníficas, una
21.
igualdad y perfectaconservación, que se destacaban dentro del
22.
destacaban por encima de lastechumbres de las casas que
23.
se destacaban, escuetos ydescarnados, sobre la aridez del suelo
24.
losconvidados, muchos de los cuales destacaban, sobre las
25.
muy fuertes que destacaban el negro del
26.
Una anchamesa, con un dorado sitial en el centro, y otra formando martillocon aquella, provista de trece tinteros sujetando bajo su baseblancas cuartillas, se destacaban en el testero de la derecha
27.
Tallien e Ysabeau destacaban por la pomposa brillantez de sus uniformes
28.
Entre los femeninos del primer grupo destacaban sobre todo dos: el de una vieja amiga y el de una reciente, me refiero a madame de Staël y a Rose de Beauharnais
29.
Era más bien un hombre bien parecido, en el que destacaban particularmente su color bronceado y los ojos oscuros, de rasgos casi orientales, de los que emanaba una sosegada y aplacada dulzura
30.
Montados de nuevo sobre sus caballos llegaron al campo de batalla, que estaba cubierto de caballos agonizantes y de muertos, entre los que destacaban las capas purpúreas de los soldados romanos
31.
A lo lejos, más allá del yermo veía los negros acantilados que se destacaban en la niebla
32.
Destacaban especialmente los «capitalistas», los dueños de las fábricas y los comerciantes, sobre quienes apenas se había intervenido
33.
Entre los nombres más prominentes de la lista destacaban Wu Han, un célebre dramaturgo del género del mandarín Ming, y el profesor Ma Yin-chu, quien había sido el primer economista de prestigio que recomendara la práctica del control de natalidad, motivo por el que ya en 1957 había sido tachado de derechista
34.
risueñas, en cuyo fondo se destacaban las grandiosas y seculares arboledas de la Isla y del Príncipe!
35.
Una y otra vez se repetían y volvían a esfumarse dibujos bizantinos, como el apagado reflejo del oro sobre el que se destacaban, y sólo quedaba de ellos la límpida pared de piedra con la silueta brillante del pez que parecía trazado mojando el dedo en la luminiscencia de los peces; pues aquél era el símbolo que vio en el momento de oír la voz de su enemigo procedente de una esquina del lóbrego laberinto
36.
Era difícil imaginarme llevando las prendas exhibidas, con sus complicados tirantes y encajes y dibujos que destacaban las zonas erógenas del cuerpo
37.
Números de código penal y fechas de nacimiento destacaban en los teletipos
38.
Subieron por las jarcias de babor de la mesana, y llegados a la encapilladura distinguieron dos puntos luminosos que se destacaban claramente en el horizonte
39.
Los simios y los volátiles callaban, y, en cambio, zumbaban los zanzares, que por batallones se destacaban de los manglares
40.
Las prendas que vestía eran caras, pero estaban muy ajadas; tenía el pelo canoso y ralo, y el rostro, en el que destacaban unas cejas muy pequeñas, reflejaba una expresión de tristeza
41.
Al atardecer del segundo día, una carroza tirada por un tronco de cuatro hermosos caballos y en cuya portezuela destacaban las armas del rey, se detenía frente al arco de la casa del gran rabino y un palafrenero se precipitaba desde el pescante hacia la portezuela, antes que el auriga hubiera detenido completamente el carricoche, a fin de abrirla y desplegar los dos peldaños de la escalerilla del estribo, en tanto el postillón terminaba por detener a los fogosos animales para que el canciller del reino pudiera apearse del vehículo
42.
Su mirada se detuvo en las uñas, pintadas de un azul oscuro en el que destacaban diminutas estrellitas y lunas
43.
claras, se destacaban contra el fondo de crepitaciones y sacudidas del propio Júpiter
44.
La puerta de entrada del Reginella estaba entreabierta, y en el batiente izquierdo se destacaban un gran lazo negro y un letrero en el que se leía: «CERRADO POR DEFUNCIÓN»
45.
Y en la densidad de aquellos recuerdos destacaban los momentos de dolor: la pérdida, el miedo, el arrepentimiento, la queja, la incomodidad, el inesperado tormento
46.
El señor Jomberg, respirando con dificultad por sus problemas del corazón y el enfisema, vestido para la ocasión con un vaquero desgastado y una camisa de franela en que destacaban los rojos y los negros, con los pulgares metidos en los bolsillos, un montañero campechano, dijo con sabiduría popular:
47.
George me miró con la expresión que reservaba para los heterosexuales que destacaban por necios
48.
En la oscuridad, el sumergible escarlata parecía gris, aunque destacaban las letras blancas del casco, Donald acarició con cariño el casco de acero, y comenzó a realizar una detallada inspección, las reparaciones de los interterranos eran impresionantes
49.
Tenía los ojos dilatados y las venas se destacaban en sus sienes
50.
Los grandes ojos se destacaban con claridad en el cuerpo, que refulgía con un tono azul pálido
51.
Unos grises mechones destacaban en su cabeza abombada
52.
Su cara no estaba pálida, pero los planos de la misma destacaban con una precisión extrañamente desnuda, cual si la piel hubiera perdido todas sus gradaciones de color
53.
Algunos de aquellos seres eran simples colegiales, mientras otros tenían ya una edad tan avanzada que las siluetas de sus cuerpos destacaban encorvadas contra el cielo
54.
Las ramas desnudas de unos árboles destacaban en el cielo frío, brillante y azul, sobre la cumbre en que se hallaba la vivienda
55.
Mitchum miró hacia el depósito, donde las negras siluetas de unas cuantas locomotoras a vapor destacaban contra la débil claridad
56.
Algunas voces destacaban en el coro con las notas más altas
57.
Las venas se destacaban claramente en las sienes y en el calvo cráneo
58.
En el lado este del patio estaban los funcionarios y el Cuerpo diplomático, con sus trajes gris oscuro o negro, entre los cuales destacaban los capullos rojos de la Legión de Honor
59.
En la raya inminente del horizonte las torres destacaban sobre los grumos que apenas dejaban adivinar la masa de las tejas y las pizarras
60.
–Vete por el buen camino… -musitó Sebastián y estuvo seguro de que el brillo de fiebre que auspiciaba la profundidad de la mirada de Lía era más vivo y que en los alrededores de los ojos se destacaban las huellas de una cercana violencia
61.
Señaló dos imponentes montículos separados por una corta distancia entre ellos que destacaban en el promontorio
62.
Destacaban, de entre ellos, el juez, un hombre joven y vivaz, y su silencioso ayudante llamado Assmann
63.
Dentro había varios guardias, cuyos uniformes marrones y amarillos destacaban a la luz de la lámpara
64.
Las palabras «Elantris» y «exterminio» destacaban, sombrías e imponentes
65.
Los oficiales se destacaban sin dificultad por la lujosa magnificiencia de su resplandeciente atavío
66.
Nuevos botes se destacaban ya del crucero y Clayton, tras indicar la entrada de la bahía al oficial, subió con él a la barca y ésta puso proa al interior de la rada
67.
La puerta de entrada del Reginella estaba entreabierta, y en el batiente izquierdo se destacaban un gran lazo negro y un letrero en el que se leía: "CERRADO POR DEFUNCIÓN"
68.
Las vísceras se destacaban entre los intestinos, de un azul grisáceo
69.
Urania tiene muy vívidas aquellas imágenes, la excitación, la sensación de maravilla que bañó al país entero con aquella feria memorable: Trujillo se festejaba a sí mismo, trayendo a Santo Domingo («A Ciudad Trujillo, perdón, papá») la orquesta de Xavier Cugat, las coristas del Lido de París, las patinadoras norteamericanas del Ice Capades, y construyendo, en los ochocientos mil metros cuadrados del recinto ferias, setenta y un edificios, algunos de mármol, alabastro y ónix, para albergar a las delegaciones de los cuarenta y dos países del Mundo Libre que acudieron, ramillete de personalidades entre las que destacaban el Presidente del Brasil, Juscelino Kubitschek, y la púrpura silueta del cardenal Francis Spellman, arzobispo de New York
70.
Nuestro ejército estaba dispuesto a la manera tradicional: alas de auxiliares federados, entre los que destacaban la nutrida división de arqueros llegados de Dalmacia; una avanzadilla compuesta por varios millares de panonios recién reclutados, pobremente armados con rudimentarias armas hechas en casa; las dos cohortes de infantería de Mursa en el centro; detrás de ellos, la caballería clásica; y, en último lugar, las dos unidades de vexilatores, formadas en una hilera de cincuenta jinetes cada una, a los que seguían filas de diez, según la disposición de combate que nos habían enseñado en Roma
71.
A continuación se les invitó a pasar, guiados por otro esclavo joven, a un muy amplio atrio en el que destacaban dos grandes higueras que repartían su fragancia y frescor por todo el atrio
72.
Publio Cornelio Escipión contaba con el apoyo de oficiales valientes que veían en él la reencarnación misma de sus legendarios padre y tío que durante años comandaron a los romanos contra las huestes de Aníbal, pero el joven general también tenía enemigos temibles: en el campo de batalla, Asdrúbal y Magón, hermanos de Aníbal, y el general púnico Giscón esperaban reunir sus tres ejércitos para masacrar sus legiones en Hispania, mientras que en una intrigante Roma, el viejo senador Quinto Fabio Máximo intentaba aprovechar la interminable guerra para eliminar a todos sus adversarios políticos, entre los que destacaban los Escipiones
73.
A su alrededor se había congregado su Estado Mayor en la guerra contra los judíos, entre los que destacaban las figuras de su hijo Tito, de veintiocho años, y la de un recio general, Marco Ulpio Trajano padre, que a sus treinta y ocho era ya todo un veterano en las guerras de Oriente; por eso mismo, Vespasiano, hombre cauto, reclamó sus servicios para la campaña que el emperador le ordenaba emprender en Siria en sustitución del malogrado Corbulón
74.
Encontró lo que debían de ser las estanterías donde Domiciano guardaba sus obras de literatura favoritas, entre las que destacaban todos y cada uno de los pesados poemas de Estacio elogiando su persona, su reinado y su Imperio
75.
Cuando se arrancaban nuevos nombres a las primeras víctimas, destacaban los niños de ambos sexos y los hombres
76.
En todo aquel maremágnum de información baldía, destacaban un par de grandes fotocopias que aparecieron dobladas dentro de otro portafolio sin marcar
77.
Sidorenko había recibido una gran cantidad de informes alarmantes que destacaban la relajación de los controles y la falta de moral del personal en los cientos de institutos científicos y centros de investigación que tenían acceso a materiales radiactivos
78.
La habitación estaba oscura y los marcos de las ventanas en forma de cruz se destacaban, con desvaídos perfiles, del vaho mate que subía de la calleja
79.
Se encontraron de pie en un llano de piedra y a lo lejos vieron los delgados picos de las montañas de reciente formación que se destacaban purpúreos contra el cielo suave
80.
Los diarios locales, naturalmente, destacaban el hecho de que Tammy Venn fuera la nuera de Thomas Venn, presidente de Ross Raglan e inveterado opositor a que se otorgara rango de estado a una zona tan atrasada como Alaska, donde se concentraban tantas de las inversiones de los Venn
81.
Se encontró con Linda que le sonreía, los mechones dorados de su cabellera castaña destacaban bajo el sol que la iluminaba por la espalda
82.
En la esquina inferior tenía un sello rojo y en la parte superior rezaba: "Carta de Crédito" en grandes caracteres que se destacaban del resto de la escritura apretada y había en el centro una cifra que terminaba con una serie impresionante de ceros
83.
Su casa estaba abierta a los literatos y a los hombres de negocios; tanto en París como en el campo, todos esperaban los preciosos momentos que Fouquet robaba a los asuntos de Estado para colmar de atenciones a cuantos destacaban por su talento en la poesía, la música y las otras artes
84.
Destacaban los componentes socialistas y comunistas, con sus miles de jóvenes uniformados, emblemas revolucionarios e himnos de los partidos, aunque fue más importante el decreto gubernativo publicado ese día que exigía a los patronos que volviesen a contratar a todos los trabajadores despedidos por motivos políticos o por huelgas políticas desde el comienzo de 1934, abonándoles los sueldos que hubiesen dejado de percibir en una cuantía no inferior a treinta y nueve días de salario ni superior a seis meses, dependiendo de los casos individuales
85.
El color también era otro: un rojo de sangre, en medio del cual los globos blancuzcos y protuberantes de los ojos se destacaban horribles
86.
Más allá del bulto gris de las peñas y de los poblados de pescadores que se destacaban muy próximos a la costa, se extendía el mar de un azul intenso
87.
Según dejamos dicho, la iglesia estaba completamente desmantelada, en el altar mayor pendían aún de las altas cornisas los rotos girones del velo con que lo habían cubierto los religiosos al abandonar aquel recinto; diseminados por las naves veíanse algunos retablos adosados al muro, sin imágenes en las hornacinas; en el coro se dibujaban con un ribete de luz los extraños perfiles de la oscura sillería de alerce; en el pavimento, destrozado en varios puntos, distinguíanse aún anchas losas sepulcrales llenas de timbres, escudos y largas inscripciones góticas; y allá a lo lejos, en el fondo de las silenciosas capillas y a la largo del crucero, se destacaban confusamente entre la oscuridad, semejantes a blancos e inmóviles fantasmas, las estatuas de piedra que, unas tendidas, otras de hinojos sobre el mármol de sus tumbas, parecían ser los únicos habitantes del ruinoso edificio
88.
Por encima de ella destacaban con toda claridad los letreros verdes que ellos habían visto al principio desde el otro lado del camino
89.
Tenía ahora el rostro azulado, y en él destacaban los ojos como bolas blancuzcas
90.
No era un hombre grande pero tenía unas buenas pantorrillas, que las medias destacaban muy bien
91.
destacaban con prodigiosa nitidez: Boyle junto a la mesa, recogiendo los desparramados elementos de
92.
Cada uno produjo su propia rama de la familia: una rica, viviendo en las tierras bajas y destacando en las guerras, la otra un clan de habitantes de montaña toscos, no conocidos por su lealtad, pero a los que se les permitía seguir existiendo porque tampoco destacaban por su capacidad marcial
93.
En el este, la luna y varias estrellas se destacaban en el cielo aterciopelado
94.
Ante ellos se destacaban las ventanas de la casa, iluminadas en el avanzado atardecer
95.
Por el rabillo del ojo vio las llamas rojas que brillaban por encima de los tejados, las chispas que subían en espiral y destacaban contra la negrura del cielo
96.
Antes de que pudiera moverse, y los reflejos de Brutha no destacaban por su coordinación ni en las mejores de las circunstancias, una voz habló junto a su oreja:
97.
En el montón destacaban muchas representaciones de arañas, pulpos y del octario trepador de las llanuras del Eje
98.
De vez en cuando un grito o una risa se destacaban del resto, pero en gran medida era un solo mar interminable de sonido, que rompía en las orillas del tímpano
99.
Jack y los guardiamarinas ya no estaban allí mirando las estrellas, así que bajó después de hablar un rato con el oficial de derrota y mirar durante unos momentos la estela fosforescente iluminada por las estrellas, en la que se destacaban los negros botes, que parecían pequeñas ballenas
1.
–¿Es verdad que destacabas en matemáticas y ciencias y que sobresalías en el dominio de las lenguas y religiones extranjeras?
1.
destacado, junto con Argentina, en el vertiginoso avance de la liberación y la
2.
redada en el neoyorkino bar Stonewall, considerado el hito más destacado en la cohesión del
3.
Destacado en la oficina árabe, está rebajadodel servicio de cuartel y
4.
Por ser un destacado juez del orden le ofrecieron al final de su
5.
destacado de ladoble masa militar
6.
empezando a encanecer; la frenteancha, y destacado el
7.
No tenía la menor idea de que hubieran destacado tan hacia el sur a otros miembros de la hermandad
8.
Este tipo de rasgos son muy visibles en los demás, y pueden desempeñar un papel destacado en la atracción inicial
9.
Esta actitud le valió un golpe militar y la llegada a escena de Eleuterio Venizelos, gran político cretense que ya se había destacado como paladín del Gran Ideal en las luchas constantes de su isla por la anexión a Grecia
10.
Es muy posible que gente próxima a él, como Antonio Cortina -hermano del jefe de la AOME y miembro destacado de la Alianza Popular de Manuel Fraga-, promocionara su candidatura, pero es indudable que nadie hizo tanto por ella como el propio Armada
11.
Algo desapareció entonces de modo tan increíble, que sólo nos cupo admitir dos cosas: que el ladrón era un personaje de la realeza o que la hazaña fue obra de un profesional muy destacado
12.
El gobierno sueco había montado en cólera al saber que su oferta de un lugar destacado en Estocolmo había sido rechazada por el agente de Flammerion
13.
Karyn tuvo un número final destacado
14.
La ballenera se había destacado de la María Ana y se dirigía hacia El Rayo
15.
Pero miembros del Cuerpo Superior de Policía adscritos a este servicio descubren al verdadero autor del pinchazo: Kenneth Moskow, nada menos que el tercer secretario de la embajada de Estados Unidos en Madrid y destacado oficial de la CIA
16.
Por tanto, el hecho descarnado de que la principal fuerza en favor de la independencia, el Partido del Congreso, estuviera dominado por un hindú destacado volvía muy difícil la conciliación
17.
Partió el hombre hacia el fondo de la mansión, dejando al destacado visitante acomodado en el salón donde aguardaban los principales
18.
Apareció de nuevo el locutor y anunció que daría las noticias restantes después del comentario acerca de lo que, sin duda, era el hecho más destacado de la jornada
19.
Lo que se exhibía de modo más destacado era la aceleración producida por el chorro de ATLAS en ese mundo fantasma, meras microgravedades sobre una masa del tamaño de Kali
20.
El director del noticiero ya había destacado las últimas novedades; una frase titilaba constantemente en la pantalla:
21.
–Si el sacerdote no confirma estas declaraciones -dijo Kiri- esto no querrá decir necesariamente que Anjín-san esté mintiendo, ¿neh? ¿Por qué no enviar a buscar al más destacado sacerdote cristiano y preguntarle acerca de estos hechos? Veamos lo que dice
22.
Los artículos sobre el aniversario habían concedido a Gordon MacKenzie un lugar destacado
23.
Hizbullah, como Hamas en Palestina, se ha destacado de otras fuerzas políticas por su enorme implicación social
24.
El ver bailar a los jóvenes estudiantes, con las espaldas rectas, y los pies deslizándose sobre la pista, le hacía recordar a Declan O'Casey, que ahora era un destacado profesor, con su propia cátedra en la Universidad de Chicago
25.
»Mi antepasado, sir Ralph Musgrave, fue un caballero muy destacado y mano derecha de Carlos II en las correrías del rey explicó mi amigo
26.
No me cabe duda de que si me hubiese decidido por aquélla habría destacado
27.
–Es sólo lo más destacado, material que guardaba en un archivo de seguridad
28.
–Kay, tú te quedarás con la comandante Penn y con Lucy, que estarán en contacto directo con los agentes de Carolina del Sur y con el destacado en la farmacia
29.
Mientras el caballero mantenía plenas sus condiciones para luchar, se quedaba en Tierra Santa, destacado en alguno de los castillos y fortalezas del Temple, participando en la guerra contra el Islam, escoltando a los peregrinos o defendiendo las posiciones de los cristianos; cuando sus fuerzas mermaban por la edad, las heridas o el paso del tie mpo, y si había logrado sobrevivir a las batallas libradas en las cruzadas, regresaba a Europa para acabar sus días de manera absolutamente anónima en alguna de las miles de encomiendas o conventos del continente
30.
Es posible que emigrantes procedentes de Ur, y entre ellos Abraham en lugar destacado, llevaran noticias de tales inundaciones a Canán, donde éstas se incorporaron a la historia tradicional del hombre primitivo
31.
No habría sido bueno política escatimar elogios a su representante más destacado
32.
Como esclavos liberados, los israelitas no estaban acostumbrados a la guerra y no se hallaban en posición de enfrentarse con los invasores del mar, bien armados y curtidos en la batalla, quienes pronto ocuparían un lugar destacado en la historia bíblica con el nombre de filisteos
33.
El partido profético tenía entonces la fortuna de encontrarse en manos de un dirigente fuerte, Elías, el profeta más destacado desde Samuel
34.
en la cual ocupaba destacado lugar el espléndido harén
35.
Por eso, los héroes españoles de Trafalgar (Churruca, Gravina, Alcalá Galiano) eran oficiales que habían destacado en el plano científico
36.
Por lo que me ha contado, deduzco que en la empresa nadie tiene muy claro por qué Johnson ha destacado tan deprisa del resto de los ejecutivos
37.
El destacado miembro conservador del Parlamento, Benjamin Disraeli (que más tarde sería Primer ministro) expresó en 1864 la cuestión tan sucintamente, que añadió una locución al idioma inglés
38.
Era un muchacho valiente que desde muy joven había destacado por su habilidad y fuerza en la lucha cuerpo a cuerpo, y por la nobleza de su corazón
39.
Tenía más de cincuenta años cuando lo escribió, acababa de retirarse de una poco ilustre carrera de funcionario público durante la cual, según su sobrino, no se había destacado «ni por su celo, ni por su puntualidad ni por su obediencia»
40.
De vez en cuando, Jim cogía el micrófono del autocar y atraía la atención del grupo hacia algún lugar destacado, pero Christine no mostraba interés
41.
Por otra parte, ahí está el señor Birotteau, en el gobierno, destacado…
42.
La burocracia siempre se ha destacado por sus errores
43.
Otras formaciones los denominaban los «Decoradores de Carreteras», pues en casi todos los cruces de caminos se veía un destacado letrero en el que aparecía la abreviatura «HD» (Highland División) y una flecha
44.
Me habían dicho que estabas destacado en un puesto
45.
—El general Roca lo conoció en el tiempo en que estuvo destacado allá, en el Fuerte Sarmiento
46.
) Aquella alusión de Andrés iba a resultar altamente provechosa para mí, ya que días después- el tal Petajía iba a jugar un papel destacado en una de las negaciones de Pedro… Mientras aguardaba la salida del grupo del interior del Santuario, me senté muy cerca de los mercaderes y pude asistir a un fenómeno que, al parecer, era frecuente en la compra-venta
47.
Aquel centurión -llamado Lucilio y a quien las legiones de Pannonia habían bautizado con el apodo de «cedo alteram»1, porque apenas rompía una verga en las espaldas de un soldado pedía otra y otra, diciendo siempre «cedo alteram»-, cuya imagen resultaría ya difícil de borrar de mi mente, jugaría un destacado papel en la flagelación del Maestro de Galilea…
48.
La «felicidad» a la que hace alusión Honorine se refiere a la concesión de la Legión de Honor a su marido, en cuya gestación tomaron parte activa el propio Hetzel, Lesseps y Jean-Jacques Weiss, destacado crítico
49.
Todos los que aporten más de un duro tendrán puesto destacado en la función religiosa
50.
Al frente, puso al senador Galba a quien, en tiempos de Tiberio, habían nombrado gobernador de Aquitania y después cónsul, y que había destacado por su rigor e integridad
51.
Sin embargo, Tonga continúa siendo suficientemente grande para que haya surgido un gobierno centralizado bajo la autoridad de un rey o jefe destacado
52.
El padre de Li, americano, provenía de una respetada familia de generales y había tenido un papel destacado en el Comité de Seguridad de la Casa Blanca, hasta que tuvo que retirarse por razones de salud
53.
Más tarde, cuando haya logrado, por su esfuerzo, un lugar destacado en la vida profesional, le permitiré con el mayor placer que acepte una invitación tan amable y que tanto le honra, y por más tiempo aún
54.
»Según la información que nos ha hecho llegar el padre provincial de la Orden, el buque-escuela San Ignacio es una embarcación que fue fletada por la Compañía de Jesús hace doce años con el objetivo de completar el ciclo de formación de un grupo destacado de cada promoción de aspirantes a sacerdotes en un centro de educación itinerante por algunas de las ciudades más importantes del mundo
55.
Fuera cual fuese su carácter y el modo en que valorase su empleo, poseía una gran experiencia en su trabajo, era fría y sabía dominarse, tú misma lo has destacado, aunque sin haberte aprovechado del ejemplo
56.
Uno de ellos, que permanecía un poco destacado en la vanguardia del grupo y que, en consecuencia, podía ser su dirigente, dio un paso adelante
57.
Podéis llegar a disponer, según vuestro sabio criterio, que en la procesión se echará en falta la cabeza ensangrentada de un oficial destacado: el de este vuestro leal servidor
58.
¡De cabeza, y al cuerno con las consecuencias! Gracias a ello había destacado en el campo de batalla, pero aquella lucha no era tan sencilla
59.
Shaddam nunca había destacado por su sutileza o contención
60.
Este singular hereje del siglo XVI fue, sin pretenderlo, un destacado representante del erasmismo científico
61.
Con la actitud de Anni Besant esta Sociedad sufrió un duro golpe, aunque volvió a tener cierto papel destacado en algunos países, como sucedió en España gracias al impulso que le dio Mario Roso de Luna
62.
Sin embargo, hubo una vez en que la cuerda tuvo un papel destacado, una ocasión, la única, que Tublat recordaba complacido
63.
Mientras la conversación que siguió, puntuada por numerosos tragos, evitaba escrupulosamente las historias personales, la cuestión de la ocupación del otro era algo destacado en la mente de cada hombre; y para cuando los efectos naturales del licor tendieron a desarmar sus recelos, impulsaron a la confidencia y también estimuló la curiosidad de los dos, ambos estaban bastante borrachos
64.
Por lo tanto, con este pensamiento destacado en su mente, y con el león ya relegado al oscuro fondo de su conciencia, penetró en la estrecha abertura de la interesante fisura
65.
Nada podía ser más sorprendente en alguien que se había destacado desde la escuela primaria como un espécimen precoz de la derecha romántica
66.
Jane le condujo a la cabaña y los franceses se dirigieron a la playa, de la que ya se habían destacado varios compañeros suyos que acudían a su encuentro
67.
Durante la Primera Guerra Mundial, en 1917, fue destacado en Francia con la 1ra División del Primer Ejército
68.
Alumno destacado del creador de la Blitzkrieg, el General Guderian, llegó a perfeccionar los movimientos de las fuerzas panzer, en base a velocidad y gran coraje, tratando en todo momento de ganarle la iniciativa al enemigo
69.
Todos los expertos en armamento del III Reich han destacado un hecho evidente: si la investigación se hubiese adelantado tan sólo un año, el resultado de la contienda podía haber sido muy distinto
70.
Como consecuencia de todo ello, esta división era muy combativa, puesto que los soldados reconocidos por su valor en la lucha eran tomados en alta consideración, hasta el punto, que el mismo faraón otorgaba tierras en donde establecerse a los soldados que se habían destacado por sus servicios castrenses
71.
Como le había oído decir a un destacado líder del Partido Comunista en la clandestinidad: «La ideología se parece mucho a la agricultura, y como el arroz o la soja, se ha de sembrar, cultivar y recolectar a su debido momento
72.
El resultado fue situar a Banesto en primera línea mundial, muy destacado en relación con el resto de los bancos españoles
73.
Creo que en este editorial se contienen unas ideas muy precisas en torno al suceso: no solo no fueron los consejeros de Banesto quienes vendieron acciones con información privilegiada, sino que fue un miembro destacado del órgano del Banco de España que decidió la intervención
74.
PHILEN: Destacado comerciante de Luthadel y miembro de la Asamblea de Elend
75.
–Miembro destacado del MLR (Moviment Llibertari de Resistencia) hasta febrero del año en curso, en que fue expulsado por insubordinación y malversación de «fondos revolucionarios», así llamadas las recaudaciones de los afiliados
76.
Escipión era el más destacado de los que se oponían a que el Estado interviniera en lo que él consideraba un asunto menor, una cuestión interna de la política de Cartago
77.
Y, sobre todo, se ha destacado en la denuncia del bombardeo de Guernica: «La destrucción de la ciudad de Guernica no era una operación necesaria para la guerra
78.
–Tribuno Cayo Carinio, en servicio destacado de la Sexta legión, señor
79.
Habían recuperado el arcón del cieno; un escuadrón de caballería de la legión había sido destacado para recuperarlo del lugar donde lo habían escondido
80.
Mi opinión y la de Jane es que si podemos hacer que algún necesario destacado se declare en contra de la Flota Lusitania… alegando motivos convincentes, por supuesto, la unanimidad de la mayoría pro-flota del Congreso se romperá
81.
Y de los tres, el que Bean esperaba ver en el puesto más destacado, desempeñando el papel más agresivo, era…
82.
¿Pero quién más? No era un accidente que fuera la elección más obvia para la Sala Alta… no era sólo porque fuera el más destacado, sino también porque no había nadie más capacitado para el trabajo
83.
Siempre estaba preparado un Maestro Cantor, o al menos un joven gran maestro destacado cuya elección era claramente acertada
84.
toda esa controversia fue especialmente dura para el profesor cole, pues era un miembro muy destacado de la clase médica y le resultó difícil sobrellevar las ásperas críticas que se dirigían contra su hija, sobre todo la insinuación de que estaba traicionando a sus colegas
85.
Tenía todo el aspecto de un miembro del cuerpo diplomático, aunque en realidad era un oficial de los servicios secretos y el año anterior había destacado en el curso de la investigación de un ataque a una nave espacial tripulada china
86.
Sun estaba destacado en la base 20, a la salida de Jiuquan, y el minibús que le llevaba de regreso estaba parado en un margen de la carretera con un neumático pinchado
87.
Porque César se había ganado la corona cívica por su destacado valor a la edad de veinte años, había sido admitido en el Senado diez años antes de la edad acostumbrada, treinta años, y se le había permitido hablar dentro de aquella cámara desde el principio, en lugar de permanecer bajo la ley del silencio hasta que fuera elegido magistrado de rango superior al de cuestor
88.
Cambió a la frecuencia del equipo destacado en el Planetario
89.
Su mirada recorrió la habitación entera y al final se posó en el lugar más destacado, en un diván situado en el rincón más apartado
90.
Bosch también fue mencionado y destacado, pero no participó en las conferencias de prensa
91.
El más destacado ejemplo fue la regulación del benceno a finales de los años ochenta, cuyos beneficios fueron tan escasos que cada año de vida salvado acabó costando veinte mil millones de dólares
92.
Se me enumeraron las andanzas de Eva en Ardent, que en síntesis consistían en haberse rozado con un buen número de hombres y en no haber intentado nada con ninguna mujer, porque de haberlo hecho no me cabía duda de que mi informante lo habría destacado
93.
Y uno de los muchachos de Kendra, que se había destacado en el segundo partido, le respondió:
94.
Del grueso del enemigo en retirada se había destacado un joven guerrero, el cual regresó a la carrera, para colocarse junto al anciano
95.
Poteet, el destacado ganadero de Jacksborough, testificó lo siguiente:
96.
Bartley era muy bueno en aritmética, y había ayudado con frecuencia a su padre a calcular tonelajes en el astillero, por lo que podía explicarla, y si Cudjo había destacado en su capacidad para aprender las letras, con los números se reveló francamente extraordinario
97.
Puesto que Mordecai era un destacado personaje en el mundo de los indigentes, me dejó entre los manifestantes y se fue a ocupar su sitio en la tribuna
98.
Se presentó a los que estaban comiendo en el comedor de la sucursal como destacado especialista en la organización de masas corales
99.
Fecha de la primera guerra púnica, ¿cuándo invadió Aníbal la península Ibérica tras cruzar los Alpes?, ¿en qué año murió Julio César?, ¿en qué se diferencia un gobierno aristocrático de uno oligárquico?, ¿qué nombre reciben los hidrocarburos saturados?, ¿cómo se llama la cetona cuya fórmula es CH3-CO-CH3?, ¿quién tradujo la Biblia al alemán?, ¿nombre tres novelas de Blasco Ibáñez?, ¿quién fue la madre del emperador Carlos V?, ¿quién elaboró la máxima «la imaginación no sabría inventar tantas y tan diversas contradicciones como existen naturalmente en el corazón de cada uno»?, ¿qué es, según Husserl, la epogéfenomenológica?, ¿quién dijo «Zamora no se ganó en una hora»?, ¿con qué producto químico se fabricó en 1948 el primer transistor?, ¿en qué año se firmó el alto al fuego que dividió a las dos Coreas en forma permanente?, cómo se llamaba la sacerdotisa de Apolo que daba los oráculos en el templo de Delfos, qué nombre se adjudica a las plantas de una de las dos clases de fánerógamas que tienen un solo cotiledón en la semilla, qué relación existe entre Gandhi y la masacre de Aniristar, «Estoy seguro de que él es culpable», ¿es un enunciado dir1ctivo, asertivo, declarativo, compromisorio, o expresivo?; analice la siguiente situación comunicativa y marque la opción correcta: «Un destacado periodista entrevista al futbolista del año y lo compara con grandes jugadores de todos los tiempos como Pelé o Maradona
1.
De inmediato destacamos la nave exploradora que teníamos más próxima al sitio del incidente, el Ocean Explorer, que salió de Melbourne y llegó al lugar el veintiuno de junio de este año
2.
Con su ayuda destacamos a una fragata francesa, destruimos otras dos, y quemamos una veintena de astilleros junto a las embarcaciones que estaban construyendo
1.
Me tiemblan las manos sus pechos, donde los pezones hinchados por la emoción, se destacan en toda su belleza en el vestido de seda transparente
2.
maneja este tipo de biometría destacan el patrón de voz, la
3.
Sus escritos se destacan por la profundidad de las ideas, la mesura de los conceptos y la imparcialidad de sus juicios, cuando éstos se refieren a personas o a hechos de los cuales ha sido testigo
4.
Si el éxito de cada partido se juega en esta confrontación diaria, la comunicación política se desarrolla en el marco de un sinnúmero de condiciones generales, entre las cuales destacan:
5.
son ellas mismas, se destacan como personas notables y son las únicas que logran dejar una verdadera
6.
El sol entra fúlgido y cálido por loscuarterones de la puerta; los muebles destacan limpios; gorjea uncanario
7.
De un texto que he escrito acerca del árbol elijo algunas ideas que mejor destacan las similitudes y las diferencias que existen entre el hombre y el árbol: * “Así como el árbol es un transformadorde energía
8.
En losmárgenes, los grupos de hierba se destacan en negro á pesar de loscopos
9.
parte se destacan los objetoscomo aquí
10.
como figuras que están en altacumbre y se destacan y se dibujan en el azul
11.
acero, y de lascuales se destacan, campeando en el aire,
12.
poderosamente la atención del viajero, tresgrupos de exuberante vegetación que se destacan sobre la
13.
En este pueblo se destacan dosespaciosas y alegres construcciones, estas son las escuelas
14.
Cuando estas galaxias se fotografían con exposiciones más largas, los detalles interiores desaparecen y destacan zarcillos de luz largos y curvados apenas visibles en esta imagen
15.
Entre el segundo grupo destacan los habitantes
16.
Entre todas estas tradiciones destacan especialmente dos ampliamente difundidas por todo el territorio griego
17.
Incluso en la corte de un monarca tan pacífico como Akhenaton, los guerreros se destacan sobre los simples ciudadanos
18.
En 1994, entre otras incorporaciones de postín destacan, por ejemplo, las de Abel Matutes, futuro ministro de Asuntos Exteriores de Aznar, y la del socialista Manuel Marín, miembro de la Comisión de las Comunidades Europeas y actual presidente del Parlamento español
19.
Los centinelas que ponen los moros, ya se destacan,
20.
La segunda razón que los alemanes presentan como explicación de sus éxitos defensivos es su artillería, de la que destacan la eficacia de sus unidades pesadas y superpesadas, así como la gran flexibilidad con la que los mandos de Artillena de los Ejércitos y Cuerpos eran capaces de concentrar en cada momento, sobre el sector en peligro, toda la artillería disponible
21.
Siempre están pensadas para hombres superiores de capacidad superior que destacan de los demás, sobre todo en la juventud
22.
Sólo las torres destacan sobre el grueso portón de la entrada, abierto de par en par
23.
–En el comportamiento de los asesinos en serie, los motivos, el porqué de sus actuaciones… Suelen ser gente que tienen en general un comportamiento normal, que incluso destacan por cumplir con excesiva pulcritud las normas vigentes
24.
En esta nueva corriente de investigación destacan Günther Bornkamm y Norman Perrin
25.
Las excepciones se destacan simplemente porque son excepcionales
26.
Asimismo, mantuvo importantes reuniones con Roosevelt y con el dirigente soviético Iósiv Stalin, entre las que destacan la Conferencia de Teherán (1943), pero especialmente la Conferencia de Yalta, celebrada en febrero de 1945, donde se configuró el mapa de la Europa de la posguerra
27.
Los personajes se destacan coloreados sobre el revoque blanco: reyes con coronas de oro, obispos con mitra, guerreros con armaduras y yelmos empenachados como marionetas sicilianas, gentileshombres con amplios cuellos del Seiscientos
28.
En la zona Centro-Sur se publican artículos que destacan los problemas con la política sectaria del PCE en todos los ámbitos, singularmente en el militar, donde el Comisariado, que dirige el ex ministro comunista Jesús Hernández, purga a militantes socialistas, republicanos y cenetistas con el objetivo de controlar el Ejército
29.
Le cuesta respirar y en su cara cenicienta destacan los pómulos, de un rojo encendido
30.
Destacan la torre del homenaje, del siglo XII, y una capilla de estilo gótico inglés, edificada en el siglo XIV
31.
Entre ellos destacan el Janusz Korczak, el Lorenzo il Magnifico y el Premio al Mejor Libro Juvenil Alemán
32.
Destacan dos mensajes porque las direcciones terminan en aol
33.
Los qwghlmianos destacan en la comunicación no verbal
34.
Mientras llegaba su señoría, papá y mister Bonnington se acercan a la abierta ventana y contemplar los prados y las torres de Putney, que se destacan en el cielo
35.
Y mientras tocan ustedes dedicaré la mitad de mi atención a la parte inferior del cuerno, donde las espirales destacan visiblemente
36.
Deferente, el visitante se detiene en la antesala, el pronaos, para leer las sentencias que destacan con grandes letras sobre el fondo de los muros
37.
Se dice de un grupo o familia de lenguas urálicas, entre las que destacan el finés, el lapón, el húngaro y el estonio
38.
Conjunto de características o cualidades originales que destacan en algunas personas
39.
Mediante estas tres operaciones, los sirvientes de la Casa de la Vida destacan no sólo la actividad incesante de los dioses, sino también el modo en que éstos crean
40.
Entre aquellos a los que pidió que lo acompañaran destacan varios nombres
41.
Las manchas de color y las cabezas de sus portadoras destacan como enormes manchas de color -como otra cosa simplemente no se reconocen- sobre el fondo cristalino
42.
Es bien cierto también que un hombre cuya vida y hechos no destacan entre los de sus compañeros, no hace más que sumarse al montón
43.
Esas líneas de posibilidad se destacan en la transcripción
1.
Elcuervo viene por el aire dejándose ya caer con las alas plegadas,trayendo el pan en el pico y destacando su negro plumaje sobre el tonogrisaseo de las rocas: San Antonio contempla admirado al aveprodigiosa, y San Pablo, con las manos juntas y levantadas, mira alcielo en acción de gracias
2.
El lema fue “no a la violencia”, destacando la homofobia como una
3.
diferentes políticas y actitudes seguidas por los gobernantes, destacando varios casos
4.
investigación desde un compromiso subjetivo del investigador, destacando la
5.
voceadores, y grupos de curas yaficionados a la clase sacerdotal, destacando sobre el verde la
6.
Julia conel niño en brazos, y tras ella, destacando por claro
7.
Tiziano, y ante uno de los balcones, destacando sobre elclaror
8.
Maltrana, siempre que veía de lejos este cementerio, destacando en elcielo las
9.
follajeque se moría, destacando sobre el plomizo obscuro de los
10.
fuego sobre ellos, y destacando haciael puesto de Orcopata un piquete de los mismos con una compañia
11.
triunfal, la puerta de Alcalá, destacando su perforada mole blancasobre el espacio
12.
El periodista Ciro Vargas estudió en el mismo liceo que José Tohá: "Por esos años la familia Tohá González era muy conocida en Chillan; sin embargo José brilló con sus propias luces y, poco a poco, se fue destacando en la dirigencia del centro de alumnos, en la Federación de Estudiantes y por la fundación del liceo nocturno, que le dio notoriedad en el ambiente chillanejo"
13.
Destacando sus orígenes itálicos y, por lo tanto, en cierto modo más auténticamente romanos, incorporó al nomen de la familia el sobrenombre de Estabiano, que había heredado de su padre, aunque eso no era un mérito para atribuirle la nobleza de origen de la que carecía
14.
En ese momento, el sol hizo su aparición tras largos meses de lluvia y un único rayo le iluminó, destacando su altura y sus dorados cabellos al viento
15.
Una visión tentadora la de su torso, menudo pero lleno de fuertes músculos como los que tanto gustan de representar los escultores, con las tetillas sonrosadas destacando en la piel oscura
16.
Cuando el coche, pasado el arco de San Vicente, torció a la derecha en dirección a la Puerta de Hierro, Su Majestad, que hablaba con el general Jourdan, dejó a este con la palabra en suspenso, y se asomó por la portezuela para contemplar el real palacio que quedaba detrás, sentado en los bordes de la villa, con un pie arriba y otro abajo, destacando su enorme cuerpo blanco sobre las rampas de ladrillo que le sirven de trono y sobre la verdura de los árboles que le sirven de alfombra
17.
Sobre esta densa cortina se fue destacando un astro rojo: Marte
18.
Por lo demás, debo agradecer la valiosa ayuda de numerosas personas e instituciones, destacando entre ellas a Óscar Lobato, José Manuel Sánchez Ron, José Manuel Guerrero Acosta y Francisco José González, bibliotecario del Observatorio de la Armada
19.
Afuera, las largas sombras del atardecer se proyectaban sobre el terreno, destacando los accidentes del valle lejano y el río que corría abajo, y Jondalar experimentó una sensación de dolor en el brazo
20.
Los únicos silenciosos eran los sinuosos portadores de agua de rostros delgados, que recorrían las calles, destacando por el peso de la carga los músculos de los brazos tensados como cuerdas; o permanecían sentados en el umbral de los establecimientos de baños, con los rostros marcados por el sufrimiento
21.
Habiendo resuelto las objeciones que hemos procurado exponer con toda claridad destacando todo el valor que pudieran tener, pasemos ahora a examinar las consecuencias de nuestra tesis
22.
No me dejé desorientar por la subestimación científica del experimento, pero en estos casos no ayuda la fe sino tan sólo la comprobación, y yo quería enfrentarme con ésta, destacando al mismo tiempo, a plena luz y en el centro fe a la investigación, esta experiencia en su origen un poco colateral
23.
El Balmoral los amuró, destacando por encima de ellos
24.
Uno tras otro, Stride recordó los detalles que se iban destacando de la masa de hechos en su cabeza y caían como monedas en la cubeta metálica de una máquina tragaperras
25.
Pero ello no es óbice para que se siga destacando, hoy en día, la atormentada personalidad de este descendiente de vikingos suecos
26.
Destacando sobre la asamblea divisé a Muso que estaba de pie junto al trono y en actitud de hablar
27.
Pese a lo cual, el buque avanzaba a buen ritmo, incluso aunque diera la sensación de estar parado, y las bajas colinas de la Isla de la Selva no tardaron en surgir a la vista, destacando por poniente sobre la línea del horizonte
28.
La luna más próxima se había ya puesto en el horizonte, pero el claro resplandor del otro satélite bañaba la cubierta del crucero, destacando con marcado relieve los cuerpos de seis u ocho hombres sumidos en un pesado sueño
29.
Así lo entendieron ambos bandos, destacando a los mejores tiradores en posiciones cuidadosamente elegidas, para hacer fuego principalmente de hostigamiento y mientras tanto vigilaban el terreno con prismáticos
30.
Marta Torrent, haciendo un repetido ejercicio de cuello, las fue destacando:
31.
Pronto se formaron gremios y hermandades en Aragón y Castilla para enseñar a ejercer el oficio, destacando entre ellos el de Barcelona
32.
—Supongo que la DEA estará destacando el éxito de la operación
33.
El empleado empieza asumiendo funciones sencillas en las plantas más bajas y, a medida que va destacando en su labor, lo van ascendiendo de cargo y ocupa despachos mayores en plantas superiores
34.
De hecho, la cúpula de la CNT en Barcelona se asemejó en ocasiones a la UGT anterior a 1934, destacando más la importancia de superar el desempleo que la de prepararse para la revolución
35.
Dos días más tarde Dimitrov telegrafió nuevas instrucciones a los líderes del PCE, destacando la importancia de organizar la movilización masiva de los obreros españoles en oposición a la política hitleriana [13]
36.
Se añadían también algunos hechos de menor importancia en la historia de Iping, destacando el corte de los hilos del telégrafo del pueblo
37.
Detrás del trono, entre las dos filas interminables de penitentes, avanzaba la comitiva de autoridades civiles y eclesiásticas, destacando en ella la corporación municipal bajo mazas, pues nuestros ediles, aunque socialistas, son de una religiosidad admirable, y no hay procesión ni novena en la que no se personen, ya corporativamente, ya a título individual
38.
Cada uno produjo su propia rama de la familia: una rica, viviendo en las tierras bajas y destacando en las guerras, la otra un clan de habitantes de montaña toscos, no conocidos por su lealtad, pero a los que se les permitía seguir existiendo porque tampoco destacaban por su capacidad marcial
39.
Estaban muy por encima de Los Angeles; el área metropolitana era como un mapa en relieve, destacando las calles iluminadas y los letreros encendidos
40.
, en la sección de paraguas?: a Swann… ¡Con qué voluptuosa melancolía me enteré de que aquella tarde, destacando entre la muchedumbre su forma sobrenatural, Swann había ido a comprar un paraguas! Entre los demás acontecimientos grandes y chicos, que me dejaban todos indiferentes; aquel tenía la propiedad de despertar en mí esas particulares vibraciones características que hacían temblar constantemente a mi amor por Gilberta
41.
El hombre del collar estaba de pie junto con otro hombre entre la cala y el mástil; la pequeña linterna que se balanceaba en el mástil proyectaba algunos rayos de luz entre los dos, destacando las siluetas de las cabezas y los hombros
42.
Pero tiene un no sé qué divertido, “logrado” —dijo la duquesa, destacando la palabra como un clavel verde—, es decir, una cosa que me choca y que no acaba de hacerme mucha gracia, una cosa que es asombroso que se haya podido hacer, pero que encuentro que hubiera estado igualmente bien que no pudiera hacerse
43.
que seguramente conoce usted mejor que yo, son jóvenes burgueses -dijo destacando la palabra, anteponiéndole varias b y subrayándola con una especie de hábito de elocución que correspondía a una inclinación a los matices propia de monsieur de Charlus, pero que quizá lo aplicaba, además, por no resistir al placer de manifestarme cierta insolencia
44.
Con sus coloridas vestimentas destacando como fanales, gritaron y suplicaron a Ubaid para que les esperase
45.
Por encima de las copas de los árboles se erguían torres por el norte y el este, destacando su oscuridad en el cielo matinal
46.
6º, del Código de Justicia Militar, opino que debe declararse la competencia de la justicia militar para conocer del sub-judice, destacando, además, que esta conclusión está reforzada por el art
47.
Se vio a sí mismo destacando entre todas aquellas muchedumbres como un leproso o un hippy o, ¿cómo lo decía Kipling?, como un emplasto de mostaza en un sótano de carbón
48.
Los árboles habían sido cubiertos de luces, destacando sus contornos
49.
Justo tras él, se asentaba la robada lanzadera Imperial, destacando como algo entre los cazas Rebeldes de Alas-X
50.
Su cuerpo delgado, pecoso a lo largo de los antebrazos y de las canillas, era sin embargo lo bastante amplio para que su perfil ondulase al avanzar hacia ellos, a la luz de las lámparas del suelo resguardadas por el borde del baño, destacando del negro fondo del lugar, una negrura artificial y monótona como la de un estudio discográfico; la silueta de la bella y desnuda aparición onduló como cuando, en una película, se ofrecen sucesivamente al espectador una serie de imágenes fijas para producir el efecto de un movimiento vago, inquietante y espectral, en silencio
51.
El informe de Naciones Unidas reconoce que la recuperación económica no podrá venir de la sola mano de los mercados y por eso recomendaron en su día mantener los planes de estímulo y reactivación de la economía, destacando especialmente la función de éstos como ayuda ante las dificultades creadas por la recesión económica para los pobres
52.
Sus hombres de armas querían hablar de la operación, destacando los momentos cruciales y deleitándose con la carnicería; pero pronto se sintieron contagiados por el talante de William y se sumieron en lúgubre silencio
53.
Diebner pasó los brazos sobre los hombros de sus acompañantes y comenzó a volver hacia el ascensor, destacando de nuevo las maravillas que les circundaban
54.
Una vez obtenido el número, dijo con voz lenta, destacando cada una de las sílabas:
1.
H) La publicidad tiene que intervenir en un proceso de comunicación que ya está en marcha, tiene que ayudar a evaluar y a decir, subrayar y destacar
2.
A nivel internacional, es importante destacar que la Iglesia Católica
3.
destacar la participación de colectivos GLBTT en el PT, cuyo apoyo y participación implicaba
4.
Entre todas estas acciones, es importante destacar la implantación de
5.
Lo que importa destacar es su posición ante la autoridad y su
6.
Hay que destacar que esta actividad no está considerada
7.
Pues un elemento que conviene también destacar, es la importancia de las
8.
Mientras destaco la relación entre el árbol de higos del cual habla Homero y el árbol de higos del cual habla Buddha, al mismo tiempo quisiera destacar la profunda diferencia entre la visión cósmica de Homero y la de Buddha
9.
Spender,profesora e investigadora, intenta destacar los cambios fundamentalesaportados por el internet en la adquisición del saber y los métodos deenseñanza
10.
excitación de los vecinos de la ciudadconsintió en destacar dos compañías
11.
DaleSpender, profesora y investigatora, intenta destacar los cambiosfundamentales aportados por el internet en la adquisición del saber ylos métodos de enseñanza
12.
Sin embargo, del confuso montón suele destacar, en mi memoria, un memo y macizo adolescente empeñado en ser escudero
13.
–Si -dijo el ciudadano Morand-, pero es preciso destacar que, hasta el presente, la conducta de los municipales ha justificado la confianza que la nacion ha depositado en ellos, y la historia dira que solo el ciudadano Robespierre merece el nombre de incorruptible
14.
Los golpes parecían destacar aún más bajo la luz blanca de la habitación y la angulosa osamenta de su cuerpo se hubiera dicho a punto de romper la piel de sus hombros y costillas
15.
Geran había salido de su reticencia en cuanto se acostumbró al espacio y la libertad: cuando descubrió algo en lo que podía destacar aprendió a reír, a tratar con desconocidos, a caminar orgullosamente con anillos en sus orejas y el grácil paso de una navegante espacial
16.
Para obtener los diskettes que necesitaba, tendría que destacar cada archivo y enviar su pedido a los archivos del Centro de Operaciones; los diskettes serían copiados, entregados en mano, recibidos firma mediante, y borrados antes de su devolución
17.
Vladimir se esforzaba por destacar las duras condiciones de vida en prisión, y la supuesta ilegalidad de su captura, consciente de que, con cualquier otro presidente que no fuese Chávez en Miraflores, habría sido absurdo plantearse la repatriación:
18.
Si el tipo no quería destacar y el escándalo se cierne sobre él, uno se imaginaría que regresaría y se quedaría en el hotel como un inofensivo turista
19.
Van a emitir material en directo durante el juicio, lo van a destacar y esperan tener comentarios diarios tuyos al final de cada jornada judicial
20.
Volvió a destacar que, en esa etapa del trabajo, eliminar las interpretaciones falsamente negativas era lo más importante
21.
–Creo que es importante destacar -agregó Patrick- que no existe una discordia matrimonial entre Charles y Cathryn Martel
22.
Mientras el Imperio Bizantino se desmoronaba bajo el gobierno de las ancianas sobrinas de Basilio II, empezó a destacar una nueva tribu turca
23.
Lo que nos interesa destacar aquí es el descubrimiento de que los elementos radiactivos, al emitir la radiación, se transformaban en otros elementos (o sea, era una versión moderna de la transmutación)
24.
Las luces la deslumbraban, haciendo destacar aquella franja humana entre la polvorienta y aceitosa obscuridad circundante
25.
Los padres, con el fin de evitar la prestación de alimentos o algún otro escándalo que pudiera llegar a tocarles de cerca debo destacar que no conozco ni las leyes allí vigentes ni las demás condiciones de los padres; digo, pues, que para evitar la prestación de alimentos y el escándalo, despacharon a su hijo, mi querido sobrino, a América, equipado en forma irresponsablemente insuficiente como bien puede apreciarse
26.
La observé varios días seguidos y cuando creí estar suficientemente segura de mi sospecha, por sus pequeños enfados, sus pueriles alarmas, su perseverancia en seguirme la pista, en examinarme, en hallarse entre la superiora y yo, interrumpir nuestras entrevistas, menospreciar mis cualidades, destacar mis defectos y, sobre todo, por su palidez, su tristeza, sus lágrimas, la perturbación de su salud e incluso de su espíritu, fui a verla y le dije:
27.
Los otros generales de Alejandro, al igual que sucede en la actualidad, quisieron destacar su propia grandeza mientras servían a las órdenes del macedonio; los fragmentos que quedan de estas biografías y de los tratados militares ofrecen una lectura muy interesante
28.
Una vieja busca en los bolsillos del delantal que lleva sobre un abrigo en buen estado hasta encontrar un alambre y se inclina sobre el candado, haciendo destacar aún más su pronunciada chepa
29.
El Premi Estel se instituyó para destacar un comportamiento, tarea o acción concreta y relevante en la defensa de la identidad catalana
30.
Hábilmente, empieza por destacar la superfluidad del acto de judas
31.
«Alexander se había perfeccionado para destacar con tanta supremacía en las artes sociales como lo había hecho antes en los estudios
32.
Comprendió que las metas deseadas, que ya tenía muy claras en esta etapa de la vida, le exigirían destacar con brillantez tanto en el aspecto intelectual como en las formas: modales, voz, vestuario
33.
No obstante, la popularidad del Duce disminuyó cuando adoptó una serie de medidas, entre las que cabe destacar las siguientes: el envío de tropas para apoyar al general Francisco Franco durante la Guerra Civil española (1936-1939); la alianza con el dictador nacionalsocialista alemán Adolf Hitler mediante la formación en 1936 del Eje Roma-Berlín, que culminó con el denominado Pacto de Acero entre ambos estados, acordado en mayo de 1939; la promulgación de leyes contra los judíos y la invasión de Albania, que, llevada a cabo en abril de ese último año, supuso la entronización de Víctor Manuel III como rey de ese país
34.
Es interesante destacar que el gobierno de los Estados Unidos no se ha pronunciado oficialmente sobre la naturaleza exacta del uranio que transportaba el submarino U-234
35.
con el culo en pompa: con el culo hacia afuera, haciéndolo destacar (EdelE)
36.
Otro aspecto que me interesa destacar y que ha sido desconocido por la opinión pública es el siguiente: entre el primer informe sobre Banesto y la decisión de invertir, J
37.
Pero no es eso lo que me interesa destacar
38.
Hur conocía perfectamente la fobia de su jefe a destacar en cualquier medio de comunicación, pero el mayordomo, junto con su amigo el policía e Irene, era el único que sabía de su intervención decisiva para aclarar el caso
39.
Otro punto que hay que destacar es que Rudy no intentó abandonar las gélidas aguas en cuanto tuvo el libro en la mano, sino que permaneció dentro un par de minutos
40.
Sin novedad importante que destacar en los distintos frentes
41.
Ésa era su oportunidad de destacar
42.
El dinero salió de alcancías, colchones, cuentas de ahorro, recortes a la lista del almacén, préstamos no autorizados de la caja chica del bar, colecta entre los cuidadores de autos de la calle de las Tabernas, anticipo sobre el desahucio de la profesora de dibujo, visita a la casa de empeño de Vergara Grey con el anillo nupcial que otrora Teresa Capriatti había calzado en su dedo previo al beso santificado por Dios, renuncia al cine dominical de Mabel Zúñiga y vástagos, aporte de De la Mirándola, quien donó uno de los billetes azules con que apostaría por Milton el sábado, e innumerables detalles, entre los que acaso habría que destacar el obsequio de corbatas de seda italiana al elenco masculino de la conspiración que hizo la deliciosa viuda Alia Chellew en su tienda de Providencia
43.
Tenía que encontrar un trabajo fijo en vez de pasarme el día haraganeando por la ciudad, y sobre todo por la noche, no olvidó destacar
44.
Hay que destacar el proceso oportunista de alianza, fusión o compadreo de Rodolfo Llopis y Enrique Tierno
45.
Esto no impidió a Herofilo destacar con sus estudios sobre la materia cerebral
46.
Pero destacar en el manejo de las armas no es todo lo que se requiere de un guerrero… -¿Pensáis que no soy tan fuerte?
47.
Este año de 1837, tan trascendental en el mundo, ya que por primera vez logra sincronizar el telégrafo las hasta aquel momento aisladas expresiones humanas, se cita raramente en nuestros libros escolares, que dan más importancia a las guerras y a las victorias militares de los respectivos caudillos de las naciones en vez de destacar los verdaderos y gloriosos triunfos que son comunes a la Humanidad entera
48.
Hay un punto referente a los papiones que Tiger se olvida de destacar, por más que haga una referencia tangencial a la investigación sobre la cual se basa
49.
Veamos, ahora que estamos realizando esfuerzos, y debo destacar la situación preliminar e insatisfactoria de esos esfuerzos, por el momento, para coordinar los servicios de inteligencia entre Estados Unidos y Gran Bretaña, nos encontramos en la situación más extraña en que hayan estado nunca un par de aliados en una guerra
50.
La canción se transformó en una especie de ronda, pretendiendo (suponía Jack) destacar la naturaleza cíclica del procedimiento: alguno de los desdichados, pescaderas, etcéteras, entregados a actos carnales allí mismo en medio de la calle, y otros corriendo, en cuadrados organizados de infantería, hacia el sacerdote para confesarse, para volverse luego y hacer una genuflexión en dirección a la catedral, cargando a continuación calle abajo fornicando
51.
—El punto a destacar está relacionado con la percepción, y cómo partes diferentes del mundo, almas diferentes, perciben todas las otras partes, las otras almas
52.
Se encuentra en el tercer piso de un edificio comercial tan anodino que el detalle más interesante a destacar es que tiene cuatro pisos
53.
Dedicó un minuto o dos a destacar la patética condición del caballo del bribón, que estaba a un paso del matarife y encima agotado
54.
Había que destacar que los humanos sí lo hacían, y que lucharían por hacerlo
55.
Destacar ante el pequeño Führer histérico, ser objeto de su satisfacción significaba siempre más poder, más honores, más gloria
56.
Sin destacar en absoluto
57.
—Si tuviera que destacar una cualidad tuya, George, sería tu buen gusto en cuestión de edificios
58.
Me levanté, y enseguida lo lamenté, pues solo conseguí destacar la superior estatura de Dedan
59.
Werner estaba un poco más gordo de lo que Duffy recordaba, y las ropas elegantes que lucía sólo lograban destacar la empolvada palidez de su cara y el tono gris del pelo aceitado
60.
Por fortuna, la misma consciencia de las formas que tanto hacía destacar a la tortuga en un cuadrado lleno de humanos que iban de un lado a otro hizo que el único ojo de la tortuga se volviera hacia arriba con temerosa expectación
61.
–¿Qué diablos es esto? – exclamó el hombre que parecía destacar del grupo, cuyos fríos ojos grises y rostro delgado de rasgos afilados, así como su atuendo civil, lo diferenciaban de sus fornidos acompañantes
62.
Debe usted saber todos los nombres”, me dijo con una sincera envidia de mis relaciones poéticas y también por amabilidad “respecto” a mí, para destacar más a los ojos de sus invitados a un joven tan versado en literatura
63.
Vale la pena destacar que el delito que ocasionó la expulsión de Lens Larque de la Sombra de Bugold fue robar el depósito de aire acondicionado del cadáver de un hombre que, borracho, se había desplomado sobre unos cactos venenosos
64.
Un discípulo de la escuela de Anaxágoras creyó oportuno meterse en la conversación para destacar ante el rey
65.
Desde luego que tiene como efecto asociar el mensaje, el repuesto y la espiral, como un modo de destacar la importancia totalizadora del motivo de espiral en esta obra
66.
Lo que quiero destacar en este caso es de qué manera la idea de la comunión/fusión puede llevar, subrepticia o abiertamente, a que las personas asuman una curiosa forma de resignación patológica frente a una relación en decadencia
67.
Acción de destacar (|| poner de relieve, resaltar)
68.
Entre las obras del profesor Trexler cabe destacar su Journey of the Magi: Meanings in History of a Christian Story, un libro que descubrí hace poco
69.
Lo conocemos bien desde dentro, por lo que no dedicaré muchas palabras a evocarlo, excepto para destacar el sorprendente hecho de que el léxico a mi disposición para escribir y el idéntico, o al menos bastante coincidente, a disposición del lector residen en la misma vasta base de datos neuronal, junto con el aparato sintáctico para reordenarlo en frases y descifrarlas
70.
Había también una sección de libros de historia, algunos de ellos cosidos a mano y con cubiertas de tela, presumiblemente pensados para destacar por su lujosa encuadernación
71.
Era de destacar que recordara el nombre de Lio, puesto que no había habido presentación formal y la conversación había sido escasa
72.
Destacar que los transformadores delanteros reaccionan a nueve seis punto tres siete, lo que no es un nivel aceptable para el combate
73.
Vale la pena destacar la importancia concedida a la salud de la mujer, lo cual demuestra, por si todavía fuese necesario señalarlo, el papel esencial que ésta ocupaba en la sociedad faraónica
74.
Lo que interesa destacar es que la diferencia entre espíritu y cerebro no es una diferencia de cualidad, sino una diferencia de ordenación
75.
Es interesante destacar que en el último tramo del segundo gobierno de Perón, en los años cincuenta, a partir del enfrentamiento del Gobierno con la Iglesia Católica, se legalizó la prostitución con el argumento de cuidar a los jóvenes de caer en los ardides de los desviados sexuales
76.
Con el beneplácito de los sucesivos reyes, las escuelas teológicas se fueron implantando en los diferentes seminarios que iban apareciendo en España, cabe destacar las de Sevilla, Toledo y Zaragoza
77.
Aprendió a ocultar su pasión a los demás, hasta que un día se encontró en el laboratorio de biología del instituto, donde empezó a destacar
78.
Se preguntaba si la reunión le brindaría la oportunidad de destacar, puesto que deseaba atraer la atención de los presentes e impresionarlos
79.
Se cruzó con unos trabajadores que se dirigían al muelle y se unió al grupo, pero la maleta le hacía destacar entre los demás
80.
Ernst Lundgren era un lameculos de magnitud inconmensurable, que jamás perdía la ocasión de destacar, preferentemente a costa de los demás
81.
En el curso de esa época hay que destacar sólo un hecho
82.
Y sólo porque no quería destacar, empecé a volverme para mirar hacia el pasillo, cuando me detuvo el cosquilleo interior más leve posible, la insinuación de un movimiento nervioso, así que cerré los ojos y escuché
83.
Tratándose de un modo visto en escorzo, pero cuya naturalidad no es de este mundo, la novela, por ejemplo, reclama en su área la presencia de muchos eriales para delimitar, circuir y destacar el esplendor de los labrantíos
84.
¿Era posible semejante acuerdo, semejante unanimidad en no ver lo principal, lo esencial, la parte cruda y distinta de la obra? Los elogios, excesivos, se dirigían a destacar los puntos más superficiales y eminentes, como quien elogiara el trozo de piel que, más tenso que el resto, cubre en el elefante el hueso del lomo, pero ignora la existencia interior de ese hueso potente
85.
En una sesión de dinámica de grupos, los participantes señalaron las siguientes situaciones preocupantes por las que habían atravesado una vez que conocieron su condición de portadores del VIH; entre ellas, caben destacar las siguientes:
86.
Galo es real, pero el detalle referente a la caída final de este personaje sólo tiene por objeto destacar uno de los rasgos más frecuentes en las descripciones del carácter de Adriano: el rencor
1.
La diferencia es que, si destacas, eres llamativo, inteligente, rico, si tienes algo que ofrecer, harán lo que sea por captarte, desplegarán estrategias de seducción que no imaginaría ni el hombre más enamorado y, una vez estás dentro, los métodos de programación y lavado de cerebro son muy efectivos, creedme
1.
Entre estos reportajes, destaco tres que muestran el proceso educativo
2.
Mientras destaco la relación entre el árbol de higos del cual habla Homero y el árbol de higos del cual habla Buddha, al mismo tiempo quisiera destacar la profunda diferencia entre la visión cósmica de Homero y la de Buddha
3.
Deseo, por muchas razones, entre las que destaco mi admiración por la labor efectuada por Antonio Asensio, que Antena 3 siga bajo su dirección, y, además, conociendo sus capacidades como las conozco, estoy seguro de que acabará consiguiendo su objetivo
4.
Se hallan emparentados, radicalmente emparentados, en todas las alturas y profundidades de sus necesidades: es Europa, la única Europa, cuya alma, a través de su arte multiforme y tumultuoso, aspira a ir más allá, más arriba, y tiende – ¿hacia dónde?, ¿hacia una nueva luz?, ¿hacia un nuevo sol? ¿Mas quién expresaría exactamente lo que todos esos maestros de nuevos medios lingüísticos no supieron expresar con claridad? Lo que es cierto es que a ellos los atormentaba un mismo Sturm und Drang` [borrasca e impulso], que ellos buscaban del mismo modo, ¡esos últimos grandes buscadores! Todos ellos dominados por la literatura hasta en sus ojos y sus oídos -los primeros artistas dotados de una cultura literaria mundial -, la mayoría de las veces, incluso, también escritores, poetas, intermediarios y amalgamadores de las artes y de los sentidos (Wagner, en cuanto músico, es un pintor, en cuanto poeta, un músico, en cuanto artista sin más, un comediante); todos ellos fanáticos de la expresión «a cualquier precio» – destaco a Delacroix, el más afín de todos a Wagner -, todos ellos grandes descubridores en el reino de lo sublime, también de lo feo y horrible, y descubridores aún más grandes en el producir efecto, en la puesta en escena, en el arte de los escaparates, todos ellos talentos que superaban en mucho a su genio -, virtuosistas de pies a cabeza, dotados de inquietantes accesos a todo lo que seduce, atrae, coacciona, subyuga, enemigos natos de la lógica y de las líneas rectas, ávidos de lo extraño, exótico, monstruoso, curvo, de lo que se contradice a sí mismo; como hombres, Tántalos de la voluntad, plebeyos llegados a la cumbre, que se sabían incapaces, en la vida y en la creación, de un tempo [ritmo] aristocrático, de un lento, – piénsese, por ejemplo, en Balzac – trabajadores desenfrenados, casi destructores de sí mismos mediante el trabajo; antinomistas y rebeldes en las costumbres, ambiciosos e insaciables, carentes de equilibrio y de goce; todos ellos, en fin, prosternados y arrodillados ante la cruz cristiana (y esto, con toda razón: pues ¿quién de ellos habría sido suficientemente profundo y originario para una filosofía del Anticristo?-), en conjunto una especie temerariamente audaz, espléndidamente violenta de hombres superiores, que volaba alto y arrastraba hacia la altura, especie que hubo de empezar por enseñar a su siglo – ¡y es el siglo de la masa! – el concepto de «hombre superior»… Que los amigos alemanes de Richard Wagner decidan por sí mismos si en el arte wagneriano hay algo alemán de verdad, o si no ocurre que lo que cabalmente distingue a ese arte es el provenir de fuentes e impulsos supraalemanes: y en esto no se infravalore el hecho de que, para que se formase del todo el tipo de Wagner, resultó indispensable justamente París, hacia el cual le mandó aspirar en la época más decisiva la profundidad de sus instintos, y que toda su manera de presentarse, de hacer apostolado de sí mismo, sólo pudo alcanzar su perfección a la vista del modelo de los socialistas franceses
1.
—Es el tipo de cosas en las que vosotros, los hechiceros, os destacáis, ¿no? —dijo el Canciller, con tono brusco—
1.
Destaqué el hecho de que yo era el psiquiatra de Jacob Blunt y necesitaba esta información para lograr la recuperación de mi paciente